Ya las llamadas que han venido produciéndose hasta hace bien poco en el sentido de que hay que dominar el curso de la técnica, de que hay que ponerlo bajo control, testifican de forma bien clara que lo que aquí se expresa es el temor de que en la técnica moderna pudiese hablar una pretensión cuya imposición el hombre ni podría contenerla ni mucho menos abarcarla en conjunto y dominarla. Pero mientras tanto (y esto es sobre todo lo significativo) esas llamadas enmudecen poco a poco; lo que de ningún modo quiere decir que el hombre se haya hecho ahora con las riendas del curso de la técnica. Antes el silencio delata que el hombre, frente a la pretensión de poder de la técnica se ve empujado al desconcierto y a la impotencia, es decir, a la necesidad de tener que aceptar y afirmar, sea de forma expresa o inexpresa, lo incontenible de la dominación de la técnica. Pero si en tal afirmación o aceptación de lo ineludible uno se atiene enteramente al contenido de la habitual representación instrumental de la técnica, entonces ello no puede tener otra interpretación que la siguiente: que se está asintiendo a la dominación ejercida por un proceso que se limita a suministrar constantemente medios sin reparar en ningún momento en ninguna posición de fines. Heideggeriana: LTLT
SPIEGEL: Vd. ve con toda claridad, y así lo ha expresado en su obra, un movimiento universal que conduce o ha conducido ya al Estado tecnológico absoluto. HEIDEGGER: ¡Sí! Pero justamente el Estado técnico corresponde poquísimo al mundo y la sociedad determinados por la esencia de la técnica. Frente al poder de la técnica, el Estado técnico sería su más servil y ciego esbirro. Heideggeriana: DerSpiegel