Aquí nos tropezamos inmediatamente con una dificultad, en tanto no se ha logrado entre los historiadores ningún acuerdo completo sobre la finalidad y el objeto de la ciencia histórica. por eso lo que se decide aquí sobre este problema no tiene ninguna pretensión de ser definitivo y absoluto. Sin embargo esto no puede poner en peligro nuestro problema particular si nombramos sólo los momentos en el concepto de la ciencia histórica que en ella dejan en la función del concepto del tiempo. Heideggeriana: TempoHistoria
¿Por qué los cursos de pensamientos nietzscheanos hacia la voluntad de poder no confluyeron en una “obra” de este tipo? En estos casos, los historiadores, biógrafos y otros ejecutores de la curiosidad humana no muestran el menor desconcierto. En el “caso” Nietzsche hay además suficientes razones para explicar cumplidamente a la opinión corriente la falta de la obra capital. Heideggeriana: VontadePoder
Este conocer del conocer retrocede “por detrás” del conocer. ¿Pero de qué tipo de retroceso se trata? Se explica el conocer a partir de su proveniencia y a partir de “condiciones”, el conocer se convierte en algo explicado y conocido. ¿Se vuelve de esta manera más cognoscente, se somete así al dominio de su propia esencia? ¿Es este retroceso un retroceso que devuelve el conocer a su propia claridad esencial? ¿O se vuelve acaso más oscuro por obra de este retroceso explicativo? ¿Tan oscuro que se extingue toda luz, toda huella de la esencia del conocer? ¿Será quizás el conocer del conocer en cada caso la osadía de un paso pleno de consecuencias que da alguien una vez en milenios al aventurarse en algo no preguntado? Tenemos derecho a suponerlo, porque a pesar de los innumerables puntos de vista gnoseológicos que los historiadores saben referir, hay hasta ahora una única interpretación de la esencia del conocimiento, aquella para la que pusieron el fundamento los primeros pensadores griegos al determinar de manera decisiva el ser del ente, del ente en medio del cual se mueve todo conocer como un comportamiento, que a su vez es, de un ente respecto del ente. Heideggeriana: VontadePoder
SPIEGEL: Siempre ha sido, claro está, un malentendido de la filosofía pensar que el filósofo debía producir directamente con su filosofía algún tipo de efecto. Volvamos al principio. ¿No cabría entender el nacionalsocialismo como la realización de ese “encuentro planetario”, por un lado, y, por otro, como la última, peor, más fuerte y a la vez más importante protesta contra ese encuentro de la “técnica planetariamente establecida” y el hombre moderno? Manifiestamente hay en Vd. una tensión interna, pues muchos productos secundarios de su actividad no pueden verdaderamente explicarse más que porque Vd. se agarra con distintas partes de su ser, que no afectan al meollo filosófico, a muchas cosas que, como filósofo, sabe que no tienen consistencia, tales como los conceptos de “patria”, “arraigo” o similares. ¿Cómo se armoniza esto, técnica planetaria y patria? HEIDEGGER: Yo no diría eso. Me parece que Vd. toma la técnica como algo demasiado absoluto. Yo veo la situación del hombre en el mundo de la técnica planetaria no como un destino inextricable e inevitable, sino que, precisamente, veo la tarea del pensar en cooperar, dentro de sus límites, a que el hombre logre una relación satisfactoria con la esencia de la técnica. El nacionalsocialismo iba sin duda en esa dirección; pero esa gente era demasiado inexperta en el pensamiento como para lograr una relación realmente explícita con lo que hoy acontece y que está en marcha desde hace tres siglos. SPIEGEL: Esa explícita relación, ¿la tienen hoy los norteamericanos? HEIDEGGER: Tampoco la tienen. Están todavía enredados en un pensamiento que, como buen pragmatismo, ayuda sin duda al operar y manipular técnico, pero al mismo tiempo obstruye el camino de una reflexión sobre lo peculiar de la técnica moderna. Entretanto en los EE. UU. se suscitan aquí y allí intentos de liberarse del pensamiento pragmático-positivista. ¿Y quién de nosotros puede decidir si un día en Rusia y en China no resurgirán antiguas tradiciones del “pensamiento”, que colaboren a hacer posible para el hombre una relación libre con el mundo técnico? SPIEGEL: Pero si nadie la tiene y si el filósofo no puede dársela… HEIDEGGER: Hasta dónde podrá llegar mi pensamiento y en qué medida vaya a ser acogido y fructifique, es algo que no depende de mí. En 1957, en una conferencia titulada “El principio de identidad”, que pronuncié con ocasión del jubileo de la Universidad de Friburgo, me atreví a mostrar en unos pocos pasos en qué medida, a una experiencia pensante de aquello en lo que descansa lo peculiar de la técnica moderna, se le abre la posibilidad de que el hombre experimente la relación con una exigencia, que no sólo puede oír, sino que él mismo pertenece a ella. Mi pensamiento está en una ineludible relación con la poesía de Hölderlin. Tengo a Hölderlin no por un poeta cualquiera cuya obra es, junto a otras muchas, tema de los historiadores de la literatura. Hölderlin es para mí el poeta que enseña el futuro, que espera al dios, y que, por tanto, no puede quedar como mero objeto de investigación histórico-literaria. Heideggeriana: DerSpiegel