decir-no

Con lo salvo aparece el mal en el claro del ser. Su esencia no consiste en lo malvado de los actos humanos, sino en la pura maldad de la ferocidad. Pero ambos, lo salvo y lo feroz, sólo pueden estar presentes en el ser en la medida en que el propio ser es la causa de litigio. En él se esconde el origen esencial del desistir. Lo que desiste se aclara como aquello que tiene carácter de nada. Y eso puede expresarse mediante el “no”. Pero la “nada” no surge en ningún caso del decir-no de la negación. Todo “no” que no se interprete erróneamente como un insistir obstinado de la fuerza impositiva de la subjetividad, sino que siga siendo un “no” de la ex-sistencia que deja ser, está respondiendo a la llamada del desistir surgido en el claro. Todo “no” es únicamente la afirmación del no de la nada. Toda afirmación reposa sobre un reconocimiento, el cual deja que venga a él aquello hacia lo que él va. Se suele creer que es imposible encontrar el desistir en lo ente mismo. Y es verdad mientras busquemos el desistir como algo ente, como una cualidad que es y que está en lo ente. Pero buscando de este modo, no se busca el desistir. Tampoco el ser es una cualidad que es y que se pueda encontrar en lo ente. Y, sin embargo, el ser es más que todo ente. Desde el momento en que el desistir se presenta en el ser mismo, ya no podremos percibirlo nunca como algo que es en lo ente. Además, la referencia a esta imposibilidad no demuestra en modo alguno que el origen del no de la nada esté en el decir no. Parece como si esta demostración sólo funcionara cuando se considera a lo ente como lo que es objetivo respecto a la subjetividad. Así pues, y puesto que nunca aparece como algo objetivo, de esta alternativa se deduce que el no de la nada tiene que ser innegablemente el producto de un acto del sujeto. Ahora bien, lo que nunca podrá decidirse a partir de la reflexión subjetiva sobre el pensar ya dispuesto como subjetividad es si el decir-no es el primero que plantea el no de la nada a modo de algo meramente pensado o si es el desistir el primero que reclama el no como lo que hay que decir en el dejar ser a lo ente. En esta reflexión aún no se ha alcanzado la dimensión apropiada para un adecuado planteamiento del asunto. Queda por preguntar si, suponiendo que el pensar forme parte de la ex-sistencia, todo “sí” y todo “no” no exsisten ya acaso en la verdad del ser. Si es así, entonces el “sí” y el “no” ya están en sí mismos al servicio del ser y prestándole toda su atención. En cuanto tales servidores que atienden fielmente al ser, nunca pueden ser los primeros en disponer aquello de lo que ellos mismos forman parte. Heideggeriana: CartaH

El ser es lo más fiable, lo que nunca nos intranquiliza con una duda. Si este o aquel ente es o no es, a veces lo dudamos; si este o aquel ente es de tal o cual modo, lo pensamos con frecuencia. El ser, sin el cual no podemos ni siquiera dudar de un ente en ningún respecto, proporciona una confianza cuya fiabilidad no puede ser superada en ninguna dirección. Y sin embargo, el ser no nos ofrece un fundamento y un suelo como el ente, al cual nos volvemos, sobre el cual construimos y al cual nos atenemos. El ser es el decir-no [Ab-sage] a ese papel de fundación, recusa [versagt] todo lo fundante, es abismal [ab gründig]. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Sin embargo, incluso en el cambio del significado del negarse prevalece todavía el carácter negativo de la renuncia. Entre tanto se ha esclarecido cada vez más que la renuncia del poeta no es en absoluto un decir-no, sino que es un decir-sí. Negar-se, en apariencia una despedida y un retraimiento, es, en verdad, un no-negarse: al secreto de la palabra. El no-negarse sólo puede hablar de una forma, la que dice: que “sea”. De ahora en adelante que la palabra sea: el “en-cosamiento” (die Bedingnis) de la cosa. Este “sea” deja ser lo que es y cómo es propiamente la relación entre palabra y cosa: ninguna cosa es sin la palabra. Este “es”, la renuncia se lo dice a ella misma en el “que sea”. Por esto no es necesaria ninguna transformación retroactiva del último verso en declaración para con ello hacer aparecer el “es”. El “sea” nos hace más puramente presente el “es” porque está velado. Heideggeriana: Palavra1958 Apéndices