El ante qué del miedo (das Wovor der Furcht), lo «TEMIBLE», es en cada caso algo que comparece dentro del mundo en el modo de ser de lo a la mano, de lo que está-ahí o de la coexistencia. No se trata de informar ónticamente acerca del ente que repetida y regularmente puede ser «TEMIBLE», sino de determinar fenoménicamente lo TEMIBLE en su carácter de tal. ¿Qué es lo propio de lo TEMIBLE en cuanto tal, de lo TEMIBLE que comparece cuando tenemos miedo? El ante qué del miedo tiene el carácter de lo amenazante. Lo amenazante comprende varias cosas: 1. Lo compareciente tiene la forma de condición respectiva de lo perjudicial. Se muestra dentro de un contexto respeccional. 2. Esta perjudicialidad apunta hacia un determinado ámbito de cosas que pueden ser afectadas por ella. En cuanto así determinada, ella misma viene de una zona bien determinada. 3. La propia zona y lo que desde ella viene son experimentados como «inquietantes». 4. Lo perjudicial, en cuanto amenazante, no está todavía en una cercanía dominable, pero se acerca. En ese acercarse, la perjudicialidad irradia y cobra su carácter amenazante. 5. Este acercamiento acontece dentro de la cercanía. Lo que puede ser dañino en grado máximo y se acerca, además, constantemente, pero en la lejanía, no se revela en su temibilidad. Pero, acercándose en la cercanía, lo perjudicial es amenazante: puede alcanzarnos, o quizás no. A medida que se acerca, se acrecienta este «puede, pero a la postre quizás no». Es terrible, decimos. 6. Esto significa que lo perjudicial, al acercarse en la cercanía, lleva en sí la abierta posibilidad de no alcanzarnos y pasar de largo, lo cual no aminora ni extingue el miedo, sino que lo constituye. STJR §30
El tener miedo, en cuanto tal (das Fürchten selbst), es el dejarse-afectar que libera lo amenazante tal como ha sido caracterizado. No es que primero se constate un mal venidero (malum futurum) y que luego se lo tema. Pero tampoco empieza el miedo por constatar lo que se acerca, sino que primeramente lo descubre en su temibilidad. Y teniendo miedo, el miedo puede, enseguida, en una explícita mirada observadora, aclarar qué es lo TEMIBLE. La circunspección ve lo TEMIBLE porque está en la disposición afectiva del miedo. El tener miedo, en cuanto posibilidad latente del estar-en-el-mundo afectivamente dispuesto – vale decir, la «medrosidad» – , ha abierto ya de tal manera el mundo que desde él puede acercarse lo TEMIBLE. El poder-acercarse mismo queda liberado por medio de la esencial espacialidad existencial del estar-en-el-mundo. STJR §30
Pero, el tener-miedo-por puede estar relacionado también con otros, y entonces decimos que tememos por ellos. Este temer por no toma sobre sí el miedo del otro. Esto queda excluido ya por el hecho de que el otro por quien tememos, bien puede, por su parte, no tener miedo. Tememos al máximo por el otro precisamente cuando él no tiene miedo y se precipita temerariamente hacia lo amenazante. Temer por es un modo de la disposición afectiva solidaria con los otros (Mitbefindlichkeit mit den Anderen), pero no es necesariamente un tener-miedo con, ni menos todavía un tener-miedo-juntos. Se puede temer por sin tener miedo uno mismo. Pero, en rigor, temer por es temer también uno mismo (ein sich fürchten). Se teme entonces por el coestar con el otro, ese otro que podría serle arrebatado a uno. Lo TEMIBLE no apunta directamente al que tiene-miedo-con. El temer por., se sabe, en cierto modo, no concernido, pero está, sin embargo, co-afectado por estar concernido el Dasein co-existente por el que teme. Por eso, el temer por no es una forma atenuada de tener miedo. No se trata aquí de grados de «intensidad emotiva», sino de modos existenciales. Por eso, el temer por no pierde tampoco su específica autenticidad cuando «propiamente hablando» no experimenta en sí mismo el miedo. STJR §30
La caída del Dasein en el uno y en el «mundo» de la ocupación la hemos llamado una «huida» ante sí mismo. Pero no todo retroceder ante…, ni todo dar la espalda a… es necesariamente una huida. El retroceder por miedo ante lo abierto por el miedo, ante lo amenazante, tiene el carácter de la huida. La interpretación del miedo como disposición afectiva hizo ver lo siguiente: el ante-qué del miedo es siempre un ente perjudicial intramundano que desde una cierta zona se acerca en la cercanía y que, no obstante, puede no alcanzarnos. En la caída el Dasein se da la espalda a sí mismo. El ante-qué de este retroceder debe tener, en general, el carácter del amenazar; pero eso ante lo que el Dasein retrocede es un ente de la misma índole del ente que retrocede: es el Dasein mismo. El ante-qué de este retroceder no puede concebirse como algo «TEMIBLE», porque lo TEMIBLE siempre comparece como ente intramundano. La única amenaza «TEMIBLE», la amenaza descubierta en el miedo, proviene siempre de un ente intramundano. STJR §40