cuaternidad

Geviert [EssaisConf] quadratura [EssaisConf] Quadriparti [EssaisConf]

Esta unidad de ellos la llamamos la CUATERNIDAD. Los mortales están en la CUATERNIDAD al habitar. Pero el rasgo fundamental del habitar es el cuidar (mirar por). Los mortales habitan en el modo como cuidan la CUATERNIDAD en su esencia. Este cuidar que habita es así cuádruple. Heideggeriana: ConstruirHabitar

En el salvar la tierra, en el recibir el cielo, en la espera de los divinos, en el conducir de los mortales acaece de un modo propio el habitar como el cuádruple cuidar (mirar por) de la CUATERNIDAD. Cuidar (mirar por) quiere decir: custodiar la CUATERNIDAD en su esencia. Lo que se toma en custodia tiene que ser albergado. Pero, si el habitar cuida la CUATERNIDAD ¿dónde guarda (en verdad) aquél su propia esencia? ¿Cómo llevan a cabo los mortales el habitar como este cuidar? Los mortales no serían nunca capaces de esto si el habitar fuera únicamente un residir en la tierra, bajo el cielo, ante los divinos, con los mortales. El habitar es más bien siempre un residir cabe las cosas. El habitar como cuidar guarda (en verdad) la CUATERNIDAD en aquello cabe lo cual los mortales residen: en las cosas. Heideggeriana: ConstruirHabitar

Pero el residir cabe las cosas no es algo que esté simplemente añadido como un quinto elemento al carácter cuádruple del cuidar del que hemos hablado; al contrario: el residir cabe las cosas es la única manera como se lleva a cabo cada vez de un modo unitario la cuádruple residencia en la CUATERNIDAD. El habitar cuida la CUATERNIDAD llevando la esencia de ésta a las cosas. Ahora bien, las cosas mismas albergan la CUATERNIDAD sólo cuando ellas mismas, en tanto que cosas, son dejadas en su esencia. ¿Cómo ocurre esto? De esta manera: los mortales abrigan y cuidan las cosas que crecen, erigen propiamente las cosas que no crecen. El cuidar y el erigir es el construir en el sentido estricto. El habitar, en la medida en que guarda (en verdad) a la CUATERNIDAD en las cosas, es, en tanto que este guardar (en verdad), un construir. Con ello se nos ha puesto en camino de la segunda pregunta: ¿En qué medida pertenece el habitar al construir? La contestación a esta pregunta dilucida lo que es propiamente el construir pensado desde la esencia del habitar. Nos limitamos al construir en el sentido de edificar cosas y preguntamos: ¿qué es una cosa construida? Sirva como ejemplo para nuestra reflexión un puente. Heideggeriana: ConstruirHabitar

Según una vieja palabra de nuestra lengua, a la coligación se la llama “thing”. El puente es una cosa y lo es en tanto que la coligación de la CUATERNIDAD que hemos caracterizado antes. Se piensa, ciertamente, que el puente, ante todo y en su ser propio, es sin más un puente. Y que luego, de un modo ocasional, podrá expresar además distintas cosas. Como tal expresión, se dice, se convierte en símbolo, en ejemplo de todo lo que antes se ha nombrado. Pero el puente, si es un auténtico puente, no es nunca primero puente sin más y luego un símbolo. Y del mismo modo tampoco es de antemano sólo un símbolo en el sentido de que exprese algo que, tomado de un modo estricto, no pertenece a él. Si tomamos el puente en sentido estricto, aquél no se muestra nunca como expresión. El puente es una cosa y sólo esto. ¿Sólo? En tanto que esta cosa, coliga la CUATERNIDAD. Heideggeriana: ConstruirHabitar

El puente es, ciertamente, una cosa de un tipo propio, porque coliga la CUATERNIDAD de tal modo que otorga (hace sitio a) una plaza. Pero sólo aquello que en sí mismo es un lugar puede abrir un espacio a una plaza. El lugar no está presente ya antes del puente. Es cierto que antes de que esté puesto el puente, a lo largo de la corriente hay muchos sitios que pueden ser ocupados por algo. De entre ellos uno se da como un lugar, y esto ocurre por el puente. De este modo, pues, no es el puente el que primero viene a estar en un lugar, sino que por el puente mismo, y sólo por él, surge un lugar. El puente es una cosa, coliga la CUATERNIDAD, pero coliga en el modo del otorgar (hacer sitio a) a la CUATERNIDAD una plaza. Desde esta plaza se determinan plazas de pueblos y caminos por los que a un espacio se le hace espacio. Heideggeriana: ConstruirHabitar

A las cosas que, como lugares, otorgan plaza las llamaremos ahora, anticipando lo que diremos luego, construcciones. Se llaman así porque están pro-ducidas por el construir que erige. Pero qué tipo de producir tiene que ser este construir es algo que experienciaremos sólo si primero consideramos la esencia de aquellas cosas que, desde sí mismas, exigen para su producción el construir como pro-ducir. Estas cosas son lugares que otorgan plaza a la CUATERNIDAD, una plaza que avía siempre un espacio. En la esencia de estas cosas como lugares está el respecto de lugar y espacio, pero está también la referencia del espacio al hombre que reside cabe el lugar. Por esto vamos a intentar ahora aclarar la esencia de estas cosas que lamamos construcciones considerando brevemente lo que Sigue. Heideggeriana: ConstruirHabitar

Cuando se habla de hombre y espacio, oímos esto como si el hombre estuviera en un lado y el espacio en otro. Pero el espacio no es un enfrente del hombre, no es ni un objeto exterior ni una vivencia interior. No hay los hombres y además espacio; porque cuando digo “un hombre” y pienso con esta palabra en aquel que es al modo humano, es decir, que habita, entonces con la palabra “un hombre” estoy nombrando ya la residencia en la CUATERNIDAD, cabe las cosas. Incluso cuando nos las habemos con cosas que no están en la cercanía que puede alcanzar la mano, residimos cabe estas cosas mismas. No representamos las cosas lejanas meramente — como se enseña — en nuestro interior, de tal modo que, como sustitución de estas cosas lejanas, en nuestro interior y en la cabeza, sólo pasen representaciones de ellas. Si ahora nosotros — todos nosotros —, desde aquí pensamos el viejo puente de Heidelberg, el dirigir nuestro pensamiento a aquel lugar no es ninguna mera vivencia que se dé en las personas presentes aquí; lo que ocurre más bien es que a la esencia de nuestro pensar en el mencionado puente pertenece el hecho de que este pensar aguante en sí la lejanía con respecto a este lugar. Desde aquí estamos cabe aquel puente de allí, y no, como si dijéramos, cabe un contenido de representación que se encuentra en nuestra conciencia. Incluso puede que desde aquí estemos más cerca de aquel puente y de aquello que él avía que aquellos que lo usan todos los días como algo indiferente para pasar el río. Los espacios y con ellos “el” espacio están ya siempre aviados a la residencia de los mortales. Los espacios se abren por el hecho de que se los deja entrar en el habitar de los hombres. Los mortales son; esto quiere decir: habitando aguantan espacios sobre el fundamento de su residencia cabe cosas y lugares. Y sólo porque los mortales, conforme a su esencia, aguantan espacios, pueden atravesar espacios. Sin embargo, al andar no abandonamos aquel estar (del aguantar). Más bien estamos yendo por espacios de un modo tal que, al hacerlo, ya los aguantamos residiendo siempre cabe lugares y cosas cercanas y lejanas. Cuando me dirijo a la salida de la sala, estoy ya en esta salida, y no podría ir allí si yo no fuera de tal forma que ya estuviera allí. Yo nunca estoy solamente aquí como este cuerpo encapsulado, sino que estoy allí, es decir, aguantando ya el espacio, y sólo así puedo atravesarlo. Heideggeriana: ConstruirHabitar

Incluso cuando los mortales “entran en sí mismos” no abandonan la pertenencia a la CUATERNIDAD. Cuando nosotros — como se dice — meditamos sobre nosotros mismos, vamos hacia nosotros volviendo de las cosas, sin abandonar la residencia cabe las cosas. Incluso la pérdida de respecto con las cosas que aparecen en estados depresivos, no sería posible en absoluto si este estado no siguiera siendo lo que él es como estado humano, es decir, una residencia cabe las cosas. Sólo si esta residencia ya determina al ser del hombre, pueden las cosas, junto a las cuales estamos, llegar a no decirnos nada, a no importarnos ya nada. Heideggeriana: ConstruirHabitar

El puente es una cosa de este tipo. El lugar deja entrar la simplicidad de tierra y cielo, de divinos y de mortales a una plaza, instalando la plaza en espacios. El lugar avía la CUATERNIDAD en un doble sentido. El lugar admite a la CUATERNIDAD e instala a la CUATERNIDAD. Ambos, es decir, aviar como admitir y aviar como instalar se pertenecen el uno al otro. Como tal doble aviar, el lugar es un cobijo de la CUATERNIDAD o, como dice la misma palabra, un Huis, una casa. Las cosas del tipo de estos lugares dan casa a la residencia del hombre. Las cosas de este tipo son viviendas, pero no moradas en el sentido estricto. Heideggeriana: ConstruirHabitar

El producir de tales cosas es el construir. Su esencia descansa en que esto corresponde al tipo de estas cosas. Son lugares que otorgan espacios. Por esto, el construir, porque instala lugares, es un instituir y ensamblar de espacios. Como el construir pro-duce lugares, con la inserción de sus espacios, el espacio como spatium y como extensio llega necesariamente también al ensamblaje cósico de las construcciones. Ahora bien, el construir no configura nunca “el” espacio. Ni de un modo inmediato ni de un modo mediato. Sin embargo, el construir, al pro-ducir las cosas como lugares, está más cerca de la esencia de los espacios y del provenir esencial “del” espacio que toda la Geometría y las Matemáticas. Este construir erige lugares que avían una plaza a la CUATERNIDAD. De la simplicidad en la que tierra y cielo, los divinos y los mortales se pertenecen mutuamente, recibe el construir la indicación para su erigir lugares. Heideggeriana: ConstruirHabitar

Desde la CUATERNIDAD, el construir toma sobre sí las medidas para toda medición transversal de los espacios y para todo tomar la medida de los espacios que están cada vez aviados por los lugares instituidos. Las construcciones mantienen (en verdad) a la CUATERNIDAD. Son cosas que, a su modo, cuidan (miran por) la CUATERNIDAD. Cuidar la CUATERNIDAD, salvar la tierra, recibir el cielo, estar a la espera de los divinos, guiar a los mortales, este cuádruple cuidar es la esencia simple del habitar. De este modo, las auténticas construcciones marcan el habitar llevándolo a su esencia y dan casa a esta esencia. Heideggeriana: ConstruirHabitar

Este construir que acabamos de caracterizar es un dejar habitar distinto de los demás. Si es esto de hecho, entonces el construir ha correspondido ya a la exhortación de la CUATERNIDAD. Sobre esta correspondencia permanece fundado todo planificar que, por su parte, abre a los proyectos las zonas adecuadas para sus líneas directrices. Heideggeriana: ConstruirHabitar

Así que intentamos pensar desde el dejar habitar la esencia del construir que erige, experienciamos de un modo más claro dónde descansa aquel pro-ducir como una actividad cuyos rendimientos tienen como consecuencia un resultado, la construcción terminada. Se puede representar el pro-ducir así: uno aprehende algo correcto y, no obstante, no acierta nunca con su esencia, que es un traer que pone delante. En efecto, el construir trae la CUATERNIDAD llevándola a una cosa, el puente, y pone la cosa delante como un lugar llevándolo a lo ya presente, que ahora, y no antes, está aviado por este lugar. Heideggeriana: ConstruirHabitar

¿Qué invoca la primera estrofa? Invoca cosas, las llama a venir. ¿Hacia dónde? No las invoca como presentes hacia lo ya presente. como si la mesa nombrada por el poema debiera tomar su lugar en medio de las filas de sillas ocupadas por ustedes. La sede de la venida que es a la vez invocada en la invocación, es una presencia resguardada en la ausencia. A esta llegada pide venir la invocación nombradora. Pedir venir es invitar. Invita a las cosas para, en tanto que cosas. concernir con ellas a los hombres. La caída de la nieve conduce a los hombres bajo el cielo que se apaga en la noche. El resonar de las campanas de la tarde los lleva, en tanto que hombres, frente a lo divino. Casa y mesa vinculan a los mortales a la tierra. Estas cosas invocadas de este modo recogen junto a ellas el cielo y la tierra. los mortales y los divinos. Los Cuatro son. en una primordial unidad. un mutuo pertenecerse. Las cosas dejan morar la CUATERNIDAD (Geviert) de los Cuatro cerca de ellas. Este dejar-morar-reuniendo es el ser cosa de las cosas Das Dingen der Dinge). A la CUATERNIDAD unida de cielo y tierra. de mortales e inmortales. que mora en el “cosear” de las cosas, la llamamos: el mundo. Al ser nombradas las cosas son invocadas a su ser cosa. Siendo cosa des-pliegan mundo: mundo en el que moran las cosas y que así son cada vez las moradoras. Las cosas. al “cosear”. gestan (tragen aus) mundo. Nuestro idioma alemán antiguo denomina la Austragung (gestación): bern, bären, de donde vienen las palabras gebären (estar en gestación. parir) y Gebärde (gesto, ademán). “Coseando” las cosas son cosas. “Coseando” gestan mundo. Heideggeriana: Linguagem1950

La primera estrofa invoca a las cosas a su “cosear”. las llama venir. La invocación que llama cosas llama a venir, las invita a la vez que llama hacia ellas, las encomienda al mundo desde el cual hacen su aparición. Por ello la primera estrofa no nombra solamente cosas. Nombra a la vez el mundo. Invoca a “los muchos”. quienes. en tanto que mortales, pertenecen a la CUATERNIDAD del mundo. Las cosas proveen a los mortales condicionándolos (Die Dinge be-dingen die Sterblichen). Ello quiere decir ahora: a su tiempo y cada vez las cosas visitan propiamente con mundo a los mortales. La primera estrofa habla en cuanto que invoca las cosas a venir. Heideggeriana: Linguagem1950

La segunda estrofa comienza invocando a “algunos” de los mortales. Si bien éstos pertenecen junto a los inmortales, a la tierra y el cielo, a la CUATERNIDAD del mundo, los dos primeros versos de la segunda estrofa no invocan propiamente al mundo. Más bien, casi como la primera estrofa sólo que en secuencia distinta, nombran a la vez las cosas: el portal, los oscuros senderos. Sólo los otros dos versos de la segunda estrofa llaman, en lo propio, al mundo. Repentinamente, nombran algo del todo distinto: Dorado florece el árbol de la gracia — De la savia fresca de la tierra. Heideggeriana: Linguagem1950

El árbol está genuinamente enraizado en la tierra. Así crece hacia el florecimiento abriéndose al favor del cielo. Es invocada la erección del árbol. Ésta mide a la vez la embriaguez del florecimiento y la sobriedad de las savias nutritivas. Crecimiento retenido de la tierra y prodigalidad del cielo pertenecen a su mutua unidad. El poema nombra el árbol de la gracia. Su genuino florecimiento resguarda la fruta inmerecida: lo sagrado que salva (das darrettend Heilige) y que es favorable a los mortales. En el dorado florecimiento del árbol reinan tierra y cielo, divinos y mortales. Su unida CUATERNIDAD es el mundo. Ahora la palabra “mundo” ya no es empleada en el sentido metafísico. No nombra ya ni la representación secularizada del universo de la naturaleza y de la historia, ni la representación teológica de la creación (mundus), ni tampoco la mera totalidad de lo presente (kosmos). Heideggeriana: Linguagem1950

El tercer y cuarto verso de la segunda estrofa invocan el árbol de la gracia. Llaman propiamente al mundo a venir. Llaman a venir a la CUATERNIDAD del mundo e invocan así mundo hacia las cosas. Heideggeriana: Linguagem1950

Por la puesta en claro del mundo en su dorado resplandor llegan a lucir al mismo tiempo pan y vino. Las dos cosas grandemente nombradas relumbran en la simplicidad de su “cosear”. El pan y el vino son los frutos del cielo y de la tierra, ofrenda de los divinos a los mortales. Ambos reúnen alrededor de sí a estos Cuatro, desde la simplicidad de la Cuadratura (Vierung). Las cosas invitadas, pan y vino. son ellas mismas simples porque sus gestualizaciones de mundo están inmediatamente colmadas por el favor del mundo. Tales cosas se bastan a sí mismas dejando morar la CUATERNIDAD del mundo en torno a ellas. La pura luz del mundo y el simple resplandor de las cosas atraviesan y mesuran el Entre, la Diferencia. Heideggeriana: Linguagem1950

Sólo la tercera estrofa reúne la invocación de las cosas y la invocación del mundo. Pues la tercera estrofa llama originariamente desde la simplicidad de la íntima invocación que llama a la Diferencia al tiempo que la deja sin decir. La llamada originaria que invita a venir a la intimidad entre mundo y cosa, es la verdadera invocación. Es la esencia del hablar. En lo hablado del poema se despliega (west) el hablar. Es el hablar del habla. El habla habla. Habla invocando lo encomendado. Cosa-mundo y mundo-cosa, al Entre de la Diferencia. Lo que es invocado de este modo es mandado a la Diferencia para el advenimiento de la Diferencia. Pensamos aquí en el antiguo sentido de “mandar” que aún conocemos de la frase: “Encomienda tus caminos al Señor”. La invocación del habla encomienda de este modo su invocación al mandato (Geheiss) de la Diferencia. Ésta deja reposar el “cosear” de las cosas en el “mundear” del mundo. La Diferencia ex-propia la cosa para apropiarla a la quietud de la CUATERNIDAD. Tal ex-propiación no sustrae nada a la cosa. Al contrario. la lleva a lo que le es propio: a que demore mundo. El resguardar en la quietud es el apaciguar (Stillenj. La Diferencia apacigua la cosa en tanto que tal cosa llevándola al mundo. Heideggeriana: Linguagem1950

Mas. este apaciguamiento sucede únicamente del modo que, al mismo tiempo, la CUATERNIDAD del mundo colme la gestación configurante de la cosa. en la medida en que el apaciguamiento consiente suficiencia a la cosa para demorar mundo. La Diferencia apacigua doblemente. Apacigua dejando reposar las cosas en el favor del mundo. Y apacigua dejando que el mundo tenga su suficiencia en la cosa. En el doble apaciguamiento de la Diferencia adviene el silencio (Stille). Heideggeriana: Linguagem1950

En el obsequio de lo vertido, que es una bebida, demoran a su modo los mortales. En el obsequio de lo vertido, que es una libación, demoran a su modo los divinos, que reciben de nuevo el obsequio del escanciar como el obsequio de la dádiva. En el obsequio de lo derramado-y-vaciado demoran, cada uno de ellos de un modo distinto, los mortales y los divinos. En el obsequio de lo vertido demoran tierra y cielo. En el obsequio de lo vertido demoran al mismo tiempo tierra y cielo, los divinos y los mortales Los cuatro, unidos desde sí mismos, se pertenecen unos a otros. Anticipándose a todo lo presente, están replegados en una única CUATERNIDAD. Heideggeriana: Coisa1949

El obsequio de lo vertido es obsequio en la medida en que hace permanecer tierra y cielo, los divinos y los mortales. Pero ahora permanecer ya no es un mero persistir de algo que está ahí. El permanecer acaece de un modo propio. Lleva a los cuatro a lo claro de lo que les es propio. Desde la simplicidad de aquél están confiados el uno al otro. Unidos en esta mutua pertenencia están desocupados. El obsequio de lo vertido hace permanecer la simplicidad de la CUATERNIDAD de los Cuatro. Pero en el obsequio esencia la jarra como jarra. El obsequio coliga lo que pertenece al escanciar: el doble acoger, lo que acoge, el vacío y el verter el líquido como dádiva. Lo coligado en el obsequio se une a sí mismo en el hecho de que, haciéndola acaecer de un modo propio, hace permanecer la CUATERNIDAD. Este coligar simple y múltiple es lo esenciante de la jarra. Nuestra lengua llama a lo que es coligación (reunión) con una vieja palabra: thing. La esencia de la jarra es la pura coligación escanciante de la CUATERNIDAD simple en un morar. La jarra esencia como cosa. La jarra es la jarra como una cosa. Pero ¿de qué modo esencia la cosa? La cosa hace cosa. El hacer cosa coliga. Haciendo acaecer la CUATERNIDAD, coliga el morar de ésta en algo que está morando siempre: en esta cosa, en aquella cosa. Heideggeriana: Coisa1949

A la esencia de la jarra, experienciada y pensada de esta manera, le damos el nombre de cosa. Pensamos ahora este nombre desde la esencia pensada de la cosa, desde el hacer cosa, como el hacer permanecer que coliga y hace acaecer la CUATERNIDAD. Pero al hablar de esto recordamos a la vez la palabra thing del antiguo alto alemán. Esta indicación histórico-filológica induce fácilmente a malentender el modo como estamos pensando ahora la esencia de la cosa. Podría dar la impresión de que la esencia de la cosa que hemos pensado ahora la hubiéramos, por así decirlo, segregado, de un modo casual, del significado de la palabra thing del antiguo alto alemán. Surge la sospecha de que la experiencia de la esencia de la cosa, que es lo que hemos estado intentando ahora, estuviera basada en la arbitrariedad de un juego etimológico. Se consolida la opinión, y se hace ya común, de que, en lugar de estar considerando las relaciones esenciales, lo que estamos haciendo es simplemente usar el diccionario. Heideggeriana: Coisa1949

Haciendo cosa, la cosa hace permanecer a los Cuatro unidos — tierra y cielo, los divinos y los mortales — en la simplicidad de su CUATERNIDAD. una CUATERNIDAD que está unida desde sí misma. Heideggeriana: Coisa1949

Tierra y cielo, los divinos y los mortales, formando una unidad desde sí mismos, se pertenecen mutuamente desde la simplicidad de la CUATERNIDAD unitaria. Cada uno de los Cuatro refleja a su modo la esencia de los restantes. Con ello, cada uno se refleja a sí mismo en lo que es suyo y propio dentro de la simplicidad de los Cuatro. Este reflejar no es la presentación de una imagen copiada. Despejando a cada uno de los Cuatro, este reflejar hace acaecer de un modo propio a la esencia de éstos llevándolos a la unión simple de unos con otros. En este juego, reflejando de este modo apropiante-despejante, cada uno de los Cuatro da juego a cada uno de los restantes. Este reflejar que hace acaecer de un modo propio franquea a cada uno de los Cuatro para lo que les es propio, pero a la vez vincula a los franqueados en la simplicidad de su esencial pertenencia mutua. Heideggeriana: Coisa1949

Este reflejar que liga en lo libre es el juego que, desde la cohesión desplegante de la unión, confía cada uno de los Cuatro a cada uno de ellos. Ninguno de los Cuatro se empecina en su peculiaridad particular. Por lo contrario, cada uno de los Cuatro, en el seno de su unión, es de-propiado a lo suyo propio. Este depropiante apropiar es el juego de espejos de la CUATERNIDAD. Desde ella los cuatro están vinculados en la simplicidad que los confía los unos a los otros. Heideggeriana: Coisa1949

La unidad de la CUATERNIDAD es la constitución de los Cuatro. Pero esta constitución no se hace en modo alguno abrazando ella los Cuatro y añadiéndose luego a ellos como aquello que abraza. La constitución de los Cuatro tampoco se agota en el hecho de que los Cuatro, una vez están ahí, estén simplemente unos junto a otros. Heideggeriana: Coisa1949

La cosa hace permanecer la CUATERNIDAD. La cosa hace cosa al mundo. Cada cosa hace permanecer a la CUATERNIDAD llevándola cada vez a un morar de la simplicidad del mundo. Heideggeriana: Coisa1949

Para hacer la experiencia del en-frente-mutuo de las cosas de este modo, debemos, sin duda, abandonar la mentalidad calculadora. Aquello que en-camina lo vecinal de las cuatro regiones del mundo, lo que deja que se alcancen y los mantiene en la proximidad de su vastedad es la proximidad misma. Ella es el en-caminar del en-frente-mutuo. Llamamos la proximidad, en virtud de lo que en ella en-camina: die Nahnis. Esta palabra, Nahnis, parece a todas luces artificiosa. pero, de hecho, ha nacido de una experiencia reflexiva de la cuestión que puede repetirse v verificarse, y esta palabra es tan posible como Wildnis en relación a wild o Gleichnis en relación a gleich. Lo que constituye lo esencial de la proximidad no es la distancia, sino el en-caminar del en-frente-mutuo del uno y del otro de las regiones de la CUATERNIDAD del mundo. Este en-caminar es la proximidad en tanto que Nahnis. Permanece inabordable y está lo más alejada de nosotros cuando hablamos “sobre” ella. Pero espacio y tiempo, entendidos como parámetros, no pueden ni hacer advenir ni pueden medir la proximidad. ¿Por qué no? En la sucesión secuencial de “ahoras”, entendidos como los elementos del tiempo parametral, un “ahora” no está jamás abierto frente a otro. Esto es tan poco pertinente que, de hecho, ni siquiera podemos decir que en esta sucesión de “ahoras” los que siguen y los que preceden estén mutuamente cerrados el uno frente al otro. Porque el estar cerrado sigue siendo un modo de acercarse o de alejarse del en-frente-mutuo de uno y otro. Esto mismo, en tanto tal, está precisamente exluido del parámetro según el que nos representamos el tiempo. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

La puesta en camino del en-frente-mutuo en la CUATERNIDAD de mundo hace advenir proximidad. es la proximidad en tanto que Nahnis ¿Debería acaso la misma puesta-en-camino llamarse el advenimiento apropiador del silencio? Ahora bien esto que se acaba de indicar — ¿dice todavía algo de la esencia del habla? Ciertamente, e incluso en el sentido de lo que han intentado las tres conferencias: llevarnos ante la posibilidad de hacer una experiencia con el habla y esto de tal modo. que en lo venidero nuestra relación con el habla venga a ser lo digno de pensar. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Se da la posibilidad de hacer una experiencia con el habla, de llegar a aquello que nos tumba. esto es, que transforma nuestra relación con el habla. ¿En qué medida? El habla en tanto que Decir de la CUATERNIDAD de mundo. no es ya sólo algo con lo que nosotros, hombres hablantes, tenemos una relación. en el sentido de una relación existente entre hombre y habla. El habla. en tanto que Decir que pone-en-camino-el-mundo, es la relación de todas las relaciones. El habla entretiene. sostiene. lleva y enriquece el en-frente-mutuo de una y otra de las cuatro regiones del mundo. las tiene y las custodia mientras él el Decir — se retiene en sí. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Reteniéndose en sí de este modo, el habla nos de-manda en tanto que Decir de la CUATERNIDAD del mundo: a nosotros que, como mortales, pertenecemos a la CUATERNIDAD. a nosotros, que solamente podemos hablar en la medida que correspondemos al habla. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

El Decir, como lo en-caminante de la CUATERNIDAD del mundo, lo congrega todo a la proximidad del en-frente-mutuo y esto sin ruido, tan silenciosamente como el tiempo temporaliza y el espacio espacializa, tan silenciosamente como juega el Espacio (de) Juego (del) Tiempo. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Romper quiere decir aquí: la palabra resonante regresa a lo insonoro. allá desde donde ella es concebida: al son del silencio que. en tanto que Decir. En-camina a su proximidad las regiones de la CUATERNIDAD del mundo. Heideggeriana: EssenciaLinguagem