El análisis de la angustia supone un primer intento de aprehender la unidad ontológica del Dasein. La angustia muestra al Dasein como un estar-en-el-mundo fácticamente existente. En otras palabras, los caracteres ontológicos fundamentales del Dasein son la existenciariedad (Existenzialität), la facticidad (Faktizität) y el estar-caído (Verfallensein). La existenciariedad se refiere al anticiparse del Dasein en sus posibilidades, la facticidad mienta la condición de arrojado que es propia del Dasein y el estar-caído representa el modo habitual como el Dasein se halla sumergido en el mundo cotidiano. A la luz del examen de los tres elementos constitutivos del fenómeno del estar-en puede establecerse la siguiente correspondencia: la existencia, en cuanto proyección de posibilidades, remite a la comprensión; la facticidad, como la situación en que nos encontramos arrojados, se manifiesta por medio de la disposición afectiva; y el estar-caído, como el modo de ser inmediato en el uno público, se hace accesible en el discurso, en concreto en su forma cotidiana de la habladuría. En efecto, el Dasein se ha desembozado hasta ahora como una posibilidad (existencia, comprender, proyecto), arrojada al mundo (disposición afectiva, condición de arrojado), en que de ordinario y regularmente se ha perdido (estar-caído, uno, impropiedad). Gráficamente, podemos resumir esta correspondencia como sigue:
Estas tres determinaciones de la existencia del Dasein conforman una trama originaria, un conjunto estructural bien trabado, cuya unidad constituye el ser del Dasein. Sabemos que el Dasein es «un ente al que en su ser la va este mismo ser» (SuZ : 254 / SyT: 213). Este «irle» (gehen um), esta puesta en juego de su ser en cada situación, coloca al Dasein ante lo que está arrojado (facticidad), ante el modo como se encuentra inicialmente arrojado en la modalidad de la cotidianidad (estar-caído) y ante la posibilidad de proyectarse, de salir fuera de sí (existenciariedad).
Dicho de otra manera: estas determinaciones estructurales —que en su cooriginariedad constituyen el todo del Dasein— cumplen la siguiente función:
1) Existenciariedad (Existenzialität). El Dasein, en la medida en que existe, ya se ha confrontado cada vez con una posibilidad de sí-mismo. La angustia revela al Dasein el ser libre para poder ser de una determinada forma. El Dasein proyecta así las posibilidades y, en cierta forma, se «anticipa-a-sí» (sich-vorweg-sein).
2) Facticidad (Faktizität). El Dasein nunca existe de manera aislada, sino que ya siempre está arrojado en un mundo. El existir es siempre un existir fáctico. El anticiparse-a-sí, pues, se da como un «estando-ya-en-un-mundo» (schon-in-einer-Welt-sein). La existenciariedad se halla determinada esencialmente por la facticidad.
3) Estado de caído (Verfallenheit). Y, finalmente, el existir fáctico del Dasein no solo es un poder-estar-en-el-mundo en condición arrojada, sino que ya está siempre absorto en el mundo de sus ocupaciones cotidianas en la forma de la caída. En el anticiparse-a-sí-estando-ya-en-un-mundo también está copresente el cadente «estar-en-medio-de» (Sein-bei) de lo que comparece dentro del mundo.
Si ahora unimos estos tres momentos cooriginariamente entrelazados, podemos ofrecer la siguiente definición formal de la totalidad del todo estructural del Dasein: «El ser del Dasein es un anticiparse-a-sí-estando-ya-en-(el-mundo)-en-medio-de (el ente que comparece dentro del mundo)» (SuZ : 256 / SyT: 214).
Nos hallamos en presencia de una estructura que concierne a todas las determinaciones ontológicas del Dasein, de una estructura unitaria implícitamente presente en todos los modos de ser analizados hasta ahora. El nombre de esta estructura es el «cuidado» (Sorge). En efecto, el cuidado ha estado presente desde los primeros estadios de la analítica existenciaria: bien en la forma de la ocupación (Besorgen), bien en la de la solicitud (Fürsorge). Y, en última instancia, el cuidado no puede ser otra cosa que cuidado de sí (Selbstsorge) de un Dasein para el que en cada caso necesariamente está en juego su propio ser mismo. El siguiente cuadro muestra la correspondencia entre los tres elementos de la definición formal del cuidado y los tres momentos estructurales del estar-en del Dasein:
No se puede olvidar que el cuidado es una condición ontológica de posibilidad, una estructura puramente formal, vacía de contenido, que no remite a ninguna acción concreta. El cuidado es una estructura originaria (Urstruktur) que goza de una peculiar aprioridad. El cuidado, como apunta Heidegger, «se da existenciariamente a priori “antes”, es decir, desde siempre, en todo “comportamiento” fáctico y “situación” del Dasein» (SuZ : 257 / SyT: 215).
El fenómeno del cuidado no expresa la primacía del comportamiento práctico sobre el teórico. La misma actividad teórica es un tipo de cuidado, si bien no el primario (como se pone de manifiesto en el parágrafo 13). Lo mismo cabe decir de la acción política, la reivindicación social, la actividad lúdica, el deseo. Todo ello son posibilidades de ser del Dasein definido como cuidado, esto es, «el cuidado es ontológicamente “anterior” a estos fenómenos» (SuZ : 257 / SyT: 216). Nada impide, empero, que estos fenómenos de la voluntad, el deseo y la inclinación a la vida puedan describirse y analizarse fenomenológicamente de una forma adecuada. De hecho, Heidegger hace una breve descripción de los momentos constitutivos de la posibilidad ontológica del querer (Wollen), desear (Wünschen) e impulso a vivir (Drang zu leben), que deja abierta la puerta al desarrollo de una filosofía de la voluntad, del deseo y de la vida, respectivamente.
Así pues, a primera vista pudiera parecer que la analítica existenciaria ha llegado a su puerto de destino una vez finalizado el análisis del cuidado. Sin embargo, el cuidado es más el punto de partida que el de llegada. No olvidemos que la analítica de la primera sección tiene un carácter meramente preparatorio. La analítica revela la compleja estructura ontológica del Dasein y pone a nuestra disposición los instrumentos conceptuales necesarios para abordar el verdadero tema de Ser y tiempo : el sentido del ser que se abre desde el horizonte de la temporalidad. Como dice Greisch , «se anuncia así la necesidad de una segunda gran navegación, que ocupará la segunda sección de Ser y tiempo : el análisis de las relaciones entre Dasein y temporalidad, que el cuidado permite entrever».314 Una vez analizadas las posibilidades de la angustia y la muerte y de las diferentes respuestas que podemos dar a estos dos fenómenos de singularización, empezamos a ver que el Dasein posee una profunda estructura temporal que de otra manera no seríamos capaces de reconocer.
Sin ánimo de querer anticipar los resultados de la investigación fenomenológica sobre el tiempo, merece la pena llamar la atención acerca del nexo íntimo entre cuidado y temporalidad. La misma definición del cuidado contiene una referencia implícita a la dimensión temporal de la existencia, que luego será desarrollada en la segunda sección de Ser y tiempo . El anticiparse-a-sí de la existenciariedad alberga el germen de la proyección de posibilidades y, con ello, abre la dimensión temporal del futuro; el estar-ya-en-un-mundo de la facticidad implica la dimensión temporal del pasado; y el estar-en-medio-de propio del estar-caído desvela la dimensión temporal del presente. Retomando el cuadro anterior podemos establecer la siguiente equivalencia entre los momentos estructurales de la existenciariedad, la facticidad y el estar-caído, por una parte, y las dimensiones temporales de futuro, pasado y presente, por la otra.
El sentido ontológico del cuidado es la temporalidad. Una vez establecido que el ser del cuidado es la temporalidad, se está en disposición de iniciar la segunda sección, intitulada «Dasein y temporalidad». En ella se ofrece una re-interpretación del ser del Dasein en términos de temporalidad que, a nuestro juicio, desarrolla una hermenéutica de sí, un ideal fáctico de la vida humana propia, en que vivimos de acuerdo con nuestras verdaderas posibilidades de ser. En opinión de Heidegger, al vivir en la mayoría de los casos lejos de nosotros mismos (weg sein), en las diferentes modalidades del estar-caído en el uno, no solemos desplegar todo el abanico de posibilidades de existencia a nuestro alcance. La idea común de la primera sección es que no abrazamos el tipo de ente que somos, a saber, Dasein como posibilidad y lugar de manifestación del ser. La segunda sección explora esta dinámica de reapropiación de sí mismo desde el horizonte de la temporalidad.