En oposición a interpretaciones de esta laya, se apunta que en toda la filosofía antigua no hay un tal idealismo. A esto ha de decirse, ciertamente, que la interpretación del pensamiento parmenídeo como “realismo” es igualmente insostenible, puesto que no se trata aquí de una toma de posición con respecto a la relación del ente en general con el sujeto entitativo (zum seienden Subjekt), sino de un primer alborear del problema metafísico propiamente tal del ser en general. No es cosa de si el sujeto pone al ente o si, en cuanto cognoscente, se rige según el ente, sino de en qué modo el hombre comprende en general algo así como ser. Precisamente quien, en teoría del conocimiento, no piensa en términos idealistas, se cree, particularmente hoy en día, en ventaja con respecto al así llamado criticismo y cree ser así el albacea de la tradición medieval y antigua, mientras que sólo representa el reverso del idealismo, es decir que también piensa en términos de teoría del conocimiento y no puede aprehender el problema; la verdad es que lo puede mucho menos. Heideggeriana: TranscendenciaST
Entonces, si se tiene siquiera alguna noción acerca del problema fundamental de la filosofía antigua y se la coge a ésta de manera suficientemente originaria en su raíz, de ningún modo puede tratarse de tomas de posición y puntos de vista en el sentido del realismo o del idealismo, y esto, desde luego, no sólo porque ambos sean igualmente insostenibles como preguntas gnoseológicas, sino porque en el problema fundamental (el ser) no se trata aún en absoluto de teoría del conocimiento, y [porque] este problema precede a todo problema del conocimiento. A fin de ver esto, desde luego tienen que haberse aprehendido efectivamente los problemas fundamentales de la metafísica antigua y se tiene que ver a través de ellos concretamente. Heideggeriana: TranscendenciaST
Llegados aquí no se puede esquivar por más tiempo la necesaria explicación de la terminología empleada. Desde la época de la fijación de su terminología, Hegel llama con el nombre “ente” a eso que se torna objetivo para la conciencia en el representar inmediato. Eso objetivo es lo que aparece representado unilateralmente, sólo desde el lado de lo que está enfrente, sin tomar en consideración al representar ni al que representa. El ser, en cuanto nombre para lo ente así denominado, es el nombre para aquello que, en verdad, todavía no es lo verdadero y real. Hegel usa “ser” para nombrar a la realidad que a su modo de ver aún no es verdadera También interpreta la filosofía antigua de acuerdo con esa pauta. Como ésta todavía no ha pisado la tierra de la filosofía, la autoconciencia, en la que por primera vez aquello objetivo representado es como tal, piensa lo real sólo como lo ente. “Ser” vale siempre para Hegel únicamente dentro de la limitación del “sólo ser”, porque lo verdaderamente ente es el ens acto, lo efectivamente real, cuya actualitas, realidad efectiva, consiste en el saber de la certeza que se sabe a sí misma. Ésta es la única que puede pretender ahora, a partir de la certeza del saber absoluto, ser siempre toda realidad esto es, “ser” la realidad. Y así es como el ser vuelve al lugar del que se supone tenía que haber desaparecido. Pero el saber absoluto de la ciencia no se hace cargo de ello. Heideggeriana: HegelExperiencia
Respecto de la confrontación con la filosofía antigua en su totalidad, que fuera aclarándose cada vez más, reconocí un día que, en el inicio de la filosofía occidental y, según esto también, para toda la filosofía posterior, la pregunta resultó ser rectora: ¿qué es el ente en cuanto tal? y que, sin embargo, nunca se preguntó: ¿qué es el ser mismo y en qué se funda y consiste la patencia del ser y su relación con el hombre? Sólo a través de mi encuentro con Husserl, cuyos escritos ya conocía yo, de antes, pero que precisamente había leído al igual que cualquier otro escrito filosófico, pude lograr una relación más viva y fructífera con la acción efectiva del preguntar y el describir fenomenológico. Heideggeriana: PerguntaSer