Que en el desarrollo de la historia moderna el cristianismo siga existiendo, que contribuya a impulsar este desarrollo bajo la figura del protestantismo, que se haga valer en la metafísica del idealismo alemán y del romanticismo, que se reconcilie con las respectivas épocas reinantes, con las correspondientes transformaciones, asimilaciones y compensaciones, y que aproveche las respectivas conquistas modernas para fines eclesiásticos, todo esto demuestra con más fuerza que nada cuán decididamente ha perdido el cristianismo su fuerza medieval, su fuerza conformadora de historia. Su significación histórica ya no radica en lo que es capaz de configurar sino en que, desde el comienzo de la época moderna y a lo largo de toda ella, es continuamente aquello contra lo cual tiene que distinguirse, expresamente o no, la nueva libertad. La liberación respecto de una certeza de salvación de tipo revelado es, en sí, una liberación hacia una certeza en la que el hombre pueda estar, por sí mismo, seguro de su determinación y de su tarea. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
En la medida en que conocemos lo que sale al encuentro como cosa, como teniendo tal o cual cualidad, como referido a otros de tal o cual manera, causado de tal o cual modo, de tal o cual tamaño, ya hemos de antemano trasladado inventivamente a lo que sale al encuentro la cosidad, la cualidad, la relación, el efecto, la causa, la magnitud. Lo inventado en este inventar son las categorías. Aquello que propiamente se nos aparece y se nos muestra en su aspecto: esta cosa en su cosidad así conformada – en griego, la “idea” – es de origen inventado; y por lo tanto de un origen superior, que está por encima de lo que nuestro quehacer inmediato recoge y cree sólo recoger como algo tangible y que está allí delante. Esta esencia inventiva de la razón no fue descubierta por primera vez por Nietzsche, sino que sólo la acentuó en ciertos aspectos de manera especialmente brusca y no siempre suficiente. El carácter inventivo de la razón fue explícitamente visto y pensado por primera vez por Kant en su doctrina de la imaginación trascendental. La concepción de la esencia de la razón absoluta en la metafísica del idealismo alemán (en Fichte, Schelling, Hegel) se funda totalmente en la visión kantiana de la esencia de la razón como una “facultad” “formativa”, inventiva. Heideggeriana: VontadePoder
A pesar de ello, no necesita ser vana, como preparación del salto al pensar que piensa el ser del ente. Ahora bien, en la metafísica de Hegel – y en la metafísica del idealismo alemán en general – se trata no sólo de pensar el ser, sino que aquí se hace necesario pensar absolutamente al ente en su ser como lo absoluto, de manera absoluta. Aquí se exige un salto que tiene que salvarse nuevamente a sí mismo: el salto absoluto al absoluto. La presentación de la “Fenomenología del espíritu” osa realizar este salto. Heideggeriana: HegelFenomenologia
En la filosofía, es decir, en la metafísica, se trata del conocimiento de lo que verdaderamente es, o de lo que el ente en verdad es. El verdadero ente, para la metafísica del idealismo alemán, es el absoluto. Si en esta metafísica el absoluto ha de ser conocido, este propósito está a la sombra de la filosofía de Kant, cuya “Crítica de la Razón pura” tiene la intención de prestar claridad acerca de la esencia del conocimiento especulativo del absoluto a través de delimitaciones bien fundadas. El autoaseguramiento del proceder y de toda postura es en general un rasgo fundamental de la filosofía de la modernidad. De este modo corresponde en esta época a una “representación natural”, anticipar al conocimiento del absoluto una consideración examinadora del conocimiento mismo. Heideggeriana: HegelFenomenologia
Puesto que Hegel expresa el rasgo fundamental de la “Fenomenología del espíritu” en los tres parágrafos que siguen y últimos de la “Introducción”, es aconsejable resumir antes en una retrospectiva la dilucidación vigente de ésta. Al inicio de las presentaciones sobre la “Fenomenología del espíritu” se aludió al rol y posición diferentes de la “Fenomenología” al interior de la metafísica de Hegel. En el primer sistema, que se denomina a sí mismo “Sistema de la ciencia”, la “Fenomenología del espíritu” conforma, bajo el título “Ciencia de la fenomenología del espíritu”, la primera parte. “La ciencia”, dicho simplemente, significa aquí: “la filosofía”. Y el título “Sistema de la ciencia” mienta “la filosofía” en la única figura a ella adecuada del “sistema” desplegado. La filosofía es como saber incondicionado, que condiciona a todo otro, en sí misma “sistemática”, es lo que es sólo como “sistema”. (Este nombre denomina la construcción esencial de la ciencia misma, no acaso la forma aportada de un orden posterior de los conocimientos filosóficos). El primer sistema, bipartito, sea denominado, atendiendo al rol omnideterminante de la “Fenomenología”, el “Sistema-Fenomenología”. El segundo, tripartito, que enseguida después de aparecer la “Fenomenología del espíritu” tiene que haber alcanzado primacía, conoce a la “Fenomenología del espíritu” sólo como parte constitutiva subordinada de la tercera parte principal. Lo que significa, pues, el desaparecer de la “Fenomenología del espíritu” del rol de primera parte del sistema para el sistema mismo y por consiguiente para la metafísica del idealismo alemán, sólo puede ser apreciado, y en general recién claramente interrogado, si la esencia de la “Fenomenología del espíritu” está suficientemente aclarada. Intentamos aquí hacer algunos pasos a este respecto y a saber en un camino simple. Heideggeriana: HegelFenomenologia
La aclaración del concepto de “experiencia” al interior del título “Ciencia de la experiencia de la conciencia” tiene que acertar el centro del despejamiento de este título y con ello el núcleo de la dilucidación de la esencia de la “Fenomenología del espíritu”. La calidad de única de esta obra surge de la posición fundamental que entretanto ha alcanzado la metafísica occidental. La metafísica es el conocimiento del ente como tal en totalidad a partir de su fundamento. Reconoce al verdadero ente en su verdad. Este es a consecuencia de la esencia onto-teológica de la metafísica el máximo ente de todo ente (ens entium), el ente sólo desde sí y por sí, el absoluto. El conocimiento metafísico es en su “objetivo final” (Kant) el conocimiento del absoluto. Recién la metafísica del idealismo alemán ha reconocido, clara y decididamente, que el conocimiento del absoluto sólo puede ser tal si al mismo tiempo conoce de manera absoluta. La pretensión de saber absoluto de la metafísica se ha de concebir ahora en su necesidad esencial. De allí que equitativamente esta pretensión tenga que legitimarse en su derecho, puesto que excede esencialmente los límites del conocer diario de las cosas finitas. El conocer tiene que ser examinado acerca de si y cómo puede ser un conocimiento absoluto. Este examen es hasta plenamente inevitable al interior del pensamiento moderno, según su propia actitud cognoscente; pues para el pensamiento moderno “verdad” significa la indudable certeza que se legitima a sí misma. Por eso tampoco la metafísica absoluta, y ella menos, puede sustraerse a la exigencia de “examen” y legitimación. Sin embargo, la pregunta decisiva es precisamente de qué tipo puede ser este examen del conocimiento absoluto y cómo tiene que ser realizado. Es, a saber, examinado el conocimiento; entonces existe ya antes de toda realización del examinar, para éste, una opinión previa sobre la esencia del conocer por examinar. Y la representación corriente del conocer se dirige a que éste es o un “instrumento”, o un medium y con ello en todo caso un “medio”, que se encuentra entre el cognoscente y lo conocido y no es ni uno ni otro. Pero si en el conocimiento absoluto el conocer fuera un mero “medio”, entonces permanecería “fuera” del absoluto y de este modo no sería absoluto. Pero como “relativo” el conocer está respectivamente “en relación con…”, en referencia al absoluto. Por ello, es en cada caso necesario visualizar enseguida y previamente esta referencia al absoluto y tomarla por base como la esencia del conocer. Pero la referencia del conocer al absoluto sólo puede ser, supuesto que pensemos el absoluto como tal, la referencia del absoluto a nosotros, los cognoscentes. Pertenece al arte pensante de la fuerza pensante de presentación de Hegel, que nombre en la “Introducción” a esta esencia del conocer absoluto, casi sólo de paso, hacia el final del primer parágrafo, en proposiciones subordinadas. En forma de proposiciones conductoras Hegel dice sobre el absoluto y sobre el conocimiento del mismo esto: 1. El absoluto está en y para sí ya en nosotros y quiere estar en nosotros (comp. WW II, 60). 2. El conocer es “el rayo mismo, a través del cual la verdad nos toca” (ibíd.). Heideggeriana: HegelFenomenologia
La experiencia como el hacer surgir trascendental del nuevo verdadero objeto está necesariamente referida a una infinitud, es decir, a la conciencia como lo in-finito, o sea, no finito, sino originariamente uno, es decir, a la conciencia como lo incondicionado que todo lo condiciona. Pero la referencia de la experiencia trascendental a lo incondicionado de la conciencia es de tal tipo que esta “experiencia de la conciencia” hace aparecer a ésta en su incondicionada verdad y mostrarse en su completo condicionamiento, que determina unitariamente a todo objeto en su posibilidad. Según ello, el concepto hegeliano de “experiencia” es no sólo en general – a diferencia del concepto kantiano, óntico ontológico -, expresado kantianamente, trascendental, sino que la experiencia en sí trascendental se dirige a lo incondicionado de todo condicionamiento y de este modo a todo el contexto de condicionamiento. La “experiencia” es incondicionalmente un trascendental hacer surgir la conciencia, el hacer aparecer sus figuras en la incondicionalidad de su condicionar de todo objeto condicionado como tal. Hegel – y la metafísica del idealismo alemán en general – toma con seriedad el “asomarse a esa infinitud de representaciones y conceptos de propia autoría”. Pero tomar con seriedad no significa aquí sólo agregar este asomarse como complemento al planteo trascendental kantiano y recién en él ver el fin, sino iniciar con este asomarse en lo incondicionado y hacer determinarse todo “ver” desde aquí. Heideggeriana: HegelFenomenologia
Para los alemanes podría llegar el instante histórico en el que tuvieran que advertir lo que les espera como lo suyo propio. Esto propio sólo se deja apropiar en la confrontación esencial, que hace ser cuestionable a lo esencial. Hasta hoy la relación alemana con la metafísica del idealismo alemán permanece enredada en un “o – o”, cuyas razones históricas han de ser omitidas aquí. O rechazo ciego (= irrazonable) de la metafísica absoluta, o una igualmente ciega repetición y ello en la mala forma del disponer para las necesidades de la época. Heideggeriana: HegelFenomenologia