estando-ahí

Vorhandene

El «estar en medio» del mundo [das «Sein bei» der Welt], como existencial, no mienta jamás algo así como el mero estar-juntas de cosas que están-ahí. No hay algo así como un «estar-juntos» del ente llamado «Dasein» con otro ente llamado «mundo». Es cierto que a veces expresamos el estar-juntas de dos cosas que están-ahí diciendo, por ejemplo: «la mesa está “junto” a la puerta [“bei” der Tür]», «la silla “toca” la pared». En rigor, nunca se puede hablar aquí de «tocar», no tanto porque siempre es posible, en último término, después de un examen preciso, constatar un espacio intermedio entre la silla y la pared, cuanto porque la silla no puede, en principio, tocar la pared, aunque el espacio intermedio fuese nulo. Supuesto previo para ello sería que la pared pudiese comparecer «para» la silla. Un ente puede tocar a otro ente que está-ahí dentro del mundo sólo si por naturaleza tiene el modo de ser del estar-en, si con su Dasein ya le está descubierto algo así como un mundo, desde el cual aquel ente se pueda manifestar a través del contacto, para volverse así accesible en su estar-ahí. Dos entes que están-ahí dentro del mundo y que, además, por sí mismos carecen de mundo, no pueden «tocarse» jamás, ninguno de ellos puede «estar junto» al otro. La frase adicional «que, además, carecen de mundo», no debe ser omitida, porque también un ente que no carece de mundo, por ej. el Dasein mismo, está-ahí «en» el mundo; dicho más exactamente: puede, con cierto derecho, y dentro de ciertos límites, ser considerado como sólo ESTANDO-AHÍ. Para ello es necesario prescindir enteramente de la constitución existencial del estar-en, o no verla en absoluto. Sin embargo, no se debe confundir esta forma de considerar al «Dasein» como algo que está-ahí y que no hace más que estar-ahí, con una manera de «estar-ahí» que es exclusivamente propia del Dasein. Esta manera de estar-ahí no se hace accesible prescindiendo de las estructuras específicas del Dasein, sino sólo en la previa comprensión de ellas. El Dasein comprende su ser más propio como un cierto «estar-ahí de hecho». Y sin embargo, el «carácter fáctico» del hecho del propio existir [Dasein] es, desde el punto de vista ontológico, radicalmente diferente del estar presente fáctico de una especie mineral. El carácter fáctico del factum Dasein, que es la forma que cobra cada vez todo Dasein, es lo que llamamos facticidad del Dasein. La complicada estructura de esta determinación de ser sólo es captable, incluso como problema, a la luz de las estructuras existenciales fundamentales del Dasein que ya han sido puestas de relieve. El concepto de facticidad implica: el estar-en-el-mundo de un ente «intramundano», en forma tal que este ente se pueda comprender como ligado en su «destino» al ser del ente que comparece para él dentro de su propio mundo. STJR §12

El ente tenido en el haber previo, el martillo, por ejemplo, está, como útil, inmediatamente a la mano. Si este ente se vuelve «objeto» de un enunciado, ya con la actitud enunciante se produce de antemano y de un solo golpe una mutación en el haber previo. El con-qué – de carácter a la mano – del habérselas o del quehacer, se convierte en un «acerca-de-qué» del enunciado mostrativo. La manera previa de ver apunta a algo que está-ahí en lo a la mano. Por medio de la mirada contemplativa y para ella, lo a la mano se oculta en tanto que a la mano. Dentro del proceso del descubrimiento del estar-ahí que encubre el estar a la mano, el ente que comparece ESTANDO-AHÍ es determinado como estando-de-tal-o-cual-modo-ahí. Ahora, por primera vez, se abre el acceso a algo así como las propiedades. El «qué» del decir determinante de lo que está-ahí, es extraído de lo que está-ahí en cuanto tal. La estructura de «en cuanto» de la interpretación experimenta así una modificación. El «en cuanto» ya no llega en su función de apropiación hasta una totalidad respeccional. Ha sido apartado de sus posibilidades de articulación de las relaciones remisivas de la significatividad que constituye la circunmundaneidad. El «en cuanto» queda repelido al plano indiferenciado de lo que sólo está-ahí. Desciende al nivel de la estructura del mero-dejar-ver determinativo, que hace ver lo que está-ahí. Esta nivelación del originario «en cuanto» de la interpretación circunspectiva que lo convierte en el «en cuanto» de la determinación del estar-ahí, es el privilegio del enunciado. Sólo así puede éste llegar a ser una pura mostración contemplativa. STJR §33

El Dasein no necesita colocarse ante el ente mismo en una experiencia «originaria», y, sin embargo, su ser queda vuelto hacia ese ente. El Dasein no se apropia del estar al descubierto [del ente] mediante un acto propio de descubrimiento, sino que, en amplia medida, se apropia de él oyendo decir lo que se dice. El absorberse en lo dicho pertenece al modo de ser del uno. Lo expresado, en cuanto tal, se hace cargo del estar vuelto hacia el ente descubierto en el enunciado. Pero si este ente ha de ser objeto de una apropiación explícita en su estar al descubierto, entonces el enunciado deberá evidenciarse como descubridor. Pero el enunciado que ha sido expresado es un ente a la mano, y lo es de tal manera que, en cuanto conserva en sí el estar al descubierto, tiene en sí mismo una relación con el ente descubierto. La evidenciación de su ser-descubridor significa ahora: evidenciación de la relación que tiene con el ente el enunciado que conserva el estar al descubierto. El enunciado es un ente a la mano. El ente con el que él, en cuanto descubridor, guarda relación, es un ente intramundano a la mano, o, correlativamente, un ente que está-ahí. La relación misma se presenta de esta manera como ESTANDO-AHÍ. Pero la relación consiste en que el estar al descubierto que se conserva en el enunciado es siempre un estar al descubierto de. El juicio «contiene algo que vale de los objetos» (Kant). Pero, la relación misma, al transmutarse en una relación entre cosas que están-ahí, cobra ahora el carácter de un estar-ahí. El estar al descubierto de se convierte en la conformidad que está-ahí de un ente que está-ahí (el enunciado expresado) con un ente que está-ahí (el ente del que se habla). Y si se considera la conformidad solamente como una relación entre entes que están-ahí, es decir, si el modo de ser de los miembros de la relación es comprendido indiferenciadamente como un mero estar-ahí, entonces la relación se muestra como la concordancia simplemente presente de dos entes que están-ahí. STJR §44

Sin embargo, lo que en el orden de las conexiones de fundamentación ontológico-existenciales es lo último, pasa óntica y fácticamente por ser lo primero y más inmediato. Pero la necesidad de este factum se funda, a su vez, en el modo de ser del Dasein mismo. Absorbiéndose en los quehaceres de la ocupación, el Dasein se comprende desde lo que comparece dentro del mundo. El estar al descubierto que forma parte del descubrir es algo que, dentro del mundo, encontramos inmediatamente en lo expresado. Pero no es sólo la verdad lo que comparece como algo que está-ahí, sino que, de un modo general, la comprensión del ser comprende todo ente, en primer lugar, como ESTANDO-AHÍ. La reflexión ontológica inmediata sobre la «verdad» que primero comparece ónticamente comprende, a su vez, el logos (enunciado) como un logos tinos (enunciado sobre…, estar al descubierto de…), pero interpreta este fenómeno como algo que está-ahí y en función de su posible estar-ahí. Pero, dado que ese estar-ahí es identificado con el sentido del ser en general, no puede siquiera surgir la pregunta si acaso este modo de ser de la verdad, y la estructura con que ella se presenta en primer lugar, son o no originarios. Es la propia comprensión del ser inmediatamente dominante en el Dasein y todavía hoy no superada de un modo radical y explícito la que encubre el fenómeno originario de la verdad. STJR §44