acaecimiento

Ereignis

Lo preocupante, en este tiempo nuestro que da que pensar, se muestra en que todavía no pensamos. Todavía no pensamos porque lo que está por-pensar le da la espalda al hombre, y en modo alguno sólo porque el hombre no se dirija de un modo suficiente a aquello que está por pensar. Lo por-pensar le da la espalda al hombre. Se retira de él reservándose en relación con él. Pero lo reservado (Vorenthalten) nos está ya siempre pre-sentado. Lo que se retira según el modo del reservarse no desaparece. Pero ¿de qué modo podemos saber algo, aunque sea lo más mínimo, de aquello que se retira de esta manera? ¿Cómo podemos llegar siquiera a nombrarlo? Lo que se retira, rehúsa el advenimiento. Pero… retirarse no es lo mismo que nada. Retirada es aquí reserva y como tal… ACAECIMIENTO propio. Lo que se retira puede concernirle al hombre de un modo más esencial y puede interpelarlo de un modo más íntimo que cualquier presente que lo alcance y le afecte. A lo que nos afecta de lo real nos gusta considerarlo como lo que constituye la realidad de lo real. Pero precisamente la afección que tiene lugar por obra de lo real puede encerrar al hombre aislándolo de lo que le concierne, que le concierne de un modo ciertamente enigmático: el de concernirle escapándosele al retirarse. La retirada, el retirarse de lo que está por-pensar, podría, por esto, como ACAECIMIENTO propio, ser ahora más presente que todo lo actual. Heideggeriana: QuePensar

Pero el hecho de que hasta ahora el pensar descanse en el representar, y el representar en la re-presentación (en el poner delante), esto tiene un provenir lejano. Éste se oculta en un ACAECIMIENTO propio que pasa inadvertido: el ser del ente aparece en el comienzo de la historia acontecida de Occidente — aparece para el curso entero de esta historia — como presencia. Este aparecer del ser como estar presente de lo presente es él mismo el comienzo de la historia acontecida de Occidente, en el supuesto de que nos representemos la historia acontecida no sólo según los acontecimientos sino que antes pensemos según aquello que, a través de la historia, está enviado de antemano, y lo está gobernando todo lo que acontece. Heideggeriana: QuePensar

Ni el reconocimiento del ente como cosa de hecho [Tat-Sache] más elemental (como voluntad de poder) lleva a Nietzsche a pensar el ser en cuanto tal, ni tampoco accede a este pensar por la vía de la interpretación del ser como un “valor necesario”, ni tampoco el pensamiento del “eterno retorno de lo mismo” se convierte en un impulso para pensar la eternidad como instante desde lo súbito del despejado presenciar, el retorno como modo del presenciar y ambos, de acuerdo con su proveniencia esencial, desde el “tiempo” inicial [an-fänglich]. [Es decir, tiempo apropiante [er-eignende] ; es decir, tiempo desde el ACAECIMIENTO apropiante, el despejamiento y el “espacio de tiempo” [Zeit-Raum].] Heideggeriana: NiilismoSer

El ser mismo, desde el albergue de su advenimiento — Él en cuanto tal albergue —, concierne al hombre con esta esencia suya. [”Despejamiento… de la presencia.”] En cuanto así concernido por el ser, el hombre es aquel que piensa. Aquel “sea…, sea… en el que se anuncia para el pensar la posibilidad esencial de ser de esta u otra manera está, en cierto modo, en el pensar del hombre, pero descansa, sin embargo, en el ser mismo que, en cuanto tal, puede sustraerse y se sustrae mostrándose en el ente en cuanto tal. Pero aquella posibilidad del pensar, puesto que se refiere a la esencia del hombre, descansa también en cierto modo en esta esencia, la cual, no obstante, en cuanto localidad del ser, descansa a su vez en el ser mismo. [Lo que hace falta [Brauch] en el ACAECIMIENTO apropiante.] Heideggeriana: NiilismoSer

Superar y querer superar el nihilismo, pensado éste ahora en su esencia, querría decir que el hombre vaya desde sí en contra del ser mismo en su permanecer fuera. Pero ¿quién o qué sería jamás lo suficientemente poderoso como para ir en contra del ser mismo, en cualquier respecto y con cualquier finalidad que sea, y de someterlo a la tutela del hombre? Una superación del ser mismo no sólo no puede llevarse a cabo nunca, sino que ya el intento de hacerlo se tornaría en el propósito de arrancar de sus goznes la esencia del hombre. Pues los goznes de esta esencia consisten en que el ser mismo, de cualquier modo que sea, incluso en el de su permanecer fuera, reivindica la esencia del hombre, esencia que es el albergue con el que se dota el ser mismo para trasladarse a un albergue tal como el advenir del desocultamiento. [ACAECIMIENTO apropiante.] Heideggeriana: NiilismoSer

En lugar de ello, sólo es necesaria una cosa: que previamente el pensar, impresionado por el ser mismo, piense al encuentro del ser en su permanecer fuera en cuanto tal. Tal pensar al encuentro [Forma previa del decir que corresponde y resigna [Ent-sagen] en el ACAECIMIENTO apropiante.] se basa en primer lugar en el reconocimiento de que el ser mismo se sustrae, pero en cuanto tal sustracción [Entzug] es precisamente la referencia [Bezug] que reivindica la esencia del hombre como el albergue de su advenir (del advenir del ser). Con este albergue sucede ya el desocultamiento del ente en cuanto tal. Heideggeriana: NiilismoSer

El ser, la promesa de su desocultamiento como historia del misterio, es él mismo el enigma. El ser es lo que desde su esencia da que pensar únicamente esta esencia. El hecho de que Él, el ser, dé que pensar, y no ocasionalmente y en algún respecto, sino siempre y según cualquier respecto, puesto que es Él, el ser, quien entrega su esencia al pensar, [El ACAECIMIENTO apropiante.] esto es un rasgo del ser mismo. El ser mismo es el enigma. Esto no significa, en el caso de que aún sea admisible una comparación tal, que el ser sea lo irracional contra lo que rebota todo lo racional para caer en la incapacidad del pensar. Por el contrario, el ser, en cuanto aquello que da que pensar, es decir como lo que hay que pensar, es también lo único que plantea desde sí la reivindicación de ser lo que hay que pensar; “es”, en cuanto tal, la reivindicación misma. Ante el ser mismo, el indigno juego de escondite que se daría entre lo irracional y lo racional queda desbaratado por su carencia de pensamiento. Heideggeriana: NiilismoSer

¿Quién, si reflexiona sobre lo dicho hasta ahora, no presumirá que el ser mismo es capaz de esta posibilidad? ¿Quién, si piensa, podría, sin embargo, sustraerse a ser impresionado [angemutet] por esta extrema sustracción del ser, para presumir [vermuten] en ella una pretensión [Zumutung] del ser — éste mismo como tal pretensión —, pretensión que concierne al hombre en su esencia? Esta esencia no es algo humano. Es el albergue del advenir del ser que, en cuanto tal advenir, se dota de aquél y se traslada a él, de manera tal que — como consecuencia de ello y sólo así — “se da el ser”. [ACAECIMIENTO y darse, cfr. “Zeit und Sein”. [”Tiempo y ser”. Publicado posteriormente en Zur Sache des Denkens, Niemegar, Tubinga, 1969. Hay trad. cast. de E Soler en M. Heidegger, Filosofía, ciencia y técnica, 3 ed., Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1977; y de M. Garrido en M. Heidegger, Tiempo y Ser, Tecnos, Madrid, 1999.]] La esencia del nihilismo según la historia del ser acontece como la historia del misterio como la que se da la esencia de la metafísica. Heideggeriana: NiilismoSer

El pensar según la historia del ser deja que el ser advenga en el espacio esencial del hombre. En la medida en que este recinto esencial es el albergue con el que se dota el ser en cuanto ser mismo, esto quiere decir: el pensar según la historia del ser deja que el ser esencie como ser mismo. El pensar da el paso atrás que sale del representar metafísico El ser se despeja [lichtet sich] como el advenir del retener en sí el rehusar de su desocultamiento. Lo que se nombra con “despejar”, “ advenir”, “retener en sí”, “rehusar”, “desocultar”, “ocultar”, es lo esenciante mismo y uno [das Selbe und Eine Wesende]: el ser. [ACAECIMIENTO apropiante.] Heideggeriana: NiilismoSer

Para Nietzsche, en cambio, el término “nihilismo” significa esencialmente “más”. Nietzsche habla de “nihilismo europeo”. Con ello no se refiere al positivismo que surge a mediados del siglo XIX y a su difusión geográfica por Europa; “europeo” tiene aquí un significado histórico y dice lo mismo que “occidental” en el sentido de la historia occidental. Nietzsche utiliza el término “nihilismo” para designar el movimiento histórico que él reconoció por vez primera, ese movimiento ya dominante en los siglos precedentes y que determinará el siglo próximo, cuya interpretación más esencial resume en la breve frase: “Dios ha muerto”. Esto quiere decir: el “Dios cristiano” ha perdido su poder sobre el ente y sobre el destino del hombre. El “Dios cristiano” es al mismo tiempo la representación principal para referirse a lo “suprasensible” en general y a sus diferentes interpretaciones, a los “ideales” y “normas”, a los “principios” y “reglas”, a los “fines” y “valores” que han sido erigidos “sobre” el ente para darle al ente en su totalidad una finalidad, un orden y — tal como se dice resumiendo — “un sentido”. El nihilismo es ese proceso histórico por el que el dominio de lo “suprasensible” caduca y se vuelve nulo, con lo que el ente mismo pierde su valor y su sentido. El nihilismo es la historia del ente mismo, a través de la cual la muerte del Dios cristiano sale a la luz de manera lenta pero incontenible. Es posible que se siga creyendo aún en este Dios y que se siga considerando que su mundo es “efectivo”, “eficaz” y “determinante”. Esto se asemeja a ese proceso por el que aún brilla la apariencia resplandeciente de una estrella apagada hace milenios, lo cual, a pesar de ese brillo, no es más que una mera “apariencia”. De este modo, el nihilismo no es para Nietzsche de ningún modo una determinada opinión “defendida” por alguien, ni un “suceso” histórico cualquiera entre otros muchos que es posible catalogar historiográficamente. El nihilismo es, por el contrario, ese ACAECIMIENTO que dura desde hace tiempo en el que la verdad sobre el ente en su totalidad se transforma esencialmente y se encamina hacia un final determinado por ella. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La verdad sobre el ente en su totalidad lleva desde antiguo el nombre de “metafísica”. Cada época, cada humanidad, está sustentada por una metafísica y puesta por ella en una determinada relación con el ente en su totalidad y por lo tanto también consigo misma. El final de la metafísica se desvela como el derrumbe del dominio de lo suprasensible y de los “ideales” que surgen de él. El final de la metafísica no significa sin embargo de ninguna manera que cese la historia. Es el comenzar a tomar en serio el “ACAECIMIENTO” de que “Dios ha muerto”. Este comienzo ya está en marcha. El propio Nietzsche comprende su filosofía como la introducción al comienzo de una nueva época. Prevé que el siglo siguiente, es decir al actual siglo XX, será el comienzo de una época cuyas transformaciones no podrán compararse con las conocidas hasta entonces. Los escenarios del teatro del mundo podrán seguir siendo los mismos durante un cierto tiempo, la obra que se está representando ya es otra. Que en ella los fines anteriores desaparezcan y que los valores anteriores se desvaloricen no es vivido ya como una mera aniquilación y lamentado como una carencia y una pérdida, sino que se lo saluda como una liberación, se lo impulsa como una conquista definitiva y se lo reconoce como un acabamiento. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

A este nombre de “ontología” se unen, según la respectiva posición metafísica fundamental y su conformación en el marco de las escuelas, diferentes opiniones sobre el conocimiento del ente y del ser. “Ontología” se ha convertido hoy otra vez en un nombre de moda; pero su tiempo ya parece haber pasado de nuevo. Por ello, es lícito recordar su uso más simple, vuelto hacia el significado de las palabras griegas; ontología: el interpelar y comprender el ser del ente. Con este nombre no designamos una disciplina especial de la metafísica, ni tampoco una “corriente” del pensamiento filosófico. Tomamos este título con tal amplitud que indica simplemente un ACAECIMIENTO, el ACAECIMIENTO de que el ente es interpelado en cuanto tal, es decir, en su ser. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La “conciencia” (en cuanto voluntad de la voluntad) tiene ahora que ser ella misma experimentada en referencia a la verdad del ente (de la entidad) como ACAECIMIENTO apropiante [Er-eignis] del ser. Desasistencia [Verwahr-losung]. Heideggeriana: HistoriaSer

La conciencia es aquel ACAECIMIENTO apropiante en el que el ser desiste de la verdad, es decir, la entrega al ente y a la entidad y expropia [enteignet] a éstos de la verdad. El ACAECIMIENTO apropiante de la expropiación y expulsión del ente a la mera entidad. Heideggeriana: HistoriaSer

A veces el ser tiene necesidad del ser humano, y sin embargo nunca es dependiente de la humanidad existente. Ésta, en cuanto histórica, en cuanto sabe y preserva el ente en cuanto tal, está ciertamente en referencia al ser; no obstante, el confiar la esencia humana al ser mismo no siempre es acaecida por parte de éste como la garantía por la cual una humanidad puede tener como propio el derecho de participar en el ACAECIMIENTO apropiante de la verdad del ser. En un tiempo tal, de la reivindicación del ser surge en ocasiones el intento de una respuesta en la que una humanidad tiene que sacrificar a algunos aislados que, habiendo sido interpelados, recuerdan internándose en el ser y piensan por lo tanto su historia desde lo ya sido [vom Gewesenen her]. Heideggeriana: RelembrarMetafisica

No se está hablando aquí de la psicología de los filósofos, sino sólo de la historia del ser. Pero que el ser determina [bestimmt] la verdad del ente y a través de lo que en cada caso esencia de la verdad, templa [stimmt] un pensar en la unicidad de un decir del ser y desde esta determinación [Bestimmung], requiere al pensador en su carácter determinado [Bestimmtheit], que en todo esto, de manera previa y siempre inicial, el ser acaece la verdad de sí mismo y éste es el ACAECIMIENTO apropiante en el que el ser esencia, esto no puede determinarse nunca a partir del ente. Se sustrae asimismo a toda explicación. El ser, en su historia, sólo puede admitirse [eingestehen] en aquella admisión [Eingeständnis] que libra exclusivamente a la dignidad inicial del ser el ajustarse del ser humano a la referencia al ser, para que, así admitido [geständig], conserve la insistencia [Inständigkeit] en la preservación del ser. Heideggeriana: RelembrarMetafisica

¿Qué acontece en la historia del ser? No podemos preguntar así, porque habría entonces un acontecer y algo que acontece. Pero el acontecer es el único acontecimiento [Geschehnis]. Sólo el ser es. ¿Qué acontece? No acontece nada, si vamos a la búsqueda de algo que acontezca en el acontecer. No acontece nada, el ACAECIMIENTO acaece apropiando [das Ereignis er-eignet]. El inicio — al dirimir el despejamiento — en sí mismo se despide. El inicio que acaece es lo digno en cuanto es la verdad misma que se eleva en su despedir. Lo digno es lo noble que acaece sin necesidad de obrar. Lo noble del digno ACAECIMIENTO del inicio es la única liberación en cuanto ACAECIMIENTO apropiante [Ereignis] de la libertad, la des-ocultación es la ocultación, y esto porque es la propiedad del fundamento abismal [Ab-grund]. Heideggeriana: RelembrarMetafisica

La renuncia en la que el ser se abandona a la extrema inesencia de la entidad (a la “maquinación”) es, ocultamente, el retener en sí la esencia inicial del ACAECIMIENTO apropiante en el inicio aún no iniciado, que aún no ha entrado en su abismo. El progreso del ser hacia la entidad es esa historia del ser — llamada metafísica — que en su comienzo queda tan esencialmente alejada de su inicio como en su final. Por eso, la metafisica misma, es decir ese pensar del ser que tuvo que darse el nombre de “filosofia”, tampoco puede llevar nunca la historia del ser mismo, es decir el inicio, a la luz de su esencia. El progreso del ser hacia la entidad es sobre todo el rechazo inicial de una fundación esencial de la verdad del ser y la cesión al ente de la preeminencia en la caracterización esencial del ser. Heideggeriana: RelembrarMetafisica

Pero la distinción inicial no es un acto que recaiga sobre y en una unidad indivisa de ser y ente que ya estuviera allí, sino que la distinción es, inicialmente, lo que esencia del ser mismo, cuya inicialidad es el ACAECIMIENTO apropiante [Er-eignis]. Retrocediendo desde la distinción de essentia y existentia que sustenta a toda metafisica y que tiene su peso en la impronta esencial de la existentia, no puede alcanzarse jamás la distinción inicial. Por el contrario, la distinción metafisica misma — es decir, siempre: la distinción que estructura y sustenta toda metafisica — tiene que ser previamente experimentada en su inicio para que la metafisica se vuelva capaz de decisión como ACAECIMIENTO apropiante de la historia del ser y pierda la forma aparente de una doctrina y de una manera de ver, es decir, de un producto humano. Heideggeriana: RelembrarMetafisica

En la historia del ser, el ACAECIMIENTO apropiante se le manifiesta al hombre en primer lugar como transformación de la esencia de la verdad. Esto podría suscitar la opinión de que la caracterización esencial del ser depende del dominio del respectivo concepto de verdad que guía el representar humano y con ello también el pensar del ser. Pero la posibilidad de los respectivos conceptos de verdad está previamente delimitada por el modo de la esencia de la verdad y por el reinar de esa esencia. El despejamiento es, él mismo, un rasgo fundamental del ser, y no sólo su consecuencia. Heideggeriana: RelembrarMetafisica

El recuerdo que se interna en la historia del ser es un pensar anticipador que se dirige al inicio y es acaecido por el ser mismo. El ACAECIMIENTO apropiante concede en cada caso el plazo desde el cual la historia asume la garantía de un tiempo. Ese plazo en el que el ser se entrega a lo abierto no puede encontrarse nunca, sin embargo, partiendo del tiempo contado historiográficamente y empleando sus medidas. El plazo concedido sólo se muestra a una meditación que ya es capaz de presentir la historia del ser, aunque esto sólo se consiga en la forma de un estado de necesidad esencial que conmueva todo lo verdadero y real, sin ruido y sin consecuencias. Heideggeriana: RelembrarMetafisica

Cuando Hegel en la conclusión del mencionado discurso dice del “universum”, y esto es, para él, a la vez, del absoluto, que no tiene en sí fuerza alguna de resistencia, de afirmar su esencia cerrada, ante el ánimo explorador del conocimiento metafísico, surge entonces la pregunta de por qué le falta al absoluto esta fuerza de resistencia. La respuesta reza: porque el absoluto según su esencia no puede resistirse a la exploración, sino por el contrario se quiere manifestar. Esta voluntad de mostrarse es su esencia. El aparecer es la voluntad esencial del espíritu. Desde la mirada a esa voluntad esencial del absoluto está pronunciada aquella frase de Hegel. Esta determinación esencial del absoluto es entonces el supuesto del sistema-Enciclopedia. ¿Pero qué ocurre con este supuesto mismo? ¿Puede el sistema elevar la pretensión de ser absoluto cuando reposa en un supuesto, que él mismo no fundamenta y a saber absolutamente? Hegel ha desarrollado de hecho la fundamentación de esta esencia del absoluto y denunciado este desarrollo en la “Ciencia de la fenomenología del espíritu”. Si el absoluto quiere manifestarse, porque él mismo es voluntad de manifestación, entonces tiene que pertenecer a la esencia del absoluto el manifestarse, es decir, el aparecer. Esencia y aparecer son aquí idénticos. El absoluto es espíritu. El espíritu es lo que se sabe a sí mismo y en tal saber, saber de sí mismo que se quiere, como fundamento esencial de todo ente. El espíritu es el saber absoluto. Mas como a su esencia pertenece el aparecer, el saber absoluto tiene que presentarse (darstellen) como saber que aparece. Sólo así el saber absoluto concede a partir de sí al ánimo del conocimiento humano la posibilidad de estar abierto para este conocimiento y en general en lo conocido de este conocer. Viceversa el conocer humano tiene, en tanto sabe el absoluto, antes que todo llevar a ejecución (Ausführung) el presentarse del saber que aparece. Pero esta ejecución del presentarse del absoluto que aparece sólo puede ser ella misma absoluta, si debe adecuarse al absoluto. Por su parte la ciencia tiene que llevar este absoluto presentarse a absoluta ejecución. Si la “Fenomenología del espíritu” es esta ejecución, entonces la obra con este título ha osado una tarea metafísica como antes nunca necesitó ser planteada ni posteriormente nunca más podía serlo. Por ello esta “obra” es un instante único y en un particular sentido destacado de la historia de la metafísica. Y mentamos con la “obra” no la producción pensante del hombre Hegel, sino la “obra” como ACAECIMIENTO de una historia, en medio de la cual y para la cual se exige a toda realización (Vollbringen) humana una propia estabilidad y determinación (la instancia del ser-ahí). Heideggeriana: HegelFenomenologia

Platón y Aristóteles por Rafael¿Qué significa “superación de la Metafísica”? En el pensar de la historia acontecida del ser este rótulo está usado sólo como un expediente para hacerse entender mínimamente. En realidad este rótulo da pie a muchos malentendidos; porque no deja que la experiencia llegue al fondo desde el cual, y sólo desde el cual, la historia del ser revela su esencia. Es el ACAECIMIENTO propio en el que el ser mismo está en torsión. Ante todo, superación no quiere decir el arrumbamiento que saca a una disciplina del horizonte de intereses de la “cultura” filosófica. La palabra “Metafísica” está pensada ya como sino de la verdad del ente, es decir, de la condición de ente, entendida en cuanto acaecer propio todavía oculto pero sobresaliente. a saber, del olvido del ser. Heideggeriana: SuperarMetafisica

El ocaso ya ha acaecido. Las consecuencias de este ACAECIMIENTO son los sucesos de la historia del mundo en este siglo. Ellos sólo dan el decurso final de lo que ya ha finalizado. Su curso es ordenado por la técnica de la Historia en el sentido del último estadio de la Metafísica. Este ordenamiento es la última organización por la cual lo que ha finalizado pasa a la apariencia de una realidad cuyo tejido actúa de un modo irresistible, porque pretende poder pasar sin un desocultamiento de la esencia del ser, y ello de un modo tan decidido, que no necesita presentir nada de tal desocultamiento. Heideggeriana: SuperarMetafisica

La superación de la Metafísica es pensada en el sentido de la historia acontecida del ser. Ella es el signo que anuncia la inicial torsión del olvido del ser. Anterior, aunque más oculto que este signo precursor, es lo que se muestra en este signo. Esto es el ACAECIMIENTO propio mismo. Lo que para el modo de pensar metafísico se muestra como un signo anunciador de otra cosa no cuenta más que como última apariencia de un despejamiento inicial. Heideggeriana: SuperarMetafisica

La superación sólo es digna de ser pensada en la medida en que se piensa en la torsión. A1 mismo tiempo, este pensar insistente piensa también en la superación. Esta rememoración experiencia el ACAECIMIENTO propio único de la de-propiación del ente, en la cual se despeja la menesterosidad de la verdad del ser y de este modo también la inicialidad de la verdad, y donde se ilumina el ser humano en forma de despedida. La superación es la trans-misión de la metafísica a su verdad. Heideggeriana: SuperarMetafisica

Ninguna mera acción va a cambiar el estado del mundo, porque el Ser, como eficacia y actividad efectiva, cierra el ente al ACAECIMIENTO propio. Ni siquiera el inmenso dolor que pasa por la tierra es capaz de despertar de un modo inmediato cambio alguno, porque se lo experiencia sólo como dolor, y éste de un modo pasivo y por ello como contraestado de la acción y, por esto, junto con ella, en la misma región esencial de la voluntad de voluntad. Pero la tierra permanece oculta en la inaparente ley de lo posible que ella es. La voluntad ha impuesto a lo posible lo imposible como meta. Las maquinaciones que organizan esta imposición y la mantienen en el dominio surgen de la esencia de la técnica, palabra que aquí se identifica con el concepto de la Metafísica que se está consumando. La uniformidad incondicionada de todas las humanidades de la tierra bajo el dominio de la voluntad de voluntad explica el sinsentido de la actuación humana puesta como absoluto. Heideggeriana: SuperarMetafisica

Parece casi como si bajo el dominio de la voluntad, al hombre le estuviera vedada la esencia del dolor, del mismo modo como la esencia de la alegría. ¿Podrá tal vez la sobremedida de dolor traer todavía un cambio? No se produce nunca un cambio sin que lo anuncien heraldos. Pero ¿cómo pueden acercarse heraldos sin que se despeje el ACAECIMIENTO propio, este ACAECIMIENTO que, llamándola, usándola (y necesitándola), ojee, es decir, aviste la esencia del hombre, y en este avistar ponga a los mortales en camino del construir que piensa, que poetiza? Heideggeriana: SuperarMetafisica

Ahora bien, si este sino, la estructura de emplazamiento, es el peligro extremo, no sólo para el ser humano sino también para todo hacer salir lo oculto como tal, ¿se puede seguir llamando aún a este destinar un otorgar? Ciertamente, y más aún cuando en este sino tenga que crecer lo que salva. Todo sino un hacer salir de lo oculto acaece de un modo propio desde el otorgar y como tal otorgar. Porque sólo éste aporta al hombre aquella participación en el salir lo oculto a la luz que es la que necesita (y usa) el ACAECIMIENTO propio del desocultamiento. En tanto que necesitado (y usado) de este modo, el hombre está asignado como propio al ACAECIMIENTO propio de la verdad. Lo otorgante, lo que destina de este o de aquel modo al hacer salir lo oculto es, como tal, lo que salva. Porque este que salva hace que el hombre mire e ingrese en la suprema dignidad de su esencia. Ella reside en esto: cobijar sobre esta tierra el estado de desocultamiento — y con él, antes que nada, el estado de ocultamiento — de toda esencia. Precisamente en la estructura de emplazamiento que amenaza con arrastrar al hombre al solicitar como presunto modo único del hacer salir lo oculto y que de esta manera empuja al hombre al peligro de abandonar su esencia libre, precisamente en este extremo peligro viene a comparecer la más íntima, indestructible pertenencia del hombre a lo que otorga, siempre que nosotros, por nuestra parte, empecemos a atender a la esencia de la técnica. Heideggeriana: PreguntaTecnica

En primer lugar, la estructura de emplazamiento provoca la furia del solicitar que desfigura toda mirada dirigida al ACAECIMIENTO propio del desocultamiento, y de este modo, pone en peligro desde su fundamento el respecto a la esencia de la verdad. Heideggeriana: PreguntaTecnica

¿Debieron ser llamadas las bellas artes al poético hacer salir de lo oculto? ¿El hacer salir de lo oculto tenia que interpretarlas de un modo más inicial para que, de esta forma, protegieran de un modo propio, en su parte, el crecimiento de lo que salva, despertaran de nuevo y fundaran la mirada y la confianza en lo que otorga? Si al arte, en medio del extremo peligro, le está otorgada esta suprema posibilidad de su esencia, es algo que nadie es capaz de saber. Pero podemos sorprendernos. ¿De qué? De la otra posibilidad. De que en todas partes se instale la furia de la técnica, hasta que un día, a través de todo lo técnico, la esencia de la técnica esencie en el ACAECIMIENTO propio de la verdad. Heideggeriana: PreguntaTecnica

En el destinar del destino del ser, en la regalía del tiempo se muestra un apropiarse, un super-apropiarse, que lo es del ser como presencia y del tiempo como ámbito de lo abierto en lo que uno y otro tienen de propio. A lo que determina a ambos, ser y tiempo, en lo que tienen de propio, esto es, en su recíproca copertenencia, lo llamamos: el ACAECIMIENTO [das Ereignis]. Lo que esta palabra nombra, sólo lo podemos pensar ahora desde lo que se anuncia cuando se mira con ojo avizor al ser y al tiempo como destino y como regalía, allí donde ser y tiempo tienen su asiento y origen. A ambos, tanto al ser como al tiempo, los hemos llamado cosas o asuntos, cuestiones. La “y” entre ambos deja sin determinar su recíproca relación. Heideggeriana: TempoYSer

Por añadidura se muestra lo siguiente: Lo que deja que ambas cosas se pertenezcan recíprocamente, lo que no sólo trae a ambas cosas a lo que tienen de propio, sino que las conserva y mantiene en su recíproca pertenencia, la condición natural de ambas cosas, la índole de la cosa es el ACAECIMIENTO. La condición o índole de la cosa no se le sobreañade supletoriamente, como una relación superpuesta, al ser y al tiempo. La índole de la cosa se apropia primero al ser y al tiempo desde la interna relación que uno y otro guardan entre sí en lo que tienen de propio, y ello, ciertamente, mediante el apropiar que se oculta en el destino y en la regalía esclarecedora. De acuerdo con esto el Se, el Ello que da en “Se da el ser”, “Se da el tiempo”, se acredita como el ACAECIMIENTO. Este enunciado es justo y, sin embargo, a la vez incierto, por cuanto nos oculta la índole de la cosa; pues en vano nos la hemos representado como algo que está presente, cuando lo que intentamos es, empero, pensar la presencia como tal. Mas quizá nos hayamos desembarazado de un solo golpe de todas las dificultades, de todas las prolijas y aparentemente infructuosas explicaciones, si planteamos y le damos respuesta a la sencilla pregunta que hace tiempo nos acucia: ¿qué es el ACAECIMIENTO? Permítasenos intercalar al respecto una pregunta. ¿Qué quiere decir aquí “responder” y “respuesta”? Por responder se entiende el decir que corresponde a la índole de la cosa a pensar, esto es, al ACAECIMIENTO. Mas, si la índole de la cosa prohíbe el decir de ella al modo de un enunciado, entonces es menester que renunciemos a la proposición enunciativa a esperar en la planteada pregunta. Esto significa, empero, confesar la impotencia de pensar de conformidad con la cosa lo que aquí hay que pensar. ¿O es más aconsejable renunciar no sólo a la respuesta, sino antes aún a la pregunta? Entonces, ¿qué es lo que pasa con esta pregunta que no estamos planteando forzadamente, que está justificada y es ilustradora: qué es el ACAECIMIENTO? Con ella preguntamos por el qué, por la esencia, por cómo es y está, en consecuencia, presente el ACAECIMIENTO. Heideggeriana: TempoYSer

Con la aparentemente inocente pregunta: ¿qué es el ACAECIMIENTO?, demandamos un informe sobre el ser del ACAECIMIENTO. Pero, si resulta que el ser mismo en cuanto tal se muestra como lo que pertenece al ACAECIMIENTO y recibe de él la determinación de presencia, entonces la pregunta formulada anteriormente nos retrotrae a aquello que reclama ante todo su determinación: el ser desde el tiempo. Esta determinación se mostró al mirar ojo avizor al “Se” que da, al escrutar con la mirada los mutuamente trabados modos del dar, el destinar y el extender. El destinar del ser reposa en la esclarecedora-ocultante regalía del múltiple estar presente en la región abierta del espacio-tiempo. Pero la extensión de la regalía reposa, a una con el destinar, en el acaecer como apropiar. Esto, es decir, lo peculiar del ACAECIMIENTO, determina también el sentido de aquello que aquí es denominado el reposar. Heideggeriana: TempoYSer

Lo ya dicho permite, y en cierto modo exige incluso, decir cómo no hay que pensar el ACAECIMIENTO. Lo nombrado con el nombre alemán das Ereignis (el ACAECIMIENTO) no podemos representárnoslo ya tomando como hilo conductor el significado usual de la palabra; pues éste la entiende en el sentido de evento y suceso — no desde el apropiarse como el esclarecedor y salvaguardante extender y destinar-. Heideggeriana: TempoYSer

Así se ha oído recientemente el comentario de que la proyectada unificación dentro de la Comunidad Económica Europea sea un ACAECIMIENTO europeo de importancia histórica mundial. Mas si en el contexto de una dilucidación del ser nos sale al paso la palabra “ACAECIMIENTO” y se presta oídos a esta palabra sólo según la significación usual, entonces se impone formalmente hablar del ACAECIMIENTO del ser. Pues sin el ser no puede ser ningún ente como tal. De acuerdo con esto, cabe poner en circulación al ser atribuyéndole el carácter de ACAECIMIENTO supremo, el más importante de todos. Heideggeriana: TempoYSer

Sólo que el único objetivo de esta conferencia se encamina a traer a la mirada al ser mismo como ACAECIMIENTO. Sólo que lo nombrado con las palabras “el ACAECIMIENTO” [das Ereignis] dice enteramente otra cosa. De acuerdo con esto hay que pensar también el inaparente, y siempre capcioso porque polisémico, vocablo “como”. Supuesto que, con vistas a la dilucidación de ser y tiempo, dejemos seguir su camino a la significación usual de la palabra alemana Ereignis (ACAECIMIENTO) y, en lugar de a dicha significación, sigamos al sentido que se indica en el destinar de la presencia y en la regalía esclarecedora del espacio-tiempo, entonces queda también así aún indeterminada el habla del “ser como ACAECIMIENTO”. Heideggeriana: TempoYSer

“Ser como el ACAECIMIENTO”: Antaño pensó la filosofía al ser, desde el ente, como idea, como energeia, como actualitas, como voluntad y ahora — cabría pensar — como ACAECIMIENTO. Así entendido, mienta “ACAECIMIENTO” una interpretación declinada del ser que, si resulta legítima, representa una continuación de la metafísica. El “como” significa en este caso: ACAECIMIENTO como una especie del ser, subordinada al ser, que constituye el establecido concepto conductor. Si pensamos empero, como se intentó, ser en el sentido de estar presente y dejar estar presente, que se da en el destino, el cual reposa por su parte en la esclarecedora-ocultadora regalía del tiempo auténtico, entonces el ser pertenece al [acaecer como] apropiar. Desde éste reciben su determinación el dar y su don. Entonces sería el ser una especie de ACAECIMIENTO y no el ACAECIMIENTO una especie del ser. Heideggeriana: TempoYSer

Mediante el escrutinio del tiempo propiamente dicho en lo que tiene de propio — desde el ACAECIMIENTO como apropiación — ha resultado procedente pensar el ser sin referencia a la relación del ser a lo ente. Heideggeriana: TempoYSer

El pensar que despunta con Ser y tiempo es en consecuencia, por una parte, el despertar desde el olvido del ser — en donde despertar ha de ser entendido como un acordarse de algo que aún no fue pensado —, mas, como tal despertar, no es dicho pensar, por otra parte, ninguna cancelación del olvido del ser, sino el instalarse en él persistiendo en él. Así el despertar desde y para el olvido del ser es un abrir los ojos, un desvelarse [Entwachen] en el ACAECIMIENTO propicio. Sólo en el pensar en el ser mismo, en el ACAECIMIENTO propicio, es experienciable como tal el olvido del ser. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer