Este uso de la palabra “categoría” no corresponde ni al concepto originario ni al significado, conectado con aquél, que ha conservado la palabra en cuanto palabra filosófica fundamental. No obstante, el uso que nos es corriente es derivado del filosófico. Kategoria, kategorein, se formaron a partir de kata y agoreuein. Agora significa la reunión pública de seres humanos a diferencia de la reunión cerrada de un consejo, significa la publicidad de las deliberaciones, del procedimiento judicial, del mercado y de los movimientos; agoreuein quiere decir: hablar públicamente, anunciar, revelar algo en público. Kata quiere decir: de arriba hacia abajo, alude a la mirada que se dirige a algo; kategorein significa, por lo tanto: con la mirada dirigida explícitamente a algo, hacerlo público, revelarlo como lo que es. Tal revelación acontece por medio de la palabra, en la medida en que ella interpela una cosa – un ente en general – en dirección de lo que ella es y la nombra como lo que es de tal y cual manera. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
El hombre que está en la relación fundamental con el ente experimentada de modo griego es metron, medida, en cuanto deja que la mesura que se atiene al entorno de lo desocupo, limitado para el respectivo sí mismo, se convierta en rasgo fundamental de su esencia. Esto encierra, al mismo tiempo, el reconocimiento de un desocultamiento del ente y la admisión de una indecidibilidad acerca de la presencia y la ausencia, acerca del aspecto del ente en general. Por eso dice Protágoras (Diels, Die Fragmente der Vorsokratiker, Protágoras, B 4) “Acerca de los dioses no estoy en condiciones de saber algo (esto quiere decir, en griego: de recibir en la “visión” algo desoculto), ni de que son ni de que no son, ni de cómo son en cuanto a su aspecto”; “pues es múltiple lo que impide percibir el ente como tal; tanto el no revelarse (es decir el ocultamiento) del ente como la brevedad de la historia del hombre”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
En oposición a interpretaciones de esta laya, se apunta que en toda la filosofía antigua no hay un tal idealismo. A esto ha de decirse, ciertamente, que la interpretación del pensamiento parmenídeo como “realismo” es igualmente insostenible, puesto que no se trata aquí de una toma de posición con respecto a la relación del ente en general con el sujeto entitativo (zum seienden Subjekt), sino de un primer alborear del problema metafísico propiamente tal del ser en general. No es cosa de si el sujeto pone al ente o si, en cuanto cognoscente, se rige según el ente, sino de en qué modo el hombre comprende en general algo así como ser. Precisamente quien, en teoría del conocimiento, no piensa en términos idealistas, se cree, particularmente hoy en día, en ventaja con respecto al así llamado criticismo y cree ser así el albacea de la tradición medieval y antigua, mientras que sólo representa el reverso del idealismo, es decir que también piensa en términos de teoría del conocimiento y no puede aprehender el problema; la verdad es que lo puede mucho menos. Heideggeriana: TranscendenciaST
El más íntimo motivo metafísico del carácter representador de la mónada es la función ontológica unificadora del impulso. Al propio Leibniz le quedó oculta esta motivación. Pero, de acuerdo con la propia cosa, el motivo sólo puede ser éste, y no la reflexión de que la mónada es, en cuanto fuerza, algo vivo y que a lo vivo le pertenece el alma, y al alma, a su vez, el representar. Bajo esta forma nos quedaríamos en un mero traspasar exteriormente eso anímico a lo ente en general. Heideggeriana: CursoMarburgo
Sólo en la clara noche de la nada de la angustia surge por fin la originaria apertura de lo ente como tal: que es ente y no nada. Este “y no nada” añadido a nuestro discurso no es una explicación a posteriori, sino lo que previamente hace posible el carácter manifiesto de lo ente en general. La esencia de la nada cuyo carácter originario es desistir reside en que ella es la que conduce por vez primera al ser-aquí ante lo ente como tal. Heideggeriana: OQM
Los tres modos citados de determinación de la coseidad conciben la cosa como portadora de características, como unidad de una multiplicidad de sensaciones, como materia conformada. A lo largo de la historia de la verdad sobre lo ente se fueron entremezclando las citadas interpretaciones, aunque ahora se pasa esto por alto. De este modo, se reforzó aún más la tendencia a la extensión que ya las distinguía, de manera que terminaron valiendo igualmente para la cosa, el utensilio y la obra. Así es como surge de ellas ese modo de pensar por el cual no pensamos sólo sobre la cosa, el utensilio y la obra en particular, sino sobre todo ente en general. Este modo de pensar que se ha tornado habitual hace tiempo, anticipa toda comprensión inmediata de lo ente. Dicha comprensión anticipada impide la meditación sobre el ser de todo ente. Y, de este modo, ocurre que los conceptos dominantes de cosa nos cierran el camino hacia el carácter de cosa de la cosa, así como al carácter de utensilio del utensilio y sobre todo al carácter de obra de la obra. Heideggeriana: OOA1935
No analizaremos aquí el origen esencial de esta de la verdad. Previo a todo se plantea la pregunta: ¿Qué significa aquí ente y el ente? ¿Cómo se relaciona el ente en general con la “vida”? ¿En qué sentido y por qué el ente tiene que ser representable y representado para el hombre? ¿En qué consiste este representar y cómo se determina desde la esencia de la “vida”? Alrededor de estas preguntas y sólo alrededor de ellas, preguntas formuladas a veces con mayor, a veces con menor claridad, gira la meditación de Nietzsche sobre la esencia de la verdad. Los dos párrafos siguientes y últimos del n. 507 dan la respuesta a grandes rasgos. A nosotros nos proporcionan, a su vez, los hitos para interrogar la concepción nietzscheana de la verdad hasta su fundamento más íntimo: Que tenga que haber una serie de creencias; que esté permitido juzgar; que falte la duda respecto de todos los valores esenciales: esto es presupuesto de todo lo viviente y de su vida.” Heideggeriana: VontadePoder Apéndices
Si la justicia es el “supremo representante de la vida misma, si en la vida humana se revela propiamente la voluntad de poder, ¿ no se convierte la extensión de la justicia a poder fundamental del ente en general y la interpretación continua del ente en su totalidad como voluntad de poder en una humanización de todo ente? ¿No se piensa el mundo según la imagen del hombre? ¿No es un pensar tal puro antropomorfismo? Ciertamente, es el antropomorfismo del “gran estilo”, que se interesa por pocas cosas y de larga duración. Tampoco debemos creer que esta humanización se le tenga que presentar ahora a Nietzsche como una objeción. Él tenía conciencia del antropomorfismo de su metafísica. Tenía conciencia de él no sólo como de un modo de pensar en el que hubiera caído accidentalmente y del que no encontrara salida. Nietzsche quiere esta humanización de todo el ente y sólo la quiere a ella. Esto resulta claro en una breve nota del año 1884: “”Humanizar” el mundo, es decir, sentirnos en él cada vez más como señores” (La voluntad de poder, n. 614). Esta humanización no se realiza, sin embargo, a imagen de un hombre cualquier, cotidiano y normal, sino sobre la base de una interpretación del ser-hombre que, fundado en la “justicia”, es en el fondo de su esencia voluntad de poder. Heideggeriana: VontadePoder Apéndices
Que ambos pensamientos piensan lo mismo, la voluntad de poder en términos modernos, el eterno retorno de lo mismo en términos de la historia final, resultará visible si sometemos a una meditación el proyecto conductor de toda metafísica. En la medida en que éste representa el ente en general en dirección de su entidad, pone al ente en cuanto tal en lo abierto de la consistencia y de la presencia. Sin embargo, desde qué ámbito son re-presentados [vor-gestellt] la consistencia y el presenciar y, más aún, el volver consistente del presenciar, es algo que no le inquieta jamás al proyecto conductor de la metafísica. La metafísica se mantiene simplemente en lo abierto de su proyecto y da al volver consistente del presenciar una interpretación en cada caso diferente, de acuerdo con la experiencia básica de la entidad del ente ya previamente determinada. Pero si se despierta una meditación para la cual lo despejante [Lichtende] que hace acaecer [ereignet] toda apertura de lo abierto entre en la mirada, entonces el volver consistente y el presenciar mismos son interrogados respecto de su esencia. Ambos muestran entonces su esencia temporal y exigen al mismo tiempo que desaparezca de la mente lo que se comprende habitualmente con la palabra “tiempo”. Heideggeriana: EternoRetorno Apéndices
La experiencia de la reflexión como tal referencia supone, sin embargo, que la referencia al ente en general se experimenta como repraesentatio, como re-presentar, presentificar [Ver-gegenwärtigen]. Heideggeriana: HistoriaSer Apéndices
Lo real es lo verdaderamente ente. Lo verdadero, el ens verum, es desde Descartes el ens certum: lo que se sabe a sí mismo en la certeza, lo que está presente en el saber. Pero el ens certum sólo es verdaderamente sabido cuando es sabido qua ens. Esto ocurre cuando el esse del ens es representado propiamente y cuando lo ente es sabido en su ser, lo real sabido en su realidad. El saber real es el saber que representa en todo momento y en todo lugar a lo ente en su entidad (realidad), a aquello que se manifiesta en su manifestarse. Por eso, el saber de la realidad de lo real se llama el saber real. Cuando el saber natural demuestra ser el saber no real, esto significa que aparece como aquel saber que no representa a lo ente como tal en ningún momento, sino que en su representar sólo se aferra a lo ente. Cuando busca a lo ente en su verdad, siempre intentará explicar lo ente a partir de lo ente. Aquel ente, en el que surge la conciencia, le resulta por eso mismo aquel que sólo se abre para él y por lo tanto vale como lo natural. Debido a que semejante representar surge él mismo en eso ente que se abre en él y de este modo permanece rodeado de él, este saber es el saber natural. Pero incluso este último sólo puede surgir en lo propiamente ente y tomar todo por lo ente en todas partes si, cuando lo hace, y sin saberlo, no tiene ya en el representar la entidad de lo ente en general. El modo de representar natural de lo ente es ya, en sí mismo y necesariamente, ese general representar la entidad de lo ente, de tal manera que no llega a saber propiamente la entidad de lo ente, la realidad de lo real. La conciencia natural no se preocupa del ser a la hora del representar lo ente y sin embargo debe hacerlo. No puede evitar representar al mismo tiempo al ser de lo ente en general, porque sin la luz del ser ni siquiera podría perderse en lo ente. Desde este punto de vista, la conciencia natural sólo es el representar de la entidad en lo general e indeterminado: “sólo concepto del saber”, no el saber que alcanza certeza de la realidad de lo real. Heideggeriana: HegelExperiencia Apéndices
Si recordamos una vez más la historia del pensar europeo-occidental, descubrimos que la pregunta por el ser, como pregunta por el ser del ente, es dual. Por un lado pregunta: ¿Qué es el ente en general como ente? Las consideraciones en torno a esta pregunta, en el curso de la historia de la filosofía se llevan a cabo bajo el título de ontología. La pregunta “qué es el ente”, pregunta al mismo tiempo: ¿cuál es y cómo es el ente en el sentido del ente supremo? Es la pregunta por lo divino y por Dios. El ámbito de esta pregunta se llama teología. La dualidad de la pregunta por el ser del ente se puede comprender en el título onto-teología. La doble 3a pregunta: “¿qué es el ente” dice por un lado: ¿qué es (en general) el ente? por otro dice: ¿qué (cuál) es el ente por antonomasia? La dualidad de la pregunta por el ente debe residir evidentemente en el modo como se muestra 4b el ser del ente. El ser se muestra en el carácter de aquello que llamarnos fundamento (Grund). El ente en general es el fundamento en el sentido del suelo (Boden) sobre el que se mueve cualquier consideración más amplia sobre el ente. El ente como ente supremo es el fundamento en el sentido de aquello que deja surgir todo ente en el ser. Heideggeriana: KantSer Apéndices