Humboldt dice aquí que ve lo esencial del habla en el acto de hablar. ¿Dice también lo que el habla, considerada así, es como tal habla? ¿Lleva él el hablar al habla en tanto que habla? Dejamos intencionalmente la pregunta sin contestación pero observamos lo siguiente: Humboldt representa el habla como una particular “labor del espíritu”. Guiado por esta visión, sigue tras de aquello como lo cual se muestra el habla, es decir, lo que es. Esto, lo que algo es, se denomina esencia. Desde el momento en que se sigue y se delimita el trabajo del espíritu con respecto al hecho que produce el habla, su esencia, entendida de este modo, debe destacar más claramente. Con todo, el espíritu vive – también en el sentido de Humboldt – en otras actividades y logros. Pero si el habla se considera una de ellas, entonces no se hace la experiencia del habla desde lo que le es propio – desde el habla – sino que se la remite a otra cosa. Esta otra cosa, de todos modos, es demasiado significativa como para que nos esté permitido omitirla en una reflexión acerca del habla. ¿Qué actividad tiene en vista Humboldt cuando concibe el habla como labor del espíritu? Algunas frases al comienzo del párrafo 8. contestan: “El habla debe considerarse no como un producto (ein Erzeugtes) muerto sino como una producción (eine Erzeugung); debe ser abstraída de lo que efectúa en tanto que designación de objetos y mediación, en cambio, debe volverse con mayor cuidado a su origen, que está estrechamente entretejido en la actividad interna del espíritu y en su influencia recíproca.” Heideggeriana: CaminhoLinguagem
Si lográramos una vez llegar allá hacia donde hace seña la frase rectora, llegaríamos a lo que nos posibilitaría hacer una experiencia con el habla, con el habla que conocemos. Por ello es importante que permanezcamos bajo la indicación que la frase rectora clarificada nos da, haciendo seña, y que podemos describir así: Aquello que nos viene al encuentro como habla, recibe su determinación desde el Decir, entendido como lo que en-camina todo. Una seña “seña” alejándose de lo uno hacia lo otro. La frase rectora hace seña hacia la experiencia del habla como el Decir, apartándose de las representaciones corrientes del habla. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
Las señas “señan” de múltiples modos. Haciendo seña, la seña puede hacer visible aquello hacia donde “seña” de modo tan simple y cumplido que vamos a ello sin equívoco alguno. Pero una seña puede asimismo hacer seña de modo que nos remite primero y por mucho tiempo a lo que tiene de no claro, (Bedenkliche) aquello desde donde hace seña, mientras que aquello hacia donde hace seña solo deja suponer que es digno de pensar y para lo que todavía se carece del adecuado modo de pensamiento. La seña que nos da la frase rectora es de esta clase. La esencia del habla nos es tan conocida por múltiples determinaciones, que difícilmente podemos desatarnos de ellas. Pero el desatarse no tolera ningún acto de violencia porque la tradición permanece rica en verdad. Por esto estamos primero requeridos a reflexionar sobre nuestras nociones habituales del habla, aunque sólo sea desde una amplia perspectiva, pero con la visión hacia delante, hacia donde hace seña la vecindad de ambos modos del decir, la poesía y el pensamiento: a la proximidad entendida como Decir. Se encuentra el habla, cuando se la representa como algo existente, como actividad del hablar, como manipulación de las herramientas del habla: la boca, los labios, la lengua. El habla se revela en el hablar como un fenómeno que ocurre con el hombre. Que se haya hecho la experiencia del habla y se la haya representado y determinado desde aquí hace ya mucho tiempo, lo atestiguan los nombres que las diversas lenguas occidentales se han dado a sí mismas: glossa, lingua, langue, language. El habla es la lengua. En el segundo capítulo de la historia de los apóstoles, que relata el milagro de pentecostés, el verso 3 y 4 dice: La Vulgata traduce: Et apparuerunt illis dispertitae linguae tamquam ignis… et coeperunt loqui variis linguis. Lutero traduce: “Y se les aparecieron lenguas, divididas, como de fuego… y comenzaron a predicar con otras lenguas”. De todos modos, no se concibe aquí el hablar como mera locuacidad, sino en la plenitud del pneuma agion, del sagrado aliento. Esta representación bíblica del habla viene precedida por la caracterización griega del habla en su ser esencial que Aristóteles eleva a figura canónica. El logos, el enunciar, se representa inicialmente en los términos del fenómeno fónico del hablar. Aristóteles dice lo siguiente al comienzo de un tratado que más tarde obtuvo el título de Peri hermeneias, de interpretatione, sobre el enunciar: “Lo que tiene lugar en el fonar de la voz (los sonidos), son signos de aquello que le acaece al alma como padecimientos y lo escrito (es) signo de los sonidos vocales. Pues del mismo modo que la escritura no es la misma para todos, así tampoco son iguales los sonidos vocales. Pero de lo que éstos (sonidos y letras escritas) son primeramente signos, esto lo son los mismos padecimientos del alma para todos los hombres y las cosas de las cuales éstos (los padecimientos) configuran las representaciones semblantes, son asimismo los mismos.” Heideggeriana: EssenciaLinguagem