En los años de trabajo para su planeada obra capital, Nietzsche reunió los pensamientos fundamentales de su metafísica en el siguiente poema. Forma parte de la serie de las “Canciones del Príncipe Vogelfrei”, que fuera agregada como “Apéndice” a la segunda edición (1887) de La gaya ciencia (V 349): A GOETHE – ¡Lo imperecedero – es sólo tu alegoría! – Dios, el insidioso, – una subrepticia invención de poeta… – La rueda del mundo, al rodar, – roza meta tras meta: – necesidad, lo llama el rencoroso, – y el bufón lo llama: – luego… – El juego del mundo, dominante, – mezcla ser y apariencia: – ¡Lo eterno bufonesco nos mezcla a nosotros – en él!… Heideggeriana: NiilismoSer
La última estrofa permite ya reconocer que Nietzsche piensa el “juego del mundo”, en cuanto “dominante”, desde la voluntad de poder. La voluntad de poder pone, a una con el “ser”, al mismo tiempo la “apariencia” (el arte) como condición de su acrecentamiento. Ambos, ser y apariencia se mezclan entre sí. Pero lo que mezcla, el modo en el que es la voluntad de poder, es llamado en el poema “lo eterno bufonesco”, “la rueda del mundo, al rodar”. Es el eterno retorno de lo mismo, que no pone ninguna meta imperecedera sino que sólo “roza meta tras meta”. Heideggeriana: NiilismoSer
En la medida en que es, el hombre es una forma de la voluntad de poder. El poder mezclador de la rueda del mundo lo mezcla “en” la totalidad del ente-deviniente. Heideggeriana: NiilismoSer