ente mismo

Con lo salvo aparece el mal en el claro del ser. Su esencia no consiste en lo malvado de los actos humanos, sino en la pura maldad de la ferocidad. Pero ambos, lo salvo y lo feroz, sólo pueden estar presentes en el ser en la medida en que el propio ser es la causa de litigio. En él se esconde el origen esencial del desistir. Lo que desiste se aclara como aquello que tiene carácter de nada. Y eso puede expresarse mediante el “no”. Pero la “nada” no surge en ningún caso del decir-no de la negación. Todo “no” que no se interprete erróneamente como un insistir obstinado de la fuerza impositiva de la subjetividad, sino que siga siendo un “no” de la ex-sistencia que deja ser, está respondiendo a la llamada del desistir surgido en el claro. Todo “no” es únicamente la afirmación del no de la nada. Toda afirmación reposa sobre un reconocimiento, el cual deja que venga a él aquello hacia lo que él va. Se suele creer que es imposible encontrar el desistir en lo ente mismo. Y es verdad mientras busquemos el desistir como algo ente, como una cualidad que es y que está en lo ente. Pero buscando de este modo, no se busca el desistir. Tampoco el ser es una cualidad que es y que se pueda encontrar en lo ente. Y, sin embargo, el ser es más que todo ente. Desde el momento en que el desistir se presenta en el ser mismo, ya no podremos percibirlo nunca como algo que es en lo ente. Además, la referencia a esta imposibilidad no demuestra en modo alguno que el origen del no de la nada esté en el decir no. Parece como si esta demostración sólo funcionara cuando se considera a lo ente como lo que es objetivo respecto a la subjetividad. Así pues, y puesto que nunca aparece como algo objetivo, de esta alternativa se deduce que el no de la nada tiene que ser innegablemente el producto de un acto del sujeto. Ahora bien, lo que nunca podrá decidirse a partir de la reflexión subjetiva sobre el pensar ya dispuesto como subjetividad es si el decir-no es el primero que plantea el no de la nada a modo de algo meramente pensado o si es el desistir el primero que reclama el no como lo que hay que decir en el dejar ser a lo ente. En esta reflexión aún no se ha alcanzado la dimensión apropiada para un adecuado planteamiento del asunto. Queda por preguntar si, suponiendo que el pensar forme parte de la ex-sistencia, todo “sí” y todo “no” no exsisten ya acaso en la verdad del ser. Si es así, entonces el “sí” y el “no” ya están en sí mismos al servicio del ser y prestándole toda su atención. En cuanto tales servidores que atienden fielmente al ser, nunca pueden ser los primeros en disponer aquello de lo que ellos mismos forman parte. Heideggeriana: CartaH

La unitaria ambigüedad de lo que nombra la trascendencia, fundada en la distinción oscura [Cfr. Holzwege, pág. 220 [GA5, pág. 238].] – en cuanto a su proveniencia – de essentia y existentia, refleja la esencia onto-teológica de la metafísica. En virtud de su esencia, la metafísica piensa el ente pasando por encima de él de modo trascendental-trascendente, pero lo hace sólo para re-presentar el ente mismo, es decir, para volver a él. En el pasar por encima trascendental-trascendente, se roza de cierto modo el ser en el modo de la representación. El pensar que pasa por encima piensa dejando continuamente de lado el ser, no en el sentido de un desacierto sino en el modo de no dejarse involucrar por el ser mismo, por lo digno de cuestión de su verdad. El pensar de la metafísica no se deja involucrar por el ser mismo porque ya ha pensado el ser, [A su manera] lo ha pensado como ente, en la medida en que éste, el ente, es. Heideggeriana: NiilismoSer

El ser mismo permanece impensado en la metafísica porque ésta piensa el ente en cuanto tal. ¿Qué significa: el ente en cuanto tal es pensado? En ello está implícito: el ente mismo sale a la luz. Está en la luz [Licht]. El ente está despejado [gelichtet]. El ente mismo está desoculto. El ente está en el desocultamiento. Ésta es la esencia de la verdad que aparece inicialmente y que enseguida vuelve a desaparecer. Heideggeriana: NiilismoSer

El ser mismo se sustrae. La sustracción acontece. El abandono del ente en cuanto tal por parte del ser acontece. ¿Cuándo acontece? ¿Ahora? ¿Sólo hoy? ¿O desde hace tiempo? ¿Desde hace mucho? ¿Desde cuándo? Desde que el ente en cuanto ente mismo llegó a lo desoculto. Desde que aconteció ese desocultamiento, la metafísica es; pues la metafísica es la historia de ese desocultamiento del ente en cuanto tal. Desde que esta historia es, es históricamente la sustracción del ser mismo, es el abandono del ente en cuanto tal por parte del ser, es la historia de que del ser no hay nada. Desde entonces y como consecuencia de ello, el ser mismo queda impensado. Heideggeriana: NiilismoSer

De inmediato, y por un largo tiempo, el pensar no presta atención a esto. Ello le impide experimentar que las manifestaciones del nihilismo tal como es comprendido habitualmente son desencadenadas por el desprenderse del ser, que abandona el permanecer fuera de su desocultamiento al dejar fuera por parte de la metafísica, que al mismo tiempo y de modo oculto impide el advenir del ser que se oculta. En la medida en que las manifestaciones nihilistas vienen del desprenderse del ser, son ocasionadas por el predominio del ente mismo e impulsan el apartarse del ente del ser mismo. Heideggeriana: NiilismoSer

La esencia, según la historia del ser, de la indigencia de esta época se basa en la necesidad de la falta de necesidad. Más inquietante [unheimlich] que la falta de Dios, por ser más esenciante y más antiguo, es el destino del ser como el cual la verdad del ser se rehúsa en medio del embate del ente y sólo del ente. Lo inquietante de esta necesidad ausente-presente se vuelve inaccesible por el hecho de que todo lo real que afecta al hombre de esta época y lo arrastra consigo, el ente mismo, le es completamente familiar, pero que, precisamente por ello, la verdad del ser no sólo no le es familiar sino que, siempre que aparece “ser”, lo despacha como el fantasma de la mera abstracción, con lo que no lo reconoce y lo rechaza como una nula nada. En lugar de pensar sin cesar en la histórica plenitud esencial de la palabra “ser” (como sustantivo y como verbo), sólo se oyen, abandonando todo pensar rememorante, simples vocablos, cuya mera resonancia es sentida con justicia como molesta. Heideggeriana: NiilismoSer

Para Nietzsche, en cambio, el término “nihilismo” significa esencialmente “más”. Nietzsche habla de “nihilismo europeo”. Con ello no se refiere al positivismo que surge a mediados del siglo XIX y a su difusión geográfica por Europa; “europeo” tiene aquí un significado histórico y dice lo mismo que “occidental” en el sentido de la historia occidental. Nietzsche utiliza el término “nihilismo” para designar el movimiento histórico que él reconoció por vez primera, ese movimiento ya dominante en los siglos precedentes y que determinará el siglo próximo, cuya interpretación más esencial resume en la breve frase: “Dios ha muerto”. Esto quiere decir: el “Dios cristiano” ha perdido su poder sobre el ente y sobre el destino del hombre. El “Dios cristiano” es al mismo tiempo la representación principal para referirse a lo “suprasensible” en general y a sus diferentes interpretaciones, a los “ideales” y “normas”, a los “principios” y “reglas”, a los “fines” y “valores” que han sido erigidos “sobre” el ente para darle al ente en su totalidad una finalidad, un orden y – tal como se dice resumiendo – “un sentido”. El nihilismo es ese proceso histórico por el que el dominio de lo “suprasensible” caduca y se vuelve nulo, con lo que el ente mismo pierde su valor y su sentido. El nihilismo es la historia del ente mismo, a través de la cual la muerte del Dios cristiano sale a la luz de manera lenta pero incontenible. Es posible que se siga creyendo aún en este Dios y que se siga considerando que su mundo es “efectivo”, “eficaz” y “determinante”. Esto se asemeja a ese proceso por el que aún brilla la apariencia resplandeciente de una estrella apagada hace milenios, lo cual, a pesar de ese brillo, no es más que una mera “apariencia”. De este modo, el nihilismo no es para Nietzsche de ningún modo una determinada opinión “defendida” por alguien, ni un “suceso” histórico cualquiera entre otros muchos que es posible catalogar historiográficamente. El nihilismo es, por el contrario, ese acaecimiento que dura desde hace tiempo en el que la verdad sobre el ente en su totalidad se transforma esencialmente y se encamina hacia un final determinado por ella. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Si una tal transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento no debe ser sólo llevada cabo sino también fundamentada, se requiere para ella un “nuevo principio”, es decir la posición de aquello desde lo cual se determine de manera nueva y con carácter de norma el ente en su totalidad. Pero si esta interpretación del ente en su totalidad no tiene que tener lugar desde un suprasensible puesto de antemano “sobre” él, los nuevos valores y la norma que les corresponda sólo pueden extraerse del ente mismo. El ente mismo requiere, por lo tanto, una nueva interpretación por la que su carácter fundamental experimente una determinación que lo haga apto para servir como “principio” para la escritura de una nueva tabla de valores y como norma para un correspondiente orden jerárquico. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Por qué y hasta qué punto la mismidad del hombre, el concepto de ser, la esencia de la verdad y el modo en que se da la medida determinan de antemano una posición metafísica fundamental, sostienen a la metafísica en cuanto tal y la convierten en la estructura del ente mismo, todo esto no puede ya preguntarse desde la metafísica y por intermedio de la metafísica. Ninguno de los cuatro momentos esenciales de una posición metafísica fundamental que se acaban de citar puede ser comprendido separado de los demás, cada uno caracteriza ya, en un respecto, la totalidad de una posición metafísica fundamental. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Podemos sorprendernos de que Sócrates, ante esta sabiduría de Protágoras, dijera de él (Platón, Teeteto, 152 b): “es de suponer que, siendo (Protágoras) un hombre sabio, no habla (en su sentencia acerca del hombre como metron panton chrematon) simplemente por hablar”? El modo en el que Protágoras determina la relación del hombre respecto del ente no hace más que recalcar la limitación del desocultamiento del ente al respectivo entorno de la experiencia que se hace del mundo. Esta limitación presupone que impera el desocultamiento del ente, más aún, que ese desocultamiento ya ha sido experimentado como tal y elevado al saber como carácter fundamental del ente mismo. Esto ocurrió en las posiciones metafísicas fundamentales de los pensadores del inicio de la filosofía occidental: en Anaximandro, Heráclito y Parménides. La sofistica, dentro de la que se cuenta a Protágoras como su principal pensador, sólo es posible sobre la base y como un derivado de la sophia, es decir de la interpretación griega del ser como presencia y de la determinación griega de la esencia de la verdad como aletheia (desocultamiento). El hombre es en cada caso la medida de la presencia y el desocultamiento mediante la mesura y la limitación que se atiene a lo abierto más próximo, sin negar lo cerrado más lejano ni arrogarse una decisión sobre su presencia y ausencia. Aquí no hay en ningún lado la menor huella de que se piense que el ente en cuanto tal tenga que regirse por el yo basado sobre sí mismo como sujeto, de que este sujeto sea el juez de todo ente y de su ser, y de que, gracias a esa función judicial, decida desde la certeza incondicionada sobre la objetividad de los objetos. Aquí, por último, tampoco hay huella de ese proceder de Descartes que intenta incluso demostrar como incondicionalmente cierta la esencia y la existencia de Dios. Si pensamos en los cuatro “momentos” que determinan la esencia de la metafísica puede decirse ahora lo siguiente respecto de la sentencia de Protágoras: 1) El “yo” se determina para Protágoras por la pertenencia, en cada caso limitada, a lo desoculto del ente. El ser sí mismo del hombre se funda en la fiabilidad del ente desoculto y de su entorno. 2) El ser tiene el carácter esencial de la presencia. 3) La verdad es experimentada como desocultamiento. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Según la doctrina de Platón, el ser es idea, visualidad, la presencia como aspecto. Lo que está en tal aspecto, en cuanto que en ello llega a la presencia, deviene y es un ente. Pero por el hecho de que la más elevada de las ideas sea comprendida al mismo tiempo como agathon, la esencia de todas las demás ideas recibe una interpretación decisiva. La idea en cuanto tal, es decir el ser del ente, adquiere el carácter de agathoeides, de lo que hace apto para…, o sea, de lo que hace al ente apto para ser un ente. El ser adquiere el rasgo esencial de lo posibilitante. Con ello y a partir de ese momento, es decir con el comienzo de la metafísica, aparece en la interpretación del ser una peculiar ambigüedad. El ser es, en cierto modo, la pura presencia, y es, al mismo tiempo, la posibilitación del ente. Por lo tanto, apenas el ente mismo pasa a un primer plano y atrae y reivindica para sí todo el comportamiento del hombre, el ser tiene que retroceder en favor del ente. Es cierto que sigue siendo aún lo posibilitante y, en tal sentido, lo precedente, lo a priori. Pero este a priori, aunque no se lo pueda negar, no tiene de ninguna manera el peso de lo que él en cada caso posibilita, del ente mismo. Lo a priori, al comienzo y en esencia lo pre-cedente, se convierte así en lo ulterior, en algo que, frente a la preponderancia del ente, es tolerado como condición de posibilidad del mismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La propiedad del ser-ahí es aquello que constituye su suprema posibilidad de ser. El ser-ahí está determinado fundamentalmente por esta posibilidad suprema. La propiedad, como la suprema posibilidad de ser que tiene el ser-ahí , es la determinación ontológica en la que todos los caracteres anteriormente mencionados son lo que son. La perplejidad en la comprensión del ser-ahí no se funda en la limitación, en la inseguridad y en la imperfección de nuestra capacidad cognoscitiva, sino en el ente mismo que ha de ser conocido; se funda en una posibilidad fundamental de su ser. Heideggeriana: BZ

La propiedad del Dasein es aquello que constituye su más extrema posibilidad de ser (äusserste Seinsmöglichkeit). El Dasein está primariamente determinado por esta más extrema posibilidad. La propiedad, como más extrema posibilidad del ser del Dasein, es la determinación de ser en la cual todos los caracteres antes mencionados son lo que son. La perplejidad acerca de la aprehensión del Dasein no se funda en la limitación, inseguridad e imperfección de la facultad de conocimiento, sino en el ente mismo que debe ser conocido: en una posibilidad fundamental de su ser. Heideggeriana: BZ

alpha) El título terminológico para el ser del ente, que por cierto se emplea con igual frecuencia para el ente mismo es ousia: ent-idad (Seiend-heit). Ella es lo que constituye al ente en cuanto ente, al on he on. Y ousia misma tiene una doble significación, que no es casual, y que por primera vez aparece agudamente en Aristóteles, pero que ya en Platón puede ser establecida por doquier: Ousia es ser en el sentido del modus existendi, del ser presencial (des Vorhandenseins). P. ej., “Teeteto”, 155 e 4 ss.: “aquellos que creen que nada está presente más que lo que pueden asir con las manos; todo lo demás no pertenecería al dominio de la ousía, del ser presencial”. Heideggeriana: TranscendenciaST

Y, sin embargo, en todas las ciencias, siguiendo la finalidad que les es más propia, nosotros nos atenemos al propio ente. Precisamente visto desde las propias ciencias, no existe ningún terreno que tenga supremacía sobre otro: ni la naturaleza sobre la historia ni al revés. No hay ningún modo de tratamiento de los objetos que sobresalga y sea superior a los otros. El conocimiento matemático no es más riguroso que el histórico-filológico. Sólo tiene el carácter de la “exactitud”, que no es equivalente al rigor. Exigirle exactitud a la historia sería atentar contra la idea de rigor específica de las ciencias del espíritu. En todas las ciencias como tales reina una relación con el mundo que les obliga a buscar a lo ente mismo para convertirlo en objeto de una investigación y de una determinación fundamentadora que varía de acuerdo con el tema y el modo de ser de cada una. En las ciencias – y de acuerdo con la idea de cada una – se cumple una aproximación a lo esencial de todas las cosas. Heideggeriana: OQM

Esta particular relación mundana con lo ente mismo viene soportada y conducida por una actitud libremente escogida de la existencia humana. Es verdad que también se atienen a lo ente el hacer o dejar de hacer pre-científico y extra-científico del hombre. Pero lo sobresaliente de la ciencia es que, de un modo que le es propio y de manera única y expresa, le deja a la cosa misma la primera y última palabra. En este carácter de atención a la cosa misma propia del preguntar, determinar y fundamentar se consuma una supeditación particularmente delimitada a lo ente mismo para que sea él mismo el que tenga que revelarse. Esta actitud de servicio de la investigación y la teoría se despliega hasta llegar a ser el fundamento que le hace posible adquirir una posición propia de guía, aunque sea limitada, en el conjunto de la existencia humana. Naturalmente, la especial relación de la ciencia con el mundo y la actitud del hombre que guía tal relación sólo se entienden plenamente cuando vemos y captamos qué ocurre en esa relación con el mundo. El hombre – un ente entre otros – “hace ciencia”. En este “hacer” lo que ocurre es nada menos que la irrupción de un ente, llamado hombre, en la totalidad de lo ente, de un modo tal, que en esa irrupción y por medio de ella el ente se abre en eso que él es y cómo es. Esta irrupción que abre es la que a su modo ayuda a lo ente a llegar a ser él mismo. Heideggeriana: OQM

Estas tres cosas, relación con el mundo, actitud e irrupción, en su radicalidad, le otorgan a la existencia científica una simplicidad y una nitidez del ser-aquí apasionantes. Si nos apoderamos expresamente del ser-aquí científico, así esclarecido, tendremos que decir: A donde se encamina la relación mundana es a lo ente mismo… y nada más. De donde toda actitud toma su carácter de guía es de lo ente mismo… y más allá, de nada más. Aquello con lo que tiene lugar la confrontación y el debate investigador en la irrupción es con lo ente mismo… y, por encima de eso, con nada más. Pero lo extraño es que precisamente al asegurarse de lo que le resulta más propio, el hombre científico habla, expresamente o no, de otra cosa. Lo que hay que investigar es sólo lo ente… y nada más; sólo lo ente… y más allá, nada más; únicamente lo ente… y, por encima de eso, nada más. Heideggeriana: OQM

El Dasein que se comporta científicamente alberga su simplicidad y nitidez en el hecho de que se relaciona de un modo destacado y únicamente con lo ente mismo. La ciencia querría desembarazarse de la nada con un ademán de superioridad. Pero ahora, en la pregunta por la nada, se hace patente que ese Dasein científico sólo es posible si previamente está inmerso en la nada. Sólo llega a comprenderse en lo que verdaderamente es cuando no prescinde de la nada. La supuesta lucidez y superioridad de la ciencia se convierte en algo ridículo cuando no se toma en serio la nada. Sólo porque la nada es patente puede la ciencia hacer de lo ente mismo objeto de la investigación. Sólo cuando la ciencia vive de la metafísica es capaz de volver a lograr una y otra vez su tarea esencial, que no consiste en coleccionar y ordenar conocimientos, sino en volver a abrir siempre de nuevo el espacio completo de la verdad de la naturaleza y de la historia. Heideggeriana: OQM

El comportarse consiste en mantenerse siempre abierto a lo ente. Toda relación que sea mantenerse abierto es un comportarse. Según el tipo de ente y el modo del comportarse, el carácter abierto del hombre es diferente. Todo obrar e instaurar, todo actuar y calcular, se mantiene en lo abierto de un ámbito dentro del que se puede poner y decir propiamente lo ente en cuanto aquello que es y cómo es. Sólo se llega a ese punto cuando lo ente mismo se hace presente en el enunciado representador, supeditándose éste a una indicación que consiste en decir lo ente tal como es. Desde el momento en que el enunciado sigue esa indicación, se adecua a lo ente. El decir que indica de este modo es conforme (verdadero). Lo así dicho es lo conforme (verdadero). Heideggeriana: EssenciaVerdade

Lo que un ente es, lo que se ha puesto en la patencia de él mismo, es lo verdadero. Y ¿qué quiere decir verdad? Los griegos dicen: a-létheia, el desocultamiento; en el inicio de la filosofía griega la verdad pertenece a la esencia del Ser. Verdad es allí no sólo y meramente, como lo será más tarde y todavía hoy, una propiedad del enunciado y de la proposición, que el hombre dice y continua diciendo sobre el ente, sino el acontecimiento fundamental del ente mismo, de este que entra en la patencia o, como es hecho patente, por ejemplo, en el arte a través de su obra; pues el arte es el poner-en-obra de la verdad, la patencia de la esencia de las cosas. Heideggeriana: EuropaFilosofia

El ente mismo empero, lo que asi llamamos, las cosas, se derrumban en la apariencia, mè ón. Si el ente ha de ser captado en su ser, esto sólo podrá suceder entonces, en la medida en que le sea asignado a él su idéa, esa que es enunciada por él. Heideggeriana: EuropaFilosofia

En la medida que formulemos nuevamente la pregunta fundamental de la filosofía occidental a partir de un inicio más originario, nos pondremos solamente al servicio de la tarea que designábamos como la salvación de occidente. Ella puede llevarse a cabo únicamente como una readquisición de los lazos originarios con el ente mismo y como una nueva fundación de toda accción esencial de los pueblos respecto de estos lazos. Heideggeriana: EuropaFilosofia

Por el contrario, el inicio siempre contiene la plenitud no abierta de lo inseguro, esto es, del combate con lo seguro. El arte como poema es fundación en el tercer sentido de provocación de la lucha de la verdad, esto es, es fundación como inicio. Siempre que, como ente mismo, lo ente en su totalidad exige la fundamentación en la apertura, el arte alcanza su esencia histórica en tanto que fundación. Esta ocurrió por vez primera en Occidente, en el mundo griego. Lo que a partir de entonces pasó a llamarse ser, fue puesto en obra de manera normativa. Lo ente así abierto en su totalidad se convirtió a continuación en lo ente en sentido de lo creado por Dios. Esto ocurrió en la Edad Media. Lo ente se transformó nuevamente al principio y en el transcurso de la Edad Moderna. Lo ente se convirtió en un objeto dominable por medio del cálculo y examinable hasta en lo más recóndito. En cada ocasión se abrió un mundo nuevo con una nueva esencia. Cada vez, la apertura de lo ente hubo de ser instaurada en lo ente mismo por medio de la fijación de la verdad en la figura. Cada vez aconteció un desocultamiento de lo ente. El desocultamiento se pone a la obra y el arte consuma esta imposición. Heideggeriana: OOA1935

La palabra ‘imagen’ hace pensar en primer lugar en la reproducción de algo. Según esto, la imagen del mundo sería una especie de cuadro de lo ente en su totalidad. Pero el término ‘imagen del mundo’ quiere decir mucho más que esto. Con esa palabra nos referimos al propio mundo, a él, lo ente en su totalidad, tal como nos resulta vinculante y nos impone su medida. ‘Imagen’ no significa aquí un calco, sino aquello que resuena en el giro alemán: ‘wir sind über etwas im Bilde’, es decir, ‘estamos al tanto de algo’. Esto quiere decir que la propia cosa se aparece ante nosotros precisamente tal como está ella respecto a nosotros. Hacerse con una imagen de algo significa situar a lo ente mismo ante si para ver qué ocurre con él y mantenerlo siempre ante sí en esa posición. Pero aún falta una determinación esencial en la esencia de la imagen. “Estar al tanto de algo” no sólo significa que lo ente se nos represente, sino que en todo lo que le pertenece y forma parte de él se presenta ante nosotros como sistema. “Estar al tanto” también implica estar enterado, estar preparado para algo y tomar las consiguientes disposiciones. Allí donde el mundo se convierte en imagen, lo ente en su totalidad está dispuesto como aquello gracias a lo que el hombre puede tomar sus disposiciones, como aquello que, por lo tanto, quiere traer y tener ante él, esto es, en un sentido decisivo, quiere situar ante sí (6). Imagen del mundo, comprendido esencialmente, no significa por lo tanto una imagen del mundo, sino concebir el mundo como imagen. Lo ente en su totalidad se entiende de tal manera que sólo es y puede ser desde, el momento en que es puesto por el hombre que representa y produce. En donde llega gen del mundo, tiene lugar una decisión esencial sobre lo ente en su totalidad. Se busca y encuentra el ser de lo ente en la representabilidad de lo ente. Heideggeriana: EIM

Tenemos que cuidarnos, sin embargo, de malinterpretar esta sentencia en un sentido moderno, gnoseológico, y ver en ella, por ejemplo, la distinción kantiana entre “fenómeno” y “cosa en sí”, falseando además el concepto de “fenómeno” hasta convertirlo en “mera apariencia”. El peso de la antigua sentencia griega descansa, por el contrario, en que lo que se muestra, lo que ofrece una visión, y por lo tanto la visión misma, vale como ente, porque “ente” quiere decir: surgir, phyein. Pero el presenciar que surge es un imperar que presencia, physis. Sólo bajo el poder de esta predeterminación inicial del ente como physis puede entenderse la posterior interpretación griega de la entidad del ente, o sea la interpretación platónica. En efecto, cómo habría de ser la “idea” lo más ente del ente si no estuviera previamente decidido que ser-ente quiere decir: mostrarse que surge y que presencia: ofrecer el aspecto (eidos), la visión (idea) que tiene una “cosa”. dokeonta, “lo que en cada caso se muestra”, no equivale para Heráclito a la opinión meramente subjetiva entendida en sentido moderno, y esto por dos razones: 1) porque dokein significa mostrarse, aparecer, dicho esto desde el ente mismo; 2) porque los primeros pensadores y los griegos en general nada sabían del hombre como un yo-sujeto. Precisamente el que goza de mejor parecer – y esto quiere decir: el más digno de fama – es aquel que tiene la fuerza de prescindir de sí y dirigir la mirada exclusivamente a lo que “es”. Pero esto y precisamente esto es lo que se muestra, la visión y la imagen que se ofrece. El carácter de imagen no consiste en ser algo preparado, como por ejemplo en la copia que reproduce la imagen de algo. El sentido griego de “imagen” – si es que podemos utilizar esta palabra – es el llegar al aparecer, phantasia, y ésta comprendida a su vez como: entrar en la presencia. Con las mutaciones del concepto griego de ser en el curso de la historia de la metafísica se transforma correlativamente el concepto de imagen reinante en occidente. La “imagen”, en la Antigüedad, en la Edad Media y en la Edad Moderna, no sólo se diferencia por su contenido y su nombre, sino por su propia esencia. Heideggeriana: VontadePoder Apéndices

La pregunta por la esencia del conocimiento es en todas partes y siempre un proyecto pensante de la esencia del hombre y de su sitio en medio del ente y un proyecto de la esencia del ente mismo. Si no tenemos en cuenta esto de antemano y no lo hacemos de modo cada vez más enérgico, lo que Nietzsche expone acerca del conocimiento se asemejará efectivamente a las investigaciones que se emprenden en cualquier instituto psicológico o zoológico para el estudio de los procesos vitales y cognoscitivos, sólo que estas investigaciones realizadas en este tipo de instituciones sobre los procesos de conocimiento, ya sea en hombres o en animales, pueden apelar a que son exactas, mientras que Nietzsche se las arregla con algunas fórmulas biológicas generales. Si nos movemos en el mareo de las pretensiones psicológicas y gnoseológicas de explicar el conocimiento, leeremos las proposiciones de Nietzsche como si debieran explicarnos algo acerca del conocimiento. No veremos que en ellas se decide y se ha decidido algo sobre el hombre actual y sobre su actitud cognoscitiva. Heideggeriana: VontadePoder Apéndices

El pensamiento nietzscheano de la “justicia”, en cuanto comprensión de la verdad llevada al extremo, es la necesidad última de la más interna consecuencia de que la aletheia haya tenido que permanecer impensada en su esencia y la verdad del ser, incuestionada. El pensamiento de la “justicia” es el acontecimiento [Geschehnis] del abandono del ente por parte del ser dentro del pensar del ente mismo. Heideggeriana: VontadePoder Apéndices

El pensamiento de Nietzsche, en conformidad con todo el pensamiento de Occidente desde Platón, es metafísica. Anticiparemos aquí, de manera a primera vista arbitraria, el concepto de la esencia de la metafísica, dejando en la oscuridad el origen de la esencia. La metafísica es la verdad del ente en cuanto tal en su totalidad. La verdad lleva lo que el ente es (essentia, la entidad), que es y cómo es en su totalidad, a lo desoculto de la idea, de la perceptio, del re-presentar, del ser-consciente [Bewusst-sein] Pero lo desoculto mismo se transforma en conformidad con el ser del ente. La verdad se determina como tal desocultamiento en su esencia, en el desocultar, a partir del ente mismo admitido por ella y, de acuerdo con el ser así determinado, acuña la respectiva forma de su esencia. Por eso la verdad es, en su ser, histórica. La verdad requiere en cada caso una humanidad por medio de la cual sea dispuesta, fundada, comunicada y, de ese modo, preservada. La verdad y su preservación se copertenecen esencialmente, o sea, históricamente. De esta forma, la humanidad respectiva asume la decisión sobre el modo que le es asignado de ser en medio de la verdad del ente. Ésta es en esencia histórica, no porque el ser-hombre discurra en la sucesión temporal sino porque la humanidad queda transferida (enviada) a la metafísica y sólo ésta es capaz de fundar una época, en la medida en que fija y con ello retiene a una humanidad en una verdad sobre el ente en cuanto tal en su totalidad. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche Apéndices

Que este caos en su totalidad sea eterno retorno de lo mismo sólo se convierte en el pensamiento más extraño y terrible si se llega a comprender y se toma en serio que el pensar de este pensamiento tiene que tener la forma esencial del proyecto metafísico. La verdad sobre el ente en cuanto tal en su totalidad es determinada exclusivamente por el ser del ente mismo. Ni es una vivencia sólo personal del pensador, encerrada en el ámbito de validez de una opinión personal, ni puede esta verdad demostrarse “científicamente”, es decir por medio de la investigación de ámbitos singulares del ente, de la naturaleza o de la historia, por ejemplo. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche Apéndices

¿En qué sentido es la justicia el supremo representante de la voluntad de poder? ¿Qué quiere decir aquí “representante” [Repräsentant]? La palabra no designa aquí a quien está en lugar de algo que él mismo no es. Tampoco tiene el significado de “expresión”, que precisamente en cuanto tal no es nunca lo expresado mismo. Si lo fuera, no podría ni tendría que ser expresión. El “representante” sólo tiene su auténtica esencia allí donde la “representación” [Repräsentation] tiene una necesidad esencial. Ésta aparece apenas se determina en general el ser como re-presentar [Vor-stellen] (re-praesentare). Pero este re-presentar tiene su esencia plena en llevarse a la presencia ante sí mismo en lo abierto marcado y mensurado exclusivamente por él. De este modo, la esencia del ser se determina como subjetividad. Ésta, en cuanto representación, requiere al representante, el cual, al representar, hace aparecer en cada caso al ente mismo en su ser, es decir, en la presencia, en la parousia, y es así el ente. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche Apéndices

Considerar en qué medida el qué-es en cuanto el ser (ideacomo ontos on) da más espacio al ente mismo, al on concebido nominalmente, que al on concebido verbalmente. La indecisión del ente y el ser en el on y la ambigüedad de éste. Heideggeriana: HistoriaSer Apéndices

5. La preeminencia de qué-es da por resultado la preeminencia del ente mismo en cada caso en lo que es. La preeminencia del ente fija el ser como lo koinon a partir de lo en. El carácter distintivo de la metafisica queda decidido. Lo uno en cuanto unidad unificante servirá de norma para la determinación posterior del ser. Heideggeriana: HistoriaSer Apéndices

7. La ambigüedad del eon y del on, no pensada de modo gramatical. Qué quiere decir, inicialmente pensado, lo nominal (el ente mismo) y lo verbal (el ser). Heideggeriana: HistoriaSer Apéndices

Aunque Kant recién designa como “experiencia” (Erfahrung) lo que según Aristóteles se destaca [ya] esencialmente de la empeiria, el conocimiento de los diñti (es decir, kantianamente, de la causalidad), sin embargo ambos concuerdan en que la “experiencia” y la empeiria se refieren al ente mismo accesible inmediata y diariamente y de este modo son maneras de información y conocimiento. Heideggeriana: HegelFenomenologia Apéndices

Las cosas mencionadas en la “alegoría”, y visibles en lo interior de la caverna son, en cambio, la imagen para aquello en que propiamente consiste lo entitativo del ente, siendo esto, según Platón, aquello por lo que el ente se muestra en su “aspecto”, el cual no es tomado por Platón como mero “aspecto” o apariencia. El “aspecto” tiene para él algo todavía de un salir fuera, mediante el cual toda cosa se “presenta”. Es presentándose en su “aspecto” que el ente mismo se muestra. Este “aspecto” es el equivalente griego de eídos o idéa. Las cosas que yacen, a la luz del día, fuera de la caverna, donde la libre perspectiva se extiende a todo, ilustran, en la “alegoría”, las “ideas”. Según Platón, si el hombre no tuviese éstas, es decir, aquel respectivo “aspecto” de cosas, seres vivos, hombres, números y dioses a la vista, jamás podría apercibir esto y aquello, como una casa, como un árbol, como un dios. Cree habitualmente el hombre que ve directamente esta casa y aquel árbol, y, de este modo, a todo ente. Ante todo y, en general, no sospecha el hombre que todo lo que con soltura vale para él como lo “real”, sólo lo ve siempre a la luz de las “ideas”. Mas aquello sólo presuntiva y propiamente real, lo inmediatamente visible, audible, aprehensible, calculable, es siempre, según Platón, la silueta de las ideas y. en consecuencia, una sombra. Esto más próximo y, sin embargo, semejante a sombra. tiene al hombre cotidianamente en cautiverio. El vive en una prisión y deja tras de sí a todas las “ideas”. Y en virtud de que no reconoce en modo alguno a este cautiverio como tal. tiene a este recinto cotidiano bajo la bóveda del cielo por el teatro de la experiencia y de la apreciación que exclusivamente imparten la medida a todas las cosas y relaciones, y la regla para su organización y fijación. Heideggeriana: PDT Apéndices

¿Pero, ¿qué es lo que une a la “cultura” y a la “verdad” en una primaria unidad esencial? La paideía hace mención al giro de todo el hombre en el sentido del desplazamiento, mediante habituación, del dominio de lo que de inmediato viene a su encuentro, a otro dominio en el cual el ente mismo aparece. Este desplazamiento sólo es posible a causa de que todo lo hasta entonces notorio para el hombre y el modo cómo fue ello notorio devienen otra cosa, algo distinto. Aquello a veces desoculto para el hombre y el modo de la desocultación tienen que experimentar una mudanza. Los griegos llamaron a esta desocultación aletheia vocablo que se traduce por “verdad”, y “verdad” significa desde hace largo tiempo para el pensar occidental la congruencia de la representación mental con la cosa: adaequatio intelectus et rei. Heideggeriana: PDT Apéndices

En esta mutación de la esencia de la verdad se cumple, al mismo tiempo, un cambio de lugar de la verdad. Como desocultación ella es todavía un rasgo fundamental del ente mismo; pero como justeza del “mirar” ella deviene la característica del comportamiento humano con relación al ente. Heideggeriana: PDT Apéndices

Al ser recordada la esencia primaria de la verdad, recuerdo en el cual la desocultación se devela como el rasgo fundamental del ente mismo, este recordar la esencia primaria de la verdad tiene que pensar dicha esencia de modo más primario, razón por la cual ese recuerdo no puede jamás tomar la desocultación sólo en el sentido platónico, es decir, bajo la sujeción de la idéa. La desocultación, concebida platónicamente, queda puesta en relación con el mirar, el percibir, el pensar y el enunciar. Obedecer a esta relación significa abandonar la esencia de la desocultación. Ninguna tentativa de fundamentar la esencia de la desocultación en la “razón”, en el “espíritu”, en el “pensar”, en el “logos”, ni en cualquier otra especie de “subjetividad”, puede salvar a dicha esencia, pues lo que es preciso fundamentar, es decir, la esencia de la desocultación misma, aun no es en todo esto lo suficientemente cuestionado. Y siempre tiene que llegar a ser “puesta en claro” la consecuencia esencial de la esencia no comprendida de la desocultación. Heideggeriana: PDT Apéndices

El término ser-consciente (conciencia) nombra un ser. Pero este “ser-” no debe resonar en nosotros como un eco vacío. Significa la presencia al modo de la reunión de lo visto. Ahora bien, la palabra “ser-” y debido a un uso ya tradicional de la palabra, también significa lo ente mismo, que es de ese modo. El otro nombre para este ente, que es al modo del saber, reza “sujeto” : lo que en todas partes yace ante nosotros, lo que está presente y por ello acompaña a toda conciencia; aquello mismo que re-presenta en su representar, que trae hacia sí a su re-presentado y de este modo lo vuelve a obtener. El representar presenta al modo de la representación (representado). El ser de eso que le sale al paso a todo representado, el ser del sujeto en tanto que relación sujeto-objeto reflejada en sí misma, se llama subjetidad. Ella es la presencia al modo de la representación. Estar presente en el estado de la representabilidad significa presentarse como saber en el saber, manifestarse en el sentido inmediato de surgir en un desocultamiento: presentarse, existir. La conciencia es en ella misma, como tal, aquello que se manifiesta. La existencia inmediata de la conciencia o del saber es la manifestación, de tal manera que los lugares de la manifestación se configuran como su escenario en la manifestación y a través de ella. Tal vez ahora haya quedado más claro lo que significa la expresión “presentación del saber que se manifiesta”. No significa la presentación de algo que sólo emerge en la mera apariencia. Lo único que significa es representar el saber, que de modo inmediato no es otra cosa más que aquello que se manifiesta en su manifestarse. La presentación representa, junto con el saber que se manifiesta, a la conciencia que es en cuanto que es, es decir, en cuanto saber efectivo, real. Heideggeriana: HegelExperiencia Apéndices

Se distingue al saber natural frente al saber real. Por lo tanto, lo natural no es real y lo real no es natural. Se podría pensar que ambos son lo mismo. Lo natural es aquello que surge de la naturaleza, que forma parte de ella y a ella corresponde. La naturaleza es lo ente mismo sin esfuerzo. Pero, ¿acaso no es esto lo real, bajo lo que se entiende sin embargo a lo efectivo, que no es otra cosa que lo propiamente ente, la naturaleza? Hegel utiliza la distinción entre natural y real en relación con el saber o la conciencia, la cual es en sí misma aquello que se manifiesta. En el modo del manifestarse está presente el sujeto, con el que, al mismo tiempo y concretamente en su relación con él, se presenta el objeto. El sujeto que se manifiesta es el saber que se presenta, la conciencia natural. Pero, según la frase de Hegel, la presentación del saber que se manifiesta probará que la conciencia natural es aquello que no es el saber real. La conciencia natural prueba ser incluso “sólo concepto del saber”. Podríamos opinar que Hegel piensa que la naturaleza es un mero concepto y por ende nada efectivamente real. Se podría pensar, a la vista de este desvanecimiento de la naturaleza en una mera abstracción, que hay que devolverle a la naturaleza sus derechos en calidad de aquello efectivamente real. Pero Hegel no niega que la naturaleza sea algo efectivamente real, sino simplemente que no puede ser la realidad efectiva, el ser de lo ente. Por tanto, Hegel tampoco dice en absoluto que la naturaleza sólo sea un concepto. Sin embargo, sí dice que la conciencia natural probará ser “sólo concepto del saber o saber no real”. Qué significa aquí “sólo concepto del saber” es algo que sólo se puede determinar a partir de lo que piensa Hegel con la expresión “saber real”. Heideggeriana: HegelExperiencia Apéndices

Según Nietzsche, con los valores en tanto que puntos de vista se establecen “las condiciones de conservación y aumento”. La propia manera que tiene de escribir estas palabras en su lengua, sin la conjunción “y” entre conservación y aumento, que ha sido sustituida por un guión de unión *, le sirve a Nietzsche para hacer notar que los valores, en cuanto puntos de vista, son esencialmente, y por lo tanto siempre, condiciones de la conservación y el aumento. En donde se disponen valores hay que considerar siempre ambos tipos de condición, de tal modo que permanezcan unitariamente en mutua relación. ¿Por qué? Evidentemente solo porque lo ente mismo, en su aspiración y representación, es de tal modo en su esencia que necesita de ese doble punto de visión. ¿De qué son condiciones los valores como puntos de vista si tienen que condicionar al mismo tiempo la conservación y el aumento? Conservación y aumento caracterizan los rasgos fundamentales de la vida, los cuales se pertenecen mutuamente dentro de sí. A la esencia de la vida le toca el querer crecer, el aumento. Toda conservación de vida se encuentra al servicio del aumento de vida. Toda vida que se limita únicamente a la mera conservación es ya una decadencia. Por ejemplo, para un ser vivo asegurarse el espacio vital nunca es una meta, sino sólo un medio para el aumento de vida. Viceversa, una vida aumentada acrecienta la necesidad anterior de ampliar el espacio. Pero no es posible ningún aumento si no existe ya y se conserva un estado asegurado y sólo de ese modo capaz de aumento. Lo vivo es por tanto una “formación compleja de vida” constituida por la unión de ambos rasgos fundamentales, el aumento y la conservación. Los valores, en su calidad de puntos de vista, guían la visión hacia “la contemplación de las formaciones complejas”. La visión es, en cada caso, visión de una mirada vital que domina sobre todo ser vivo. Desde el momento en que dispone los puntos de visión para los seres vivos, la vida se muestra en su esencia como instauradora de valores (vid. Voluntad de Poder, afor. 556 del año 1885-86). Heideggeriana: NietzscheDeus Apéndices

No sabemos qué figura escondida, estructurada a partir de la esencia de la justicia como su verdad, le estaba reservada a la metafísica de la voluntad de poder. Apenas si se ha enunciado su primera proposición fundamental y, para eso, no como tal proposición. con esa forma. Es verdad que el carácter de tesis de dicha proposición, dentro de esta metafísica, es de una naturaleza particular. Es verdad que la primera proposición de valor no es la tesis suprema para un sistema deductivo de tesis. Pero si entendemos el término proposición fundamental de la metafísica con el debido cuidado, en el sentido de que nombra el fundamento esencial de lo ente como tal, esto es, dicho ente mismo en la unidad de su esencia, entonces la tesis sigue siendo suficientemente amplia y variada como para determinar en cada caso, según la naturaleza de la metafísica, el modo de su decir sobre el fundamento. Heideggeriana: NietzscheDeus Apéndices

En la medida en que se piensa la superación como artefacto de la Filosofía, el rótulo más adecuado podría decir: el pasado de la Metafísica. Pero este rótulo suscita nuevos malentendidos. Pasado quiere decir aquí: pasar (marcharse para no volver), disolverse en el haber sido. Al pasar, la Metafísica está pasada. El pasado no excluye sino que incluye el hecho de que ahora, no antes, la Metafísica llegue a su dominio absoluto en el seno del ente mismo y en cuanto tal ente, en la figura desprovista de verdad de lo real y de los objetos. Pero experienciada desde los albores de su comienzo, la Metafísica es al mismo tiempo algo pasado en el sentido de que ella ha entrado en su finalización. La finalización dura más tiempo que lo que ha durado hasta ahora la historia acontecida de la Metafísica. Heideggeriana: SM Apéndices

Canto es existencia, dice el tercer soneto de la primera parte de los Sonetos a Orfeo, La palabra existencia ha sido utilizada aquí en el sentido tradicional de presencia, como sinónima de ser. Cantar, decir expresamente la existencia mundanal, decir a partir de lo salvo de la percepción pura y completa, y decir sólo eso, significa: pertenecer al ámbito de lo ente mismo. Este ámbito es, como esencia del lenguaje, el propio ser. Cantar el canto significa estar presente en lo presente mismo, es decir, existencia. Heideggeriana: ParaQuePoetas Apéndices

La trascendencia es, primero, la – desde el ente dirigiéndose hacia el Ser -, relación entre ambos. Pero la trascendencia es, al mismo tiempo, la relación que conduce de un ente cambiante a un ente en reposo. Trascendencia significa, finalmente, correspondiendo al uso del título “excelencia”, aquel supremo ente mismo, que entonces es llamado también “el Ser”, de lo que resulta una extraña mezcolanza con la significación primero aducida. Heideggeriana: PreguntaSer Apéndices

¿A qué llamada nos referimos? En todas partes se provoca a nuestro existir – a veces como juego, otras oprimido, acosado o impelido – a dedicarse a la planificación y cálculo de todo. ¿Qué se expresa en este desafío? ¿Resulta sólo de un capricho del hombre? ¿O es que lo ente mismo viene hacia nosotros de tal manera que nos habla sobre su capacidad de planificación y cálculo? Y en tal caso, ¿se encontraría provocado el ser a dejar aparecer lo ente en el horizonte de la calculabilidad? En efecto. Y no sólo esto. En la misma medida que el ser, el hombre se encuentra provocado, esto es, emplazado, a poner en lugar seguro lo ente que se dirige hacia él, corno la substancia de sus planes y cálculos, y a extender ilimitadamente tal disposición. Heideggeriana: PrincipioIdentidade Apéndices