Beaufret (1992:16-18) – Dasein

Delmont-Mauri

El libro de Heidegger Ser y tiempo aparece, pues, en 1927. Marca una fecha en la historia de la filosofía. ¿Qué aporta este libro?

El libro Ser y tiempo hace aparecer el ser en su distinción respecto del ente en el horizonte del tiempo, como ya se lee en la introducción. Pero el libro sufre, por decirlo así, o más bien no sufre sino que está marcado por una restricción inicial; y es que, de comienzo a fin, el tema de Ser y tiempo va a ser lo que Heidegger llama «la analítica del Dasein». Se habla en él del tiempo como temporalidad del Dasein y todavía no del tiempo como temporalidad del ser. El asunto tiene que ver con la palabra Dasein. Dasein es, en apariencia, un término muy clásico, tomado de la lengua alemana. Kant, en particular, lo usa como un término propiamente germánico que responde al latín existentia o al francés existence. Por ejemplo, «existencia de Dios» se dice Dasein Gottes. Dasein, en el sentido habitual, se opone a «posibilidad» y a «necesidad». Interviene en lo que la Crítica de la razón pura llama «las categorías de la modalidad». Heidegger va a usar la palabra Dasein en un sentido muy distinto, de tal manera que cuando la pronuncia, no la acentúa de la misma manera. En su acepción corriente, la palabra se pronuncia DAsein y cuando Heidegger la pronuncia, el acento pasa de Da a sein, DaSEIN. Se trata entonces de algo muy distinto. Para traducirlo al francés, habría que usar la extraña locución être-le-lá, «ser-el-ahí». Sein und Zeit es el libro del ser-el-ahí.

Se pregunta, en verdad, por el ser, pero Heidegger se preocupa por un punto de partida para abordar la pregunta. Busca determinar algo o alguien, a quien pueda consultar, valga la expresión, respecto de la pregunta de que se ocupa, a saber, la pregunta por el ser; el término Dasein interviene en esta óptica. En un sentido, existe una gran analogía entre la aparición del Dasein en Sein und Zeit y la posición central del ego cogito, del «yo pienso», en la filosofía cartesiana. Descartes, que busca informarse sobre lo que es, consulta al «yo pienso». Por consiguiente, el Dasein de Heidegger está del mismo lado que el «yo pienso» de Descartes. La diferencia entre el Dasein en el sentido de Heidegger y el «yo pienso» de Descartes está en que el «yo pienso» armado de su intuitus, como dice Descartes, mide con la mirada la cosa puesta ante él como objeto, mientras que el Dasein se abre, por decirlo así, adonde por eso mismo están las cosas. Al fin y al cabo, una cosa es atraer aquello de que se está hablando (a saber, las cosas) hasta ponerlo ante la mira, y otra, abrirse a la presencia misma de las cosas. Eso que Heidegger llama Dasein, «ser-el-ahí», significa que las cosas de que hablo son tales, respecto de mí, que nada me separa de ellas a la manera de un entrepaño o una pantalla. Por ejemplo, la ventana que está ahí, la vemos todos; aparece como ventana aunque nadie la vea sino con sus propios ojos y aunque nadie pueda ver la ventana con los ojos de otro. Esto no le impide aparecer como ventana. Asimismo, cuando miramos la luna, una luna sola brilla en el cielo, aunque nadie pueda verla sino con sus ojos; mientras que para Descartes no había una sola luna en medio del cielo: había tantas lunas como «yo pienso». ¡A cada quien su luna!

¿Dasein es el hombre, o la abertura que caracteriza al hombre?

A la vez el hombre y la abertura que caracteriza al hombre, y el hombre está constituido por esta abertura.

Dasein es el elemento de abertura constitutivo del hombre en su relación más inmediata con las cosas. Yo soy su «ahí». En cuanto a esto, Heidegger se siente de inmediato en confianza con el pensamiento griego; los griegos llaman psyje a la cosa que él llama Dasein. Se traduce por «alma». ¡Es un punto de vista! A partir de la psyje se elaboró toda una «psicología» que consiste, precisamente, en decir la luna tal como es diferente para cada uno de los que la miran, y no la luna tal como aparece en medio del cielo.

Pero Aristóteles decía, hablando de la «Psiquis»: e psyke tá ónta pos estin pánta

lo cual se puede traducir por «la psique es, a su manera, todos los entes en cuanto son». Ello no quiere decir que cuando veo una cabra, me convierto yo en cabra; ello no quiere decir que cuando veo una botella, ¡me convierto yo en botella! Quiere decir, sencillamente: cabra o botella, ambos me son inmediatamente presentes sin que nada me separe de ellos a la manera de un entrepaño o de una pantalla. El Dasein, «ser-el-ahí», es eso. La frase de Aristóteles, «El alma es a su manera todos los entes en cuanto son» (si traducimos psyje por alma), sería una forma de decir que ella es a su manera la «presentidad» misma del ente, de los entes, por numerosos que sean…

¿Dasein sugiere entonces una dimensión más fundamental que el «yo», que la conciencia?

Muy exactamente, para decir que la conciencia no es una dimensión fundamental sino una dimensión derivada y, valga la expresión, endeudada con siglos de filosofía, vuelve Heidegger de la conciencia a la inmediatez del Dasein. En la traducción de Sein und Zeit que prepara actualmente Frangois Vezin, el término Dasein no será traducido.

Un profesor alemán que había sido colega de Heidegger en la Universidad de Friburgo, el helenista Wolfgang Schadewaldt, me preguntó un día cómo traducía yo Dasein al francés. Le contesté: «No lo traduzco». Y él dijo entonces: «En el fondo, tiene razón, hay palabras intraducibles, como logos o tao…». Dasein es una palabra intraducible.

Original

Excertos de

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

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