El espacio del proyecto físico-técnico – cual sea su determinación – ¿puede tener la validez de único y verdadero espacio? Comparados con él los espacios adjuntos – el espacio del arte, el espacio de la vida cotidiana, con sus acciones y sus desplazamientos – ¿son tan sólo formas primigenias y transformaciones subjetivamente condicionadas a la objetividad de un solo espacio cósmico? 26 Heideggeriana: ArteEspacio
El espacio – en donde se puede hallar la forma plástica como espacio dado; el espacio, que encierra los volúmenes de la figura; el espacio existente como vacío – ¿no son siempre estos tres espacios, en la unidad de su interacción tan sólo derivación del espacio físico-técnico, así bien las dimensiones matemáticas no debieran intervenir en la configuración artística? Aceptado que el arte sea la puesta en obra de la verdad, y que ésta signifique el no ocultamiento del ser, ¿no será preciso que en la obra de arte constructiva, sea el espacio verdadero, que al abrirse en lo que tiene de propio, nos da la medida? ¿Cómo encontrar la mismidad del espacio? Hay una senda, realmente estrecha, oscilante. Percibirla en la lengua nos es dado. ¿De qué nos habla en la palabra espacio? En ella habla el espaciar. 36 Heideggeriana: ArteEspacio
Los espacios profanos son siempre la privación de antiguos espacios sagrados. 46 Heideggeriana: ArteEspacio
los espacios no se limitarán oponiéndose, allí donde se ciñe un Dentro opuesto a un Fuera. Lo significado por la palabra volumen debería perder su nombre – significado este tan antiguo como la moderna técnica de la ciencia natural. 82 Heideggeriana: ArteEspacio
¿Qué devendría del vacío del espacio? El vacío aparece a menudo tan sólo como una carencia. El vacío sería entonces como la carencia por colmar espacios huecos e intra-mundanos. Sin duda el vacío está relacionado justamente con las peculiaridades del sitio y por eso no es una carencia sino una creación. 86 Heideggeriana: ArteEspacio
Con esto estaría puesta de relieve la finalidad de la física como ciencia; es la unidad del concepto del mundo físico la reducción de todos los fenómenos a las leyes fundamentales fijables matemáticamente de una dinámica general, y a las leyes de movimiento de una masa que en cualquier momento puede ser determinada. Ya que conocemos ahora la finalidad de la Física, se puede formular la segunda pregunta: ¿Qué función le es inherente al concepto de tiempo en esta ciencia? El objeto de la física, ahora podemos decirlo así brevemente, es la legalidad (Gesetzlichkeit) del movimiento. Los movimientos transcurren en el tiempo. Pero ¿qué quiere decir esto? El tiempo tiene una significación espacial; sin embargo el tiempo, evidentemente, no es nada espacial, y precisamente siempre se contrapone uno frente a otro al espacio y al tiempo. Pero también evidentemente el espacio y el tiempo están relacionados de alguna manera. Galileo Galilei se refiere una vez en un pasaje de los Discorsi precisamente a esta afinidad de los conceptos de tiempo y movimiento. “Así como la uniformidad del movimiento se comprende y se determina a través de la igualdad de tiempos y espacios, también podemos, a través de una idéntica igualdad de las partes del tiempo, comprender como simple el aumento de velocidad (aceleración) realizado” [Discursos y demostraciones matemáticas en torno a dos nuevas ciencias, la mecánica y las leyes de la caída, 3 y 4 jornadas (1635). Traducidas y editadas por A. von Ottingen, 1881, Ostwalds, Klassiker der exakten Wissenschaften, n 24, pág. 8.] evidentemente se trata, en la relación (Verhältnis) de movimiento y tiempo, de la medida del movimiento con la ayuda (364) del tiempo. La medida como determinación cuantitativa es un asunto de la matemática. Por lo tanto, si queremos obtener rigurosos conceptos de tiempo y movimiento, tenemos que considerar a éstos en su forma matemática. 626 Heideggeriana: TempoHistoria
Las cosas que son lugares de este modo, y sólo ellas, otorgan cada vez espacios. Lo que esta palabra “Raum” (espacio) nombra lo dice su viejo significado: raum, rum quiere decir lugar franqueado para población y campamento. Un espacio es algo aviado (espaciado), algo a lo que se le ha franqueado espacio, o sea dentro de una frontera, en griego peras. La frontera no es aquello en lo que termina algo, sino, como sabían ya los griegos, aquello a partir de donde algo comienza a ser lo que es (comienza su esencia). Para esto está el concepto: orismos, es decir, frontera. Espacio es esencialmente lo aviado (aquello a lo que se ha hecho espacio), lo que se ha dejado entrar en sus fronteras. Lo espaciado es cada vez otorgado. y de este modo ensamblado es decir, coligado por medio de un lugar, es decir, por una cosa del tipo del puente. De ahí que los espacios reciban su esencia desde lugares y no desde “el” espacio. 740 Heideggeriana: ConstruirHabitar
Primero: ¿en qué referencia están lugar y espacio?, y luego: ¿cuál es la relación entre hombre y espacio? El puente es un lugar. Como tal cosa otorga un espacio en el que están admitidos tierra v cielo, los divinos y los mortales. El espacio otorgado por el puente (al que el puente ha hecho sitio) contiene distintas plazas, más cercanas o más lejanas al puente. Pero estas plazas se dejan estimar ahora como meros sitios entre los cuales hay una distancia medible, una distancia, en griego stadion, es siempre algo a lo que se ha aviado (se ha hecho espacio), y esto por meros emplazamientos. Aquello que los sitios han aviado es un espacio de un determinado tipo. Es, en tanto que distancia, lo que la misma palabra stadion nos dice en latín: un “spatium”, un espacio intermedio. De este modo, cercanía y lejanía entre hombres y cosas pueden convertirse en meros alejamientos, en distancias del espacio intermedio. En un espacio que está representado sólo como spatium el puente aparece ahora como un mero algo que está en un emplazamiento, el cual siempre puede estar ocupado por algo distinto o reemplazado por una marca. No sólo eso, desde el espacio como espacio intermedio se pueden sacar las simples extensiones según altura, anchura y profundidad. Esto, abstraído así, en latín abstractum, lo representamos como la pura posibilidad de las tres dimensiones. Pero lo que esta pluralidad avía no se determina ya por distancias, no es ya ningún spatium, sino sólo extensio, extensión. El espacio como extensio puede ser objeto de otra abstracción, a saber, puede ser abstraído a relaciones analítico-algebraicas. Lo que éstas avían es la posibilidad de la construcción puramente matemática de pluralidades con todas las dimensiones que se quieran. A esto que las matemáticas han aviado podemos llamarlo “el” espacio. Pero “el” espacio en este sentido no contiene espacios ni plazas. En él no encontraremos nunca lugares, es decir, cosas del tipo de un puente. Ocurre más bien lo contrario: en los espacios que han sido aviados por los lugares está siempre el espacio como espacio intermedio, y en éste, a su vez, el espacio como pura extensión. Spatium y extensio dan siempre la posibilidad de espaciar cosas y de medir (de un cabo al otro) estas cosas según distancias, según trechos, según direcciones, y de calcular estas medidas. Sin embargo, en ningún caso estos números-medida y sus dimensiones, por el solo hecho de que se puedan aplicar de un modo general a todo lo extenso, son ya el fundamento de la esencia de los espacios y lugares que son medibles con la ayuda de las Matemáticas. Hasta qué punto la Física moderna ha sido obligada por la cosa misma a representar el medio espacial del espacio cósmico como unidad de campo que está determinada por el cuerpo como centro dinámico, es algo que no puede ser dilucidado aquí. 744 Heideggeriana: ConstruirHabitar
Los espacios que nosotros estamos atravesando todos los días están aviados por los lugares; la esencia de éstos tiene su fundamento en cosas del tipo de las construcciones. Si prestamos atención a estas referencias entre lugares y espacios, entre espacios y espacio, obtendremos un punto de apoyo para considerar la relación entre hombre y espacio. 746 Heideggeriana: ConstruirHabitar
Cuando se habla de hombre y espacio, oímos esto como si el hombre estuviera en un lado y el espacio en otro. Pero el espacio no es un enfrente del hombre, no es ni un objeto exterior ni una vivencia interior. No hay los hombres y además espacio; porque cuando digo “un hombre” y pienso con esta palabra en aquel que es al modo humano, es decir, que habita, entonces con la palabra “un hombre” estoy nombrando ya la residencia en la Cuaternidad, cabe las cosas. Incluso cuando nos las habemos con cosas que no están en la cercanía que puede alcanzar la mano, residimos cabe estas cosas mismas. No representamos las cosas lejanas meramente – como se enseña – en nuestro interior, de tal modo que, como sustitución de estas cosas lejanas, en nuestro interior y en la cabeza, sólo pasen representaciones de ellas. Si ahora nosotros – todos nosotros -, desde aquí pensamos el viejo puente de Heidelberg, el dirigir nuestro pensamiento a aquel lugar no es ninguna mera vivencia que se dé en las personas presentes aquí; lo que ocurre más bien es que a la esencia de nuestro pensar en el mencionado puente pertenece el hecho de que este pensar aguante en sí la lejanía con respecto a este lugar. Desde aquí estamos cabe aquel puente de allí, y no, como si dijéramos, cabe un contenido de representación que se encuentra en nuestra conciencia. Incluso puede que desde aquí estemos más cerca de aquel puente y de aquello que él avía que aquellos que lo usan todos los días como algo indiferente para pasar el río. Los espacios y con ellos “el” espacio están ya siempre aviados a la residencia de los mortales. Los espacios se abren por el hecho de que se los deja entrar en el habitar de los hombres. Los mortales son; esto quiere decir: habitando aguantan espacios sobre el fundamento de su residencia cabe cosas y lugares. Y sólo porque los mortales, conforme a su esencia, aguantan espacios, pueden atravesar espacios. Sin embargo, al andar no abandonamos aquel estar (del aguantar). Más bien estamos yendo por espacios de un modo tal que, al hacerlo, ya los aguantamos residiendo siempre cabe lugares y cosas cercanas y lejanas. Cuando me dirijo a la salida de la sala, estoy ya en esta salida, y no podría ir allí si yo no fuera de tal forma que ya estuviera allí. Yo nunca estoy solamente aquí como este cuerpo encapsulado, sino que estoy allí, es decir, aguantando ya el espacio, y sólo así puedo atravesarlo. 748 Heideggeriana: ConstruirHabitar
El respecto del hombre con los lugares y, a través de los lugares, con espacios descansa en el habitar. El modo de habérselas de hombre y espacio no es otra cosa que el habitar pensado de un modo esencial. 752 Heideggeriana: ConstruirHabitar
El puente es una cosa de este tipo. El lugar deja entrar la simplicidad de tierra y cielo, de divinos y de mortales a una plaza, instalando la plaza en espacios. El lugar avía la Cuaternidad en un doble sentido. El lugar admite a la Cuaternidad e instala a la Cuaternidad. Ambos, es decir, aviar como admitir y aviar como instalar se pertenecen el uno al otro. Como tal doble aviar, el lugar es un cobijo de la Cuaternidad o, como dice la misma palabra, un Huis, una casa. Las cosas del tipo de estos lugares dan casa a la residencia del hombre. Las cosas de este tipo son viviendas, pero no moradas en el sentido estricto. 758 Heideggeriana: ConstruirHabitar
El producir de tales cosas es el construir. Su esencia descansa en que esto corresponde al tipo de estas cosas. Son lugares que otorgan espacios. Por esto, el construir, porque instala lugares, es un instituir y ensamblar de espacios. Como el construir pro-duce lugares, con la inserción de sus espacios, el espacio como spatium y como extensio llega necesariamente también al ensamblaje cósico de las construcciones. Ahora bien, el construir no configura nunca “el” espacio. Ni de un modo inmediato ni de un modo mediato. Sin embargo, el construir, al pro-ducir las cosas como lugares, está más cerca de la esencia de los espacios y del provenir esencial “del” espacio que toda la Geometría y las Matemáticas. Este construir erige lugares que avían una plaza a la Cuaternidad. De la simplicidad en la que tierra y cielo, los divinos y los mortales se pertenecen mutuamente, recibe el construir la indicación para su erigir lugares. 760 Heideggeriana: ConstruirHabitar
Desde la Cuaternidad, el construir toma sobre sí las medidas para toda medición transversal de los espacios y para todo tomar la medida de los espacios que están cada vez aviados por los lugares instituidos. Las construcciones mantienen (en verdad) a la Cuaternidad. Son cosas que, a su modo, cuidan (miran por) la Cuaternidad. Cuidar la Cuaternidad, salvar la tierra, recibir el cielo, estar a la espera de los divinos, guiar a los mortales, este cuádruple cuidar es la esencia simple del habitar. De este modo, las auténticas construcciones marcan el habitar llevándolo a su esencia y dan casa a esta esencia. 762 Heideggeriana: ConstruirHabitar
La esencia del construir es el dejar habitar. La cumplimentacicín de la esencia del construir es el erigir lugares por medio del ensamblamiento de sus espacios. Sólo si somos capaces de habitar podemos construir. Pensemos por un momento en una casa de campo de la Selva Negra que un habitar todavía rural construyó hace siglos. Aquí la asiduidad de la capacidad de dejar que tierra y cielo, divinos y mortales entren simplemente en las cosas ha erigido la casa. Ha emplazado la casa en la ladera de la montaña que está a resguardo del viento, entre las praderas, en la cercanía de la fuente. Le ha dejado el tejado de tejas de gran alero, que, con la inclinación adecuada, sostiene el peso de la nieve y, llegando hasta muy abajo, protege las habitaciones contra las tormentas de las largas noches de invierno. No ha olvidado el rincón para la imagen de nuestro Señor, detrás de la mesa comunitaria; ha aviado en la habitación los lugares sagrados para el nacimiento y “el árbol de la muerte”, que así es como se llama allí al ataúd; y así, bajo el tejado, a las distintas edades de la vida les ha marcado de antemano la impronta de su paso por el tiempo. Un oficio, que ha surgido él mismo del habitar, que necesita además sus instrumentos y sus andamios como cosas, ha construido la casa de campo. 770 Heideggeriana: ConstruirHabitar
El nihilismo extremo pero activo desaloja los valores válidos hasta el momento junto con su “espacio” (lo suprasensible) y da espacio por vez primera a las posibilidades de una nueva posición de valores. En referencia a este carácter del nihilismo extremo de crear espacios y salir a campo abierto, Nietzsche habla también de “nihilismo extático” (La voluntad de poder, n. 1055). Dando el aspecto de quedarse en la simple negación, éste no afirma ni algo que esté allí delante ni un ideal, pero sí el “principio de la estimación de valores”: la voluntad de poder. Apenas a ésta se la comprende y asume expresamente como fundamento y medida de toda posición de valores, el nihilismo ya ha encontrado su esencia afirmativa, ha superado y englobado su incompletitud y se ha vuelto así completo. El nihilismo extático se convierte en “nihilismo clásico”. Como tal comprende Nietzsche su propia metafísica. Allí donde la voluntad de poder es el principio que se ha adoptado para la posición de valores, el nihilismo se convierte en el “ideal del supremo poderío del espíritu” (La voluntad de poder, n. 14). En la medida en que se niega todo ente existente en sí y se afirma la voluntad de poder como origen y medida del crear, “el nihilismo podría ser un modo divino de pensar” (La voluntad de poder, n. 15). Se está pensando en la divinidad del dios Dionisos. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
La usura de todas las materias, incluida la materia prima “hombre”, para producir técnicamente la posibilidad incondicionada de producirlo todo, está determinada en lo oculto por el vacío total en el que está suspendido el ente, las materias de lo real. Este vacío tiene que ser llenado, pero como el vacío del ser, sobre todo cuando no puede ser experienciado como tal, nunca es posible llenarlo con la plenitud del ente, para escapar a él sólo queda organizar el ente de un modo incesante sobre la permanente posibilidad de la ordenación como forma del aseguramiento del actuar. Vista desde esta perspectiva, la técnica, por estar referida sin saberlo al vacío del ser, es la organización de la carencia. Dondequiera que falte. ente – y para la voluntad de voluntad que se afirma cada vez más siempre falta – la técnica tiene que salir al quite recambiando lo que falta y consumiendo materia prima. Pero en realidad el “recambio” y la producción en masa de estas piezas de recambio no son un recurso pasajero sino la única forma posible como la voluntad de voluntad, el aseguramiento total “sin fisuras” del ordenamiento del orden, se mantiene en marcha y de este modo puede ser “ella misma” como “sujeto” de todo. El crecimiento del número de masas humanas se impulsa intencionadamente por medio de planificaciones, para que nunca falte la ocasión de reclamar mayores “espacios vitales” para las grandes masas, espacios que, por su magnitud, exigirán a su vez, para su instalación, masas humanas, que consecuentemente serán mayores. Este movimiento circular de la usura por mor del consumo es el único proceso que distingue la historia de un mundo que se ha convertido en inmundo. “Dirigentes natos” son aquellos que, por la seguridad de su instinto, se dejan enrolar en este proceso como sus órganos de dirección. Son los primeros empleados en el negocio de la usura incondicionada del ente al servicio del aseguramiento del vacío del abandono del Ser. Este negocio de la usura del ente desde el inconsciente rechazo del Ser excluye de antemano las diferencias entre lo nacional y los pueblos como momentos de decisión aún esenciales. Del mismo modo como ha quedado obsoleta la diferencia entre guerra y paz, queda obsoleta también la distinción entre “nacional” e “internacional”. El que hoy piensa “de un modo europeo” ya no se expone al reproche de ser un “internacionalista”. Pero tampoco es ya un nacionalista, porque no piensa menos en el bienestar de las demás naciones que en el de la suya propia. Heideggeriana: SM
Aquí acontece algo distinto a una mera restauración de la metafísica. Además, no hay ninguna restauración que pudiera tomar lo transmitido como se recoge una manzana caída del árbol. Toda restauración es interpretación de la metafísica. Quien hoy cree penetrar y seguir más claramente el preguntar metafísico en la totalidad de su índole e historia, debería, ya que se mueve tan a gusto con superioridad en espacios luminosos, reflexionar algún día sobre de dónde ha tomado la luz para un ver más claro. Ya apenas puede superarse lo grotesco de que se proclamen mis intentos en el pensar como derribo de la metafísica y que al mismo tiempo se detenga con ayuda de aquellos intentos en caminos de pensar y representaciones que ha tomado – por no decir, que debe agradecer – a aquel supuesto derribo. No [417] es necesario aquí ningún agradecimiento, pero si una meditación. Pero la falta de meditación comenzó ya con la malinterpretación superficial de la “destrucción” explicada en Ser y Tiempo (1927), que no conoce otro interés sino el de recuperar las experiencias originarias del Ser de la metafísica vueltas corrientes y vacías en la desconstrucción. Heideggeriana: PreguntaSer