esencia del querer

Schelling y Kierkegaard : Existencia: un ser sí mismo – subjetividad (voluntad del entendimiento, ego cogito) – volverse manifiesto – contradicción-distinción – «pasión»-«impulso»-«voluntad que sabe»-«devenir» – En Kierkegaard, en cambio: 1. Restringido al hombre, sólo él existe. 2. Existencia – interés en la existencia, realidad efectiva. 3. Este interés, no un representar sino un creer en…, un adscribirse a lo real, un hacer que lo real importe. 4. Creer en otro, no como referencia a una doctrina y su verdad sino a lo verdadero en cuanto real, crecer junto con él, concretamente. Existencia en sentido moderno. 5. Creer que Dios ha estado como hombre, infinitamente interesado – creer como ser cristiano, es decir, devenir cristiano. La incredulidad como pecado. – Schelling: «Querer es ser originario.» – Todo ser es existir: existencia. Pero existencia es existencia del fundamento. Al ser le pertenece la existencia y el fundamento de la existencia. Al ser le pertenece esta distinción [Unter-scheidung] en cuanto «real» [reell]. El ser mismo es de manera tal que el ente en cuanto tal se distingue. Esta distinción se halla en la esencia del querer. La distinción: voluntad del fundamento y voluntad del entendimiento. ¿De qué modo? La voluntad en la voluntad es el entendimiento. La «distinción» de Schelling alude a un enfrentamiento (lucha) que ensambla y reina en todo ser (todo ente en su entidad), todo esto siempre sobre la base de la subjetividad. Ser originario – es querer. El ser (aún no ser-un-ente) clausura. El ente (de modo substantivo, verbal-transitivo): el sí mismo. Ser-en-sí. Heideggeriana: HistoriaSer

El hombre no es sólo esencialmente más arriesgado que la planta o el animal. A veces, el hombre hasta es más arriesgado «que la propia vida». La vida significa aquí: lo ente en su ser, la naturaleza. El hombre es a veces más osado que el riesgo, más ente que el ser de lo ente. Pero el ser es el fundamento de lo ente. Quien es más arriesgado que el fundamento, se atreve a ir allí, a donde se deshace todo fundamento, al abismo. Pero si el hombre es el arriesgado que marcha junto con el riesgo, en la medida en que lo quiere, entonces esos hombres que a veces son más arriesgados, deben querer aún más. Ahora bien ¿existe un aumento de ese querer por encima de lo incondicionado de la autoimposición intencional? No. Entonces, aquellos que a veces son más arriesgados, sólo pueden querer más en la medida en que su querer es otro en su esencia. Así, querer y querer no serían inmediatamente lo mismo. Esos que quieren más a partir de la esencia del querer, siguen siendo más conformes a la voluntad en cuanto ser de lo ente. Corresponden antes al ser que se muestra como voluntad. Quieren más en la medida en que son más dispuestos. ¿Quiénes son esos más dispuestos que arriesgan más? Parece como si el poema no contestase expresamente a esta pregunta. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Si volvemos la desprotección como tal hacia lo abierto, entonces la invertimos en su esencia – esto es, en tanto que separación frente a la pura percepción -, la volvemos hacia el más amplio círculo. Sólo nos queda afirmar lo así invertido. Pero semejante afirmación no significa transformar el no en un sí, sino reconocer lo positivo como lo ya presente, lo que yace ante nosotros. Esto ocurre cuando dejamos que la desprotección invertida pertenezca a ese lugar dentro del más amplio círculo «donde nos toca la ley». Rilke no dice ‘una ley’ ni tampoco piensa en una regla. Piensa en eso que «nos toca». ¿Quiénes somos nosotros? Somos los que quieren, que instauran el mundo como objeto a la manera de la autoimposición intencional. Si nos vemos tocados desde el más amplio círculo, nuestra propia esencia se ve tocada. Tocar significa poner en movimiento. Nuestra esencia es puesta en movimiento. En ese tocar, nuestro querer se ve conmovido, de tal modo que sólo entonces la esencia del querer llega a la apariencia y al movimiento. Es sólo entonces cuando el querer se convierte en un querer dispuesto. Heideggeriana: ParaQuePoetas