El advenimiento apropiador. en su percepción (Er-äugen) del despliegue de la esencia humana, apropia los mortales en cuanto que los pone en lo propio de lo que se le revela al hombre en el Decir, desde todas partes y hacia lo oculto (zusagt). La puesta en lo propio del hombre en tanto que “escuchante” del Decir, tiene su rasgo característico en esto que le libera a lo suyo propio. pero solamente para que. en tanto que hablante, o sea, diciente, pueda ir al encuentro y contestar al Decir desde lo que es lo suyo propio. Y esto es: el resonar de la palabra. El decir de los mortales que viene al encuentro es el responder. Toda la palabra hablada ya es siempre respuesta: contra-Decir, decir que viene al encuentro, decir “escuchante”. La puesta en lo propio de los mortales en el Decir libera al ser humano a la usanza (Brauch) desde la cual el hombre está puesto en uso (gebraucht) para llevar el Decir insonoro a la resonancia del habla. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
Cuando la palabra se denomina la flor de la boca y florecimiento, entonces oímos la resonancia del habla surgir en su sustancia terrenal. ¿Desde dónde? Desde el decir dentro del cual se cumple el dejar-aparecer de mundo. La sonoridad resuena a partir de la resonancia, de la llamada congregadora. que, abierta a lo Abierto, deja aparecer mundo en las cosas. Así, lo resonante de la voz ya no es solamente del orden de los órganos físicos. Está desligado ahora de la perspectiva de una explicación físico-fisiológica de lo que es un mero hecho fonético. Lo resonante, lo terrenal del habla está sostenido en la armonía que entona mutuamente las regiones de la estructura del mundo. haciéndolas jugar las unas hacia las otras. Esta indicación a lo resonante del hablar y su origen desde el decir, se nos presenta inicialmente como oscura y extraña. Y, sin embargo, señala hacia un simple estado de cosas. Lo podemos percibir cuando atendemos nuevamente en qué medida estamos en todas partes caminando en la vecindad de modos del decir. Como tales, la poesía y el pensamiento siempre fueron preeminentes. Su vecindad no les ha caído del cielo, como si, por sí solos, pudieran ser lo que son fuera de su vecindad. Por ello debemos hacer la experiencia de ellos dentro de y desde su vecindad, esto es, desde aquello que determina la vecindad como tal. La vecindad, se ha dicho, no procura primero proximidad sino que la proximidad hace advenir vecindad. ¿Pero qué significa proximidad? Desde el momento que intentamos meditar esta cuestión, nos hemos comprometido ya a un largo camino de pensamiento. Aquí sólo podemos lograr dar unos pocos pasos. No conducen hacia adelante, sino hacia atrás, hacia donde ya nos encontramos. Los pasos no constituyen una secuencia progresiva de unir de esto a lo otro, en todo caso sólo como semblanza externa. Los pasos se juntan más bien en un recogimiento sobre lo Mismo y se juegan a un retorno a lo Mismo. Lo que tiene aspecto de ser disgresión es, de hecho, entrada en la puesta-en-camino propiamente dicha, en la Bewëgung desde la que se determina la vecindad. Esto es la proximidad. Heideggeriana: EssenciaLinguagem