Da-sein del hombre – esto quiere decir, estar expuesto en el ente que se abre en cuanto tal – , es decir, estar en la verdad y en la no-verdad. Pero, esto – así lo hemos afirmado – entrega la posibilidad interna de que el ser del hombre sea histórico. Y puesto que el hombre se halla transferido a lo patente y, a su vez, al misterio, es que puede él, luchando por su determinación, puede él presentir su misión, apropiarse de su cometido y emprenderlas con lo que está ahí dado. No sólo puede, sino que – incluso – él tiene que ser histórico, porque precisamente ese exponerse al ente es, en sí mismo, ya, el traslado en el poder del tiempo [die Entrückung in die Macht der Zeit] según sus modos de extenderse como futuro, pasado y presente; pues, allí donde un pueblo pareciera estar sin historia, sucede esto siempre sólo como algo no-histórico, sea que haya sido arrojado fuera de la historia por su impotencia interna y no siga estando más a la altura de su misterio; sea que no es lo bastante fuerte, [o] verdaderamente histórico, que significa, en primer lugar, ser un pueblo. Heideggeriana: FilosofiaAlema
¿Cómo debemos determinar esta regalía, esta extensión del estar presente que entra en juego en el presente, en el pasado, en el futuro? ¿Reposa este extender en que nos alcanza, o nos alcanza porque es en sí un extender? Lo último es el caso. Advenir como todavía no presente, extiende y aporta simultáneamente lo ya no presente, el pasado, y a la inversa éste, el pasado, se extiende hasta alcanzar el futuro. La relación de cambio de ambos extiende y aporta simultáneamente al presente. Decimos “simultáneamente” y con ello adjudicamos al recíproco extenderse de futuro, pasado y presente, esto es, a su propia unidad, un carácter temporal. Heideggeriana: TempoYSer
Este proceder no es, manifiestamente, conforme a la cosa, supuesto que tengamos que nombrar “tiempo” a la ahora mostrada unidad del extender y exactamente a ella. Pues el tiempo no es él mismo nada temporal, tan escasamente como es algo ente. De ahí que no nos esté permitido decir que futuro, pasado y presente estén “simultáneamente” ante nosotros. Sin embargo, su recíproco ofrendar-se les pertenece en común. Su unificante unidad sólo puede determinarse desde lo que les es propio, que se ofrendan mutuamente. Pero ¿qué ofrendan mutuamente? No otra cosa que a sí mismos, y esto quiere decir: el estar-presente en ellos ofrendado. Con esto se esclarece lo que llamamos el espacio-tiempo. Pero con la palabra “tiempo” no mentamos ya la secuencia de la sucesión de ahoras. De acuerdo con esto, espacio-tiempo tampoco significa ya sólo la distancia entre dos “ahora” puntuales del tiempo calculado, al que tenemos en mente cuando, por ejemplo, constatamos: en el espacio temporal de cincuenta años sucedió esto y aquello. Espacio-tiempo nombra ahora lo abierto, que se esclarece en el recíproco-ofrendar-se de porvenir, pasado y presente. Solamente éste y sólo él abre o espacia al espacio que nos es habitualmente conocido su posible extensión. El esclarecedor y recíproco ofrendar-se de futuro, pasado y presente es él mismo preespacial; sólo por ello puede espaciar, esto es, dar espacio. Heideggeriana: TempoYSer
Antes de todo cálculo del tiempo y con independencia de él, lo propio del espacio-tiempo del tiempo auténtico reposa, empero, en el esclarecedor y recíproco ofrendar-se de futuro, pasado y presente. De acuerdo con esto es propio del tiempo auténtico y sólo de él lo que llamamos, dando fácilmente lugar a malinterpretado, dimensión, mensuración. Ésta reposa en el caracterizado ofrendar esclarecedor, en tanto que el porvenir aporta el pasado, este aquél, y la mutua relación de cambio de ambos el esclarecimiento de lo abierto. Pensado desde este triple ofrendar, se demuestra el tiempo propio como tridimensional. Dimensión – repitámoslo – es aquí pensada no sólo como ámbito de la posible medición, sino como el extenderse de un cabo a otro, como el ofrendar esclarecedor. Sólo éste permite representar y delimitar un ámbito de medida. Heideggeriana: TempoYSer