Aun cuando la delimitación formal de la problemática ontológica frente a la investigación óntica resulte fácil, la realización y, sobre todo, el planteamiento inicial de una analítica existencial del Dasein no carece de dificultades. En la tarea de esta última está contenido un desiderátum que inquieta desde hace mucho tiempo a la filosofía, en cuyo cumplimiento, sin embargo, ésta fracasa una y otra vez: la elaboración de la idea de un «concepto natural de mundo». Para abordar de un modo fructífero esta tarea pareciera ser favorable la riqueza de conocimientos disponibles sobre las más variadas y lejanas culturas y formas del Dasein. Pero esto es sólo una apariencia. En el fondo, esta sobreabundancia de conocimientos induce al desconocimiento del verdadero problema. La comparación y tipificación sincrética de todo no da de suyo un auténtico conocimiento esencial. La ordenación de una multiplicidad en un cuadro general no garantiza una verdadera comprensión de lo que queda ordenado. El auténtico principio ordenador tiene su propio contenido material, y éste no se encuentra nunca por medio de la ordenación misma, sino que ya está supuesto en ella. Así, por ejemplo, para clasificar imágenes del mundo es necesaria la idea explícita de mundo en general. Y si el «mundo» mismo es un constitutivum del Dasein, la elaboración conceptual del FENÓMENO DEL MUNDO exige una visión de las estructuras fundamentales del Dasein. STJR §11
Sin embargo, aunque en el progreso de la interpretación ontológica se comprobara que el estar a la mano es el modo de ser del ente inmediatamente descubierto dentro del mundo, y aunque se llegara a demostrar incluso su carácter originario frente al puro estar-ahí, ¿se habrá conseguido algo con lo hasta aquí explicitado para la comprensión ontológica del FENÓMENO DEL MUNDO? Porque, a decir verdad, en la interpretación de este ente intramundano el mundo ya ha sido siempre previamente «supuesto». La integración de estos entes en una suma total no produce ciertamente algo así como un «mundo». ¿Hay algún camino desde el ser de este ente hasta la exposición del FENÓMENO DEL MUNDO? STJR §15
Pero, ¿qué significa para la aclaración del FENÓMENO DEL MUNDO esta referencia al comparecer modificado de lo a la mano, en el que se revela su estar-ahí? Incluso con el análisis de esta modificación seguimos estando en el ser de lo intramundano; todavía no nos hemos acercado al FENÓMENO DEL MUNDO. No lo hemos captado aún, pero ahora tenemos la posibilidad de poner el fenómeno bajo la mirada. STJR §16
Las expresiones privativas tales como no-llamatividad, no-apremiosidad, no-rebeldía, apuntan a un carácter fenoménico positivo del ser de lo inmediatamente a la mano. Éstos «no» mientan ese carácter que es el contenerse [Ansichhalten] de lo a la mano, e. d. eso que tenemos a la vista al hablar de un ser-en-sí, ser en sí que, sin embargo, y característicamente, atribuimos «en primer lugar», a lo que está-ahí, en cuanto temáticamente constatable. Si se toma como punto de referencia primario y exclusivo el ente que está-ahí, la aclaración ontológica del «en-sí» resultará enteramente imposible. Sin embargo, si queremos que el hablar de un «en-sí» tenga relevancia ontológica, deberá exigirse una interpretación. Con mucha frecuencia nos referimos de un modo ónticamente enfático a este en-sí del ser y, desde un punto de vista fenoménico, con razón. Pero este recurso óntico no basta para satisfacer la necesidad del enunciado ontológico presuntamente establecido en él. Los anteriores análisis muestran claramente que el ser-en-sí del ente intramundano sólo es captable ontológicamente sobre la base del FENÓMENO DEL MUNDO. STJR §16
Al hacer la interpretación provisional de la estructura de ser de lo a la mano (de los «útiles») quedó a la vista el fenómeno de la remisión, aunque de un modo tan esquemático, que fue necesario subrayar al mismo tiempo la necesidad de poner al descubierto la procedencia ontológica de este fenómeno, que por lo pronto solamente se señalaba. Por otra parte, quedó en claro que la remisión y la totalidad remisional habrán de ser, en algún sentido, constitutivas de la mundaneidad misma. Hasta ahora sólo hemos visto resplandecer el mundo en y para determinadas maneras del ocuparse circunmundano de lo a la mano, y precisamente con el estar a la mano de éste. Mientras más avancemos, pues, en la comprensión del ser del ente intramundano, tanto más amplia y segura será la base fenoménica para poner al descubierto el FENÓMENO DEL MUNDO. STJR §17
El previo dejar-ser en respección hacia… se funda en la comprensión de algo así como un dejar-ser, un hacia-algo de la condición respectiva y un algo que está en condición respectiva. Todo esto y, además, lo que se halla a su base, como el para-esto, en cuanto término de la condición respectiva, el por-mor-de, al que en última instancia remonta todo para-qué, todo esto – decimos – tiene que estar previamente abierto en una cierta comprensibilidad. ¿Y qué es aquello en lo que el Dasein se comprende preontológicamente como un estar-en-el-mundo? En la comprensión del contexto referencial ya mencionado, desde un poder-ser asumido en forma expresa o inexpresa, en forma propia o impropia, por mor del cual él mismo es, el Dasein ya se ha remitido a sí mismo hacia un para-algo. Este último bosqueja un para-esto como posible hacia de un dejar-ser que por su misma estructura deja que algo quede vuelto hacia otra cosa. El Dasein se remite ya desde siempre y cada vez desde un por-mor-de a la cosa que está en condición respectiva; es decir, deja ya desde siempre y cada vez, en la medida en que él es, que el ente comparezca como algo a la mano. [El conjunto de todo] aquello en lo que el Dasein se comprende previamente en la modalidad del remitirse, es justo aquello con vistas a lo cual el ente es previamente dejado comparecer. El en-qué del comprender que se autorremite, entendido como aquello-con-vistas-a-lo-cual se deja comparecer a los entes que tienen el modo de ser de la condición respectiva, es el FENÓMENO DEL MUNDO. Y la estructura de aquello a lo que el Dasein se remite es lo que constituye la mundaneidad del mundo. STJR §18
Sólo gradualmente podrá esta investigación irse asegurando del concepto de la mundaneidad y de las estructuras implicadas en este fenómeno. Puesto que la interpretación [usual] del mundo toma su punto de partida primeramente en los entes intramundanos, y termina por perder de vista el FENÓMENO DEL MUNDO, vamos a intentar aclarar ontológicamente esta manera de abordar el problema, estudiándola en su realización quizá más extrema. Para ello, expondremos brevemente los rasgos fundamentales de la ontología del «mundo» en Descartes, nos preguntaremos, en seguida, por los supuestos en que ella se sustenta y trataremos de fijar el carácter de los mismos a la luz de los resultados a que hemos llegado hasta aquí. Esta disquisición tendrá por finalidad dar a conocer los «fundamentos» ontológicos, principialmente indiscutidos, en que se mueven las interpretaciones del mundo posteriores a Descartes, y más aún las anteriores a él. STJR §18
Surge entonces la siguiente pregunta crítica: esta ontología del «mundo» ¿busca en realidad el FENÓMENO DEL MUNDO, y si no lo hace, determina al menos un ente intramundano en tal forma que en él pueda hacerse visible su mundicidad? Ambas preguntas deben responderse negativamente. Por el contrario, el ente que Descartes intenta en principio comprender ontológicamente por medio de la extensio es tal que no puede ser descubierto si no se pasa a través de un ente intramundano inmediatamente a la mano. Pero, aunque esto sea verdadero, y por oscura que quede la caracterización ontológica de aquel particular ente intramundano que es la naturaleza, vale decir, la idea de sustancialidad y el sentido del existit y ad existendum incluidos en su definición, sigue en pie, sin embargo, la posibilidad de que el problema ontológico del mundo fuese de algún modo planteado y promovido por una ontología fundada en la distinción radical entre Dios, yo y «mundo». Pero si no se da siquiera esta posibilidad, entonces será necesario demostrar en forma explícita que Descartes no sólo ofrece posiblemente una determinación ontológica errada del mundo, sino que su interpretación y los fundamentos de ella conducían a pasar por alto tanto el FENÓMENO DEL MUNDO como el ser del ente intramundano inmediatamente a la mano. STJR §21
Pero, con estas reflexiones críticas, ¿no le estamos exigiendo a Descartes que resuelva un problema enteramente ajeno a su horizonte, y «demostrando» luego que ese problema no fue resuelto por él? ¿Cómo podría Descartes identificar un determinado ente intramundano y su ser con el mundo, si ni siquiera conoce el FENÓMENO DEL MUNDO ni por ende, algo así como una intramundaneidad? STJR §21
Una discusión a fondo no debe atenerse sólo a las tesis doxográficamente comprobables, sino que debe orientarse por la tendencia efectiva de la problemática cuestionada, aunque ésta no sobrepase los límites de una comprensión vulgar. Que Descartes, al hablar de la res cogitans y de la res extensa, no sólo quería plantear el problema del «yo y el mundo», sino que pretendía solucionarlo radicalmente, resulta claro por lo que dice en sus Meditaciones (cf. especialmente la I y la VI). Las discusiones precedentes estaban destinadas a mostrar que la orientación ontológica fundamental que Descartes toma de la tradición sin ninguna crítica positiva de ella, le hizo imposible el descubrimiento de una problemática ontológica originaria del Dasein, y tenía que bloquearle la mirada para el FENÓMENO DEL MUNDO, provocando la reducción de la ontología del «mundo» a la ontología de un determinado ente intramundano. STJR §21
¿Por qué se pasó por alto, en el comienzo de la tradición ontológica decisiva para nosotros – explícitamente, en Parménides – el FENÓMENO DEL MUNDO? ¿De dónde procede el constante retorno de este pasar por alto? STJR §21
El fenómeno del espacio no constituye ni la única ni la primaria determinación ontológica del ser del ente intramundano. Menos aun es el espacio lo constitutivo del FENÓMENO DEL MUNDO. El espacio sólo puede concebirse a partir del mundo. Al espacio no se llega por la desmundanización del mundo circundante, sino que la espacialidad puede ser descubierta únicamente sobre la base del mundo, y de tal manera que sin embargo el espacio es con-constitutivo del mundo, en razón de la esencial espacialidad del Dasein mismo en lo que concierne a su constitución fundamental de estar-en-el-mundo. STJR §24
El análisis de la mundaneidad del mundo tuvo constantemente ante la mirada el fenómeno del estar-en-el-mundo en su totalidad, sin que por ello se destacaran todos sus momentos constitutivos con la misma claridad fenoménica que el FENÓMENO DEL MUNDO mismo. La interpretación ontológica del mundo partió del análisis del ente intramundano porque el Dasein en su cotidianidad, que sigue siendo en todo momento nuestro punto de vista, no sólo está de un modo general en un mundo, sino que corrientemente se comporta en relación al mundo de un modo particular: inmediata y regularmente, el Dasein está absorbido por su mundo. Este modo de ser del absorberse en el mundo y, por consiguiente, el estar-en, sobre el cual ese modo se funda, determinan esencialmente el fenómeno que ahora examinamos al preguntar: ¿quién es el Dasein en la cotidianidad? Todas las estructuras de ser del Dasein y, por ende, también el fenómeno que responde a la pregunta por el quién, son modalidades de su ser. Su carácter ontológico es existencial. De ahí la necesidad de un planteamiento correcto de la pregunta y también la necesidad de trazar el camino que ha de servir para poner ante la mirada este nuevo ámbito fenoménico de la cotidianidad del Dasein. La indagación dirigida hacia el fenómeno que permite responder a la pregunta por el quién, conduce hacia estructuras del Dasein que son co-originarias con el estar-en-el-mundo: el coestar [Mitsein] y la coexistencia [Mitdasein]. En este modo de ser se funda el modo cotidiano de ser-sí-mismo, cuya explicación hace visible eso que podemos llamar el «sujeto» de la cotidianidad: el «se» o el «uno» [das Man]. El capítulo sobre el quién del Dasein de término medio tiene, pues, la siguiente articulación: 1. El planteamiento de la pregunta existencial por el quién del Dasein (§ 25); 2. La coexistencia de los otros y el coestar cotidiano (§ 26); 3. El ser-sí-mismo cotidiano y el uno (§ 27). STJR §24
Así como la evidencia óntica del ser-en-sí del ente intramundano nos lleva a considerar ontológicamente evidente el sentido de este ser, haciéndonos pasar por alto el FENÓMENO DEL MUNDO, así también la evidencia óntica del hecho de que el Dasein es siempre mío lleva en sí la posibilidad de una tergiversación de la correspondiente problemática ontológica. Por lo pronto, el quién del Dasein no es solamente un problema ontológico, sino que se encuentra también ónticamente encubierto. STJR §25
La pregunta si hay siquiera un mundo y si acaso su ser pueda demostrarse, es, en cuanto pregunta que plantea el Dasein como estar-en-el-mundo – ¿y quién otro podría plantearla? – una pregunta sin sentido. Además, está afectada de ambigüedad. El mundo en cuanto el dónde del estar-en y el «mundo» en cuanto ente intramundano, en cuanto «en qué» del absorberse de la ocupación, quedan confundidos o no han sido aún distinguidos. Pero el mundo está esencialmente abierto con el ser del Dasein; y el «mundo» ya está siempre descubierto con la aperturidad del mundo. Sin embargo, el ente intramundano, precisamente en el sentido de lo real, de lo que sólo está-ahí, puede quedar todavía encubierto. Pero incluso lo real mismo sólo es descubrible sobre la base de un mundo ya abierto. Y tan sólo sobre esta base puede lo real quedar todavía oculto. La pregunta por la «realidad» del «mundo exterior» queda planteada sin que se aclare previamente el FENÓMENO DEL MUNDO en cuanto tal. Fácticamente, el «problema del mundo exterior» se orienta en todo momento por el ente intramundano (las cosas y los objetos). Y de esta manera, tales discusiones conducen hacia una problemática ontológicamente casi inextricable. STJR §43
Si el término realidad nombra el ser del ente intramundano que está-ahí (res) – y no es otra cosa lo que se entiende por realidad – , esto significa, para el análisis de este modo de ser, que el ente intramundano sólo puede ser concebido ontológicamente si se ha aclarado el fenómeno de la intramundaneidad. Ahora bien, la intramundaneidad se funda en el FENÓMENO DEL MUNDO, el cual, a su vez, como momento esencial de la estructura del estar-en-el-mundo, pertenece a la constitución fundamental del Dasein. El estar-en-el-mundo, por su parte, está ontológicamente articulado en la totalidad estructural del ser del Dasein, caracterizada ya como cuidado. Pero de este modo quedan especificados los fundamentos y horizontes que es necesario aclarar previamente para hacer posible el análisis de la realidad. Sólo dentro de este contexto se hace ontológicamente comprensible el carácter del en-sí. El ser del ente intramundano fue interpretado en los análisis hechos más arriba tomando como punto de referencia este contexto problemático . STJR §43
Pero estas representaciones son para él lo «empírico» que es «acompañado» por el yo, los fenómenos a los que éste «adhiere». Pero Kant no muestra en ninguna parte el modo de ser de este «adherir» y aquel «acompañar». En el fondo, este modo es comprendido como un constante co-estar-ahí del yo y sus representaciones. Es cierto que Kant evitó disociar el yo del pensar, pero sin plantear el «yo pienso» en la plenitud de su contenido esencial como un «yo pienso algo» y, sobre todo, sin ver el «supuesto» ontológico del «yo pienso algo» como determinación fundamental del sí-mismo. En efecto, tampoco el planteamiento del «yo pienso algo» está ontológicamente bien determinado, ya que el «algo» mismo queda indeterminado. Si lo que se comprende con ese «algo» es un ente intramundano, entonces allí se encuentra en forma tácita el supuesto del mundo; ahora bien, este fenómeno codetermina justamente la constitución de ser del yo, si el yo ha de poder ser algo así como un «yo pienso algo». El decir «yo» apunta al ente que soy yo, entendido como «yo-estoy-en-un-mundo». Kant no vio el FENÓMENO DEL MUNDO, y fue lo bastante consecuente como para mantener las «representaciones» lejos del contenido apriorístico del «yo pienso». Pero con esto el yo fue reducido forzadamente a la condición de sujeto aislado que acompaña a las representaciones de una manera ontológica enteramente indeterminada. STJR §64
Para volver a poner bajo la mirada fenomenológica los fenómenos examinados en el análisis preparatorio, bastará con una simple referencia a los estadios recorridos. La determinación del cuidado fue el resultado del análisis de la aperturidad constitutiva del ser del «Ahí». La aclaración de este fenómeno implicaba la previa interpretación de la constitución fundamental del Dasein, del estar-en-el-mundo. La investigación tuvo que empezar con la caracterización de este fenómeno, a fin de asegurarse desde el comienzo un horizonte fenoménico suficiente, frente a las preconcepciones ontológicas inadecuadas y ordinariamente tácitas acerca del Dasein. El estar-en-el-mundo fue concebido primeramente en relación al FENÓMENO DEL MUNDO. De esta manera, una vez hecha la caracterización óntico-ontológica de lo a la mano y de lo que está-ahí «en» el mundo circundante, la investigación puso de relieve la intramundaneidad, a fin de hacer visible en ésta el fenómeno de la mundaneidad en general. Ahora bien, la estructura de la mundaneidad, la significatividad, mostró estar articulada con aquello hacia lo que se proyecta el comprender que forma parte esencial de la aperturidad, es decir, con el poder-ser del Dasein, por mor del cual el Dasein existe. STJR §67
La interpretación tempórea del Dasein cotidiano debe comenzar con las estructuras en que se constituye la aperturidad. Ellas son: el comprender, la disposición afectiva, la caída y el discurso. Los modos de temporización de la temporeidad que deberán descubrirse en relación a estos fenómenos darán el fundamento para determinar la temporeidad del estar-en-el-mundo. Esto nos llevará de nuevo al FENÓMENO DEL MUNDO y permitirá acotar la problemática tempórea específica de la mundaneidad. Este trabajo deberá confirmarse mediante la caracterización del estar-en-el-mundo inmediatamente cotidiano, es decir, de la ocupación circunspectiva cadente. La temporeidad de esta última hace posible la modificación de la circunspección en percepción contemplativa y en el conocimiento teorético fundado en ella. La temporeidad del estar-en-el-mundo que así sale a luz, se muestra a la vez como fundamento de la específica espacialidad del Dasein. Será necesario mostrar la constitución tempórea de la desalejación y de la direccionalidad. El conjunto de estos análisis revelará una posibilidad de temporización de la temporeidad que funda ontológicamente la impropiedad del Dasein, y conducirá ante la pregunta acerca del modo como debe comprenderse el carácter tempóreo de la cotidianidad, el sentido tempóreo del «inmediata y regularmente», del cual hemos hecho constante uso hasta ahora. La exposición de este problema hará ver hasta qué punto la aclaración del fenómeno alcanzada hasta ese momento es insuficiente. STJR §67