factum

Faktum

En cuanto búsqueda, el preguntar está necesitado de una previa conducción de parte de lo buscado. Por consiguiente, el sentido del ser ya debe estar de alguna manera a nuestra disposición. Como se ha dicho, nos movemos desde siempre en una comprensión del ser. Desde ella brota la pregunta explícita por el sentido del ser y la tendencia a su concepto. No sabemos lo que significa «ser». Pero ya cuando preguntamos: «¿qué es “ser”?», nos movemos en una comprensión del «es», sin que podamos fijar conceptualmente lo que significa el «es». Ni siquiera conocemos el horizonte desde el cual deberíamos captar y fijar ese sentido. Esta comprensión del ser mediana y vaga es un FACTUM. STJR §2

El «estar en medio» del mundo (das «Sein bei» der Welt), como existencial, no mienta jamás algo así como el mero estar-juntas de cosas que están-ahí. No hay algo así como un «estar-juntos» del ente llamado «Dasein» con otro ente llamado «mundo». Es cierto que a veces expresamos el estar-juntas de dos cosas que están-ahí diciendo, por ejemplo: «la mesa está “junto” a la puerta (“bei” der Tür)», «la silla “toca” la pared». En rigor, nunca se puede hablar aquí de «tocar», no tanto porque siempre es posible, en último término, después de un examen preciso, constatar un espacio intermedio entre la silla y la pared, cuanto porque la silla no puede, en principio, tocar la pared, aunque el espacio intermedio fuese nulo. Supuesto previo para ello sería que la pared pudiese comparecer «para» la silla. Un ente puede tocar a otro ente que está-ahí dentro del mundo sólo si por naturaleza tiene el modo de ser del estar-en, si con su Dasein ya le está descubierto algo así como un mundo, desde el cual aquel ente se pueda manifestar a través del contacto, para volverse así accesible en su estar-ahí. Dos entes que están-ahí dentro del mundo y que, además, por sí mismos carecen de mundo, no pueden «tocarse» jamás, ninguno de ellos puede «estar junto» al otro. La frase adicional «que, además, carecen de mundo», no debe ser omitida, porque también un ente que no carece de mundo, por ej. el Dasein mismo, está-ahí «en» el mundo; dicho más exactamente: puede, con cierto derecho, y dentro de ciertos límites, ser considerado como sólo estando-ahí. Para ello es necesario prescindir enteramente de la constitución existencial del estar-en, o no verla en absoluto. Sin embargo, no se debe confundir esta forma de considerar al «Dasein» como algo que está-ahí y que no hace más que estar-ahí, con una manera de «estar-ahí» que es exclusivamente propia del Dasein. Esta manera de estar-ahí no se hace accesible prescindiendo de las estructuras específicas del Dasein, sino sólo en la previa comprensión de ellas. El Dasein comprende su ser más propio como un cierto «estar-ahí de hecho». Y sin embargo, el «carácter fáctico» del hecho del propio existir (Dasein) es, desde el punto de vista ontológico, radicalmente diferente del estar presente fáctico de una especie mineral. El carácter fáctico del FACTUM Dasein, que es la forma que cobra cada vez todo Dasein, es lo que llamamos facticidad del Dasein. La complicada estructura de esta determinación de ser sólo es captable, incluso como problema, a la luz de las estructuras existenciales fundamentales del Dasein que ya han sido puestas de relieve. El concepto de facticidad implica: el estar-en-el-mundo de un ente «intramundano», en forma tal que este ente se pueda comprender como ligado en su «destino» al ser del ente que comparece para él dentro de su propio mundo. STJR §12

Frente al problema de un análisis ontológico de la mundaneidad del mundo, la ontología tradicional – cuando llega siquiera a ver el problema – se mueve en un callejón sin salida. Por otra parte, una interpretación de la mundaneidad del Dasein y de las posibilidades y especies de su mundanización deberá mostrar por qué el Dasein en el modo de ser del conocimiento del mundo omite, óntica y ontológicamente, el fenómeno de la mundaneidad. Pero, el FACTUM de esta omisión implica, a la vez, la advertencia de que se requiere particulares precauciones si se desea lograr, para el acceso al fenómeno de la mundaneidad, el adecuado punto de partida fenoménico que haga imposible aquella omisión. STJR §14

El «remitir» que es el señalar se funda, en cambio, en la estructura de ser del útil, en la utilidad-para. Pero esta sola no basta para hacer de un ente un signo. También el útil «martillo» está constituido por una utilidad, pero no por ello el martillo se convierte en signo. La «remisión» que es el señalar es la concreción óntica del para-qué (Wozu) de una utilidad y determina a un útil a este para-qué (Wozu). En cambio, la remisión que es la «utilidad para» es una determinación ontológico-categorial del útil en cuanto útil. Que el para-qué (Wozu) de la utilidad cobre su concreción en el señalar es accidental a la estructura del útil en cuanto tal. Ya en este ejemplo de signo se deja ver a grandes rasgos la diferencia entre la remisión como utilidad y la remisión como señalar. Lejos de coincidir entre sí, estas dos cosas hacen posible en su unidad la concreción de una determinada especie de útil. Ahora bien, si es cierto que el señalar es fundamentalmente distinto del remitir en cuanto estructura del útil, no menos indiscutible es que el signo tiene una relación peculiar e incluso privilegiada con el modo de ser del todo de útiles cada vez a la mano en el mundo circundante y con su mundicidad. El útil señalizador tiene un uso preferente en el trato de la ocupación. Sin embargo, desde un punto de vista ontológico no es posible limitarse a la mera constatación de este FACTUM. Se debe aclarar también la razón y el sentido de este carácter preferencial. STJR §17

En el temple de ánimo, el Dasein ya está siempre afectivamente abierto como aquel ente al que la existencia (Dasein) le ha sido confiada en su ser, un ser que él tiene que ser existiendo. Abierto no quiere decir conocido como tal. Y justamente en la más indiferente y anodina cotidianidad el ser del Dasein puede irrumpir como el nudo FACTUM de «que es y tiene que ser». Lo que se muestra es el puro «que es»; el de-dónde (Woher) y el adónde (Wohin) quedan en la oscuridad. Que con pareja cotidianidad el Dasein no «ceda» a tales estados de ánimo, es decir que no sea dócil a su abrir y que no se deje llevar ante lo abierto, no es una prueba en contra del dato fenoménico de la aperturidad afectiva del ser del Ahí en su «que» (es), sino una confirmación del mismo. Por lo regular, el Dasein esquiva, de un modo óntico-existentivo, el ser que ha sido abierto en el estado de ánimo; desde un punto de vista ontológico-existencial esto significa: en eso mismo a lo que semejante estado de ánimo no se vuelve, se desvela el Dasein en su estar entregado al Ahí. En el mismo esquivar, está abierto el Ahí. STJR §29

Este carácter de ser del Dasein, oculto en su de-dónde (Woher) y adónde (Wohin), pero claramente abierto en sí mismo, es decir, en el «que es» (Dass), es lo que llamamos la condición de arrojado de este ente en su Ahí; de modo que, en cuanto estar-en-el-mundo, el Dasein es el Ahí. El término «condición de arrojado» mienta la facticidad de la entrega a sí mismo. El FACTUM de «que es y tiene que ser» (Dass es ist und zu sein hat), abierto en la disposición afectiva del Dasein, no es aquel «que (es)» (Dass) que ontológico-categorialmente expresa el carácter de hecho, propio del estar-ahí (Vorhandenheit). Este carácter sólo es accesible a la constatación que se origina en la mirada contemplativa. En cambio, el «que (es)» abierto en la disposición afectiva debe concebirse como determinación existencial del ente que es en la forma del estar-en-el-mundo. La facticidad no es el carácter de hecho del FACTUM brutum de algo que está-ahí, sino un carácter de ser del Dasein, asumido en la existencia, aunque, por lo pronto, reprimido. El «que (es)» de la facticidad jamás puede ser hallado en una intuición. STJR §29

El ente que tiene el carácter de Dasein es su Ahí de un modo tal que, explícitamente o no, se encuentra a sí mismo en su condición de arrojado. En la disposición afectiva, el Dasein ya está siempre puesto ante sí mismo, ya siempre se ha encontrado, no en la forma de una auto-percepción, sino en la de un encontrarse afectivamente dispuesto. Como ente que está entregado a su ser, el Dasein queda entregado también al FACTUM de que ya siempre ha debido encontrarse – pero en un encontrarse que, más que en un directo buscar, se origina en un huir. El estado de ánimo no abre mirando hacia la condición de arrojado, sino en la forma de una conversión o una aversión. De ordinario, el estado de ánimo no se vuelve hacia el carácter de carga que el Dasein manifiesta en él, y menos aun cuando se encuentra liberado de esa carga en el estado de ánimo elevado. Esta aversión es siempre lo que es, en la forma de la disposición afectiva. STJR §29

Disposición afectiva y comprender caracterizan como existenciales la aperturidad originaria del estar-en-el-mundo. En el modo del temple anímico, el Dasein «ve» posibilidades desde las cuales él es. En la apertura proyectante de estas posibilidades él ya está siempre anímicamente templado. El proyecto del poder-ser más propio está entregado al FACTUM de la condición de arrojado en el Ahí. ¿No se torna más enigmático el ser del Dasein con la explicación de la estructura existencial del ser del Ahí en el sentido del proyecto arrojado? Efectivamente. Es necesario que dejemos salir primero a luz toda la enigmaticidad de este ser, aunque sólo sea para fracasar de un modo genuino en la «solución» y poder así plantear de nuevo la pregunta por el ser del estar-en-el-mundo arrojado y proyectante. STJR §31

El comprender, en cuanto aperturidad del Ahí, atañe siempre a la totalidad del estar-en-el-mundo. En todo comprender del mundo está comprendida también la existencia, y viceversa. Además, toda interpretación se mueve en la estructura de prioridad ya caracterizada. Toda interpretación que haya de aportar comprensión debe haber comprendido ya lo que en ella se ha de interpretar. Este hecho siempre ha sido advertido, aunque tan sólo en el ámbito de las formas derivadas del comprender y la interpretación, en la interpretación filológica. La interpretación filológica pertenece al ámbito del conocimiento científico. Este conocimiento pide el rigor de la demostración evidenciante. La demostración científica no debe presuponer lo que ella tiene que demostrar. Pero si la interpretación debe moverse ya siempre en lo comprendido y nutrirse de ello, ¿cómo podrá producir resultados científicos sin moverse en un círculo, sobre todo si la comprensión presupuesta se basa, por otra parte, en el conocimiento ordinario del hombre y del mundo? Ahora bien, según las más elementales reglas de la lógica, el círculo es un circulus vitiosus. Pero de esta manera el quehacer de la interpretación histórica queda excluido a priori del dominio del conocimiento riguroso. Mientras no se elimine este FACTUM del círculo en el comprender, la historiografía tendrá que resignarse a posibilidades de conocimiento menos rigurosas. Ella podrá compensar, en cierta medida, esta deficiencia mediante la «significación espiritual» de sus «objetos». Pero ciertamente el ideal sería, incluso en opinión de los propios historiadores, que el círculo pudiese ser evitado y hubiese esperanza de crear algún día una ciencia histórica que fuese tan independiente del punto de vista del observador como presuntamente lo es el conocimiento de la naturaleza. STJR §32

La expresión «habladuría» («Gerede») no debe entenderse aquí en sentido peyorativo. Terminológicamente significa un fenómeno positivo, que constituye el modo de ser del comprender y de la interpretación del Dasein cotidiano. Ordinariamente el discurso se expresa y ya se ha expresado siempre en palabras. El discurso es lenguaje. Pero entonces, en lo expresado en el lenguaje subyace una comprensión e interpretación. En su condición de expresado, el lenguaje lleva en sí un estado interpretativo de la comprensión del Dasein. Este estado interpretativo, al igual que el lenguaje mismo, no se reduce a estar-ahí, sino que su ser es, también él, a la manera del Dasein. Al estado interpretativo está entregado el Dasein en forma inmediata y, dentro de ciertos límites, constantemente; él regula y distribuye las posibilidades del comprender mediano y de la correspondiente disposición afectiva. La expresión lingüística alberga, en el todo articulado de sus conexiones de significación, una comprensión del mundo abierto y, cooriginariamente con ella, una comprensión de la coexistencia de los otros y del propio estar-en. Esta comprensión que está depositada en la expresión lingüística concierne tanto a la manera, alcanzada o recibida, como se descubre el ente, cuanto a la correspondiente comprensión del ser, y a las posibilidades y horizontes disponibles para una ulterior interpretación y articulación conceptual. Pero, por sobre la simple referencia al FACTUM de este estado interpretativo del Dasein, será necesario preguntar ahora por el modo existencial de ser del discurso ya expresado o en vías de expresarse (Sichaussprechen). Si el discurso no puede ser concebido como algo que está-ahí, ¿cuál es su ser, y qué nos dice éste fundamentalmente acerca del modo cotidiano de ser del Dasein? STJR §35

La caída no determina tan sólo existencialmente al estar-en-el-mundo. El torbellino (Wirbel) pone de manifiesto también el carácter de lanzamiento y de movilidad de la condición de arrojado, condición que en la disposición afectiva del Dasein puede imponérsele a éste mismo. La condición de arrojado no sólo no es un «hecho consumado», sino que tampoco es un FACTUM plenamente acabado. Es propio de la facticidad de este FACTUM que el Dasein, mientras es lo que es, se halla en estado de lanzamiento y es absorbido en el torbellino (Wirbel) de la impropiedad del uno. La condición de arrojado, en la que la facticidad se deja ver fenoménicamente, pertenece a ese Dasein al que en su ser le va este mismo ser. El Dasein existe fácticamente. STJR §38

Fácticamente, la mayor parte de las veces el estado de ánimo de la desazón queda también existentivamente incomprendido. Dado el predominio de la caída y de lo público, la «verdadera» angustia es, además, infrecuente. A menudo la angustia está «fisiológicamente» condicionada. Este FACTUM es, en su facticidad misma, un problema ontológico; no sólo es un problema la averiguación óntica de su causa y de la forma de su decurso. El desencadenamiento fisiológico de la angustia sólo es posible porque el Dasein se angustia en el fondo de su ser. STJR §40

Sin embargo, lo que en el orden de las conexiones de fundamentación ontológico-existenciales es lo último, pasa óntica y fácticamente por ser lo primero y más inmediato. Pero la necesidad de este FACTUM se funda, a su vez, en el modo de ser del Dasein mismo. Absorbiéndose en los quehaceres de la ocupación, el Dasein se comprende desde lo que comparece dentro del mundo. El estar al descubierto que forma parte del descubrir es algo que, dentro del mundo, encontramos inmediatamente en lo expresado. Pero no es sólo la verdad lo que comparece como algo que está-ahí, sino que, de un modo general, la comprensión del ser comprende todo ente, en primer lugar, como estando-ahí. La reflexión ontológica inmediata sobre la «verdad» que primero comparece ónticamente comprende, a su vez, el logos (enunciado) como un logos tinos (enunciado sobre…, estar al descubierto de…), pero interpreta este fenómeno como algo que está-ahí y en función de su posible estar-ahí. Pero, dado que ese estar-ahí es identificado con el sentido del ser en general, no puede siquiera surgir la pregunta si acaso este modo de ser de la verdad, y la estructura con que ella se presenta en primer lugar, son o no originarios. Es la propia comprensión del ser inmediatamente dominante en el Dasein y todavía hoy no superada de un modo radical y explícito la que encubre el fenómeno originario de la verdad. STJR §44

Tentación, tranquilización y alienación caracterizan empero el modo de ser de la caída. El cotidiano estar vuelto hacia la muerte es, en tanto que cadente, un continuo huir ante ella. El estar vuelto hacia el fin tiene la modalidad de un esquivar este fin, dándole otro sentido, comprendiéndolo impropiamente y encubriéndolo. Que el Dasein propio de cada cual fácticamente muera ya desde siempre, es decir, que sea en la forma de un estar vuelto hacia su fin, es un FACTUM que el Dasein se oculta a sí mismo imprimiéndole a la muerte el carácter de un evento que acaece cotidianamente en los otros, y que en todo caso nos asegura aún más claramente que, por supuesto, «uno mismo», todavía «vive». Pero, la cotidianidad del Dasein atestigua con esta huida cadente ante la muerte que también el uno mismo está determinado desde siempre como un estar vuelto hacia la muerte, incluso aunque no esté pensando expresamente en la muerte. También en la cotidianidad media, el Dasein se mueve constantemente en este poder-ser más propio, irrespectivo e insuperable, aunque sólo sea en la modalidad que consiste en procurarse una impasible indiferencia frente a la más extrema posibilidad de su existencia. STJR §51

En la interpretación siguiente tomaremos como un testimonio que responde a estas exigencias lo que la autointerpretación cotidiana del Dasein conoce como la voz de la conciencia. Que el «hecho» de la conciencia sea cuestionado, que su función como instancia para la existencia del Dasein sea apreciada en formas diferentes, y que «lo que ella dice» sea interpretado de diferentes maneras, sólo debiera conducirnos al abandono de este fenómeno, si la «dubitabilidad» de este FACTUM o de su interpretación, no probara precisamente que aquí estamos frente a un fenómeno originario del Dasein. El siguiente análisis pone a la conciencia en el haber previo temático de una investigación (NH: Esto ahora más radicalmente desde la esencia del filosofar.) puramente existencial que apunta hacia una ontología fundamental. STJR §54

Sin embargo, aun dentro de estos límites de la investigación de la conciencia, sus resultados no deberán sobrestimarse, ni tampoco minimizarse en función de falsas expectativas. La conciencia, en cuanto fenómeno del Dasein, no es un hecho que ocasionalmente ocurra y que de vez en cuando se haga presente, sino que sólo «es» en el modo de ser del Dasein, y siempre se acusa como FACTUM tan sólo en y con la existencia fáctica. La exigencia de una «prueba empírica inductiva» de la «efectividad (Wirklichkeit)» del hecho de la conciencia y de la autoridad de su «voz», reposa en una tergiversación ontológica del fenómeno. Pero esta tergiversación la comparte también toda crítica presuntamente superior que considere la conciencia como un «hecho» que ocurriría sólo a veces, y que no sería «constatado ni constatable universalmente». El FACTUM de la conciencia no se deja en absoluto someter a semejantes pruebas y contrapruebas. Esto no es una deficiencia, sino sólo el signo en que se acusa su heterogeneidad ontológica frente a todo lo que está-ahí en el mundo circundante. STJR §54

Que el Dasein fácticamente es, puede estar oculto en lo que concierne al por qué; sin embargo, el «que» mismo está abierto para el Dasein. La condición de arrojado de este ente pertenece a la aperturidad del «Ahí» y se revela constantemente en la disposición afectiva en la que cada vez el Dasein se encuentra. Ésta lleva al Dasein, con mayor o menor grado de explicitud y de propiedad, ante el FACTUM «de que es y que como el ente que él es ha de ser en cuanto poder-ser». Pero regularmente el estado de ánimo cierra la condición de arrojado. El Dasein huye ante ésta buscando alivio en la presunta libertad del uno-mismo. Esta huida ya ha sido definida como un huir ante la desazón que caracteriza desde lo más hondo el estar-en-el-mundo en su aislamiento. Esta desazón se revela de un modo propio en la disposición afectiva fundamental de la angustia, y, por ser la más elemental aperturidad del Dasein arrojado, lleva su estar-en-el-mundo ante la nada del mundo, frente a la cual el Dasein se angustia en la angustia por el poder-ser más propio. ¿Y si el vocante en la llamada de la conciencia fuese el Dasein que se encuentra en lo profundo de su desazón? STJR §57

Nada «mundano» puede determinar quién es el vocante. Ese que llama es el Dasein en su desazón, es el originario y arrojado estar-en-el-mundo experimentado como un estar fuera de casa (als Un-zuhause), el nudo «FACTUM que…» en la nada del mundo. El vocante no es familiar al cotidiano uno-mismo, – es algo así como una voz desconocida. ¿Qué podría haber más extraño al uno, perdido como está en el variado «mundo» de los quehaceres, que el sí-mismo aislado en la desazón y arrojado en la nada? «Algo» llama y, sin embargo, no ofrece para el oído atareado y curioso nada que pueda ser comunicado a otros, y discutido públicamente. ¿Y qué podría relatar el Dasein en medio de la desazón en que se encuentra su ser al estar arrojado? ¿Qué otra cosa le queda sino el poder-ser-sí-mismo, revelado en la angustia? ¿De qué otro modo podría haber una llamada sino intimando a este poder-ser, que es lo único que para el Dasein está en cuestión? STJR §57

¿Cuál es el estado de ánimo que corresponde a este comprender? La comprensión de la llamada abre al propio Dasein en la desazón de su aislamiento. La desazón codesvelada en el comprender se abre de un modo genuino por medio de la disposición afectiva de la angustia implicada en ese comprender. El FACTUM de la angustia de conciencia es una comprobación fenoménica de que en la comprensión de la llamada el Dasein es llevado ante lo desazonante de sí mismo. El querer-tener-conciencia se convierte en disponibilidad para la angustia. STJR §60

¿Pero no hay acaso por debajo de esta interpretación ontológica de la existencia del Dasein una determinada concepción óntica del modo propio de existir, un ideal fáctico del Dasein? Efectivamente es así. Este FACTUM no sólo no debe ser negado ni aceptado a la fuerza, sino que es necesario que se lo conciba en su positiva necesidad, a partir del objeto que constituye el tema de la investigación. La filosofía no ha de querer nunca negar sus «supuestos», pero tampoco deberá contentarse con admitirlos. Ella debe reconocer los supuestos y exponer, en estrecha relación con ellos, aquello para lo que son supuestos. Ésta es la función que tiene la reflexión metodológica que ahora debemos hacer. STJR §62

Asimismo, el «ya» mienta el sentido existencial y tempóreo de ser del ente que, en cuanto es, ya está siempre arrojado. Sólo porque el cuidado se funda en el haber-sido, puede el Dasein existir como el ente arrojado que él es. «Mientras» el Dasein exista fácticamente, jamás será algo pasado, pero será siempre algo ya sido, en el sentido del «yo he sido» (literalmente: «yo soy sido»: «ich bingewesen»). Y sólo puede haber sido (lit.: ser sido), mientras está siendo. En cambio, llamamos pasado a un ente que ya no está-ahí. Por consiguiente, mientras exista el Dasein, no podrá jamás constatarse a sí mismo como un hecho que está-ahí y que «con el tiempo» llegará a ser o dejará de ser, y que ya en parte ha dejado de ser. Siempre «se encuentra» tan sólo al modo de un FACTUM arrojado. En la disposición afectiva, el Dasein se sorprende a sí mismo como aquel ente que él, mientras es, ya era, es decir, constantemente ha sido (ist gewesen). El sentido existencial primario de la facticidad radica en el haber-sido. La formulación de la estructura del cuidado indica, con las expresiones «antes» y «ya», el sentido tempóreo de la existencialidad y de la facticidad. STJR §65

El estado de ánimo abre en el modo de la conversión o de la aversión respecto del propio Dasein. Llevar ante el FACTUM de la propia condición de arrojado – sea desvelándolo en forma propia o encubriéndolo en forma impropia – sólo es existencialmente posible si, por su mismo sentido, el ser del Dasein constantemente ha sido. El llevar ante el ente arrojado que es uno mismo no crea el haber sido, sino que es el éxtasis del haber sido el que hace posible el encuentro consigo mismo en la forma del encontrarse afectivo. El comprender se funda primariamente en el futuro; en cambio, la disposición afectiva se temporiza primariamente en el haber-sido. El estado de ánimo se temporiza, y esto quiere decir que su éxtasis específico pertenece a un futuro y a un presente, pero de tal modo que el haber-sido modifica los otros éxtasis cooriginarios. STJR §68

¿Y no pertenece también al Dasein existente el FACTUM de que, al ocupar su tiempo, cuenta día a día con el «tiempo», regulando esa «cuenta» por los astros y el calendario? Tan sólo cuando incorporemos a la interpretación de la temporeidad el «acontecer» cotidiano del Dasein y la cuenta del «tiempo» de la que él se ocupa en ese acontecer, nuestra orientación se volverá suficientemente amplia para poder convertir en problema el sentido ontológico de la cotidianidad en cuanto tal. Pero, dado que con el término cotidianidad no se mienta, en el fondo, otra cosa que la temporeidad, y que ésta posibilita el ser del Dasein, no será posible lograr una suficiente determinación conceptual de la cotidianidad sino dentro del marco de la dilucidación fundamental del sentido del ser en general y de sus posibles modificaciones. STJR §71

La historia, que es esencialmente la historia del espíritu, transcurre «en el tiempo». Por consiguiente, «el desarrollo de la historia cae dentro del tiempo». Pero Hegel no se contenta con caracterizar la intratemporeidad del espíritu como un FACTUM, sino que busca comprender la posibilidad de que el espíritu caiga dentro del tiempo, que es lo «enteramente abstracto, lo sensible». El tiempo tiene que poder acoger, por así decirlo, al espíritu. Y éste, por su parte, tiene que ser afín al tiempo y a su esencia. De ahí la necesidad de considerar un doble aspecto: 1. ¿Cómo determina Hegel la esencia del tiempo? 2. ¿Qué hay en la esencia del espíritu que le hace posible «caer dentro del tiempo»? La respuesta a estas preguntas apunta únicamente a esclarecer, por vía de contraste, la interpretación que hemos hecho de la temporeidad del Dasein. No aspira a desarrollar en forma ni siquiera relativamente completa los otros problemas que en Hegel están necesariamente conectados con aquéllos. Y esto tanto menos, cuanto que no tiene la intención de «criticar» a Hegel. El contraste entre la idea de la temporeidad anteriormente expuesta y el concepto hegeliano del tiempo, viene sugerido ante todo por el hecho de que ese concepto constituye la elaboración conceptual más radical – y bastante desatendida – de la comprensión vulgar del tiempo. STJR §82

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

Twenty Twenty-Five

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