En De interpretatione (capítulo 3, hacia el final), se encuentra esta determinación:
Αὐτὰ μὲν oὖv καθ’ ἑαυτὰ λεγόμενα τὰ ῥήματα ὀνόματά ἐστι καὶ σημαίει τι (ἵστησι γὰρ ὁ λέγων τὴν διάνoιαν, καὶ ὁ ἀκoύσας ἠρέμησεν)1.
“Quien dice algo produce que se detenga el opinar.” Cuando vivimos de forma natural, el mundo existe. Tratamos con él, nos ocupamos de él. Si se pronuncia una palabra, el opinar es puesto ante algo; al comprender la palabra, me detengo en ella; alcanzo un reposo en mi conjeturar. El oyente descansa en la comprensión de la palabra: ὁ ἀκούσας ἠρέμησεν. Al comprender la palabra, descanso en lo que ella significa. Comprender algo quiere decir: tener algo aquí, tenerlo en la manera del comprender una nominación de lo nombrado. Lo que le preocupa a Aristóteles, especialmente frente a Platón, es que el hablar, cuando se mueve en el lenguaje, es algo que, de acuerdo con su auténtico ser, surge de la libre convencionalidad del hombre y no φύσει. Cómo ὄνομα y ῥῆμα se unen en el λόγος, no puede propiamente convertirse en un problema. Λόγος es justamente lo originario y ὄνομα y ῥῆμα deben ser entendidos como modificaciones especiales del λόγος. Es característico del ὄνομα que no pueda ser dividido en caracteres con significado. La palabra como nombre es en la unidad (19) del significar que designamos como “nombrar algo”. Hay palabras compuestas que evidentemente tienen asimismo un significado unitario, pero de tal manera que sus componentes quieren significar algo independientemente y no solo quieren significar algo, sino algo respecto de lo significado unitariamente. La libre convencionalidad se refiere al acto mismo de creación del lenguaje, por tanto, no precisa estar activo en todas sus realizaciones. Por consiguiente, no venimos al mundo con una determinada provisión de palabras para uncirlas sucesivamente en una determinada relación. [GA17ES:37-38]