experiencia de la no verdad

De esto se hace claro que Hegel reivindica la palabra “experiencia” como nombre para el “conocimiento” trascendental incondicional. Este tipo de experiencia se diferenciará por ello esencialmente de la habitualmente así llamada. Al inicio del próximo parágrafo 15 hace referencia expresa a una tal diferencia, para con ayuda de esta alusión introducir el paso hacia aquella determinación de la esencia de la “experiencia” que intenta captar su más íntimo núcleo. La experiencia rectifica (conduce a la verdad). Hegel dice: “en esta presentación del transcurso de la experiencia hay un momento a través del cual no parece concordar con aquello que se suele entender por experiencia. El tránsito del primer objeto y el saber del mismo al otro objeto, en el cual se dice que la experiencia ha sido hecha, fue indicado de tal modo, que el saber del primer objeto, o el para-la-conciencia del primer en-sí, debe convertirse en el segundo objeto mismo. Por el contrario, no parece sino que hiciéramos la experiencia de la no verdad de nuestro primer concepto en otro objeto, que acaso encontraríamos como casual y exteriormente, de modo que cayera en nosotros sólo la mera aprehensión de lo que es en y para si” (Hoffmeister p. 73). Heideggeriana: HegelFenomenologia

¿Qué ocurre con la “demás” experiencia que hacemos habitualmente? La experiencia usual está dirigida al ente. Hacemos nuestras experiencias sobre algo en algo. En esto pasamos de aquello sobre lo cual hacemos la experiencia y que en cierta manera conocemos, tenemos por correcto y así sujetamos y “tenemos” en primer lugar, a lo otro, en lo que hacemos la experiencia. La experiencia es así una transición. Tenemos por ejemplo, nuestra representación de lo que es un árbol y hemos tomado esta representación de la intuición de abedules y hayas. Ahora bien, nos sale al paso en nuestro camino y recorrido a través del ente un objeto, que es otra cosa que abedules y hayas. En este “otro” objeto, a saber el abeto, se nos desbarata la representación vigente “árbol” (por ejemplo, con respecto al tipo de hojas que un árbol puede tener). La representación tenida en primer lugar de árbol, este primer objeto, se nos manifiesta a través del otro objeto que nos toca en suerte en su inadecuación, es decir, como objeto no verdadero. La experiencia de la no verdad del primer objeto es hecha en otro, a saber de modo que sólo necesitamos ahora mirar al otro ya presente – el abeto – para rectificar nuestro conocimiento del árbol a través de la experiencia. E1 primer objeto no es requerido en la nueva experiencia, en tanto la experiencia no es hecha ahora en él. La experiencia permanece en su dirección hacia los entes, sólo que va ahora en medio del ámbito de esta dirección no hacia el primero sino hacia el otro. El experimentar es de este modo la asunción de un estado, que es hallado en otro objeto hallable, es decir, igualmente ya presente. En este experimentar nuestra parte es, según parece, únicamente el mero concebir y mirar; pues el otro objeto fue evidentemente hallado en la misma dirección de mirada: nos tocó en suerte. Heideggeriana: HegelFenomenologia

“En esta presentación del transcurso de la experiencia hay un momento en el que ésta no parece coincidir con lo que se suele entender por experiencia. Concretamente, la transición desde el primer objeto y el saber del mismo al otro objeto sobre el que se dice haber hecho la experiencia, ha sido presentada de tal manera que el saber del primer objeto o el ser-para-la-conciencia del primer en-sí tiene que convertirse en el segundo objeto. Por el contrario, normalmente parece como si realizáramos la experiencia de la no verdad de nuestro primer concepto sobre otro objeto que encontramos de modo contingente y exterior, de manera que en general sólo recae dentro de nosotros la pura aprehensión de lo que es en sí y para sí. Pero en la concepción que acabamos de ver, el nuevo objeto se muestra como algo que ha llegado al ser por medio de una inversión de la propia conciencia. Esta forma de entender el asunto es una aportación nuestra, por la que la serie de experiencias de la conciencia se eleva a empresa científica, pero no es para la conciencia que contemplamos. Ahora bien, éste es exactamente el mismo estado de cosas del que hablábamos más arriba a propósito de la relación de esta presentación con el escepticismo, esto es, que no deberíamos permitir que cada resultado producto de un saber no verdadero desembocara en una nada vacía, sino que deberíamos entenderlo necesariamente como la nada de aquello de lo que es el resultado, un resultado que contiene lo que el saber precedente tiene en sí de verdadero. Esto se presenta aquí de la siguiente manera: cuando aquello que primero parecía el objeto decae en la conciencia convirtiéndose en un saber del mismo y cuando el en-sí se convierte en un ser para-la-conciencia del en-sí, éste es el nuevo objeto por el que también aparece una nueva figura de la conciencia cuya esencia es algo diferente de la de la figura precedente. Es esta situación la que conduce toda la sucesión de figuras de la conciencia en su necesidad. Pero es esta necesidad misma o el surgimiento del nuevo objeto, el cual se le ofrece a la conciencia sin que ella sepa cómo llega a suceder, lo que para nosotros ocurre por así decir a sus espaldas. Así, en este movimiento surge un momento del ser-en-sí o del ser-para-nosotros que no está presente para la conciencia, que está ella misma comprendida en la experiencia; pero el contenido de lo que vemos surgir ante nosotros es para-ella y sólo concebimos el aspecto formal del mismo o su puro surgimiento; para-ella, eso surgido es sólo como objeto, para-nosotros es a un tiempo como movimiento y como devenir. Heideggeriana: HegelExperiencia

Heidegger – Fenomenologia e Hermenêutica

Responsáveis: João e Murilo Cardoso de Castro

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