Fenomenología del Espíritu

“Ciencia de la experiencia de la conciencia”: así reza el título que Hegel coloca en cabeza de su publicación de la Fenomenología del Espíritu el año 1807. La palabra experiencia aparece en cursiva y en medio de las otras dos palabras. “La experiencia” nombra aquello que es “la Fenomenología”. ¿Qué piensa Hegel cuando emplea tan enfáticamente la palabra “experiencia”? La respuesta nos la da el fragmento con el que comienza la obra después del prólogo sobre el “Sistema de la Ciencia”. Su texto reza así según la edición original: “Es una representación natural pensar que, en filosofía, antes de entrar en la cosa misma, es decir, en el conocimiento efectivamente real de lo que es de verdad, es necesario llegar a un previo acuerdo sobre el conocimiento que consideramos como el instrumento con el que nos apropiamos de lo absoluto o como el medio gracias al que lo divisamos. Esta preocupación parece justa, en parte porque pudiera haber distintos tipos de conocimiento y, entre ellos, alguno más adecuado para alcanzar este fin último – lo que implica la posibilidad de una elección errónea entre ellos – y en parte porque, dado que el conocimiento es una facultad de un tipo y un alcance determinados, si no se señala con precisión su naturaleza y sus límites se alcanzarían las nubes del error en lugar del cielo de la verdad. Esta preocupación puede incluso transformarse en la convicción de que toda intención de ganar para la conciencia por medio del conocimiento lo que es en sí mismo, es en su concepto un contrasentido y de que entre el conocimiento y lo absoluto se alza una barrera que los separa de manera absoluta. Porque, si el conocimiento es el instrumento para adueñarse de la esencia absoluta, resulta evidente que la aplicación de un instrumento a una cosa no sólo no la deja tal como es ella para sí misma, sino que la somete a una modelación y transformación. Y si el conocimiento no es el instrumento de nuestra actividad, sino en cierto modo un medium pasivo por medio del cual llega hasta nosotros la luz de la verdad, tampoco recibiremos la verdad tal como es en sí, sino tal como es a través de ese medium y en él. En ambos casos estamos utilizando un medio que produce de inmediato lo contrario de su fin o tal vez el contrasentido sea el propio hecho de recurrir a un medio. Es verdad que parece como si pudiera resolverse este inconveniente conociendo el modo de actuación del instrumento, porque este conocimiento hace posible restarle al resultado la parte que le corresponde al instrumento en la representación que nos formamos de lo absoluto por medio de él y, de este modo, hace posible obtener lo verdadero en su pureza. Pero esta corrección se limitaría a devolvernos a nuestro punto de partida. Si a una cosa formada le restamos lo que le ha añadido el instrumento, dicha cosa – aquí, lo absoluto – volverá a ser para nosotros exactamente igual que antes de este esfuerzo manifiestamente vano. Si, por medio del instrumento, el absoluto pudiera aproximarse aunque sólo fuera un poco a nosotros sin transformarse para nada, del mismo modo que las varas untadas de liga nos aproximan a los pájaros que se dejan apresar en ellas, seguramente se reiría de esta astucia, si es que no estaba y no quería estar ya en sí y para sí junto a nosotros desde un principio. Porque, efectivamente, el conocimiento sería en este caso una astucia, ya que por medio de sus múltiples esfuerzos aparentaría estar haciendo algo completamente diferente que limitarse simplemente a producir una relación inmediata y por lo tanto sin esfuerzo. O bien, si el examen del conocimiento, que nos representamos como un medium, nos enseña a conocer la ley de refracción de los rayos, entonces tampoco sirve de nada restar la refracción del resultado, porque el conocimiento no es la refracción del rayo, sino el propio rayo, por medio del cual nos alcanza la verdad, y si restamos el rayo la única indicación que tendremos será una mera dirección o el lugar vacío. Heideggeriana: HegelExperiencia

Esto es efectivamente lo que le sucede a la presentación del saber que se manifiesta cuando se la contempla con los ojos del representar natural. Éste siempre permanece referido a lo que le parece tener ante sí en cada caso. Pero ¿puede una opinión relativa llegar a contemplar jamás el saber absoluto? No. Lo que se le representa a la conciencia natural bajo el nombre de saber que sólo se manifiesta y que debe ser lo primero en conducirla a lo verdadero, es una mera apariencia. Sin embargo, hasta la propia filosofía sigue opinando hasta el día de hoy que la Fenomenología del Espíritu es un itinerario, una descripción de viaje que conduce a la conciencia cotidiana hasta el conocimiento científico de la filosofía. Pero la Fenomenología del Espíritu no es en su esencia lo que parece desde esta perspectiva. Ahora bien, esta apariencia no engaña por casualidad. Acompaña a su esencia, lucha por situarse delante de ella y la oculta. Tomada en si misma, la apariencia confunde. El representar natural, que se ha deslizado aquí dentro de la filosofía, toma al saber que se manifiesta sólo como aquel saber que se manifiesta, pero detrás del cual se mantiene oculto un saber que no se manifiesta. Ahora bien, la presentación no es de ningún modo la presentación del saber que sólo se manifiesta a diferencia del saber verdadero hacia el que debería conducirnos la presentación. Por el contrario, la presentación probablemente sólo sea la presentación del saber que se manifiesta en su manifestarse. Ese “sólo” no quiere decir que la presentación no sea todavía ciencia, sino que no es la ciencia desde todos los puntos de vista. El manifestarse del saber que se manifiesta es la verdad de la ciencia. La presentación del saber que se manifiesta en su manifestarse es ella misma la ciencia. Desde el momento en que comienza, la presentación ya es la ciencia. Hegel dice: “…como esta presentación sólo tiene como objeto el saber que se manifiesta, no parece ser… la ciencia, sino que puede… ser entendida…”. Hegel no habla ni de un saber que sólo se manifiesta ni dice que la presentación sólo se desarrolle en dirección a la ciencia ni afirma que dicha presentación no pueda ser entendida más que como itinerarium, si es que queremos comprenderla en su esencia. Heideggeriana: HegelExperiencia

La essentia del ens en su esse es la presencia. Pero la presencia está presente en el modo de la presentación. Como, mientras tanto, el ens, el subiectum, ha llegado a ser res cogitans, la presentación es, en sí misma y al mismo tiempo, re-presentadora, esto es, representación. Eso que Hegel piensa con la palabra experiencia dice en primer lugar lo que es la res cogitans a modo de subiectum co-agitans. La experiencia es la presentación del sujeto absoluto que se hace presente en la representación y de este modo se absuelve. La experiencia es la subjetidad del sujeto absoluto. La experiencia es, en tanto que presentación de la representación absoluta, la parusía de lo absoluto. La experiencia es la absolutez de lo absoluto, su manifestación en el manifestarse absolvente. Todo depende de pensar la experiencia aquí nombrada como ser de la conciencia. Pero ser quiere decir presencia. La presencia se muestra como manifestación. La manifestación es ahora manifestación del saber. En el ser, en cuya calidad se hace presente la experiencia, reside como carácter de la manifestación el representar en el sentido del presentar. Incluso cuando utiliza la palabra experiencia en su sentido habitual de empíria, Hegel tiene especial cuidado con el momento de la presencia. Entonces entiende bajo experiencia (vid. el prólogo al “Sistema de la Ciencia” en la Fenomenología del Espíritu, ed. Hoffmeister p. 14) “la atención a lo presente como tal”. Hegel no se limita a decir con cautela que la experiencia sea un prestar atención a algo presente, sino también a eso presente en su presencia. Heideggeriana: HegelExperiencia

Si juntamos las palabras subrayadas de la frase, obtendremos el título que Hegel colocó en un primer momento al principio de la Fenomenología del Espíritu: ciencia de la experiencia de la conciencia. Los párrafos anteriores contienen, literalmente, la interpretación de este título. La experiencia es la manifestación del saber que se manifiesta en cuanto que se manifiesta. La ciencia de la experiencia de la conciencia presenta lo que se manifiesta como eso que se manifiesta. Lo que se manifiesta es el on, lo ente en el sentido de la conciencia. La skepsis de la presentación “observa lo que se presenta (en la manifestación) en tanto que eso que se presenta (así) y (observa) de este modo lo que en este (en lo que se manifiesta en su manifestación) ya predomina por sí mismo y desde sí mismo”. Heideggeriana: HegelExperiencia

El título global, “Sistema de la Ciencia”, es en el momento de la primera aparición de la Fenomenología del Espíritu un título polivalente desde el punto de vista dialéctico-especulativo. No significa las ciencias clasificadas en grupos según un orden determinado. Tampoco significa la filosofía presentada como ciencia en su contexto y estructura. “Sistema de la ciencia” significa que la ciencia es, en sí, la absoluta organización de la absolutez de lo absoluto. La subjetidad del sujeto se presenta de tal modo que, sabiéndose a sí misma, se instala en la completitud de su estructura. Este instalarse es el modo del ser, en el que está la subjetidad. “Sistema” es la aparición conjunta de lo absoluto, que se recoge en su absolutez y por medio de su estructura es permanente en su propia presencia. La ciencia es el sujeto del sistema, no su objeto. Pero es el sujeto de tal manera que la ciencia, que forma parte de la subjetidad, constituye con ella la absolutez de lo absoluto. La ciencia es para Hegel, en la época de la primera publicación de la Fenomenología del Espíritu, el saber onto-teiológico de lo verdaderamente ente en tanto que ente. Despliega su totalidad doblemente en la “Ciencia de la Fenomenología del Espíritu” y en la “Ciencia de la Lógica”. La “Ciencia de la Lógica” de Hegel es, en torno a esta época, la absoluta teiología y no la ontología. Ésta se ha desplegado más bien como “Ciencia de la experiencia de la conciencia”. La fenomenología es la “ciencia primera”, la lógica es la auténtica ciencia dentro de la filosofía primera, en tanto que verdad de lo ente como tal. Esta verdad es la esencia de la metafísica. Pero al igual que, antes, Kant y, después, el tardío Schelling, Hegel no es en absoluto dueño del poder de la sistemática didáctica de la metafísica escolar, afianzado desde hace tiempo. Si Nietzsche arremete contra dicha sistemática, es únicamente porque su pensamiento tiene que permanecer dentro del sistema esencial onto-teiológico de la metafísica. Heideggeriana: HegelExperiencia

El rótulo “Ciencia de la experiencia de la conciencia” desaparece en favor de uno nuevo: “Ciencia de la Fenomenología del Espíritu”. El nuevo rótulo se ha construido siguiendo el mismo esquema exacto. Tenemos que pensar también sus genitivos de manera dialéctico-especulativa. En lugar de la palabra “experiencia” tenemos ahora un nombre ya usual en la filosofía escolar: “fenomenología”. La esencia de la experiencia es la esencia de la fenomenología. phainesthai el manifestarse del sujeto absoluto, que es llamado “el espíritu”, se recoge al modo de diálogo entre la conciencia óntica y la ontológica. La “-logía”, en la fenomenología, es la legesthai en el sentido del ambiguo dialegesthai que caracteriza al movimiento bajo cuya forma la experiencia de la conciencia es el ser de ésta. La fenomenología es el recogerse del doble diálogo del espíritu con su parusía. Fenomenología es aquí el nombre para la existencia del espíritu. El espíritu es el sujeto de la fenomenología no su objeto. La palabra no significa aquí ni una disciplina de la filosofía, ni tan siquiera el nombre para un tipo especial de investigación cuya preocupación es describir lo dado. Como, sin embargo, el recogerse de lo absoluto en su parusía exige esencialmente la presentación, la determinación de ser ciencia forma ya parte de la esencia de la fenomenología, pero no en la medida en que es un representar del espíritu, sino en la medida en que es la existencia, la presencia del espíritu. Por eso, bien mirado, el título abreviado, “La Fenomenología del Espíritu”, no cae en lo indeterminado. Obliga al pensar al último recogimiento posible. “La Fenomenología del Espíritu” quiere decir la parusía de lo absoluto en su reinar. Una década después de la aparición de la Fenomenología del Espíritu, la “fenomenología” decayó dentro del sistema escolar de la Enciclopedia (1817) al nivel de una parte estrechamente limitada de la filosofía del espíritu. El nombre “fenomenología” es nuevamente, como en el siglo XVIII, el nombre para una disciplina que se encuentra a medio camino entre la antropología y la psicología. Heideggeriana: HegelExperiencia

La frase: la experiencia de la conciencia es el escepticismo que se consuma, y la frase: la fenomenología es el calvario del espíritu absoluto, vinculan el término de la obra con su inicio. Lo que ocurre es que lo esencial de la Fenomenología del Espíritu no es la obra como resultado de un pensador, sino la obra como realidad efectiva de la propia conciencia. Es porque la fenomenología es la experiencia, esto es, la entidad de lo ente, por lo que es el recogimiento del manifestarse en relación con la manifestación y a partir de la aparición de lo absoluto. Heideggeriana: HegelExperiencia

El círculo se ha cerrado. Los ecos de la última palabra de la obra resuenan en su inicio. Porque esos dieciséis párrafos del fragmento, que suelen llamarse introducción a la Fenomenología del Espíritu, son ya su verdadero comienzo. Heideggeriana: HegelExperiencia

La falta de Dios y de lo divino es ausencia. Ahora bien, la ausencia no se identifica con la nada sino que es precisamente la presencia de la que primero hay que apropiarse, en la ocultada plenitud de lo sido y de lo así esenciante, de lo divino en el mundo griego, en las profecías judías, en la predicación de Jesús. Este ya-no es de suyo un aún-no del velado advenimiento de su esencia inagotable. La guarda del ser, porque el ser no es nunca sólo lo que justamente es real, no puede en modo alguno equipararse a la función de un puesto de guardia que en un edificio protege de atracadores a unos tesoros guardados allí. La guarda del ser no mira fijamente hacia algo presente. En esto que está presente, tomado en sí mismo, no se puede encontrar nunca la interpelación del ser. Guarda es atención vigilante al sino que a la vez ha sido y está viniendo, desde un largo y siempre renovado estado de atención que presta atención a la indicación de cómo el ser interpela. En el sino del ser no hay nunca una mera sucesión: ahora estructura de emplazamiento, luego mundo y cosa, sino siempre paso y simultaneidad de lo temprano y de lo tardío. En la Fenomenología del Espíritu de Hegel la aletheia esencia, aunque transformada. Heideggeriana: COISA

Su escrito Sobre la línea habla del nihilismo como “poder fundamental” (pág. 22); plantea la pregunta por el “valor fundamental” futuro (pág. 51); nombra de nuevo la “forma”, “también la forma del trabajador” (pág. 65). Esta ya no es, si lo veo bien, la única forma, “en la que mora el sosiego” (Ibíd). Usted dice, más bien, (pág. 23) que el ámbito de poder del nihilismo es de una clase tal que allí “falta la aparición principesca del hombre”. ¿O es, quizá, la forma del trabajador aquélla “nueva” en la que todavía se oculta el aparecer principesco? También para el ámbito de la línea cruzada lo importante es “la seguridad”. También ahora sigue siendo el dolor la piedra de toque. Lo “metafísico” impera también en el nuevo ámbito. ¿Habla aquí la palabra fundamental “dolor” todavía desde la misma significación que delimita su tratado Sobre el dolor, en el que la posición de El trabajador se lleva hasta el extremo? ¿Mantiene también lo metafísico más allá de la línea el mismo sentido que en El trabajador, a saber, el de lo “conformable”? ¿O es que ahora ocupa el lugar de la representación de la forma de una esencia humana, como única forma anterior de legitimación de lo real, el “trascender” hacia una [404] “trascendencia” y excelencia de especie no-humana sino divina? ¿Se manifiesta lo teológico imperante en toda metafísica? (Sobre la línea, págs. 26, 31, 33). Cuando usted dice en su escrito El libro del reloj de arena (1954), pág. 106: “En el dolor se prueba la forma”, entonces usted se mantiene, por lo que veo, en la estructura fundamental de su pensar, pero deja que las palabras fundamentales “dolor” y “forma” hablen en un sentido cambiado, pero todavía no propiamente explicado. ¿O me equivoco? Sería aquí el lugar de entrar en su tratado Sobre el dolor y sacar a la luz la conexión interna entre “trabajo” y “dolor”. Esta conexión se muestra en relaciones metafísicas que se le aparecen a usted desde la posición metafísica de su obra El trabajador. Para poder dibujar más claramente las relaciones que sustentan la conexión entre “trabajo” y “dolor”, sería necesario nada menos que repensar el rasgo fundamental de la metafísica de Hegel, la unidad unitiva de la Fenomenología del Espíritu y de la Ciencia de la Lógica. El rasgo fundamental es la “absoluta negatividad” como “fuerza infinita” de la realidad, es decir, del “concepto existente”. En la misma (no la idéntica) copertenencia para con la negación de la negación manifiestan trabajo y dolor su más íntimo parentesco metafísico. Esa referencia basta ya para indicar qué explicaciones de largo alcance serían aquí exigibles para corresponder a la cosa. Incluso si alguien se atreviera a repensar de nuevo sobre la Lógica de Hegel las relaciones entre “trabajo”, como el rasgo fundamental del ente, y el “dolor”, entonces se hablaría primero de la palabra griega para dolor, o saber algos. Presumiblemente algos está emparentado con alego, que como intensivo de lego significa el congregar íntimo. Entonces el dolor sería lo congregante en lo más íntimo. El concepto hegeliano de “concepto” y su “esfuerzo” correctamente entendido dicen lo mismo en el suelo cambiado de la metafísica absoluta de la subjetividad. [405] Heideggeriana: PreguntaSer

Así están las cosas para Hegel. Ahora bien, si la aletheia por muy oculta que esté, y por muy poco que se la haya pensado, impera al comienzo de la filosofía griega, entonces tenemos que preguntar: ¿no depende precisamente la certeza, en su esencia, de la aletheia en caso de que no la interpretemos indeterminada y arbitrariamente como verdad en el sentido de certeza, sino como desocultación? Si nos atrevemos a pensar de esta manera la aletheia, tenemos que meditar sobre dos cosas. En primer lugar, la experiencia de la aletheia como el no-estar-oculto y como desocultación no se funda, de ninguna manera, en la etimología de una palabra cualquiera, sino en el asunto sobre el que haya que pensar aquí, al cual ni siquiera la filosofía de Hegel se puede sustraer. Si Hegel caracteriza el Ser como la primera salida y la primera manifestación del Espíritu, es necesario pensar si en este salir a la luz y revelarse no tiene que estar ya en juego la desocultación, nada menos que aquí, en medio del puro resplandecer de la belleza, que determina, según Hegel, la etapa de la “conciencia” griega. Si Hegel hace culminar la posición fundamental de su sistema en la idea absoluta, en el aparecerse a sí mismo el Espíritu en forma absoluta, tenemos que preguntar si en este aparecer, es decir, en la Fenomenología del Espíritu, y, con ello, en el absoluto saberse a sí mismo y en su certeza, no tiene que estar también en juego la desocultación. En segundo lugar, se nos abre otra pregunta. La pregunta de si la desocultación tiene su puesto en el Espíritu como sujeto absoluto, o si la desocultación misma es el lugar y remite al lugar donde algo así como un sujeto de representaciónes puede “ser” propiamente lo que es. Heideggeriana: HegelGregos

En la época más reciente, y por sí misma, la Filosofía ha llamado expresamente al pensar “Zur Sache selbst” [A la cosa misma]. Mencionaremos dos casos a los que hoy día se concede una especial atención. Escuchamos esa llamada ” a la cosa misma” en el prefacio que Hegel colocó al comienzo de su obra, aparecida en 1807, y que lleva por título Sistema de la ciencia. Parte primera: La Fenomenología del Espíritu. Este prefacio no es el prólogo a la Fenomenología, sino al Sistema de la Ciencia, a la totalidad de la Filosofía. La llamada “a la cosa misma” vale finalmente, y esto quiere decir en lo que se refiere a la cosa [der Sache nach], en primer lugar, para la Ciencia de la Lógica. Heideggeriana: ENDPHILO

CONSIDERACIÓN PRELIMINAR – Acerca del diverso rol y posición de la “Fenomenología del espíritu” en la metafísica de Hegel Heideggeriana: HegelFenomenologia

La obra que se denomina brevemente “Fenomenología del espíritu”, de Hegel, apareció en el año 1807 bajo el título “Sistema de la ciencia. Primer tomo. La fenomenología del espíritu”. E1 verdadero cuerpo de la obra se inicia con una reflexión, que al reaparecer en la edición de Obras completas apenas abarca trece páginas, siendo dotada aquí expresamente del título “Introducción” (WW II, 59-72). Con ciertas reservas podríamos denominar a esta reflexión “Introducción”, aunque este título falte en la primera edición. Ya en ésta se antepone un extenso Prefacio (WW II,3-58), que comprende cuarenta y una páginas. Después del Prefacio y antes de la “Introducción” se encuentra en algunos ejemplares de la primera edición una portada para toda la obra con el título “Ciencia de la experiencia de la conciencia”. Durante la impresión Hegel reemplazó este título por el siguiente: “Ciencia de la fenomenología del espíritu”. En la edición completa de sus obras, iniciada inmediatamente después de su muerte por sus discípulos, esta obra apareció en 1832 bajo el título de “Fenomenología del espíritu”. (Este título es ya empleado por Hegel mismo en la Introducción de la “Lógica” 1812, p. X). El artículo determinado y determinante “la” es dejado fuera. Puesto que poco tiempo antes de su muerte había comenzado a revisar esta obra, puede suponerse que esta modificación del título, y de modo semejante la interpolación del título “Introducción”, se remonta a él mismo. Heideggeriana: HegelFenomenologia

La modificación del título tiene su razón de peso. La “Fenomenología del espíritu” debía perder el “rol” de “primera parte” del sistema, porque entre tanto el “sistema” mismo en el pensamiento de Hegel se había transformado. Para el “Sistema de la ciencia”, cuya primera parte la constituía la “Ciencia de la fenomenología del espíritu”, estaba prevista una segunda parte, según un anuncio redactado por el mismo Hegel y aparecido el 28 de octubre de 1807 en el Jenaer Allgemeinen Literaturzeitung: “Un segundo tomo contendrá el sistema de la Lógica como filosofía especulativa, y de las restantes dos partes de la filosofía, las Ciencias de la naturaleza y del espíritu”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

De hecho, la anunciada Lógica “especulativa” comenzó a aparecer cinco años más tarde y precisamente bajo el título de “Ciencia de la lógica”. Este título corresponde al de la “primera parte” del “Sistema de la ciencia” de 1807: “Ciencia de la fenomenología del espíritu”. Sólo que la “Ciencia de la lógica” en 1812 ya no aparece bajo el título abarcador “Sistema de la ciencia”. Tampoco ya es editada, correspondiendo al propio anuncio de 1807, como el “segundo tomo” o la “segunda parte” del sistema. En los años 1812 y 1813 aparece el primer tomo de la Lógica en dos libros, en los que está contenida la “Lógica objetiva”; en 1816 aparece el segundo tomo, que concluye la obra con la “Lógica subjetiva” o la “Teoría del concepto”. Las “Ciencias de la naturaleza y del espíritu”, también previstas en el propio anuncio de 1807 para la segunda parte del “sistema”, no aparecen para nada. Sabemos, por cierto, que Hegel durante su actividad académica en Jena (1801-1806) expuso varias veces detenidamente la Filosofía de la naturaleza y del espíritu. Fragmentos de esos cursos ingresaron en la “Fenomenología del espíritu”, aunque con una función modificada. Por lo tanto, la publicación de las “Ciencias de la naturaleza y del espíritu” en la segunda parte del sistema de 1807 no se lleva a cabo, no porque Hegel no hubiera elaborado estos ámbitos sino por otra razón esencial. Heideggeriana: HegelFenomenologia

En la época entre 1807 y 1812 el “sistema”, cuya segunda parte íntegra la “Fenomenología del espíritu”, tiene que haberse modificado. Denominamos abreviadamente al sistema determinado a partir de la “Fenomenología del espíritu”, “sistema-Fenomenología”. Un año después del acabamiento de la “Lógica”, que había aparecido por sí misma entre 1812 y 1816, sin asignación expresa a un sistema como parte propia del mismo, Hegel publicó en el año 1817 una obra con el título “Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio. Para empleo en los cursos [del Dr. Georg Friedrich Wilhelm Hegel]”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

De estas observaciones se hace claro algo decisivo: 1. La “Enciclopedia” no es en el fondo un libro escolar, sino la forma del sistema nuevo y definitivo. Lo denominamos abreviadamente “sistema-Enciclopedia”. 2. Para este sistema se reivindica ahora la “Lógica” como su primera parte y ya no la “Ciencia de la fenomenología del espíritu”. 3. Hegel en el Prefacio a la “Enciclopedia” hace expresa referencia a la “Ciencia de la lógica” concluida el año anterior, la que con ello recibe hacia fuera una posición equívoca. Pareció primero ser aún la segunda parte del sistema-Fenomenología y es en su aparecer, en verdad, ya la primera y fundamental parte del nuevo sistema-Enciclopedia. 4. Hegel ya no menciona en el Prefacio a la “Enciclopedia” la “Fenomenología del espíritu”; pues ahora no sólo ya no es la primera parte del sistema, sino que ya no es más de ningún modo una parte principal de éste. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Ahora la “Fenomenología del espíritu” se convierte en la pieza central de la primera parte de la tercera parte principal del sistema. En lugar de sostener y determinar como antes, en calidad de primera parte, la sistemática del sistema, desaparece ahora la “Fenomenología” en medio de la sistemática del sistema definitivo, en un ángulo del mismo. La “Fenomenología del espíritu” permanece la misma en su contenido de enseñanza, pero tiene otra función sistemática y muy restringida en el nuevo sistema. Heideggeriana: HegelFenomenologia

El cambio del sistema-Fenomenología al sistema-Enciclopedia está, en todo caso, con tales referencias sólo exteriormente caracterizado. La pregunta por la necesidad interna de tal cambio y por su significado metafísico, la pregunta por la oculta igualdad de derechos y por la solidaridad de ambos sistemas en la metafísica de Hegel, las preguntas por la esencia y el despliegue del carácter sistemático, que distingue en general a la metafísica moderna como tal, todas estas preguntas exigen una reflexión, que se encuentra fuera del horizonte de la investigación “historiográfica” de Hegel. Pero la dilucidación ahora intentada de la “Fenomenología del espíritu” quisiera, en el circuito de tales reflexiones, presignificar y con ello indicar que esta metafísica ahora y en el futuro nos respecta tan inmediatamente como la más antigua sentencia del pensamiento occidental. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Cuando Hegel en la conclusión del mencionado discurso dice del “universum”, y esto es, para él, a la vez, del absoluto, que no tiene en sí fuerza alguna de resistencia, de afirmar su esencia cerrada, ante el ánimo explorador del conocimiento metafísico, surge entonces la pregunta de por qué le falta al absoluto esta fuerza de resistencia. La respuesta reza: porque el absoluto según su esencia no puede resistirse a la exploración, sino por el contrario se quiere manifestar. Esta voluntad de mostrarse es su esencia. E1 aparecer es la voluntad esencial del espíritu. Desde la mirada a esa voluntad esencial del absoluto está pronunciada aquella frase de Hegel. Esta determinación esencial del absoluto es entonces el supuesto del sistema-Enciclopedia. ¿Pero qué ocurre con este supuesto mismo? ¿Puede el sistema elevar la pretensión de ser absoluto cuando reposa en un supuesto, que él mismo no fundamenta y a saber absolutamente? Hegel ha desarrollado de hecho la fundamentación de esta esencia del absoluto y denunciado este desarrollo en la “Ciencia de la fenomenología del espíritu”. Si el absoluto quiere manifestarse, porque él mismo es voluntad de manifestación, entonces tiene que pertenecer a la esencia del absoluto el manifestarse, es decir, el aparecer. Esencia y aparecer son aquí idénticos. El absoluto es espíritu. El espíritu es lo que se sabe a sí mismo y en tal saber, saber de sí mismo que se quiere, como fundamento esencial de todo ente. El espíritu es el saber absoluto. Mas como a su esencia pertenece el aparecer, el saber absoluto tiene que presentarse (darstellen) como saber que aparece. Sólo así el saber absoluto concede a partir de sí al ánimo del conocimiento humano la posibilidad de estar abierto para este conocimiento y en general en lo conocido de este conocer. Viceversa el conocer humano tiene, en tanto sabe el absoluto, antes que todo llevar a ejecución (Ausführung) el presentarse del saber que aparece. Pero esta ejecución del presentarse del absoluto que aparece sólo puede ser ella misma absoluta, si debe adecuarse al absoluto. Por su parte la ciencia tiene que llevar este absoluto presentarse a absoluta ejecución. Si la “Fenomenología del espíritu” es esta ejecución, entonces la obra con este título ha osado una tarea metafísica como antes nunca necesitó ser planteada ni posteriormente nunca más podía serlo. Por ello esta “obra” es un instante único y en un particular sentido destacado de la historia de la metafísica. Y mentamos con la “obra” no la producción pensante del hombre Hegel, sino la “obra” como acaecimiento de una historia, en medio de la cual y para la cual se exige a toda realización (Vollbringen) humana una propia estabilidad y determinación (la instancia del ser-ahí). Heideggeriana: HegelFenomenologia

Hegel supo a su manera de la singularidad de la tarea de la “Fenomenología del espíritu” y no se engañó acerca de la esencial dificultad. De lo contrario no hubiera anticipado a esta obra una “Introducción” de especial contenido y a esta “Introducción” nuevamente un “Prefacio”, que no tiene símil en la historia del pensamiento occidental. Heideggeriana: HegelFenomenologia

A pesar de ello, no necesita ser vana, como preparación del salto al pensar que piensa el ser del ente. Ahora bien, en la metafísica de Hegel – y en la metafísica del idealismo alemán en general – se trata no sólo de pensar el ser, sino que aquí se hace necesario pensar absolutamente al ente en su ser como lo absoluto, de manera absoluta. Aquí se exige un salto que tiene que salvarse nuevamente a sí mismo: el salto absoluto al absoluto. La presentación de la “Fenomenología del espíritu” osa realizar este salto. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Desde estas observaciones se hace claro que nuestro intento de dilucidar lo que es la “Fenomenología del espíritu” permanece cuestionable en todo respecto. ¿Cómo hemos de proceder cuando además no suponemos ahora el conocimiento de la obra misma ni el del “Prefacio” y la “Introducción”? Reivindicamos la ayuda que Hegel mismo ofreció con la “Introducción” a su obra. En todo caso tenemos que asegurar antes estas pocas hojas como lo que por fin tienen que ser reconocidas y concebidas. Ellas son, a saber, la explicación del título, que está ante toda la obra y que reza: “Ciencia de la experiencia de la conciencia”. Ahora bien, Hegel durante la impresión suprimió justamente este título. Permaneció sólo en algunos ejemplares de la primera edición (1807). En lugar del título suprimido pone la versión definitiva: “Ciencia de la fenomenología del espíritu”. En la edición de la “Fenomenología” dentro de las Obras completas (1832), que es la mayormente utilizada, falta el título suprimido, de tal modo que la “Introducción” referida a él queda sin indicación expresa de la relación en la que habla. Frente al pujante “Prefacio”, la “Introducción” aparece además insignificante, de modo que en el mejor de los casos se toma de ella a veces uno que otro pasaje como “citas” – y son siempre las mismas mal entendidas-. La “Introducción” explica, por qué la “Ciencia de la experiencia de la conciencia” es necesaria y qué es ella misma en razón de su necesidad. Mantengamos cerca el segundo título “Ciencia de la fenomenología del espíritu”, entonces veremos enseguida, aunque primero sólo formalmente, esto: La “Fenomenología del espíritu” es “la experiencia de la conciencia”. Dilucidar la “Fenomenología del espíritu” significa según ello: exponer sobre la base de la “Introducción” lo que Hegel piensa cuando habla aquí, a saber, en el ámbito de la metafísica absoluta y la “especulación”, de “la experiencia”; significa exponer cómo se entiende lo que se denomina “la experiencia de la conciencia”; significa exponer en qué sentido tiene que ser pensada la “Ciencia de la experiencia de la conciencia” (comp. Infra: III, § 3). Para que alcancemos claridad aquí, se requiere antes una dilucidación de lo que dice el título “conciencia” en la metafísica moderna. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Pero si entendemos, según el modo de representación diario, al conocimiento como curso, y escuchamos aquí acerca del curso de la conciencia hacia su verdad esencial, es decir, hacia el espíritu, entonces podemos de hecho concebir todo esto “desde el punto de vista” de la conciencia natural como un “camino del alma” al espíritu absoluto. El curso es entonces un itinerarium mentís in Deum (Buenaventura). De hecho, todos los intentos de interpretar la “Fenomenología del espíritu” de Hegel han concebido también, hasta ahora, a ésta en el sentido de un curso que recorre la “conciencia natural”. Sólo que Hegel dice expresamente (parágrafo 5) que se “puede” concebir así la Fenomenología del espíritu desde el punto de vista de la conciencia natural, no filosófica. Pero con ello se dice, justamente, que esta concepción es filosóficamente no verdadera. Pues no se trata de un camino, que se encontrara ante la conciencia natural y que como caminante lo recorriera en dirección al absoluto. Antes bien, el curso mentado por Hegel es el curso que sigue el mismo absoluto, de tal modo que en este curso anda su camino y su objetivo, la verdad de su aparecer completo. En ello la conciencia natural se muestra como un saber, que aún no ha realizado en sí la verdad del saber y que por ello tiene que abandonar su obstinación. Pero aquí se abre paso renovadamente la opinión diaria y concibe este camino de la conciencia hacía su verdad y certeza al modo de Descartes, como un camino de la duda. Mas éste va en búsqueda, a lo sumo, después de recorrer lo dudoso, de tener nuevamente la cosa en la mano y en la certidumbre, como estaba antes del asomo de duda. El camino de la duda se anquilosa simplemente en la certeza, que la duda, como fe en sí misma y en su derecho, ya presupone. Pero el curso del saber que aparece hacia su verdad esencial es un curso en el que ya el primer paso piensa más allá de la esencia de la conciencia, pero haciendo esto tiene que reconocer que la esencia concebida en primer lugar, tomada en sí, no ofrece ninguna esperanza de llevar el absoluto en su verdad, es decir, absuelto y absolvente, a aparición. El primer paso en el curso del absoluto que se lleva a aparición exige un próximo, del cual rige lo mismo, y ello hasta que el todo de las figuras esenciales de la conciencia no se absuelva y sólo en la absolución sea absoluto. El curso del saber que aparece es entonces de paso en paso más bien un “camino de la desesperación” (parágrafo 6, WW II, 63). Aunque los grados precedentes tienen que ser abandonados, sin embargo tienen a su vez que ser conservados, el absolver no ha de ser una pérdida sino la única forma de alcanzar el absoluto. Pero “el camino de la desesperación” sería sólo un camino sin perspectiva, en el cual precisamente nada [habría] ni nunca más aparecería algo. El continuo abandonar absolvente de los grados anteriores es por ello necesariamente un entrar en ellos, a fin de que la correspondiente figura esencial de la conciencia pueda ser asumida; pues recién como en suma asumidas pueden en el proceso ser conservadas. El curso del saber que aparece es un sobreasumir (Aufheben) las figuras de su esencia que llegan a aparecer. Y “sobreasumir” es algo triple: las figuras recorridas de la conciencia son no sólo respectivamente recogidas en el sentido de un tollere (levantar del suelo), son a la vez sobreasumidas en el sentido de un conservare (conservar) [y en el de un elevare]. Este conservar es una tradición, en la que la conciencia entrega sus figuras recorridas mismas, en tanto en la sucesión esencial de su aparecer las toma y conserva y así las “sobreasume” en un doble sentido. De este modo la conciencia realiza, presentándose, su aparecer en una historia (Geschichte), que rige a la formación de su esencia de manera que en esta misma formación se sabe en la integridad de su aparecer. “La serie de sus configuraciones, que la conciencia recorre en este camino, es más bien la historia circunstanciada de la conformación de la conciencia misma en ciencia” (parágrafo 6, WW II, 64 medio). Heideggeriana: HegelFenomenologia

El curso es el curso del absoluto que aparece hacia su esencia, que está en sí misma. La meta del curso no está de modo alguno fuera del mismo, ni tampoco sólo en su término. La meta es el comienzo, a partir del cual el curso se inicia y anda en cada uno de sus pasos. Las figuras de la conciencia no se suceden unas a otras de manera que por último aparezca la figura-meta, sino que ya la primera es como tal una figura del absoluto; es de antemano elevada (elevare) a la absolutez del absoluto. Expresado de otro modo: lo que aparece como primer grado del aparecer de la esencia del absoluto, es determinado por el absoluto. Si, pues, la “Fenomenología del espíritu”, [según] lo que externamente indica el índice de la obra, se “inicia” con la certeza sensible y “termina” con el espíritu absoluto, entonces este inicio en la certeza sensible no es puesto en consideración al hombre, que se detiene primero en este tipo de saber. Antes bien la “Fenomenología del espíritu” se inicia con el aparecer de la esencia de la certeza sensible por esto, porque esta figura del saber es la extrema enajenación en la que el absoluto se pueda desprender. Si se desprende allí, entonces está con respecto a las figuras de su esencia en la más vacía y pobre y de este modo lo más alejado posible de la integridad de sí mismo. Pero este alejamiento esencial de sí mismo es la condición fundamental para que el absoluto se dé la posibilidad del recorrido de un curso del retorno a sí mismo, y a saber desde sí mismo para sí mismo. Si el curso del saber absoluto hacia sí mismo, como recorrido a través de las figuras esenciales de su aparecer, tiene el rasgo esencial de la sobreasunción, entonces esta sobrasunción es según su esencia verdadera y fundamental en primer lugar elevation – elevación al absoluto. No olvidemos las observaciones aparentemente sólo incidentales del primer parágrafo: El absoluto está ya en nosotros, es decir, está ya en la figura más baja de la conciencia, y nuestro conocimiento es el rayo, que nos toca como verdad absoluta. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Puesto que Hegel expresa el rasgo fundamental de la “Fenomenología del espíritu” en los tres parágrafos que siguen y últimos de la “Introducción”, es aconsejable resumir antes en una retrospectiva la dilucidación vigente de ésta. Al inicio de las presentaciones sobre la “Fenomenología del espíritu” se aludió al rol y posición diferentes de la “Fenomenología” al interior de la metafísica de Hegel. En el primer sistema, que se denomina a sí mismo “Sistema de la ciencia”, la “Fenomenología del espíritu” conforma, bajo el título “Ciencia de la fenomenología del espíritu”, la primera parte. “La ciencia”, dicho simplemente, significa aquí: “la filosofía”. Y el título “Sistema de la ciencia” mienta “la filosofía” en la única figura a ella adecuada del “sistema” desplegado. La filosofía es como saber incondicionado, que condiciona a todo otro, en sí misma “sistemática”, es lo que es sólo como “sistema”. (Este nombre denomina la construcción esencial de la ciencia misma, no acaso la forma aportada de un orden posterior de los conocimientos filosóficos). El primer sistema, bipartito, sea denominado, atendiendo al rol omnideterminante de la “Fenomenología”, el “Sistema-Fenomenología”. El segundo, tripartito, que enseguida después de aparecer la “Fenomenología del espíritu” tiene que haber alcanzado primacía, conoce a la “Fenomenología del espíritu” sólo como parte constitutiva subordinada de la tercera parte principal. Lo que significa, pues, el desaparecer de la “Fenomenología del espíritu” del rol de primera parte del sistema para el sistema mismo y por consiguiente para la metafísica del idealismo alemán, sólo puede ser apreciado, y en general recién claramente interrogado, si la esencia de la “Fenomenología del espíritu” está suficientemente aclarada. Intentamos aquí hacer algunos pasos a este respecto y a saber en un camino simple. Heideggeriana: HegelFenomenologia

¿Qué es “la Fenomenología del espíritu”? La respuesta a esta pregunta la tomamos de la “Introducción”, que Hegel hace preceder a la obra después de un extenso “Prefacio”. ¿Qué y cómo introduce la “Introducción”? Ella es la preparación del arranque del salto al pensar, que en la obra piensa. La preparación del salto se realiza como dilucidación del título “Ciencia de la experiencia de la conciencia”. Pero este titulo falta en la obra publicada en 1807, igualmente en la publicación de 1832. Por ello no es de inmediato manifiesta la verdadera determinación de la “Introducción”. Que Hegel denomine “sistema” a una parte esencial misma del “Sistema de la ciencia”, es comprensible después del precedente de la “Teoría de la ciencia” de Fichte. Del mismo modo no puede extrañar que para el sistema de la metafísica moderna, que ha encontrado su fundamento y suelo en la “conciencia”, “la conciencia” sea tema. La caracterización de la metafísica como “ciencia de la conciencia” parece evidente. Por el contrario nos sorprende que en el título de una obra de la metafísica especulativa absoluta asome la palabra “experiencia”; pues lo “empírico” es, sin embargo, justamente aquello que en toda metafísica, no sólo en la moderna, permanece inesencial y sólo menesteroso de la esencialidad de la esencia. Heideggeriana: HegelFenomenologia

La aclaración del concepto de “experiencia” al interior del título “Ciencia de la experiencia de la conciencia” tiene que acertar el centro del despejamiento de este título y con ello el núcleo de la dilucidación de la esencia de la “Fenomenología del espíritu”. La calidad de única de esta obra surge de la posición fundamental que entretanto ha alcanzado la metafísica occidental. La metafísica es el conocimiento del ente como tal en totalidad a partir de su fundamento. Reconoce al verdadero ente en su verdad. Este es a consecuencia de la esencia onto-teológica de la metafísica el máximo ente de todo ente (ens entium), el ente sólo desde sí y por sí, el absoluto. El conocimiento metafísico es en su “objetivo final” (Kant) el conocimiento del absoluto. Recién la metafísica del idealismo alemán ha reconocido, clara y decididamente, que el conocimiento del absoluto sólo puede ser tal si al mismo tiempo conoce de manera absoluta. La pretensión de saber absoluto de la metafísica se ha de concebir ahora en su necesidad esencial. De allí que equitativamente esta pretensión tenga que legitimarse en su derecho, puesto que excede esencialmente los límites del conocer diario de las cosas finitas. El conocer tiene que ser examinado acerca de si y cómo puede ser un conocimiento absoluto. Este examen es hasta plenamente inevitable al interior del pensamiento moderno, según su propia actitud cognoscente; pues para el pensamiento moderno “verdad” significa la indudable certeza que se legitima a sí misma. Por eso tampoco la metafísica absoluta, y ella menos, puede sustraerse a la exigencia de “examen” y legitimación. Sin embargo, la pregunta decisiva es precisamente de qué tipo puede ser este examen del conocimiento absoluto y cómo tiene que ser realizado. Es, a saber, examinado el conocimiento; entonces existe ya antes de toda realización del examinar, para éste, una opinión previa sobre la esencia del conocer por examinar. Y la representación corriente del conocer se dirige a que éste es o un “instrumento”, o un medium y con ello en todo caso un “medio”, que se encuentra entre el cognoscente y lo conocido y no es ni uno ni otro. Pero si en el conocimiento absoluto el conocer fuera un mero “medio”, entonces permanecería “fuera” del absoluto y de este modo no sería absoluto. Pero como “relativo” el conocer está respectivamente “en relación con…”, en referencia al absoluto. Por ello, es en cada caso necesario visualizar enseguida y previamente esta referencia al absoluto y tomarla por base como la esencia del conocer. Pero la referencia del conocer al absoluto sólo puede ser, supuesto que pensemos el absoluto como tal, la referencia del absoluto a nosotros, los cognoscentes. Pertenece al arte pensante de la fuerza pensante de presentación de Hegel, que nombre en la “Introducción” a esta esencia del conocer absoluto, casi sólo de paso, hacia el final del primer parágrafo, en proposiciones subordinadas. En forma de proposiciones conductoras Hegel dice sobre el absoluto y sobre el conocimiento del mismo esto: 1. El absoluto está en y para sí ya en nosotros y quiere estar en nosotros (comp. WW II, 60). 2. El conocer es “el rayo mismo, a través del cual la verdad nos toca” (ibíd.). Heideggeriana: HegelFenomenologia

Pero atendiendo a la necesidad del examen ahora se tiene que preguntar: ¿Qué es el conocer absoluto si no puede ser un “medio”? Y: ¿de qué tipo es el examen si no requiere investigar un “medio” en su aptitud? Es el conocer, nuestro conocer, en su esencia el rayo mismo, como el cual el absoluto nos toca, entonces el conocer se manifiesta, visto desde nosotros como un irradiar, que reflejamos en tanto tocados por el rayo, para en este reflejo seguir al rayo que nos toca en su dirección opuesta. Pero así el conocer ya no es un “medio”, sino “camino”. Este rasgo fundamental del conocer, que se anuncia desde el inicio del pensar occidental como othos (methodos), es siempre nombrado de nuevo en la “Introducción” a la “Fenomenología del espíritu”. Al servicio de la tarea de la “Introducción”, de partir continuamente de representaciones corrientes, pero haciéndolas a su vez visibles como inadecuadas, Hegel determina en qué sentido el conocer del absoluto tiene el rasgo fundamental del “camino”. En primer lugar podría, evidentemente, aún decirse también ahora: La caracterización del conocer como camino lo toma asimismo como medio. Hablamos por cierto, en el mismo giro, de “los medios” y “caminos”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Lo que Hegel denomina “experiencia” en la “Fenomenología del espíritu”, no se refiere al ente perceptible a diario, ni en general al ente, ni es la “experiencia” estrictamente un modo de conocer. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Pero el experimentar como alcanzar es sólo el despliegue de la conciencia hacia la verdad de su ser. La experiencia de la conciencia no es sólo ni en primer lugar un tipo de conocimiento, sino un ser, y a saber el ser del absoluto que aparece, cuya esencia misma descansa en el incondicionado aparecer de sí mismo. El absoluto es para Hegel “el concepto”, en el sentido del incondicionado concebirse a sí misma de la razón. Y este concepto incondicionado es la esencia del espíritu. El espíritu es en sí y para sí “la idea absoluta”. “Idea” quiere decir: el mostrarse, pero pensado modernamente: como representarse al mismo que representa – representación incondicionada, manifestación de sí mismo en la verdad incondicionada de su propia esencia, que modernamente determinada es certeza y saber. El espíritu es el saber absoluto. La experiencia de la conciencia es el presentarse del saber en su aparecer. “La experiencia de la conciencia” es la esencia de la “Fenomenología”. Pero ésta es “la Fenomenología del espíritu”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Si se logra pensar los mencionados momentos de la esencia de la experiencia unitariamente, desde el fundamento de su unidad, entonces estaremos recién en la situación de pensar en verdad, es decir, metafísica-especulativamente el texto de los títulos “la Experiencia de la conciencia” y “la Fenomenología del espíritu”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Ambos títulos contienen en su constitución lingüística un genitivo. Preguntamos: ¿Es pues el genitivo un genitivos objectivus o un genitivos subjectivus? ¿Mienta “la experiencia de la conciencia” sólo esto, que la conciencia es el Objekt y el Gegenstand de la experiencia? Evidentemente no, pues la experiencia es ella misma, en su esencia como curso y venir a sí misma, el ser de la conciencia. “Experiencia”, plenamente concebida, dice sólo lo que en la palabra Bewusst-sein (conciencia) significa la palabra sein (ser). La conciencia es el “sujeto” de la experiencia, es lo que la experiencia pasa-por con ella misma. Por lo tanto el genitivo tiene que ser entendido como genitivos subjectivus. Sólo que la esencia del sujeto como autoconciencia consiste justamente en que la conciencia no es sólo conciencia de algo y tiene su objeto, sino que ella misma es objeto para sí misma. Por lo tanto la experiencia por la que pasa la conciencia es al mismo tiempo la experiencia que ella hace “consigo misma” como objeto. Con ello el genitivo es a la vez también un genitivos objectivus. Pero, no obstante el genitivo no es simplemente sólo ambos juntos, sino que es un genitivo que nombra la unidad del sujeto y el objeto y el fundamento de su unidad, es decir, la elevation y síntesis en la esencia metafísica de la conciencia. El genitivo en los títulos “la Experiencia de la conciencia” y “la Fenomenología del espíritu” es el genitivo especulativo-metafísico. Todos los genitivos del lenguaje de la “Fenomenología del espíritu” son de este tipo. Sí, no sólo los genitivos, sino también los casus restantes y todas las declinaciones de las palabras tienen sentido especulativo. Sólo si consideramos y ejercitamos esto, podemos seguir la trama de este lenguaje, es decir, entender el texto. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Es necesario seguir esta indicación para siquiera pensar correctamente el título completo de la obra: “Ciencia de la experiencia de la conciencia”, “Ciencia de la fenomenología del espíritu”. El genitivo “Ciencia de…” es especulativo; [esto significa que] la ciencia no trata sólo acerca de la experiencia de la conciencia, sino que tiene la conciencia como su sujeto, que soporta y determina. Ciencia es conocer. Pero el conocer, según la expresión del primer parágrafo de la Introducción, es “el rayo a través del cual la verdad nos toca”. Nuestro conocer, el pensar especulativo del absoluto, es sólo si y en tanto que es el rayo, y en tanto que iluminado por este rayo él mismo irradia. Heideggeriana: HegelFenomenologia

La diversidad de estas condiciones es una unidad desplegada y articulada desde lo incondicionado. La diversidad de estas condiciones que se muestran es irradiada de este modo previamente y por todas partes unida por lo que se muestra, es decir, la idea, que es el mismo espíritu absoluto. Kant dice al final de la “Crítica de la razón pura” en el parágrafo sobre la arquitectónica de la razón pura (A 832, B 860): “Pero yo entiendo por sistema la unidad de los diversos conocimientos bajo una idea”. Según ello la unidad de la diversidad de las condiciones trascendentales de la objetividad del objeto es sistemática. Y por ello habla también de inmediato en el pasaje mencionado, que dilucida la esencia del conocimiento trascendental, de un “sistema de los conceptos”. Para la experiencia hegeliana trascendental la verdad del nuevo objeto es la misma conciencia absoluta. Y conforme a ello la unidad como sistemática tiene que ser una tal del sistema absoluto. En el “Prefacio” a la “Fenomenología del espíritu” se dice: “La verdadera forma en la que la verdad existe sólo puede ser el sistema científico de la misma” (p.12). El sistema, como contexto incondicionado cierto de las condiciones en la unidad de lo incondicionado, pone en sí la diversidad de las condiciones en el orden de una “serie”. En el hacer nacer una respectiva condición de condiciones condicionantes originarias de la objetividad, inaugura previamente la experiencia, como el hacer surgir al nuevo verdadero objeto, el ámbito sistemático de la serie de experiencias. La experiencia trascendental es, como incondicionalmente trascendental, en sí sistemática. Y recién a partir de la plena esencia de la experiencia trascendental incondicionalmente-sistemática se puede inferir qué se entiende por “inversión de la conciencia”, perteneciente a la esencia de la experiencia como una “intervención” de parte nuestra. Heideggeriana: HegelFenomenologia

La conciencia absoluta tiene que enajenarse en su figura más externa. Pero porque en este apartamiento de sí misma en su plenitud, sin embargo sólo se dirige nuevamente a sí misma, aunque en su vacío, este apartamiento es sólo un volverse, en el que la conciencia absoluta no renuncia ni se abandona. Recién a través de este volverse a la alienación se abre a la conciencia la extensión de un alejamiento de sí misma. Este trayecto abierto del propio alejamiento de sí, al interior de sí misma, es como extensión la vía libre para el andar de la experiencia. Este pasaje abierto recién es inaugurado en el curso de la experiencia, es decir, [es] andado y en la marcha experimentado. Y recién en este pasaje que se abre la conciencia absoluta tiene la posibilidad del regreso a sí misma. Pero en este regreso a sí misma como verdad incondicionada, ésta llega a aparecer, justamente, como lo incondicionalmente condicionante en su condicionamiento. El viraje hacia la alienación es necesario a causa del absoluto, para que él mismo tenga una posibilidad de regreso a sí mismo. Por ello la “Fenomenología del espíritu” se inicia con la presentación de la figura más pobre y menos verdadera de la conciencia, con la “certeza sensible”, y termina con la figura del saber de sí absoluto del espíritu, es decir, con la metafísica absoluta. La “Fenomenología del espíritu” de ninguna manera se inicia con la “certeza sensible” como consecuencia de una consideración pedagógica del hombre, para de este modo introducir el curso con una figura de la conciencia más fácilmente inteligible. La primera figura de la conciencia en la “Fenomenología del espíritu”, la certeza sensible, es en verdad, en lo que respecta a nuestro poder entender, lo más difícil de entender, porque ya en ella tiene que ser pensado el absoluto, aunque en su pobreza y no verdad (verdad todavía inacabada). No por nosotros, sino por el absoluto – y sólo por él – el curso de la “Fenomenología del espíritu” es como es. ¡Y cómo podía ser de otra manera si el conocer del absoluto es el rayo como el cual el absoluto nos toca, para que pensemos según su voluntad y no la nuestra, supuesto que pensemos! Heideggeriana: HegelFenomenologia

De ahí resulta que la presentación trascendental sistemática no es propuesta como añadidura de la experiencia de la conciencia, sino que la misma experiencia como el hacer surgir al “nuevo verdadero objeto” es un a-cusar y con ello una pre-sentación. Este presentar sigue al regreso de las condiciones al condicionamiento de lo incondicionado y es a través de ello un curso, que recibe su necesidad de la esencia de la objetividad del nuevo objeto. De este modo se da para Hegel la proposición, en la que resume la discusión vigente de la “Introducción”, para expresar a través de ella la interpretación del título de la obra: “A través de esta necesidad es este camino hacia la ciencia, ya él mismo ciencia, y con ello según su contenido ciencia de la experiencia de la conciencia ” (ibíd) En otras palabras y dicho retrospectivamente al inicio de la “Introducción” esto significa: la “experiencia de la conciencia” es la perteneciente a su esencia y a ella como curso que conduce a la autoconciencia. Porque el conocer del absoluto es esencialmente curso, es decir, camino, el examen que examine al conocer absoluto nunca puede tomar este conocer como un “medio”, ni como un “instrumento” disponible, ni como un “medium” presente. La presentación del saber que aparece es, en tanto la ciencia incondicionada trascendental-sistemática, aquello hacia donde la misma experiencia de la conciencia se despliega: el éter a ella adecuado. El aparecer de esta ciencia no incurre en la apariencia de cualquier entrar en escena, a tiro de pistola, en un circuito indeterminado. El aparecer de la ciencia es el presentarse de la experiencia, que – desde su esencia, a saber, desde la inversión – inaugura el ámbito del aparecer de la conciencia para ésta, pero a la vez determina necesariamente también el inicio, el progreso y ante todo el objetivo del curso del aparecer. (Comp. Prefacio, sobre la “experiencia”, p.32). En el mismo regreso, ya tracendentalmente dirigido, de la conciencia absoluta desde la alienación a sí misma, se realiza justamente el aparecer del condicionamiento de lo incondicionado. La conciencia aparece, es decir, sale de sí a la “vista”, en tanto vuelve a sí. Se manifiesta en la entrada a su concepto (logos), que es para sí misma. La conciencia es phainomenon, lo que aparece, como logia en el modo de tal ciencia. La conciencia es conciencia como “Fenomenología”. Pero porque la conciencia es el saber que aparece, mas el saber absoluto de sí es el espíritu, la Fenomenología es esencialmente “la Fenomenología del espíritu”. En el curso de su aparecer la conciencia, porque se destaca en el regreso, es esencialmente una “inversión”. Pero si la inversión es nuestra “intervención” para con el “mirar”, entonces esta intervención no agrega nada extraño a la conciencia. Sólo lleva el mirar a la realización de su más íntima esencia. Es el acto primero y sumo del mirar, que de este modo previamente mira, es decir, mira y atiende a que el absoluto sea considerado como absoluto y de este modo llegue a aparecer sólo él y no cualquier otra cosa. La “experiencia de la conciencia” es la “fenomenología del espíritu”. Pero la “experiencia” es sólo tal en tanto se presenta como ciencia. La “Ciencia de la experiencia de la conciencia” es la “Ciencia de la fenomenología del espíritu”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Tomado rigurosamente, el lenguaje no tiene ninguna forma “gramática” para estas referencias de la esencia de la conciencia, es decir, para la realidad de lo real pensada moderna-metafísicamente. El lenguaje, que según Hegel siempre “expresa” sólo inmediatamente lo universal y de este modo se aparta de sí, no es capaz entonces de decir lo que se ha de pensar en dirección contraria a toda manifestación del espíritu, a saber, en atención a su regreso a sí mismo. Por ello el lenguaje tiene que desaparecer frente a la “conciencia misma” por pensar en verdad, exactamente como en tanto expresión en la comunicación del sonido se va extinguiendo con éste. Hegel dice una vez en sus “Cursos de Jena”, que en partes esenciales preparan la elaboración de la “Fenomenología del espíritu”: “El lenguaje tiene que ir extinguiéndose en la conciencia, así como se va extinguiendo hacia fuera”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Por lo tanto, entendemos la primera, determinante comunicación de la “Fenomenología del espíritu”, es decir, su primer título elegido e interpretado en la “Introducción”, “Ciencia de la experiencia de la conciencia”, recién cuando el sonido de la palabra y la comprensión sugerida primero por éste se nos ha verdaderamente desaparecido en el saber. Pero este desaparecer tiene que realizarse en el hacer desaparecer. Ello sucede en la “experiencia” de que ninguna interpretación de los “genitivos” es suficiente, sean tomados por sí o juntos, para captar lo esencial. Mas porque sucede así con el lenguaje del pensar pensante, no está abandonado a la arbitrariedad, sino atado a un rigor, con respecto al cual toda mera adecuación a los objetos del describir y relatar queda infinitamente rezagada. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Pero entonces ¿por qué Hegel ha hecho desaparecer el título “Ciencia de la experiencia de la conciencia”? ¿Le estaba la palabra “experiencia” demasiado fuertemente gravada en dirección del empleo no especulativo, es decir, “empírico”? Sólo que la palabra “experiencia” y “experimentar” vuelve continuamente a la obra – y a saber en el sentido de la “Introducción” – en el curso de la “Fenomenología del espíritu”, asimismo impreso en cursiva en el Prefacio, escrito después de la Introducción (Hoffmeister p.32) (lo inmediato como lo inexperimentado). Entonces esta palabra y lo que ella significa no puede oponerse al mismo espíritu y su “fenomenología”. Y tampoco le es opuesto. Pues, ¿qué es el “espíritu”? Hegel concluye su segundo y definitivo sistema, el “sistema-Enciclopedia”, no con una palabra propia, sino con un texto griego, cuyas proposiciones están tomadas del libro A de la “Metafísica” de Aristóteles (cap.7). En las proposiciones habla el inicio de la metafísica occidental, como cuyo acabamiento Hegel entiende su propia obra. En las proposiciones hace decir al mismo espíritu de la metafísica occidental, desde su inicio, lo que el espíritu es. El espíritu es el noein. Y de la “realidad” del noein Aristóteles dice en el pasaje citado por Hegel: he gar nous energeia zoe (A 7,1072 b 27). “El estar a partir de sí en la obra, es decir, el estar presente del percibir a la presencia de todo presente, es vida”. Modernamente traducido: “La realidad del espíritu, a saber, es vida”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

La “Fenomenología del espíritu” es la historia conceptual del absoluto que aparece, la historia del espíritu “según (…) su organización conceptual” (comp. proposición conclusiva de la obra) – es decir, [la historia] de su sistemática – el sistema. El estar conjunto en una conciencia única, que es conciencia incondicionada y consiste en este estar conjunto para sí. Heideggeriana: HegelFenomenologia

La “Fenomenología del espíritu” y la Lógica (comp. “Lógica” 1812, p. X). Heideggeriana: HegelFenomenologia

Pregunta: ¿Qué significa el desaparecer de la “Fenomenología del espíritu” del rol decisivo en el sistema? Si sistema es el mismo absoluto – ¡de este modo el absoluto aún no en su acabada absolución! -, esta absolutez se torna decisiva, ¡porque el olvido del ser se ha consumado en la absoluta certeza! Todo en caminos, es decir, nada más. Heideggeriana: HegelFenomenologia

El título elegido en primer lugar, “Ciencia de la experiencia de la conciencia”, desaparece en el transcurso de la impresión de la obra. Pero el texto que lo explica permanece. El título es sustituido por otro. Reza: “Ciencia de la Fenomenología del Espíritu”. De este modo, el texto que permanece y que no habla para nada de una fenomenología del espíritu, se convierte en la verdadera interpretación del nuevo título. Éste también aparece en el título global bajo el que se edita la obra en 1807: “Sistema de la Ciencia, Primera Parte, La Fenomenología del Espíritu”. Cuando vuelve a aparecer la obra, sin ningún cambio, poco después de la muerte de Hegel, a modo de segundo volumen de las Obras Completas (1832), el título ya sólo reza “Fenomenología del Espíritu”. Bajo la desaparición imperceptible del artículo “la” se oculta una decisiva transformación en el pensamiento de Hegel y en el modo de darla a conocer. L