destinado

La ex-sistencia es algo que sólo se puede decir de la esencia del hombre, esto es, sólo del modo humano de “ser”. Porque, en efecto, hasta donde alcanza nuestra experiencia, sólo el hombre está implicado en el destino de la ex-sistencia. Por eso, si admitimos que el hombre está destinado a pensar la esencia de su ser y no sólo a narrar historias naturales e históricas sobre su constitución y su actividad, tampoco se puede pensar la ex-sistencia como una especie específica en medio de las otras especies de seres vivos. Y, por eso, también se funda en la esencia de la ex-sistencia la parte de animalitas que le atribuimos al hombre cuando lo comparamos con el “animal”. El cuerpo del hombre es algo esencialmente distinto de un organismo animal. La confusión del biologismo no se supera por añadirle a la parte corporal del hombre el alma, al alma el espíritu y al espíritu lo existencial y, además, predicar más alto que nunca la elevada estima en que se debe tener al espíritu, si después se vuelve a caer en la vivencia de la vida, advirtiendo y asegurando que los rígidos conceptos del pensar destruyen la corriente de la vida y que el pensar del ser desfigura la existencia. Que la fisiología y la química fisiológica puedan investigar al ser humano en su calidad de organismo, desde la perspectiva de las ciencias naturales, no prueba en modo alguno que en eso “orgánico”, es decir, en el cuerpo científicamente explicado, resida la esencia del hombre. Esa opinión tiene tan poco valor como la que sostiene que la esencia de la naturaleza está encerrada en la energía atómica. Después de todo, bien podría ser que la naturaleza ocultase su esencia precisamente en la cara que presenta al dominio técnico del hombre. Así como la esencia del hombre no consiste en ser un organismo animal, así tampoco esa insuficiente definición esencial del hombre se puede desechar o remediar con el argumento de que el hombre está dotado de un alma inmortal o una facultad de raciocinio o del carácter de persona. En todos los casos estamos pasando por encima de la esencia, basándonos precisamente en el fundamento del propio proyecto metafísico. 368 Heideggeriana: CartaH

Pero ¿no es en Ser y tiempo (p. 212) – donde el “se da” toma voz – en donde se dice “sólo mientras el Dasein es, se da el ser”? Es verdad. Esto significa que sólo se traspasará ser al hombre mientras acontezca el claro del ser. Pero que acontezca el “aquí”, esto es, el claro como verdad del ser mismo, es precisamente lo destinado al propio ser. El ser es el destino del claro. Así, la citada frase no significa que el Dasein del hombre, en el sentido tradicional de existentia o, pensado modernamente, como realidad efectiva del ego cogito, sea aquel ente por medio del cual se llega a crear por vez primera el ser. La frase no dice que el ser sea un producto del hombre. En la Introducción a Ser y tiempo (p. 38) se dice clara y sencillamente, y hasta destacándolo con cursivas, que el “ser es lo trascendente por antonomasia”. Así como la apertura de la proximidad espacial sobrepasa cualquier cosa cercana o lejana, vista desde esa misma cosa, así el ser está esencialmente más lejos que todo ente, porque es el claro mismo. Y, por esto, y conforme al principio que en un primer momento es inevitable en la metafísica aún dominante, el ser es pensado desde lo ente. Sólo desde este punto de vista se muestra el ser en un sobrepasamiento y en cuanto tal. 406 Heideggeriana: CartaH

Lo que pasa es que, por ser un buscar y un indagar en lo no pensado, el pensar no es sólo une aventure. Como pensar del ser, el pensar es reclamado por el ser en su esencia. El pensar se refiere al ser en cuanto eso que adviene (l’avenant). En cuanto tal pensar, el pensar está vinculado al advenimiento del ser, y en cuanto advenimiento está vinculado al ser. El ser ya se ha destinado al pensar. El ser es en cuanto destino del pensar. Pero el destino es en sí mismo histórico. Su historia ya ha llegado al lenguaje en el decir de los pensadores. 515 Heideggeriana: CartaH

Ni es el mérito de mi preguntar ni el edicto de mi pensar el que este pertenecer y aportar repose en el aconteciente a.propiar y se llame Ereignis (cf. Identidad y Diferencia, p. 30 ss.). Que aquello que, muy sin pensar, nombramos “verdad”, para los griegos se llame ‘a-letheia, y por cierto, tanto en la lengua poética y en la no-filosófica como en la filosófica, no es invención ni arbitrio de ellos. Es la más alta dote de su lengua, en la cual lo presenciante como tal alcanzó el desocultamiento y – el ocultamiento. Quien no tenga sentido para avistar el dar de un tal don, para el destinar de algo así destinado, no comprenderá jamás el discurso del destino del ser, tan escasamente como el ciego de nacimiento podrá jamás experimentar qué son luz y color. 581 Heideggeriana: CartaPrologo

Y la humanidad ha llegado hoy hasta el punto de consentir verse arrastrada a algo que hasta ahora, en su historia, no había podido salir a la luz. La humanidad entra en esa era a la que ha dado el nombre de “era atómica”. Un libro recientemente aparecido y destinado al gran público lleva por título: Viviremos gracias a los átomos. Está provisto de una nota introductoria del Premio Nobel Otto Hahn y de un prólogo del actual ministro de defensa, Franz Joseph Strauss. Al final de su introducción, los autores del libro escriben: “La era atómica puede pues convertirse en una era llena de esperanzas, floreciente y feliz, una era en la cual viviremos gracias a los átomos. ¡Depende de nosotros!” 915 Heideggeriana: Fundamento1956

Pero ¿y si el “habla natural”, que para la teoría de la información no es más que un residuo molesto, entresacara su naturaleza – o lo desplegante de la esencia del habla – del Decir? ¿Y si el Decir, en lugar de sólo molestar a lo destructivo de la información. se hubiera ya adelantado a ella desde lo in-disponible (Unbestellbaren) del advenimiento apropiador? ¿Y si el advenimiento apropiador – nadie sabe cuando ni cómo – se hiciera in-tuito (Eirz-Blick)cuyo fulgor iluminante entra en aquello en lo que es y en lo que se toma por ente? ¿Y si por esta su entrada el advenimiento apropiador sustrajera todo lo presente de su sujeción a la mera disponibilidad y lo devolviera a lo que le es propio? Toda habla humana está apropiada en el Decir y, en tanto que tal, es, en el sentido estricto de la palabra. habla verdadera – si bien según distintas medidas de proximidad al advenimiento apropiados. Toda habla verdadera, por estar dirigida al hombre por la puesta-en-camino del Decir, está asignada, destinada y por ello es de carácter (históricamente) destinado. 1565 Heideggeriana: CaminhoLinguagem

Lo segundo que será ante todo necesario para dilucidar la proposición final de la sección A es señalar el modo en que Nietzsche nombra aquí, a modo de resumen, las tres categorías de acuerdo con las cuales ha sido interpretado el ente en su totalidad. En lugar de “sentido” dice ahora “fin”, en lugar de “totalidad” y “sistematización” dice “unidad”, y, lo que es lo más decisivo, en lugar de “verdad” y “mundo verdadero” dice aquí directamente “ser”. Todo esto, nuevamente, sin ningún tipo de explicación. En realidad, no debemos asombrarnos por la falta de explicación de los conceptos y nombres que aquí se utilizan. Lo que tenemos ante nosotros en este fragmento, en forma de una nota, no es una sección de un libro destinado al “público”, ni menos aún una sección de un tratado, sino el monólogo de un pensador. En él no habla con su “yo” ni con su “persona”, habla con el ser del ente en su totalidad y desde el ámbito de lo ya previamente dicho en la historia de la metafísica. 2011 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Aquí habría que discutir la cuestión de cómo ningún instrumento de los sentidos, tomado por sí mismo, puede tener una preeminencia respecto de otro cuando se trata de la experiencia del ente. Habría que tener en cuenta que ninguna sensibilidad es capaz de percibir jamás el ente en cuanto ente. Hacia el final del libro sexto de su gran diálogo sobre la República, Platón intenta aclarar la relación del conocer con el ente conocido poniendo en correspondencia esta relación con el ver y lo visto. Dando por supuesto que el ojo esté equipado con la facultad de ver, y dando por supuesto que haya colores en las cosas, la facultad de ver no podrá ver y los colores no se tornarán visibles si no ha aparecido un tercer elemento que, por su esencia, está destinado a posibilitar a la vez el ver y la visibilidad. Este tercer elemento es to phos, la luz, la fuente de luz, el sol. Él brinda la luz en la que las cosas se vuelven visibles y los ojos videntes. 2725 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Aquello como lo que la exsistencia, en un estar-despierta mantenido en tales términos, se topa a sí misma, es decir, su carácter de ser, no es susceptible de calcularse de antemano y no es nada destinado a la humanidad en general, nada destinado a un público, sino que es la determinada y decisiva posibilidad en la exsistencia concreta de cada caso, es decir, en la facticidad concreta de cada caso, es decir, en cada facticidad concreta. En la medida en que se logra apresar, aprehender hermenéuticamente la facticidad y traer lo aprehendido a aprehensión conceptual, es decir, ponerlo en conceptos, tal posibilidad se volverá más transparente. Pero “a la vez” se gasta y consume a sí misma. La Existenz, el existir, en tanto que posibilidad histórica de la exsistencia, pero posibilidad determinada en cada caso, se ha estropeado ya a sí misma en cada caso como aquello que es si se le plantea la exigencia de hacerse presente de antemano a sí misma para una curiosidad filosófica que busque retratarla. La Existenz nunca es “objeto” sino ser; sólo es ahí en cuanto que “es” una vida, es decir, en cuanto hela ahí en una vida en concreto. 3033 Heideggeriana: GA63

La esencia de la verdad se desvela como libertad. La libertad es el dejar ser exsistente que desencubre a lo ente. Todo comportarse que se mantiene siempre abierto se mueve en el dejar ser a lo ente y se comporta siempre en relación con este o aquel ente. En cuanto supone dejarse implicar en el desencubrimiento de lo ente en su totalidad en cuanto tal, la libertad ya ha determinado y destinado todo comportarse a un estado de ánimo relativo a lo ente en su totalidad. Ahora bien, la determinación del estado de ánimo (el propio estado de ánimo) nunca se puede entender a la manera de una “vivencia” ni de un asentimiento”, porque de ese modo sólo se vería privado de su esencia e interpretado a partir de eso (como la “vida” y el “alma”) que sólo puede afirmar la mera apariencia de un derecho esencial, mientras sigue llevando en su interior el falseamiento y la mala interpretación de dicha determinación del estado de ánimo. La determinación del estado de ánimo, es decir, la exposición ex-sistente en lo ente en su totalidad, sólo puede ser “vivida” y “sentida” porque el “hombre que la vive”, sin intuir siquiera la esencia del estado de ánimo, se encuentra en toda ocasión implicado en una determinación del estado de ánimo que desencubre a lo ente en su totalidad. Todo comportarse del hombre histórico, de modo más o menos acentuado, más o menos sabido, tiene ya determinado su ánimo y mediante dicho estado de ánimo se ve incorporado a lo ente en su totalidad. El carácter abierto de lo ente en su totalidad no coincide con la suma de los entes conocidos en cada momento. Al contrario: allí donde lo ente es poco conocido para el hombre y la ciencia apenas lo conoce y sólo de modo superficial, el carácter abierto de lo ente en su totalidad puede dominar de modo más esencial que allí en donde lo conocido y lo que siempre puede ser conocido son ya tan vastos que no se pueden abarcar con la mirada y en donde ya no se puede resistir de ningún modo la laboriosidad del conocer, desde el momento en que la posibilidad de una dominación técnica de las cosas se cree ilimitada. Precisamente, ese modo de aplanar e igualar propios del conocer todo y sólo conocer acaban nivelando el carácter abierto de lo ente hasta reducirlo a la nada aparente de lo que ya ni siquiera es algo indiferente, sino simplemente algo olvidado. 4185 Heideggeriana: EssenciaVerdade

NietzscheLa verdad sobre el ente en cuanto tal en su totalidad es en cada caso asumida, dispuesta y preservada por una humanidad. Por qué esto es así, la metafísica no es capaz de pensarlo, ni siquiera de preguntarlo; apenas si es capaz de pensar que es así. La pertenencia de la esencia humana a la salvaguardia del ente no se basa de ninguna manera en que en la metafísica moderna todo ente es objeto para un sujeto. Esta interpretación del ente desde la subjetividad es ella misma metafísica y ya una oculta consecuencia de la encubierta referencia del ser mismo a la esencia del hombre. Esta referencia no puede pensarse desde la relación sujeto-objeto, pues ésta es precisamente el necesario desconocimiento y el constante encubrimiento de esa referencia y de la posibilidad de experimentarla. Por ello, la proveniencia esencial del antropomorfismo – necesario en el acabamiento de la metafísica – y de sus consecuencias, la proveniencia del dominio del antropologismo, constituyen un enigma para la metafísica, que ni siquiera puede advertirlos como tal. Puesto que el hombre pertenece a la esencia del ser y, desde ese pertenecer, resulta destinado a la comprensión de ser, el ente, según sus diferentes ámbitos y grados, se halla en la posibilidad de ser investigado y dominado por el hombre. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Con esta palabra (ser, es…), el hombre ha recibido ya la garantía de que, antes que todo ente, el Ser es dicho y decible. Pero al mismo tiempo se ha destinado la capciosidad (das Verfängnis) de explicar la palabra sólo a partir del lenguaje y, así, de excluir al pensar del camino que medita en conformidad con el inicio del lenguaje (dem Anfang der Sprache nachdenkt). Heideggeriana: Palavra1944

Sin embargo, porque el Ser se ha destinado en cuanto esencia de la técnica en lo dis-puesto, pero la esencia-humana pertenece a la esencia del Ser, en cuanto que la esencia del Ser necesita a la esencia humana, para quedar custodiado [gewahrt] en cuanto Ser según la propia esencia en medio de lo ente, y así esenciar como lo Ser, por ello la esencia de la técnica no puede ser conducida a la transmutación de su destino sin la asistencia de la esencia-humana. Mas, con eso la técnica no es superada [überwunden] humanamente. Por el contrario, la esencia de la técnica es restablecida [verwunden] en su verdad, todavía oculta. Este restablecimiento es semejante al que acontece en el ámbito humano cuando alguien se sana de un dolor. Pero el restablecimiento de un destino del Ser, aquí y ahora, el olvido de lo dis-puesto, se acontece-apropia cada vez desde el advenimiento de un otro destino, que ni se puede precalcular lógico-historiográficamente, ni construir metafísicamente como consecuencia de un proceso histórico. Pues lo histórico, o, pues, el acontecer, historio-gráficamente concebido, jamás determina al destino, sino que, cada vez el acontecer y el concebir a éste asignado, sus componentes son ya lo destinados de un destino del Ser. Heideggeriana: Kehre1949

Zaratustra es un portavoz en este triple sentido. Pero ¿qué es lo que habla delante (de los demás)? ¿En favor de quién habla? ¿Qué intenta explicar? ¿Es Zaratustra sólo un portavoz cualquiera de cualquier cosa o es el portavoz de lo Uno que siempre, y antes que nada, está interpelando al hombre? Hacia el final de la tercera parte de Así hablaba Zaratustra hay una sección que lleva por título: “El convalescente” (Der Genesende). Éste es Zaratustra. Pero ¿qué significa “der Genesende”? “Genesen” es la misma palabra que el griego neomai, nostos Significa: regresar a casa; nostalgia es la morriña, el dolor de hogar. El “Genesende” es el que se recoge para el retorno al hogar, es decir, para entrar en aquello a lo que está destinado. El “convalescente” está en camino hacia sí mismo, de tal modo que puede decir de sí quién es. En el fragmento citado, el convalescente dice: “Yo, Zaratustra, el portavoz de la vida, el portavoz del sufrimiento, el portavoz del círculo … ” Heideggeriana: NietzscheZaratustra

La esencia de la técnica moderna pone al hombre en camino de aquel hacer salir de lo oculto por medio del cual lo real y efectivo, de un modo más o menos perceptible, se convierte en todas partes en existencias. Poner en un camino… a esto, en nuestra lengua, se le llama enviar. A aquel enviar coligante que es lo primero que pone al hombre en un camino del hacer salir lo oculto lo llamamos el sino (lo destinado). Desde aquí se determina la esencia de toda historia acontecida. Ésta no es, ni sólo el objeto de la Historia, ni sólo la cumplimentación del humano hacer. Éste se hace histórico sólo en cuanto destinal (propio del sino) (cfr. Vom Wesen der Wahrheit, 1930; primera edición 1943, p. 16 y s.). Y sólo el sino que marca el representar objetual hace que lo histórico (de la historia acontecida) se haga accesible como objeto para la Historia, es decir, se haga una ciencia, y hace posible la equiparación corriente entre lo histórico (de la historia acontecida) y lo histórico (de la Historia). Heideggeriana: QCT

¿Qué dice esto sino que el movimiento hacia un “siempre-menos” en plenitud y originariedad dentro del ente en totalidad, no sólo es acompañado sino determinado por un crecimiento de la voluntad de poder? La voluntad de poder es la voluntad que se quiere. Como tal voluntad y en su orden aparece, temprano prefigurado e imperante de diversos modos, aquello que representado desde el ente, le sobrepasa y dentro del sobrepasar retroactúa sobre el ente, ya sea como el fundamento del ente, ya sea como su causación. La reducción constatable dentro del ente consiste en una producción del Ser, a saber, en el despliegue de la voluntad en la voluntad incondicionada de la voluntad. La desaparición, la ausencia, está determinada desde una presencia y por ésta. Ella precede a todo lo que desaparece, lo sobrepasa. Así pues también impera allí, donde el ente se esfuma, no sólo este por sí, sino anteriormente otro de modo determinante. Por todas partes está el sobrepasar que vuelve sobre el ente, el “transcendens absoluto” (Ser y Tiempo, § 7), “el Ser” del ente. Sobrepasar es la metafísica misma, por lo que esté nombre no significa ahora una doctrina y disciplina de la filosofía, sino esto, el que “hay” aquel sobrepasar (Ser y Tiempo, § 43c). Está dado en la medida en que está puesto, es decir destinado, en el camino de su imperar. La plenitud y subitaneidad incalculables de eso que se despliega como sobrepasar, es lo que se llama el destino de (genitivo objetivo) la meta tísica. Heideggeriana: PreguntaSer

El que dejara atrás cosas graves y difíciles debería recordarnos de modo más riguroso y más diferente aún que antes de qué remoto origen provino la pregunta despertada en él sobre la esencia del nihilismo. La pregunta no se ha vuelto más fácil para nosotros. Por eso tiene que limitarse a algo más previo: a reflexionar sobre las viejas y venerables palabras cuyo decir nos indica el ámbito esencial del nihilismo y de su torsión. ¿Hay una salvación más esforzada de lo destinado a nosotros y transmitido en el destino como tal rememoración? No sabría ninguna. Pero aparece como revolucionario para quienes lo tradicional no tiene origen. Toman ya como absolutamente válido lo que simplemente aparece. Exigen que aparezca en los sistemas hechos a lo grande. Allí donde, por el contrario, la reflexión se dedica únicamente a llamar la atención sobre el uso lingüístico del pensar, no reporta ninguna utilidad. Pero a veces sirve a lo que necesita lo por-pensar. Heideggeriana: PreguntaSer

Sin embargo, cuando somos faltos de pensamiento no renunciamos a nuestra capacidad de pensar. La usamos incluso necesariamente, aunque de manera extraña, de modo que en la falta de pensamiento dejamos yerma nuestra capacidad de pensar. Con todo, sólo puede ser yermo aquello que en sí es base para el crecimiento, como, por ejemplo, un campo. Una autopista, en la que no crece nada, tampoco puede ser nunca un campo yermo. Del mismo modo que solamente podemos llegar a ser sordos porque somos oyentes y del mismo modo que únicamente llegamos a ser viejos porque éramos jóvenes, por eso mismo también únicamente podemos llegar a ser pobres e incluso faltos de pensamiento porque el hombre, en el fondo de su esencia, posee la capacidad de pensar, “espíritu y entendimiento”, y que está destinado y determinado a pensar. Solamente aquello que poseemos con conocimiento o sin él podemos también perderlo o, como se dice, desembarazarnos de ello. Heideggeriana: Serenidade1955

La diferencia de ente y ser es el ámbito dentro del cual la metafísica, el pensamiento occidental en la totalidad de su esencia, puede ser lo que es. Por ello, el paso atrás va desde la metafísica hasta la esencia de la metafísica. La observación sobre el uso que hace Hegel de la palabra conductora de múltiples sentidos “ser”, nos permite ver que el discurso sobre el ser y lo ente nunca se puede restringir a una época determinada de la historia de la manifestación del ser. El discurso sobre el ser tampoco entiende nunca este nombre en el sentido de un género dentro de cuya generalidad vacía tuvieran su lugar como casos singulares las doctrinas de lo ente concebidas históricamente. El “ser” habla en todo tiempo de modo destinado, de un modo, por lo tanto, penetrado por la tradición. Pero el paso atrás desde la metafísica hasta su esencia, recaba una duración y una capacidad de resistencia cuya medida desconocemos. Sólo está clara una cosa: el paso precisa de una preparación que debe ser intentada aquí y ahora, pero teniendo presente a lo ente en cuanto tal en su conjunto tal y como es ahora y como empieza a mostrarse cada vez de modo más claro. Lo que es ahora, se encuentra marcado por el dominio de la esencia de la técnica moderna, dominio que se manifiesta ya en todos los campos de la vida por medio de características que pueden recibir distintos nombres tales como funcionalización, perfección, automatización, burocratización e información. De la misma manera que llamamos biología a la representación de lo vivo, la representación y formación de ese ente dominado por la esencia de la técnica puede ser llamada tecnología. La expresión también puede servir para designar a la metafísica de la era atómica. El paso atrás desde la metafísica a la esencia de la metafísica es, visto desde la actualidad y a partir de la idea que nos hemos formado de ella, el paso que va desde la tecnología y la descripción e interpretación tecnológica de la época, a esa esencia de la técnica moderna que todavía está por pensar. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

Aún resulta infinitamente más imposible representar “el ser” como aquello general que corresponde a cada ente. Sólo hay ser cuando lleva en cada casó la marca que le ha sido destinada: physis, logos, hen, idea, energeia, substancialidad, objetividad, subjetividad, voluntad, voluntad de poder, voluntad de voluntad. Pero lo destinado no existe de modo clasificable como las manzanas, peras y melocotones, como algo dispuesto en el mostrador de las representaciones históricas. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

¿Pero no oímos hablar del ser ser en el orden y la consecución históricos del proceso dialéctico que piensa Hegel? Ciertamente. Pero el ser también se deja ver aquí únicamente bajo la luz que brilló para el pensar de Hegel, lo que quiere decir que la forma en la que se da el ser se determina siempre ella misma a partir del modo en que éste se da luz a sí mismo. Pero este modo es un modo destinado, es siempre la marca de una época que sólo se nos manifiesta como tal si le damos la libertad de volver a su propio ser pasado. Sólo podemos llegar a la proximidad de lo destinado por medio de una súbita chispa de recuerdo que surge en un instante. Esto también vale para la experiencia que tenemos de la marca que lleva en cada ocasión la diferencia de ser y ente, a la que corresponde en cada caso una interpretación de lo ente como tal. Lo dicho también vale de modo particular para nuestro intento de salir del olvido de la diferencia como tal por medio del paso atrás, y de pensar en ésta como en la resolución entre la sobrevenida desencubridora y la llegada que se encubre a sí misma. Ciertamente, a un oído más atento se le revela que en nuestro discurso acerca de la resolución, ya dejamos que aquello que ha sido tomase la palabra, en la medida en que pensamos en un desencubrir y un encubrir, esto es, en una sobrevenida (trascendencia) y una llegada (presencia). Tal vez mediante esta explicación de que la diferencia de ser y ente se encuentra en la resolución en calidad de preámbulo de su esencia, salga a la luz algo permanente que atraviesa el destino del ser desde el principio hasta su consumación. Pero con todo, sigue siendo difícil decir cómo debe ser pensada esa permanencia, puesto que, ni es algo general que valga para cada caso, ni una ley que garantice la necesidad de un proceso en sentido dialéctico. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

Si nosotros llamamos a este “Entre” multiforme el mundo, el mundo es entonces la casa que habitan los mortales. En cambio, las casas particulares, las aldeas, las ciudades son construcciones que reúnen en ellas y en torno a ellas este “Entre” multiforme. Las construcciones disponen la tierra, es decir el paisaje habitado, en la proximidad del hombre y establecen al mismo tiempo bajo la extensión del cielo la dimensión de la. vecindad. Solamente en la medida en que el hombre habita la casa del mundo en cuanto mortal, está destinado a construirle a los Dioses su casa, lo mismo que construye su propia morada. Heideggeriana: HebelAmigo

El poeta ha aprendido la renuncia. Ha hecho una experiencia. ¿Con qué? Con la cosa y su relación con la palabra. Pero el título del poema es simplemente: La Palabra. La experiencia propiamente dicha, el poeta la ha hecho con la palabra y, además, con la palabra en la medida que sólo ella puede instituir una relación con una cosa. Pensado más claramente: el poeta ha hecho la experiencia que solamente la palabra deja aparecer un cosa en tanto que cosa que es y la deja así estar presente. La palabra se declara al poeta como lo que mantiene y sostiene una cosa en su ser. El poeta hace la experiencia de un reino, de una dignidad de la palabra como no pueden ser pensados más amplios y más elevados. Pero la palabra es, al mismo tiempo, aquella posesión que le está fiada y confiada al poeta en tanto que poeta de manera extraordinaria. El poeta hace la experiencia de la profesión de poeta como vocación a la palabra como la fuente del ser. La renuncia que el poeta aprende es de una clase de abdicación colmada; sólo a ella está prometido aquello que estuvo largamente oculto y propiamente ya destinado. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

En las seis estrofas habla la experiencia acaecida al poeta con el habla. Algo le está siendo destinado, lo alcanza y transforma su relación con la palabra. Por eso es preciso mencionar antes la relación que el poeta tenía con el habla antes de la experiencia. Ésta habla en las tres primera estrofas. La última línea de la tercera acaba con puntos suspensivos, caracteriza así la separación entre la primera y la segunda tríada. La cuarta estrofa inicia a continuación la segunda tríada, de forma más bien abrupta, con las palabras “Un día”, cuya antigua acepción significa tanto como: una vez. La segunda tríada dice lo que el poeta experimenta una vez y por siempre. Experimentar, hacer una experiencia, es el caminar a lo largo de un camino. Conduce a través de un paisaje. En él se halla tanto el país del poeta como la sede de la antigua Norna, la divinidad del destino. Habita el borde, la frontera del país poético que, en tanto que “región” es, a su vez, país fronterizo. La antigua Norna cuida de su fuente, es decir, del manantial de cuyo profundo fondo entresaca los nombres. La palabra, el habla pertenecen al ámbito de este misterioso paisaje donde el decir poético bordea la fuente destinal del habla. Al principio y durante largo tiempo, parece como si el poeta sólo tuviera que llevar los prodigios que le encantan o los sueños que le cautivan a la fuente del habla para que, con toda confianza, le lleguen las palabras concordantes con todo aquello que ha imaginado como maravilloso y ensoñado. Antes, el poeta, animado por los hallazgos de su poesía, pensaba que las cosas poéticas, prodigios y sueños, se mantenían ya desde sí mismas bien sólidamente en el ser; que sólo faltaba el arte de hallar para ellas la palabra que las describía y que las representaba. Al principio. y durante mucho tiempo, parecía que las palabras fueran como asideros que abarcan lo existente y lo que así se considera, lo que le confiere densidad, lo expresa y de este modo le confiere belleza. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

El poeta ha salido de su propio “círculo” anterior sin por ello renunciar a la palabra; pues canta, y el canto permanece como plática. La renuncia del poeta no se refiere a la palabra, sino a la relación entre palabra y cosa, más exactamente: a lo propio y misterioso de esta relación que se revela precisamente como misterio en el momento en que el poeta quisiera nombrar la joya que tiene en la mano. El poeta no dice de qué clase es esta joya. Pero podemos recordar que en su antigua acepción “joya” (Kleinod) significa: pequeño y gracioso obsequio destinado al huésped, o también un obsequio como signo de favor particular que en adelante el receptor llevará siempre consigo. El obsequio pertenece a las relaciones de favor y hospitalidad. Notemos que, junto a este poema La Palabra, bajo el título general de la última parte El Canto, está aquel cuyo título es Canto del Mar y que comienza: Cuando en suave caída al horizonte – Se sumerge el rojo globo ardiente: Entonces un alto en la duna hago – Por si ver pudiera un huésped querido. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Los nombres que resguarda la fuente se entienden como algo durmiente que sólo necesita ser despertado para encontrar su uso como aquello que representa a las cosas. Los nombres y las palabras son como un patrimonio estable; destinado a las cosas y coordenado con ellas y que les es atribuido posteriormente para su representación. Pero esta fuente; de la que el decir poético había; hasta ahora, obtenido las palabras, o sea los nombres que representan lo que es, ya no dispensa nada más. Heideggeriana: Palavra1958

A un dar que se limita a dar su don, su dádiva, y que, sin embargo, se reserva a sí mismo y se retira, a un tal dar lo llamamos el destinar. Conforme al sentido que así hay que pensar de dar, es el ser, que se da, lo destinado. De esta manera destinada queda cada una de sus transformaciones. Lo histórico de la historia del ser se determina desde lo destinable de un destinar, no desde un acontecer al que se considera indeterminado. Heideggeriana: TempoYSer

La huida a semejante inversión sería demasiado fácil. Soslaya con el pensamiento la índole de la cosa. El acaecimiento entendido como “apropiación” o acaecimiento apropiador no es el concepto abarcante superior, bajo el cual se dejan ordenar ser y tiempo. Las relaciones de ordenación lógica aquí no dicen nada. Pues, si buscamos con el pensamiento el rastro al ser mismo y seguimos lo que tiene de propio, el ser se demuestra como el don, concedido en verdad mediante la regalía del tiempo, del destino de la presencia. El don, la donación del estar presente es propiedad del apropiar. El ser desaparece en el acaecimiento apropiador. En la frase “el ser como el acaecimiento” significa el “como” ahora: ser, dejar estar presente destinado en el apropiar, tiempo ofrendado en el apropiar. Ser y tiempo apropiados en el acaecimiento apropiador. ¿Y este mismo? ¿Cabe decir todavía más del acaecimiento apropiador? Más se pensó, aunque no fue dicho con propiedad, durante el camino, y ello es: que al dar como destinar le pertenece el contenerse, y, asimismo, que en el ofrendarse de pasado y porvenir entran en juego la recusación de presente y la retención de presente. Lo ahora nombrado: contenerse, recusación, retención, muestra algo así como un retirarse, dicho brevemente: la retirada. Pero en la medida en que los modos por ésta determinados del dar, el destinar y el tender, reposan en el apropiar, ha de pertenecer la retirada a lo peculiar del acaecimiento apropiador. Dilucidar esto no es ya asunto de la presente conferencia. Heideggeriana: TempoYSer

A1. Si el acaecimiento apropiador no es una nueva acuñación del ser en la historia de éste, sino que, inversamente, el ser pertenece al acaecimiento apropiador y (cualquiera que sea, por lo demás, el modo) en él queda retirado, entonces para el pensar en el acaecimiento apropiador, esto es, para el pensar que entra en el acaecimiento apropiador, la historia del ser ha llegado a su final – en la medida en que, por virtud de esa entrada, el ser, que reposa en el destino, no es ya lo que propiamente hay que pensar-. El pensar está en y delante de aquello que ha destinado las distintas figuras del ser epocal. Pero esto, lo destinante como el acaecimiento apropiador, es de suyo ahistórico o, mejor, ausente de destino. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

El misterio de la renombrada luz griega reside en el desocultamiento, en el des-encubrimiento que reina en ella. El cual pertenece al ocultamiento y se oculta él mismo, de tal forma, en verdad, que él, a través de este sustraerse, le deja a las cosas su permanencia, la que se manifiesta desde la delimitación. ¿No predominará tal vez una dependencia casi insospechada entre la reserva frente al destino y el todavía impensado como aún retraído desocultamiento? ¿No es acaso la reserva ante el destino la hace largo tiempo ya permanente retención del desocultamiento? ¿No conducirá, tal vez, la seña hacia el misterio de la aún impensada A-létheia, a la vez, al ámbito de la proveniencia del arte? ¿Vendrá desde este ámbito la llamada a la producción de las obras? ¿No tiene que apuntar la obra como obra hacia aquello no disponible para el hombre, hacia lo que se oculta por sí mismo, para que la obra no sólo diga lo que ya se sabe, conoce y hace? ¿Acaso la obra de arte no tiene que acallar aquello que se oculta, lo que oculto por sí mismo evoca en el hombre el recato ante aquello, que no se deja planificar ni controlar, ni calcular, ni hacer? ¿Le será dado todavía al hombre de esta tierra, manteniéndose en ella, el encontrar una morada mundial, esto es, un habitar que sea determinado como destinado desde la voz del desocultamiento ocultante de sí mismo? No lo sabemos. Pero sí sabemos que la A-létheia, que se oculta en la luz griega y que concede recién la luz, es más antigua y originaria, y por ello más permanente que cualquier obra y figura ideada por el hombre y realizada por mano humana alguna. Heideggeriana: ArtePensar