Tres grandes potencias tuvieron su influjo reunidas en esto: 1. la Nueva poesía alemana (Klopstock, Herder, Goethe, Schiller y el Romanticismo), 2. la Nueva filosofía alemana (Kant, Fichte, Schleiermacher, Schelling, Hegel), y 3. la Nueva voluntad política alemana de los señores y los soldados del estado prusiano (Freiherr von Stein, Hardenberg, Humboldt, Scharnhorst, Gneisenau y von Clausewitz). Poetas y pensadores crearon un mundo espiritual nuevo, en el que fueran comprendidos y pensados en su conjunto el predominio de la naturaleza y de los poderes de la historia unificados en la esencia del absoluto. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
Cuando Hegel en la conclusión del mencionado discurso dice del “universum”, y esto es, para él, a la vez, del absoluto, que no tiene en sí fuerza alguna de resistencia, de afirmar su esencia cerrada, ante el ánimo explorador del conocimiento metafísico, surge entonces la pregunta de por qué le falta al absoluto esta fuerza de resistencia. La respuesta reza: porque el absoluto según su esencia no puede resistirse a la exploración, sino por el contrario se quiere manifestar. Esta voluntad de mostrarse es su esencia. E1 aparecer es la voluntad esencial del espíritu. Desde la mirada a esa voluntad esencial del absoluto está pronunciada aquella frase de Hegel. Esta determinación esencial del absoluto es entonces el supuesto del sistema-Enciclopedia. ¿Pero qué ocurre con este supuesto mismo? ¿Puede el sistema elevar la pretensión de ser absoluto cuando reposa en un supuesto, que él mismo no fundamenta y a saber absolutamente? Hegel ha desarrollado de hecho la fundamentación de esta esencia del absoluto y denunciado este desarrollo en la “Ciencia de la fenomenología del espíritu”. Si el absoluto quiere manifestarse, porque él mismo es voluntad de manifestación, entonces tiene que pertenecer a la esencia del absoluto el manifestarse, es decir, el aparecer. Esencia y aparecer son aquí idénticos. El absoluto es espíritu. El espíritu es lo que se sabe a sí mismo y en tal saber, saber de sí mismo que se quiere, como fundamento esencial de todo ente. El espíritu es el saber absoluto. Mas como a su esencia pertenece el aparecer, el saber absoluto tiene que presentarse (darstellen) como saber que aparece. Sólo así el saber absoluto concede a partir de sí al ánimo del conocimiento humano la posibilidad de estar abierto para este conocimiento y en general en lo conocido de este conocer. Viceversa el conocer humano tiene, en tanto sabe el absoluto, antes que todo llevar a ejecución (Ausführung) el presentarse del saber que aparece. Pero esta ejecución del presentarse del absoluto que aparece sólo puede ser ella misma absoluta, si debe adecuarse al absoluto. Por su parte la ciencia tiene que llevar este absoluto presentarse a absoluta ejecución. Si la “Fenomenología del espíritu” es esta ejecución, entonces la obra con este título ha osado una tarea metafísica como antes nunca necesitó ser planteada ni posteriormente nunca más podía serlo. Por ello esta “obra” es un instante único y en un particular sentido destacado de la historia de la metafísica. Y mentamos con la “obra” no la producción pensante del hombre Hegel, sino la “obra” como acaecimiento de una historia, en medio de la cual y para la cual se exige a toda realización (Vollbringen) humana una propia estabilidad y determinación (la instancia del ser-ahí). Heideggeriana: HegelFenomenologia
El curso es el curso del absoluto que aparece hacia su esencia, que está en sí misma. La meta del curso no está de modo alguno fuera del mismo, ni tampoco sólo en su término. La meta es el comienzo, a partir del cual el curso se inicia y anda en cada uno de sus pasos. Las figuras de la conciencia no se suceden unas a otras de manera que por último aparezca la figura-meta, sino que ya la primera es como tal una figura del absoluto; es de antemano elevada (elevare) a la absolutez del absoluto. Expresado de otro modo: lo que aparece como primer grado del aparecer de la esencia del absoluto, es determinado por el absoluto. Si, pues, la “Fenomenología del espíritu”, [según] lo que externamente indica el índice de la obra, se “inicia” con la certeza sensible y “termina” con el espíritu absoluto, entonces este inicio en la certeza sensible no es puesto en consideración al hombre, que se detiene primero en este tipo de saber. Antes bien la “Fenomenología del espíritu” se inicia con el aparecer de la esencia de la certeza sensible por esto, porque esta figura del saber es la extrema enajenación en la que el absoluto se pueda desprender. Si se desprende allí, entonces está con respecto a las figuras de su esencia en la más vacía y pobre y de este modo lo más alejado posible de la integridad de sí mismo. Pero este alejamiento esencial de sí mismo es la condición fundamental para que el absoluto se dé la posibilidad del recorrido de un curso del retorno a sí mismo, y a saber desde sí mismo para sí mismo. Si el curso del saber absoluto hacia sí mismo, como recorrido a través de las figuras esenciales de su aparecer, tiene el rasgo esencial de la sobreasunción, entonces esta sobrasunción es según su esencia verdadera y fundamental en primer lugar elevation – elevación al absoluto. No olvidemos las observaciones aparentemente sólo incidentales del primer parágrafo: El absoluto está ya en nosotros, es decir, está ya en la figura más baja de la conciencia, y nuestro conocimiento es el rayo, que nos toca como verdad absoluta. Heideggeriana: HegelFenomenologia
La inversión trascendental de la conciencia, como incondicionada y sistemática, asegura previamente la mirada en lo incondicional de todo condicionamiento y su sucesión. Para el hacer nacer al nuevo verdadero objeto, lo incondicionado se encuentra en la mirada previa como omnicondicionante. Pero ¿cómo se manifiesta lo condicionante como condicionante en su condicionamiento? Solamente de modo que en lo condicionado se muestre lo condicionante. Mas si debe aparecer no sólo cualquier condicionante sino lo incondicionado en el modo en que todo lo condiciona, tiene que partirse de lo que es lo máximamente condicionado. Pero éste está lo más ampliamente alejado de lo incondicionado. Por lo tanto tiene que mostrarse primero la objetividad de ese objeto, que está lo más ampliamente alejado de la verdad de la autoconciencia incondicionada, es decir, del espíritu no sensible absoluto, y en el término más extremo, opuesto a él. Mas la objetividad del objeto más condicionado sólo puede ser, dado que como condición está lo más alejada de lo incondicionado, la más vacía y pobre. Pero en tanto también esta objetividad, la más pobre y vacía de un objeto, es todavía condición, es también ella de la esencia del absoluto y perteneciente a él. Por ello en el giro trascendental se encuentra, en tanto es incondicional y sistemático, la necesidad de que la conciencia absoluta, para poder hacer aparecer su incondicional condicionar en todo condicionamiento, se aleje ella misma de si, y de su plenitud y de sus derechos. La conciencia absoluta se aparta de sí hacia su figura más externa y vacía. Heideggeriana: HegelFenomenologia
9. A una con este momento del “pasar por” de las experiencias, la experiencia es “dolorosa”. El dolor de la experiencia no es una consecuencia de ella misma al modo de una repercusión sobre nuestro estado corporal-anímico. El dolor es antes bien la más íntima esencia de la experiencia, en la que todos los momentos antes mencionados tienen su unidad y determinalidad. El dolor es esencialmente conciencia y saber. El dolor es la esencia del saber, en tanto éste es continuamente un pasaje por las rectificaciones, que cada experiencia contiene. Toda experiencia, esencialmente entendida, es un des-engaño. Hace resultar lo antes sujetado como no sólido. Aún la así llamada “buena experiencia” que hacemos con algo, es un des-engaño. Somos en tales casos “gratamente” des-engañados. Pero entonces ¿puede no ser, sin embargo, toda experiencia “dolorosa”? No obstante, toda experiencia es un dolor, dolor en el sentido de la conciencia de traslado a la necesidad del pasar por del des-engaño, como el único camino de la verdad de la conciencia a sí misma. Porque la conciencia es autoconciencia, nunca es la diferenciación indiferente de sí misma con respecto a sí misma, sino en este diferenciado sí mismo sólo es igual a sí misma como el ser otro con respecto a otro. Este múltiple acorde diferenciación de la conciencia en sí misma, el sí misma en el modo del absoluto ser otra, es el fundamento esencial del desgarro, que aparece en cada grado de la conciencia, en tanto no es absoluto en sentido absoluto. Pero porque la experiencia en el volverse a la alienación y desde ella de retorno pasa por el desgarro de la conciencia, es – como saber de éste – el dolor mismo (Acerca del desgarro, el dolor y el trabajo de la negatividad come. el Prefacio, p.29, especialmente p.20 sobre la esencia del absoluto. – “Dolor” comp. también conclusión de “Fe y saber” I, 157. – Experiencia como valor – el ánimo sabedor.). Heideggeriana: HegelFenomenologia