al descubierto

Freilegung

Pero, en realidad, no hay ningún círculo vicioso en ese modo de plantear la pregunta. Un ente puede determinarse en su ser sin que sea necesario disponer previamente del concepto explícito del sentido del ser. De lo contrario, no podría haber hasta ahora ningún conocimiento ontológico; y nadie pretenderá negar que lo haya. Sin lugar a dudas, el «ser» ha sido «supuesto» hasta el día de hoy en toda ontología, pero no en cuanto concepto que estuviera a nuestra disposición – no en el sentido en que aquí se lo busca. La «presuposición» del ser tiene más bien, el carácter de una previa visualización del ser, en virtud de la cual el ente dado se articula provisionalmente en su ser. Esta visualización del ser que sirve de guía a la investigación brota de la comprensión mediana del ser en la que desde siempre nos movemos, y que en definitiva pertenece a la constitución esencial del Dasein mismo. Semejante «presuposición» no tiene nada que ver con la postulación de un principio indemostrado del que se derivaría deductivamente una serie de proposiciones. En el planteamiento de la pregunta por el sentido del ser no puede haber en modo alguno un «círculo en la prueba», porque en la respuesta a esta pregunta no se trata de una fundamentación deductiva, sino de una puesta AL DESCUBIERTO del fundamento mediante su exhibición. STJR §2

§ 5. La analítica ontológica del Dasein como puesta AL DESCUBIERTO del horizonte para una interpretación del sentido del ser en general STJR §5

La analítica del Dasein así concebida está orientada por entero hacia la tarea de la elaboración de la pregunta por el ser, que le sirve de guía. Con esto se determinan también sus límites. Ella no puede pretender entregarnos una ontología completa del Dasein, como la que sin duda debiera elaborarse si se quisiera algo así como una antropología «filosófica» apoyada sobre bases filosóficamente suficientes. En la perspectiva de una posible antropología o de su fundamentación ontológica, la siguiente interpretación proporciona tan sólo algunos «fragmentos», que no son, sin embargo, inesenciales. Pero, el análisis del Dasein no sólo es incompleto, sino que, por lo pronto, también es provisional. En un primer momento se contentará con sacar a luz el ser de este ente, sin dar una interpretación de su sentido. En cambio, deberá preparar la puesta AL DESCUBIERTO del horizonte para la interpretación más originaria de ese ser. Una vez que haya sido alcanzado este horizonte, el análisis preparatorio del Dasein exigirá ser repetido sobre una base más alta, la propiamente ontológica. STJR §5

Puesto que el ser sólo es captable, en cada caso, desde la perspectiva del tiempo, la respuesta a la pregunta por el ser no puede consistir en una frase aislada y ciega. La respuesta será incomprensible si nos limitamos a la repetición de lo que en ella se dice en forma de proposición, especialmente si se la hace circular a la manera de un resultado que flota en el vacío y que sólo requiere ser registrado como un simple «punto de vista», quizás discrepante de la manera usual de abordar las cosas. Si la respuesta es «nueva», es algo que carece de importancia y no pasa de ser una pura exterioridad. Lo positivo en ella debe estar en que sea lo suficientemente antigua como para aprender a hacerse cargo de las posibilidades deparadas por los «antiguos». El sentido más propio de la respuesta consiste en prescribir a la investigación ontológica concreta que dé comienzo a la interrogación investigante dentro del horizonte que habrá sido puesto AL DESCUBIERTO. La respuesta no da más que esto. STJR §5

De acuerdo con la tendencia positiva de la destrucción, será necesario preguntarse, en primer lugar, si, y hasta qué punto, en el curso de la historia de la ontología, la interpretación del ser ha sido puesta temáticamente en conexión con el fenómeno del tiempo, y si la problemática de la temporariedad, que para ello es necesaria, ha sido y podía ser elaborada, al menos en sus fundamentos. El primero y único que recorrió en su investigación un trecho del camino hacia la dimensión de la temporariedad, o que, más bien, se dejó arrastrar hacia ella por la fuerza de los fenómenos mismos, es Kant. Sólo una vez que se haya fijado la problemática de la temporariedad, resultará posible proyectar luz en la oscuridad de la doctrina del esquematismo. Pero por este camino también será posible mostrar por qué tenía este dominio que quedar cerrado para Kant en sus verdaderas dimensiones y en su función ontológica central. Kant mismo sabía que se aventuraba en un dominio oscuro: «Este esquematismo de nuestro entendimiento con respecto a los fenómenos y a su pura forma es un arte oculto en las profundidades del alma humana, cuyos verdaderos mecanismos difícilmente arrancaremos nunca a la naturaleza, ni pondremos AL DESCUBIERTO ante nuestros ojos». Aquello ante lo que Kant retrocede en cierto modo aquí, debe ser sacado temáticamente a luz en sus fundamentos, si es que el término «ser» ha de tener un sentido verificable. En definitiva, los fenómenos que en los análisis que han de seguir serán expuestos bajo el título de «temporariedad» son precisamente aquellos juicios más secretos de la «razón común», cuya analítica Kant define como el «quehacer de los filósofos». STJR §6

Puesto que fenómeno, en sentido fenomenológico, mienta siempre y solamente el ser, y ser es siempre el ser del ente, para la puesta AL DESCUBIERTO del ser se requerirá primero una adecuada presentación del ente mismo. Por su parte, el ente deberá mostrarse en el modo de acceso que corresponde a su propia condición. De esta manera, el concepto vulgar de fenómeno se torna fenomenológicamente relevante. La tarea preliminar de asegurarse «fenomenológicamente» del ente ejemplar como punto de partida para la analítica propiamente dicha, ya está siempre bosquejada por la finalidad de ésta. STJR §7

Lo primariamente interrogado en la pregunta por el sentido del ser es el ente que tiene el carácter del Dasein. En su fase preparatoria, la analítica existencial del Dasein necesita, por su índole peculiar, de una exposición a grandes líneas y de una delimitación frente a investigaciones aparentemente paralelas (capítulo 1). Manteniendo el punto de partida fijado a la investigación, deberá ponerse AL DESCUBIERTO en el Dasein una estructura fundamental: el estar-en-el-mundo (capítulo 2). Este «a priori» de la interpretación del Dasein no es una determinación reconstruida de fragmentos, sino una estructura originaria y siempre total. Pero ella permite diferentes enfoques sobre los momentos que la constituyen. Manteniendo constantemente a la vista el todo siempre previo de esta estructura, deben distinguirse fenoménicamente esos momentos. Y así se vuelven objeto del análisis el mundo en su mundaneidad (capítulo 3), el estar-en-el-mundo como coestar y ser-sí-mismo (capítulo 4), y el estar-en, en cuanto tal (capítulo 5). En base al análisis de esta estructura fundamental, se hace posible indicar de un modo provisional el ser del Dasein. Su sentido existencial es el cuidado (capítulo 6). STJR §8

El Dasein se determina cada vez como ente desde una posibilidad que él es, y esto quiere decir, a la vez, que él comprende en su ser de alguna manera. Éste es el sentido formal de la constitución existencial del Dasein. Pero esto implica para la interpretación ontológica de este ente la indicación de desarrollar la problemática de su ser partiendo de la existencialidad de su existencia. Lo que, sin embargo, no significa construir al Dasein a partir de una posible idea concreta de existencia. Justamente al comienzo del análisis, el Dasein no debe ser interpretado en lo diferente de un determinado modo de existir, sino que debe ser puesto AL DESCUBIERTO en su indiferente inmediatez y regularidad. Esta indiferencia de la cotidianidad del Dasein no es una nada, sino un carácter fenoménico positivo de este ente. A partir de este modo de ser y retornando a él es todo existir como es. A esta indiferencia cotidiana del Dasein la llamaremos medianidad [Durchschnittlichkeit]. STJR §9

En la Introducción ya se hizo ver que la analítica existencial del Dasein contribuye a promover una tarea cuya urgencia es apenas menor que la de la pregunta misma por el ser: poner AL DESCUBIERTO aquel a priori que tiene que ser visible si la pregunta «qué es el hombre» ha de poder ser filosóficamente dilucidada. La analítica existencial del Dasein está antes de toda psicología, de toda antropología y, a fortiori, de toda biología. Al deslindarlo frente a estas posibles investigaciones del Dasein, el tema de la analítica puede circunscribirse todavía con mayor precisión. Con lo cual su necesidad podrá también demostrarse en forma aun más persuasiva. STJR §9

El modo de ser de este ente es el estar a la mano. Pero el estar a la mano no debe ser entendido como mero carácter aprehensivo, como si al «ente» inmediatamente compareciente se le endosasen luego tales «aspectos», y de esta manera se «colorease subjetivamente» una materia cósmica, que estaría primero presente en sí. Una interpretación orientada de este modo no advierte que para ello el ente tendría que ser comprendido y descubierto primero como algo que sólo estaría-ahí, y que en el curso del trato que descubre el «mundo» y se lo apropia, cobraría luego primacía y liderazgo. Pero esto va en contra del sentido ontológico del conocimiento, acerca del cual hemos hecho ver que es un modo fundado del estar-en-el-mundo. El conocimiento no logra poner AL DESCUBIERTO lo que solamente está-ahí sino pasando a través de lo a la mano en la ocupación. El estar a la mano es la determinación ontológico-categorial del ente tal como es «en sí». Pero – se dirá – sólo «hay» lo a la mano a base de lo que está-ahí. Pero ¿se sigue de aquí – si aceptáramos esta tesis – que el estar a la mano se funda ontológicamente en el estar-ahí? STJR §15

Al hacer la interpretación provisional de la estructura de ser de lo a la mano (de los «útiles») quedó a la vista el fenómeno de la remisión, aunque de un modo tan esquemático, que fue necesario subrayar al mismo tiempo la necesidad de poner AL DESCUBIERTO la procedencia ontológica de este fenómeno, que por lo pronto solamente se señalaba. Por otra parte, quedó en claro que la remisión y la totalidad remisional habrán de ser, en algún sentido, constitutivas de la mundaneidad misma. Hasta ahora sólo hemos visto resplandecer el mundo en y para determinadas maneras del ocuparse circunmundano de lo a la mano, y precisamente con el estar a la mano de éste. Mientras más avancemos, pues, en la comprensión del ser del ente intramundano, tanto más amplia y segura será la base fenoménica para poner AL DESCUBIERTO el fenómeno del mundo. STJR §17

La constitución pragmática de lo a la mano ha sido dada a conocer como remisión. ¿Cómo puede el mundo dejar en libertad el ser del ente que tiene este modo de ser?, ¿por qué comparece este ente en primer lugar? Como formas de remisión hemos mencionado la utilidad para, la nocividad, la empleabilidad, etc. El para-qué de una utilidad y el en-qué de una empleabilidad esbozan cada vez la posible concreción de la remisión. El «señalar» del signo, el «martillar» del martillo no son empero propiedades de un ente. No son en absoluto propiedades, si con este término ha de designarse la estructura ontológica de una posible determinación de las cosas. Lo a la mano tiene a lo sumo aptitudes e inaptitudes, y sus «propiedades» están, por así decirlo, latentes en aquéllas, así como el estar-ahí, en cuanto posible modo de ser de un ente a la mano, está latente en el estar a la mano. La utilidad (remisión), como constitución pragmática, tampoco es una aptitud de un ente, sino la condición ontológica de posibilidad para que éste pueda ser determinado por aptitudes. Pero entonces, ¿qué quiere decir remisión? Que el ser de lo a la mano tenga la estructura de la remisión significa: tiene en sí mismo el carácter del estar-remitido [Verwiesenheit]. El ente queda puesto AL DESCUBIERTO con vistas a que, como ese ente que él es, está remitido a algo. Pasa con él que tiene su cumplimiento en algo. El carácter de ser de lo a la mano es la condición respectiva [Bewandtnis]. En la palabra Bewandtnis resuena el sentido de dejar que algo quede vuelto hacia algo [bewenden lassen mit etwas bei etwas]. La relación de lo que queda [vuelto hacia…] con aquello hacia lo que queda vuelto, será significada por el término remisión. STJR §18

La condición respectiva misma, como ser de lo a la mano, sólo queda descubierta cada vez sobre la base de un previo estar descubierto de una totalidad respeccional [Bewandtnisganzheit]. En la condición respectiva descubierta, es decir, en lo a la mano que comparece, está, por consiguiente, previamente descubierto lo que hemos llamado la mundicidad de lo a la mano. Esta totalidad respeccional previamente descubierta lleva consigo un respecto ontológico al mundo. El dejar-ser que pone en libertad al ente apuntando a una totalidad respeccional, tiene que haber abierto ya de alguna manera aquello mismo con vistas a lo cual lo pone en libertad. Y eso con vistas a lo cual lo a la mano en el mundo circundante queda puesto en libertad, de tal modo que él llega a ser accesible en primer lugar como ente intramundano, no puede ser concebido, a su vez, como un ente que tenga el mismo modo de ser de lo que ha sido descubierto. Es por esencia no descubrible, si adoptamos, de aquí en adelante, la expresión estar AL DESCUBIERTO [Entdecktheit] como término para una posibilidad de ser de todo ente que no tiene el modo de ser del Dasein. STJR §18

El mundo no sólo deja en libertad lo a la mano como ente que comparece dentro del mundo, sino también al Dasein: a los otros, en su coexistencia. Pero este ente dejado en libertad en el mundo circundante es, por su más propio sentido de ser, un estar-en el mismo mundo en el que, compareciendo para otros, coexiste con ellos. La mundaneidad fue interpretada (§ 18) como el todo remisional de la significatividad. En la previa y comprensora familiaridad con ésta, el Dasein deja comparecer lo a la mano puesto AL DESCUBIERTO en su condición respectiva. El contexto remisional de la significatividad se afinca en el estar vuelto del Dasein hacia su ser más propio, el cual por esencia no puede tener condición respectiva, sino que, más bien, es el ser por mor del cual el Dasein mismo es como es. STJR §26

Sin embargo, es necesario preservar el término «visión» de un posible malentendido. Este término corresponde a la claridad, que es el carácter que hemos atribuido a la aperturidad del Ahí. El «ver» no sólo no mienta la percepción con los ojos del cuerpo, sino tampoco mienta la pura aprehensión no sensible de un ente que está-ahí, en su estar-ahí. Para la significación existencial de la visión sólo se toma en cuenta aquella característica del ver según la cual éste deja comparecer AL DESCUBIERTO el ente mismo al que tiene acceso. Ciertamente todo «sentido» hace lo mismo dentro de su propio ámbito de descubrimiento. Pero la tradición filosófica se orientó desde un principio primariamente hacia el «ver» como modo de acceso al ente y al ser. Para mantenerse en esta tradición, se puede formalizar la visión y el ver hasta llegar a un término universal que caracterice en general todo acceso al ente y al ser. STJR §31

La constitución fundamental de la visión se muestra en una peculiar tendencia de ser propia de la cotidianidad: la tendencia al «ver». Designaremos esa tendencia con el término curiosidad [Neugier], que tiene la característica de no limitarse solamente al ver, sino de expresar la tendencia a una particular forma de encuentro perceptivo con el mundo. Interpretaremos este fenómeno desde una perspectiva fundamental de carácter ontológico-existencial, sin restringirlo al mero conocimiento, el cual ya tempranamente y no por azar fue concebido en la filosofía griega como «placer de ver». El tratado que ocupa el primer lugar en la colección de los tratados de Aristóteles relativos a la ontología comienza con la siguiente frase: pantes anthropoi tou eidenai horegontai physei. En el ser del hombre se da esencialmente el cuidado por el ver. Con esta frase se introduce una indagación que busca poner AL DESCUBIERTO el origen de la investigación científica del ente y de su ser, partiendo de ese modo de ser del Dasein. Esta interpretación griega de la génesis existencial de la ciencia no es casual. En ella se llega a la comprensión explícita de lo que ya estaba bosquejado en la frase de Parménides: to gar auto noein estin te kai einai. El ser es lo que se muestra en una pura percepción intuitiva, y sólo este ver descubre el ser. La verdad originaria y auténtica se halla en la pura intuición. Esta tesis constituirá en adelante el fundamento de la filosofía occidental. En ella encuentra su motor la dialéctica hegeliana, que sólo es posible sobre esa base. STJR §36

Pero, con este análisis se ha puesto AL DESCUBIERTO en sus rasgos fundamentales el todo de la constitución existencial del Dasein, y se ha alcanzado el fundamento fenoménico para la interpretación «recapitulante» del ser del Dasein como cuidado. STJR §38

El ente es independientemente de la experiencia, conocimiento y aprehensión por medio de los cuales queda abierto, descubierto y determinado. En cambio, el ser sólo «es» en la comprensión de aquel ente a cuyo ser le pertenece eso que llamamos comprensión del ser. El ser puede, por consiguiente, no estar conceptualizado, pero nunca queda completamente incomprendido. Desde la antigüedad, la problemática ontológica reunió – e incluso a veces identificó – el ser y la verdad. En este hecho se documenta, aunque quizás oculta en sus fundamentos originarios, la necesaria conexión entre ser y comprensión. Para que la pregunta por el ser quede suficientemente preparada, se requiere, pues, la aclaración ontológica del fenómeno de la verdad. Esta aclaración se realizará, en primer lugar, en base a lo que la interpretación precedente ha ganado en los fenómenos de la aperturidad y del estar AL DESCUBIERTO, de la interpretación y del enunciado. STJR §39

El análisis partirá del concepto tradicional de verdad y procurará poner AL DESCUBIERTO sus fundamentos ontológicos (a). Desde esos fundamentos se tornará visible el fenómeno originario de la verdad. A partir del fenómeno originario de la verdad será posible mostrar el carácter derivado del concepto tradicional de verdad (b). Esta investigación dejará en claro que la pregunta por la «esencia» de la verdad necesariamente implica también la pregunta por el modo de ser de la verdad. A una con ello, se esclarecerá el sentido ontológico de la afirmación de que «hay verdad» y el tipo de necesidad que «nos obliga a suponer» que «hay» verdad (c). STJR §44

Supongamos que alguien, de espaldas a la pared, formula el siguiente juicio verdadero: «El cuadro que cuelga en la pared está torcido». Este enunciado se evidencia cuando el que lo enuncia se vuelve hacia la pared y percibe en ella el cuadro torcido. ¿Qué es lo evidenciado en esta evidenciación? ¿Cuál es el sentido de la confirmación del enunciado? ¿Se constata acaso una concordancia del «conocimiento» o de lo «conocido» con la cosa que está en la pared? Sí y no; ello depende de si se interpreta en forma fenoménicamente adecuada la expresión «lo conocido». ¿A qué está referido el enunciante cuando hace su juicio sin percibir el cuadro, sino «tan sólo representándoselo»? ¿A «representaciones» acaso? Ciertamente que no, si representación significa aquí el acto de representarse algo, en cuanto proceso psíquico. Tampoco está referido a representaciones en el sentido de lo representado, si por ello se entiende una «imagen» de la cosa real que está en la pared. Por el contrario, el enunciado «meramente representativo» está referido – en virtud de su sentido más propio – al cuadro real en la pared. Éste y no otra cosa es lo mentado. Toda interpretación que interponga aquí cualquier otra cosa, a la que el enunciado meramente representativo hubiera de referirse, adultera el contenido fenoménico acerca de aquello sobre lo cual recae el enunciado. El enunciar es un estar vuelto hacia la cosa misma que es. ¿Y qué es lo que se evidencia mediante la percepción? Tan sólo esto: que lo que percibo es el mismo ente al que se refería el enunciado. Se comprueba que el estar vuelto enunciante hacia lo enunciado es una mostración del ente, que el enunciado descubre el ente hacia el que está vuelto. Se evidencia el carácter descubridor del enunciado. En el proceso evidenciante el conocer queda referido únicamente al ente mismo. Es en este mismo, por así decirlo, donde se juega la comprobación. El ente mismo se muestra tal como él es en sí mismo, es decir, que él es en mismidad tal como el enunciado lo muestra y descubre. No se comparan representaciones entre sí, ni tampoco en relación a la cosa real. Lo que ha de evidenciarse no es una concordancia del conocer y el objeto, ni menos aun de lo psíquico y lo físico, pero tampoco es una concordancia de «contenidos de conciencia» entre sí. Lo que necesita ser evidenciado es únicamente el estar-descubierto del ente mismo, de el en el cómo de su estar AL DESCUBIERTO. Este estar AL DESCUBIERTO se comprueba cuando lo enunciado, esto es, el ente mismo, se muestra como el mismo. Comprobación significa lo siguiente: mostrarse del ente en mismidad. La comprobación se realiza sobre la base de un mostrarse del ente. Esto sólo es posible si el conocimiento enunciador y autocomprobatorio es, por su propio sentido ontológico, un estar vuelto descubridor hacia el ente real mismo. STJR §44

Que el enunciado sea verdadero significa que descubre al ente en sí mismo. Enuncia, muestra, «hace ver» (apophansis) al ente en su estar AL DESCUBIERTO. El ser-verdadero (verdad) del enunciado debe entenderse como un ser-descubridor. La verdad no tiene, pues, en absoluto, la estructura de una concordancia entre conocer y objeto, en el sentido de una adecuación de un ente (sujeto) a otro (objeto). STJR §44

Ser-verdadero (verdad) quiere decir ser-descubridor. ¿Pero no es ésta una definición extremadamente arbitraria de la verdad? Con determinaciones conceptuales tan forzadas claro está que puede lograrse eliminar del concepto de verdad la idea de la concordancia. Este dudoso logro ¿no tendrá que pagarse reduciendo a nada la antigua y «buena» tradición? Pero la definición aparentemente arbitraria sólo contiene la necesaria interpretación de lo que la más remota tradición de la filosofía antigua ya barruntó en sus orígenes y comprendió al mismo tiempo de un modo prefenomenológico. El ser-verdadero del logos en cuanto apophansis es el aletheuein en el modo del apophainesthai: un hacer ver al ente en su desocultación (en su estar AL DESCUBIERTO), sacándolo fuera del ocultamiento. La aletheia, que en los textos arriba citados es identificada por Aristóteles con el pragma y los phainomena, significa las «cosas mismas», aquello que se muestra, el ente en el cómo de su estar AL DESCUBIERTO. ¿Y será acaso un azar el hecho de que en uno de los fragmentos de Heráclito – los documentos filosóficos más antiguos que tratan explícitamente del logos – trasluzca el fenómeno de la verdad recién expuesto, es decir, la verdad en el sentido del estar AL DESCUBIERTO (no-ocultación)? Al logos y a aquel que lo dice y comprende, Heráclito contrapone los que carecen de comprensión. El logos es phrazon okos echei, dice cómo se comporta el ente. En cambio, para los que no comprenden, queda oculto, lanthanei, lo que hacen; epilanthanontai, ellos olvidan, es decir, vuelve a hundírseles en el ocultamiento. Por consiguiente, al logos le es inherente la no-ocultación, la aletheia. La traducción de este vocablo por la palabra «verdad» y, sobre todo, las determinaciones conceptuales teoréticas de esta expresión, encubren el sentido de la comprensión prefilosófica que subyacía para los griegos «como cosa obvia» en el uso del término aletheia. STJR §44

La «definición» de la verdad como un estar AL DESCUBIERTO y ser-descubridor tampoco es la mera aclaración de una palabra, sino que surge del análisis de aquellos comportamientos del Dasein que solemos llamar en primera instancia «verdaderos». STJR §44

Descubrir es una forma de ser del estar-en-el-mundo. La ocupación circunspectiva y la que se queda simplemente observando, descubren los entes intramundanos. Éstos llegan a ser lo descubierto. Son «verdaderos» en un segundo sentido. Primariamente «verdadero», es decir, descubridor, es el Dasein. Verdad, en sentido derivado, no quiere decir ser-descubridor (descubrimiento), sino ser-descubierto (estar AL DESCUBIERTO). STJR §44

El análisis de la mundaneidad del mundo y del ente intramundano que se hizo más arriba ha mostrado, sin embargo, lo siguiente: el estar AL DESCUBIERTO del ente intramundano se funda en la aperturidad del mundo. Ahora bien, la aperturidad es el modo fundamental como el Dasein es su Ahí. La aperturidad está constituida por la disposición afectiva, el comprender y el discurso, y concierne cooriginariamente al mundo, al estar-en y al sí-mismo. La estructura del cuidado como anticiparse-a-sí – estando ya en un mundo – en medio del ente intramundano, implica la aperturidad del Dasein. El estar AL DESCUBIERTO tiene lugar con ella y por ella; por consiguiente, sólo con la aperturidad del Dasein se ha alcanzado el fenómeno más originario de la verdad. Lo mostrado más arriba respecto de la constitución existencial del Ahí y en relación al ser cotidiano del Ahí no se refería sino al fenómeno más originario de la verdad. En tanto que el Dasein es esencialmente su aperturidad, y que, por estar abierto, abre y descubre, es también esencialmente «verdadero». El Dasein es «en la verdad». Este enunciado tiene un sentido ontológico. No pretende decir que el Dasein esté siempre, o siquiera alguna vez, ónticamente iniciado «en toda la verdad», sino que afirma que a su constitución existencial le pertenece la aperturidad de su ser más propio. STJR §44

1. A la constitución de ser del Dasein le pertenece esencialmente la aperturidad en general. Ésta abarca el todo de aquella estructura de ser que ha sido explicitada por medio del fenómeno del cuidado. Al cuidado le pertenece no sólo el estar-en-el-mundo, sino también el estar en medio de los entes intramundanos. Cooriginario con el ser del Dasein y su aperturidad es el estar AL DESCUBIERTO de los entes intramundanos. STJR §44

De ahí que el Dasein tenga también la esencial necesidad de apropiarse explícitamente de lo ya descubierto, en lucha contra la apariencia y la disimulación, y la de asegurarse siempre de nuevo del estar AL DESCUBIERTO. Y, más aún, ningún nuevo descubrimiento se realiza sobre la base de un completo ocultamiento, sino, más bien, a partir de un estar AL DESCUBIERTO en el modo de la apariencia. El ente tiene el aspecto de…, es decir, ya está en cierto modo AL DESCUBIERTO, pero en forma disimulada. STJR §44

La verdad (el estar AL DESCUBIERTO) debe empezar siempre por serle arrebatada al ente. El ente es arrancado al ocultamiento. Todo estado fáctico de descubrimiento es siempre algo así como un robo. ¿Será un azar que los griegos, para decir la esencia de la verdad, usaran una expresión privativa (a-letheia)? ¿No se acusa en este modo de expresarse del Dasein una comprensión originaria de su propio ser, que es sin embargo tan sólo una comprensión preontológica del hecho de que el estar-en-la-no-verdad constituye una determinación esencial del estar-en-el-mundo? STJR §44

El resultado de la interpretación ontológico-existencial del fenómeno de la verdad ha sido el siguiente: 1. Verdad, en el sentido más originario, es la aperturidad del Dasein, aperturidad a la que pertenece también el estar AL DESCUBIERTO de los entes intramundanos. 2. El Dasein está cooriginariamente en la verdad y en la no-verdad. STJR §44

El estar en medio del ente intramundano – el ocuparse – es descubridor. Pero, a la aperturidad del Dasein le pertenece esencialmente el discurso. El Dasein se expresa a sí mismo – en cuanto descubridoramente vuelto hacia el ente. Y en cuanto tal, en el enunciado, el Dasein se expresa a sí mismo acerca del ente descubierto. El enunciado comunica el ente en el cómo de su estar AL DESCUBIERTO. El Dasein que recibe esta comunicación se pone a sí mismo (al percibirla) en el descubridor estar vuelto hacia el ente del que se habla. El enunciado expresado contiene, en aquello «acerca de lo cual» habla, el estar AL DESCUBIERTO del ente. Este estar AL DESCUBIERTO se conserva en lo expresado. Lo expresado se convierte, de alguna manera, en un ente a la mano dentro del mundo, que puede ser recibido y vuelto a decir a otros. En virtud de la conservación del estar AL DESCUBIERTO, lo expresado, que ahora está a la mano, tiene en sí mismo una relación con el ente acerca del cual él es un enunciado. El estar AL DESCUBIERTO es siempre un estar AL DESCUBIERTO de… También en el hablar repetidor el Dasein llega a estar vuelto hacia el ente mismo del que habla. Pero está y se considera dispensado de una originaria reejecución del acto descubridor de ese ente. STJR §44

El Dasein no necesita colocarse ante el ente mismo en una experiencia «originaria», y, sin embargo, su ser queda vuelto hacia ese ente. El Dasein no se apropia del estar AL DESCUBIERTO [del ente] mediante un acto propio de descubrimiento, sino que, en amplia medida, se apropia de él oyendo decir lo que se dice. El absorberse en lo dicho pertenece al modo de ser del uno. Lo expresado, en cuanto tal, se hace cargo del estar vuelto hacia el ente descubierto en el enunciado. Pero si este ente ha de ser objeto de una apropiación explícita en su estar AL DESCUBIERTO, entonces el enunciado deberá evidenciarse como descubridor. Pero el enunciado que ha sido expresado es un ente a la mano, y lo es de tal manera que, en cuanto conserva en sí el estar AL DESCUBIERTO, tiene en sí mismo una relación con el ente descubierto. La evidenciación de su ser-descubridor significa ahora: evidenciación de la relación que tiene con el ente el enunciado que conserva el estar AL DESCUBIERTO. El enunciado es un ente a la mano. El ente con el que él, en cuanto descubridor, guarda relación, es un ente intramundano a la mano, o, correlativamente, un ente que está-ahí. La relación misma se presenta de esta manera como estando-ahí. Pero la relación consiste en que el estar AL DESCUBIERTO que se conserva en el enunciado es siempre un estar AL DESCUBIERTO de. El juicio «contiene algo que vale de los objetos» (Kant). Pero, la relación misma, al transmutarse en una relación entre cosas que están-ahí, cobra ahora el carácter de un estar-ahí. El estar AL DESCUBIERTO de se convierte en la conformidad que está-ahí de un ente que está-ahí (el enunciado expresado) con un ente que está-ahí (el ente del que se habla). Y si se considera la conformidad solamente como una relación entre entes que están-ahí, es decir, si el modo de ser de los miembros de la relación es comprendido indiferenciadamente como un mero estar-ahí, entonces la relación se muestra como la concordancia simplemente presente de dos entes que están-ahí. STJR §44

Cuando el enunciado ha sido expresado, el estar AL DESCUBIERTO del ente cobra el modo de ser de lo a la mano dentro del mundo. Ahora bien, en la medida en que en el estar AL DESCUBIERTO, en cuanto es un estar AL DESCUBIERTO de… persiste una relación a algo que está-ahí, el estar AL DESCUBIERTO (ver-dad) se convierte a su vez, en una relación que está-ahí entre entes que están-ahí (intellectus y res). STJR §44

El fenómeno existencial del estar AL DESCUBIERTO, fundado en la aperturidad del Dasein, se convierte en una propiedad simplemente presente, que aún lleva consigo un carácter relacional y que en cuanto tal, queda dislocada en una relación entre cosas que están-ahí. La verdad como aperturidad y como estar vuelto descubridor hacia el ente descubierto, se ha convertido en verdad entendida como concordancia entre entes que están-ahí dentro del mundo. Con ello queda demostrado el carácter ontológicamente derivado del concepto tradicional de verdad. STJR §44

Sin embargo, lo que en el orden de las conexiones de fundamentación ontológico-existenciales es lo último, pasa óntica y fácticamente por ser lo primero y más inmediato. Pero la necesidad de este factum se funda, a su vez, en el modo de ser del Dasein mismo. Absorbiéndose en los quehaceres de la ocupación, el Dasein se comprende desde lo que comparece dentro del mundo. El estar AL DESCUBIERTO que forma parte del descubrir es algo que, dentro del mundo, encontramos inmediatamente en lo expresado. Pero no es sólo la verdad lo que comparece como algo que está-ahí, sino que, de un modo general, la comprensión del ser comprende todo ente, en primer lugar, como estando-ahí. La reflexión ontológica inmediata sobre la «verdad» que primero comparece ónticamente comprende, a su vez, el logos (enunciado) como un logos tinos (enunciado sobre…, estar AL DESCUBIERTO de…), pero interpreta este fenómeno como algo que está-ahí y en función de su posible estar-ahí. Pero, dado que ese estar-ahí es identificado con el sentido del ser en general, no puede siquiera surgir la pregunta si acaso este modo de ser de la verdad, y la estructura con que ella se presenta en primer lugar, son o no originarios. Es la propia comprensión del ser inmediatamente dominante en el Dasein y todavía hoy no superada de un modo radical y explícito la que encubre el fenómeno originario de la verdad. STJR §44

La tesis según la cual el «lugar» genuino de la verdad es el juicio, no sólo apela injustificadamente a Aristóteles, sino que, por su contenido, significa además un desconocimiento de la estructura de la verdad. El enunciado no sólo no es el «lugar» primario de la verdad, sino que, al revés, en cuanto modo de apropiación del estar AL DESCUBIERTO y en cuanto forma de estar-en-el-mundo, el enunciado se funda en el descubrir mismo o, lo que es igual, en la aperturidad del Dasein. La «verdad» más originaria es el «lugar» del enunciado y la condición ontológica de posibilidad para que los enunciados puedan ser verdaderos o falsos (descubridores o encubridores). STJR §44

El Dasein, en cuanto constituido por la aperturidad, está esencialmente en la verdad. La aperturidad es un modo de ser esencial del Dasein. «Hay» verdad sólo en cuanto y mientras el Dasein es. El ente sólo queda descubierto cuando y patentizado mientras el Dasein es. Las leyes de Newton, el principio de contradicción y, en general, toda verdad, sólo son verdaderos mientras el Dasein es. Antes que hubiera algún Dasein y después que ya no haya ningún Dasein, no había ni habrá ninguna verdad, porque en ese caso la verdad, en cuanto aperturidad, descubrimiento y estar AL DESCUBIERTO, no puede ser. Antes que las leyes de Newton fueran descubiertas, no eran «verdaderas»; de lo cual no se sigue que fueran falsas, ni mucho menos que se volverían falsas si ya no fuera ónticamente posible ningún estar AL DESCUBIERTO. Esta «restricción» tampoco implica una disminución del ser-verdadero de las «verdades». STJR §44

Que las leyes de Newton no eran antes de él ni verdaderas ni falsas, no puede significar que el ente que ellas muestran en su descubrir no haya sido antes. Tales leyes llegaron a ser verdaderas por medio de Newton; en virtud de ellas, ciertos entes se hicieron accesibles en sí mismos para el Dasein. Con el estar AL DESCUBIERTO del ente, éste se muestra precisamente como el ente que ya era antes. Esta forma de descubrir es el modo de ser de la «verdad». STJR §44

La respuesta a la pregunta por el sentido del ser está todavía pendiente. ¿Qué contribución ha hecho a la elaboración de esa pregunta el análisis fundamental del Dasein que hemos realizado hasta aquí? Con la puesta AL DESCUBIERTO del fenómeno del cuidado, se ha aclarado la constitución de ser del ente a cuyo ser le pertenece eso que llamamos la comprensión del ser. Al mismo tiempo el ser del Dasein quedó delimitado frente a ciertos modos de ser (tales como el estar a la mano, el estar-ahí, la realidad) que caracterizan a los entes que no tienen el modo de ser del Dasein. También se ha aclarado el comprender mismo, y de este modo se ha garantizado a la vez la transparencia metodológica del procedimiento comprensor-interpretativo de la interpretación del ser. STJR §44

Se busca la respuesta a la pregunta por el sentido del ser en general y, previamente, la posibilidad de una elaboración radical de esta pregunta fundamental de toda ontología. Pero, la puesta AL DESCUBIERTO del horizonte dentro del cual se vuelve inmediatamente comprensible algo así como el ser en general equivale a la aclaración de la posibilidad de la comprensión del ser en general, la cual pertenece, por su parte, a la constitución del ente que nosotros llamamos Dasein. Sin embargo, la comprensión del ser, en cuanto momento esencial del ser del Dasein, sólo podrá ser aclarada en forma radical una vez que el ente a cuyo ser ella pertenece haya sido originariamente interpretado en sí mismo por lo que respecta a su ser. STJR §45

La investigación ontológica es un posible modo de interpretación [Auslegung], interpretación que fue caracterizada como la elaboración y apropiación de un comprender. Toda interpretación tiene su haber previo, su manera previa de ver y su manera de entender previa. Si como interpretación teorética [Interpretation] ella se convierte en tarea explícita de una investigación, entonces el todo de estos «supuestos», llamado por nosotros la situación hermenéutica, necesita ser previamente aclarado y asegurado en y desde una experiencia fundamental del «objeto» que queremos patentizar. La interpretación ontológica, que debe poner AL DESCUBIERTO el ente en lo que respecta a la constitución de ser que le es propia, se ve obligada a llevar al ente temático, por medio de una primera caracterización fenoménica, al haber previo, al cual deberán ajustarse todos los pasos ulteriores del análisis. Pero, a la vez, éstos necesitan ser dirigidos por la posible manera previa de ver que apunta al modo de ser del ente en cuestión. Haber previo y manera previa de ver bosquejan entonces, al mismo tiempo, el repertorio de conceptos (manera de entender previa) a que deben ser elevadas todas las estructuras de ser. STJR §45

Ahora bien, el fundamento ontológico originario de la existencialidad del Dasein es la temporeidad. Sólo desde ella resulta existencialmente comprensible la totalidad estructural articulada del ser del Dasein en tanto que cuidado. La interpretación del sentido del ser del Dasein no puede detenerse en esta averiguación. El análisis tempóreo-existencial de este ente necesita de la comprobación concreta. Las estructuras ontológicas del Dasein ya alcanzadas tienen que ser retrospectivamente puestas AL DESCUBIERTO en su sentido tempóreo. La cotidianidad se revela como modo de la temporeidad. Mediante esta repetición del análisis fundamental preparatorio del Dasein, se volverá, a la vez, más transparente el fenómeno mismo de la temporeidad. Desde ella se hace entonces comprensible por qué el Dasein, en el fondo de su ser, es y puede ser histórico, y por qué puede, en cuanto histórico, desarrollar un saber histórico. STJR §45

Estar-cierto de un ente significa: tenerlo por verdadero en tanto que él es verdadero. Ahora bien, verdad significa el estar-al-descubierto del ente. Pero todo estar-al-descubierto se funda ontológicamente en la verdad más originaria, en la aperturidad del Dasein. El Dasein, en cuanto ente abierto-aperiente y descubridor, está esencialmente «en la verdad». Ahora bien, la certeza se funda en la verdad o pertenece cooriginariamente a ella. La expresión «certeza» tiene, como el término «verdad», una doble significación. En su sentido originario, verdad se refiere al ser-aperiente del Dasein, esto es, a un comportamiento suyo. En su significación derivada mienta el estar AL DESCUBIERTO del ente. Paralelamente, la certeza se refiere en sentido originario al estar-cierto como modo de ser del Dasein. Pero, en significación derivada, también es llamado «cierto» el ente mismo del cual el Dasein puede estar cierto. STJR §52

La posibilidad más propia, irrespectiva e insuperable es cierta. La manera de estar cierto de ella se determina en función de la verdad (aperturidad) que le es propia. Pero, el Dasein abre como posibilidad la posibilidad cierta de la muerte sólo en tanto que, adelantándose hacia ella, la hace posible para sí como el poder-ser más propio. La aperturidad de la posibilidad se funda en la posibilitación que se adelanta. El mantenerse en esta verdad, es decir, el estar cierto de lo abierto, requiere precisamente el adelantarse. La certeza de la muerte no puede calcularse mediante la estadística de los casos de muerte registrables. Ella no se mueve de ninguna manera en el ámbito de una verdad relativa al ente que está-ahí, el cual comparece en su forma más pura cuando queda AL DESCUBIERTO para un dejar-comparecer puramente contemplativo del ente en sí mismo. Para que el Dasein pueda alcanzar la «objetividad» pura [Sachlichkeit], es decir, la indiferencia de la evidencia apodíctica, es necesario que previamente se haya perdido en las cosas [Sachverhalte] y esto puede constituir una tarea particular y una posibilidad del cuidado. Si el estar cierto de la muerte no tiene este carácter, ello no significa que sea de un grado inferior a aquella evidencia apodíctica, sino que quiere decir que no pertenece en absoluto al orden jerárquico de las evidencias acerca de lo que está-ahí. STJR §53

En la interpretación del vocante que acabamos de hacer, que sigue fielmente el carácter fenoménico del llamar, el «poder» de la conciencia no es menoscabado ni se toma «meramente subjetivo». Por el contrario, sólo en ella lo inexorable e inequívoco de la llamada logra quedar AL DESCUBIERTO. La «objetividad» de la llamada se justifica en esta interpretación por el reconocimiento de una «subjetividad», que es ciertamente refractaria al imperio del uno-mismo. STJR §57

Y así, el modo de ser ordinario del Dasein no ofrece ninguna garantía de que la interpretación de la conciencia [Gewissensauslegung] que de él surge y las teorías de la conciencia orientadas en dicha interpretación hayan alcanzado el horizonte ontológico adecuado para su labor interpretativa. Sin embargo, también la experiencia vulgar de la conciencia debe acertar de algún modo – preontológicamente – en el fenómeno. De aquí se siguen dos cosas: por una parte, la interpretación cotidiana de la conciencia no puede servir de criterio último de la «objetividad» de un análisis ontológico. Pero, por otra parte, éste no tiene ningún derecho a pasar por alto la comprensión cotidiana de la conciencia y a desentenderse de las teorías antropológicas, psicológicas y teológicas de la conciencia que en aquélla se fundan. Si el análisis existencial ha puesto AL DESCUBIERTO el fenómeno de la conciencia en sus raíces ontológicas, será necesario que precisamente desde allí se hagan comprensibles las interpretaciones vulgares, incluyendo – y no en último lugar – la razón por la que ellas no aciertan en el fenómeno y el por qué de su encubrimiento. Sin embargo, puesto que el análisis de la conciencia, en el contexto de problemas del presente tratado, sólo está al servicio de la pregunta ontológica fundamental, el análisis de la conexión de la interpretación existencial de la conciencia con la interpretación vulgar de ella deberá contentarse con señalar los problemas esenciales. STJR §59

§ 61. Bosquejo del paso metodológico desde la delimitación del estar-entero propio hacia la puesta AL DESCUBIERTO fenoménica de la temporeidad STJR §61

Con este paso, la interpretación existencial da a conocer al mismo tiempo su carácter metodológico más propio. Hasta ahora, salvo algunas observaciones ocasionalmente necesarias, habíamos pospuesto toda discusión metodológica explícita. Primero era necesario «abrirse paso» hacia los fenómenos. Antes de la puesta AL DESCUBIERTO del sentido del ser del ente que ha sido desvelado en su estructura fenoménica, la marcha de la investigación necesita detenerse, no para gozar de un «descanso», sino para imprimirle a la investigación un renovado impulso. STJR §61

Ya aclarado así suficientemente el fenómeno del cuidado, preguntaremos por su sentido ontológico. La determinación de este sentido se convierte en la puesta AL DESCUBIERTO de la temporeidad. Esta exhibición no conduce a lejanos y separados dominios del Dasein, sino que no hace otra cosa que aprehender la totalidad de los fenómenos de la constitución existencial fundamental del Dasein en los últimos fundamentos de su propia comprensibilidad ontológica. La temporeidad es experimentada en forma fenoménicamente originaria en el modo propio del estar-entero del Dasein, es decir, en el fenómeno de la resolución precursora. Si la temporeidad se manifiesta aquí originariamente, es de presumir que la temporeidad de la resolución precursora sea uno de sus modos eminentes. La temporeidad tiene distintas posibilidades y diferentes maneras de temporizarse [sich zeitigen]. Las posibilidades fundamentales de la existencia, propiedad e impropiedad del Dasein, se fundan ontológicamente en distintos modos posibles de temporización de la temporeidad. STJR §61

El afianzamiento del fenómeno originario de la temporeidad se logra demostrando que todas las estructuras fundamentales del Dasein que hemos expuesto hasta ahora son, en el fondo, «tempóreas» en su posible totalidad, unidad y despliegue, y que deben ser concebidas como modos de temporización de la temporeidad. De esta manera, al haber puesto AL DESCUBIERTO la temporeidad, surge para la analítica existencial la tarea de repetir [wiederholen] el análisis ya hecho del Dasein, interpretando las estructuras esenciales en función de su temporeidad. Las líneas fundamentales de los análisis exigidos están bosqueja-das por la temporeidad misma. El capítulo se divide, según esto, de la manera siguiente: el modo existentivo propio del poder-estar-entero del Dasein como resolución precursora (§ 62); la situación hermenéutica alcanzada para una interpretación del sentido de ser del cuidado, y el carácter metodológico de la analítica existencial en general (§ 63); cuidado y mismidad (§ 64); la temporeidad como sentido ontológico del cuidado (§ 65); la temporeidad del Dasein y las consiguientes tareas de una repetición originaria del análisis existencial (§ 66). STJR §61

Querer-tener-conciencia significa disponibilidad para la llamada al más propio ser-culpable que ya ha determinado siempre al Dasein fáctico antes de toda culpabilidad fáctica y después de su extinción. Este previo y constante ser-culpable sólo se muestra AL DESCUBIERTO en su prioridad cuando ésta queda inserta en la posibilidad absolutamente insuperable para el Dasein. Una vez que la resolución, adelantándose, ha introducido en su poder-ser la posibilidad de la muerte, la existencia propia del Dasein no puede ser ya superada por nada más. STJR §62

El camino recorrido hasta aquí por la analítica del Dasein se ha convertido en la demostración concreta de la tesis que al comienzo quedó tan sólo formulada: el ente que somos nosotros mismos es ontológicamente el más lejano. La razón de esto se encuentra en el cuidado mismo. El cadente estar en medio de aquellas cosas del «mundo» que son objeto inmediato de ocupación guía la interpretación cotidiana del Dasein y encubre ónticamente el modo propio de su ser, privando a la ontología orientada hacia este ente de su base adecuada. Por eso, aunque usualmente la ontología se deja guiar por la interpretación cotidiana del Dasein, la forma originaria en que este ente se da como fenómeno no es en absoluto obvia. La puesta AL DESCUBIERTO del ser originario del Dasein debe conquistarse para éste yendo en contra de la tendencia interpretativa óntico-ontológica propia de la caída. STJR §63

El análisis de la resolución precursora condujo, al mismo tiempo, al fenómeno de la verdad originaria y propia. Más arriba se mostró que la comprensión del ser inmediata y regularmente dominante comprende el ser en el sentido del estar-ahí, y de esta manera encubre el fenómeno originario de la verdad. Ahora bien, si sólo «hay» ser en tanto que la verdad «es», y si la comprensión del ser se modifica siempre según la índole de la verdad, entonces la verdad originaria y propia deberá garantizar la comprensión del ser del Dasein y del ser en general. La «verdad» ontológica del análisis existencial se configura sobre la base de la verdad existentiva originaria. En cambio, a ésta no le hace falta necesariamente aquélla. La más originaria y fundamental verdad existencial a que tiende – preparando, en definitiva, la pregunta por el ser – la problemática ontológico-fundamental es la apertura del sentido de ser del cuidado. Para poner AL DESCUBIERTO este sentido es necesario tener íntegramente a disposición el contenido estructural pleno del cuidado. STJR §63

La caracterización de la «conexión» entre cuidado y mismidad no sólo tenía como propósito el esclarecimiento del problema específico de la yo-idad, sino que, además, debía servir como última preparación para la aprehensión fenoménica de la totalidad del todo estructural del Dasein. Es necesaria una inquebrantable disciplina en el cuestionamiento existencial para que el modo de ser del Dasein no se convierta, en definitiva, ante la mirada ontológica en un modo, aunque sólo fuere puramente indiferente, del estar-ahí. El Dasein se torna «esencial» en la existencia propia, que se constituye como resolución precursora. El cuidado, en el modo de la propiedad, contiene la originaria estabilidad del sí-mismo e integridad del Dasein. La puesta AL DESCUBIERTO del sentido ontológico del ser del Dasein deberá llevarse a cabo fijando una mirada concentrada y existencialmente comprensora sobre la modalidad propia del cuidado. STJR §65

Poner AL DESCUBIERTO el fondo sobre el cual se lleva a cabo un proyecto significa abrir aquello que hace posible lo proyectado. Esta puesta AL DESCUBIERTO exige, desde un punto de vista metodológico, que se le siga de tal modo la pista al proyecto – usualmente tácito – que está a la base de una interpretación [Auslegung], que se vuelva patente y aprehensible el fondo de proyección de lo proyectado en el proyectar. Dilucidar el sentido del cuidado significa entonces examinar el proyecto que fundamenta y guía la interpretación existencial y originaria del Dasein, de tal manera que en lo proyectado por él se haga visible su fondo de proyección. Lo proyectado es el ser del Dasein, en cuanto abierto en lo que lo constituye como modo propio del poder-estar-entero. El fondo de proyección de esto proyectado – del ser abierto, constituido de esta manera – es lo que hace posible esta constitución del ser como cuidado. En la pregunta por el sentido del cuidado se pregunta: ¿qué es lo que hace posible la totalidad de ese todo estructural articulado que es el cuidado en la unidad que se despliega en su articulación? STJR §65

Si la resolución constituye el modo del cuidado propio, y ella misma sólo es posible por la temporeidad, entonces el mismo fenómeno alcanzado con vistas a la resolución deberá ser tan sólo un modo de la temporeidad, de esa temporeidad que hace posible, por su parte, al cuidado en cuanto tal. La totalidad de ser del Dasein como cuidado quiere decir: anticiparse-a-sí-estando-ya-en (un mundo) y en-medio-de (los entes que comparecen dentro del mundo). En la primera determinación de esta trama estructural, se hizo ver que, con respecto a la articulación de esta estructura, era necesario llevar aun más atrás la pregunta ontológica, hasta poner AL DESCUBIERTO la unidad integradora de esta multiplicidad estructural. La unidad originaria de la estructura del cuidado es la temporeidad. STJR §65

Futuro, haber-sido, presente, muestran los caracteres fenoménicos del «hacia-sí» [«Auf-sich-zu»], del «de-vuelta-a» [«Zurück auf»] y del «hacer-comparecer-algo» [«Begegnenlassen von»]. Los fenómenos del «hacia…», del «a…», del «en medio de» manifiestan la temporeidad como lo ekstatikon por excelencia. Temporeidad es el originario fuera de sí, en y por sí mismo. Por eso, a los fenómenos de futuro, haber-sido y presente ya caracterizados los llamamos éxtasis de la temporeidad. La temporeidad no es primero un ente que, luego, sale de sí, sino que su esencia es la temporización en la unidad de los éxtasis. Lo característico del «tiempo» accesible a la comprensión vulgar consiste, entre otras cosas, precisamente en que en él, en cuanto pura secuencia-de-ahoras sin comienzo ni fin, queda nivelado el carácter extático de la temporeidad originaria. Pero, esta misma nivelación se funda, en virtud de su sentido existencial, en una determinada temporización posible, a través de la cual la temporeidad, en cuanto impropia, temporiza dicho «tiempo». Por consiguiente, si se demostrara que el «tiempo» accesible a la comprensión común del Dasein no es originario, sino que deriva de la temporeidad propia, quedaría justificado que, conforme al principio a potiori fit denominatio, llamemos tiempo originario a la temporeidad ahora puesta AL DESCUBIERTO. STJR §65

El fenómeno de la temporeidad puesto AL DESCUBIERTO no sólo exige una amplia confirmación de su fuerza constitutiva, sino que a través de ella, él mismo se mostrará en sus posibilidades fundamentales de temporización. Mostrar la posibilidad de la constitución de ser del Dasein sobre la base de la temporeidad es lo que, en fórmula breve aunque sólo provisional, llamamos interpretación «tempórea». STJR §66

La interpretación tempórea de la cotidianidad e historicidad consolida la mirada para el tiempo originario en forma suficiente como para ponerlo AL DESCUBIERTO en cuanto condición de la posibilidad y de la necesidad de la experiencia cotidiana del tiempo. El Dasein en cuanto ente al que le va su ser, se prodiga primariamente, en forma expresa o no, para sí mismo. Inmediata y regularmente el cuidado es ocupación circunspectiva. Prodigándose por mor de sí mismo, el Dasein se consume. Consumiéndose, se necesita a sí mismo, es decir, necesita de su tiempo. Necesitando de tiempo, cuenta con él. La ocupación circunspectiva calculante descubre inmediatamente el tiempo y lleva a desarrollar un cálculo del tiempo. Contar con el tiempo es constitutivo del estar-en-el-mundo. Contando con su tiempo, el descubrimiento ocupado de la circunspección hace que el ente a la mano y el ente que está-ahí, que han sido descubiertos, vengan a comparecer en el tiempo. El ente intramundano se hace de esta manera accesible como «estando en el tiempo». A la determinación del tiempo del ente intramundano la llamaremos intratemporeidad. El «tiempo» encontrado primeramente en ella en forma óntica se convierte en base para la formación del concepto vulgar y tradicional del tiempo. Ahora bien, el tiempo como intratemporeidad brota de un modo esencial de temporización de la temporeidad originaria. En virtud de este origen, el tiempo «en el que» lo que está-ahí llega a ser y deja de ser es un auténtico fenómeno de tiempo, y no una exteriorización de un «tiempo cualitativo» que convirtiera a éste en espacio, como lo pretende la interpretación del tiempo hecha por Bergson, una interpretación que, desde el punto de vista ontológico, es enteramente indeterminada e insatisfactoria. STJR §66

Ahora bien, la totalidad estructural del cuidado tiene en la temporeidad un posible fundamento para su unidad. Por consiguiente, la aclaración ontológica de la «trama de la vida», es decir, de la específica extensión, movilidad y persistencia del Dasein, debe intentarse en el horizonte de la constitución tempórea de este ente. La movilidad de la existencia no es el movimiento de un ente que está-ahí. Se determina a partir del extenderse del Dasein. A esa específica movilidad del extenderse extendido la llamamos nosotros el acontecer del Dasein. La pregunta por la «trama» del Dasein es el problema ontológico de su acontecer. Poner AL DESCUBIERTO la estructura del acontecer y sus condiciones de posibilidad tempóreo-existenciales significa alcanzar una comprensión ontológica de la historicidad. STJR §72

La apertura historiográfica del «pasado» fundada en la repetición destinal, lejos de ser «subjetiva», es la única que garantiza la «objetividad» del saber histórico. Porque la objetividad de una ciencia se regula primariamente por su capacidad de presentar a la comprensión, AL DESCUBIERTO y en la originariedad de su ser, el ente temático que le es propio. No hay ninguna ciencia donde la «validez universal» de los modelos y las pretensiones de «universalidad» que el uno y su modo común de comprender exige puedan imponerse menos como posibles criterios de la «verdad» que en la auténtica historiografía. STJR §76

Yorck alcanza una clara intelección del carácter fundamental de la historia en cuanto «virtualidad», a partir del conocimiento del carácter de ser del existir humano mismo y, por consiguiente, no lo alcanza en una teoría del conocimiento, es decir, a partir de aquello que es objeto de una consideración de la historia: «El hecho de que la totalidad de lo que nos está psicofísicamente dado no es [ser = estar-ahí de la naturaleza. Nota del autor], sino que, más bien, vive, es la clave de la historicidad. Y una autorreflexión que no esté dirigida hacia un yo abstracto, sino hacia la plenitud de mi propia mismidad, me encontrará históricamente determinado, de la misma manera como la física me conoce en cuanto cósmicamente determinado. De igual modo como soy naturaleza, soy también historia…» (p. 71). Y Yorck, tan perspicaz para poner AL DESCUBIERTO todas las espúreas «determinaciones de relación» y los relativismos «sin base», no vacila en sacar la última consecuencia de su comprensión de la historicidad del Dasein. «Pero, además, supuesta la intrínseca historicidad de la conciencia de sí, un sistematismo separado de la historia es metodológicamente inadecuado. Así como la fisiología no puede prescindir de la física, la filosofía – y precisamente cuando es crítica – tampoco puede prescindir de la historicidad. Comportamiento e historicidad se relacionan entre sí como el respirar y la presión atmosférica, y – esto puede sonar en cierta medida paradójico – la no historización del filosofar me parece, desde un punto de vista metodológico, como un resto de metafísica» (p. 69). «Puesto que filosofar es vivir, hay, a mi modo de ver – no se asuste usted – una filosofía de la historia – ¡quién pudiera escribirla! – . Ciertamente no a la manera como se la ha concebido e intentado hasta ahora, manera contra la cual usted se ha declarado de un modo que no puede ser refutado. La forma como hasta ahora se ha planteado la pregunta era ciertamente falsa, y, más aún, imposible, pero esa forma no es la única. Y por eso de aquí en adelante no habrá ningún filosofar efectivo que no sea histórico. La separación entre filosofía sistemática y exposición histórica es esencialmente incorrecta» (p. 251). «No cabe duda de que la posibilidad de hacerse práctica es la verdadera razón justificante de toda ciencia. Pero la praxis matemática no es la única. La finalidad práctica de nuestro punto de vista es la pedagógica, en el más amplio y hondo sentido de esta palabra. Ella es el alma de toda verdadera filosofía, y la verdad de Platón y Aristóteles» (p. 42 s.). «Usted sabe lo que pienso de la posibilidad de una ética como ciencia. Sin embargo, siempre podrá hacerse algo mejor. ¿Para quién son propiamente esos libros? ¡Archivos y más archivos! Lo único digno de notarse, el impulso a ir desde la física hacia la ética» (p. 73). «Si se concibe la filosofía como manifestación de la vida, y no como expectoración de un pensar sin fundamento, pensar que se manifiesta como tal por el hecho de que la mirada se ha desviado del fundamento de la conciencia, entonces la tarea, además de menguada en resultados, es también enmarañada y fatigosa en su prosecución. Libertad de prejuicios es el supuesto previo, y ya éste es difícil de lograr» (p. 250). STJR §77

Esta datación realizada en función del astro dispensador de luz y calor y de sus más importantes «posiciones» en el cielo, es una forma de indicar el tiempo que, en la convivencia «bajo el mismo cielo», «cualquiera» puede realizar en cualquier momento y de la misma manera, y, en la que, dentro de ciertos límites, todos están – por lo pronto – de acuerdo. Lo datante es disponible dentro del mundo circundante y, sin embargo, no está limitado al mundo de útiles del que nos ocupamos en cada caso. En cambio, en éste ya está co-descubierta siempre la naturaleza que nos rodea y el mundo público circundante. Todos pueden «contar» con esta datación pública en la que cada cual señala para sí mismo su propio tiempo, pues ella usa una medida públicamente disponible. Esta datación toma en cuenta el tiempo, en el sentido de una medición del tiempo, y, por consiguiente, necesita de un medidor del tiempo, es decir, de un reloj. Esto implica que con la temporeidad del Dasein arrojado, abandonado al mundo y que se da tiempo, ya está descubierto algo así como el «reloj», es decir, un ente a la mano que, en su regular periodicidad, se ha hecho accesible en la presentación que está a la espera. El estar arrojado entre los entes a la mano se funda en la temporeidad. La temporeidad es el fundamento del reloj. Como condición de posibilidad de la necesidad fáctica del reloj, la temporeidad condiciona también la posibilidad de descubrirlo; porque, efectivamente, tan sólo la presentación a la espera y retinente del curso del sol que comparece con el estar AL DESCUBIERTO del ente intramundano, posibilita y a la vez exige, cuando se interpreta a sí misma, la datación hecha en función de lo públicamente a la mano en el mundo circundante. STJR §80

Provisionalmente, se trataba tan sólo de mostrar, en general, la «conexión» entre el uso del reloj y la temporeidad que se toma tiempo. Así como el análisis concreto del pleno desarrollo del cálculo astronómico del tiempo forma parte de la interpretación ontológico-existencial del descubrimiento de la naturaleza, así también el fundamento de la «cronología» calendario-historiográfica sólo puede ponerse AL DESCUBIERTO dentro del ámbito de problemas del análisis existencial del conocimiento histórico. STJR §80

¿Cómo se muestra inmediatamente para la ocupación circunspectiva cotidiana eso que llamamos «el tiempo»? ¿En qué modo del trato ocupado que usa útiles se hace explícitamente accesible? Si con la aperturidad del mundo el tiempo queda hecho público, y si con el estar AL DESCUBIERTO del ente intramundano – estar AL DESCUBIERTO que es propio de la aperturidad del mundo – , el tiempo ya se ha vuelto siempre objeto de ocupación, en cuanto el Dasein, contando consigo mismo, calcula su tiempo, entonces el comportamiento en el que «uno» se rige explícitamente por el tiempo consiste en el uso del reloj. El sentido tempóreo-existencial del uso del reloj se revela como una presentación del puntero en movimiento. El seguimiento presentante de las posiciones del puntero, cuenta. Esta presentación se temporiza en la unidad extática de un retener que está a la espera. Presentando, retener el «entonces» significa: diciendo-ahora, estar abierto para el horizonte del antes, es decir, del ahora-ya-no-más. Presentando, estar a la espera del «luego» significa: diciendo-ahora, estar abierto para el horizonte del despu