Ser-obra significa levantar un mundo. Pero ¿qué es eso del mundo? Ya lo indicamos al hablar del templo. Por el camino que tenemos que seguir aquí, la esencia del mundo sólo se deja insinuar. Es más, esta leve indicación se tendrá que limitar a apartar todo aquello que pudiera confundir la visión de lo esencial. Heideggeriana: OOA1935
Para que comprendamos esto en el sentido de Nietzsche y apreciemos en su sentido por qué la verdad no puede ser el valor supremo, es preciso preguntarse previamente de modo aún más decidido en qué medida y de qué modo ella constituye, sin embargo, un valor necesario. Sólo si y porque la verdad es un valor necesario adquiere su alcance el esfuerzo pensante por demostrar que no puede ser el valor supremo. Puesto que para Nietzsche lo verdadero es equivalente al ente, al responder la pregunta planteada sabremos también en qué sentido comprende el ente, es decir, qué quiere decir cuando dice «ente» y «ser». Más aún: si lo verdadero no puede ser el valor supremo, y lo verdadero significa lo mismo que el ente, entonces el ente no puede constituir la esencia del mundo, la realidad de éste no puede consistir en un ser. Heideggeriana: VontadePoder
¿Si lo que importa no son las personas singulares, será entonces la comunidad lo que importe? Tampoco. Lo que Nietzsche quiere decir sólo lo apreciaremos a partir de lo que dice acerca de la perspectiva de la justicia. Ésta ve más allá de la distinción entre un mundo verdadero y un mundo aparente y su visión se dirige, por lo tanto, a una determinación más elevada de la esencia del mundo y a una con ello, a un horizonte más amplio, en el que al mismo tiempo se determina de modo «más amplio» la esencia del hombre, o sea del hombre occidental-moderno. Heideggeriana: VontadePoder
A este juego de espejos de la simplicidad de tierra y cielo, divinos y mortales – un juego que acaece de un modo propio – lo llamamos mundo. El mundo esencia haciendo mundo. Esto quiere decir: el hacer mundo del mundo no es ni explicable por otra cosa que no sea él, ni fundamentable a partir de otra cosa que no sea él. Esta imposibilidad no radica en que nuestro pensamiento de hombres no sea capaz de este explicar ni de este fundamentar. Lo inexplicable e infundamentable del hacer mundo del mundo se basa más bien en el hecho de que algo así como causas o fundamentos son algo inadecuado al hacer mundo del mundo. Así que el conocimiento humano reclama aquí un explicar, no traspasa los límites de la esencia del mundo sino que cae bajo la esencia del mundo. El querer explicar del ser humano no alcanza en absoluto lo sencillo de la simplicidad del hacer mundo. Los Cuatro, en su unidad, están ya asfixiados en su esencia si nos los representamos sólo como algo real aislado que debe ser fundamentado por los otros y explicado a partir de los otros. Heideggeriana: COISA
El Ereignis une al hombre y al ser en su esencial dimensión mutua En la com-posición vemos un primer e insistente destello del Ereignis. Ella constituye la esencia del mundo técnico moderno. En la com-posición divisamos una mutua pertenencia de hombre y ser en la que el dejar pertenecer es lo primero que determina el modo de la dimensión mutua y de su unidad. La frase de Parménides, «lo mismo es en efecto el pensar que el ser», es la que nos conduce a la pregunta por una mutua pertenencia en la que la pertenencia tenga la preeminencia sobre lo mutuo. La pregunta por el sentido de este «lo mismo», es la pregunta por la esencia de la identidad. La doctrina de la metafísica representa la identidad como un rasgo fundamental del ser. Aquí se muestra que el ser tiene su lugar, junto con el pensar, en una identidad cuya esencia procede de ese dejar pertenecer mutuamente que llamamos Ereignis. La esencia de la identidad es una propiedad del acontecimiento de transpropiación. Heideggeriana: PrincipioIdentidade