estructura del mundo

Podría decirse, y sin lugar a dudas con cierta razón, que las Consideraciones del Hebel sobre la estructura del mundo no han hecho más que seguir la corriente de su época, que honraba el espíritu de las luces. No era posible ignorar por más tiempo los principios de las ciencias naturales modernas, entonces en plena expansión, que se querían enseñar a los hombres como el mejor conocimiento de la naturaleza. Esta anotación concerniente al Siglo de las Luces es sin duda correcta. Pero desconoce enteramente lo que Johann-Petter Hebel, el Amigo de la Casa, se proponía hacer con ayuda de sus Consideraciones sobre la estructura del mundo. Únicamente descubriremos lo que él tiene en miras cuando sepamos quién es el verdadero Amigo de la Casa. Heideggeriana: HebelAmigo

Aunque esto nos sorprenda, este no es de ninguna manera Hebel. ¿Quién es entonces? Hebel mismo nos da la respuesta en un pasaje significativo de sus Consideraciones sobre la estructura del mundo. Si prestamos atención a lo que hay en este pasaje de característico, encontramos que nos da una orientación decisiva en nuestro intento de pensar la esencia del Amigo de la Casa a partir de la casa del mundo. El pasaje en cuestión se encuentra al final de las consideraciones sobre la Luna. He aquí lo que dice en él: “En octavo y último lugar, ¿qué hace entonces exactamente la luna en el cielo? Respuesta: lo que le hace a la tierra. Es cierto que ella ilumina nuestras noches con su dulce luz, que es el reflejo de los rayos solares, y que contempla a los muchachos besar a las muchachas. Es ella, verdadero “Amigo de la Casa” y primer hacedor del calendario de nuestra tierra, el general en jefe de todos los serenos cuando los demás duermen” (Betrachtung ueber das Weltgebauede. Der Mond 1, pp. 326 ss.). Heideggeriana: HebelAmigo

¿Qué tipo de diálogo tiene en miras el amigo de esta casa que es el mundo? ¿Sobre qué quisiera el Amigo de la Casa comenzar a conversar? Respuesta: de las reflexiones con las que él mismo comienza su decir en la “Schatzkaestlein”. Son las “Consideraciones generales sobre la estructura del mundo”, cuya introducción concluye Hebel con esta frase: “El Amigo de la Casa quiere ahora hacer una prédica, tomando por tema primero la tierra y el sol, y enseguida la luna y las estrellas”. Heideggeriana: HebelAmigo

Por consiguiente, las Consideraciones de Hebel sobre la estructura del mundo pertenecen al dominio poético. Se trata de una afirmación atrevida, pues la propia intención de Hebel, lo mismo que sus declaraciones, parecen contradecirla. Este querría, en efecto, gracias a las consideraciones en cuestión, conducir a los lectores de su calendario a un mejor conocimiento de la estructura del mundo, a fin de liberarlos de una ignorancia que no tendría otro responsable que su propia negligencia. Heideggeriana: HebelAmigo

Lo natural de la naturaleza es levantarse – y – ocultarse del sol, de la luna, de las estrellas que concierne directamente a los hombres en su calidad de habitantes en lo que les sugiere lo misterioso del mundo. Si el sol, en la explicación científica de la estructura del mundo, está pensado de acuerdo con la forma copernicana, esto no le impide, dentro de la naturaleza natural, continuar siendo – según dos poemas de Hebel – “esta extraña mujer de la que todo ser desea recibir luz y calor”, “de quien cada uno solicita los favores’”y que “sin embargo .(permanece) tan buena y amistosa” (Das Habermus 1, 104 ss., Der Sommerabend 1, 78 ss.). Heideggeriana: HebelAmigo

Cuando la palabra se denomina la flor de la boca y florecimiento, entonces oímos la resonancia del habla surgir en su sustancia terrenal. ¿Desde dónde? Desde el decir dentro del cual se cumple el dejar-aparecer de mundo. La sonoridad resuena a partir de la resonancia, de la llamada congregadora. que, abierta a lo Abierto, deja aparecer mundo en las cosas. Así, lo resonante de la voz ya no es solamente del orden de los órganos físicos. Está desligado ahora de la perspectiva de una explicación físico-fisiológica de lo que es un mero hecho fonético. Lo resonante, lo terrenal del habla está sostenido en la armonía que entona mutuamente las regiones de la estructura del mundo. haciéndolas jugar las unas hacia las otras. Esta indicación a lo resonante del hablar y su origen desde el decir, se nos presenta inicialmente como oscura y extraña. Y, sin embargo, señala hacia un simple estado de cosas. Lo podemos percibir cuando atendemos nuevamente en qué medida estamos en todas partes caminando en la vecindad de modos del decir. Como tales, la poesía y el pensamiento siempre fueron preeminentes. Su vecindad no les ha caído del cielo, como si, por sí solos, pudieran ser lo que son fuera de su vecindad. Por ello debemos hacer la experiencia de ellos dentro de y desde su vecindad, esto es, desde aquello que determina la vecindad como tal. La vecindad, se ha dicho, no procura primero proximidad sino que la proximidad hace advenir vecindad. ¿Pero qué significa proximidad? Desde el momento que intentamos meditar esta cuestión, nos hemos comprometido ya a un largo camino de pensamiento. Aquí sólo podemos lograr dar unos pocos pasos. No conducen hacia adelante, sino hacia atrás, hacia donde ya nos encontramos. Los pasos no constituyen una secuencia progresiva de unir de esto a lo otro, en todo caso sólo como semblanza externa. Los pasos se juntan más bien en un recogimiento sobre lo Mismo y se juegan a un retorno a lo Mismo. Lo que tiene aspecto de ser disgresión es, de hecho, entrada en la puesta-en-camino propiamente dicha, en la Bewëgung desde la que se determina la vecindad. Esto es la proximidad. Heideggeriana: EssenciaLinguagem