(361) La filosofía de la naturaleza antigua y medieval [Lo cierto es que el pensamiento medieval no era ajeno a lo empírico en la medida en que por lo común se cree; supo apreciar bien las investigaciones de acuerdo a la experiencia o, por lo menos, la registración de los hechos; se tenía una conciencia del valor de la matemática para la investigación de la naturaleza, si bien esta conciencia no estaba aclarada teóricamente; se conocía el experimento; pero, a pesar de todo esto, faltaba aún la verdadera problemática científico-natural.] procuraba investigar la esencia metafísica de los fenómenos inherentes a la realidad inmediata y sus causas ocultas. En oposición a esta especulación metafísica sobre la naturaleza, la ciencia de Galilei significa metódicamente algo completamente nuevo, Esta pretende ejercer el dominio sobre la diversificación de los fenómenos a través de la ley, y su logro (Leistung) nuevo y particular consiste en cómo llega a la ley. Como a partir de este método del conocimiento de la ley se puede ver más claramente la tendencia fundamental de la física, aclararemos este método con un ejemplo clásico: el hallazgo de Galilei de la ley de la caída. La antigua ciencia de la naturaleza hubiese procedido en el problema de la caída de tal modo que a través de la consideración de casos particulares de fenómenos de caída, hubiese intentado extraer lo que fuese común a todos los fenómenos de la caída, para luego desde aquí inferir la esencia de la caída. Galilei no comienza con la consideración de fenómenos de caída aislados, sino con una suposición en general (hipótesis) que reza: “Los cuerpos caen, privados de su sostén, de tal forma que su velocidad aumenta proporcionalmente al tiempo, (v=g.t) es decir que los cuerpos caen con un movimiento uniformemente acelerado. La velocidad al comienzo es 0, la velocidad final v=g.t. Tomemos la velocidad media g-2.t, entonces tenemos un movimiento uniforme; para éste reza la fórmula primitiva e=c.t : el espacio recorrido es igual al producto de la velocidad por el tiempo. En nuestro caso es c=g-2.t, este valor, sustituido en la fórmula precedente da por resultado: e=g-2.t2. Esta ecuación la prueba Galilei en casos concretos, y es confirmada por ellos. Por lo tanto es válida la antedicha suposición de la que en forma puramente deductiva fue obtenida la ley que más tarde se comprobó experimentalmente. Intencionalmente fue expuesto este raciocinio en forma más detallada para mostrar que en todo el razonamiento no se trata en ninguna parte de este o aquel objeto determinado, de esta o aquella duración de tiempo, o de éste o aquel espacio de caída. La suposición v g . t que luego a través de la conclusión y a partir del experimento verificante se vuelve ley, es una suposición general sobre los cuerpos en general. Heideggeriana: TempoHistoria
Al tratar aquí del pensamiento del valor en la filosofía, nos referimos exclusivamente a la metafísica de Nietzsche. Como «filosofía de los valores» en un sentido más estrecho y doctrinal se designa a comienzos de siglo una corriente del neokantianismo que se asocia con los nombres de Windelband y Rickert. El mérito duradero de esta corriente no es la «filosofía de los valores» sino una actitud, notable en su época, que, frente al avance de la «psicología» y la «biología» científico-naturales como la pretendidamente única y verdadera filosofía conservó y transmitió aún una huella del auténtico saber acerca de la esencia de la filosofía y del preguntar filosófico. Sólo que esta actitud, «tradicional» en un buen sentido, le impidió a su vez pensar a fondo la «filosofía de los valores», el pensamiento del valor, en su esencia metafísica, es decir, tomarse realmente en serio el nihilismo. Se creyó poder enfrentarse al nihilismo volviendo a la filosofía kantiana, lo que no fue, sin embargo, más que un modo de rehuirlo y de renunciar a mirar el abismo que recubre. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Aquello por lo que se lucha, si se lo piensa y desea como una meta de contenido determinado, es siempre de importancia subordinada. Todas las metas y las consignas de lucha no son nunca más que medios de lucha. Aquello por lo que se lucha está de antemano decidido: es el poder mismo, que no necesita ninguna meta. Carece de meta, del mismo modo que la totalidad del ente carece de valor. Esta carencia de meta forma parte de la esencia metafísica del poder. Si puede hablarse aquí de meta, esta «meta» es la carencia de meta de la dominación incondicionada del hombre sobre la tierra. El hombre que corresponde a este dominio es el super-hombre. Se le suele reprochar con frecuencia a Nietzsche que su imagen del superhombre es indeterminada, que esta figura del hombre es inaprensible. Se llega a estos juicios sólo porque no se comprende que la esencia del super-hombre consiste en «superar» el hombre tal como es hasta el momento. Éste necesita y busca aún «sobre» sí ideales y cosas deseables. El superhombre, en cambio, no precisa ya ese «sobre» y ese «más allá», porque quiere únicamente al hombre mismo, y lo quiere no en cualquier respecto particular sino absolutamente, como señor de la ejecución incondicionada del poder con los medios de esta tierra exhaustivamente explotados. En la esencia de este ser hombre está insito que toda meta con un contenido particular, toda determinación de ese tipo, es inesencial y sólo un medio ocasional. La incondicionada determinación del pensamiento nietzscheano del superhombre radica precisamente en que Nietzsche ha reconocido, aunque no lo ha expresado de este modo, la esencial carencia de determinación del poder incondicionado. El poder incondicionado es el puro sobrepotenciar como tal, el incondicionado sobrepasar, estar encima y poder ordenar, lo único y lo más elevado. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
7. Esta dispersión trascendental perteneciente a la esencia metafísica del Dasein neutro como la posibilidad vinculante de su astillamiento y escisión en cada caso existenciales y fácticos, esta dispersión, [pues,] se funda en un carácter originario del Dasein: el arrojamiento (Geworfenheit). Heideggeriana: TranscendenciaST
10. El ser-con como relación existentiva propia sólo es posible en tanto que cada co-existente puede ser y es propiamente él mismo, en cada caso. Pero esta libertad del estar-uno-con-otro presupone en general la posibilidad de la autodeterminación de un ente del carácter del Dasein, y resulta problemático cómo puede existir el Dasein en cuanto esencialmente libre en la libertad del ser-uno-con-otro fácticamente vinculado. En la medida en que el ser-con es una determinación metafísica fundamental de la dispersión, muéstrase aquí que ésta se funda en última instancia en la libertad del Dasein: la esencia metafísica fundamental del Dasein metafísicamente aislado tiene su centro en la libertad. Pero ¿cómo ha de aprehenderse metafísicamente el concepto de la libertad? Este parece demasiado vacío y demasiado simple. ¡No obstante, la inexplicabilidad óntica no excluye el comprender ontológico-metafísico! Libertad es el título para problemas centrales (in-dependencia, vinculación, regulación, medida), algunos de los cuales serán tocados a propósito de la elucidación del concepto de mundo (§ 11c). Heideggeriana: TranscendenciaST
Con esta ontología fundamental y a través suyo sólo asimos, y en un determinado respecto, la interna y oculta vida del movimiento fundamental de la filosofía occidental. Vimos de muchos modos cómo los rasgos fundamentales de esta problemática se patentizan desde un comienzo. Y es cosa de traerlos a luz de la manera más aprehensible que se pueda, y no dejarlos en la indiferencia; y ello no porque estos problemas ya fueron tocados antes y siempre, no a causa de su alta antigüedad, que les confiere una cierta dignidad, sino, al revés, porque la ontología fundamental aprehende problemas que pertenecen, en su problemática misma, a la existencia de los hombres, a la esencia metafísica del Dasein, tal como se nos hace visible; y sólo por eso y precisamente por eso vinieron a luz, en figura determinada, concreta, esos problemas en el inicio de la filosofía occidental. Heideggeriana: TranscendenciaST
Ontología fundamental y metontología forman, en su unidad, el concepto de la metafísica. Pero en esto sólo se expresa la transformación del problema fundamental de la filosofía misma, que ya fue tocado arriba y en la introducción, con el doble concepto de la filosofía como prote philosophia y theologia. Y esto es sólo la concreción respectiva a cada momento de la diferencia ontológica, es decir, la concreción de la realización (Vollzug) de la comprensión de ser. En otras palabras: la filosofía es la concreción central y total de la esencia metafísica de la existencia. Heideggeriana: TranscendenciaST
Puesto que el impulso debe ser aquello simple y originario que unifica, tiene que ser un elemento que capta por adelantado todo su entorno, tiene que ser algo que «pone-delante por adelantado» o representa. Aquí, poner delante y por adelantado no debe ser entendido como una especial facultad del alma, sino de un modo ontológicamente estructural. Por eso, en su esencia metafísica, la mónada no es alma, sino al contrario: el alma es una posible modificación de la mónada. El impulso no es un acontecimiento que ocasionalmente también representa o incluso produce representaciones, sino que es esencialmente representador. La estructura del propio acontecimiento que impulsa es precaptadora, es extática. El poner-delante y por adelantado, el re-presentar, no es un mero fijar, sino una unificación que capta por adelantado y que, en su simplicidad, se proporciona a sí misma lo múltiple. En los Principes de la Nature et de la Grace Leibniz dice así (§ 2): … les actions internes… ne peuvent être autre chose que ses perceptions, (cest à dire les représentations du composé, ou de ce qui est dehors, dans le simple)… Y a des Bosses le escribe así: Perceptio nihil aliud quam multorum in uno expressio (Gerh. 11, 311), y: Numquam versatur perceptio circa objectum, in quo non sit aliqua varietas seu multitudo (ibid 317). Heideggeriana: CursoMarburgo
(12) El americanismo es algo europeo. Es un subgénero, aún no comprendido, de ese gigantismo que sigue libre de trabas y que en absoluto acaba de surgir de la esencia metafísica completa y agrupada de la Edad Moderna. La interpretación americana del americanismo por el pragmatismo está todavía fuera del ámbito metafísico. Heideggeriana: EIM
Puesto que el hombre, siendo un ente, se comporta respecto del ente en su totalidad y, al hacerlo, trata y se ocupa en cada caso de un ámbito del ente y, dentro de él, de este o aquel ente en particular, la verdad, implícita o explícitamente, es exigida, apreciada y venerada. Por lo tanto, podría captarse la esencia metafísica del hombre con la proposición: el hombre es el venerador pero por consiguiente también el negador de la verdad. Por ello, la concepción nietzscheana de la verdad resulta iluminada como por el centelleo repentino de un rayo por unas palabras que dice sobre la veneración de la verdad. En una nota del año 1884, en el que comienza conscientemente la configuración del pensamiento de la voluntad de poder, apunta Nietzsche: «que la veneración de la verdad es ya la consecuencia de una ilusión» (La voluntad de poder, n. 602). Heideggeriana: VontadePoder
Los editores del libro La voluntad de poder han pensado de modo muy extrínseco, o bien no han pensado en absoluto, cuando, extraviados evidentemente por las primeras palabras del fragmento: «Los príncipes europeos…», sólo se les ocurrió relacionarlo de inmediato con el «estado» y la «sociedad» y colocaron el fragmento en el sitio completamente equivocado en el que ahora se encuentra. A causa de esta equivocación aparentemente inofensiva, el contenido y el peso del fragmento quedan ocultos; no logra salir a la luz la pregunta totalmente decisiva que encierra en sí, la pregunta: ¿qué sucede cuando ha caído la distinción entre un mundo verdadero y un mundo aparente?, ¿qué ocurre con la esencia metafísica de la verdad? Heideggeriana: VontadePoder
Preguntamos nuevamente: Qué ocurre ahora, en el ocaso, con la esencia metafísica de la verdad? Qué dice sobre la verdad aquel que entra en el ocaso, aquel a quien Nietzsche denomina Zaratustra? ¿Qué pensamiento piensa Nietzsche acerca de la esencia de la verdad en los años de la creación de Así habló Zaratustra? Nietzsche piensa al extremo la esencia de la verdad en los términos de lo que llama «justicia». Heideggeriana: VontadePoder
El superhombre niega la esencia que ha tenido el hombre hasta el momento, pero la niega de modo nihilista. Su negación afecta a la caracterización que se ha hecho hasta el momento del hombre, a la razón. La esencia metafísica de ésta consiste en que el ente en su totalidad se proyecta y se interpreta en cuanto tal tomando como hilo conductor el pensar representante. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
En el comienzo de la época moderna, la entidad del ente se transforma. La esencia de este comienzo histórico se basa en esta transformación. La subjetividad del subjectum (la substancialidad) se determina ahora como el representar que se representa. Ahora bien, el hombre, en cuanto ser racional, es en un sentido eminente el representar que representa. Por lo tanto, el hombre se convierte en el ente eminente (subjectum), es decir en «sujeto» en modo «decidido». Mediante la aludida transformación de la esencia metafísica de la subjetividad, el nombre subjetividad adquiere y conserva en el futuro el sentido único de que el ser del ente consiste en el representar. La subjetividad en sentido moderno se destaca respecto de la substancialidad, que resulta finalmente superada en aquélla. Por ello, la exigencia decisiva de la metafísica de Hegel reza: «Según mi comprensión, que tiene que justificarse sólo por la exposición del sistema mismo, todo depende de captar y expresar lo verdadero no como substancia sino asimismo como sujeto (System der Wíssenschaft. Erster Teil, die Phänomenologie des Geistes [Sistema de la ciencia. Primera parte: La fenomenología del espíritu], 1807, pág. XX; Werke, II, 1832, pág. 14). La esencia metafísica de la subjetividad no se cumple con la «yoidad» ni menos aún con el egoísmo del hombre. El «yo» es siempre sólo una ocasión posible, y en ciertas situaciones la ocasión más próxima, en la que la esencia de la subjetividad se manifiesta y busca un abrigo para su manifestación. La subjetividad, en cuanto ser de todo ente, no es jamás sólo «subjetiva» en el mal sentido de lo que alude de modo casual a un yo singular. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
La acabada subjetividad de la voluntad de poder es el origen metafísico de la necesidad esencial del «superhombre». En conformidad con el proyecto del ente existente hasta el momento, lo que es verdaderamente es la razón misma en cuanto espíritu creador y ordenador. Por ello la subjetividad incondicionada de la razón puede saberse como lo absoluto de aquella verdad sobre el ente que enseña el cristianismo. De acuerdo con esta doctrina, el ente es lo creado por el creador. Lo más ente (summum ens) es el creador mismo. El crear es comprendido metafísicamente en el sentido de un representar productor. El derrumbamiento de la preeminencia de la razón representante contiene la esencia metafísica de ese acontecimiento que Nietzsche llama la muerte del Dios cristiano-moral. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
La esencia metafísica, correspondiente a la voluntad de poder, de toda institución maquinal de las cosas y de todo adiestramiento racial del hombre radica, por lo tanto, en la simplificación de todo ente que parte de la simplicidad originaria de la esencia del poder. La voluntad de poder se quiere sólo a sí misma desde la altura única de esa voluntad una. No se pierde en la multiplicidad de lo inabarcable. Sólo conoce lo poco que está en relación con las condiciones decisivas de su acrecentamiento y su aseguramiento. Lo poco no es aquí lo mínimo y lo carente sino la riqueza de la suprema posibilidad de ordenar que, desde sus decisiones más simples, está más ampliamente abierta a las posibilidades del todo. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Adecuación y desocultación, adaequatio y aletheia, imperan en el concepto de verdad nietzscheano como el eco que nunca se extingue y sin embargo permanece totalmente inadvertido de la esencia metafísica de la verdad. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Ambos títulos contienen en su constitución lingüística un genitivo. Preguntamos: ¿Es pues el genitivo un genitivos objectivus o un genitivos subjectivus? ¿Mienta “la experiencia de la conciencia” sólo esto, que la conciencia es el Objekt y el Gegenstand de la experiencia? Evidentemente no, pues la experiencia es ella misma, en su esencia como curso y venir a sí misma, el ser de la conciencia. “Experiencia”, plenamente concebida, dice sólo lo que en la palabra Bewusst-sein (conciencia) significa la palabra sein (ser). La conciencia es el “sujeto” de la experiencia, es lo que la experiencia pasa-por con ella misma. Por lo tanto el genitivo tiene que ser entendido como genitivos subjectivus. Sólo que la esencia del sujeto como autoconciencia consiste justamente en que la conciencia no es sólo conciencia de algo y tiene su objeto, sino que ella misma es objeto para sí misma. Por lo tanto la experiencia por la que pasa la conciencia es al mismo tiempo la experiencia que ella hace “consigo misma” como objeto. Con ello el genitivo es a la vez también un genitivos objectivus. Pero, no obstante el genitivo no es simplemente sólo ambos juntos, sino que es un genitivo que nombra la unidad del sujeto y el objeto y el fundamento de su unidad, es decir, la elevation y síntesis en la esencia metafísica de la conciencia. El genitivo en los títulos “la Experiencia de la conciencia” y “la Fenomenología del espíritu” es el genitivo especulativo-metafísico. Todos los genitivos del lenguaje de la “Fenomenología del espíritu” son de este tipo. Sí, no sólo los genitivos, sino también los casus restantes y todas las declinaciones de las palabras tienen sentido especulativo. Sólo si consideramos y ejercitamos esto, podemos seguir la trama de este lenguaje, es decir, entender el texto. Heideggeriana: HegelFenomenologia
En la proposición fundamental de la metafísica de Nietzsche se nombra, junto con la relación esencial de los valores arte y verdad, la unidad esencial de la voluntad de poder. A partir de dicha unidad esencial de lo ente como tal, se determina la esencia metafísica del valor. Él es la doble condición de sí mismo, puesta en la voluntad de poder y para ella. Heideggeriana: NietzscheDeus
El ser, que mantiene a todo ente en la balanza, atrae de este modo a todo ente en sí y hacia sí, hacia sí como medio o centro. En cuanto riesgo, el ser mantiene en esta relación a todo ente como lo arriesgado. Pero este centro atrayente de la relación, se retira al mismo tiempo de todo ente. De este modo, el centro abandona a lo ente al riesgo y es arriesgado como riesgo. En este abandonar agrupador se oculta la esencia metafísica de la voluntad, pensada a partir del ser. El centro de lo ente, que atrae y todo lo media, el riesgo, es esa capacidad que le presta a lo arriesgado un peso, esto es, una gravedad v. El riesgo es la fuerza de gravedad. Así dice de ella un poema tardío titulado «Gravedad» («Späte Gedichte», p. 156): Centro, cómo te retiras – de todo y vuelves a ganarte a ti mismo – a partir de lo que vuela, tú, centro, el más fuerte. – En pie: como un trago la sed, – la gravedad le atraviesa. – Pero del dormido cae, – como de cargada nube, – rica lluvia de gravedad. Heideggeriana: ParaQuePoetas