umsichtig; v. Umsicht, phronesis
La obra producida no sólo remite al para-qué [Wozu] de su empleo y al de-qué [Woraus] de su composición; en condiciones artesanales simples, ella remite, además, al portador y usuario. La obra se hace a su medida; él «está» presente al surgir la obra. En la producción de artículos en serie tampoco falta esta remisión constitutiva, sólo que entonces es indeterminada, apunta a cualquiera, al término medio. Por consiguiente, con la obra no comparecen tan sólo entes a la mano, sino también entes que tienen el modo de ser del hombre, en cuya ocupación lo producido se vuelve a la mano; junto con ello comparece el mundo en el que viven los portadores y consumidores, mundo que es también el nuestro. La obra de la que nos ocupamos en cada caso no está solamente a la mano en el mundo privado, por ej., en el lugar de trabajo, sino que lo está en el mundo público. Con el mundo público queda descubierta y accesible a cada cual la naturaleza del mundo circundante. En los caminos, carreteras, puentes y edificios la ocupación descubre la naturaleza en determinada dirección. Un andén techado tiene en cuenta el mal tiempo; las instalaciones del alumbrado público, la oscuridad, e.d. la particular mudanza de la presencia y ausencia de la claridad del día, la «posición del sol». En los relojes se tiene en cuenta una determinada constelación del sistema sideral. Cuando miramos el reloj, hacemos tácitamente uso de la «posición del sol» por la que se hace la medición astronómica oficial del tiempo. En el uso de ese útil tan inmediata e inadvertidamente a la mano que es el reloj se encuentra también a la mano la naturaleza del mundo circundante. Pertenece a la esencia de la función descubridora de todo absorberse en el inmediato mundo de la obra, que, según el modo de absorción en él, el ente intramundano que queda también puesto en juego en la obra, e.d. en sus remisiones constitutivas, pueda ser descubierto en diversos grados de explicitud y con diversa profundidad de penetración CIRCUNSPECTIVA. STJR §15
Pero, si el mundo puede resplandecer de alguna manera, es necesario que ya esté abierto. Con la posibilidad de acceso para la ocupación CIRCUNSPECTIVA de lo a la mano dentro del mundo ya está previamente abierto el mundo. El mundo es, por consiguiente, algo «en lo que» el Dasein en cuanto ente ya siempre ha estado, y a lo que en todo explícito ir hacia él no hace más que volver. STJR §16
El peculiar carácter pragmático de los signos resulta especialmente claro en la «institución de signos». Ésta se produce en y por una previsión CIRCUNSPECTIVA que necesita tener a mano la posibilidad de hacer que en todo momento el respectivo mundo circundante se anuncie a la circunspección por medio de un ente a la mano. Ahora bien, el ser de lo inmediatamente a la mano dentro del mundo tiene ese carácter ya descrito que es el contenerse y no destacarse. Y de ahí que el trato que se mueve circunspectivamente en el mundo circundante necesite de un útil a la mano que, en su carácter de útil, asuma la «obra» de hacer que lo a la mano llame la atención. Por eso la producción de tales útiles (de los signos) debe fijarse en su capacidad para llamar la atención. Pero, aun cuando ellos sean llamativos en este sentido, no se los deja estar-ahí en cualquier forma, sino que se los «coloca» de una manera determinada con vistas a un fácil acceso. STJR §17
El estar a la mano de los signos en el trato cotidiano y su correspondiente llamatividad, que puede ser creada con diferentes propósitos y de distintas maneras, no sólo atestiguan la no-llamatividad constitutiva de lo inmediatamente a la mano, sino que hacen ver también que el signo mismo toma su llamatividad de la no-llamatividad del todo de útiles «obviamente» a la mano en la cotidianidad, como es el caso, por ejemplo, del conocido «nudo en el pañuelo» como signo recordatorio. Lo que éste tiene que mostrar es siempre algo de lo que es necesario ocuparse en la circunspección de la cotidianidad. Este signo puede indicar muchas y muy variadas cosas. A la amplitud de lo indicable por él corresponde la estrechez de su comprensibilidad y de su uso. No tan sólo porque generalmente su carácter de signo sólo está a la mano para el que lo «ha instituido», sino porque puede volverse inaccesible incluso para éste mismo, de modo que se haga necesario un segundo signo para la posible aplicación CIRCUNSPECTIVA del primero. El nudo que no puede ser utilizado como signo no pierde por ello su carácter de signo, sino que cobra la intranquilizante apremiosidad de algo inmediatamente a la mano. STJR §17
La presente interpretación del signo no tenía otra función que la de ofrecer el apoyo fenoménico para la caracterización de la remisión. La relación entre signo y remisión es triple: 1. el señalar, como posible concreción del para-qué [Wozu] de una utilidad, está fundado en la estructura pragmática en general, en el para-algo (remisión). 2. El señalar del signo pertenece, como carácter pragmático de un ente a la mano, a una totalidad de útiles, a un contexto remisional. 3. El signo no sólo está a la mano con otros útiles, sino que en su estar a la mano el mundo circundante se hace cada vez explícitamente accesible a la circunspección. El signo está ónticamente a la mano y, en cuanto es este determinado útil, desempeña a la vez la función de algo que manifiesta la estructura ontológica del estar a la mano, de la totalidad remisional y de la mundaneidad. Aquí tiene sus raíces el carácter preferencial de este ente a la mano dentro del mundo circundante de la ocupación CIRCUNSPECTIVA. Y, por consiguiente, si la remisión misma debe ser el fundamento ontológico del signo, ella no puede ser concebida a su vez como signo. La remisión no es la determinación óntica de un ente a la mano, puesto que ella misma es constitutiva del estar a la mano. ¿En qué sentido es la remisión el «supuesto» ontológico de lo a la mano y hasta qué punto es ella, al mismo tiempo, por ser tal fundamento ontológico, un constitutivo de la mundaneidad en general? STJR §17
¿Hasta qué punto, en la caracterización de lo a la mano, hemos tropezado ya con su espacialidad? Hemos hablado de lo inmediatamente a la mano. No se trata tan sólo del ente que comparece antes que otro, sino también del ente que está «en la cercanía». Lo a la mano del trato cotidiano tiene el carácter de la cercanía. Si bien se mira, esta cercanía del útil queda ya señalada en el término que expresa su ser, en el «estar-a-la-mano». El ente «a la mano» tiene cada vez una cercanía variable, que no se determina midiendo distancias. Esta cercanía se regula por el manejo y el uso en un «cálculo» circunspectivo. La circunspección del ocuparse determina lo que en esta forma es cercano considerando también la dirección en la que el útil es accesible en cada momento. La cercanía direccionada del útil significa que éste no tiene simplemente su lugar en el espacio como un ente que está-ahí en alguna parte, sino que en cuanto útil está por esencia colocado, instalado, emplazado, puesto. El útil tiene su lugar proprio o bien «está por ahí en alguna parte», lo que debe distinguirse cuidadosamente de un puro encontrarse-ahí en un lugar cualquiera del espacio. Como lugar proprio de este particular «útil para…», cada lugar proprio se determina desde un conjunto de lugares propios recíprocamente orientados en el complejo de útiles a la mano en el mundo circundante. El lugar proprio y la multiplicidad de lugares propios no deben ser interpretados como el «dónde» de un simple estar-ahí de las cosas. El lugar proprio es siempre el preciso «ahí» o «aquí» al que un útil pertenece en propiedad [des Hingehörens eines Zeugs]. La «pertinencia» [Hingehörigkeit] depende siempre del carácter pragmático de lo a la mano, es decir, de su pertenencia respeccional a un todo de útiles. Pero, la pertinencia que hace determinables los lugares propios de un conjunto de útiles tiene como condición de posibilidad el adónde [Wohin] en general, hacia dentro del cual se le asigna a un determinado complejo de útiles la totalidad de lugares propios. Este adónde [Wohin] de la posible pertinencia pragmática que en el trato ocupado se halla de antemano ante la mirada CIRCUNSPECTIVA, es lo que nosotros llamamos la zona. STJR §22
En el des-alejar no hay necesariamente una explícita apreciación de la lejanía de un ente a la mano con respecto al Dasein. El estar lejos no es comprendido jamás como mera distancia. Y si es necesario evaluar una distancia, se lo hace en relación a las desalejaciones en las que se mueve el Dasein cotidiano. Desde el punto de vista del cálculo, estas apreciaciones bien pueden ser imprecisas y cambiantes, pero ellas tienen en la cotidianidad del Dasein su propia y usualmente comprensible precisión. Decimos: aquello está a la distancia de un paso, sólo a dos pasos, «está ahí mismo». Estas medidas expresan no sólo que ellas no pretenden hacer una «medición» propiamente dicha, sino que la lejanía apreciada pertenece a un ente al que se va en ocupación CIRCUNSPECTIVA. Pero incluso cuando nos servimos de medidas más exactas y decimos: «hasta aquella casa hay una media hora», esta medida debe entenderse sólo en un sentido apreciativo. «Media hora» no son 30 minutos, sino una duración que no tiene ninguna «extensión» en sentido cuantitativo. Esta duración es interpretada siempre desde «ocupaciones» usuales cotidianas. Las lejanías son evaluadas primeramente, e incluso allí donde se conocen las medidas «oficiales», de una manera CIRCUNSPECTIVA. Como lo desalejado en semejantes estimaciones está a la mano, conserva su carácter específicamente intramundano. A lo que habría que añadir incluso que los caminos que en el trato cotidiano nos llevan al ente desalejado no son todos los días del mismo largo. Lo a la mano del mundo circundante no está-ahí para un contemplador eterno eximido del existir [Dasein], sino que sale al encuentro de la cotidianidad circunspectivamente ocupada del Dasein. A través de sus caminos, el Dasein no recorre una distancia espacial como una cosa corpórea que está-ahí, no «devora kilómetros»; acercamiento y des-alejación son cada vez un estar vertido en ocupación a lo cercano y des-alejado. Un camino «objetivamente» largo puede ser más corto que otro «objetivamente» muy corto, que es tal vez un «paso difícil» y se le hace a uno infinitamente largo. Pero es en este «hacérsele a uno» donde el correspondiente mundo llega a estar propiamente a la mano. Las distancias objetivas de las cosas que están-ahí no coinciden con la lejanía o cercanía del ente a la mano dentro del mundo. Aunque aquéllas puedan ser conocidas con exactitud, este saber será siempre ciego, no ejercerá la función de un acercamiento circunspectivamente descubridor del mundo circundante; este saber sólo tiene sentido en y para un ente que, sin medir extensiones, está vuelto en ocupación hacia un mundo que lo «atañe». STJR §23
La orientación primaria o exclusiva hacia la medición de las distancias como modo de evaluar la lejanía de las cosas encubre la espacialidad originaria del estar-en. Lo presuntamente «más cercano» no es en absoluto lo que está a la menor distancia «de nosotros». Lo «más cercano» es lo que se halla a mediano alcance, medianamente lejos de nuestras manos y de nuestra vista. Puesto que el Dasein es esencialmente espacial en el modo de la des-alejación, el trato se mueve siempre en el campo de juego del «mundo circundante» desalejado cada vez por él; y por eso nuestro oír y ver empieza siempre por saltarse lo «más cercano» desde el punto de vista de la distancia. El ver y oír son sentidos para lo lejano no en virtud de su mayor alcance, sino porque el Dasein está preponderantemente en ellos, en cuanto desalejante. Para el que usa lentes, por ejemplo, tan cercanos desde el punto de vista de la distancia que los tiene «en su nariz», este útil está más lejos, en su mundo circundante, que el cuadro en la pared del frente. Tan poco cercano es, que muchas veces por lo pronto nos resulta imposible encontrarlos. El útil para ver y el útil para oír, como es por ejemplo, el auricular del teléfono, tienen el carácter ya señalado de la no-llamatividad de lo inmediatamente a la mano. Esto también vale, por ejemplo, de la calle, el útil para andar. Mientras uno camina, la va tocando a cada paso; ella parece lo más cercano y real de todo lo a la mano; en cierto modo se desliza bajo una parte de nuestro cuerpo, bajo las plantas de los pies. Y sin embargo, está más lejos que el conocido que, al caminar encontramos «en la calle» a la «distancia» de veinte pasos. Sobre la cercanía y lejanía de lo inmediatamente a la mano en el mundo circundante decide la ocupación CIRCUNSPECTIVA. Aquello en medio de lo cual ella está de antemano es lo más cercano y lo que regula toda des-alejación. STJR §23
Des-alejación y direccionalidad determinan, en cuanto caracteres constitutivos del estar-en, la espacialidad del Dasein: su estar en el espacio intramundano descubierto en ocupación CIRCUNSPECTIVA. La explicación hecha hasta aquí de la espacialidad de lo a la mano dentro del mundo y de la espacialidad del estar-en-el-mundo proporciona los supuestos para sacar a luz el fenómeno de la espacialidad del mundo y plantear el problema ontológico del espacio. STJR §23
Dejar que el ente intramundano comparezca, lo que es constitutivo del estar-en-el-mundo, es un «abrir espacio» [«Raumgeben»]. Este «abrir espacio», que también llamamos ordenación espaciante [Einraumen] es dejar en libertad lo a la mano mirando a su espacialidad. Esta ordenación espaciante, en cuanto previa donación descubridora de una posible totalidad de lugares propios respeccionalmente determinada, posibilita la correspondiente orientación fáctica. El Dasein, en cuanto ocupación CIRCUNSPECTIVA con el mundo, sólo puede cambiar una cosa de lugar, quitarla de ahí, «ordenar cosas en el espacio», porque a su estar-en-el-mundo le pertenece el ordenar espaciante, entendido como existencial. Pero, ni la zona previamente descubierta, ni, en general, la correspondiente espacialidad, están expresamente ante la mirada. La espacialidad está presente en sí para la circunspección en la no-llamatividad de lo a la mano, en cuya ocupación la circunspección se absorbe. Con el estar-en-el-mundo, el espacio queda descubierto primeramente en esta forma de espacialidad. Sobre la base de la espacialidad así descubierta se hace accesible al conocimiento el espacio mismo. STJR §24
Ahora bien, según el análisis hecho anteriormente, al ser del Dasein que a éste le va en su mismo ser, le pertenece el coestar con otros. Por consiguiente, como coestar, el Dasein «es» esencialmente por-mor-de otros. Esto debe entenderse como un enunciado existencial de esencia. También cuando un determinado Dasein fáctico no se vuelve hacia otros, cuando cree no necesitar de ellos o cuando, por el contrario, los echa de menos, es en el modo del coestar. En el coestar, en cuanto existencial por-mor-de otros, éstos ya están abiertos en su Dasein. Esta apertura de los otros, constituida previamente por el coestar, es pues también parte integrante de la significatividad, es decir, de la mundaneidad que es el modo como la significatividad queda afincada en el por-mor-de existencial. Y por eso la mundaneidad del mundo así constituida, en la que el Dasein se encuentra siempre por esencia, hace que lo a la mano en el mundo circundante comparezca de tal modo que, junto con él, como objeto de ocupación CIRCUNSPECTIVA, comparezca la coexistencia de otros. La estructura de la mundaneidad del mundo es tal que primeramente los otros no están-ahí, junto a otras cosas, como sujetos que flotan en el vacío, sino que se muestran en su estar ocupados en el mundo circundante desde lo a la mano de éste. STJR §26
Junto a las dos determinaciones esenciales de la disposición afectiva que acabamos de explicitar – la apertura de la condición de arrojado y la apertura del estar-en-el-mundo en su totalidad – es necesario considerar una tercera, que contribuye en forma especial a una comprensión más honda de la mundaneidad del mundo. Como ya dijimos antes, el mundo ya previamente abierto deja comparecer al ente intramundano. Esta previa aperturidad del mundo, propia del estar-en, está con-constituida por la disposición afectiva. El dejar comparecer es primariamente circunspectivo, y no un puro sentir o un quedarse mirando fijamente. El dejar comparecer de la ocupación CIRCUNSPECTIVA tiene el carácter de un ser concernido [Betroffenwerden], como lo podemos ver ahora más claramente a partir de la disposición afectiva. Desde un punto de vista ontológico, la inservibilidad, resistencia y amenaza de lo a la mano sólo nos pueden concernir porque el estar-en en cuanto tal se halla de tal manera determinado previamente en su estructura existencial que puede ser afectado en esta forma por lo que comparece dentro del mundo. Esta posibilidad de ser afectado se funda en la disposición afectiva y, en cuanto tal, ha abierto el mundo en su carácter, por ejemplo, de amenazante. Sólo lo que está en la disposición afectiva del temor o, correlativamente, de la intrepidez, puede descubrir el ente a la mano del mundo circundante como algo amenazante. El temple de la disposición afectiva es el constitutivo existencial de la apertura del Dasein al mundo. STJR §29
El ocupado estar en medio de lo a la mano se da a comprender desde la significatividad abierta en la comprensión del mundo, la condición respectiva que puede tener lo que comparece. Que la circunspección descubre quiere decir que ella interpreta el mundo ya comprendido. Lo a la mano accede explícitamente a la visión comprensora. Todo preparar, ordenar, arreglar, mejorar, completar, se lleva a cabo en tanto que lo circunspectivamente a la mano es explicitado en su para-qué [Wozu] y se hace objeto de un ocuparse que se rige por lo que se ha hecho visible en esta explicitación. Lo que la circunspección explícita en su para-qué [Wozu], y precisamente en cuanto tal, lo explícitamente comprendido, tiene la estructura de algo en cuanto algo. A la pregunta CIRCUNSPECTIVA acerca de lo que sea este determinado ente a la mano, la interpretación CIRCUNSPECTIVA responde diciendo: es para… La indicación del para-qué [Wozu] no consiste simplemente en nombrar algo, sino que lo nombrado es comprendido en esta forma: lo que está en cuestión debe ser considerado como tal. Lo abierto en el comprender, lo comprendido, ya es accesible siempre de un modo tal que en él se puede destacar explícitamente su «en cuanto qué». El «en cuanto» expresa la estructura explicitante de lo comprendido; es lo constitutivo de la interpretación. El trato circunspectivo-interpretante con el ente a la mano del mundo circundante, que lo «ve» en cuanto mesa, puerta, coche o puente, no tiene necesidad de exponer también en un enunciado determinativo lo circunspectivamente interpretado. Toda simple visión antepredicativa de lo a la mano ya es en sí misma comprensora-interpretante. ¿Pero no es la carencia de este «en cuanto» lo que constituye la simplicidad de la pura percepción? El ver que tiene lugar en esta visión es siempre comprensor-interpretante. Encierra en sí los respectos remisionales explícitos (del para-qué [Wozu]) que son propios de la totalidad respeccional a partir de la cual queda comprendido lo simplemente compareciente. La articulación de lo comprendido en el acercamiento interpretante del ente en la forma de «algo en cuanto algo» es previa al enunciado temático acerca de él. No es en éste donde surge por vez primera el «en cuanto», sino que en él tan sólo se expresa; lo que no sería posible si no se encontrara allí como expresable. El que a la simple visión le pueda faltar el carácter explícito de un enunciado no autoriza a negarle a esta visión toda interpretación articuladora y, consiguientemente, la estructura del «en cuanto». La simple visión de las cosas inmediatas en el habérselas con ellas comporta de un modo tan originario la estructura de la interpretación que precisamente una aprehensión de algo, por así decirlo, libre de «en cuanto» demanda una cierta readaptación. El nada-más-que-tener-ante-sí una cosa se da en el puro quedarse mirando esa cosa en cuanto ya-no-comprenderla. Esta percepción carente de «en cuanto» es una privación del simple ver comprensor, no más originaria que éste, sino derivada de él. Que el «en cuanto» no esté expresado ónticamente no debe inducir a pasarlo por alto como estructura existencial a priori del comprender. STJR §32
Lo a la mano es comprendido siempre desde la totalidad respeccional. Ésta no necesita ser aprehendida explícitamente por medio de una interpretación temática. Incluso cuando ha pasado a través de una interpretación semejante, vuelve nuevamente a la comprensión implícita. Y es precisamente en esta modalidad como ella es el fundamento esencial de la interpretación CIRCUNSPECTIVA cotidiana. Esta interpretación se funda siempre en un haber previo [Vorhabe]. La interpretación, en cuanto se apropia de una comprensión, se mueve en un comprensor estar vuelto hacia una totalidad respeccional ya comprendida. La apropiación de lo comprendido pero todavía velado realiza siempre el desvelamiento guiada por un punto de vista que fija aquello en función de lo cual lo comprendido debe ser interpretado. La interpretación se funda siempre en una manera previa de ver [Vorsicht] que «recorta» lo dado en el haber previo hacia una determinada interpretabilidad. Lo comprendido que se tiene en el haber previo y que está puesto en la mira del modo previo de ver, se hace entendible por medio de la interpretación. La interpretación puede extraer del ente mismo que hay que interpretar los conceptos correspondientes, o bien puede forzar al ente a conceptos a los que él se resiste por su propio modo de ser. Sea como fuere, la interpretación se ha decidido siempre, definitiva o provisionalmente, por una determinada conceptualidad; ella se funda en una manera de entender previa [Vorgriff]. STJR §32
Pero, ¿hasta qué punto el enunciado es un modo derivado de la interpretación? ¿Qué se ha modificado en ésta? Podemos señalar esa modificación ateniéndonos a casos-límite de enunciados, considerados en la lógica como casos normales y como ejemplos de los fenómenos enunciativos «más simples». Lo que la lógica estudia como proposición enunciativa categórica (ejemplo: «el martillo es pesado») lo comprende siempre, previamente a todo análisis, «de un modo lógico». Inadvertidamente se ha supuesto de antemano como «sentido» de la proposición que la cosa-martillo tiene la propiedad de la pesantez. «En un primer momento», en la circunspección del ocuparse no hay enunciados de este tipo. Pero, en cambio, la circunspección tiene sus formas específicas de interpretación, que, a diferencia del «juicio teorético» mencionado, podrían expresarse [Sichaussprechen] así: «el martillo es demasiado pesado», o mejor aun: «demasiado pesado», o bien: «¡el otro martillo!». El modo originario como se lleva a cabo la interpretación no consiste en la proposición enunciativa teorética, sino en el hecho de que en la circunspección del ocuparse se deja de lado o se cambia la herramienta inapropiada «sin decir una sola palabra». De la falta de palabras no se debe concluir la falta de interpretación. Por otra parte, la interpretación CIRCUNSPECTIVA expresada no es necesariamente, por ese solo hecho, un enunciado en el sentido ya definido. ¿Qué modificaciones ontológico-existenciales hacen surgir el enunciado desde la interpretación CIRCUNSPECTIVA [NH: ¿De qué modo puede realizarse el enunciado mediante la modificación de la interpretación?]? STJR §33
El ente tenido en el haber previo, el martillo, por ejemplo, está, como útil, inmediatamente a la mano. Si este ente se vuelve «objeto» de un enunciado, ya con la actitud enunciante se produce de antemano y de un solo golpe una mutación en el haber previo. El con-qué – de carácter a la mano – del habérselas o del quehacer, se convierte en un «acerca-de-qué» del enunciado mostrativo. La manera previa de ver apunta a algo que está-ahí en lo a la mano. Por medio de la mirada contemplativa y para ella, lo a la mano se oculta en tanto que a la mano. Dentro del proceso del descubrimiento del estar-ahí que encubre el estar a la mano, el ente que comparece estando-ahí es determinado como estando-de-tal-o-cual-modo-ahí. Ahora, por primera vez, se abre el acceso a algo así como las propiedades. El «qué» del decir determinante de lo que está-ahí, es extraído de lo que está-ahí en cuanto tal. La estructura de «en cuanto» de la interpretación experimenta así una modificación. El «en cuanto» ya no llega en su función de apropiación hasta una totalidad respeccional. Ha sido apartado de sus posibilidades de articulación de las relaciones remisivas de la significatividad que constituye la circunmundaneidad. El «en cuanto» queda repelido al plano indiferenciado de lo que sólo está-ahí. Desciende al nivel de la estructura del mero-dejar-ver determinativo, que hace ver lo que está-ahí. Esta nivelación del originario «en cuanto» de la interpretación CIRCUNSPECTIVA que lo convierte en el «en cuanto» de la determinación del estar-ahí, es el privilegio del enunciado. Sólo así puede éste llegar a ser una pura mostración contemplativa. STJR §33
Entre la interpretación todavía enteramente encubierta en el comprender de la ocupación y su extrema contrapartida, el enunciado teorético sobre lo que está-ahí, hay múltiples grados intermedios. Enunciados sobre sucesos del mundo circundante, descripción de cosas a la mano, «informes de situación», registro y fijación de una «condición fáctica», descripción de un estado de cosas, narración de lo acaecido. Estas «proposiciones» no se dejan reducir, sin tergiversación esencial de su sentido, a proposiciones enunciativas teoréticas. Tienen su «origen», al igual que éstas, en la interpretación CIRCUNSPECTIVA. STJR §33
Descubrir es una forma de ser del estar-en-el-mundo. La ocupación CIRCUNSPECTIVA y la que se queda simplemente observando, descubren los entes intramundanos. Éstos llegan a ser lo descubierto. Son «verdaderos» en un segundo sentido. Primariamente «verdadero», es decir, descubridor, es el Dasein. Verdad, en sentido derivado, no quiere decir ser-descubridor (descubrimiento), sino ser-descubierto (estar al descubierto). STJR §44
Ahora bien, la «objeción del círculo» proviene, ella misma, de un modo de ser del Dasein. A la comprensión común que en su ocupación se absorbe en el uno, eso de un proyectar, y máxime de un proyectar ontológico, le resulta extraño, porque ella se cierra «en principio» frente a aquél. La comprensión común sólo se ocupa, «teorética» o «prácticamente», del ente que puede ser abarcado con la mirada CIRCUNSPECTIVA. Lo característico de la comprensión común consiste en que ella cree experimentar tan sólo entes «de hecho», para poder así sustraerse a una comprensión del ser. No comprende que los entes sólo pueden ser experimentados «de hecho» si el ser ya ha sido comprendido, aunque sea sin conceptos. La comprensión común comprende mal el comprender. Y por eso tiene que considerar necesariamente como «violento» aquello que supera el alcance de su comprensión e incluso la tendencia misma a superarla. STJR §63
La interpretación tempórea de la cotidianidad e historicidad consolida la mirada para el tiempo originario en forma suficiente como para ponerlo al descubierto en cuanto condición de la posibilidad y de la necesidad de la experiencia cotidiana del tiempo. El Dasein en cuanto ente al que le va su ser, se prodiga primariamente, en forma expresa o no, para sí mismo. Inmediata y regularmente el cuidado es ocupación CIRCUNSPECTIVA. Prodigándose por mor de sí mismo, el Dasein se consume. Consumiéndose, se necesita a sí mismo, es decir, necesita de su tiempo. Necesitando de tiempo, cuenta con él. La ocupación CIRCUNSPECTIVA calculante descubre inmediatamente el tiempo y lleva a desarrollar un cálculo del tiempo. Contar con el tiempo es constitutivo del estar-en-el-mundo. Contando con su tiempo, el descubrimiento ocupado de la circunspección hace que el ente a la mano y el ente que está-ahí, que han sido descubiertos, vengan a comparecer en el tiempo. El ente intramundano se hace de esta manera accesible como «estando en el tiempo». A la determinación del tiempo del ente intramundano la llamaremos intratemporeidad. El «tiempo» encontrado primeramente en ella en forma óntica se convierte en base para la formación del concepto vulgar y tradicional del tiempo. Ahora bien, el tiempo como intratemporeidad brota de un modo esencial de temporización de la temporeidad originaria. En virtud de este origen, el tiempo «en el que» lo que está-ahí llega a ser y deja de ser es un auténtico fenómeno de tiempo, y no una exteriorización de un «tiempo cualitativo» que convirtiera a éste en espacio, como lo pretende la interpretación del tiempo hecha por Bergson, una interpretación que, desde el punto de vista ontológico, es enteramente indeterminada e insatisfactoria. STJR §66
La interpretación tempórea del Dasein cotidiano debe comenzar con las estructuras en que se constituye la aperturidad. Ellas son: el comprender, la disposición afectiva, la caída y el discurso. Los modos de temporización de la temporeidad que deberán descubrirse en relación a estos fenómenos darán el fundamento para determinar la temporeidad del estar-en-el-mundo. Esto nos llevará de nuevo al fenómeno del mundo y permitirá acotar la problemática tempórea específica de la mundaneidad. Este trabajo deberá confirmarse mediante la caracterización del estar-en-el-mundo inmediatamente cotidiano, es decir, de la ocupación CIRCUNSPECTIVA cadente. La temporeidad de esta última hace posible la modificación de la circunspección en percepción contemplativa y en el conocimiento teorético fundado en ella. La temporeidad del estar-en-el-mundo que así sale a luz, se muestra a la vez como fundamento de la específica espacialidad del Dasein. Será necesario mostrar la constitución tempórea de la desalejación y de la direccionalidad. El conjunto de estos análisis revelará una posibilidad de temporización de la temporeidad que funda ontológicamente la impropiedad del Dasein, y conducirá ante la pregunta acerca del modo como debe comprenderse el carácter tempóreo de la cotidianidad, el sentido tempóreo del «inmediata y regularmente», del cual hemos hecho constante uso hasta ahora. La exposición de este problema hará ver hasta qué punto la aclaración del fenómeno alcanzada hasta ese momento es insuficiente. STJR §67
El dejar estar en respectividad que tiene lugar en el ocuparse, y que se funda en la temporeidad, es una comprensión aún enteramente preontológica y atemática de la condición respectiva y del estar a la mano. Más adelante veremos que la temporeidad también funda, en definitiva, la comprensión de estas determinaciones de ser en cuanto tales. Pero antes deberemos mostrar aun más concretamente la temporeidad del estar-en-el-mundo. Con vistas a ello examinaremos el modo como el comportamiento teorético respecto del «mundo» se «origina» a partir de la ocupación CIRCUNSPECTIVA con lo a la mano. El descubrimiento circunspectivo del ente intramundano, lo mismo que el descubrimiento teorético, están fundados en el estar-en-el-mundo. La interpretación tempóreo-existencial de ambas formas de descubrimiento servirá para preparar la caracterización tempórea de esta constitución fundamental del Dasein. STJR §69
La pregunta por el «origen» del descubrimiento teorético a partir de la ocupación CIRCUNSPECTIVA surge dentro del curso de los análisis ontológico-existenciales; ya este solo hecho indica que el problema no es aquí la historia y evolución óntica de la ciencia, ni sus causas fácticas o fines inmediatos. Al buscar la génesis ontológica del comportamiento teorético, preguntamos: ¿cuáles son, en la constitución de ser del Dasein, las condiciones de posibilidad existenciales necesarias para que el Dasein pueda existir en la forma de la investigación científica? El planteamiento de este problema apunta a un concepto existencial de la ciencia. Distinto de éste es el concepto «lógico», que comprende a la ciencia en función de sus resultados, y la define como un «conjunto de proposiciones verdaderas, es decir, válidas, en el que unas proposiciones se fundan en otras». El concepto existencial comprende la ciencia como una forma de existencia y, por consiguiente, como un modo del estar-en-el-mundo que descubre o bien abre el ente o el ser. Una interpretación existencial de la ciencia plenamente satisfactoria sólo podrá ser realizada cuando se hayan aclarado desde la temporeidad de la existencia el sentido del ser y la «conexión» entre ser y verdad. Las reflexiones que siguen preparan la comprensión de esta problemática central; en el curso de ellas, podrá desarrollarse también una idea de la fenomenología más acabada que el mero concepto preliminar dado a conocer en la Introducción. STJR §69
La circunspección se mueve en las relaciones de respectividad del contexto de útiles que está a la mano. Además, ella misma queda regida por una visión de conjunto más o menos explícita del todo de útiles que conforman cada vez el mundo pragmático y su correspondiente mundo circundante público. La visión de conjunto no se reduce a recoger ulteriormente unos entes que estuvieran-ahí. Lo esencial de la visión de conjunto radica en la comprensión primaria de la totalidad respeccional dentro de la cual se mueve en cada caso el ocuparse fáctico. La visión de conjunto que ilumina la ocupación recibe su «luz» del poder-ser del Dasein, por mor del cual cobra existencia el ocuparse en cuanto cuidado. La circunspección del ocuparse «dotada de visión de conjunto» lleva, en el correspondiente uso y manejo, lo a la mano más cerca del Dasein mediante la interpretación de lo visto. Al acercamiento específico de lo que es objeto de ocupación, que tiene lugar en la circunspección interpretativa, lo llamamos la deliberación. Su esquema característico es el «si – entonces»: si esto o aquello debe ser, por ejemplo, producido, usado o evitado, entonces son necesarios tales o cuales re-cursos, expedientes, circunstancias, ocasiones. La deliberación CIRCUNSPECTIVA ilumina la correspondiente situación fáctica del Dasein en el mundo circundante del que se ocupa. Jamás se reduce, pues, a «constatar» la presencia de un ente que está-ahí o de sus propiedades. La deliberación también puede llevarse a cabo sin que lo que en ella queda circunspectivamente acercado esté a la mano en forma palpable y se halle presente al alcance inmediato de la vista. El acercamiento del mundo circundante en la deliberación CIRCUNSPECTIVA tiene el sentido existencial de una presentación. En efecto, la re-presentación no es sino un modo de ésta. En ella la deliberación logra ver directamente lo necesitado que no está a la mano. La circunspección representativa no tiene que habérselas, como podría pensarse, con «meras representaciones». STJR §69
Ahora bien, la presentación CIRCUNSPECTIVA es un fenómeno múltiplemente fundado. Por lo pronto, pertenece siempre a una plena unidad extática de la temporeidad. Se funda en una retención del complejo de útiles del que el Dasein se ocupa, estando, al hacerlo, a la espera de una posibilidad. Lo ya abierto en la retención que está a la espera, lo acerca la presentación deliberante o la representación. Ahora bien, para que la deliberación pueda moverse en el esquema del «si – entonces», es necesario que previamente el ocuparse comprenda, en visión de conjunto, un contexto respeccional. Lo dicho con el «si» debe estar ya comprendido en cuanto esto o aquello. A este fin no se requiere que la comprensión del útil se exprese en una predicación. El esquema de «algo en cuanto algo» está previamente bosquejado en la estructura del comprender antepredicativo. La estructura del «en cuanto» se funda ontológicamente en la temporeidad del com-prender. Sólo en la medida en que el Dasein, estando a la espera de una posibilidad, es decir, aquí, de un para-qué [Wozu], ha vuelto a un para-eso, es decir, en la medida en que retiene a un ente a la mano, puede ocurrir, a la inversa, que la presentación que pertenece a ese retener que está a la espera, partiendo de esto que ha sido retenido, lo acerque explícitamente en su estar remitido al para-qué [Wozu]. La deliberación acercante debe ajustarse, en el esquema de la presentación, al modo de ser de aquello que ha de ser acercado. El carácter respeccional de lo a la mano no es primariamente descubierto por la deliberación, sino tan sólo acercado, y esto en la medida en que la deliberación deja ver circunspectivamente en cuanto tal aquello hacia lo que algo queda vuelto en respección. STJR §69
El arraigamiento del presente en el futuro y en el haber-sido es la condición tempóreo-existencial de posibilidad para que lo proyectado en el comprender de la comprensión CIRCUNSPECTIVA pueda ser acercado en una presentación y que, de esta manera, el presente tenga entonces que ajustarse a lo que comparece en el horizonte de la retención que está a la espera, es decir, que tenga que interpretarse en el esquema de la estructura del «en cuanto». De esta manera se ha dado respuesta a la pregunta anteriormente planteada si acaso la estructura del «en cuanto» tiene alguna conexión ontológico-existencial con el fenómeno de la proyección. El «en cuanto» se funda, lo mismo que el comprender y la interpretación en general, en la unidad extático-horizontal de la temporeidad. En el análisis fundamental del ser, concretamente en el contexto de la interpretación del «es» que, como cópula, da «expresión» a la designación de algo como algo, deberemos considerar nuevamente el fenómeno del «en cuanto» y delimitar existencialmente el concepto de «esquema». STJR §69
Pero, ¿en qué podrá contribuir la caracterización tempórea de la deliberación CIRCUNSPECTIVA y de sus esquemas a la solución del problema aún pendiente del origen del comportamiento teórico? Sólo en tanto que aclara la situación existencial en que el ocuparse circunspectivo se convierte en descubrimiento teorético. El análisis de esta conversión puede intentarse siguiendo el hilo de un decir elemental de la deliberación CIRCUNSPECTIVA y de sus posibles modificaciones. STJR §69
Inmediata y regularmente el Dasein se comprende a partir de lo que comparece en el mundo circundante y de lo que es objeto de ocupación CIRCUNSPECTIVA. Esta comprensión no es un mero conocimiento de sí mismo que simplemente acompañase a todos los comportamientos del Dasein. Comprender significa proyectarse hacia una determinada posibilidad del estar-en-el-mundo, es decir, existir como tal posibilidad. De esta manera, el comprender, en cuanto comprensión común, constituye también la existencia impropia del uno. Lo que en el convivir público comparece para el ocuparse cotidiano no son tan sólo el útil y la obra, sino también lo que con ellos «sucede»: «quehaceres», empresas, incidentes y accidentes. El «mundo» es, al mismo tiempo, suelo y escenario y, como tal, forma parte del ir y venir cotidiano. En el convivir público comparecen los otros en esas actividades en las que también «uno mismo» se encuentra sumergido. Se conoce, se discute, se aprueba, se combate, se retiene en la memoria y se olvida, pero considerando siempre, en primer lugar, lo que se hace y lo que de allí «resulta». El progreso, el estancamiento, el cambio de actitud y el «balance final» del Dasein individual los medimos ante todo por la marcha, el estado, el cambio y la disponibilidad de lo que nos ocupa. Por trivial que sea la referencia a la comprensión que tiene del Dasein la comprensión cotidiana común, esta última no es en modo alguno ontológicamente transparente. Pero entonces, ¿por qué no determinar la «trama» del Dasein por lo que es objeto de ocupación, y por «lo vivido»? ¿No pertenecen también a la «historia» el útil, la obra y todas aquellas cosas entre las que el Dasein se encuentra? ¿Es acaso el acontecer de la historia sólo el aislado transcurrir de la «corriente de vivencias» en los sujetos individuales? STJR §75
Estando, en su ocupación CIRCUNSPECTIVA, a la espera de la posibilidad de ver, el Dasein que se comprende a sí mismo desde su quehacer cotidiano, se da su propio tiempo en base a un «luego, cuando amanezca». El «luego» que es objeto de su ocupación es datado en función de aquello que, dentro del mundo circundante, está en una inmediata conexión respeccional con el aclarar: la salida del sol. Luego, cuando salga el sol, será tiempo para… De esta manera, el Dasein data el tiempo que él debe tomar para sí, en función de aquello que, en el horizonte del estar entregado al mundo, comparece dentro de éste como algo que está en una condición respectiva especialísima con el circunspectivo poder-ser-en-el-mundo. El ocuparse recurre al «estar a la mano» del sol, dispensador de luz y calor. El sol sirve para datar el tiempo interpretado en el ocuparse. De esta datación surge la medida «más natural» del tiempo: el día. Y como la temporeidad del Dasein que debe tomarse su tiempo es finita, también sus días ya están contados. El «mientras es de día» ofrece al estar a la espera de la ocupación la posibilidad para que éste determine previsoramente los «luegos» de aquello de lo que hay que ocuparse, es decir, la posibilidad de subdividir el día. Esta subdivisión se realiza, a su vez, tomando en consideración aquello por lo que se data el tiempo: el sol peregrinante. Así como su salida, también el ocaso y el cenit del sol son «lugares» eminentes que ocupa el astro. Su periódico transitar lo toma en cuenta el Dasein arrojado en el mundo, el Dasein que – temporizando – se da tiempo a sí mismo. En virtud de la interpretación datante del tiempo, bosquejada desde el estar arrojado en el Ahí, el acontecer del Dasein es un acontecer cotidiano. STJR §80
¿Cómo se muestra inmediatamente para la ocupación CIRCUNSPECTIVA cotidiana eso que llamamos «el tiempo»? ¿En qué modo del trato ocupado que usa útiles se hace explícitamente accesible? Si con la aperturidad del mundo el tiempo queda hecho público, y si con el estar al descubierto del ente intramundano – estar al descubierto que es propio de la aperturidad del mundo – , el tiempo ya se ha vuelto siempre objeto de ocupación, en cuanto el Dasein, contando consigo mismo, calcula su tiempo, entonces el comportamiento en el que «uno» se rige explícitamente por el tiempo consiste en el uso del reloj. El sentido tempóreo-existencial del uso del reloj se revela como una presentación del puntero en movimiento. El seguimiento presentante de las posiciones del puntero, cuenta. Esta presentación se temporiza en la unidad extática de un retener que está a la espera. Presentando, retener el «entonces» significa: diciendo-ahora, estar abierto para el horizonte del antes, es decir, del ahora-ya-no-más. Presentando, estar a la espera del «luego» significa: diciendo-ahora, estar abierto para el horizonte del después, esto es, del ahora-todavía-no. Lo que se muestra en dicha presentación es el tiempo. ¿Cuál es entonces la definición del tiempo que se manifiesta en el horizonte del uso ocupado y circunspectivo del reloj, de ese uso que se toma tiempo? Es lo numerado que se muestra en el seguimiento presentante y numerante del puntero en movimiento, de tal modo que la presentación se temporiza en la unidad extática con el retener y el estar a la espera horizontalmente abiertos según lo anterior y posterior. Ahora bien, esto no es otra cosa que la interpretación ontológico-existencial de la definición del tiempo dada por Aristóteles: touto gar estin ho chronos, arithmos kineseos kata to proteron kai hysteron. «Porque el tiempo es lo numerado en el movimiento que comparece en el horizonte de lo anterior y posterior». Esta definición puede parecer extraña a primera vista, pero se muestra como «evidente» y genuinamente lograda cuando se delimita el horizonte ontológico-existencial de donde Aristóteles la tomó. El origen del tiempo que de esta manera se manifiesta no es problema para Aristóteles. Antes bien, su interpretación del tiempo se mueve en la dirección del modo «natural» de comprender el ser. Pero, como esta comprensión misma y el ser en ella comprendido se han vuelto radicalmente problemáticos en la presente investigación, solamente una vez que hayamos resuelto el problema del ser, será posible interpretar temáticamente el análisis aristotélico del tiempo, de tal manera que ese análisis adquiera una significación fundamental para la positiva apropiación, críticamente circunscrita, del planteamiento de la ontología antigua en general. STJR §81
Después de Aristóteles, todas las discusiones del concepto del tiempo se atienen fundamentalmente a la definición aristotélica, es decir, tematizan el tiempo tal como éste se muestra en la ocupación CIRCUNSPECTIVA. El tiempo es lo «numerado», esto es, lo expresado y – aunque sólo sea atemáticamente – mentado en la presentación del puntero (o de la sombra) en movimiento. En la presentación del móvil en su movimiento se dice «ahora aquí, ahora aquí, etc.». Lo numerado son los ahoras. Y éstos se muestran «en cada ahora» como «enseguida-ya-no-más…» y «justo todavía no». Al tiempo del mundo que de esta manera queda «visto» en el uso del reloj lo llamamos el tiempo del ahora [Jetzt-Zeit]. STJR §81