§ 6. La tarea de una DESTRUCCIÓN de la historia de la ontología STJR §6
Si se quiere que la pregunta misma por el ser se haga transparente en su propia historia, será necesario alcanzar una fluidez de la tradición endurecida, y deshacerse de los encubrimientos producidos por ella. Esta tarea es lo que comprendemos como la DESTRUCCIÓN, hecha al hilo de la pregunta por el ser, del contenido tradicional de la ontología antigua, en busca de las experiencias originarias en las que se alcanzaron las primeras determinaciones del ser, que serían en adelante las decisivas. STJR §6
Esta demostración del origen de los conceptos ontológicos fundamentales, en cuanto investigación y exhibición de su «certificado de nacimiento», no tiene nada que ver con una mala relativización de puntos de vista ontológicos. Asimismo, la DESTRUCCIÓN tampoco tiene el sentido negativo de un deshacerse de la tradición ontológica. Por el contrario, lo que busca es circunscribirla en lo positivo de sus posibilidades, lo que implica siempre acotarla en sus límites, es decir, en los límites fácticamente dados en el respectivo cuestionamiento y en la delimitación del posible campo de investigación bosquejado desde aquél. La DESTRUCCIÓN no se comporta negativamente con respecto al pasado, sino que su crítica afecta al «hoy» y al modo corriente de tratar la historia de la ontología, tanto el modo doxográfico como el que se orienta por la historia del espíritu o la historia de los problemas. La DESTRUCCIÓN no pretende sepultar el pasado en la nada; tiene un propósito positivo; su función negativa es sólo implícita e indirecta. STJR §6
En el marco del presente tratado, cuya finalidad es la elaboración fundamental de la pregunta por el ser, la DESTRUCCIÓN de la historia de la ontología – DESTRUCCIÓN que pertenece esencialmente al planteamiento de dicha pregunta, y sólo es posible dentro de él – no puede llevarse a cabo sino en algunas de las etapas decisivas y fundamentales de esa historia. STJR §6
De acuerdo con la tendencia positiva de la DESTRUCCIÓN, será necesario preguntarse, en primer lugar, si, y hasta qué punto, en el curso de la historia de la ontología, la interpretación del ser ha sido puesta temáticamente en conexión con el fenómeno del tiempo, y si la problemática de la temporariedad, que para ello es necesaria, ha sido y podía ser elaborada, al menos en sus fundamentos. El primero y único que recorrió en su investigación un trecho del camino hacia la dimensión de la temporariedad, o que, más bien, se dejó arrastrar hacia ella por la fuerza de los fenómenos mismos, es Kant. Sólo una vez que se haya fijado la problemática de la temporariedad, resultará posible proyectar luz en la oscuridad de la doctrina del esquematismo. Pero por este camino también será posible mostrar por qué tenía este dominio que quedar cerrado para Kant en sus verdaderas dimensiones y en su función ontológica central. Kant mismo sabía que se aventuraba en un dominio oscuro: «Este esquematismo de nuestro entendimiento con respecto a los fenómenos y a su pura forma es un arte oculto en las profundidades del alma humana, cuyos verdaderos mecanismos difícilmente arrancaremos nunca a la naturaleza, ni pondremos al descubierto ante nuestros ojos». Aquello ante lo que Kant retrocede en cierto modo aquí, debe ser sacado temáticamente a luz en sus fundamentos, si es que el término «ser» ha de tener un sentido verificable. En definitiva, los fenómenos que en los análisis que han de seguir serán expuestos bajo el título de «temporariedad» son precisamente aquellos juicios más secretos de la «razón común», cuya analítica Kant define como el «quehacer de los filósofos». STJR §6
En cumplimiento de la tarea de la DESTRUCCIÓN hecha al hilo de la problemática de la temporariedad, el presente tratado hará una interpretación del capítulo del esquematismo y, desde allí, de la doctrina kantiana del tiempo. Se mostrará también por qué Kant tenía que fracasar en su intento por penetrar en la problemática de la temporariedad. Dos cosas son las que hicieron imposible esta penetración: por una parte, la completa omisión de la pregunta por el ser y, en conexión con ello, la falta de una ontología temática del Dasein o, en términos kantianos, de una previa analítica ontológica de la subjetividad del sujeto. En lugar de ello, Kant acepta dogmáticamente la posición de Descartes, no obstante los esenciales perfeccionamientos a que la somete. Pero, además, su análisis del tiempo, pese a haber retrotraído este fenómeno al sujeto, queda orientado por la comprensión vulgar y tradicional del tiempo, lo que, en definitiva, le impide a Kant desentrañar el fenómeno de una «determinación trascendental del tiempo» en su estructura y función propias. Por efecto de esta doble influencia de la tradición, la conexión decisiva entre el tiempo y el «yo pienso» queda envuelta en una total oscuridad y ni siquiera llega a ser problema para Kant. STJR §6
Que Descartes «depende» de la escolástica medieval y emplea su terminología, lo ve cualquier conocedor de la Edad Media. Pero con este «descubrimiento» no se ha ganado filosóficamente nada mientras quede oscuro el fundamental alcance que tiene para la época siguiente esta influencia de la ontología medieval en la determinación o no determinación ontológica de la res cogitans. Este alcance sólo será ponderable una vez que se hayan mostrado el sentido y los límites de la ontología antigua desde la perspectiva de la pregunta por el ser. En otras palabras, la DESTRUCCIÓN se ve enfrentada a la tarea de la interpretación de las bases de la ontología antigua a la luz de la problemática de la temporariedad. Pero entonces se nos hace manifiesto que la interpretación antigua del ser del ente está orientada por el «mundo» o, si se quiere, por la «naturaleza» en el sentido más amplio de esta palabra, y que, de hecho, en ella la comprensión del ser se alcanza a partir del «tiempo». La prueba extrínseca de ello – aunque por cierto sólo extrínseca – es la determinación del sentido del ser como parousia o como ousia con la significación ontológico-temporaria de «presencia». El ente es aprehendido en su ser como «presencia» e.d. queda comprendido por referencia a un determinado modo del tiempo – el «presente». STJR §6
Tan sólo cuando se haya llevado a cabo la DESTRUCCIÓN de la tradición ontológica, la pregunta por el ser cobrará su verdadera concreción. Entonces quedará capacitada para probar en forma cabal el carácter ineludible de la pregunta por el sentido del ser, demostrando así en qué sentido se puede hablar de una «repetición» de esta pregunta. STJR §6
Segunda parte: Rasgos fundamentales de una DESTRUCCIÓN fenomenológica de la historia de la ontología al hilo de la problemática de la temporariedad. STJR §8
Descartes ve la determinación fundamental del mundo en la extensio. Y dado que la extensión es un momento constitutivo de la espacialidad y que, según Descartes, es incluso idéntica con ella, y que, por otra parte, la espacialidad es en cierto modo constitutiva del mundo, la discusión de la ontología cartesiana del «mundo» nos depara, al mismo tiempo, un punto de apoyo negativo para la explicación positiva de la espacialidad del mundo circundante y del Dasein mismo. En relación con la ontología de Descartes vamos a tratar tres puntos, a saber: 1. La determinación del «mundo» como res extensa (§ 19). 2. Los fundamentos de esta determinación ontológica (§ 20). 3. Discusión hermenéutica de la ontología cartesiana del «mundo» (§ 21). Las consideraciones siguientes sólo alcanzarán su plena fundamentación por medio de la DESTRUCCIÓN fenomenológica del cogito sum (cf. Segunda Parte, Segunda Sección). STJR §18
Des-alejar es, inmediata y regularmente, acercamiento circunspectivo, traer a la cercanía, como son el procurarse [algo], aprestarlo, tenerlo a mano. Pero también determinados modos del puro descubrimiento cognoscitivo del ente tienen el carácter del acercamiento. El Dasein tiene una tendencia esencial a la cercanía. Todos los modos de aceleración de la velocidad, en los que en mayor o menor grado estamos forzados hoy a participar, tienden a la superación de la lejanía. Con la «radio», por ejemplo, el Dasein lleva a cabo hoy, por la vía de una ampliación y DESTRUCCIÓN del mundo circundante cotidiano, una des-alejación del «mundo», cuyo sentido para el Dasein no podemos apreciar aún en su integridad. STJR §23
Constantemente la interpretación existencial de la historicidad del Dasein, sin advertirlo, se sume en la oscuridad. Las oscuridades son difíciles de disipar por cuanto no se han distinguido aún las posibles dimensiones del cuestionamiento adecuado y porque en todas ellas ronda el enigma del ser y – como ahora se nos ha hecho claro – el del movimiento. Es posible, sin embargo, esbozar un proyecto de la génesis ontológica de la historia como ciencia, a partir de la historicidad del Dasein. Este proyecto servirá como preparación para aclarar, en su momento, la tarea de una DESTRUCCIÓN historiográfica de la historia de la filosofía. STJR §75