El «estar en medio» del mundo [das «Sein bei» der Welt], como existencial, no mienta jamás algo así como el mero estar-juntas de cosas que están-ahí. No hay algo así como un «estar-juntos» del ente llamado «Dasein» con otro ente llamado «mundo». Es cierto que a veces expresamos el estar-juntas de dos cosas que están-ahí diciendo, por ejemplo: «la mesa está “junto” a la puerta [“bei” der Tür]», «la silla “toca” la pared». En rigor, nunca se puede hablar aquí de «tocar», no tanto porque siempre es posible, en último término, después de un examen preciso, constatar un espacio intermedio entre la silla y la pared, cuanto porque la silla no puede, en principio, tocar la pared, aunque el espacio intermedio fuese nulo. Supuesto previo para ello sería que la pared pudiese comparecer «para» la silla. Un ente puede tocar a otro ente que está-ahí dentro del mundo sólo si por naturaleza tiene el modo de ser del estar-en, si con su Dasein ya le está descubierto algo así como un mundo, desde el cual aquel ente se pueda manifestar a través del contacto, para volverse así accesible en su estar-ahí. Dos entes que están-ahí dentro del mundo y que, además, por sí mismos carecen de mundo, no pueden «tocarse» jamás, ninguno de ellos puede «estar junto» al otro. La frase adicional «que, además, carecen de mundo», no debe ser omitida, porque también un ente que no carece de mundo, por ej. el Dasein mismo, está-ahí «en» el mundo; dicho más exactamente: puede, con cierto derecho, y dentro de ciertos límites, ser considerado como sólo estando-ahí. Para ello es necesario prescindir enteramente de la constitución existencial del estar-en, o no verla en absoluto. Sin embargo, no se debe confundir esta forma de considerar al «Dasein» como algo que está-ahí y que no hace más que estar-ahí, con una manera de «estar-ahí» que es exclusivamente propia del Dasein. Esta manera de estar-ahí no se hace accesible prescindiendo de las estructuras específicas del Dasein, sino sólo en la previa comprensión de ellas. El Dasein comprende su ser más propio como un cierto «estar-ahí de hecho». Y sin embargo, el «carácter fáctico» del hecho del propio existir [Dasein] es, desde el punto de vista ontológico, radicalmente diferente del estar presente fáctico de una especie mineral. El carácter fáctico del factum Dasein, que es la forma que cobra cada vez todo Dasein, es lo que llamamos FACTICIDAD del Dasein. La complicada estructura de esta determinación de ser sólo es captable, incluso como problema, a la luz de las estructuras existenciales fundamentales del Dasein que ya han sido puestas de relieve. El concepto de FACTICIDAD implica: el estar-en-el-mundo de un ente «intramundano», en forma tal que este ente se pueda comprender como ligado en su «destino» al ser del ente que comparece para él dentro de su propio mundo. STJR §12
En virtud de su FACTICIDAD, el estar-en-el-mundo del Dasein ya se ha dispersado y hasta fragmentado cada vez en determinadas formas del estar-en. La multiplicidad de estas formas puede ponerse de manifiesto, a modo de ejemplo, mediante la siguiente enumeración: habérselas con algo, producir, cultivar y cuidar, usar, abandonar y dejar perderse, emprender, llevar a término, averiguar, interrogar, contemplar, discutir, determinar… Estas maneras de estar-en tienen el modo de ser del ocuparse, un modo de ser que deberá caracterizarse aún más a fondo. Maneras de ocuparse son también los modos deficientes del dejar de hacer, omitir, renunciar, reposar, y todos los modos de «nada más que» respecto de las posibilidades del ocuparse. El término «Besorgen», «ocuparse de algo», tiene, en primer lugar, una significación precientífica, y puede significar: llevar a cabo, realizar, «aclarar» un asunto. La expresión puede significar también [en alemán] procurarse algo, en el sentido de conseguírselo. Además, se la usa en un giro particular: temo [ich besorge] que la empresa fracase. «Besorgen» quiere decir aquí algo así como temer por alguna cosa. En contraposición con estas significaciones precientíficas y ónticas, la expresión «ocuparse de algo» se usa en la presente investigación como término ontológico (como un existencial) para designar el ser de una determinada posibilidad de estar-en-el-mundo. Este término no se ha escogido porque el Dasein sea ante todo y en gran medida económico y «práctico», sino porque el ser mismo del Dasein debe mostrarse como Sorge, cuidado. A su vez, esta expresión deberá comprenderse como concepto estructural ontológico (cf. cap. 6 de esta sección). No tiene nada que ver con «aflicción», «tristeza» ni «preocupaciones» de la vida, estados que pueden darse ónticamente en todo Dasein. Todo esto es ónticamente posible, al igual que la «despreocupación» y la «alegría», porque el Dasein, entendido ontológicamente, es Sorge, cuidado. Puesto que al Dasein le pertenece por esencia el estar-en-el-mundo, su estar vuelto al mundo es esencialmente ocupación. STJR §12
En el Dasein, y para él mismo, esta constitución de ser ya está siempre conocida de alguna manera. Ahora bien, si ha de llegar a ser reconocida, el conocer [Erkennen] que asume explícitamente esta tarea se toma a sí mismo – en cuanto conocimiento del mundo – como relación ejemplar del «alma» con el mundo. El conocimiento del mundo (noein) o, correlativamente, el hablar del «mundo» y decir algo de él (logos), funciona, por esto, como el modo primario del estar-en-el-mundo, sin que este último sea comprendido como tal. Ahora bien, como esta estructura de ser, aunque ónticamente experimentada como «relación» entre un ente (mundo) y otro ente (alma), permanece inaccesible desde un punto de vista ontológico, y como el ser es comprendido ontológicamente en primer lugar a partir del ente intramundano, se intenta concebir la relación entre aquellos entes sobre la base de estos entes mismos y en el sentido de su ser, e.d. como un estar-ahí. El estar-en-el-mundo – aunque prefenomenológicamente experimentado y conocido – se hace invisible como consecuencia de una interpretación ontológicamente inadecuada. Ahora se conoce la constitución del Dasein – y además como algo obvio – tan sólo en la forma que ella cobra en la interpretación inadecuada. De esta manera ella se convierte en el punto de partida «evidente» para los problemas de la teoría del conocimiento o de la «metafísica del conocimiento». Porque ¿qué puede ser más evidente que el hecho de que un sujeto se relacione con un «objeto» y viceversa? Esta «relación-sujeto-objeto» se convierte en supuesto necesario. Pero todo esto no pasa de ser un supuesto que – aunque incuestionable en su FACTICIDAD – resulta, sin embargo, y precisamente por ello, enteramente fatal, si su necesidad ontológica y, sobre todo, su sentido ontológico son dejados en la oscuridad. STJR §12
Pero – se dirá – la expresión «Dasein» muestra con claridad que este ente «por lo pronto» es irrespectivo a otros, aunque sin duda también pueda estar ulteriormente «con» otros. Sin embargo, no debe pasarse por alto que empleamos el término «coexistencia» para designar aquel ser con vistas al cual los otros son dejados en libertad dentro del mundo. Esta coexistencia de los otros queda intramundanamente abierta para un Dasein y así también para los coexistentes, tan sólo porque el Dasein es en sí mismo esencialmente coestar. La afirmación fenomenológica: el Dasein es esencialmente coestar, tiene un sentido ontológico-existencial. No pretende constatar en forma óntica que yo no estoy fácticamente solo, sino que también están-ahí otros de mi propia especie. Si algo así se quisiera decir con la frase que el estar-en-el-mundo del Dasein está esencialmente constituido por el coestar, el coestar no sería una determinación existencial que por su forma de ser, le correspondiese al Dasein desde sí mismo, sino una condición que surgiría cada vez por la presencia de los otros. El coestar determina existencialmente al Dasein incluso cuando no hay otro que esté fácticamente ahí y que sea percibido. También el estar solo del Dasein es un coestar en el mundo. Tan sólo en y para un coestar puede faltar el otro. El estar solo es un modo deficiente del coestar, su posibilidad es la prueba de éste. Por otra parte, el hecho de estar solo no se suprime porque un segundo ejemplar de hombre, o diez de ellos, se hagan presentes «junto» a mí. Aunque todos éstos, y aún más, estén-ahí, bien podrá el Dasein seguir estando solo. El coestar y la FACTICIDAD del convivir no se funda, por consiguiente, en un encontrarse juntos de varios «sujetos». Sin embargo, el estar solo «entre» muchos tampoco quiere decir, por su parte, en relación con el ser de los muchos, que entonces ellos solamente estén-ahí. También al estar «entre ellos», ellos co-existen; su coexistencia comparece en el modo de la indiferencia y de la extrañeza. Faltar y «estar ausente» son modos de la coexistencia, y sólo son posibles porque el Dasein, en cuanto coestar, deja comparecer en su mundo al Dasein de los otros. Coestar es una determinación del Dasein propio; la coexistencia caracteriza al Dasein de los otros en la medida en que ese Dasein es dejado en libertad para un coestar mediante el mundo de éste. El Dasein propio sólo es coexistencia en la medida en que, teniendo la estructura esencial del coestar, comparece para otros. STJR §26
Los caracteres de ser del convivir cotidiano, que acabamos de exponer – distancialidad, medianía, nivelación, publicidad, alivianamiento del ser, satisfacción de requerimientos – conforman la inmediata «estabilidad» del Dasein. Esta estabilidad no concierne al continuo estar-ahí de algo, sino al modo de ser del Dasein en cuanto coestar. En estos modos de ser, el sí-mismo del propio Dasein y el sí-mismo del otro no han sido encontrados aún o se han perdido. Se es en el modo de la dependencia y de la impropiedad. Esta manera de ser no significa un menoscabo de la FACTICIDAD del Dasein, así como tampoco el uno considerado como el nadie es una pura nada. Por el contrario, en este modo de ser el Dasein es un ens realissimum, si entendemos esta «realidad» como un ser al modo del Dasein. STJR §27
Este carácter de ser del Dasein, oculto en su de-dónde [Woher] y adónde [Wohin], pero claramente abierto en sí mismo, es decir, en el «que es» [Dass], es lo que llamamos la condición de arrojado de este ente en su Ahí; de modo que, en cuanto estar-en-el-mundo, el Dasein es el Ahí. El término «condición de arrojado» mienta la FACTICIDAD de la entrega a sí mismo. El factum de «que es y tiene que ser» [Dass es ist und zu sein hat], abierto en la disposición afectiva del Dasein, no es aquel «que [es]» [Dass] que ontológico-categorialmente expresa el carácter de hecho, propio del estar-ahí [Vorhandenheit]. Este carácter sólo es accesible a la constatación que se origina en la mirada contemplativa. En cambio, el «que [es]» abierto en la disposición afectiva debe concebirse como determinación existencial del ente que es en la forma del estar-en-el-mundo. La FACTICIDAD no es el carácter de hecho del factum brutum de algo que está-ahí, sino un carácter de ser del Dasein, asumido en la existencia, aunque, por lo pronto, reprimido. El «que [es]» de la FACTICIDAD jamás puede ser hallado en una intuición. STJR §29
En razón del modo de ser constituido por el existencial del proyecto, el Dasein sería constantemente «más» de lo que de hecho es, si se quisiera y pudiera examinar el contenido de su ser a la manera de un ente que está-ahí. Pero nunca es más de lo que tácticamente es, porque a su FACTICIDAD le pertenece esencialmente el poder-ser. Pero el Dasein en cuanto posibilidad tampoco es menos; es decir, lo que él en su poder-ser todavía no es, lo es existencialmente. Y sólo porque el ser del Ahí recibe su constitución por medio del comprender y de su carácter proyectivo, y porque él es lo que él llega a ser o no llega a ser, puede decirse a sí mismo, comprendiendo lo que dice, «¡sé lo que eres!» [NH: Pero, ¿quién eres «tú»? Ese que tú, librándote de ti mismo, proyectas al lanzarte decididamente hacia adelante [als den du dich loswirfst] – el que devienes.]. STJR §31
La caída no determina tan sólo existencialmente al estar-en-el-mundo. El torbellino [Wirbel] pone de manifiesto también el carácter de lanzamiento y de movilidad de la condición de arrojado, condición que en la disposición afectiva del Dasein puede imponérsele a éste mismo. La condición de arrojado no sólo no es un «hecho consumado», sino que tampoco es un factum plenamente acabado. Es propio de la FACTICIDAD de este factum que el Dasein, mientras es lo que es, se halla en estado de lanzamiento y es absorbido en el torbellino [Wirbel] de la impropiedad del uno. La condición de arrojado, en la que la FACTICIDAD se deja ver fenoménicamente, pertenece a ese Dasein al que en su ser le va este mismo ser. El Dasein existe fácticamente. STJR §38
El Dasein existe fácticamente. Se pregunta, entonces, por la unidad ontológica de la existencialidad y la FACTICIDAD, o por la esencial pertenencia de ésta a aquélla. El Dasein tiene, en virtud de la disposición afectiva que esencialmente le pertenece, un modo de ser en el que es llevado ante sí mismo y abierto para sí en su condición de arrojado. Pero la condición de arrojado es el modo de ser de un ente que siempre es, él mismo, sus posibilidades, de tal suerte que se comprende en y desde ellas (se proyecta en ellas). El estar-en-el-mundo, al que le pertenece con igual originariedad el estar en medio de lo a la mano y el coestar con otros, es siempre por mor de sí mismo. Pero el sí-mismo es inmediata y regularmente el sí-mismo impropio, el uno-mismo. El estar-en-el-mundo ya está siempre caído. La cotidianidad media del Dasein puede ser definida, por consiguiente, como el estar-en-el-mundo cadentemente abierto, arrojado-proyectante, al que en su estar en medio del «mundo» y coestar con otros le va su poder-ser más propio. STJR §39
Fácticamente, la mayor parte de las veces el estado de ánimo de la desazón queda también existentivamente incomprendido. Dado el predominio de la caída y de lo público, la «verdadera» angustia es, además, infrecuente. A menudo la angustia está «fisiológicamente» condicionada. Este factum es, en su FACTICIDAD misma, un problema ontológico; no sólo es un problema la averiguación óntica de su causa y de la forma de su decurso. El desencadenamiento fisiológico de la angustia sólo es posible porque el Dasein se angustia en el fondo de su ser. STJR §40
Si queremos captar ontológicamente la totalidad del todo estructural, deberemos preguntar en primer lugar: el fenómeno de la angustia y lo abierto en ella ¿es capaz de dar, en forma fenoménicamente cooriginaria, el todo del Dasein de modo tal que la mirada que busca la totalidad pueda encontrar su cumplimiento en lo así dado? El conjunto de lo que allí se encuentra puede ser resumido en la siguiente enumeración formal: el angustiarse, en cuanto disposición afectiva, es una manera de estar-en-el-mundo; el ante-qué de la angustia es el estar-en-el-mundo en condición de arrojado; aquello por lo que la angustia se angustia es el poder-estar-en-el-mundo. Por consiguiente, el fenómeno de la angustia tomado en su totalidad muestra al Dasein como un estar-en-el-mundo fácticamente existente. Los caracteres ontológicos fundamentales de este ente son la existencialidad, la FACTICIDAD y el estar-caído [Verfallensein]. Estas determinaciones existenciales no son partes de un compositum al que pudiera alguna vez faltarle una de ellas, sino que conforman una trama originaria que constituye la totalidad del todo estructural que se busca. En la unidad de dichas determinaciones del ser del Dasein, este ser puede ser aprehendido en cuanto tal. ¿Cómo deberá caracterizarse esta unidad? STJR §41
Ahora bien, esta estructura concierne al todo de la constitución del Dasein. El anticiparse-a-sí no es una tendencia aislada en un «sujeto» sin mundo, sino que caracteriza al estar-en-el-mundo. Pero éste, junto con estar entregado a sí mismo, ya está siempre arrojado en un mundo. La entrega del Dasein a sí mismo se muestra originaria y concretamente en la angustia. El anticiparse-a-sí, más plenamente comprendido, significa anticiparse-a-sí-estando-ya-en-un-mundo. Tan pronto como esta estructura esencialmente unitaria ha sido fenoménicamente vista se aclara también lo expuesto más arriba al hacer el análisis de la mundaneidad. El resultado de ese análisis fue que el todo remisional de la significatividad constitutiva de la mundaneidad se «afinca» en un por-mor-de. La trabazón del todo remisional, de los múltiples respectos del «para-algo», con aquello que al Dasein le va, no es la soldadura de un «mundo» de objetos que esté-ahí, con un sujeto. Es, más bien, la expresión fenoménica de la constitución originariamente total del Dasein, cuya totalidad ha quedado ahora explícitamente puesta de relieve como un anticiparse-a-sí-estando-ya-en… Dicho de otra manera: el existir es siempre existir fáctico. La existencialidad está determinada esencialmente por la FACTICIDAD. STJR §41
Por ser el estar-en-el-mundo esencialmente cuidado, en los precedentes análisis ha sido posible concebir como ocupación [Besorgen] el estar en medio del ente a la mano, y como solicitud el estar con los otros, en cuanto coexistencia que comparece en el mundo. El estar-en-medio-de es ocupación porque, como modo del estar-en queda determinado por la estructura fundamental de este último, es decir, por el cuidado. El cuidado no caracteriza, por ejemplo, tan sólo a la existencialidad, separada de la FACTICIDAD y de la caída, sino que abarca la unidad de todas estas determinaciones de ser. Por consiguiente, cuidado tampoco quiere decir primaria y exclusivamente el comportamiento del yo respecto de sí mismo, tomado en forma aislada. La expresión «cuidado de sí» [«Selbstsorge»], por analogía con Besorgen [ocupación, e.d. cuidado de las cosas] y Fürsorge [solicitud, e.d cuidado por los otros], sería una tautología. Cuidado no puede referirse a un particular comportamiento respecto de sí mismo, puesto que este comportamiento ya está ontológicamente designado en el anticiparse-a-sí; ahora bien, en esta determinación quedan también incluidos los otros dos momentos estructurales del cuidado: el ya-estar-en y el estar-en-medio-de. STJR §41
4. A la constitución de ser del Dasein le pertenece la caída. Inmediata y regularmente el Dasein está perdido en su «mundo». El comprender en tanto que proyectarse hacia las posibilidades de ser, se ha emplazado allí. El absorberse en el uno significa el dominio del estado interpretativo público. Lo descubierto y lo abierto lo está en el modo del disimulo y de la obstrucción que resultan de la habladuría, la curiosidad y la ambigüedad. El estar vuelto hacia el ente no ha desaparecido, pero está desarraigado. El ente no queda enteramente oculto, sino que está justamente descubierto, pero a la vez disimulado; se muestra – pero en el modo de la apariencia – . Parejamente, lo ya antes descubierto vuelve a hundirse en el disimulo y el ocultamiento. A fuer de esencialmente cadente, el Dasein está, por su misma constitución de ser, en la «no verdad». Este término, al igual que el de la «caída», se usa aquí en un sentido ontológico. Toda «valoración» óntica negativa debe ser excluida cuando se lo usa en este sentido analítico-existencial. A la FACTICIDAD del Dasein son inherentes la obstrucción y el encubrimiento. El sentido ontológico-existencial plenario de la proposición «el Dasein está en la verdad» implica cooriginariamente que «el Dasein está en la no-verdad». Pero tan sólo en la medida en que el Dasein está abierto, también está cerrado; y sólo en la medida en que con el Dasein ya está siempre descubierto el ente intramundano, semejante ente queda – en cuanto es algo que puede comparecer intramundanamente – encubierto (oculto) o disimulado. STJR §44
De esta manera, al preguntar por el ser de la verdad y por la necesidad que tenemos de presuponerla, se parte de un «sujeto ideal», lo mismo que al preguntar por la esencia del conocimiento. El motivo explícito o tácito para ello es la exigencia legítima, pero que ha de ser fundamentada ontológicamente, de que el tema de la filosofía sea el «apriori» y no meros «hechos empíricos». Pero ¿se satisface esta exigencia partiendo de un «sujeto ideal»? ¿No es éste un sujeto fantásticamente idealizado? Con semejante concepto del sujeto ¿no perdemos justamente el apriori del sujeto puramente «fáctico», es decir, del Dasein? ¿No pertenece a la condición del apriori del sujeto fáctico, esto es, a la FACTICIDAD del Dasein, el estar cooriginariamente en la verdad y en la no-verdad? STJR §44
Las ideas de un «yo puro» y de una «conciencia en general» no contienen en modo alguno el apriori de la subjetividad «real», y de esta manera ambas ideas pasan por alto o no ven en absoluto los caracteres ontológicos de la FACTICIDAD y de la constitución de ser del Dasein. El rechazo de una «conciencia en general» no significa la negación del apriori, así como tampoco la posición de un sujeto idealizado garantiza que la aprioridad del Dasein esté fundada en las cosas mismas. STJR §44
¿Qué se ha logrado con el análisis preparatorio del Dasein, y qué es lo que se busca? Hemos encontrado la constitución fundamental del ente temático, el estar-en-el-mundo, cuyas estructuras esenciales se centran en la aperturidad. La totalidad de este todo estructural se reveló como cuidado. En el cuidado está contenido el ser del Dasein. El análisis de este ser tomó como hilo conductor lo que anticipadamente fue definido como la esencia del Dasein, la existencia. Formalmente, este término quiere decir lo siguiente: el Dasein es en cuanto poder-ser comprensor al que en tal ser le va este ser como el suyo propio. El ente que es de esta manera lo soy cada vez yo mismo. La elaboración del fenómeno del cuidado proporcionó una mirada al interior de la constitución concreta de la existencia, esto es, a su cooriginaria conexión con la FACTICIDAD y la caída del Dasein. STJR §45
Las consideraciones acerca del resto pendiente, del fin y de la integridad dieron como resultado la necesidad de interpretar el fenómeno de la muerte, en cuanto estar vuelto hacia el fin, partiendo de la constitución fundamental del Dasein. Sólo así podrá aclararse en qué medida es posible en el Dasein mismo, conforme a su estructura de ser, una integridad lograda por medio del estar vuelto hacia el fin. La constitución fundamental del Dasein se hizo visible como cuidado. El significado ontológico de esta expresión fue formulado en la siguiente «definición»: anticiparse-a-sí-estando-ya-en (el mundo) en-medio del ente que comparece (dentro del mundo). Quedan así expresados los caracteres fundamentales del ser del Dasein: en el anticiparse-a-sí, la existencia; en el estar-ya-en…, la FACTICIDAD; en el estar en medio dela caída. La muerte (o el estar vuelto hacia el fin) deberá dejarse determinar a partir de estos caracteres, si es verdad que ella pertenece al ser del Dasein en un sentido eminente. STJR §50
Por lo pronto, habrá que aclarar, en un primer esbozo, cómo en el fenómeno de la muerte se revelan la existencia, la FACTICIDAD y la caída del Dasein. STJR §50
El estar vuelto hacia el fin no se produce en y como una actitud que surja de vez en cuando, sino que pertenece esencialmente a la condición de arrojado del Dasein, la que se patentiza de tal o cual manera en la disposición afectiva (estado de ánimo). El «saber» o «no saber» acerca del más propio estar vuelto hacia el fin, que de hecho siempre impera en el Dasein, es sólo la expresión de la posibilidad existentiva de mantenerse de distintas maneras en este estar. El hecho de que muchos inmediata y regularmente no quieran saber nada de la muerte no debe presentarse como prueba de que el estar vuelto hacia la muerte no pertenece «universalmente» al Dasein, sino que sólo prueba que el Dasein inmediata y regularmente se oculta su más propio estar vuelto hacia la muerte, huyendo de ella. El Dasein muere fácticamente mientras existe, pero inmediata y regularmente en la forma de la caída. En efecto, el existir fáctico no es sólo de un modo general e indiferente un poder-estar-en-el-mundo que tenga el carácter de arrojado, sino que también ya está siempre absorto en el «mundo» de la ocupación. En este cadente estar en medio de… se acusa la huida fuera de lo desazonante, es decir, ahora, la huida frente al más propio estar vuelto hacia la muerte. Existencia, FACTICIDAD, caída caracterizan el estar vuelto hacia el fin y son, por consiguiente, constitutivos del concepto existencial de la muerte. El morir se funda, en cuanto a su posibilidad ontológica, en el cuidado [NH: Pero el cuidado se despliega desde la verdad del Ser [des Seyns]]. STJR §50
La conciencia llama al sí-mismo del Dasein a salir de su pérdida en el uno. El sí-mismo interpelado permanece indeterminado y vacío en su «qué». La manera como el Dasein interpreta inmediata y regularmente lo que él es desde aquello de que se ocupa, es dejada de lado por la llamada. Pese a ello, el sí-mismo es inequívoca e inconfundiblemente alcanzado. No sólo el interpelado es llamado «sin acepción de persona», sino que también el que llama se mantiene en una notoria indeterminidad. No sólo rehúsa responder a las preguntas acerca de nombre, condición, procedencia y prestigio, sino que, aun cuando no se disimula en la llamada, tampoco ofrece la más mínima posibilidad de hacerse familiar a una comprensión del Dasein «mundanamente» orientada. El vocante en la llamada – esto pertenece a su carácter fenoménico – mantiene absolutamente lejos de sí toda manifestación de sí mismo [Jedes Bekanntwerden]. Va contra el modo de su ser volverse tema de contemplación o de discusión. La peculiar indeterminación e indeterminabilidad del vocante no es una nada, sino una nota positiva. Ella da a conocer que el vocante se agota enteramente en su intimación a…, que sólo quiere ser escuchado en cuanto tal, sin que se añada ninguna palabrería acerca de él. ¿No sería entonces lo más ajustado al fenómeno que dejásemos de preguntarle al vocante quién es? Para el escuchar existentivo de la llamada fáctica de la conciencia, ciertamente; pero no para el análisis existencial de la FACTICIDAD del llamar y de la existencialidad del escuchar. STJR §57
¿Nos muestra el análisis que se ha realizado de la constitución de ser del Dasein alguna vía para hacer ontológicamente comprensible el modo de ser del vocante y, consecuentemente, también, el modo de ser del llamar? Que la llamada no sea realizada explícitamente por mí, sino que, más bien, «algo» llama, no autoriza todavía a buscar al vocante entre entes de carácter diferente al del Dasein. Sin duda el Dasein existe siempre de una manera fáctica. No es un proyectarse desarraigado, sino que, al estar determinado por la condición de arrojado en cuanto FACTICIDAD del ente que él es, el Dasein ha sido ya siempre y permanece constantemente entregado a la existencia. Pero la FACTICIDAD del Dasein se distingue esencialmente del carácter de hecho de lo que está-ahí. El Dasein existente no comparece para sí mismo a la manera de un ente que está-ahí dentro del mundo. Pero la condición de arrojado no adhiere tampoco al Dasein como un carácter inaccesible y sin importancia para su existencia. Como arrojado, el Dasein está arrojado en la existencia. Él existe como un ente que ha de ser tal como es y como puede ser. STJR §57
El ser del Dasein es el cuidado. El cuidado comprende FACTICIDAD (condición de arrojado), existencia (proyecto) y caída. Siendo, el Dasein es una existencia arrojada, no se ha puesto a sí mismo en su Ahí. Siendo, está determinado como un poder-ser que se pertenece a sí mismo y que, sin embargo, no se ha dado él mismo en propiedad a sí mismo. Existiendo, jamás logra ir más atrás de su condición de arrojado, de tal suerte que pudiese alguna vez producir formalmente desde su ser-sí-mismo y llevar hasta el Ahí esa condición de «que él es y tiene que ser». Pero, la condición de arrojado no yace detrás de él como un acontecimiento que, habiéndole efectivamente ocurrido, en seguida se hubiese desprendido de él, sino que, como cuidado, el Dasein es constantemente – mientras está siendo – su «que es». Estando entregado a ser este determinado ente – única forma como él puede existir como el ente que él es – el Dasein es – existiendo – el fundamento de su poder-ser. Aun cuando él no haya puesto por sí mismo el fundamento, reposa sin embargo en su pesantez, que el estado de ánimo le revela como carga. STJR §58
Aquello a lo que la resolución se resuelve está ontológicamente bosquejado en la existencialidad del Dasein en cuanto tal como un poder-ser en el modo de la solicitud ocupada. El Dasein, empero, está determinado como cuidado por la FACTICIDAD y la caída. Estando abierto en su «Ahí», el Dasein se mueve con igual originariedad en la verdad y en la no-verdad. Esto vale «propiamente» justo de la resolución en cuanto modo propio de la verdad. La resolución hace suya en forma propia la no-verdad. El Dasein está desde siempre, y volverá quizás a estar de nuevo, en la irresolución. Este término no hace más que expresar el fenómeno que anteriormente interpretamos como el estar entregado al dominio del estado interpretativo del uno. El Dasein como uno-mismo es «vivido» en la ambigüedad de la comprensión común de lo público, en donde nadie se resuelve, y donde, sin embargo, ya todo está siempre decidido. La resolución significa dejarse despertar desde la pérdida en el uno. La irresolución del uno se mantiene empero vigente, aunque ella ya no puede contrariar a la existencia resuelta. La irresolución, como antítesis de la resolución existencialmente comprendida, no mienta un estado psíquico óntico, en el sentido de un estar afectado por inhibiciones. También el acto resolutorio tiene que contar con el uno y su mundo. Comprender esto forma parte de lo que él abre, puesto que sólo la resolución le da al Dasein su auténtica transparencia. En la resolución le va al Dasein su más propio poder-ser que, en cuanto arrojado, sólo puede proyectarse hacia determinadas posibilidades fácticas. El acto resolutorio no se substrae a la «realidad», sino que descubre por vez primera lo fácticamente posible, y lo descubre de un modo tal que lo asume como aquello que, en cuanto poder-ser más propio, es posible en el uno. La determinación existencial del cada vez posible Dasein resuelto, abarca los momentos constitutivos de aquel fenómeno existencial, hasta ahora pasado por alto, que nosotros llamamos situación. STJR §60
Bajo la conducción de esta idea, se ha llevado a cabo el análisis preparatorio de la cotidianidad inmediata hasta llegar a una primera delimitación conceptual del cuidado. Este fenómeno hizo posible una comprensión más rigurosa de la existencia y de la relación que ella tiene con la FACTICIDAD y la caída. La delimitación de la estructura del cuidado proporcionó la base para una primera distinción ontológica entre existencia y realidad. Esto nos llevó a la tesis: la sustancia del hombre es la existencia. STJR §63
La unidad de los momentos constitutivos del cuidado, existencialidad [NH: Existencia significa: 1. todo el ser del Dasein; 2. solamente el «comprender».], FACTICIDAD y condición de caído, hizo posible la primera delimitación ontológica de la totalidad del todo estructural que es el Dasein. La estructura del cuidado fue reducida a la siguiente fórmula existencial: anticiparse-a-sí-estando-ya-en (un mundo) en-medio-de (los entes que comparecen dentro del mundo). La totalidad de la estructura del cuidado no se obtiene por acoplamiento de partes y, sin embargo, es una totalidad articulada. Este resultado ontológico debió ser evaluado considerando hasta qué punto satisface las exigencias de una interpretación originaria del Dasein. El resultado de esta reflexión fue que ni el Dasein en su totalidad ni su modo propio de poder-ser habían sido tematizados. Sin embargo, el intento de captar fenoménicamente al Dasein en su totalidad parecía fracasar precisamente en virtud de la estructura del cuidado. El anticiparse se presentaba como un no-todavía. Pero este anticiparse, caracterizado como un resto pendiente, se reveló luego a la consideración existencial genuina como un estar vuelto hacia el fin, un modo de ser que todo Dasein, en el fondo de su ser, tiene. Asimismo dejamos en claro que, en la llamada de la conciencia, el cuidado íntima al Dasein a su poder-ser más propio. La comprensión de la llamada – originariamente comprendida – se reveló como resolución precursora. Ésta encierra en sí el modo propio del poder-estar-entero del Dasein. La estructura del cuidado no va en contra de un posible estar-entero, sino que es la condición de posibilidad de semejante poder-ser existentivo. A lo largo de estos análisis se hizo claro que los fenómenos existenciales de la muerte, la conciencia y la culpa, están anclados en el fenómeno del cuidado. La articulación de la totalidad del todo estructural se ha vuelto aún más rica y así se ha hecho también más apremiante la pregunta existencial por la unidad de esta totalidad. STJR §64
Asimismo, el «ya» mienta el sentido existencial y tempóreo de ser del ente que, en cuanto es, ya está siempre arrojado. Sólo porque el cuidado se funda en el haber-sido, puede el Dasein existir como el ente arrojado que él es. «Mientras» el Dasein exista fácticamente, jamás será algo pasado, pero será siempre algo ya sido, en el sentido del «yo he sido» [literalmente: «yo soy sido»: «ich bingewesen»]. Y sólo puede haber sido [lit.: ser sido], mientras está siendo. En cambio, llamamos pasado a un ente que ya no está-ahí. Por consiguiente, mientras exista el Dasein, no podrá jamás constatarse a sí mismo como un hecho que está-ahí y que «con el tiempo» llegará a ser o dejará de ser, y que ya en parte ha dejado de ser. Siempre «se encuentra» tan sólo al modo de un factum arrojado. En la disposición afectiva, el Dasein se sorprende a sí mismo como aquel ente que él, mientras es, ya era, es decir, constantemente ha sido [ist gewesen]. El sentido existencial primario de la FACTICIDAD radica en el haber-sido. La formulación de la estructura del cuidado indica, con las expresiones «antes» y «ya», el sentido tempóreo de la existencialidad y de la FACTICIDAD. STJR §65
La temporeidad hace posible la unidad de existencia, FACTICIDAD y caída, y así constituye originariamente la totalidad de la estructura del cuidado. Los momentos del cuidado no quedan reunidos por yuxtaposición, como tampoco la temporeidad misma se va constituyendo de futuro, haber-sido y presente, «a lo largo del tiempo». La temporeidad no «es» en absoluto un ente. La temporeidad no es, sino que se temporiza [zeitigt sich]. Sin embargo, por qué razón no podemos dejar de decir que «la temporeidad “es” el sentido del cuidado», que «la temporeidad “es” algo determinado de tal o cual manera», sólo se hará comprensible cuando se haya aclarado la idea del ser y del «es» en general. La temporeidad temporiza, y temporiza diversas formas posibles de ella misma. Éstas hacen posible la diversidad de los modos de ser del Dasein, ante todo la posibilidad fundamental de la existencia propia e impropia. STJR §65
La condición de arrojado, ante la cual el Dasein puede, sin duda, ser llevado en forma propia a fin de comprenderse a sí mismo en ella de un modo propio, le queda, sin embargo, cerrada en lo relativo al «de dónde» y al «cómo» ónticos. Pero esta obstrucción no es en modo alguno el mero hecho de no saber, sino que constituye la FACTICIDAD misma del Dasein. Codetermina el carácter extático de la entrega de la existencia al fundamento negativo de ella misma. STJR §68
El comprender se funda primariamente en el futuro (adelantarse o estar a la espera). La disposición afectiva se temporiza primariamente en el haber-sido (repetición u olvido). La caída arraiga tempóreamente de un modo primario en el presente (presentación o instante). Sin embargo, el comprender es siempre un presente «que está-siendo-sido». Pero, la disposición afectiva se temporiza como futuro «presentante». No obstante, el presente «salta fuera» de un futuro que está-siendo-sido o está retenido por él. En todo ello se puede ver lo siguiente: La temporeidad se temporiza enteramente en cada éxtasis, y esto quiere decir que la unidad extática de la correspondiente plena temporización de la temporeidad funda la integridad del todo estructural constituido por la existencia, la FACTICIDAD y la caída, esto es, la unidad de la estructura del cuidado. STJR §68
Para demostrar que la temporeidad constituye el ser del Dasein y el modo como lo hace, se ha hecho ver que la historicidad, en cuanto constitución de ser de la existencia, es, «en el fondo», temporeidad. La interpretación del carácter tempóreo de la historia se llevó a cabo sin tomar en consideración el «hecho» de que todo acontecer transcurre «en el tiempo». En el curso del análisis tempóreo-existencial de la historicidad no se tomó en cuenta la comprensión cotidiana del Dasein, que fácticamente sólo conoce la historia como acontecer «intratempóreo». Pero, si es precisamente en su FACTICIDAD como la analítica existencial debe hacer ontológicamente transparente al Dasein, se hace necesario reconocerle su derecho en forma explícita también a esta fáctica interpretación «óntico-tempórea» de la historia. El tiempo «en el que» los entes comparecen demanda tanto más necesariamente un análisis fundamental, cuanto que, fuera de la historia, también los procesos de la naturaleza están determinados «por el tiempo». Sin embargo, aun, más elemental que la circunstancia de que en las ciencias de la historia y de la naturaleza aparezca el «factor tiempo», es el hecho de que el Dasein, ya antes de toda investigación temática «cuenta con el tiempo» y se rige por él. Y aquí, una vez más, es decisivo aquel «contar» del Dasein «con su tiempo» que precede a todo uso de instrumentos de medición construidos para determinar el tiempo. Aquel contar es previo a este uso, y es lo que hace justamente posible el uso de los relojes. STJR §78
El ser del Dasein es el cuidado. En cuanto arrojado, el Dasein existe cayendo. Abandonado al «mundo» que queda descubierto con la FACTICIDAD de su Ahí y consignado a ese «mundo» en su ocupación, el Dasein está de tal modo a la espera de su poder-ser-en-el-mundo, que no puede menos de «contar» con y apoyarse en aquel ente que, con miras a este poder-ser, tiene, en definitiva, una condición respectiva especialísima. Para poder tratar en la ocupación con lo a la mano dentro de lo que está-ahí, el cotidiano y circunspectivo estar-en-el-mundo necesita poder ver, es decir, necesita de la claridad. En virtud de la aperturidad fáctica de su mundo, la naturaleza queda descubierta para el Dasein. Por su condición de arrojado, el Dasein está a merced de la fluctuación de día y noche. El día con su claridad hace posible la visión, la noche la imposibilita. STJR §80