Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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autoconciencia

quarta-feira 13 de dezembro de 2023

El hecho de que al poner los valores supremos se transpongan a las cosas posiciones humanas es para Nietzsche   legítimo. Pero la humanización del ente es aún inocente y por lo tanto no incondicionada. Puesto que en un primer momento el auténtico origen, es decir el origen relativo al poder, de los valores supremos válidos hasta el momento queda oculto, pero sin embargo, con el despertar y desarrollarse de la AUTOCONCIENCIA del hombre, no puede quedar constantemente oculto, resulta que, con el creciente conocimiento del origen de los valores, tiene que caducar la creencia en ellos. Pero el conocimiento del origen de los valores, de la posición humana de los valores y de la humanización de las cosas no puede detenerse en que, después del desvelamiento de tal origen y de la caducidad de los valores, el mundo aparezca como carente de valor. De este modo faltaría todo “valor” y por lo tanto las condiciones de la vida, con lo que ésta no podría ser. Lo que tiene que suceder, sin embargo, ante la aparente carencia de valor del mundo, aquello en que tiene que consistir la transvaloración de los valores válidos hasta el momento, ya está decidido y prefigurado por el conocimiento del origen de los valores. Nietzsche ha condensado la nueva tarea en una nota que data de 1888 y que nos muestra la oposición más extrema a la ingenuidad hiperbólica. Dice así: “Toda la belleza y toda la sublimidad que le hemos prestado a las cosas reales e imaginadas quiero reivindicarla como propiedad y producto del hombre: como su más bella apología. El hombre como poeta, como pensador, como Dios, como amor, como poder: ¡oh, la real generosidad con la que ha obsequiado a las cosas, para él empobrecerse y sentirse miserable! Éste ha sido hasta ahora su mayor desprendimiento, que admirara y adorara y supiera ocultarse que era él quien había creado eso que admiraba” (La voluntad de poder, XV, 241). Heideggeriana  : NiilismoEuropeu  

En el comienzo de la filosofía moderna se encuentra la tesis de Descartes  : ego   coito, ergo sum, “pienso, luego existo”. Toda conciencia de las cosas y del ente en su totalidad es reconducida a la AUTOCONCIENCIA del sujeto humano como fundamento inquebrantable de toda certeza. En la época subsiguiente la realidad de lo real se determina corno objetividad, como aquello que es comprendido por medio del sujeto y para él como lo que está arrojado y mantenido enfrente de él. La realidad de lo real es el ser representado por medio del sujeto representante y para éste. La doctrina nietzscheana que convierte todo lo que es y tal como es en “propiedad y producto del hombre” no hace más que llevar a cabo el despliegue extremo de la doctrina de Descartes por la que toda verdad se funda retrocediendo a la certeza de sí del sujeto humano. Más aún, si recordamos que ya en la filosofía griega anterior a Platón   un pensador, Protágoras  , enseñó que el hombre era la medida de todas las cosas, parece en efecto que toda la metafísica, no sólo la moderna, está construida sobre el papel determinante del hombre dentro del ente en su totalidad. Heideggeriana  : NiilismoEuropeu

Esto es lo que quiere decir, ante todo, la proposición: cogito   ist cogito me cogitare. Ahora — después del comentario — podemos parafrasearla del siguiente modo: la conciencia humana es esencialmente AUTOCONCIENCIA. La conciencia de mí mismo no se agrega a la conciencia de las cosas, por así decirlo, como un observador de la conciencia de la cosa que apareciera al lado de ésta. La conciencia de las cosas y objetos es en primer lugar, esencialmente y en su fundamento, AUTOCONCIENCIA, y sólo como tal es posible la conciencia de ob-jetos. Para el representar así caracterizado, el sí mismo del hombre es esencialmente lo que subyace como fundamento. El sí mismo es sub-iectum. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Esta carta es de gran importancia para todo el problema relativo a la función de hilo conductor de la autoconsideración y de la AUTOCONCIENCIA en general. En ella Leibniz   dice así: Cette pensée de moy, qui m’apperçois des objets sensibles, et de ma propre action qui en resulte, adjoute quelque chose aux objets des sens. Penser à quelque couleur et considerer qu’on y pense, ce sont deux pensées tres differentes, autant que la couleur même differe de moy qui y pense. Et comme je conçois que d’autres Estres peuvent aussi avoir le droit de dire moy, ou qu’on pourroit le dire pour eux, c’est par là que je conçoys de qu’on appelle la substance en general, et c’est aussi la consideration de moy même, qui me fournit d’autres notions de metaphysique, comme de cause, effect, action, similitude, etc., et même celles de la Logique et de la Morale (Gerh. VI, 502; Buch. II, 414). Heideggeriana: CursoMarburgo  

El comienzo de la metafísica occidental concibe al ens (el ente) como lo verum (lo verdadero) e interpreta a éste como lo certum (lo cierto). La certeza del representar y de su representado se convierten en la entidad del ente. Hasta el [Grundlage der gesamten Wíssenschaftslehre] Fundamento de la entera doctrina de la ciencia de Fichte   (1794), esta certeza permanece limitada al representar del cogito-sum humano que, en cuanto humano, sólo puede ser algo creado, y por lo tanto condicionado. En la metafísica de Hegel  , la subjetividad de la razón desarrolla su incondicionalidad. En cuanto subjetividad del representar incondicionado, si bien ha reconocido la certeza sensible y la AUTOCONCIENCIA corporal, sólo lo ha hecho para superarlas en la incondicionalidad del espíritu absoluto y cuestionarles así toda posibilidad de una preeminencia incondicionada. En la medida en que en la subjetividad incondicionada de la razón queda excluida la extrema posibilidad opuesta, la de un dominio esencial incondicionado de la voluntad que se da órdenes desde sí, la subjetividad del espíritu absoluto es, ciertamente, incondicionada, pero es también una subjetividad aún esencialmente inacabada. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche  

Reflexión — certeza, certeza — AUTOCONCIENCIA. Heideggeriana: HistoriaSer  

La conciencia es AUTOCONCIENCIA, y ésta es conciencia-yo o conciencia-”nosotros”. Heideggeriana: HistoriaSer

“Conciencia” es el nombre no del todo claro por conscientia, es decir, para el saber que consabe todos los modos de conducirse del hombre, en tanto están referidos a la mens  , al “espíritu”. El “espíritu” se expresa a sí mismo como mismo, en tanto dice “yo”. En tanto la conciencia como consaber de lo sabido y de su saber “es” la referencia a sí mismo, es AUTOCONCIENCIA. La esencia de la conciencia es la AUTOCONCIENCIA; todo cogito es un ego cogito me cogitare. También el videre y ambulare es un cogitare, en tanto sólo son verdaderos, es decir, son en certeza, en el modo del cogitatum en el cogito me videre, cogito me ambulare. Por ello Descartes dice en § 9 de la primera parte de los Principia philosophieae (1646): Cogitationes nomine, intelligo fila omnia, quae nobis consciis in nobis fiunt, quatenus eorum in nobis conscientia est. “Bajo el nombre ‘pensamiento’ (’conciencia’) entiendo todo aquello que en nosotros, quienes nos consabemos, acaece y a saber acaece en tanto de todo aquello en nosotros hay una conciencia”. Heideggeriana: HegelFenomenologia  

La conciencia no es mera perceptio, re-presentar asidor, sino apperceptio, un pre-sentar-nos que nos comprende. Pero el sí mismo de este modo co-representado no se mueve según la esencia posteriormente, fuera de lo ya sabido, ni en la conciencia, que de lo contrario permanece dirigida de inmediato a las cosas. La AUTOCONCIENCIA no es una conciencia enriquecida en su contenido sólo por la representación del sí mismo, sino que la conciencia de las cosas es esencialmente y propiamente AUTOCONCIENCIA, aunque en la mayoría de los casos una tal que no representa expresamente al sí mismo y así en cierta manera lo olvida. El sí mismo en la AUTOCONCIENCIA es sobre todo un aspecto de la relación de la conciencia con lo sabido y es simultáneamente y propiamente toda esta relación misma. Esta relación contiene la constitución esencial de la conciencia. Hegel la denomina “reflexión”, pero no entiende este título psicológicamente como proceder, sino ontológicamente como la relación estructural de la flexión esencial y del reflejo de todo lo conciente como tal y con ello de la conciencia en el sí mismo. Entiende la “reflexión” no como retrodirección de la mirada, sino como retroflexión del brillar y aparecer, es decir, de la luz misma. (La “reflexión” — comp. ya Kant   en la “Anfibolía de los conceptos de la reflexión” — está pensada metafísica ontológicamente, no subjetiva-psicológicamente). (La unidad esencial de “reflexión” y negatividad; la conciencia es el espíritu como reflexión idéntica en sí y otro). Heideggeriana: HegelFenomenologia

Porque la conciencia es en esencia AUTOCONCIENCIA y tiene que ser concebida a partir del sí mismo, pero el sí mismo sale de sí al objeto y saliendo de este modo se muestra y aparece, la conciencia como AUTOCONCIENCIA es el saber que aparece. La conciencia, tomada en su esencia, es así el elemento y el éter del aparecer del saber, que es él mismo sólo como saberse, es decir, como mens   sive animus  , es decir, espíritu. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Que el hombre es sí mismo y puede decir “yo” y sabe de sí mismo y tiene una “AUTOCONCIENCIA”, fue siempre conocida para el pensamiento occidental. Heráclito   dice (Frag.101): “Yo — siguiendo al mí mismo — he obedecido a su interior”. Pero estos “monólogos” del alma en el mundo griego y en el cristianismo — también los “soliloquios” de Agustín — son radicalmente diferentes de la “conciencia”, que como AUTOCONCIENCIA, es decir, autocerteza, determina la esencia de la verdad modernamente concebida, es decir, objetividad y realidad. Hegel dice en su curso sobre la Historia de la filosofía moderna, después de haber tratado a Francis Bacon y Jakob Boehme: “Llegamos propiamente recién ahora a la filosofía del mundo moderno, y comenzamos ésta con Cartesius. Con él ingresamos propiamente a una filosofía independiente, la que sabe que procede independientemente de la razón y que la AUTOCONCIENCIA es momento esencial de lo verdadero. Aquí, podemos decir, estamos en casa y podemos, como el navegante después de un largo viaje por un mar impetuoso, gritar ‘¡tierra!’; Cartesius es uno de los hombres que comenzaron todo de nuevo; y con él se eleva la formación, el pensar del nuevo tiempo”. “En este nuevo período el principio   es el pensar, el pensar que sale de sí”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

En el parágrafo 8, que caracteriza la meta del curso de la conciencia, dice Hegel: “Pero la conciencia es para sí misma su concepto” (WW II, 66). La conciencia es según su esencia AUTOCONCIENCIA. Pero ésta sólo es su esencia, es decir, [sólo] es para sí misma lo que es en tanto como AUTOCONCIENCIA se sabe a sí misma en la integridad de su esencia. Este saber autosabedor de sí mismo es según Hegel “el concepto”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Porque la conciencia sólo es en tanto es su concepto, como este traerse a sí misma ante sí misma en sus figuras esenciales, es un continuo ser arrebatada por encima de sí misma, a través de sí misma, hacia sí misma. “La conciencia sufre por lo tanto esta violencia, de corromperse la limitada satisfacción, (es decir, desesperando tener cada vez que exceder su grado) de sí misma”. (ibíd.) Como este ser arrebatada al ámbito de la verdad de su propia esencia, la conciencia misma “sale” como lo que en su aparecer es. Se presenta a sí misma. Es presentación y “es” como tal. El curso del presentarse de la conciencia en el contexto graduado de sus figuras tiene el rasgo fundamental de la sobreasunción (Aufhebung  ) en el triple sentido caracterizado del recoger (tollere), conservar (conservare) y elevar (elevare). Pero es el modo de sobreasunción mencionado en tercer lugar, la elevación a la esencia acabada de la conciencia (es decir, a su verdad y “realidad efectiva”), según la cosa y la “esencia”, el primero y fundamental en el todo de la sobreasunción. La conciencia se esencia previamente como AUTOCONCIENCIA en la elevación al absoluto. Y siempre asume respectivamente su consiente sólo de la elevación, para conservar al interior de ésta la conciencia de éste consiente como una figura. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Desde otra visión se caracteriza como tesis el mero asumir y constatar lo consiente, como antítesis el retomar lo así puesto como algo consiente para la conciencia en la AUTOCONCIENCIA, y como síntesis la asunción conjunta de ambas en la peraltante unidad. Si se piensa en el orden sucesivo del opinar diario, entonces el curso de la conciencia parte de la tesis, pasa a la antítesis y asciende a la síntesis. Pero entonces se dirige a Hegel la pregunta con respecto a este proceso, de cómo se determinaría un hilo conductor para el paso de la tesis a la antítesis y de ambas a la síntesis. No se encuentra en la representación diaria de este curso, de hecho y con razón, ningún hilo conductor. Se llega entonces a la duda y finalmente a la objeción y reproche con respecto a Hegel, de que pone en escena por puro arbitrio el proceso en este triple paso, hasta de que tiene que ponerlo en escena. Pues si primero es puesta sólo la tesis, falta toda indicación acerca de la dirección y el ámbito de los cuales debe ser tomada la antítesis. Y cuando es puesta ésta, permanece siempre cuestionable en qué aspecto deba concebirse la oposición como una composición y unidad. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Pero, viceversa, rige también esto: si pensamos previamente desde la originaria elevación y síntesis de la conciencia, entonces está ya dado el fundamento de determinación para el tipo de proceso y con ello para la integridad de las figuras a recorrer. La conciencia está forzada al progreso por la violencia de su esencia absoluta mientras no se sepa a sí misma incondicionalmente en su verdad y de este modo sea sí misma en sí y para sí misma. A través de esta meta del curso está pues también determinada cada figura del proceso y el tránsito de una a otra: son las figuras y grados de la AUTOCONCIENCIA que se determinan desde la interna atención a la AUTOCONCIENCIA absoluta. La negación de la figura precedente que se realiza en el proceso no es un negar vacío. Ni según la dirección del grado sobreasumido (aufgehoben) es éste dejado de lado y abandonado, ni tampoco la negación va en dirección del proceso hacia lo indeterminado vacío. La negación en el proceso y con ello su esencia es “negación determinada”. Hegel lo considera en el parágrafo 7 de la “Introducción”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

¿Hasta qué punto la conciencia como tal y por consiguiente en sí es reguladora de medida, de tal modo que da ya la medida adecuada a su esencia por el hecho de que es conciencia, es decir, de que “da a ella misma su regla de medida”? Hegel dice con circunspección, “a ella misma”, no: a sí misma, para expresar a través de esto que la conciencia no tiene que desarrollarse recién posteriormente y además desde sí. Hegel no sólo la piensa en el sentido de Descartes en general como AUTOCONCIENCIA, de tal modo que todo lo conciente es lo que es para un yo, es decir, algo que se opone (objeto) al representar. Piensa por anticipado la AUTOCONCIENCIA a la vez en sentido “trascendental” kantiano, es decir, atendiendo a la objetividad del objeto de la conciencia. Pero lo objetivo del objeto se funda en y se determina desde las funciones originariamente unientes (sintéticas) de la AUTOCONCIENCIA. Ellas determinan la objetividad del objeto, de tal modo que cada objeto como tal, es decir, con respecto a su objetividad, se tiene que medir en la AUTOCONCIENCIA, es decir, en la esencia de la conciencia. Este es el único sentido del pensamiento a menudo citado y también a menudo malentendido y citado sólo fragmentariamente, que Kant expresa en el Prefacio a la segunda edición de su “Crítica de la Razón pura” (B XVI), en cuanto compara su cuestionamiento trascendental con el cuestionar de Copérnico. Las proposiciones rezan: “Hasta ahora se aceptó que todo nuestro conocimiento tiene que orientarse según los objetos; pero todos los intentos de determinar a priori   algo sobre ellos a través de conceptos, a través de lo cual nuestro conocimiento sería ampliado, se desbarataron bajo este supuesto. De allí que se intente una vez, si no, no progresaríamos más en las tareas de la metafísica, aceptando que los objetos tengan que orientarse según nuestro conocimiento, lo que ya concuerda con la anhelada posibilidad de un conocimiento de los mismos a priori, que debe fijar algo sobre los objetos, antes de que nos sean dados. Con esto sucede como con el primer pensamiento de Copérnico, quien después de que con la explicación de los movimientos del cielo no lograba salir tan bien cuando admitía que todo el ejército de estrellas giraba en torno al espectador, intentó si no resultaba mejor si hacía girar el espectador y por el contrario [dejaba] las estrellas en calma”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Esta comparación para nada suena a “subjetivismo” en el sentido del pensar común. El espectador ha de girar en torno a las estrellas, no éstas en torno al espectador. Lo menciona Kant, para dilucidar su propio cuestionamiento a través de la comparación con el giro copernicano. ¿Pero dice Kant, sin embargo, que los objetos deben orientarse según nuestro conocimiento, por lo tanto las estrellas según el espectador? No — leamos con precisión. Dice: Los objetos deben orientarse “según nuestro conocimiento”, es decir, según la esencia de la conciencia. Esto quiere decir: Kant deja al ente en sí en calma y lo determina, no obstante, de tal modo que hace girar el aparecer y con ello el observador que representa a lo que aparece, en torno a la cosa misma. No quiere decir: este árbol aquí como árbol tendría que orientarse según lo que aquí pienso de él, sino: el árbol como objeto tiene la esencia de su objetividad en lo que previamente pertenece a la esencia de la objetividad. Ésta es la medida para el objeto; es decir, la originaria unidad de la AUTOCONCIENCIA y de su representar uniente es la regla de medida dada en la esencia de la AUTOCONCIENCIA para lo consiente como tal. Hegel dice: la conciencia se da a sí misma su regla de medida, porque ya siempre   se expresa sobre la objetividad de sus objetos y así sobre sí misma. Pero no se detiene como Kant en la AUTOCONCIENCIA humana, sino que también convierte aún a la AUTOCONCIENCIA misma expresamente en objeto de sí misma y de este modo hace desplegar en ella misma reglas de medida más originarias. De hecho también Kant procede así, en tanto hace enunciados acerca de la esencia de la AUTOCONCIENCIA, que son medidos en general en la esencia de la razón. Pero la proposición de Hegel: “La conciencia da a sí misma su regla de medida”, no dice sólo que la regla de medida sea dada inmediatamente con la esencia de la conciencia y caiga en ésta; con el “da” dice al mismo tiempo que la conciencia, en su curso hacia su esencia, hace aparecer respectivamente la regla de medida de sí misma y de este modo es en sí conformadora de regla de medida. Ésta se modifica de grado en grado, en tanto paso a paso aparece la originaria elevation al absoluto y con ello éste mismo como la integridad de la esencia de la conciencia. Ella se relaciona como tal con su consiente (el “objeto”) y en tanto lo refiere a sí como sí misma, ya se relaciona también consigo misma. Según esto el objeto es lo que es para la AUTOCONCIENCIA. Pero también ésta es lo que es en tanto aparece para ella misma, a saber como lo que constituye la objetividad del objeto. La AUTOCONCIENCIA es en sí la regla de medida para su objeto. En tanto se relaciona con éste, el objeto, como lo por-medir, pero a la vez consigo misma como la que mide, se realiza en sí misma en esta doble relación la comparación de lo por-medir con su regla de medida. Para ella son simultáneamente lo por-medir y lo que mide como lo mismo. La conciencia es en sí misma esencialmente esta comparación. Y en tanto es en esta comparación, es esencialmente examen. Realiza el examen de su esencia no ocasionalmente en situaciones críticas sino en todo tiempo, en tanto como AUTOCONCIENCIA piensa en su esencia, es decir, la objetividad del objeto. Por ello Hegel dice: La conciencia se examina a sí misma (comp. parágrafo 13, WW II, 69). Cuanto menos la regla de medida es recién aportada a la conciencia de alguna parte, tanto menos el examen es realizado desde nosotros y ocasionalmente a ella. El curso de la conciencia hacia su propia esencia que aparece, es en sí a la vez conformador de regla de medida y examinador. Por lo tanto la conciencia es en sí una confrontación consigo misma. Heideggeriana: HegelFenomenologia

El conocer absoluto tiene que ser examinado. En el examen el conocer tiene que legitimarse como aquello que reivindica ser. Pero si el conocer del absoluto es el rayo como el cual el absoluto nos toca, entonces éste, en el caso de que ahora esté aún permitido este discurso en general, sólo de este modo puede legitimarse, apareciendo él mismo, y a saber a partir de sí, y manifestando en ello este su aparecer como su esencia. El absoluto es el espíritu, pensado modernamente como la AUTOCONCIENCIA incondicionada. La conciencia es el incondicionado autoconcebirse. La primera proposición de la conciencia reza: “La conciencia… es para sí misma su concepto” (parágrafo 8, WW II, 66). En el autoconcebirse el saber absoluto, según su esencia, se pone de manifiesto. El absoluto es esencialmente, como conciencia, el saber que aparece. Nuestro examen del conocer absoluto no puede entonces ya ser una realización, que se emprenda junto al conocer como un medio presente en alguna parte. Porque el conocer mismo es el curso irradiado hacia el que irradia, la única esencia aquí posible del examen se realiza en ser este curso mismo, y a saber, de una manera determinada. Este curso tiene que hacer que el saber que aparece se muestre en su aparecer, es decir, en su propia verdad. En este curso el absoluto viene a nosotros como la conciencia que aparece, se despliega en la verdad de su esencia. Se legitima en tanto se acusa y de este modo muestra que en este aparecer corresponde a su esencia, que se muestra a través de este aparecer. En ello estriba: El examen no necesita aportar la regla de medida que requiere. Heideggeriana: HegelFenomenologia

La experiencia, en tanto este curso de examen, examina la conciencia en lo que ella misma es, en su esencia, en la que como AUTOCONCIENCIA continuamente se mide. Este ponderante experimentar no se dirige al ente sino al ser, a saber la conciencia. La experiencia no es óntica sino ontológica, o dicho kantianamente: experiencia trascendental. Heideggeriana: HegelFenomenologia

La experiencia de la conciencia es, en tanto este pasar por de doble sentido, el pasaje por la sobreasunción (Aufhebung) de triple sentido. Pero a ésta pertenece la negación de la tesis a través de la antítesis, de tal modo que lo negado en esta negación es conservado, y por su parte la negación de la antítesis es negada a través de la síntesis. El pasar-por tiene el rasgo fundamental de esta originaria doble negación, que exige un continuo abandono de lo presuntamente alcanzado. El curso de la experiencia es un “camino de la desesperación” y por ello la experiencia es esencialmente una “dolorosa experiencia”. Hegel piensa, pues, también el dolor siempre de modo metafísico, es decir, como un tipo de “conciencia”, la conciencia del ser otro, del desgarro, de la negatividad. La experiencia de la conciencia es, como experiencia trascendental-dialéctica, siempre la “mala” experiencia, en la que lo respectivamente conciente resulta de otro modo que como respectivamente aparece en primer lugar. La experiencia es el dolor trascendental de la conciencia. La experiencia de la conciencia es en tanto “el dolor” al mismo tiempo el pasar-por en el sentido de poner de relieve las figuras esenciales de la AUTOCONCIENCIA que aparece. La experiencia es “el trabajo del concepto”, quiere decir el ponerse de relieve de la conciencia en la integridad incondicionada de la verdad del concebirse a sí misma. Es el trabajo trascendental, que se ajetrea al servicio de la violencia incondicionada del absoluto. Es el trabajo trascendental de la conciencia. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Ambos títulos contienen en su constitución lingüística un genitivo. Preguntamos: ¿Es pues el genitivo un genitivos objectivus o un genitivos subjectivus? ¿Mienta “la experiencia de la conciencia” sólo esto, que la conciencia es el Objekt   y el Gegenstand de la experiencia? Evidentemente no, pues la experiencia es ella misma, en su esencia como curso y venir a sí misma, el ser de la conciencia. “Experiencia”, plenamente concebida, dice sólo lo que en la palabra Bewusst-sein   (conciencia) significa la palabra sein (ser). La conciencia es el “sujeto” de la experiencia, es lo que la experiencia pasa-por con ella misma. Por lo tanto el genitivo tiene que ser entendido como genitivos subjectivus. Sólo que la esencia del sujeto como AUTOCONCIENCIA consiste justamente en que la conciencia no es sólo conciencia de algo y tiene su objeto, sino que ella misma es objeto para sí misma. Por lo tanto la experiencia por la que pasa la conciencia es al mismo tiempo la experiencia que ella hace “consigo misma” como objeto. Con ello el genitivo es a la vez también un genitivos objectivus. Pero, no obstante el genitivo no es simplemente sólo ambos juntos, sino que es un genitivo que nombra la unidad del sujeto y el objeto y el fundamento de su unidad, es decir, la elevation y síntesis en la esencia metafísica de la conciencia. El genitivo en los títulos “la Experiencia de la conciencia” y “la Fenomenología del espíritu” es el genitivo especulativo-metafísico. Todos los genitivos del lenguaje de la “Fenomenología del espíritu” son de este tipo. Sí, no sólo los genitivos, sino también los casus restantes y todas las declinaciones de las palabras tienen sentido especulativo. Sólo si consideramos y ejercitamos esto, podemos seguir la trama de este lenguaje, es decir, entender el texto. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Con ello sale el primer rasgo fundamental y sostenedor de todos los otros momentos del concepto hegeliano de experiencia, a diferencia del aristotélico pero también del kantiano. La empeiria   se dirige al ente accesible a diario por doquier. La “experiencia” kantiana es la ciencia natural matemática y como tal se orienta al objeto existente “naturaleza”. Sólo que justamente Kant es quien — pero también él por primera vez al interior del pensamiento moderno — ha realizado claramente la pregunta por el ser del ente y desplegado propiamente este preguntar en cuestionamiento y caracterizado a éste mismo. Para el pensamiento moderno el ente es en la conciencia y para ésta lo a ella representado y remitido. El ente es ahora sólo Gegen-stand   u Objekt. “Gegenstand” es el nombre moderno para lo que realmente se opone al re-presentar que se sabe a sí mismo, el “objeto” para el sujeto. Pensado modernamente es lo real, es decir, el ente, esencialmente objeto. En el pensamiento griego no se encuentra en ninguna parte el concepto del Gegenstand y del Objekt, porque es imposible, dado que el hombre no se experimenta como “sujeto”. Aunque verdad es que, a través de la teoría platónica de las ideas, de manera decisiva, es preparada la interpretación del ser del ente como objetividad del objeto. En tanto, pues, según Kant la metafísica pregunta completamente en el sentido de los griegos no por el ente sino por el ser, pero al mismo tiempo en el sentido de Descartes la verdad del ente, por lo tanto el ser descansa en la certeza de la representatividad, kantianamente pensada, la pregunta por el ser del ente es la pregunta por la objetividad del objeto. Este asir la objetividad del objeto es un conocimiento enteramente propio y en relación con el conocer inmediato del ente, “de la naturaleza”, de tipo nuevo. Y por ello dice Kant: “Yo denomino trascendental a todo conocimiento que en general se ocupa no tanto con objetos sino con nuestro modo de conocimiento de objetos, en tanto éste debe ser posible a priori. Un sistema de tales conceptos habría de llamarse filosofía trascendental” (Crítica de la razón pura, Introducción, B 25). El conocimiento que se ocupa de los objetos mismos es según Kant la experiencia. Pero el conocimiento que piensa la objetividad de los objetos, pregunta por las condiciones de posibilidad del objeto de la experiencia. Este asir la objetividad del objeto de la experiencia en sentido kantiano es el conocimiento trascendental u ontológico. Y justamente a este hacer surgir el nuevo verdadero objeto a diferencia del antiguo, no verdadero, al asir trascendental de la objetividad del objeto denomina Hegel “experiencia”. Por lo tanto, para Hegel “la experiencia” no es como para Kant el conocimiento óntico, sino el ontológico. Esta experiencia trascendental hace surgir la objetividad del objeto “de la conciencia”, ante todo originarse, de tal modo que ahora esta objetividad misma es el objeto recién originado y por ello nuevo. Este, el objeto trascendental, es esencialmente, no sólo de paso, “el nuevo” objeto. Su objetividad consiste en la “novedad”, en el originamiento del originarse a través de la experiencia. Pero “originarse” (”ent-stehen  ”), no significa aquí: ser confeccionado como cosa, sino llegar a estar en medio del re-presentar y para éste, es decir, aparecer, pensado platónicamente: hacerse “visible”. Pero en tanto según el paso fundamental de Kant, determinado desde Descartes, las condiciones de posibilidad del objeto de la experiencia se encuentran “en la conciencia”, es decir, no son otra cosa que la “AUTOCONCIENCIA”, el objeto esencialmente nuevo, es decir, trascendental, es decir, de la “experiencia” hegeliana, no es otra cosa que la AUTOCONCIENCIA como tal. Pero en tanto ésta constituye la esencia de la conciencia, la experiencia trascendental es esencialmente “experiencia de la conciencia” y ello en el triple sentido: La conciencia es lo experimentado en esta experiencia, a saber la objetividad del objeto. Pero es al mismo tiempo la que experimenta, la que ejercita la experiencia. Y es entonces aquello a que lo experimentado y el experimentar pertenece, de modo que ella misma “es” esta experiencia. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Kant dice: El conocimiento trascendental se ocupa de las condiciones de posibilidad del objeto de la experiencia (de la ciencia natural), es decir, de la objetividad. Por lo tanto ha de decirse ciertamente en sentido kantiano que el conocimiento trascendental tiene también su objeto, sólo que este objeto no es la naturaleza misma, sino la conciencia. Pero ¿por qué no ha de plantearse, pues, también con respecto a este objeto trascendental la misma pregunta, [es decir, la pregunta] por su objetividad? ¿Por qué no ha de ser interrogada la AUTOCONCIENCIA finita misma del hombre, donde Kant encuentra las condiciones de posibilidad del objeto, por lo tanto de la objetividad, acerca de a través de qué la AUTOCONCIENCIA es posible a priori? ¿Por qué ha de detenerse la pregunta trascendental ante el primer nuevo objeto, la objetividad de los objetos del conocimiento óntico de la ciencia natural matemática y cesar con su preguntar? No está aquí ante todo el inicio de un preguntar, según cuya esencia tenga siempre que surgir un nuevo objeto, las condiciones de las condiciones de posibilidad del objeto natural y así adelante hasta el primer incondicionado que condiciona todo y ya no es condicionado? Con este preguntar se pregunta “más allá” del cuestionamiento propio de Kant, pero observándolo bien, sólo sobre la vía abierta por primera vez por Kant. Sí, tenemos que decir aún más, si permanecemos atentos a las huellas de lo abismal siempre nuevamente hallables en el pensamiento de Kant y no rebajamos la “Crítica de la razón pura” a un libro escolar. Kant concibió la conciencia como AUTOCONCIENCIA, mas [entendiendo] el auto como “yo”; y [por eso] en la esencia del yo, es decir, en que pueda decir a sí mismo “yo”, ve Kant el fundamento de su esencia: la razón. En una “retractación” de su “Crítica de la razón pura” Kant escribe: “Cómo es posible que yo, el yo pienso, pueda ser a mí mismo un objeto (de la intuición), y de este modo distinguirme de mí mismo, es absolutamente imposible de aclarar, si bien es un factum indudable; pero indica una facultad tan elevada por encima de toda intuición sensible, que como fundamento de la posibilidad de un entendimiento, (…) asoma a una infinitud de propias representaciones y conceptos” (Sobre los progresos de la metafísica. Edición de la Academia XX,270; Meiner p.95). Heideggeriana: HegelFenomenologia

Nuestra intervención es la “inversión de la conciencia”. En tanto preguntamos trascendentalmente, es decir, [en tanto] dirigimos nuestra mira a que se muestre la objetividad del objeto, giramos la dirección de la mirada de la conciencia, que si no va a los objetos, [va] a la dirección opuesta, a saber, a la conciencia de los objetos. El objeto que se muestra en esta percepción trascendental, a saber, el anterior en el cómo de su objetividad, es decir, ésta misma, es el objeto que así recién se origina y [es] con ello nuevo. Hegel denomina a este objeto nuevo, trascendental, en la decisiva determinación de la esencia de la experiencia, pero al mismo tiempo [lo llama] el “objeto verdadero”. La verdad del objeto se encuentra en lo que condiciona y constituye su objetividad en su esencia. Pero la experiencia hegeliana trascendental no se detiene en la AUTOCONCIENCIA como condición de la objetividad del objeto natural sino que — después del proceso de Fichte y Schelling   — también interroga a la AUTOCONCIENCIA kantiana trascendental finita, como primer objeto nuevo, en su objetividad, y de este modo se interna a preguntar en un contexto indicador de condiciones y [en] su condicionamiento, que se trasciende hasta lo incondicionado. La novedad del nuevo objeto y la verdad del objeto verdadero consisten en la integridad de su surgimiento, es decir, de su originarse. Esta integridad del aparecer reposa sin embargo originariamente en la AUTOCONCIENCIA incondicionada, absoluta. La conciencia absoluta “es” la verdad del objeto verdadero. La conciencia absoluta, es decir, esencialmente absolverte, “es” el originamiento, es decir, la novedad del nuevo objeto, es decir, su continuo aparecer. El aparecer es precisamente el ser-nuevo.(Un “nuevo libro” nos es “nuevo” en tanto que aparece, concebido en el aparecer). Heideggeriana: HegelFenomenologia

La inversión trascendental de la conciencia, como incondicionada y sistemática, asegura previamente la mirada en lo incondicional de todo condicionamiento y su sucesión. Para el hacer nacer al nuevo verdadero objeto, lo incondicionado se encuentra en la mirada previa como omnicondicionante. Pero ¿cómo se manifiesta lo condicionante como condicionante en su condicionamiento? Solamente de modo que en lo condicionado se muestre lo condicionante. Mas si debe aparecer no sólo cualquier condicionante sino lo incondicionado en el modo en que todo lo condiciona, tiene que partirse de lo que es lo máximamente condicionado. Pero éste está lo más ampliamente alejado de lo incondicionado. Por lo tanto tiene que mostrarse primero la objetividad de ese objeto, que está lo más ampliamente alejado de la verdad de la AUTOCONCIENCIA incondicionada, es decir, del espíritu no sensible absoluto, y en el término más extremo, opuesto a él. Mas la objetividad del objeto más condicionado sólo puede ser, dado que como condición está lo más alejada de lo incondicionado, la más vacía y pobre. Pero en tanto también esta objetividad, la más pobre y vacía de un objeto, es todavía condición, es también ella de la esencia del absoluto y perteneciente a él. Por ello en el giro trascendental se encuentra, en tanto es incondicional y sistemático, la necesidad de que la conciencia absoluta, para poder hacer aparecer su incondicional condicionar en todo condicionamiento, se aleje ella misma de si, y de su plenitud y de sus derechos. La conciencia absoluta se aparta de sí hacia su figura más externa y vacía. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Esta diferenciación de “para nosotros” y “para ella” vuelve continuamente en el curso de toda la obra. El “para nosotros” es el objeto para los que experimentan trascendental-sistemáticamente, quienes miran a la objetividad del objeto, es decir, al originamiento de su originarse. “Para nosotros”, no mienta a “nosotros”, los que vivimos de este modo aquí diariamente y llegamos precisamente al saber que aparece, sino nosotros, los que miramos en el modo de la inversión. Pero “para ella” mienta la conciencia, que como AUTOCONCIENCIA despliega histórica libremente sus figuras y las conserva en la memoria de la historiografía y de este modo se sabe en la plenitud de su contenido. Tanto lo que es “para ella”, la conciencia, como lo que es “para nosotros”, no se corresponde con el circuito de los objetos habitualmente mentado por nosotros. Antes bien, esta distinción concierne cada vez al espíritu absoluto, y a saber en el “para ella” al espíritu absoluto en su historia, en el “para nosotros” al espíritu absoluto en la historicidad de la historia de su aparecer. La historicidad es la sistemática desplegada, es decir, la organización del trabajo del concepto. (Comp. la proposición final de toda la obra). Heideggeriana: HegelFenomenologia

De ahí resulta que la presentación trascendental sistemática no es propuesta como añadidura de la experiencia de la conciencia, sino que la misma experiencia como el hacer surgir al “nuevo verdadero objeto” es un a-cusar y con ello una pre-sentación. Este presentar sigue al regreso de las condiciones al condicionamiento de lo incondicionado y es a través de ello un curso, que recibe su necesidad de la esencia de la objetividad del nuevo objeto. De este modo se da para Hegel la proposición, en la que resume la discusión vigente de la “Introducción”, para expresar a través de ella la interpretación del título de la obra: “A través de esta necesidad es este camino hacia la ciencia, ya él mismo ciencia, y con ello según su contenido ciencia de la experiencia de la conciencia “ (ibíd) En otras palabras y dicho retrospectivamente al inicio de la “Introducción” esto significa: la “experiencia de la conciencia” es la perteneciente a su esencia y a ella como curso que conduce a la AUTOCONCIENCIA. Porque el conocer del absoluto es esencialmente curso, es decir, camino, el examen que examine al conocer absoluto nunca puede tomar este conocer como un “medio”, ni como un “instrumento” disponible, ni como un “medium” presente. La presentación del saber que aparece es, en tanto la ciencia incondicionada trascendental-sistemática, aquello hacia donde la misma experiencia de la conciencia se despliega: el éter a ella adecuado. El aparecer de esta ciencia no incurre en la apariencia de cualquier entrar en escena, a tiro de pistola, en un circuito indeterminado. El aparecer de la ciencia es el presentarse de la experiencia, que — desde su esencia, a saber, desde la inversión — inaugura el ámbito del aparecer de la conciencia para ésta, pero a la vez determina necesariamente también el inicio, el progreso y ante todo el objetivo del curso del aparecer. (Comp. Prefacio, sobre la “experiencia”, p.32). En el mismo regreso, ya tracendentalmente dirigido, de la conciencia absoluta desde la alienación a sí misma, se realiza justamente el aparecer del condicionamiento de lo incondicionado. La conciencia aparece, es decir, sale de sí a la “vista”, en tanto vuelve a sí. Se manifiesta en la entrada a su concepto (logos  ), que es para sí misma. La conciencia es phainomenon  , lo que aparece, como logia en el modo de tal ciencia. La conciencia es conciencia como “Fenomenología”. Pero porque la conciencia es el saber que aparece, mas el saber absoluto de sí es el espíritu, la Fenomenología es esencialmente “la Fenomenología del espíritu”. En el curso de su aparecer la conciencia, porque se destaca en el regreso, es esencialmente una “inversión”. Pero si la inversión es nuestra “intervención” para con el “mirar”, entonces esta intervención no agrega nada extraño a la conciencia. Sólo lleva el mirar a la realización de su más íntima esencia. Es el acto primero y sumo del mirar, que de este modo previamente mira, es decir, mira y atiende a que el absoluto sea considerado como absoluto y de este modo llegue a aparecer sólo él y no cualquier otra cosa. La “experiencia de la conciencia” es la “fenomenología del espíritu”. Pero la “experiencia” es sólo tal en tanto se presenta como ciencia. La “Ciencia de la experiencia de la conciencia” es la “Ciencia de la fenomenología del espíritu”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Recién ahora podemos advertir el contenido oculto de estos dos títulos. En primer lugar y directamente el título “Ciencia de la experiencia de la conciencia” nos designa una ciencia “de la” experiencia, experiencia que es hecha “sobre la” conciencia. Pensamos ambos genitivos como genitivus objectivus y asimos el título en tanto aseguramos su contenido significativo en la palabra, primeramente nombrada, “ciencia”. Pero si tenemos ahora memoria de la dilucidación dada de la “Introducción”, entonces sabemos que la misma conciencia exige y realiza a partir de sí la “experiencia”, de modo que esta experiencia que se realiza debe necesariamente presentarse como ciencia. Luego tenemos que entender el título a partir de su última palabra, en dirección contraria. Esta “inversión” significa a la vez, que los genitivos tienen que ser pensados no como genitivus obiectivus sino como genitivus subiectivus. La conciencia es el sujeto, lo fundamental de la experiencia; ésta es el sujeto de la ciencia. Pero este genitivus subiectivus es aquí, donde la palabra “conciencia” es el “sujeto” no sólo gramática lógicamente sino según su contenido esencial metafísico, un genitivus subiectivus en “sentido enfático”; pues la conciencia es esencialmente “sujeto” con el significado de “AUTOCONCIENCIA”; pero cuya esencia consiste en que se sabe a sí misma, en tanto sabe al mismo tiempo su otro, es decir, el objeto. Con referencia a la subjetividad nombrada esencialmente en el título a través de la palabra “conciencia”, no puede entonces el genitivus subiectivus ser uno tal en sentido habitual, sino dado que el sujeto siempre permanece referido al objeto, es al mismo tiempo también un genitivus obiectivus. De allí que el título tenga que ser pensado de tal modo que los genitivos sean entendidos primero, es decir, de manera determinante, como genitivus subiectivus, lo que sin embargo incluye entenderlos a la vez como genitivus obiectivus. Sólo que no alcanzaríamos aún el núcleo de la verdad del título, si pensáramos que los genitivos tuvieran que ser pensados tanto como “subjetivos” que como “objetivos”. Lo decisivo reside en reconocer que no alcanza ni la interpretación “tética”, que se encuentra primero, del título (en el sentido del gen. obj.), ni la “antitética” (en el sentido del gen. subj.). El genitivo por pensar aquí es el “sintético”, pero que no acerca ambos con ulterioridad, sino piensa originariamente el fundamento de su unidad. Y este fundamento es la esencia de la misma “experiencia”, en la que el saber que aparece, la conciencia, se aparece a sí misma en su aparecer como “ciencia”. El “genitivo” por pensar aquí es el originariamente sintético, es decir, el genitivo “dialéctico-especulativo”, en cuyo modo habla por doquier el lenguaje de esta obra. Heideggeriana: HegelFenomenologia

9. A una con este momento del “pasar por” de las experiencias, la experiencia es “dolorosa”. El dolor de la experiencia no es una consecuencia de ella misma al modo de una repercusión sobre nuestro estado corporal-anímico. El dolor es antes bien la más íntima esencia de la experiencia, en la que todos los momentos antes mencionados tienen su unidad y determinalidad. El dolor es esencialmente conciencia y saber. El dolor es la esencia del saber, en tanto éste es continuamente un pasaje por las rectificaciones, que cada experiencia contiene. Toda experiencia, esencialmente entendida, es un des-engaño. Hace resultar lo antes sujetado como no sólido. Aún la así llamada “buena experiencia” que hacemos con algo, es un des-engaño. Somos en tales casos “gratamente” des-engañados. Pero entonces ¿puede no ser, sin embargo, toda experiencia “dolorosa”? No obstante, toda experiencia es un dolor, dolor en el sentido de la conciencia de traslado a la necesidad del pasar por del des-engaño, como el único camino de la verdad de la conciencia a sí misma. Porque la conciencia es AUTOCONCIENCIA, nunca es la diferenciación indiferente de sí misma con respecto a sí misma, sino en este diferenciado sí mismo sólo es igual a sí misma como el ser otro con respecto a otro. Este múltiple acorde diferenciación de la conciencia en sí misma, el sí misma en el modo del absoluto ser otra, es el fundamento esencial del desgarro, que aparece en cada grado de la conciencia, en tanto no es absoluto en sentido absoluto. Pero porque la experiencia en el volverse a la alienación y desde ella de retorno pasa por el desgarro de la conciencia, es — como saber de éste — el dolor mismo (Acerca del desgarro, el dolor y el trabajo de la negatividad come. el Prefacio, p.29, especialmente p.20 sobre la esencia del absoluto. — “Dolor” comp. también conclusión de “Fe y saber” I, 157. — Experiencia como valor — el ánimo sabedor.). Heideggeriana: HegelFenomenologia

17. Confrontación con Hegel. 1. Conciencia, de allí; 2. Lo trascendental — ser como objetividad, el antiguo no verdadero objeto — realidad como idea  . 3. La verdad como certeza. 4. El hombre como sujeto — AUTOCONCIENCIA. 5. El máximo ente — lo absoluto; subjetividad como sujeto-objeto incondicionado. 6. El sistema y la organización de la historia. Metafísica absoluta y técnica. 7. El nuevo verdadero objeto, es decir, entidad corno entidad conciente [que es objeto del representar. Poner-ante-sí — voluntad sabedora — ser como voluntad. El absoluto quiere estar con nosotros. 8. La negatividad y la verdad del ente como ser. Heideggeriana: HegelFenomenologia

“La experiencia”, que la conciencia hace consigo misma es el tránsito de “para ella” a “para nosotros” y de nuevo; pero el de nuevo encuentra otro objeto. (Los “nosotros” en el “para nosotros” “son” la esencia de la conciencia en su verdad trascendental). El des-engaño — el desaparecer. El “tránsito” — el continuo pasar por este aquí y allá como movimiento “es” lo esencial. Pero este movimiento no es un modo de proceder entre otros, sino que es la verdadera esencia de la conciencia, que es en sí óntica-ontológica. Por ello recién un primer paso: el paso a la conciencia como AUTOCONCIENCIA. El segundo y verdadero es: concebir el “yo pienso” como trascendental. El retroceso a la AUTOCONCIENCIA como giro trascendental. Y el giro trascendental como la verdad oculta y el fundamento de todo regreso de la conciencia a sí misma en su historia casual. Heideggeriana: HegelFenomenologia

El primer párrafo nombra el asunto de la filosofía. “Ella contempla lo presente en cuanto presente y de este modo (contempla) lo que ya predomina en él (en lo presente) de antemano y por sí mismo”,(Aristóteles  , Met. L, 1, 1.003 a 21). El predominio concierne el venir-a-la-presencia en el desocultamiento. La filosofía contempla lo que se presenta en su presencia. La contemplación considera lo que se presenta. De tal manera lo pone en su punto de mira que sólo ve lo que se presenta en cuanto tal. La filosofía observa: lo que se presenta en cuanto a su aspecto. En la visión de esta contemplación no se oculta ningún sentido profundo. La theoria   es el desencanto de todo conocimiento. Hegel dice en el lenguaje de su pensar: la filosofía es “el conocimiento efectivamente real de lo que es de verdad”. Mientras tanto, aquello verdaderamente ente se ha mostrado como lo efectivamente real cuya realidad efectiva es el espíritu. Pero la esencia del espíritu reside en la AUTOCONCIENCIA. Heideggeriana: HegelExperiencia  

En su Lección sobre la Historia de la Filosofía Moderna (O. C., vol. XV, 328), después de hablar de Bacon y de Jakob Boehme, Hegel dice así: “En realidad sólo ahora llegamos a la filosofía del nuevo mundo y la inauguramos con Descartes. Es con él con quien verdaderamente entramos en una filosofía independiente que sabe que procede de forma autónoma de la razón y que la AUTOCONCIENCIA es un momento esencial de lo verdadero. Aquí, podemos decir que estamos en casa y como el navegante tras un largo viaje alrededor de una mar tempestuoso podemos gritar “tierra”… En este nuevo período el principio es el pensamiento, el pensar que parte de mismo… Heideggeriana: HegelExperiencia

Ahora bien, esa misma filosofía moderna que habita en la tierra de la AUTOCONCIENCIA exige, de acuerdo con el clima del lugar, tener la certeza previa de su propio principio. Quiere primero ponerse de acuerdo acerca del conocimiento por medio del que ella conoce de modo absoluto. Sin quererlo, el conocimiento aparece aquí como un medio acerca de cuyo buen uso debe preocuparse el conocimiento. Por un lado, se trata de reconocer y de elegir entre las diferentes maneras de representación la única destinada a alcanzar el conocimiento absoluto. Es la tarea de Descartes. Por otro lado, hay que medir la naturaleza y los límites de ese conocimiento de lo absoluto ya elegido. Es lo que hace Kant. Pero en cuanto se toma el conocimiento entendido como medio para apoderarse de lo absoluto como una preocupación, debe surgir el convencimiento de que en relación con lo absoluto todo medio, que en su calidad de medio es relativo será inapropiado para lo absoluto y necesariamente fracasará ante él. Si el conocimiento es un medio, toda pretensión de conocer lo absoluto se convierte en un propósito absurdo, ya tome dicho medio un carácter de instrumento o un carácter de intermediario. En un caso manejaremos activamente el conocimiento a modo de instrumento, en el otro, padeceremos el conocimiento al modo de un cauce por el que nos debe llegar la luz de la verdad. Heideggeriana: HegelExperiencia

El segundo párrafo toca el núcleo de la crítica bajo cuyo dominio se encuentra, gracias a la ciencia, toda crítica filosófica del conocimiento hecha hasta ahora. He el ya no va a usar el nombre ‘filosofía’ en el resto de los párrafos. Va a hablar de ciencia. Porque entretanto la filosofía moderna ha alcanzado la consumación de su esencia, desde el momento en que ha tomado completamente bajo su dominio la tierra firme pisada por ella por primera vez. Dicha tierra es la autocerteza del representar en relación consigo mismo y con lo representado por él. Tomar esa tierra completamente bajo su dominio significa saber en su esencia incondicionada la autocerteza de la AUTOCONCIENCIA y estar en ese saber como en el saber por excelencia. La filosofía es ahora el saber incondicionado dentro del saber de la autocerteza. La filosofía se encuentra dentro del saber como tal como en su casa. Toda la esencia de la filosofía está formada por el saberse incondicionado del saber. La filosofía es la ciencia. Este nombre no significa que la filosofía haya tomado como modelo al resto de las ciencias existentes y que realice perfectamente ese modelo en el ideal  . Si el nombre “la ciencia” aparece en lugar del nombre filosofía dentro de la metafísica absoluta, esto revela que toma su significado de la esencia de la incondicionada autocerteza del sujeto que se sabe a sí misma. El que verdaderamente, esto es, el que con toda certeza subyace ahora es éste, el subiectum, el hypokeimenon  , que la filosofía tiene que reconocer como lo presente desde sus inicios. La filosofía se ha convertido en la ciencia porque sigue siendo la filosofía. Es a ella a quien toca contemplar a lo ente en cuanto ente. Ahora bien lo ente se aparece desde Leibniz de tal manera al pensar, que todo ens qua ens es una res cogitans   y en este sentido es sujeto. Que esto sea así no depende de la concepción de dicho pensador, sino del ser de lo ente. Desde luego, el sujeto no es lo subjetivo entendido como el egoísmo que sólo mira por sí mismo. El sujeto se presenta en la relación representadora que mantiene con el objeto. Pero en tanto que tal relación, es ya la relación representadora consigo mismo. El representar presenta al objeto representándoselo al sujeto y en dicha representación el propio sujeto se presenta como tal. La presentación es el rasgo fundamental del saber en el sentido de la AUTOCONCIENCIA del sujeto. La presentación es un modo esencial de la presencia (parousia  ). Como tal, esto es, como presencia, es el ser de lo ente bajo el modo del sujeto. La autocerteza, en tanto que saberse condicionado en sí, esto es, incondicionado, es la entidad (ousia) del sujeto. El ser sujeto del sujeto, es decir, la relación sujeto-objeto, es la subjetidad del sujeto. La subjetidad consiste en el saberse incondicionado. En el modo del saberse se dispone la esencia del sujeto de tal manera que, para ser sujeto, el sujeto sólo se ocupa del saber por medio de esta disposición. La subjetidad del sujeto es como autocerteza absoluta, “la ciencia”. Lo ente (to on) es en cuanto ente (he on), en la medida en que se encuentra en el modo del saberse incondicionado del saber. Por eso, la presentación que representa dicho ente en cuanto ente, la filosofía, es ella misma la ciencia. Heideggeriana: HegelExperiencia

La absolutez de lo absoluto, la absolución que se absuelve absolventemente, es el trabajo del comprenderse de la autocerteza incondicionada. Es la penosa tarea de soportar el dolor y el desgarro bajo cuyo signo se encuentra la relación in-finita en la que se consuma la esencia de lo absoluto. Muy pronto Hegel anota lo siguiente: “Una media zurcida es mejor que una media rota, pero no ocurre así con la AUTOCONCIENCIA”. Cuando Hegel habla del trabajo del concepto no se refiere al sudor causado por el exprimir de cerebro de los eruditos, sino a la lucha por salir fuera de sí que mantiene lo absoluto mismo para llegara la absolutez de su comprenderse desde la autocerteza incondicionada. Pero este modo de ser del esfuerzo de lo absoluto también puede conciliarse con la falta de esfuerzo que caracteriza a la parusía en la medida en que es la relación de la presencia que hay en nosotros. Como tal absoluto, lo absoluto sencillamente forma parte de esa relación. Al esfuerzo de lo absoluto por hacer aparecer a su propia presencia y así mismo dentro de ella, corresponde el esfuerzo de la ciencia. A partir de las penalidades de aquél, se definen los esfuerzos de ésta. Por el contrario, la celosa actividad del examen crítico pasa de largo junto a lo más penoso que alberga el esfuerzo de la ciencia: reflexionar sobre el hecho de que el conocimiento, que debe ser examinado críticamente, es conocimiento absoluto, esto es, filosofía. En lo tocante al conocimiento filosófico, el quehacer habitual de la crítica al uso se asemeja al proceder de los que quieren representarse un roble sin tomar en cuenta para nada que se trata de un árbol. Heideggeriana: HegelExperiencia

Llegados aquí no se puede esquivar por más tiempo la necesaria explicación de la terminología empleada. Desde la época de la fijación de su terminología, Hegel llama con el nombre “ente” a eso que se torna objetivo para la conciencia en el representar inmediato. Eso objetivo es lo que aparece representado unilateralmente, sólo desde el lado de lo que está enfrente, sin tomar en consideración al representar ni al que representa. El ser, en cuanto nombre para lo ente así denominado, es el nombre para aquello que, en verdad, todavía no es lo verdadero y real. Hegel usa “ser” para nombrar a la realidad que a su modo de ver aún no es verdadera También interpreta la filosofía antigua de acuerdo con esa pauta. Como ésta todavía no ha pisado la tierra de la filosofía, la AUTOCONCIENCIA, en la que por primera vez aquello objetivo representado es como tal, piensa lo real sólo como lo ente. “Ser” vale siempre para Hegel únicamente dentro de la limitación del “sólo ser”, porque lo verdaderamente ente es el ens acto, lo efectivamente real, cuya actualitas  , realidad efectiva, consiste en el saber de la certeza que se sabe a sí misma. Ésta es la única que puede pretender ahora, a partir de la certeza del saber absoluto, ser siempre toda realidad esto es, “ser” la realidad. Y así es como el ser vuelve al lugar del que se supone tenía que haber desaparecido. Pero el saber absoluto de la ciencia no se hace cargo de ello. Heideggeriana: HegelExperiencia

A diferencia del uso lingüístico de Hegel, usamos el nombre “ser” tanto para aquello que Hegel, junto con Kant, llama la objetividad, como para aquello que él representa como lo verdaderamente efectivo, llamándolo realidad efectiva del espíritu. No interpretamos el einai  , el ser de los griegos, desde el punto de vista de Hegel, como objetividad del representar inmediato de una subjetividad que aún no ha llegado a sí misma, esto es, no lo interpretamos desde tal, sino desde el griego aletheia  , en tanto que venida a la presencia a partir de y en el desocultamiento. Pero la presencia, que acontece en la representación de la skepsis de la conciencia, es un modo de presencia que, como la ousiade los griegos, está presente a partir de una esencia todavía impensada de una época oculta. La entidad de lo ente, que desde los inicios del pensamiento griego hasta la doctrina de Nietzsche del eterno retorno de lo igual, ha acontecido como verdad de lo ente, para nosotros sólo es un modo del ser, si bien decisivo, que de ningún modo aparece necesariamente sólo como presencia de lo que se presenta. A juzgar por el modo en que Hegel emplea la palabra ser, desde un punto de vista riguroso, no debería seguir llamando a aquello que considera la verdadera realidad efectiva de lo efectivamente real, el espíritu, por medio de un nombre que todavía contiene la palabra “ser”. Sin embargo, eso es lo que ocurre en todas partes, desde el momento en que la esencia del espíritu permanece AUTOCONCIENCIA [ser-consciente-de sí]. Desde luego, este uso de la lengua no es el resultado de una terminología imprecisa o inconsecuente, sino que tiene su fundamento en la oculta manera en la que el ser se desvela y se oculta a sí mismo. Heideggeriana: HegelExperiencia

Aun así, desaparece el título “Ciencia de la experiencia de la conciencia”. Pero con él también desaparece del título de la obra la palabra “conciencia”, por mucho que la conciencia constituya, en cuanto AUTOCONCIENCIA, el ámbito esencial de la absolutez de lo absoluto, por mucho que la conciencia sea la tierra de la metafísica moderna, tierra que ha tomado ahora posesión de sí misma como “sistema de la ciencia” y se ha medido en su totalidad. Heideggeriana: HegelExperiencia

Cuando se ha consumado la presentación de la manifestación de la certeza sensible de aquello que ella toma por lo ente y lo verdadero, ha surgido su ser en tanto que nuevo objeto, la verdad de la certeza, certeza que es la AUTOCONCIENCIA que se sabe a sí misma. La presentación de la manifestación de la “verdad de la certeza de sí” comienza con estas frases: “En los anteriores modos de la certeza, lo verdadero es para la conciencia algo distinto a ella misma. Pero el concepto de esto verdadero desaparece en la experiencia de él; al igual que el objeto era inmediatamente en sí mismo lo ente de la certeza sensible, la cosa concreta de la percepción, la fuerza del entendimiento, del mismo modo más bien demuestra no ser de verdad, sino que ese En-sí surge como un modo en el que puede ser sólo para otro; el concepto del objeto se anula en el objeto efectivamente real o la primera representación inmediata se anula en la experiencia y la certeza se pierde en la verdad.” Heideggeriana: HegelExperiencia

Como esencia de la voluntad, la esencia de la voluntad de poder es el rasgo fundamental de todo lo efectivamente real. Nietzsche dice (Volunta de Poder, afor. 693 del año 1888) que la voluntad de poder es “la esencia más íntima del ser”. “ El ser” significa en este caso, según el lenguaje de la metafísica, lo ente en su totalidad. La esencia de la voluntad de poder y la propia voluntad de poder en tanto que carácter fundamental de lo ente, no se dejan por ello constatar por medio de la observación psicológica, sino que, por el contrario, es la propia psicología la que recibe su esencia, esto es, la posibilidad de disponer y conocer su objeto, de manos de la voluntad de poder. Por lo tanto, Nietzsche no concibe la voluntad de poder psicológicamente, sino que, por el contrario determina nuevamente la psicología como “morfología y teoría del desarrollo de la voluntad de poder” (Más allá del bien y del mal, afor. 23). La morfología es la ontología del on, cuya morphe   transformada en perceptio debido al cambio del eidos  , se manifiesta en el appetitus de la perceptio como voluntad de poder. El hecho de que la metafísica — que piensa desde siempre lo ente como hypokeimenon sub-jectum, en relación con su ser —, se convierta en esta psicología así determinada, demuestra, aunque sólo como manifestación colateral, la existencia de este acontecimiento esencial que consiste en la transformación de la entidad de lo ente La ousia (entidad) del subjectum se convierte en subjetidad de la AUTOCONCIENCIA, la cual hace aparecer a su esencia como voluntad de voluntad. La voluntad, en cuanto voluntad de poder, es la orden para adquirir más poder. A fin de que, en la superación de su propio poder, la voluntad pueda superar el grado alcanzado en cada caso, hay que alcanzar previamente ese grado, asegurarlo y conservarlo. El aseguramiento de cada grado de poder correspondiente es la condición necesaria para la superación del poder. Pero esta condición necesaria no es suficiente para que la voluntad pueda quererse a sí misma, esto es, para que ese querer ser más fuerte, para que ese aumento de poder, sea. La voluntad tiene que dirigir su mirada a un campo de visión y empezar por abrirlo para que de allí empiecen a mostrarse posibilidades que le indiquen el camino a un aumento de poder. La voluntad debe por tanto disponer una condición de ese querer ir más allá de sí misma. La voluntad de poder debe disponer a la vez las condiciones de conservación de poder y las de aumento de poder. Forma parte de la voluntad la disposición de esas condiciones que se pertenecen mutuamente. Heideggeriana: NietzscheDeus  

Si la metafísica piensa lo ente en su ser como voluntad de poder, piensa necesariamente lo ente como instaurador de valores. Piensa todo en el horizonte de los valores, de la validez de dichos valores, de la desvalorización y la transvaloración. La metafísica de la Modernidad comienza y tiene su esencia en el hecho de que busca lo incondicionadamente indudable, lo cierto, la certeza. Según las palabras de Descartes, se trata de firmum et mansurum quid   stabilire, esto es, conseguir mantener algo firme y estable. Esto estable. en cuanto objeto, le resulta satisfactorio a esa esencia, que reina desde antiguo, de lo ente en cuanto eso que permanentemente se presenta, que subyace siempre en todas partes (hypokeimenon, subiectum) También Descartes, como Aristóteles, pregunta por el hypokeimenon. En la medida en que Descartes busca ese subiectum en la vía prediseñada de la metafísica y pensando la verdad como certeza encuentra el ego cogito en cuanto ego permanentemente presente. Así es como el ego sum se convierte en subiectum, esto es, el sujeto se convierte en AUTOCONCIENCIA. La sujetidad del sujeto se determina a partir de la certeza de esta conciencia. Heideggeriana: NietzscheDeus

Con la conciencia de que “Dios ha muerto” se inicia la conciencia de una transvaloración radical de los valores anteriormente supremos. Gracias a esta conciencia, el propio hombre se muda a otra historia que es más elevada, porque en ella el principio de toda instauración de valores, la voluntad de poder, es experimentada y tomada expresamente en tanto que realidad efectiva de lo efectivamente real, en tanto que ser de lo ente. La AUTOCONCIENCIA, en la que tiene su esencia la humanidad moderna, consuma de este modo su último paso. Quiere ser ella misma la ejecutora de la voluntad de poder incondicionada. La decadencia de los valores normativos toca a su fin. El nihilismo, el hecho de “que los valores supremos se desvalorizan”, ha sido superado. Esa humanidad que quiere su propio ser hombre como voluntad de poder y experimenta tal ser hombre como parte de la realidad efectiva determinada en su totalidad por la voluntad de poder, se ve determinada por una figura esencial del hombre que pasa por encima del hombre anterior. Heideggeriana: NietzscheDeus

Todo ente es ahora o lo efectivamente real, en cuanto objeto, o lo eficiente en cuanto objetivación en la que se forma la objetividad del objeto. Representando, la objetivación dispone el objeto sobre el ego cogito. En este disponer se evidencia el ego cómo aquello que subyace a su propio hacer (el dis-poner poniendo-delante o re-presentando), esto es, se evidencia como subiectum. El sujeto es sujeto para sí mismo. La esencia de la conciencia es la AUTOCONCIENCIA. Por eso, todo ente es o bien objeto del sujeto o bien sujeto del sujeto. En todas partes, el ser de lo ente reside en el poner-se-ante-sí-mismo y, de esta manera, im-poner-se. En el horizonte de la subjetidad de lo ente el hombre se alza a la subjetividad de su esencia. El hombre accede a la subversión. El mundo se convierte en objeto. En esta objetivación subvertidora de todo ente, aquello que en principio debe pasar a disposición del representar el producir, esto es la tierra es desplazado al centro de toda posición y controversia humana. La propia tierra ya sólo puede mostrarse como objeto del ataque que en cuanto objetivación incondicionada, se instaura en el querer del hombre. Por haber sido querida a partir de la esencia del ser, la naturaleza aparece en todas partes como objeto de la técnica. Heideggeriana: NietzscheDeus

El “actualismo” y el moralismo de la Historia son los últimos pasos de la identificación consumada de Naturaleza y espíritu con la esencia de la técnica. Naturaleza y espíritu son objeto de AUTOCONCIENCIA; su dominio incondicionado obliga a ambos de antemano a una uniformidad, de la cual, desde el punto de vista metafísico, no hay escapatoria. Heideggeriana: SuperarMetafisica

La devastación de la tierra empieza como proceso querido, pero que en su esencia no es sabido ni se puede saber, un proceso que se da en el tiempo en el que la esencia de la verdad se cerca como certeza en la que lo primero que se asegura a sí mismo es el representar y el producir del hombre. Hegel concibe este momento de la historia de la Metafísica como aquel en el que la absoluta AUTOCONCIENCIA se convierte en principio del pensar. Heideggeriana: SuperarMetafisica

El ente que está en el modo de la existencia es el hombre. Sólo el hombre existe. La roca es, pero no existe. El árbol es, pero no existe. El caballo es, pero no existe. El ángel es, pero no existe. Dios es, pero no existe. La frase: “El hombre existe” no significa, de ninguna manera,: que sólo. el hombre sea un ente real, qué todos los demás entes sean irreales y sólo una apariencia. o la representación del hombre. La frase: “El hombre existe”, significa: el hombre es aquel ente cuyo ser se distingue, desde el Ser, a través del expuesto. estar. dentro, en: el estado. de no oculto del Ser. La esencia existenciaria del hombre es el fundamento por el cual el hombre representa al ente como tal y puede tener conciencia de lo representado. Toda conciencia presupone la mentada pensada ek-stática existencia como la essentia   del hombre, con lo cual essentia significa como que el hombre es esencialmente en tanto que hombre. La conciencia, por el contrario, ni crea la apertura del ente, ni procura al hombre el permanecer abierto al ente. Hacia, y de dónde; y en qué libre dimensión debe moverse entonces toda intencionalidad de la conciencia, si el hombre no tuviera. su esencia en la in-sistencia ? Qué otra cosa puede mentar, en el caso de que se pensara seriamente la palabra “Ser” en el nombre “conciencia”, y “AUTOCONCIENCIA” como conciencia existenciaria que es, en cuanto existe?. Heideggeriana: MetafisicaFundamento

Como la palabra dinc, en el uso lingüístico de la Metafísica occidental, nombra aquello que en general y de algún modo es algo, por esto el significado del nombre “cosa” cambia según sea una u otra la exégesis de aquello que es, es decir, del ente. Kant habla de las cosas del mismo modo que el Maestro Eckhart  , y con este nombre se refiere a algo que es. Pero en Kant lo que es pasa a ser objeto del representar que ocurre en la AUTOCONCIENCIA del yo humano. La cosa en sí significa para Kant el objeto en sí. El carácter de “en sí” significa para Kant que el objeto en sí es objeto sin relación al representar humano, es decir, sin el “ob” (”enfrente”) por medio del cual, antes que nada, está para este representar. En sentido estrictamente kantiano, “cosa en sí” significa un objeto que para nosotros no es objeto alguno, porque tiene que estar sin un posible “ob” (”enfrente”): para el representar humano que se enfrenta a él. Heideggeriana: Coisa1949