Qué es lo que se pone en cuestión en este problema? Hasta donde yo veo, son tres temas los que hay que pensar a fondo. 1. Lo primero que hay que hacer es determinar qué tiene que discutir la teología en cuanto modo de pensar y hablar. Pues bien, se trata de la fe cristiana y de lo creído por ella. Sólo cuando ya tenemos esto bien claro podemos preguntar cómo tienen que ser el pensar y hablar para adecuarse al sentido y la exigencia de la fe, evitando que se introduzcan representaciones ajenas a la fe. 2. Antes de entrar en un debate sobre el pensar y el hablar no objetivadores, es imprescindible aclarar a qué se alude con eso de pensar y hablar objetivadores. Y entonces surge la pregunta de si todo pensar, en cuanto pensar, y todo hablar, en cuanto hablar, ya son objetivadores o no. Si se llegase a mostrar que pensar y hablar no son para nada objetivadores en sí mismos, esto nos conduciría a un tercer tema. 3. Hay que decidir en qué medida el problema de un pensar y un hablar no objetivadores es en general un problema auténtico o si no estará preguntando por algo marginal alejándose del tema de la teología provocando de un modo innecesario mayor confusión. En este caso, el debate teológico que se ha organizado tendría la misión de aclararse a sí mismo y asurnir que con semejante problema se ha metido por un camino que se pierde en el bosque (N. de los T.: literalmente, “es sich… auf einem Holzweg befindet”.). Pero esto parecería un resultado negativo del debate. Sin embargo sólo es un parecer, porque, en realidad, tendría la consecuencia inevitable de que la teología tendría por fin clara y de modo invitable la necesidad de su misión principal, que no consiste en apoyarse en la filosofía y las ciencias para extraer de ellas las categorías de su pensar y la naturaleza de su lenguaje, sino en un hablar y pensar de modo conforme al asunto a partir de la fe y para ella misma. Si esta fe parte de la propia convicción interna de que alcanza al hombre en cuanto hombre en su esencia, entonces el auténtico pensar y hablar teológicos no necesitan armarse con ningún recurso especial para tocar al hombre y encontrar en él un oído atento. Heideggeriana: FenoTeo
Pero actualmente existe y aumenta el peligro de que el modo de pensar técnico-científico se extienda a todos los ámbitos de la vida. Con ello, se refuerza la falsa impresión de que todo pensar y hablar son objetivadores. La tesis que afirma tal cosa de modo dogmático y sin fundamento también estimula y protege por su parte la tendencia fatal a representar ya todo únicamente de modo técnico-científico tratándolo como un objeto de posible manipulación y control. De esta manera, el propio lenguaje y su determinación se ven alcanzados por este proceso de objetivación técnica ilimitada. El lenguaje es falsificado y convertido en un instrumento de comunicación y de información calculable. Se trata al lenguaje como un objeto manipulable al que tiene que adaptarse la manera del pensar. Pero el decir del lenguaje no consiste necesariamente en expresar proposiciones sobre objetos. En su especificidad propia, el lenguaje es un decir de aquello que se le revela y se le asigna al hombre de múltiples maneras siempre que él no se cierra a aquello que se muestra limitándose, por culpa del dominio del pensar objetivador, a este último. Heideggeriana: FenoTeo
Mis estudios académicos comenzaron en el verano de 1909-1910, en la Facultad de Teología de la Universidad de Friburgo. Pero el trabajo principal, dedicado a la teología, dejaba aún espacio suficiente para la filosofía, que pertenecía desde luego al plan de estudios. Así que desde el primer semestre estuvieron en mi pupitre los dos volúmenes de las Investigaciones lógicas de Husserl, que pertenecían a la Biblioteca de la Universidad. E1 plazo de devolución podía prorrogarse fácilmente una y otra vez. Se veía que la obra era poco solicitada por los estudiantes. Pero, ¿cómo es que vino a parar al entorno, tan extraño para ella, de mi pupitre? Por bastantes indicaciones de revistas filosóficas yo me había enterado de que el modo de pensar de Husserl estaba influido por Franz Brentano, cuya disertación de 1862 Del múltiple significado del ente según Aristóteles había sido guía y criterio de mis torpes primeros intentos de penetrar en la filosofía. De un modo bastante impreciso me movía la reflexión siguiente: “Si el ente viene dicho con muchos significados, ¿cuál será entonces el significado fundamental y conductor? ¿Qué quiere decir ser?” El último año de mi época del Bachillerato había tropezado con el escrito del por aquel entonces catedrático de Dogmática de la Universidad de Friburgo, Carl Braig: Del ser. Compendio de ontología, que había aparecido en 1896, cuando su autor era profesor extraordinario de Filosofía en la Facultad friburguesa de Teología. Las secciones principales del escrito llevaban siempre al final largos textos de Aristóteles, de Tomás de Aquino y de Suárez, a más de la etimología de los términos correspondientes a los conceptos capitales de la ontología. Heideggeriana: CaminoFenomenologia
Tras cuatro semestres dejé los estudios teológicos y me dediqué por entero a la filosofía. No dejé con todo de asistir a un curso de Teología en los años posteriores a 1911: el de Dogmática, impartido por Carl Braig. A ello me veía determinado por mi interés por la teología especulativa y, sobre todo, por ese penetrante modo de pensar que el citado profesor hacía presente en cada lección. Gracias a él tuve por vez primera noticia, en algunos paseos a los cuales pude acompañarle, de la importancia de Schelling y Hegel para la teología especulativa, a diferencia del sistema doctrinal de la Escolástica. Así es como entró en el círculo de mis pesquisas la tensión entre ontología y teología especulativa como cimentación de la metafísica. Heideggeriana: CaminoFenomenologia
Como destino que destina la verdad, el ser permanece oculto. Pero el destino del mundo se anuncia en la poesía sin haberse revelado todavía como historia del ser. Por eso, el pensar histórico universal de Hölderlin, que llega a la palabra en el poema “Andenken” , es más esencialmente inicial y, por ende, está más preñado de futuro que el mero cosmopolitismo de Goethe. Por el mismo motivo, la relación de Hölderlin con lo griego es algo esencialmente diferente del humanismo. Por eso los jóvenes alemanes que sabían de Hölderlin pensaron y vivieron frente a la muerte algo muy distinto de lo que la opinión pública hizo pasar por el modo de pensar alemán. Heideggeriana: CartaH
Ciertamente. Pero ¿qué quiere decir “lo negativo”? ¿No apelamos aquí a una representación sin duda corriente, pero sin embargo grosera? ¿Se cree acaso que lo impropio del nihilismo es lo que está mal o incluso lo malo, frente a lo propio que sería lo correcto y lo bueno? ¿O se considera al nihilismo propio como lo malo y como lo que está mal y al impropio, si no como lo bueno, por lo menos como lo que no es malo? Ambas opiniones, pasando por alto su precipitación, serían igualmente erróneas. Efectivamente, las dos juzgan lo propio y lo impropio en la esencia del nihilismo desde el exterior. Por otra parte, emplean para juzgar criterios respecto de los cuales aún habría que decidir si se pueden utilizar. En efecto, entretanto ya debería haber quedado claro que con la pregunta por la esencia que hemos planteado nos movemos en el ámbito del ser mismo, ámbito al que ya no podemos explicar y juzgar desde otro lado, suponiendo que el modo de pensar intentado resulte suficiente. Si el “in” emerge en la esencia del nihilismo, sólo se lo puede pensar desde la unidad de esa esencia. Ésta muestra una diferencia que el “in” hace resaltar. Pero aún permanece oculto si el “in” y el “no” tienen su esencia en la diferencia o si lo negativo del “in” sólo es aportado a la diferencia como consecuencia de una negación. Heideggeriana: NiilismoSer
Sin embargo, aún queda sin aclarar la cuestión más inmediata, a saber por qué la idea de valor domina ante todo el pensamiento de Nietzsche y posteriormente, las “cosmovisiones” desde finales del siglo pasado. En efecto, este papel de la idea de valor no es en verdad de ningún modo obvio. Lo muestra ya la referencia histórica de que sólo desde la segunda mitad del siglo XIX ha pasado a un primer plano en esa forma explícita, llegando a dominar como si fuera una obviedad. Con demasiada facilidad nos dejamos engañar y rehuimos este hecho porque toda consideración historiográfica se apodera inmediatamente del modo de pensar dominante en su respectivo presente y lo convierte en el hilo conductor siguiendo el cual contempla y redescubre el pasado. Los historiógrafos están siempre orgullosos de estos descubrimientos y no se dan cuenta de que ya habían sido hechos antes de que ellos comenzaran posteriormente su trabajo. Así, apenas surgió la idea de valor comenzó a hablarse, y se sigue aún hablando, de “valores culturales” de la Edad Media y de los “valores espirituales” de la Antigüedad, aunque ni en la Edad Media hubo algo así como “cultura” ni menos aún en la Antigüedad algo así como “espíritu” y “cultura”. Espíritu y cultura, como queridos y experimentados modos fundamentales del comportamiento humano, sólo los hay desde la época Moderna, y “valores”, como criterios de medida impuestos para tal comportamiento, sólo en la época reciente. De esto no se desprende que las épocas anteriores carecieran de cultura, en el sentido de que estuvieran hundidas en la barbarie, sino sólo lo siguiente: que con los esquemas “cultura” e “incultura”, “espíritu” y “valor” nunca alcanzaremos en su esencia, por ejemplo, la historia de la humanidad griega. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Este nihilismo se sale de la “vida” anterior, crea los caminos “para un orden nuevo” y a lo que quiere perecer le da el “ansia del final”. De este modo, el nihilismo hace lugar y al mismo tiempo da lugar a nuevas posibilidades. Por ello, en relación a este nihilismo de una posición de valores totalmente nueva, a este nihilismo que crea un espacio, que saca al aire libre a todo ente, Nietzsche habla de “nihilismo extático” (n. 1055). En la medida en que el supremo poderío del nihilismo clásico-extático, extremo-activo, no conoce ni reconoce como medida nada fuera y por encima de él, el nihilismo clásico-extático podría “ser un modo de pensar divino” (n.15). En esta forma, el nihilismo ya no es de ninguna manera un “anhelo hacia la nada” (n. 15) carente de fuerza, sino que es lo contrario (cfr. nn.1010, 1023,1025). Se muestra así una plenitud esencial del nihilismo en sí misma estructurada: las ambiguas formas previas del nihilismo (pesimismo), el nihilismo incompleto, el nihilismo extremo, el nihilismo activo y pasivo, el nihilismo activo-extremo como nihilismo extático-clásico. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Sólo podría objetársele a Descartes que no diga de modo suficientemente claro que, y de qué manera, los conceptos generales copensados en la proposición reciben de esta misma su determinación y que es imposible una determinación previa de esos conceptos si no descansa sobre la certeza fundamental de esta proposición. Pero esta objeción – pensada en todo su alcance – sería una objeción que afecta a toda posición metafísica fundamental, ya que es propio del modo de pensar que guía a la metafísica considerar que el concepto y la esencia del ser son lo más conocido y preguntar qué ente, y cómo tiene que experimentarse para que sea interpretado de tal o cual manera respecto de su ser. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Inversamente, sin embargo, también tenemos que pensar la posición fundamental de Descartes de un modo verdaderamente metafísico y medir con todo su alcance interno la transformación esencial de ser y verdad en el sentido de representatividad y seguridad. El hecho de que Pascal, casi contemporáneamente a Descartes, aunque determinado esencialmente por él, haya tratado de salvar la cristiandad del hombre, no sólo ha empujado la filosofía de Descartes a la apariencia de una “teoría del conocimiento” sino que, a una con ello, la ha hecho aparecer como un modo de pensar que serviría simplemente a la “civilización” pero no a la “cultura”. En verdad, sin embargo, en el pensar de Descartes se trata de un esencial traslado de la humanidad entera y de su historia, desde el ámbito de la especulativa verdad de la fe del hombre cristiano a la representatividad del ente fundada en el sujeto, sólo desde cuyo fundamento esencial se vuelve posible la moderna posición dominante del hombre. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Cuanto más fácil sea poner en juego ya aquel afecto, ya éste, tanto más podrá verse en cada caso de acuerdo con la necesidad y la utilidad, tanto más podrá preverse y calcular y por lo tanto planificar. Respecto de la especial acentuación que se ha hecho de la transformación por la que al comienzo de la metafísica moderna el hombre se ha convertido en “sujeto” y en referencia al papel que recae entonces sobre la subjetividad en la metafísica moderna, podría surgir la opinión de que la historia más interna de la metafísica y de la transformación de sus posiciones fundamentales sería simplemente una historia de la transformación de la autoconcepción del hombre. Tal opinión estaría en completa concordancia con el modo de pensar antropológico hoy corriente. Sin embargo, y a pesar de que parece sugerida e impulsada por lo que se ha expuesto hasta ahora, es una opinión errónea, más aún, es aquel error que se trata de superar. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
En el tratado Ser y tiempo se hace el intento, sobre la base de la pregunta por la verdad del ser, y no ya por la verdad del ente, de determinar la esencia del hombre a partir de su relación con el ser y sólo desde ella, esencia del hombre que se designa allí como ser-ahí (Da-sein), en un sentido precisamente definido. A pesar del despliegue simultáneo, por ser necesario para la cosa misma, de un concepto de verdad más originario, no se ha logrado despertar en lo más mínimo (en los 13 años transcurridos) ni siquiera una primera comprensión de este cuestionamiento. La razón de la incomprensión radica por una parte en el inextirpable y cada vez más sólido acostumbramiento al modo de pensar moderno: el hombre es pensado como sujeto; toda meditación sobre el hombre es comprendida como antropología. Por otra parte, sin embargo, la razón de la incomprensión radica en el intento mismo, que, quizás por ser algo que ha crecido históricamente y no algo “construido”, proviene de lo anterior aunque se separe de ello y por eso remite necesaria y constantemente a los cauces en los que se mueve lo precedente, invocando incluso su ayuda para decir algo totalmente diferente. Pero, sobre todo, este camino se interrumpe en un lugar decisivo. Esta interrupción se funda en que el camino y el intento emprendidos caen contra su voluntad en el peligro de convertirse de nuevo en una consolidación de la subjetividad, en que ellos mismos impiden los pasos decisivos, es decir la exposición suficiente de los mismos en su ejecución esencial. Todo giro hacia el “objetivismo” y el “realismo” sigue siendo “subjetivismo”: la pregunta por el ser en cuanto tal está fuera de la relación sujeto-objeto. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
“Justicia como modo de pensar constructivo, eliminador, aniquilador, a partir de las estimaciones de valor: supremo representante de la vida misma (XIII, n. 98). Heideggeriana: NiilismoEuropeu
El acabamiento de la esencia de la metafísica puede ser, en su realización, muy imperfecto y no precisa excluir que sigan existiendo las posiciones metafísicas fundamentales habidas hasta el momento. Lo verosímil es que se llegue a un cómputo de las diferentes posiciones metafísicas fundamentales, de sus diversas doctrinas y conceptos. Pero este cómputo, nuevamente, no sucede de modo arbitrario. Es dirigido por el modo de pensar antropológico que, no comprendiendo ya la esencia de la subjetividad, continúa la metafísica moderna aplanándola. La “antropología” como metafísica es la transición de la metafísica a su forma última: la “cosmovisión”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Sin embargo, no hemos avanzado nada con estas reflexiones. Nos encontramos en el ámbito de una pregunta que todavía no ha sido decidida, más aún, de una pregunta que todavía no ha sido preguntada y que, abreviada, reza así: ¿Se funda la distinción de ser y ente en la naturaleza del hombre, de manera tal que esta naturaleza puede caracterizarse por esa distinción, o bien la naturaleza del hombre se funda en esa distinción? En el segundo caso, la distinción misma no sería ya algo “humano” y no podría ser colocada en una “facultad del hombre”, ni en una “potencia” ni en un “acto”. Este tipo de colocación se fue volviendo cada vez más corriente en el pensamiento moderno, con lo que finalmente se llega a proclamar al antropomorfismo, o “biologismo” o como quiera que se denomine a ese modo de pensar, como la verdad absoluta que resulta evidente hasta para el más irreflexivo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
¿Pero nos está permitido inferir de la pluralidad de sentidos e interpretaciones del “es” una riqueza esencial del ser? ¿No proviene la multiplicidad del “es”” de que en los enunciados citados se hace referencia por su contenido a entes de diferente tipo: el hombre, el libro, el enemigo, Dios, China, la copa, la tierra, el campesino, el perro? ¿De todo ello no tendríamos que sacar la consecuencia contraria: puesto que el “es” y el “ser” son en sí indeterminados y vacíos, están prestos a que se los llene de múltiples maneras? La citada multiplicidad de significados determinados del “es” demuestra, por lo tanto, lo contrario de lo que quería mostrarse. El ser tiene que mantenerse absolutamente indeterminado en su significado para resultar determinable por parte de los diferentes tipos de entes de cada caso. Sólo que, apelando a los diferentes tipos de ente ya hemos puesto y admitido la multiplicidad del ser. Si nos atenemos exclusivamente al significado de las palabras “es” y “ser”, este significado mismo, aún con toda la mayor vacuidad e indeterminación posible, tiene que tener, sin embargo, ese tipo de univocidad que admite desde sí una variación en una multiplicidad. La muy invocada “universalidad” del significado de “ser” no es, en efecto, la vacuidad de un contenedor gigante en el que puede entrar toda variación posible. A esta representación conduce, sin embargo, un modo de pensar habitual desde hace tiempo que piensa al “ser” como la determinación más universal de todas y que por lo tanto sólo puede admitir la multiplicidad como lo que rellena esta envoltura, la más amplia y más vacía, del más universal de los conceptos. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Ahora bien, la indicación que llama la atención sobre la conexión esencial existente entre la verdad como conformidad y la libertad quebranta y mina estos prejuicios, suponiendo desde luego que estemos dispuestos a cambiar nuestro modo de pensar. La meditación sobre la conexión esencial entre verdad y libertad nos induce a seguir la pregunta por la esencia del hombre desde una perspectiva que nos garantice la experiencia de un oculto fundamento esencial del hombre (del Dasein), de tal modo que nos traslade al ámbito originariamente esencial de la verdad. A partir de aquí también se muestra que la libertad sólo es el fundamento de la interna posibilidad de la conformidad, porque recibe su propia esencia desde la esencia más originaria de la única verdad esencial. En un primer momento la libertad fue definida como libertad para lo que se manifiesta en algo abierto. ¿Cómo hay que pensar esta esencia de la libertad? Lo manifiesto, a lo que se adecua en cuanto conforme un enunciado representador, es eso siempre abierto en un comportarse que se mantiene abierto. La libertad respecto a lo manifiesto de un ámbito abierto permite que el ente sea siempre ese ente que precisamente es. La libertad se desvela ahora como un dejar ser a lo ente. Heideggeriana: EssenciaVerdade
Estas denominaciones no son nombres arbitrarios, porque en ellas habla lo que aquí ya no se puede mostrar: la experiencia fundamental griega del ser de lo ente en el sentido de la presencia. Pero gracias a estas denominaciones se funda la interpretación, desde ahora rectora, de la coseidad de la cosa, así como la interpretación occidental del ser de lo ente. Ésta comienza con la adopción de las palabras griegas por parte del pensamiento romano-latino. Hypokeimenon se convierte en subjectum; hypostasis se convierte en substantia; sumbebekos pasará a ser accidens. Esta traducción de los nombres griegos a la lengua latina no es en absoluto un proceso sin trascendencia, tal como se toma hoy día. Por el contrario, detrás de esa traducción aparentemente literal y por lo tanto conservadora de sentido, se esconde una tras-lación de la experiencia griega a otro modo de pensar. El modo de pensar romano toma prestadas las palabras griegas san la correspondiente experiencia originaria de aquello que dicen, sin la palabra griega. Con esta traducción, el pensamiento occidental empieza a perder suelo bajo sus pies. Heideggeriana: OOA1935
Los tres modos citados de determinación de la coseidad conciben la cosa como portadora de características, como unidad de una multiplicidad de sensaciones, como materia conformada. A lo largo de la historia de la verdad sobre lo ente se fueron entremezclando las citadas interpretaciones, aunque ahora se pasa esto por alto. De este modo, se reforzó aún más la tendencia a la extensión que ya las distinguía, de manera que terminaron valiendo igualmente para la cosa, el utensilio y la obra. Así es como surge de ellas ese modo de pensar por el cual no pensamos sólo sobre la cosa, el utensilio y la obra en particular, sino sobre todo ente en general. Este modo de pensar que se ha tornado habitual hace tiempo, anticipa toda comprensión inmediata de lo ente. Dicha comprensión anticipada impide la meditación sobre el ser de todo ente. Y, de este modo, ocurre que los conceptos dominantes de cosa nos cierran el camino hacia el carácter de cosa de la cosa, así como al carácter de utensilio del utensilio y sobre todo al carácter de obra de la obra. Heideggeriana: OOA1935
Siendo esto así, ¿estaba de más intentar resolver la pregunta por el carácter de cosa de la cosa? En absoluto. Es verdad que el carácter de obra no puede determinarse a partir del carácter de cosa, pero a partir del saber sobre el carácter de obra de la obra puede introducirse por buen camino la pregunta por el carácter de cosa de la cosa. Esto no es poco si recordamos cómo desde la Antigüedad el habitual modo de pensar ha atropellado el carácter de cosa de la cosa y le ha dado la supremacía a una interpretación de lo ente en su totalidad que es incapaz de comprender la esencia del utensilio y de la obra y que además nos ha cegado para la visión de la esencia originaria de la verdad. Heideggeriana: OOA1935
Para la interpretación moderna de lo ente, la noción de valor es tan esencial como la de sistema. Únicamente donde lo ente se ha convertido en objeto del re-presentar se puede decir de algún modo que lo ente pierde su ser. Esta pérdida se percibe de una manera tan poco clara y vaga que rápidamente se ve colmada de nuevo y de tal modo que al objeto y a lo ente interpretado como tal se les asigna un valor y, en general, se mide lo ente por valores y los propios valores se convierten en la meta de toda actividad. Dado que la actividad se comprende como cultura, los valores se convierten en valores culturales y, a su vez, éstos se convierten en la expresión de las supremas metas del crear al servicio de un asegurarse el hombre como subjectum. De ahí ya sólo falta un paso para convertir a los propios valores en objetos. El valor es la objetivación de las metas de las necesidades del instalarse representador en el mundo como imagen. El valor parece expresar que es precisamente en la posición de relación con él donde se lleva a cabo lo más valioso y, sin embargo, el valor es Justamente el impotente y deshilachado disfraz de una objetividad de lo ente que ha perdido toda relevancia y trasfondo. Nadie muere por meros valores. A la hora de entender el siglo XIX resulta muy esclarecedora la particular posición intermedia mantenida por Hermann Lotze, el cual reinterpretó las ideas de Platón como valores y, al mismo tiempo, emprendió bajo el título “Microcosmos” el “Ensayo de una Antropología” (1856), una antropología que bebe todavía del espíritu del Idealismo alemán contribuyendo a alimentar su nobleza y la simplicidad de su modo de pensar, pero que al mismo tiempo se abre al positivismo. Como el pensamiento de Nietzsche permanece preso de la idea de valor, no le queda más remedio que explicar lo más esencial del mismo de una manera regresiva en tanto que inversión de todos los valores. Sólo cuando se consigue comprender el pensamiento de Nietzsche con independencia de la noción de valor, llegamos al punto desde el que la obra del último pensador de la metafísica se convierte en una tarea del preguntar y la hostilidad de Nietzsche contra Wagner se comprende como una necesidad de nuestra historia. Heideggeriana: EIM
4) A proposiciones del tipo de la de Nietzsche no se las puede refutar; en efecto, una refutación, en el sentido de una demostración de que son incorrectas, no tiene aquí ningún sentido; toda proposición esencial remite a un fundamento que no puede eliminarse sino que, por el contrario, sólo exige que se ahonde en él de manera más profunda. Todos los respetos al sano entendimiento común, pero hay ámbitos, y son los más esenciales, a los que no llega. Hay algo que requiere un modo de pensar más estricto. Si la verdad ha de reinar en todo pensar, su esencia presumiblemente no puede ser pensada por el pensar común y sus reglas del juego. Heideggeriana: VontadePoder
Al modo de pensar que interpreta todos los fenómenos como expresión de la vida se lo suele llamar biológico. La “imagen del mundo” de Nietzsche, se dice, es biologista. Incluso si, en el caso de Nietzsche, no tomamos en serio de antemano esta caracterización tópica de su “imagen del mundo” a causa de una continua desconfianza frente a este tipo de títulos, no podremos negar, sin embargo, que las pocas frases citadas hablan con fuerza suficiente en favor de un modo de pensar “biologista”. Además, ya se ha señalado expresa y repetidamente la equivalencia entre las palabras fundamentales “mundo” y “vida”, que nombran ambas al ente en su totalidad. La vida, el curso de la vida, se dice en griego bios. Corresponde mejor al significado griego el empleo de “bios” en la palabra “biografía”, descripción de la vida. Biología, por el contrario, quiere decir: doctrina de la vida en el sentido de lo vegetal-animal. ¿Cómo un pensar cuyo pensamiento fundamental concibe al ente en su totalidad como “vida” no habría de ser biológico, más biológico aún que cualquier tipo de biología que conozcamos? Pero no sólo las palabras fundamentales sino que su proyecto, el proyecto que exige la nueva estimación de valor, delata el carácter “biológico” del pensar nietzscheano. Consideremos simplemente el título que encabeza el cuarto y último libro de La voluntad de poder. “disciplina y adiestramiento”. Aquí se pone como meta y como exigencia la idea de una regulación, dirección y “acrecentamiento” de la vida en el sentido de una planificación de la misma severamente instituida. No olvidemos que Nietzsche le ha dado a la figura suprema del hombre el nombre de “animal de presa” y que ve al hombre supremo como la “espléndida bestia rubia que erra voluptuosa en busca de presa y de victoria” (VII, 322); aquí ya no hay manera de escapar a la constatación de que la “imagen del mundo” de este pensador es un biologismo absoluto, no sólo en términos generales y como consecuencia de una inofensiva opinión erudita, sino de acuerdo con su voluntad pensante más íntima. Heideggeriana: VontadePoder
¿Por qué un modo de pensar metafísico no habría de ser biologista? ¿Dónde está escrito que esto sea un error? ¿No es, por el contrario, un pensar que comprende a todo el ente como algo viviente y como un fenómeno de la vida el que está más cerca de lo efectivamente real y por ello el más verdadero? “Vida”: ¿no nos resuena en esta palabra lo que comprendemos propiamente por “ser”? El propio Nietzsche observa en una oportunidad (La voluntad de poder, n. 582; 1885-1886): ” El “ser”: no tenemos de él otra representación más que “vivir”. ¿Cómo puede entonces “ser” algo muerto?”. Heideggeriana: VontadePoder
Este título de “biologismo”, tan ambiguo que no quiere decir nada, acierta evidentemente con el núcleo del pensar de Nietzsche. ¿De qué otra manera habríamos de comprender la concepción del valor como condición de la vida, la meta puesta en la “disciplina y adiestramiento”, la determinación prototípica del hombre en la figura del “animal de presa”, si no es como decidida interpretación del ente en su totalidad como “vida”, donde además la vida se interpreta en el sentido de lo animal posible de adiestramiento? Efectivamente, sería algo forzado y, además, un esfuerzo vano, pretender ocultar, o siquiera debilitar, el lenguaje biológico que está tan manifiesto en Nietzsche, pretender ignorar que ese lenguaje encierra un modo de pensar biológico y no es, por lo tanto, una capa externa. A pesar de ello, la caracterización usual, y en cierto sentido incluso correcta, del pensar nietzscheano como biologismo representa el obstáculo principal que impide avanzar hacia su pensamiento fundamental. Heideggeriana: VontadePoder
Más allá de una mera acumulación de conocimientos, toda ciencia sólo es saber, es decir custodia de un auténtico conocimiento preñado de decisión y que contribuye a crear historia, en la medida en que – expresado en el modo de pensar tradicional – piensa metafísicamente. Más allá del dominio meramente calculante de una región, toda ciencia sólo es un auténtico saber en cuanto se fundamenta metafísicamente, o cuando ha comprendido que esa fundamentación es una necesidad inamovible para su consistencia esencial. Heideggeriana: VontadePoder
Y efectivamente, estas consideraciones metafísicas, mientras se las mire sólo desde el horizonte visual de la ciencia y se las estime en relación con su modo de proceder, resultan indeterminadas e inaprehensibles. Esto no significa, sin embargo, que ese carácter de generalidad indeterminada pertenezca a la esencia de ese tipo de consideraciones, sino sólo significa lo siguiente: la meditación metafísica sobre la región de una ciencia – considerada dentro del horizonte visual de la ciencia correspondiente – aparece como algo indeterminado e infundado. Pero el horizonte visual de la ciencia del caso es no sólo demasiado estrecho sino simple y absolutamente insuficiente para aprehender su propia esencia. Pensar filosóficamente – suele pensar el investigador científico – quiere decir pensar sólo de modo más general e indeterminado de lo que él, el investigador exacto está acostumbrado a hacerlo. Olvida, o mejor dicho, no ha sabido nunca, no ha aprendido a saber ni ha querido saber, que con la exigencia de meditación metafísica se reclama un modo de pensar de un tipo diferente. El paso del pensar científico a la meditación metafísica es esencialmente más extraño y por lo tanto más difícil que el paso del pensar cotidiano precientífico al modo de pensar de una ciencia. Aquel paso es un salto. Éste es un continuo desplegar de la determinación previa de un modo de representación ya existente. Heideggeriana: VontadePoder
La meditación de la ciencia sobre sí misma tiene su perspectiva propia y su modo de preguntar propio, su propia forma de demostrar y su propia conceptualidad y en todo ello, su propia solidez y si, legalidad propia. Para poder llevar a cabo esta meditación metafísica sobre su región, el investigador científico tiene que trasladarse a un modo de pensar por principio distinto y familiarizarse con la idea de que tal meditación es algo esencialmente diferente de una mera ampliación y generalización en grado y extensión, o hasta de una degeneración del modo de pensar que practica en el trabajo investigador. Heideggeriana: VontadePoder
La exigencia de que la meditación regional tenga un modo de pensar de un tipo esencialmente diferente no significa, sin embargo, una reglamentación de la ciencia por parte de la filosofía, sino lo contrario: el reconocimiento de un saber superior escondido en cada ciencia y en el que se basa su dignidad. Evidentemente, no debe tomarse la relación entre la investigación científica y la meditación regional metafísica como si se tratara de dos edificios diferentes que se encuentran uno al lado del otro, fijos y definitivos, aquí “la ciencia” y allí “la filosofía”, de los que se pudiera entrar y salir para recoger aquí una información sobre los últimos descubrimientos científicos y allí la receta para un concepto filosófico. La ciencia y la meditación regional están ambas fundadas históricamente en el correspondiente dominio de una determinada interpretación del ser y se mueven siempre en el ámbito de dominio de una determinada concepción de la esencia de la verdad. En toda meditación de principio de la ciencia sobre sí se trata siempre de pasar por decisiones metafísicas que o bien ya han sido tomadas hace tiempo o bien se encuentran en preparación. Heideggeriana: VontadePoder
Ahora bien, si el lenguaje y el modo de pensar de Nietzsche ofrecen en gran medida, e incluso conscientemente, el aspecto de un biologismo, hay que preguntar: En primer lugar, si Nietzsche simplemente recoge y extiende conceptos y proposiciones básicas de la ciencia biológica sin saber que esos conceptos biológicos mismos contienen ya decisiones metafísicas. Si no opera de este modo, no tiene sentido hablar de biologismo. Heideggeriana: VontadePoder
La diferencia abismal entre esto y el modo de pensar de Nietzsche la muestra una nota de la época del Zaratustra (XIII, 276;1884): “Los monos son demasiado bonachones como para que el hombre pueda descender de ellos”. La animalidad del hombre tiene un fundamento metafísico más profundo que el que pueda enseñarse nunca de modo biológico-científico con la referencia a una especie animal existente que se asemeja aparentemente en ciertos aspectos de una manera exterior. Heideggeriana: VontadePoder
Una elucidación suficientemente precisa de esta constitución esencial de la vida se vuelve especialmente difícil en Nietzsche por el hecho de que con frecuencia sólo habla en general de lo viviente, sin tener en cuenta de modo expreso la frontera entre el hombre y el animal. A Nietzsche le es tanto más posible proceder sin reparos de esta manera en la medida en que el hombre – de acuerdo con el modo de pensar metafísico – ha sido establecido en su esencia como animal. Para Nietzsche el hombre es el animal que aún no ha sido fijado. Se trata de decidir en primer lugar en qué consiste la animalidad y en qué sentido hay que comprender la fijación esencial que se ha hecho hasta ahora del animal “hombre”, su distinción por medio de la racionalidad. Heideggeriana: VontadePoder
Con frecuencia Nietzsche equipara horizonte y perspectiva y por ello no llega nunca a exponer de manera clara su diferencia y su conexión. Esta falta de claridad se funda no sólo en el modo de pensar de Nietzsche sino también en la cosa misma. En efecto, horizonte y perspectiva están necesariamente coordinados y entrelazados, de modo tal que con frecuencia pueden ocupar uno el lugar del otro. Pero sobre todo, ambos se fundan en una figura esencial más originaria del ser humano (en el ser-ahí), que Nietzsche, lo mismo que toda metafísica anterior a él, ni ve ni puede ver. Heideggeriana: VontadePoder
Se trataba de poner de relieve el modo de pensar biológico de Nietzsche en todos los aspectos. Pero al mismo tiempo, y sobre todo, se trataba también de llegar a ver que Nietzsche, en un sentido totalmente concordante con la tradición de la metafísica occidental, busca captar la esencia de la razón desde la perspectiva del principio supremo del pensar, el principio de no contradicción. Heideggeriana: VontadePoder
Con lo dicho se revela que entonces la exposición que hemos hecho hasta ahora de la concepción nietzscheana de la esencia de la verdad tampoco podía brindar el resultado definitivo; que aún tenemos que dar el paso decisivo en su curso de pensamientos, si bien es cierto que sólo podremos darlo si sabemos lo anterior; en efecto, el paso extremo que da Nietzsche para determinar la esencia de la verdad no aparece de improviso. Pero tampoco se da “de suyo”, como podría pensarse con posterioridad, sino que surge de la falta de miramientos del pensar que vuelve siempre a comenzar de nuevo. En efecto, el pensar pensante tiene su propia continuidad. Consiste en la sucesión de inicios cada vez más iniciales, un modo de pensar que le es tan lejano al pensar científico que ni siquiera se puede decir que le sea simplemente opuesto. Ahora bien, si el curso de pensamientos hacia la voluntad de poder despliega el pensamiento único de Nietzsche, el conocimiento y la verdad tendrán que mostrarse desembozadamente como una forma de la voluntad de poder sólo allí donde ellas mismas sean pensadas en su esencia extrema. Heideggeriana: VontadePoder
Ser libre está aquí comprendido como ser libre para…, libre hacia…, como un proyectarse vinculante a una “perspectiva”, como un ir-más allá de sí mismo. De acuerdo con el fragmento Los caminos de la libertad, el auténtico ser libre es la “justicia”; en efecto, de ella se dice lo siguiente: “Justicia como modo de pensar constructivo, eliminador, aniquilador, a partir de las estimaciones de valor: supremo representante de la vida misma.” Heideggeriana: VontadePoder
La justicia como “modo de pensar”; y no como “un” modo entre otros. Nietzsche quiere destacar que la justicia – tal como él la entiende – tiene el carácter fundamental del pensar. Pero éste se ha determinado para nosotros de manera más precisa como inventar y ordenar. Es tal cuando no se trata del pensar cotidiano y ejercido directamente, del pensar en el sentido del calcular, que sólo se mueve dentro de un horizonte fijo, sin verlo, pero yendo sin embargo de aquí para allá en el interior de sus fronteras. El pensar es inventivo y ordenante cuando se trata de ese pensar en el que se fija de antemano y en general un horizonte cuya existencia proporciona una condición para la vitalidad de lo viviente. De este pensar se trata aquí, cuando Nietzsche comprende la justicia como modo de pensar; en efecto, dice expresamente: la justicia es el modo de pensar “a partir de las estimaciones de valor”. Heideggeriana: VontadePoder
Justicia es el pensar a partir de tales estimaciones de valor. Nietzsche habla aquí en términos absolutos, al decir: justicia como modo de pensar a partir de las estimaciones de valor; esto suena esencialmente diferente a decir: justicia es “un” modo de pensar a partir de estimaciones de valor. Heideggeriana: VontadePoder
Las tres determinaciones: construir, eliminar, aniquilar, caracterizan el modo de pensar en el que es concebida la justicia. Pero estas tres determinaciones no sólo están ordenadas siguiendo una determinada sucesión jerárquica, sino que, al mismo tiempo, y sobre todo, expresan la movilidad interna de ese pensar: al construir se yergue (erigiendo sólo entonces la altura) hacia esta última, y con ello lo mismo que así piensa se sobreeleva, se decide en contra de sí mismo y deja lo fijado debajo y detrás de sí. Este modo de pensar es un sobreelevarse, es el hacerse dueño de sí escalando, y erigiendo, una altura más elevada. Al elevarse sobreelevándose lo denominamos sobrepotenciamiento. Ésta es la esencia del poder. Heideggeriana: VontadePoder
¿Hacia dónde va este mirar previo que abre, qué vista ofrece? Nietzsche responde en primer lugar de modo indirecto nombrando las perspectivas más allá de las cuales se ve: “las pequeñas perspectivas del bien y del mal”. Bien y mal son los títulos que corresponden a las distinciones fundamentales de la “moral”. A la moral Nietzsche la comprende de modo metafísico. El “bien” es el “ideal”, la idea y lo que está aún más allá de ella, lo propiamente ente, ontos on. El “mal” es el nombre metafísico de lo que no debe ser un ente, el me on. Pero en esto reside la distinción del mundo verdadero (en sí ente) y el mundo aparente. Esta distinción alude a perspectivas respecto de las cuales la justicia ve más allá. Justicia es ir con la visión más allá de esas pequeñas perspectivas hacia una gran perspectiva. El ver más allá de las perspectivas tenidas hasta el momento corresponde al carácter eliminador del modo de pensar constructivo como el cual ha sido determinada anteriormente la justicia. Pero el construir se aclara ahora con el carácter de mirar lejos en torno, de abrir una gran perspectiva. La justicia no “tiene” una perspectiva, ella es la perspectiva misma en cuanto la erige, la abre y la mantiene abierta. Heideggeriana: VontadePoder
Si la justicia es el “supremo representante de la vida misma, si en la vida humana se revela propiamente la voluntad de poder, ¿ no se convierte la extensión de la justicia a poder fundamental del ente en general y la interpretación continua del ente en su totalidad como voluntad de poder en una humanización de todo ente? ¿No se piensa el mundo según la imagen del hombre? ¿No es un pensar tal puro antropomorfismo? Ciertamente, es el antropomorfismo del “gran estilo”, que se interesa por pocas cosas y de larga duración. Tampoco debemos creer que esta humanización se le tenga que presentar ahora a Nietzsche como una objeción. Él tenía conciencia del antropomorfismo de su metafísica. Tenía conciencia de él no sólo como de un modo de pensar en el que hubiera caído accidentalmente y del que no encontrara salida. Nietzsche quiere esta humanización de todo el ente y sólo la quiere a ella. Esto resulta claro en una breve nota del año 1884: “”Humanizar” el mundo, es decir, sentirnos en él cada vez más como señores” (La voluntad de poder, n. 614). Esta humanización no se realiza, sin embargo, a imagen de un hombre cualquier, cotidiano y normal, sino sobre la base de una interpretación del ser-hombre que, fundado en la “justicia”, es en el fondo de su esencia voluntad de poder. Heideggeriana: VontadePoder
La “fenomenología” en el sentido de Hegel es el llevar-se-al-concepto del ser como incondicionado aparecer a sí. “Fenomenología” no significa aquí el modo de pensar de un pensador sino la manera en que la subjetividad incondicionada, en cuanto representar (pensar) incondicionado que se aparece a sí, es ella misma el ser de todo ente. La “lógica” de Hegel forma parte de la “fenomenología” porque sólo en ella el aparecer a sí de la subjetividad incondicionada se vuelve incondicionado, en la medida en que incluso las condiciones de todo aparecer, las “categorías”, en su más propio representarse y abrirse como “logos”, son llevadas a la visibilidad de la idea absoluta. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
En una nota del año 1884 que lleva por título “Los caminos de la libertad”, Nietzsche dice: “Justicia como modo de pensar constructivo, eliminador, aniquilador, a partir de las estimaciones de valor: supremo representante de la vida misma.” (XIII, 42) Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Justicia, en cuanto “modo de pensar”, es un re-presentar, es decir un fijar “a partir de estimaciones de valor”. En este modo de pensar se fijan los valores, las condiciones de la voluntad de poder relativas a un punto de vista. Nietzsche no dice que Injusticia sea un modo de pensar entre otros a partir de (arbitrarias) estimaciones de valor. De acuerdo con su formulación, la justicia es un pensar a partir de “las” estimaciones de valor explícitamente llevadas acabo. Es el pensar en el sentido de la voluntad de poder, que es la única que pone valores. Este pensar no es una consecuencia de las estimaciones de valor, es el llevar a cabo la estimación misma. Esto queda atestiguado por la manera en que Nietzsche caracteriza la esencia de este “modo de pensar”. Tres determinaciones expresivas, y nombradas además en una sucesión esencial, guían la mirada esencial hacia su constitución. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
El modo de pensar es “constructivo”. Levanta aquello que no está aún como algo allí delante y quizá no lo llegue a estar nunca. El levantar es un erigir. Va hacia lo alto, y de manera tal que sólo así se abre y conquista la altura. La altura que se escala en el construir asegura la claridad de las condiciones bajo las cuales se encuentra la posibilidad de ordenar. Sólo desde la claridad de esta altura puede ordenarse de modo tal que en la orden todo obedecer se transfigure en querer. Esta altura señala la dirección hacia lo recto. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Las tres determinaciones de la esencia de la justicia como modo de pensar no sólo están ordenadas de acuerdo con su rango sino que expresan sobre todo la movilidad interna de este pensar. Construyendo se dirije hacia lo alto, erigiendo así la misma altura, de ese modo se eleva sobre si mismo, se diferencia respecto de lo inadecuado y erradica sus condiciones. La justicia, en cuanto tal pensar, es el devenir señor de sí mismo desde el escalar que a la vez erige la altura suprema. Ésta es la esencia de la voluntad de poder misma. Por eso los dos puntos del texto conducen a la enfática caracterización de la justicia en la que se recoge lo dicho: “supremo representante de la vida misma”. “Vida” es, para Nietzsche, sólo otra palabra para ser. Y ser es voluntad de poder. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
La justicia es un ir más allá, poniendo puntos de vista, de las perspectivas habidas hasta el momento. ¿En qué círculo visual pone sus puntos de visión este “modo de pensar constructivo”? Tiene “un horizonte de ventaja más amplio”. Nos quedamos sorprendidos. Una justicia que pone la mira en la ventaja indica de manera suficientemente capciosa y basta hacia el dominio de la utilidad, el aprovechamiento y el cálculo. Además, Nietzsche subraya en su manuscrito la palabra “ventaja”, para no dejar ninguna duda de que la justicia de la que aquí se trata se dirige esencialmente a la “ventaja”. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Sin embargo, la verdad sólo sigue siendo una especie de error y engaño mientras se la piense, de acuerdo con su concepto no desplegado, aunque corriente, como adecuación a lo real. Por el contrario, el proyecto que piensa el ente en su totalidad como “eterno retorno de lo mismo” es un pensar en el sentido de aquel eminente modo de pensar constructivo, eliminador y aniquilador. Su verdad es ele “supremo representante de la vida misma”. Del pensamiento que aquél piensa, se dice: “La vida misma creó este pensamiento, el más grave para, la vida”. Es verdadero porque es justo, en cuanto hace aparecer la esencia de la voluntad de poder en su forma suprema. La Voluntad de poder, en cuanto carácter fundamental del ente, justifica el eterno retorno de lo mismo como la “apariencia” en cuyo esplendor resplandece el triunfo supremo de la voluntad de poder. En esta victoria aparece la esencia acabada de la voluntad de poder misma. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
La superación de la Metafísica es pensada en el sentido de la historia acontecida del ser. Ella es el signo que anuncia la inicial torsión del olvido del ser. Anterior, aunque más oculto que este signo precursor, es lo que se muestra en este signo. Esto es el acaecimiento propio mismo. Lo que para el modo de pensar metafísico se muestra como un signo anunciador de otra cosa no cuenta más que como última apariencia de un despejamiento inicial. Heideggeriana: SM
Con la Metafísica de Nietzsche se ha consumado la Filosofía. Esto quiere decir: ha recorrido el círculo de las posibilidades que le estaban señaladas de antemano. La Metafísica consumada, que es el fundamento del modo de pensar planetario, proporciona el armazón de un ordenamiento de la tierra que presumiblemente va a ser largo. Este ordenamiento ya no necesita de la Filosofía porque ésta subyace ya a él. Pero con el fin de la Filosofía aún no ha terminado el pensar, sino que está pasando a un nuevo comienzo. Heideggeriana: SM
Como es natural, aquí se hace necesaria una aclaración acerca de nuestro discurso sobre el asunto del pensar, aclaración que, por otra parte, reclama nuestra atención siempre de nuevo. Al decir “el ser”, estamos usando la palabra en la generalidad más amplia e imprecisa. Pero ya sólo con hablar de una generalidad hemos pensado el ser de modo inadecuado, hemos representado el ser de una manera en la que él, el ser, nunca se da. La forma de comportarse del asunto del pensar, del ser, sigue siendo un estado de cosas único en su género que en principio nuestro usual modo de pensar nunca podrá aclarar suficientemente. Intentaremos dar un ejemplo teniendo en cuenta de antemano que, para la esencia del ser, no existe ejemplo (Beispiel) alguno en ningún lugar de lo ente, presumiblemente porque la esencia del ser es el propio juego. (Spiel) Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
Lo que llamamos de este modo, vuelve a conducir a nuestro pensar a ese ámbito del que ya no se puede hablar con las palabras rectoras de la metafísica: ser y ente, fundamento-fundamentado. Pues lo que nombran estas palabras, lo que representa el modo de pensar regido por ellas, procede, como lo diferente, de la diferencia. Su origen ya no se deja pensar dentro del horizonte de la metafísica. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
No nos detendremos todavía en la mutua pertenencia. ¿Pero, cómo podríamos adentrarnos allí?: apartándonos del modo de pensar representativo. Este apartarse hay que entenderlo como un salto que salta fuera de la representación usual del hombre como animal racional, que en la época moderna llegó a convertirse en sujeto para su objeto. .Al mismo tiempo, el salto salta fuera del ser. Ahora bien en, éste ha sido interpretado desde la aurora del pensamiento occidental como el fundamento en el que se funda todo ente en cuanto ente. Heideggeriana: PrincipioIdentidade
¿Acontece esto mediante la mediación dialéctica? ¿No es la apelación a ella, a pesar de su apariencia contraria, justamente, una absoluta y un desconocimiento de la finitud propia del pensar? ¿O bien acontece la experiencia del asunto del pensar a través de la intuición originariamente dada y finalmente fundante de lo inmediatizable? ¿No es el llamamiento a una intuición semejante, la misma apelación a un saber absoluto? ¿Y no permanecen la mediación y lo inmediato referidos del mismo modo al mediar? Exige el asunto del pensar un modo de pensar cuyo rasgo fundamental no es la dialéctica, ni la intuición? Para ello, únicamente la pregunta por la determinación del asunto del pensar puede preparar la respuesta. Heideggeriana: AssuntoPensar
SPIEGEL: Hemos nombrado ya a Kant, Hegel y Marx como grandes incitadores. Pero también de Leibniz han partido impulsos para el desarrollo de la física moderna y, con ello, para el surgimiento del mundo moderno. Creemos – lo ha dicho antes – que Vd. no cuenta ya hoy con tales efectos. HEIDEGGER: En el sentido de la filosofía, ya no. El papel que la filosofía ha tenido hasta ahora lo han asumido hoy las ciencias. Para esclarecer suficientemente el “efecto” del pensamiento tendríamos que dilucidar más detenidamente qué significan aquí efecto y acción de producir. Sería necesario distinguir cuidadosamente entre ocasión, impulso, fomento, ayuda, impedimento y cooperación. Pero sólo lograremos la dimensión adecuada para estas distinciones cuando hayamos dilucidado suficientemente el principio de razón. La filosofía se disuelve en ciencias particulares: la psicología, la lógica, la politología. SPIEGEL: ¿Y quién ocupa ahora el puesto de la filosofía? HEIDEGGER: La cibernética. SPIEGEL: ¿O la devoción, que se mantiene abierta? HEIDEGGER: Pero eso ya no es filosofía. SPIEGEL: ¿Qué es entonces? HEIDEGGER: Yo lo llamo el otro pensar. SPIEGEL: Vd. lo llama el otro pensar. ¿Podría formularlo un poco más claramente? HEIDEGGER: ¿Ha pensado Vd. en la frase con la que acaba mi conferencia “La cuestión de la técnica”: “Preguntar es la devoción del pensamiento”?. SPIEGEL: Hemos encontrado en el curso sobre Nietzsche una frase iluminadora. Dice Vd.: “Como en el pensamiento filosófico domina la más alta vinculación posible, por ello todos los grandes pensadores piensan lo mismo. Pero este “lo mismo” es tan fundamental y rico que nunca un individuo lo agota, sino que cada uno se vincula a los otros cada vez más rigurosamente”. Sin embargo, precisamente este edificio filosófico parece, en su opinión, haber llegado a su fin. HEIDEGGER: Ha llegado a su fin, pero no ha desaparecido, sino que se hace presente de nuevo en el diálogo. Todo mi trabajo en los cursos y seminarios de los últimos treinta años sólo ha sido, en lo fundamental, interpretación de la filosofía occidental. El retorno a las bases históricas del pensamiento, repensar las cuestiones todavía no cuestionadas desde la filosofía griega, no es disolver la tradición. Pero sí afirmo: el modo de pensar de la metafísica tradicional, que ha acabado con Nietzsche, no ofrece ya posibilidad alguna de experimentar con el pensamiento la era técnica que ahora comienza. Heideggeriana: DerSpiegel