círculo

Tras cuatro semestres dejé los estudios teológicos y me dediqué por entero a la filosofía. No dejé con todo de asistir a un curso de Teología en los años posteriores a 1911: el de Dogmática, impartido por Carl Braig. A ello me veía determinado por mi interés por la teología especulativa y, sobre todo, por ese penetrante modo de pensar que el citado profesor hacía presente en cada lección. Gracias a él tuve por vez primera noticia, en algunos paseos a los cuales pude acompañarle, de la importancia de Schelling y Hegel para la teología especulativa, a diferencia del sistema doctrinal de la Escolástica. Así es como entró en el CÍRCULO de mis pesquisas la tensión entre ontología y teología especulativa como cimentación de la metafísica. Heideggeriana: CaminoFenomenologia

El escrito de homenaje a Edmund Husserl aparecería puntualmente el día de su cumpleaños y como suplemento del Anuario. Yo tuve el honor de hacérselo llegar el 8 de abril de 1929 al festejado profesor en el CÍRCULO de sus discípulos y amigos. Heideggeriana: CaminoFenomenologia

Esta frase sitúa la estancia del pensador y su quehacer bajo una luz diferente. El relato no dice si los visitantes entienden enseguida esas palabras, o si tan siquiera las entienden, y entonces ven todo bajo esa otra luz. Pero el hecho de que esa historia se haya contado y nos haya sido transmitida hasta hoy se explica porque lo que cuenta procede de la atmósfera de este pensador y la caracteriza. “también aquí”, al lado del horno, en ese lugar tan corriente, donde cada cosa y cada circunstancia, cada quehacer y pensar resultan familiares y habituales, es decir, son normales y ordinarios, “también aquí”, en el CÍRCULO de lo ordinario, ocurre que “los dioses están presentes”. Heideggeriana: CartaHumanismo

Según lo afirmado más arriba, esta palabra acerca del ser debe dar una respuesta, a saber, la respuesta a la pregunta: ¿qué significa ser? Pero si se nos dice: ser significa fundamento, ¿acaso es eso una respuesta? Pues en vez de recibir con esto una respuesta, nos vemos arrojados de nuevo a una pregunta. Pues al punto preguntamos: ¿qué significa entonces fundamento? A esta pregunta no podemos responder, ahora, más que diciendo: fundamento significa ser. Ser significa fundamento y fundamento significa ser: aquí todo gira en CÍRCULO. Nos asalta un vértigo. El pensar se despeña, desconcertado, porque no sabemos muy bien ni lo que quiere decir “ser” ni lo que quiere decir “fundamento”. Aun dando por supuesto que la palabra acerca del ser en cuanto fundamento responda a la pregunta por el sentido del ser, esta respuesta sigue cerrándonos, por de pronto, sus puertas. Nos falta la llave para abrirlas, a fin de tener así, a través de ellas, un acceso que lleve la mirada a lo que dice la palabra acerca del ser. Ahora bien, (206) ya la mera búsqueda de la llave que falta es, por sí sola, una tarea difícil y de largo aliento. Por eso, en esta conferencia elegiremos un camino distinto para llegar a abrir, quizás, una contrapuerta al menos. Compañía para este camino podría proporcionarnos el poeta cuyos versos circunscriben aquel representar que está bajo la prevalencia de la proposición fundamental del fundamento suficiente que hay que emplazar. Heideggeriana: Fundamento1956

Al representar que, al pensar en términos de valores, dirige su mirada hacia la validez, el ser le queda fuera de su CÍRCULO visual respecto ya de la cuestionabilidad del “en cuanto ser”. Del ser en cuanto tal no “hay” nada: el ser, un nihil. Heideggeriana: NiilismoSer

Puesto que el permanecer fuera del ser es la historia del ser y por tanto la historia propiamente existente, el ente en cuanto tal, y especialmente en la época del dominio de la inesencia del nihilismo, cae en lo ahistórico. Signo de ello es la emergencia de la historiografía, que pretende ser la representación determinante de la historia. Toma a ésta como algo pasado y explica su surgimiento como una conexión de efectos causalmente demostrable. Lo pasado que se ha objetivado de tal manera mediante el relato y la explicación aparece en el CÍRCULO visual de aquel presente que lleva a cabo en cada caso la objetivación y que, a lo sumo, se explica a sí mismo como producto del acontecer pasado. Qué son los hechos y qué la facticidad, qué sea en general el ente en este tipo de pasado, es algo que ya se cree saber, puesto que la objetivación llevada a cabo por la historiografía siempre sabe aducir algún material de hechos y presentarlo en una visión fácilmente comprensible y, sobre todo, “actual”. Heideggeriana: NiilismoSer

No obstante, si el hombre histórico fuera capaz de pensar la falta de necesidad como la necesidad del ser mismo, presumiblemente podría experimentar lo que es según la historia del ser. Sólo entonces el hombre de la época de la acabada inesencia del nihilismo experimentaría que es lo que “es”, en el sentido de un “es” que se determina desde la verdad del ser. Pues ya habría pensado desde el ser mismo. El hombre experimentaría lo que según la historia del ser proviene de la falta de necesidad en cuanto necesidad y que, proveniendo de esta forma, ya ha arribado, aunque presencie en un oculto advenir, lo cual, sin embargo, para el CÍRCULO visual de la experiencia metafísica, equivale a decir que está ausente. Estar ausente significa, pensado metafísicamente, el mero opuesto del presenciar en cuanto ser: no ser en el sentido de la nula nada. Heideggeriana: NiilismoSer

La conferencia que piensa el habla como información y que, en este proceso. debe pensar la información como habla (En esta serie de conferencias C. Fr. v. Weizsäcker habló sobre el tema: El habla como información), denomina “CÍRCULO” a esta relación que regresa hacia sí; un CÍRCULO, por cierto, inevitable pero a la vez lleno de sentido. El CÍRCULO es un caso especial del mentado entramado. El CÍRCULO tiene un sentido porque la dirección y la forma de circular las gobierna el habla misma, por un movimiento dentro del habla. El carácter y la amplitud de este movimiento lo quisiéramos conocer por el habla misma, entrando en el entramado. Heideggeriana: CaminhoLinguagem

Sentido” — podría pensarse — es algo que todo el mundo entiende. Esto es efectivamente así en el CÍRCULO del pensar cotidiano y de un opinar aproximativo. Pero apenas se nos llama la atención sobre el hecho de que el hombre busca un “sentido” en todo acontecer, y cuando Nietzsche señala que esta búsqueda de un “sentido” se ve decepcionada, entonces no pueden evitarse las preguntas acerca de qué quiere decir aquí sentido, de en qué medida y por qué busca el hombre un sentido, de por qué no puede aceptar como algo indiferente la eventual decepción que entonces pudiera surgir sino que, por el contrario, resulta afectado, amenazado y hasta quebrantado en su propia existencia consistente. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero el nihilismo, pensado por Nietzsche como historia de las posiciones de valores, sólo puede comprenderse si se conoce la posición de valores como tal en su esencia, es decir, aquí: en su necesidad metafísica Por ello, el peso principal de nuestras reflexiones se traslada al CÍRCULO de cuestiones nombrado en segundo lugar. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Ad 2) Las tesis conductoras de este CÍRCULO de cuestiones son: Nietzsche piensa el nihilismo, en lo que hace a su proveniencia, despliegue y superación, únicamente desde la idea de valor. El pensar en términos de valores forma parte de esa realidad que está determinada como voluntad de poder. El pensamiento del valor es un elemento necesario de la metafísica de la voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Si consideramos además la prueba de la copertenencia esencial entre posición de valores y voluntad de poder, se muestra que: la interpretación nietzscheana de toda metafísica desde el pensamiento del valor hunde sus raíces en la determinación fundamental del ente en su totalidad como voluntad de poder. Este nombre es la palabra fundamental de la metafísica de Nietzsche. Ni Hegel ni Kant, ni Leibniz ni Descartes, ni el pensamiento medieval ni el helenístico, ni Aristóteles ni Platón, ni Parménides ni Heráclito saben de la voluntad de poder como carácter fundamental del ente. Por consiguiente, cuando Nietzsche ve la metafísica como tal y toda su historia en el CÍRCULO visual de la posición de valores, esta historia cae con ello en una perspectiva unilateral y la consideración historiográfica regida por ella se vuelve no verdadera. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Pero hay en general algo así como una consideración de la historia que no sea unilateral, una consideración que la abarque por todos sus lados? ¿No tiene cada presente que ver e interpretar el pasado desde su CÍRCULO visual? ¿No se vuelve “más vivo” su conocimiento historiográfico cuanto más decididamente asume su función directiva el respectivo CÍRCULO visual del respectivo presente? El propio Nietzsche, en una de sus obras tempranas, en la segunda de sus Consideraciones intempestivas, bajo el título “De la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida”, ¿no ha exigido acaso y fundamentado con la mayor insistencia que la historiografía debe servir a la vida, y que sólo puede hacerlo si previamente se libera de la ilusión de una pretendida “objetividad en sí” historiográfica? Si esto es así, nuestra indicación de que Nietzsche interpreta la historia de la metafísica desde su propio planteamiento como una historia de la posición de valores difícilmente puede servir de objeción y reparo, ya que no hace más que confirmar la autenticidad de su pensar histórico. Podría ser, incluso, que con la interpretación nietzscheana de la metafísica desde el pensamiento del valor se “comprendiera mejor” a la metafísica anterior de lo que ella misma podía comprenderse, en la medida en que sólo esa interpretación le concedería la palabra para decir lo que había querido pero aún no había podido decir. Si fuera así, la concepción de Nietzsche de las categorías y de las categorías de la razón como valores supremos y en general, como “valores” no sería una deformación de la realidad histórica sino más bien la liberación de los valores metafísicos anteriores hacia su auténtico contenido creativo o, por lo menos, un enriquecimiento del mismo. Si, además, el fundamento de la concepción nietzscheana de toda metafísica, la interpretación del ente en su totalidad como voluntad de poder, se moviera totalmente en los cauces del pensamiento metafísico anterior y llevara a su acabamiento su pensamiento fundamental, entonces la “imagen de la historia” de Nietzsche estaría en todo aspecto justificada y se mostraría como la única posible y necesaria. Pero en ese caso no habría ya ninguna escapatoria ante la tesis de que la historia del pensar occidental se desarrolla como una desvalorización de los valores supremos y que, de acuerdo con este volverse nulos de los valores y con la caducidad de los fines, es y tiene que volverse “nihilismo”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero si intentamos ahora demostrar que la metafísica anterior a Nietzsche no interpretaba el ente como voluntad de poder y que, por consiguiente, el pensamiento del valor le era extraño, nuestro propósito está sujeto al mismo reparo que se ha aducido frente a la interpretación nietzscheana de la historia. También nosotros tenemos que mirar e interpretar el pensar anterior desde el CÍRCULO visual de un pensar, el nuestro. Al igual que Nietzsche, al igual que Hegel, tampoco nosotros podemos salirnos de la historia y del “tiempo” y contemplar lo sido en sí, desde una posición absoluta, por así decirlo sin una óptica determinada y por ello necesariamente unilateral. Para nosotros rige lo mismo que para Nietzsche y Hegel, con el agravante de que el CÍRCULO visual de nuestro pensamiento quizás ni siquiera alcance la esencialidad y menos aún la grandeza del cuestionamiento de esos pensadores, por lo que nuestra interpretación de la historia, en el mejor de los casos, quedará detrás de las ya alcanzadas. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los que tratan de este modo acerca de qué es el ente en su totalidad son “teólogos”. Su “filosofía” sólo tiene de filosofía el nombre, porque una “filosofía cristiana” es un contrasentido aún mayor que la idea de un CÍRCULO cuadrado. El cuadrado y el CÍRCULO todavía concuerdan en que son figuras espaciales, mientras que la fe cristiana y la filosofía son abismalmente diferentes. Incluso si quisiera decirse que en ambos casos se enseña la verdad, lo que quiere decir verdad es totalmente diferente. El hecho de que los teólogos medievales a su manera, es decir cambiándoles el sentido, estudiaran a Platón y a Aristóteles es equivalente a la utilización de la metafísica de Hegel por parte de Karl Marx para su cosmovisión política. Pero bien mirado, la doctrina christiana no quiere transmitir un saber sobre el ente, sobre lo que éste es, sino que su verdad es por completo una verdad de salvación. Se trata del aseguramiento de la salvación de las almas inmortales individuales. Todos los conocimientos están referidos al orden de la salvación y están al servicio del aseguramiento y la promoción de la misma. Toda historia se convierte en historia de la salvación: creación, pecado original, redención, juicio final. Así también queda establecido de qué único modo (es decir con qué único método) tiene que determinarse y transmitirse lo que es digno de saberse. A la doctrina le corresponde la schola (la instrucción); por eso los doctores de la doctrina de la fe y la salvación son “escolásticos”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El cogitare es siempre un “pensar” (denken) en el sentido de un reparar (Be-denken), de un reparar que piensa en sólo dejar valer como asegurado y re-presentado en sentido propio lo que no presente reparos (Bedenkenlose). El cogitare es esencialmente re-presentar que repara, re-presentar que examina y recuenta: cogitare ist dubitare. Si a esto lo tomamos “literalmente” podemos caer con facilidad en un error. Pensar no es dudar en el sentido de que en todas partes se formulen reparos, de que toda toma de posición resulte sospechosa y se rehúse todo asentimiento. El dudar es comprendido, por el contrario, como esencialmente referido a lo indubitable, a lo que no ofrece reparos, y a que esto sea puesto en seguro. En lo que se repara de antemano y continuamente en este pensar que repara es en que lo representado esté en cada caso puesto en seguro dentro del CÍRCULO de la disposición calculante. Que todo cogitare es esencialmente un dubitare no dice más que: el re-presentar es un poner en seguro. El pensar que es esencialmente reparar no admite nada como puesto en seguro y cierto, es decir como verdadero, que no esté comprobado como tal ante él mismo, que no tenga el carácter de lo sin reparos, de aquello con lo que el pensamiento, en cuanto reparar, ya ha de cierto modo “acabado”, con lo que ya se ha saldado la cuenta. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero esta caracterización del re-presentar por la que en él se “co”-re-presentan “conjuntamente” el representar mismo y el “yo” representante, sigue siendo equívoca hasta tanto no destaquemos de manera más precisa lo esencial de lo que aquí todo depende. Puesto que en todo representar es al hombre re-presentante a quien se remite lo re-presentado de ese re-presentar, el hombre representante se ha copresentado en todo representar no con posterioridad sino de antemano, en la medida en que él, el re-presentante, lleva en cada caso ante sí a lo re-presentado. Puesto que el hombre re-presentante ya ha comparecido dentro del re-presentar junto a lo re-presentado, existe en todo re-presentar la posibilidad esencial de que el representar mismo se lleve a cabo dentro del CÍRCULO visual del que representa. Que el representar y el re-presentante sean co-representados en el re-presentar humano no quiere decir, en verdad, que el yo y su re-presentar se encontraran, por así decirlo, fuera del re-presentar como objetos diferentes de este representar y, con posterioridad, se integraran en el entorno de lo re-presentado. En verdad, la equívoca formulación de que el representante y su representado son co-representados en todo representar expresa precisamente la pertenencia esencial del re-presentante a la constitución del re-presentar. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Se reflexiona demasiado poco sobre el hecho de que es el “subjetivismo” moderno, y sólo él, el que ha descubierto y vuelto disponible y dominable el ente en su totalidad, posibilitando aspiraciones y formas de dominio que la Edad Media no podía conocer y que estaban fuera del CÍRCULO visual de los griegos. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El CÍRCULO o ámbito de la de la comprensibilidad fáctica (el CÍRCULO o ámbito del estar fácticamente entendiendo) es algo que nunca puede medirse o calcularse de antemano. E, igualmente, la forma que ese CÍRCULO, que ese ámbito de comprensión, tiene de operar, la forma en que se vuelve efectivo, no se la puede normar orientándose por la comprensión y comunicación de enunciados matemáticos. Pero en el fondo, incluso esto carece de importancia, pues la hermenéutica nos pone en situación y es desde esta situación desde donde es posible el entender. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Y cuando enfocamos al hombre utilizando como hilo conductor la definición “animal rationale” se lo ve en el CÍRCULO de otros seres existentes junto con el hombre en el modo o forma que representa la vida (plantas, animales), y, por cierto, como un ente (como un viviente, zoon) que tiene lenguaje (logon echon), que se refiere a su mundo y habla de él; su mundo que de entrada sólo lo es en el trato y comercio que representa la praxis, que representa el curare et procurare en el más amplio sentido de esta expresión. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Lo decisivo es, por tanto, incluir el “hoy” en el enfoque del análisis, y ello en términos tales que con ello (es decir, mediante el propio tener que incluir ese hoy) resulte ya visible algo así como un carácter de ser (de la exsistencia). Pues primero hay que empezar haciendo transparente ese carácter de ser y poniéndolo como tal carácter en el CÍRCULO de fenómenos de la facticidad. Sólo después podrá plantearse la cuestión ulterior de si en ese carácter de ser que a título de ensayo estamos aprehendiendo y fijando, acertamos, efectivamente, con el “hoy”. Heideggeriana: Hermeneutica1923

En el CÍRCULO de ese campo temático, formalmente determinado así, debe caer también la exsistencia de la vida. Las disciplinas filosóficas tradicionales que son la ética, la filosofía de la historia, la psicología racional, constituyen siempre de una u otra forma un decir sobre ello, consisten en un hablar sobre ello de una u otra manera. El respecto-a-qué del preguntar, es decir, el preguntar en el respecto-a-qué de ese preguntar, está ahí de forma inexpresa y más o menos asegurado en lo que se refiere a fundamentos. En los planteamientos tradicionales de estas disciplinas la vida humana, de forma más o menos expresa, constituye el objeto que en algún aspecto se somete a interrogación. De tal filosofía hemos de obtener hermenéuticamente, por tanto, (es decir, en tal filosofía hemos de poder leer hermenéuticamente) como qué entiende antemano esa filosofía la existencia de la vida (obsérvese la expresión que está utilizando el autor: Lebensdasein, exsistencia de la vida, es decir, la exsistencia de la vida, es decir, el ser ahí la vida, es decir, el ser la vida su ahí MJR), de tal filosofía hemos de obtener, digo, cómo se desenvuelve en ella (en esa filosofía) el Gerede sobre la vida, el trajín en el hablar y decir filosóficos sobre la vida, es decir, cómo en esa filosofía (en tanto que forma determinada de hablar de una determinada época, de un determinado tiempo) se habla de esa determinada época o tiempo, es decir, de su exsistencia. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Pero, ¿con qué vara tenemos y debemos medir a la ciencia? Esa es la cuestión que debe ser la decisión. Esta ya había sido, de inmediato, algo vivo antes de la irrupción de la Primera Guerra Mundial, para un pequeño CÍRCULO de jóvenes alemanes. Su más grande exhortador, aún no del todo comprendido, fue Federico Nietzsche, el último gran filósofo de los alemanes. Heideggeriana: UniversidadeAlema2

Pero ¿en qué sentido es un “bien” para el hombre éste que es el más peligroso? El habla es su propiedad. Dispone de ella con el fin de comunicar experiencias, decisiones, estados de ánimo. El habla sirve para entender. Como instrumento eficaz para ello es un “bien”. Sólo que la ausencia del habla no se agota en eso de ser un medio de entenderse. Con esta determinación no tocamos su propia esencia, sino que indicamos nada más una consecuencia de su esencia. El habla no es sólo un instrumento que el hombre posee entre otros muchos, sino que es lo primero en garantizar la posibilidad de estar en medio de la publicidad de los entes. Sólo hay mundo donde hay habla, es decir, el CÍRCULO siempre cambiante de decisión y obra, de acción y responsabilidad, pero también de capricho y alboroto, de caída y extravío. Sólo donde rige el mundo hay historia. El habla es un bien en un sentida más original. Esto quiere decir que es bueno para garantizar que el hombre puede ser histórico. El habla no es un instrumento disponible, sino aquel acontecimiento que dispone la más alta posibilidad de ser hombre. Debemos primero asegurarnos de esa esencia del habla, para concebir verdaderamente el campo de acción de la poesía y a ella misma. ¿Cómo acontece el habla? Para encontrar la respuesta a esta pregunta, reflexionemos sobre una tercera palabra de Hölderlin. tres — Tropezamos con esta palabra en un proyecto grande y desarrollado para el poema incompleto que comienza: “Reconciliador en que tú nunca has creído… (IV, 162 y 339 s.) El hombre ha experimentado mucho Nombrado a muchos celestes, desde que somos un diálogo y podemos oír unos de otro (IV, 343), Heideggeriana: EssenciaPoesia

Por mucho que el artista sea necesariamente el origen de la obra de un modo diferente a como la obra es el origen del artista, lo cierto es que el arte es al mismo tiempo el origen del artista y de la obra todavía de otro modo diferente. Pero ¿acaso puede ser el arte un origen? ¿Dónde y cómo hay arte? El arte ya no es más que una palabra a la que no corresponde nada real. En última instancia puede servir a modo de término general bajo el que agrupamos lo único real del arte: las obras y los artistas. Aun suponiendo que la palabra arte fuera algo más que un simple término general, con todo, lo designado por ella sólo podría ser en virtud de la realidad efectiva de las obras y los artistas. ¿O es al contrario? ¿Acaso sólo hay obra y artista en la medida en que hay arte y que éste es su origen? Sea cual sea la respuesta, la pregunta por el origen de la obra de arte se transforma en pregunta por la esencia del arte. Como de todas maneras hay que dejar abierta la cuestión de si hay algún arte y cómo puede ser éste, intentaremos encontrar la esencia del arte en el lugar donde indudablemente reina el arte. El arte se hace patente en la obra de arte. Pero ¿qué es y cómo es una obra que nace del arte? Qué sea el arte nos los dice la obra. Qué sea la obra, sólo nos lo puede decir la esencia del arte. Es evidente que nos movemos dentro de un CÍRCULO vicioso. El sentido común nos obliga a romper ese CÍRCULO que atenta contra toda lógica. Se dice que se puede deducir qué sea el arte estableciendo una comparación entre las distintas obras de arte existentes. Pero ¿cómo podemos estar seguros de que las obras que contemplamos son realmente obras de arte si no sabemos previamente qué es el arte? Pues bien, del mismo modo que no se puede derivar la esencia del arte de una serie de rasgos tomados de las obras de arte existentes, tampoco se puede derivar de conceptos más elevados, porque esta deducción da por supuestas aquellas determinaciones que deben bastar para ofrecernos como tal aquello que consideramos de antemano una obra de arte. Pero reunir los rasgos distintivos de algo dado y deducir a partir de principios generales son, en nuestro caso, cosas igual de imposibles y, si se llevan a cabo, una mera forma de autoengaño. Heideggeriana: ObraArte

Así pues, no queda más remedio que recorrer todo el CÍRCULO, pero esto no es ni nuestro último recurso ni una deficiencia. Adentrarse por este camino es una señal de fuerza y permanecer en él es la fiesta del pensar, siempre que se dé por supuesto que el pensar es un trabajo de artesano. Pero el paso decisivo que lleva de la obra al arte o del arte a la obra no es el único CÍRCULO, sino que cada uno de los pasos que intentamos dar gira en torno a este mismo CÍRCULO. Heideggeriana: ObraArte

¿Qué es verdaderamente la cosa en la medida en que es una cosa? Cuando preguntamos de esta manera pretendemos conocer el ser-cosa (la coseidad) de la cosa. Se trata de captar el carácter de cosa de la cosa. A este fin tenemos que conocer el CÍRCULO al que pertenecen todos los entes a los que desde hace tiempo damos el nombre de cosa. Heideggeriana: ObraArte

Sólo podemos llegar a saber qué es lo que obra en la obra a partir de este reposo de la obra. Hasta ahora, decir que era la verdad la que operaba en la obra de arte era una afirmación preconcebida. ¿Hasta qué punto ocurre en el ser-obra de la obra, o mejor dicho ahora, hasta qué punto ocurre en la disputa del combate entre el mundo y la tierra la verdad? ¿Qué es la verdad? La negligencia con que usamos esta palabra fundamental nos indica lo pequeño e imperfecto que es nuestro conocimiento sobre la esencia de la verdad. Cuando decimos verdad solemos referirnos a esta y aquella verdad, es decir, a algo verdadero. Un conocimiento expresado en una frase puede ser verdadero. Pero no nos limitamos a decir que una frase es verdadera, sino que también lo decimos de una cosa, del oro verdadero por oposición al oro falso. Verdadero significa en este caso lo mismo que auténtico, oro efectivamente real. ¿Qué quiere decir aquí eso de real? Para nosotros es real lo que es de verdad. Es verdadero lo que corresponde a algo real y es real lo que es de verdad. Una vez más, el CÍRCULO se ha cerrado. Heideggeriana: ObraArte

Una de las maneras esenciales en que la verdad se establece en ese ente abierto gracias a ella, es su ponerse a la obra. Otra manera de presentarse la verdad es la acción que funda un Estado. Otra forma en la que la verdad sale a la luz es la proximidad de aquello que ya no es absolutamente un ente, sino lo más ente de lo ente. Otro modo de fundarse la verdad es el sacrificio esencial. Finalmente, otra de las maneras de llegar a ser de la verdad es el cuestionar del pensador, que nombra el pensar del ser como tal en su cuestionabilidad, o lo que es lo mismo, como digno de ser cuestionado. Frente a esto, la ciencia no es ningún tipo de acontecimiento originario de la verdad, sino siempre la construcción de un ámbito de la verdad, ya abierto, por medio de la fundamentación y la aprehensión de aquello que se muestra exacto dentro de su CÍRCULO de un modo posible y necesario. Cuando y en la medida en que una ciencia va más allá de lo exacto para alcanzar una verdad, esto es, un desvelamiento esencial de lo ente en cuanto tal, dicha ciencia es filosofía. Heideggeriana: ObraArte

Este saber, que como querer habita familiarmente en la verdad de la obra y sólo de este modo sigue siendo un saber, no saca a la obra fuera de su subsistencia, no la arrastra al CÍRCULO de la mera vivencia ni la rebaja al papel de una mera provocadora de vivencias. El cuidado por la obra no aísla a los hombres en sus vivencias, sino que los adentra en la pertenencia a la verdad que acontece en la obra y, de este modo, funda el ser para los otros y con los otros como exposición histórica del ser-ahí a partir de su relación con el desocultamiento. Finalmente, el conocer al modo del cuidado está lejos de ese conocimiento guiado exclusivamente por el mero gusto por lo formal de la obra, sus cualidades y encantos en sí. Saber en tanto que haber-visto es estar decidido; es estar dentro en el combate dispuesto por la obra en el rasgo. Heideggeriana: ObraArte

El acontecimiento-apropiador tiene su acontecer más íntimo y su más amplia expansión en la vuelta. La vuelta, que se esencia en el acontecimiento-apropiador, es el fundamento oculto de todas las otras vueltas, círculos y cercos, que se toman voluntariamente como “último”, subordinados, oscuros en su procedencia, permaneciendo incuestionados (cf. p. e. la vuelta en la estructura de las preguntas conductoras; el CÍRCULO del comprender). Heideggeriana: EreignisDeus

Ahora bien, para Protágoras, lo ente sigue refiriéndose al hombre en tanto que ego. ¿De qué tipo es esa referencia al Yo? El ego permanece en el CÍRCULO de aquello desocultado que le ha sido adjudicado a él mismo como siendo ése. De esta forma capta todo lo que está presente en ese CÍRCULO como eso que es. Esta captación de lo presente se funda en la permanencia en el interior del CÍRCULO del desocultamiento. Por medio de la permanencia junto a lo presente, la pertenencia del Yo a lo presente es. Esta pertenencia a lo presente abierto delimita a éste frente a lo no presente. El hombre recibe y preserva la medida para aquello que se presenta o ausenta a partir de dicho límite. En una restricción a lo que se desoculta en cada ocasión, el hombre se da a sí mismo la medida que limita cada vez a un ‘sí mismo’ con relación a esto y aquello. El hombre no dispone la medida a partir de un Yo aislado al que tiene que supeditarse todo ente en su ser. El nombre de la relación fundamental griega con lo ente y su desocultamiento es el metron (medida), desde el momento en que se compromete a restringiese al CÍRCULO de desocultamiento limitado por el Yo y, de este modo, reconoce el ocultamiento de lo ente y la imposibilidad de decisión respecto a su presencia o ausencia o, también, respecto a la apariencia de esa presencia y ausencia. Por eso dice Protágoras (Diels, “Fragmente der Vorsokratiker”; Protágoras B, 4): “En lo tocante a saber algo sobre los dioses (lo que en griego quiere decir “contemplar” algo, “ver” algo), no tengo capacidad ni para decir qué son ni qué no son ni cómo puede ser su aspecto (idea).” “En efecto, son muchas las cosas que nos impiden captar a lo ente como tal; tanto la falta de apertura (el ocultamiento) de lo ente, como la brevedad de la historia del hombre.” Heideggeriana: ImagemMundo

Una cosa es preservar al CÍRCULO del desocultamiento, que se ve limitado en cada caso, por medio de la captación de lo presente (el hombre como metron), y otra cosa es adentrarse en el ámbito libre de límites de la posible objetivación por medio del cálculo de aquello representable accesible y vínculante para todos. Heideggeriana: ImagemMundo

Ahora también se ha aclarado en qué sentido el hombre quiere y debe ser, en tanto que sujeto, medida y centro de lo ente, lo que significa ahora, de los objetos. El hombre ya no es metron en el sentido de la medida que constriñe la captación al correspondiente CÍRCULO de desocultamiento de lo presente, CÍRCULO en el que también todo hombre viene a la presencia. Como subjectum, el hombre es la co-agitatio del ego. El hombre se fundamenta a si mismo como medida para todas las escalas que se utilizan para medir de alguna manera (para calcular) qué puede pasar por cierto, esto es, por verdadero, por algo que es. La libertad es nueva en tanto que libertad del subjectum. En las “Meditationes de prima philosophia” se reconduce la liberación del hombre en favor de una nueva libertad a su fundamento, al subjectum. Pero ni la liberación del hombre moderno comienza con el ego cogicogito ergo sum, ni la metafísica de Descartes es una metafísica construida a posteriori y desde fuera para esa libertad, al modo de una ideología. En la coagitatio el representar reúne todo lo objetivo en la unión de la representabilidad. El ego del cogitare encuentra ahora su esencia en esa reunión autoaseguradora de la representabilidad, en la con-scientia. La conscientia es la reunión representadora de lo objetivo con el hombre representador dentro del CÍRCULO de la representabilidad garantizada por éste. Todo lo presente recibe de ella el sentido y género de su presencia, que son concretamente los de la presencia en la raepresentatio. La con-scientia del ego, en tanto que sujectum de la coagitatio determina el ser de lo ente en tanto que subjetividad del subjectum así destacado. Heideggeriana: ImagemMundo

El pensamiento nietzscheano de la voluntad de poder piensa el ente en su totalidad de manera tal que el fundamento histórico metafísico de la época actual y la época futura se vuelve visible y al mismo tiempo, determinante. El dominio determinante que ejerce una filosofía no se deja medir por lo que es conocido de ella en su expresión literal, tampoco por el número de sus “partidarios” y “representantes”, y aún menos por la “literatura” a la que da lugar. Incluso cuando ya no se conozca ni siquiera el nombre de Nietzsche, lo que su pensar tuvo que pensar seguirá dominando. A todo pensador que piensa en dirección de la decisión lo mueve y lo consume la preocupación por un estado de necesidad que no puede aún ser sentido y experimentado en vida del pensador en el CÍRCULO de su influencia, historiográficamente comprobable pero inauténtica. Heideggeriana: VontadePoder

Por último se resalta que, precisamente en los años en que luchaba por alcanzar una configuración pensante de la voluntad de poder, su capacidad de trabajo le abandonaba con mayor frecuencia que antes, impidiéndole así llevar a cabo una “obra” de ese tipo. Mientras que toda investigación científica, hablando en imágenes, sigue siempre una línea recta, y puede continuar en el sitio en el que antes había dejado, el pensar pensante, para cada paso, tiene que efectuar previamente el salto hacia la totalidad y recogerse en el centro de un CÍRCULO. Heideggeriana: VontadePoder

Lo dicho parece volver a decir siempre lo mismo y moverse en CÍRCULO. No sólo parece, sino que es así; pero eso no debe llevarnos a opinar falsamente que ya hemos comprendido casi con demasiada claridad lo que dice la proposición conductora de Nietzsche: la verdad es, en esencia, estimación de valor. Mientras no comprendamos la conexión metafísica entre la determinación de la esencia de la “vida” y el papel que desempeña la idea de valor, la concepción nietzscheana de la verdad y el conocimiento corre el peligro de convertirse en una trivialidad propia del sano y práctico entendimiento común, mientras que en realidad es algo muy diferente: la consecuencia más oculta y extrema del primer inicio del pensar occidental. Heideggeriana: VontadePoder

Cuanto más decididamente nos desprendemos de todas las teorías filosóficas sobre el ente y el conocimiento, de modo más penetrante se nos presenta el mundo en la forma que hemos descrito. ¿A qué posición se ha dislocado el pensar y el reflexionar sobre el conocer para llegar a enunciados tan sorprendentes como que el conocer sea el esquematizar un caos realizado de acuerdo con necesidades vitales prácticas? ¿O puede ser que esta caracterización de la esencia del conocimiento no sea en absoluto un disloque tal? ¿No tiene incluso de su parte la tradición del pensar metafísico, con lo que en la visión que tiene Nietzsche del conocimiento concuerdan todos los grandes pensadores? Si esta concepción del conocimiento coincide tan poco con nuestro comportamiento cotidiano y lo que él sabe de sí, esto no puede ya sorprendernos desde el momento en que sabemos que el pensar filosófico no debe medirse con la vara del sano entendimiento común. ¿De qué hablamos entonces cuando decimos que nuestro conocer cotidiano no se refiere a un caos sino a un ámbito estructurado, ordenado, de objetos y conexiones objetivas? ¿No hablamos acaso del mundo ya conocido? ¿No es la pregunta por la esencia del conocimiento precisamente la pregunta por cómo se llega a la representación de los objetos que nos rodean y de los que nos ocupamos al mirar en torno, o sea de los objetos ya conocidos y reconocidos así como de su CÍRCULO más amplio? ¿Cuando aseguramos que en la representación nos referimos a un mundo estructurado y ordenado, no delatamos con ello que ya ha tenido lugar, y necesariamente, un ordenamiento y una estructuración, o sea exactamente lo que de modo manifiesto proviene de una imposición de formas reguladoras, de un esquematizar? Esto implica: el conocer, en cuanto representar y traer-ante-nosotros un mundo es, en el fondo — si no nos quedamos en la superficie sino reflexionamos en profundidad —, el “esquematizar” un caos de acuerdo con necesidades prácticas. La interpretación que hace Nietzsche de la esencia del conocimiento no sería entonces algo extraño, aunque tampoco sería algo propio, con lo que no tendríamos el derecho ni la obligación de seguir tratando acerca de una doctrina específicamente nietzscheana del conocimiento y la verdad. Heideggeriana: VontadePoder

Dentro del CÍRCULO de sus acepciones modernas, “caos” tiene un doble significado: entendido en su sentido propio y absoluto, la palabra significa para Nietzsche el “mundo” en su totalidad, la plenitud indómita y que se sobrepuja de modo inagotable de aquello que se crea y se destruye a sí mismo (n.1.067), sólo dentro de la cual lo que es ley y lo que no lo es se forma y se desintegra. Tomado superficialmente, “caos” significa eso mismo, pero en la apariencia más inmediata de confusión y de hervidero con la que sale al encuentro a los seres vivientes individuales; estos seres vivientes, pensados de modo leibniziano, son “espejos vivientes”, “puntos metafísicos” en los que la totalidad del mundo se recoge y muestra en la delimitada claridad de una correspondiente perspectiva. Al tratar de aclarar cómo se llega a poner el caos como lo que es cognoscible y tiene que ser conocido, nos topamos de improviso con el que conoce, con el ser viviente que aprehende el mundo y se apodera de él. No es una casualidad, porque lo cognoscible y lo cognoscente se determinan en su respectiva esencia de modo unitario a partir del mismo fundamento esencial. El conocer no es como un puente que en algún momento y secundariamente une dos orillas de un río que subsisten por sí, sino que es él mismo un río que al fluir crea las orillas y las vuelve una hacia otra de un modo más originario que lo que pueda nunca hacerlo un puente. Heideggeriana: VontadePoder

La formación de horizonte forma parte de la esencia interna de lo viviente mismo. Horizonte significa aquí en primer lugar sólo lo siguiente: delimitación del ejercicio de la vida que se despliega, dentro del CÍRCULO de un volver consistente lo que embiste y acosa. La vitalidad de un viviente no termina en este CÍRCULO delimitador, sino que comienza constantemente desde él. Los esquemas asumen la formación del horizonte. Heideggeriana: VontadePoder

La referencia a la necesidad de esquemas y a la formación de horizonte puede completarse aún con otra cosa que anticipa ya consideraciones posteriores. El horizonte, el CÍRCULO de lo consistente que rodea al hombre, no es un muro que lo encierra, sino que es traslúcido (durchscheinend), remite en cuanto tal a lo que no ha sido fijado, a lo que deviene y puede devenir, a lo posible. El horizonte que pertenece a la esencia de lo viviente no sólo es permeable (durchlässig) sino que de algún modo es constantemente recorrido (durchmessen) y, en un sentido amplio de ver y mirar, “atravesado por la mirada” (durchblickt). La praxis como ejercicio de la vida se mantiene en tales miradas que atraviesan (Durchblicke): en “perspectivas”. El horizonte está siempre dentro de una perspectiva, de un mirar a través en dirección de algo posible que se eleva y sólo puede elevarse desde lo que deviene, es decir desde el caos. La perspectiva es una trayectoria de la mirada previamente abierta sobre la que se forma en cada caso un horizonte. De la esencia de la vida forma parte, a una con la formación de horizonte, el carácter de mirar que atraviesa anticipadamente (Durch — und Vorblickscharakter). Heideggeriana: VontadePoder

El “estado esencial” es el modo en el que el viviente ha proyectado de antemano su perspectiva. De acuerdo con ella se abre el CÍRCULO de posibilidades determinantes y con éste el ámbito de las decisiones por medio de las cuales surge el conocimiento de lo que importa. El conocimiento esencial no es, por lo tanto, un fin que flota por encima de la vida y al cual se puede ocasionalmente echar un vistazo o dejar de hacerlo, sino que es un conocimiento que sustenta ya la vida en el único modo que le es adecuado, la sustenta y la mantiene más allá de sí en una posibilidad asumida, sólo a partir de la cual se regula la correspondiente formación de horizonte y se vuelve ella misma regla y esquema. Heideggeriana: VontadePoder

Pero este pensamiento de Kant sólo expresa lo que tenía que decirse sobre la esencia de la razón en el terreno de la metafísica de la época moderna. La razón, experimentada en el modo de la modernidad, se vuelve equivalente a la subjetividad del sujeto humano y significa: el representar, con certeza de sí mismo, del ente en su entidad, es decir, aquí, en su objetividad (Objektivität, Gegenständlichkeit). El representar tiene que tener certeza de sí porque se convierte ahora en el representar de los objetos que se basa puramente en sí mismo, es decir, que tiene el carácter de sujeto. En la certeza de sí la razón se asegura de que con su determinación de la objetividad asegura lo que sale al encuentro y de ese modo se pone ella misma en el CÍRCULO de la seguridad calculable en todas las direcciones. La razón se convierte así, de manera más explícita que nunca, en esa facultad que se imagina y conforma a si todo lo que el ente es. Se convierte en la imaginación pura y simple, así entendida. Cuando subrayamos que Kant “sólo” vislumbra y expresa de modo más claro esta esencia de la razón por vez primera en su conjunto y a partir de una mensuración real del ámbito de su facultad, con este “sólo” no se pretende de ninguna manera empequeñecer la doctrina kantiana de la imaginación trascendental. Sólo queremos y podemos aspirar en todo momento a salvar el carácter incomparable de este paso del pensar kantiano. Heideggeriana: VontadePoder

La verdad en cuanto tener-por-verdadero es error, aunque un error necesario. La verdad en cuanto conformidad con el devenir, el arte, es apariencia, pero una apariencia transfiguradora. No hay un “mundo verdadero” en el sentido de algo que permanezca igual, de algo eternamente válido. El pensamiento de un mundo verdadero como lo que en primer lugar, respecto de todo y por sí mismo, da la medida es un pensamiento que desemboca en la nada. El pensamiento de un mundo verdadero así pensado tiene que ser abolido; entonces sólo queda como resto el mundo aparente, el mundo como una apariencia en parte necesaria y en parte transfiguradora: verdad y arte como formas fundamentales en las que hace aparición el aparecer del mundo aparente. ¿Qué sucede con este mundo de la apariencialíDAD? ¿Después de que ha tenido que abolirse el mundo verdadero, puede decirse aún que nos queda como resto el mundo aparente? ¿Cómo puede quedar un resto si fuera de él no hay otra cosa? ¿El llamado resto no es entonces todo, la totalidad? ¿No es entonces el mundo aparente por sí solo el único mundo? ¿A qué debemos atenernos respecto de él, y cómo debemos mantenernos en él? Nuestra pregunta es: ¿Qué sucede con el “mundo aparente” que aún queda después de la abolición del “mundo verdadero”? ¿Qué quiere decir aquí “apariencialidad”? La elucidación de la esencia de la vida desde el aseguramiento de la existencia consistente que le es propio condujo a señalar el carácter perspectivista fundamental de la vida. Lo viviente está y se sostiene en cada caso en la trayectoria de una mirada dirigida a un CÍRCULO de posibilidades que están fijadas de uno u otro modo, ya sea como algo verdadero del conocimiento, ya sea como “obra” del arte. En cada caso, esa delimitación, el trazado de un horizonte, es: la instauración de una apariencia. Lo conformado tiene el aspecto de lo real, pero en cuanto conformado y fijo precisamente ya no es más caos sino un embate que ha sido fijado. La apariencia se erige en el espacio de la perspectiva del caso, en la cual impera un determinado punto de vista respecto del cual el horizonte es “relativo”. De acuerdo con ello, dice Nietzsche en el n. 567 (1888): “¡Lo perspectivo es, por lo tanto, lo que da el carácter de “apariencia”! ¡Como si quedara aún un mundo una vez que se quita lo perspectivo! Con ello se habría quitado la relatividad!” Heideggeriana: VontadePoder

Pero nosotros preguntamos: ¿qué importancia tendría que se quitara la relatividad? ¿No se ganaría así lo absoluto? ¡Como si con la desaparición de lo relativo hubiera de presentarse ya el tan deseado absoluto! ¿Pero por qué Nietzsche se interesa tan decididamente por la salvación de la relatividad? ¿Qué quiere decir con relatividad? Simplemente que la perspectiva proviene de la vida que crea un mirar que atraviesa y que, siempre desde un punto de vista, mira abriendo anticipadamente. “Relatividad” vale aquí como título para señalar que el CÍRCULO que envuelve a la perspectiva a modo de horizonte, el “mundo”, no es más que una creación de la “acción” de la vida misma. Del ejercicio de la vida que lleva a cabo el viviente surge el mundo, y éste sólo es aquello que y tal como surge ¿Qué resulta de esto? El carácter aparente del mundo no puede seguir siendo comprendido como apariencia. Algunos párrafos más adelante, Nietzsche dice: “No queda ya ni una sombra de derecho de hablar aquí de apariencia… “ Heideggeriana: VontadePoder

Si pensamos el pensamiento nietzscheano del poder en el CÍRCULO visual del concepto general de fuerza, muy indeterminado y sin embargo de cierto modo corriente, permaneceremos por completo en un nivel superficial, y de manera tal que además tomaremos erróneamente tal superficie por el centro mismo. Este centro, la esencia de lo que Nietzsche nombra con la palabra “poder”, y con frecuencia también con la palabra “fuerza”, se determina en verdad a partir de la esencia de la justicia. Así, con la mirada dirigida a la esencia del poder como sobreelevarse hacia la esencia, estamos en posesión de las condiciones previas para comprender el segundo pasaje en el que Nietzsche habla acerca de la justicia. Heideggeriana: VontadePoder

La voluntad de poder pone condiciones de su conservación y acrecentamiento que poseen el carácter de puntos de vista: los valores. En cuanto metas puestas, y por lo tanto condicionadas, tienen que corresponder puramente, en su carácter de metas, a la esencia del poder. El poder no conoce metas “en sí” a las que podría llegar para permanecer en ellas. Detenido, niega su esencia más íntima: la sobrepotenciación. Las metas son, ciertamente, aquello que le importa al poder. Pero lo importante es la sobrepotenciación. Ésta se despliega de modo sumo allí donde hay resistencias. Por lo tanto, la meta del poder tiene que tener siempre el carácter de un obstáculo. Pero puesto que las metas del poder sólo pueden ser obstáculos, se hallan ya siempre en el interior del CÍRCULO de poder de la voluntad de poder. El obstáculo, aunque aún no haya sido “superado”, está ya esencialmente sometido por el apoderamiento. Por ello, para el ente como voluntad de poder no hay ninguna meta fuera de sí hacia la cual progresar saliendo de sí mismo. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

El eterno retorno de lo mismo es el modo de presenciar de lo inconsistente (de lo que deviene) en cuanto tal, pero esto en el volver consistente en grado sumo (en el moverse en CÍRCULO), con la determinación única de asegurar la continua posibilidad del ejercicio del poder. El retorno, la llegada y la partida del ente que está determinado corno eterno retorno tiene en todas partes el carácter de la voluntad de poder. Por eso la mismidad de lo que retorna consiste ante todo en que, en todo ente, es el ejercicio del poder lo que en cada caso ordena, condicionando, como consecuencia de ese ordenar, una misma constitución del ente. El retorno de lo mismo no quiere decir nunca que, para un observador cualquiera cuyo ser no estuviera determinado por la voluntad de poder, lo mismo que estaba previamente allí delante vuelva siempre a estar de nuevo allí delante. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Pero la subjetividad acabada impide un exterior a sí misma. Nada que no esté en el CÍRCULO de poder de la subjetividad acabada puede reivindicar el ser. Lo suprasensible y el ámbito de un Dios suprasensible se han derrumbado. Ahora el hombre, puesto que sólo él está en medio del ente en cuanto tal en su totalidad como voluntad que representa y pone valores, tiene que ofrecer a la subjetividad acabada el lugar para su esencia pura. Por eso la voluntad de poder, en cuanto subjetividad acabada, sólo puede poner su esencia en el sujeto como el cual el hombre es y, más precisamente, aquel que ha ido más allá del hombre que existía hasta el momento. De este modo, puesta en su punto más alto, la voluntad de poder, en cuanto subjetividad acabada, es el supremo y único sujeto, es decir el superhombre. Éste no sólo va, de modo nihilista, más allá de la esencia del hombre habida hasta el momento sino que, al mismo tiempo, en cuanto inversión de esta esencia, sale más allá de sí mismo hacia su incondicionalidad, y esto quiere decir, a la vez, entra en el todo del ente, en el eterno retorno de lo mismo. La nueva humanidad en medio del ente, que en su totalidad carece de meta y en cuanto tal es voluntad de poder, si se quiere a sí misma y quiere, a su modo, una meta, tiene que querer necesariamente el superhombre: “¡No la humanidad, sino el superhombre es la meta!” (La voluntad de poder, n. 1001). El “superhombre” no es un ideal suprasensible; tampoco es una persona que surgirá en algún momento y aparecerá en algún lugar. En cuanto sujeto supremo de la subjetividad acabada es el puro ejercicio de poder de la voluntad de poder. El pensamiento del “superhombre” no surge, por lo tanto, de una “arrogancia” del “señor Nietzsche”. Si se quiere pensar el origen de este pensamiento desde el pensador, entonces se halla en la íntima resolución con la que Nietzsche se somete a la necesidad esencial de la subjetividad acabada, es decir, de la última verdad metafísica sobre el ente en cuanto tal. El superhombre vive en cuanto la nueva humanidad quiere el ser del ente como voluntad de poder. Quiere este ser porque ella misma es querida por este ser, es decir, en cuanto humanidad, es entregada incondicionadamente a sí misma. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La justicia es un ir más allá, poniendo puntos de vista, de las perspectivas habidas hasta el momento. ¿En qué CÍRCULO visual pone sus puntos de visión este “modo de pensar constructivo”? Tiene “un horizonte de ventaja más amplio”. Nos quedamos sorprendidos. Una justicia que pone la mira en la ventaja indica de manera suficientemente capciosa y basta hacia el dominio de la utilidad, el aprovechamiento y el cálculo. Además, Nietzsche subraya en su manuscrito la palabra “ventaja”, para no dejar ninguna duda de que la justicia de la que aquí se trata se dirige esencialmente a la “ventaja”. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

El CÍRCULO se ha cerrado. Los ecos de la última palabra de la obra resuenan en su inicio. Porque esos dieciséis párrafos del fragmento, que suelen llamarse introducción a la Fenomenología del Espíritu, son ya su verdadero comienzo. Heideggeriana: HegelExperiencia

Tal vez el título “Ser y Tiempo” sea una señal indicadora que lleva a uno de estos caminos. De acuerdo con la implicación esencial de la metafísica con las ciencias — exigida y perseguida una y otra vez por la propia metafísica — y teniendo en cuenta que dichas ciencias forman parte de la propia descendencia de la metafísica, el pensar preparatorio también tendrá que moverse durante un tiempo en el CÍRCULO de las ciencias, porque éstas siguen pretendiendo ser, bajo diversas figuras, la forma fundamental del saber y lo susceptible de ser sabido, ya sea con conocimiento de causa, ya sea por el modo en que se hacen valer y actúan. Cuanto más claramente se aproximen las ciencias hacia la esencia técnica que las predetermina y señala, tanto más decisivamente se explica la pregunta por esa posibilidad del saber a la que aspira la técnica, así como por su naturaleza, sus límites y sus derechos. Heideggeriana: NietzscheDeus

El valor es valor en la medida en que vale. Vale, en la medida en que es dispuesto en calidad de aquello que importa. Así, es dispuesto por un enfocar y mirar hacia aquello con lo que hay que contar. El punto de visión, la perspectiva, el CÍRCULO de visión significan aquí vista y ver en un sentido determinado por los griegos, aunque teniendo en cuenta la transformación sufrida por la idea desde el significado de eidos al de perceptio. Ver es ese representar que, desde Leibniz, es entendido expresamente bajo el rasgo fundamental de la aspiración (appetitus). Todo ente es representador, en la medida en que al ser de lo ente le pertenece el nisus el impulso de aparecer en escena que ordena a algo que aparezca (manifestación) y de este modo determina su aparición. La esencia caracterizada como nisus de todo ente se entiende de esta manera y pone para sí misma un punto de vista que indica la perspectiva que hay que seguir. El punto de vista es el valor. Heideggeriana: NietzscheDeus

La conservación del grado de poder alcanzado por la voluntad en cada ocasión consiste en que la voluntad se rodea de un CÍRCULO al que puede recurrir en todo momento y con toda confianza para afianzar su seguridad. Este CÍRCULO delimita las existencias de presencia (de ousia, según el significado cotidiano de la palabra entre los griegos) disponibles inmediatamente para la voluntad. Estas existencias sin embargo sólo se convierten en algo permanente y estable esto es en algo que está siempre a disposición, cuando se las establece por medio de un poner. Este poner tiene la naturaleza de un producir que pone algo delante, que representa Lo que se torna estable de esta manera es lo que permanece. Nietzsche llama a eso estable, fiel a la esencia del ser que reina en la historia de la metafísica (ser = presencia constante), “lo ente”. Mostrándose fiel al lenguaje del pensar metafísico una vez más, a menudo nombra a eso estable “el ser”. Desde el inicio del pensamiento occidental, lo ente pasa por ser lo verdadero y la verdad, aunque el sentido de ‘ente’ y ‘verdadero’ se han transformado en múltiples ocasiones. A pesar de todas las inversiones y transvaloraciones que lleva a cabo, Nietzsche no se sale una vía nunca rota de las tradiciones metafísicas cuando llama simplemente ser, ente o verdad a eso que se ha fijado dentro de la voluntad de poder a fin de asegurar su conservación. De acuerdo con esto, la verdad es una condición dispuesta en la esencia de la voluntad de poder, concretamente la de la conservación de poder. La verdad es, en cuanto tal condición, un valor. Pero como la voluntad sólo puede querer si dispone de algo estable, la verdad es el valor necesario para la voluntad de poder que parte de la esencia de dicha voluntad de poder. El nombre verdad no significa ahora ni el desocultamíento de lo ente, ni la coincidencia de un conocimiento con su objeto, ni la certeza que se ocupa de disponer y asegurar lo representado. Verdad es ahora — concretamente teniendo presente un origen esencial histórico a partir de los modos citados de su esencia —, el estable aseguramiento de las existencias del CÍRCULO a partir del que la voluntad de poder se quiere a sí misma. Heideggeriana: NietzscheDeus

Surge la pregunta de dónde ha de situarse esta forma (Gebilde). Se la confía al representar y opinar. Se ha caído, sin advertirlo, en el CÍRCULO de la relación del hombre al ente, en cuanto que en este CÍRCULO es posible la concordancia entre representar y objeto, concordancia que se llama “verdad”. El mencionado inventario de la esencia de la palabra y del lenguaje no sólo presupone un saber acerca del ente y del hombre, sino que se mueve en una esencia de la verdad que se ha admitido sin reparo. Dentro de este CÍRCULO ya resuelto, que manifiestamente es el de la metafísica, se mueven, entonces, todas las discusiones sobre el lenguaje y la palabra. La metafísica proporciona los ingredientes de las indagaciones de la filosofía del lenguaje y de la ciencia del lenguaje, pero a la vez proporciona inmediatamente y sin que se lo advierta el circuito de los posibles respectos entre los cuales se mueven, en una y otra dirección, las diversas teorías. Heideggeriana: Palavra1944

Con la Metafísica de Nietzsche se ha consumado la Filosofía. Esto quiere decir: ha recorrido el CÍRCULO de las posibilidades que le estaban señaladas de antemano. La Metafísica consumada, que es el fundamento del modo de pensar planetario, proporciona el armazón de un ordenamiento de la tierra que presumiblemente va a ser largo. Este ordenamiento ya no necesita de la Filosofía porque ésta subyace ya a él. Pero con el fin de la Filosofía aún no ha terminado el pensar, sino que está pasando a un nuevo comienzo. Heideggeriana: SuperarMetafisica

Entonces la única pregunta, la pregunta decisiva que prima aquí, es ésta: ¿a qué figura pertenece el hombre? Aquí la palabra “figura” está pensada en un sentido metafísicamente indeterminado, es decir, platónico; está pensada como aquello que es y que, antes que nada, determina toda tradición y todo desarrollo, sin que, no obstante, dependa de ellos. Este reconocimiento anticipado “del hombre” lleva a que, ante todo y de un modo exclusivo, se busque el ser en el CÍRCULO del hombre y a que se vea al hombre mismo como lo consistente humano, como el mé on de la idea. Heideggeriana: SuperarMetafisica

La voluntad de poder, al adquirir su seguridad extrema, incondicionada, como aquello que todo lo asegura, es lo único que rige y por tanto lo recto. La rectitud de la voluntad de voluntad es el aseguramiento incondicionado y completo de sí misma. Lo que obedece es correcto y está en orden, porque la voluntad de voluntad misma es el orden único. En este autoaseguramiento de la voluntad de voluntad se ha perdido la esencia inicial de la verdad. Lo rector de la voluntad de voluntad es lo no verdadero por excelencia. El carácter rector de lo no verdadero tiene en el CÍRCULO de la voluntad de voluntad una irresistibilidad propia. Pero lo rector de lo no verdadero, que él mismo, como tal, permanece oculto, es al mismo tiempo lo más inquietante que puede acaecer propiamente en la inversión de la esencia de la verdad. Lo rector se hace dueño de lo verdadero y deja de lado la verdad. La voluntad de aseguramiento incondicionado es lo que primero pone de manifiesto la inseguridad general. Heideggeriana: SuperarMetafisica

Las “guerras mundiales” y su “totalidad” son ya consecuencia del estado de abandono del Ser. Se abren paso para poner a seguro, como existencias, una forma permanente de usura. En este proceso está implicado también el hombre, que no oculta por más tiempo su carácter de ser la materia prima más importante. El hombre es la “materia prima más importante” porque permanece como el sujeto de toda usura, y además de tal forma que, de un modo incondicionado, deja que su voluntad se disuelva en este proceso y con ello se convierte en “objeto” del estado de abandono del Ser. Las guerras mundiales constituyen la forma preliminar de la supresión de la diferencia entre guerra y paz, una supresión que es necesaria porque el “mundo” se ha convertido en in-mundo como consecuencia del estado de abandono del ente por una verdad del ser. Porque “mundo”, en el sentido de la historia del Ser (cfr. Sein und Zeit), significa la esenciación inobjetual de la verdad del Ser para el hombre, en la medida en que éste está transpropiado al Ser. En la época del poder exclusivo del poder, es decir, del acoso incondicionado del ente para el consumo en la usura, el mundo se ha convertido en in-mundo, en la medida en que el Ser, si bien esencia, lo hace sin su propio prevalecimiento. El ente es real como lo real efectivo. Por todas partes hay acción efectiva y en ninguna parte un hacer mundo del mundo, y sin embargo, aunque olvidado, hay el Ser. Más allá de la guerra y de la paz está la mera errancia de la usura del ente en el autoaseguramiento del ordenar desde este vacío del estado de abandono del Ser. “Guerra” y “paz”, cambiadas en su in-esencia, están acogidas en la errancia y, al haberse hecho irreconocibles en vistas a una diferencia, han desaparecido en el mero desarrollo del hacer cada vez más cosas. La pregunta sobre cuándo va a haber paz no se puede contestar, no porque la duración de la guerra sea imprevisible sino porque la misma pregunta pregunta por algo que ya no existe, porque tampoco la guerra es ya nada que pudiera desembocar en una paz. La guerra se ha convertido en una variedad de la usura del ente, que se continúa en la paz. Contar con una larga guerra es sólo la forma anticuada en la que se reconoce lo que de nuevo trae la época de la usura. Esta larga guerra, en su longitud, no va pasando lentamente a una paz del tipo de las paces de antes, sino a un estado en el que lo bélico ya no es experienciado como tal y lo pacífico se ha convertido en algo carente de sentido y de contenido. La errancia no conoce verdad alguna del Ser; en cambio, desarrolla el ordenamiento y la seguridad totalmente equipados de toda planificación de toda zona. En el CÍRCULO de las zonas, las distintas regiones del equipamiento humano se convierten necesariamente en “sectores”; incluso el “sector” de la poesía, el “sector” de la cultura no son más que regiones del “dirigismo” del momento, aseguradas de un modo plenificado. Las indignaciones morales de aquellos que aún no saben lo que hay se dirigen a menudo a la arbitrariedad y a las pretensiones de dominio de los “dirigentes”, la forma más espantosa del homenaje continuo. El dirigente es el escándalo que no se libra de perseguir el escándalo que él mismo ha provocado, pero sólo de un modo aparente, porque los dirigentes no son los que actúan. Se cree que los dirigentes, en el furor ciego de un egoísmo exclusivo, se han arrogado todos los derechos y se han organizado según su obstinación. En realidad ellos son las consecuencias inevitables del hecho de que el ente haya pasado al modo de la errancia, en la que se expande el vacío que exige un único ordenamiento y un único aseguramiento del ente. Allí está exigida la necesidad del “dirigismo”, es decir, del cálculo planificador del aseguramiento de la totalidad del ente. Para ello hay que instalar y equipar este tipo de hombres que sirven al dirigismo. Los “dirigentes” son los principales trabajadores del equipamiento, porque vigilan todos los sectores del aseguramiento de la usura del ente, porque abarcan con la mirada el CÍRCULO entero que delimita los sectores, y de este modo dominan la errancia en su calculabilidad. El modo de abarcar con la vista todo este CÍRCULO es la capacidad de prever por medio del cálculo, una capacidad que de antemano se ha desatado librándose a las exigencias que plantea la necesidad de estar asegurándose

Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

Twenty Twenty-Five

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