El motivo del texto [GA29-30] es la pregunta sobre la metafísica, sobre las cuestiones de la metafísica: mundo, finitud y soledad. Heidegger se propone indagar sobre el estado de ánimo fundamental que determina nuestro Dasein con el fin de establecer el acceso al filosofar mismo. Lo que pretende es establecer el estado de ánimo desde el cual el filosofar puede nacer, originarse y llevarse a cabo. De tal manera, se hace patente, una vez más, una idea nueva de filosofía: la filosofía no es un saber sobre tal o cual cosa, no es algo sobre lo que nos preguntamos, no está constituida por un listado de temas sobre los cuales podemos o nos debemos preguntar. La filosofía no es, pues, un preguntar sobre sino desde, y en este sentido supone un encontrarse ya en. El estado de ánimo buscado debe ser aquél que pone en marcha el filosofar y, al ponerlo en marcha, pone de manifiesto la naturaleza misma de la filosofía como la acción misma de preguntar. La filosofía surge de un estado de ánimo señalado en el que se hace relevante la totalidad de lo ente, del ente en cuanto ente, pregunta eje de la metafísica.
Pero si la metafísica sólo es posible desde un estado de ánimo fundamental, y hemos reconocido que los estados de ánimo no tienen su origen en una operación reflexiva o volitiva, habría que reconocer que la metafísica está sujeta a un tipo de conocimiento que hemos calificado como refractario, como no objetivable; a un tipo de conocimiento que en sentido estricto, no depende de una voluntad que lo ponga en marcha, o del intelecto que lo haga objeto. ¿Cómo acceder entonces a dicho estado de ánimo? Heidegger señala que es necesario “despertar” en el Dasein ese estado de ánimo fundamental. Pero, ¿qué significa “despertar” un estado de ánimo?, ¿de qué estado de ánimo se trata?
Heidegger inicia la búsqueda de dicho estado de ánimo a partir de la descripción de lo que considera la situación actual de nuestro Dasein. Este punto de partida no es distinto al de ¿Qué es metafísica?, sólo que mientras en aquel texto el énfasis estaba en el reconocimiento de la primacía y autonomía del comportamiento científico, ahora Heidegger describe la fascinación del Dasein por las filosofías de la cultura y de la civilización. Éstas proponen sin cesar teorías sobre el hombre. La diversidad de hipótesis que ofrecen, el no quedar colmados con una u otra, nos hace preguntarnos, ¿el Dasein ha devenido aburrido para él mismo?, ¿es el aburrimiento el estado de ánimo buscado?1
(PG2014)