El pensamiento no es un medio para el conocimiento. El pensamiento abre surcos en el campo del ser. Alrededor de 1885 Nietzsche escribe una vez (Gran octavo WW XI, 20): “Nuestro pensamiento debe tener la vigorosa fragancia de un campo de trigo en una tarde de verano.” ¿Cuántos tienen aún hoy los sentidos para esta fragancia? Las dos frases iniciales de la conferencia pueden repetirse ahora con mayor precisión: las tres conferencias tienen por título “La esencia del habla”. Quisieran llevarnos ante la posibilidad de hacer una experiencia pensante con el habla. Que quede bien entendido: ante una posibilidad. Nos atenemos a lo que este intento tiene de provisional. Con todo, el título no dice nada de esto. Este título, “La esencia del habla”, suena más bien presuntuoso, como si aquí fuera cuestión de dar a conocer información certera sobre la esencia del habla. Además, el título se presenta formalmente de modo casi demasiado familiar, como: la esencia del arte, la esencia de la libertad, la esencia de la técnica. la esencia de la verdad, la esencia de la religión, etc. Estamos ya cansados de la acumulación de esencias, por motivos que no acabamos de percibir del todo. Pero ¿y si elimináramos lo presuntuoso y lo provisional del título con un simple arreglo? Pongámosle un interrogante al título para que la totalidad del mismo se sostenga bajo este signo y suene así distinto. Dice entonces: ¿la esencia? – ¿del habla? Ahora no es solamente el habla sino también lo que significa la esencia lo que está en cuestión: más aún: está en cuestión si y de qué modo se pertenecen mutuamente la esencia y el habla. ¿La esencia? – ¿del habla? Por la forma interrogativa. todo lo que el título tenía de presuntuso y familiar se desvanece. Pero al mismo tiempo una pregunta suscita otra. Por de pronto se suscitan las dos siguientes: ¿Cómo podemos cuestionar el habla si nuestra relación con ella es confusa y, en cualquier caso, indeterminada? ¿Cómo podemos inquirir acerca de su esencia si de inmediato surge la disputa acerca de lo que significa esencia?. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
De modo distinto a la representación científica sucede con el pensamiento. Aquí no hay ni método ni tema, sólo hay región, llamada así porque obsequia con un en-frente (die Gegend… gegnet); libera lo que el pensamiento tiene por pensar. El pensamiento mora en esta región al caminar los caminos de esta región. Aquí el camino pertenece a la región. Desde el punto de vista de la representación científica no sólo es difícil sino incluso imposible percibir esta relación. Si en lo sucesivo reflexionamos acerca del camino de la experiencia pensante con el habla, no vamos a efectuar reflexiones metodológicas. Ya caminamos en la región, en el ámbito que nos concierne. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
Toda pregunta acerca del asunto del pensamiento, todo inquirir acerca de su esencia, está llevado ya por el decir confiador de lo que viene en cuestión. El verdadero gesto del pensamiento ahora necesario es la escucha del decir confiador y no el preguntar. Pero puesto que esta escucha es una escucha hacia la palabra que viene al encuentro, la escucha del decir confiador de lo que está por pensar se despliega siempre en un preguntar por una respuesta. Caracterizar el pensamiento como una escucha suena extraño y tampoco satisface a la inteligibilidad necesaria aquí. He aquí lo que constituye lo peculiar y propio de la escucha: obtiene su determinación y claridad a través de lo que es dado a entender por el decir confiador. Pero una cosa está clara: la escucha de la que aquí se trata se inclina hacia el decir confiador en tanto que Decir (Sage) con el que está emparentada la esencia del habla. Si logramos una visión de la posibilidad de hacer una experiencia pensante con el habla, ésta puede aclararnos en qué sentido el pensamiento es una escucha del decir confiador. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
Y, finalmente, la primera conferencia contiene este tercer aspecto: la transformación del título de las conferencias. Esta transformación aleja, por de pronto. lo que este título pudiera contener de pretencioso y de familiar, añadiéndole un interrogante que cuestiona tanto el habla como la esencia y que convierte el título en una interrogación: ¿La esencia? – ¿del habla? Ahora, lo que nos importa es la tentativa de preparar una experiencia pensante con el habla. En la medida, sin embargo, en que el pensamiento es, ante todo, una escucha, o sea, un dejarse-decir y no una interrogación, debemos, si lo que está en cuestión es la experiencia pensante con el habla. volver a borrar los interrogantes aunque sin por ello volver al título original. Si debemos ser capaces de pensar acerca de la esencia del habla, el habla debe antes confiarse a nosotros, incluso habérsenos confiado ya. El habla debe a su modo dirigirse a nosotros, es decir, declararnos su esencia. El habla adviene en tanto que este decir confiador (Zuspruch). Lo oímos constantemente. pero no pensamos en ello. Si no oyéramos en todas partes el decir confiador del habla no estaríamos en condiciones de utilizar una sola palabra del habla. El habla adviene en tanto que este decir confiador. La esencia del habla se manifiesta como aquello que es hablado (Spruch), como el habla de su esencia. Pero no alcanzamos a oír correctamente – y menos aún a “leer” – esta noticia inaugural (Ur-Kunde). Dice: La esencia del habla : el habla de la esencia. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
La esencia del habla: el habla de la esencia. La presunción de hacer la experiencia pensante de ello, proviene al parecer, de que nos la impone la conferencia. Pero, en realidad, la presunción procede de otra parte. La transformación del título es de naturaleza tal que la hace desaparecer. Lo que le sigue a continuación no es una disertación sobre el habla bajo un título modificado. Es la tentativa de avanzar un primer paso hacia la región que nos tiene reservadas las posibilidades para una experiencia pensante con el habla. El pensamiento encuentra en esta región la vecindad con la poesía. Oímos hablar de una experiencia poética con la palabra. Esta experiencia habla, en recogimiento, en la última estrofa del poema: Así aprendí triste la renuncia: Ninguna cosa sea donde falta la palabra. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
La experiencia de este poeta con la palabra desaparece en la oscuridad y así permanece ella misma velada. Dejémosla así: con todo, cuando pensamos de este modo la experiencia poética la dejamos ya en la vecindad del pensamiento. Sin embargo, no debemos creer que una experiencia pensante con el habla, en lugar de la experiencia poética, lleve antes a la claridad y que le sea lícito levantar los velos. De lo que es capaz aquí un pensamiento recibe su determinación del hecho de si oye y de cómo oye el decir confiador dentro del cual habla la esencia del habla en tanto que habla de la esencia. Pero, no es un mero recurso que el intento de preparar una posibilidad para una experiencia del pensamiento con el habla busque la vecindad de la poesía; al contrario, nace de la suposición que pensamiento y poesía pertenecen a una misma vecindad. Tal vez esta suposición corresponda a la presunción de que por ahora oímos sólo de manera difusa: la esencia del habla : el habla de la esencia. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
Para que se nos desvele una posibilidad de hacer una experiencia pensante con el habla buscamos la vecindad donde habitan el pensamiento y la poesía. Curioso comienzo – de ambos tenemos tan poco conocimiento. Y pese a todo, los conocemos a ambos. Bajo la rúbrica de Poesía y Filosofía poseemos mucha información sobre la poesía y la filosofía. Pero en nuestro camino no buscamos ciegamente la vecindad de pensamiento y poesía; pues aún tenemos en el oído el poema La Palabra; tenemos así en vista una experiencia poética con el habla. Podemos resumirla con las debidas reservas en el decir de la renuncia: “Ninguna cosa sea donde falta la palabra”. Tan pronto hemos reparado que aquí se nombra la relación entre cosa y palabra y con ella la relación del habla con cualquier ente en tanto que tal, hemos invocado lo poético a pasar a la vecindad del pensamiento. Pero sin embargo, éste no encuentra nada extraño en ello. En realidad, la relación entre cosa y palabra es de las cuestiones primordiales que el pensamiento occidental ha suscitado, particularmente en la figura de la relación de ser y decir. Esta relación subyuga el pensamiento de manera tan pasmosa que se anuncia con una sola palabra. Esta dice: logos. Pronuncia simultáneamente el nombre para ser y decir. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
Para nosotros es aún más desconcertante el hecho de que con ello no se hace ninguna experiencia pensante con el habla, en el sentido de que el habla misma, corno tal habla y en virtud de aquella relación, llegue al habla. De esta indicación concluimos: la experiencia poética de Stefan George nombra algo tan ancestral y antiguo que ya ha alcanzado el pensamiento y lo mantiene cautivo, pero de modo tal que nos ha llegado a ser tan común como indiscernible. Ni la experiencia poética con la palabra ni la experiencia del pensamiento con el decir llevan el habla al habla en su ser propio. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
A muchos les puede parecer superfluo lo que aquí se ha pensado acerca del poema y puede considerarse inoportuno y forzado. Pero la cuestión de la que aquí se trata, en la vecindad de la experiencia poética con la palabra, es encontrar una posibilidad para una experiencia pensante con el habla. Esto quiere decir ahora y antes que nada: aprender a prestar atención a la vecindad misma en la que habitan la poesía y el pensamiento. Pero, cosa extraña – la vecindad misma permanece invisible. Lo mismo sucede en nuestras vidas cotidianas. Uno vive en ella y se hallaría perplejo si tuviera que decir en qué consiste la vecindad. Pero esta perplejidad sólo es un caso particular, y quizá destacado. de aquella antigua y vasta perplejidad en la que se halla siempre y en todas partes nuestro pensamiento y nuestro decir. ¿A qué perplejidad nos referimos? A ésta: no estamos en situación – o si lo estamos es sólo raras y escasas veces – de hacer la experiencia puramente, y en sus propios términos, de una relación que rige entre dos cosas, entre dos esencias. Nos representamos inmediatamente la relación a partir de lo que cada vez está en relación. Comprendemos poco de cómo, a través de qué y desde dónde se da esta relación y cómo es en tanto que tal. Así, es sin duda correcto representarse la vecindad como relación. Esta representación también es adecuada a la vecindad de poesía y pensamiento. Pero esta representación no nos indica nada sobre si es la poesía la que se instala en la vecindad del pensamiento o, por el contrario, el pensamiento el que se instala en la vecindad de la poesía, o bien si cada uno se ha ido a la vecindad del otro. La poesía se mueve en el elemento del decir, lo mismo que el pensamiento. Cuando reflexionamos acerca de la poesía, nos hallamos a la vez en el mismo elemento donde se mueve el pensamiento. Así y todo, no podemos decidir aquí de manera definitiva si la poesía es, en lo propio, una forma del pensamiento o si el pensamiento es, en lo propio, una forma de la poesía. Permanece oscuro para nosotros a través de qué se determina su verdadera relación y de qué origen procede propiamente lo que, bastante a la ligera, llamamos lo propio (das Eigentliche). Pero – cualquiera que sea el modo mediante el cual el habla, experiencias apenas atendidas por nosotros y, aún menos, recogidas. Allí donde ha tenido lugar, se ha hecho sin la adecuada visión de aquello que nos concierne cada vez más en nuestra presente reflexión: la vecindad de poesía y pensamiento. Presumiblemente, esta vecindad no es una mera consecuencia provocada por el hecho de que poesía y pensamiento entran en una relación de frente a frente; porque, ya de entra el habla, experiencias apenas atendidas por nosotros y, aún menos, recogidas. Allí donde ha tenido lugar, se ha hecho sin la adecuada visión de aquello que nos concierne cada vez más en nuestra presente reflexión: la vecindad de poesía y pensamiento. Presumiblemente, esta vecindad no es una mera consecuencia provocada por el hecho de que poesía y pensamiento entran en una relación de frente a frente; porque, ya de entrada, ambos se pertenecen mutuamente, incluso antes de poder alcanzar un en-frente-mutuo (Gegen-einander-über). El decir es el mismo elemento para poesía y para pensamiento; pero para ambos es todavía, o es ya, “elemento” de modo distinto que el agua para los peces o el aire para el pájaro; de tal modo que debemos dejar de hablar de elemento en la medida en que el decir no sólo “porta” la poesía y el pensamiento y no sólo ofrece el ámbito que mensuran. Heideggeriana: EssenciaLinguagem