8. Esta arrojada dispersión en lo múltiple que ha de tomarse metafísicamente es la presuposición para que, por ejemplo, el Dasein, en cuanto en cada caso fáctico, pueda dejarse llevar por el ente que él no es, pero con el cual por lo pronto se identifica precisamente sobre la base de la dispersión. El Dasein puede, por ejemplo, dejarse llevar por aquello que en el más amplio sentido llamamos naturaleza. Sólo lo que con arreglo a su esencia está arrojado y enredado (befangen) en algo puede dejarse llevar y envolver (umfangen) por ello. Esto vale también a propósito de la absorción del Dasein primitivo, mítico, en la naturaleza. El Dasein mítico tiene, en su ser-llevado, la peculiaridad de no ser consciente de sí mismo en lo que respecta a su modo de ser (con lo cual no se dice que le falta una conciencia de sí). Pero, una vez más, pertenece a la esencia de la dispersión fáctica el que el arrojamiento y el enredamiento le queda oculto de la manera más profunda, y precisamente de ello le viene al Dasein la simplicidad y “des-preocupación” de un absoluto ser-llevado. 3549 Heideggeriana: TranscendenciaST
“Pero no es sólo desde el punto de vista de que el concepto y el objeto, la medida y lo que examinamos, ya se encuentran presentes en la conciencia, por lo que nuestra aportación es superflua, sino que también nos vemos relevados de la carga de comparar los dos momentos y llevar a cabo un auténtico examen, desde el momento en que la conciencia se examina a sí misma por lo tanto lo único que nos queda por hacer ese esta perspectiva, es la pura contemplación de lo que pasa. Efectivamente, la conciencia es por un lado conciencia del objeto y, por otro conciencia de sí misma; es conciencia de lo que es verdadero para ella y conciencia de su saber de ello Al ser ambas para ella, ella es su propia comparación; es para ella para quien su saber sobre el objeto corresponde al objeto o no corresponde. Es verdad que el objeto parece ser únicamente para ella misma de la manera que ella lo sabe; parece, por así decir, como si no pudiera meterse por detrás del objeto para verlo tal como es en sí y no tal como es para ella y, en consecuencia, parece no poder examinar su saber en el objeto. Ahora bien, precisamente porque la conciencia sabe en general de un objeto, ya tenemos presente la diferencia de que para ella una cosa es el en-sí y el saber o el ser del objeto para la conciencia es otro momento. Es sobre esta distinción existente sobre la que se basa el examen. Si ambas cosas no se corresponden en esta comparación, parece que la conciencia debería modificar su saber a fin de adecuarlo al objeto. Pero al cambiar el saber también se altera el propio objeto, porque el saber con que contábamos era esencialmente un saber del objeto: con el saber, el propio objeto se convierte en otro, porque él formaba parte esencial de dicho saber. Así, la conciencia se encuentra con que lo que antes era para ella el en-sí no es en sí o que sólo lo era para ella. Por tanto, desde el momento en que la conciencia encuentra en su objeto que su saber no corresponde a dicho objeto, tampoco se sigue sosteniendo el objeto, o también la medida o criterio del examen cambia cuando aquello de lo que debería ser medida no resiste el examen. Y el examen no es sólo un examen del saber, sino de su medida. 8382 Heideggeriana: HegelExperiencia