juego del mundo

Pero esta historia de la metafísica en cuanto historia del desocultamiento del ente en cuanto tal, es la historia del ser mismo. La moderna metafísica de la subjetividad es la permisión (Zulassung) del ser mismo que, en el permanecer fuera de su verdad, ocasiona (veranlasst) el dejar fuera (Auslassen) de ese permanecer fuera. Pero la esencia del hombre, que, de modo oculto, es el albergue, perteneciente al ser mismo, del ser en su advenir, resulta tanto más dejada fuera cuanto más esenciantemente (wesender) se preserva este advenir en la forma de la sustracción del ser. Frente a su propia esencia, que permanece en la sustracción junto con el ser mismo, el hombre se vuelve inseguro, sin poder experimentar el origen ni la esencia de esa inseguridad. En su lugar, busca lo primariamente verdadero y consistente en la seguridad de sí mismo. Por eso aspira a un aseguramiento de sí en medio del ente que sea organizable por él mismo, para lo cual investiga al ente respecto de las posibilidades de aseguramiento nuevas y cada vez más fiables que ofrece. De este modo se muestra que, de entre todos los entes, el hombre se ve llevado a la inseguridad de una manera especial. Esto permite suponer que, precisamente en su relación con su esencia, es quien está puesto en juego en mayor grado. Con ello se alumbra la posibilidad de que el ente en cuanto tal pueda esenciar de modo tal que ponga todo en juego: que sea él mismo ese “juego del mundo”. Heideggeriana: NiilismoSer

En los años de trabajo para su planeada obra capital, Nietzsche reunió los pensamientos fundamentales de su metafísica en el siguiente poema. Forma parte de la serie de las “Canciones del Príncipe Vogelfrei”, que fuera agregada como “Apéndice” a la segunda edición (1887) de La gaya ciencia (V 349): A GOETHE – ¡Lo imperecedero – es sólo tu alegoría! – Dios, el insidioso, – una subrepticia invención de poeta… – La rueda del mundo, al rodar, – roza meta tras meta: – necesidad, lo llama el rencoroso, – y el bufón lo llama: – luego… – El juego del mundo, dominante, – mezcla ser y apariencia: – ¡Lo eterno bufonesco nos mezcla a nosotros – en él!… Heideggeriana: NiilismoSer

El carácter de juego del juego del mundo lo piensa la metafísica de Nietzsche del único modo en que puede pensarlo: desde la unidad de la voluntad de poder y el eterno retorno de lo mismo. Sin la referencia a esa unidad, la expresión “juego del mundo” quedaría vacía. Para Nietzsche es, sin embargo, una expresión pensada y en cuanto tal, pertenece al lenguaje de su metafísica. Heideggeriana: NiilismoSer

En el imperar a veces claro y a veces confuso del juego del mundo pensado metafísicamente, el ente en cuanto tal se desvela a veces como voluntad de voluntad y a veces vuelve a ocultarse. En todas partes, el ente en cuanto tal se ha llevado a un desocultamiento que lo hace aparecer como lo que se pone-sobre-sí y lo que se-lleva-a-sí-mismo-ante-sí. Éste es el rasgo fundamental de la subjetidad. El ente, en cuanto subjetidad, deja fuera de una manera decisiva la verdad del ser mismo, en la medida en que la subjetidad, desde su propia voluntad de aseguramiento, pone la verdad del ente como certeza. La subjetidad no es algo hecho por el hombre, sino que el hombre se asegura como el ente que está en conformidad con el ente en cuanto tal en la medida en que se quiere como sujeto-yo y como sujeto-nosotros, en que se re-presenta (vor-stellt) a sí y de ese modo se remite (zu-stellt) a sí. Heideggeriana: NiilismoSer

Ésta es la doctrina de quien enseña el eterno retorno de lo mismo. La voluntad de poder misma, el carácter fundamental del ente en cuanto tal, y no un “señor Nietzsche”, pone este pensamiento del eterno retorno de lo mismo. El supremo volver consistente de lo que carece de existencia consistente es el mayor obstáculo para el devenir. Mediante este obstáculo la voluntad de poder afirma la necesidad más íntima de su esencia. Pues así, a la inversa, el eterno retorno lleva al juego del mundo su poder condicionante. Bajo la presión de este grave peso, allí donde la referencia al ente en cuanto tal en su totalidad determine por esencia a un ente, se hará la experiencia de que el ser del ente tiene que ser la voluntad de poder. Pero el ente determinado por esa referencia es el hombre. La experiencia aludida traslada a la humanidad a una nueva verdad sobre el ente en cuanto tal en su totalidad. Pero puesto que la relación con el ente en cuanto tal en su totalidad distingue al hombre, sólo estando en el interior de tal relación éste conquista su esencia y se ofrece a la historia para que ésta llegue a su consumación. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Lo mismo puede decirse del espacio que espacializa, que da espacio a las localidades y los lugares: los libera a la vez que los entrega a ellos y asume lo con-temporáneo como tiempo espacial (Raum-Zeit). El espacio mismo, en la totalidad de su esencia. No se mueve, reposa en silencio. El retraer y el aportar del tiempo y el espacializar del espacio – dejando entrar y dejando salir pertenecen juntos a lo Mismo. al juego del silencio. acerca de lo cual no es posible meditar ahora. Lo Mismo, aquello que mantiene recogido en su esencia al tiempo-espacio. puede llamarse der ZeitSpielRaum. el Espacio (de) Juego (del) Tiempo. Lo Mismo del Espacio (de) Juego (del) Tiempo. Temporalizando-espacializando. En-camina el en-frente-mutuo de unas y otras de las cuatro regiones del mundo: tierra y cielo. dios y hombre – el juego del mundo. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

La última estrofa permite ya reconocer que Nietzsche piensa el “juego del mundo”, en cuanto “dominante”, desde la voluntad de poder. La voluntad de poder pone, a una con el “ser”, al mismo tiempo la “apariencia” (el arte) como condición de su acrecentamiento. Ambos, ser y apariencia se mezclan entre sí. Pero lo que mezcla, el modo en el que es la voluntad de poder, es llamado en el poema “lo eterno bufonesco”, “la rueda del mundo, al rodar”. Es el eterno retorno de lo mismo, que no pone ninguna meta imperecedera sino que sólo “roza meta tras meta”. Heideggeriana: NiilismoSer

La unidad de la voluntad de poder y el eterno retorno de lo mismo quiere decir: la voluntad de poder es en verdad la voluntad de voluntad, determinación en la que la metafísica de la subjetidad alcanza la cima de su despliegue, es decir su acabamiento. El concepto metafísico de “juego del mundo” nombra la afinidad según la historia del ser con lo que Goethe ha experimentado como “la naturaleza” y Heráclito como kosmou (cfr. fr. 30). Heideggeriana: NiilismoSer