La verdad sobre el ente en su totalidad lleva desde antiguo el nombre de “metafísica”. Cada época, cada humanidad, está sustentada por una metafísica y puesta por ella en una determinada relación con el ente en su totalidad y por lo tanto también consigo misma. El final de la metafísica se desvela como el derrumbe del dominio de lo suprasensible y de los “ideales” que surgen de él. El final de la metafísica no significa sin embargo de ninguna manera que cese la historia. Es el comenzar a tomar en serio el “acaecimiento” de que “Dios ha muerto”. Este comienzo ya está en marcha. El propio Nietzsche comprende su filosofía como la introducción al comienzo de una nueva época. Prevé que el siglo siguiente, es decir al actual siglo XX, será el comienzo de una época cuyas transformaciones no podrán compararse con las conocidas hasta entonces. Los escenarios del teatro del mundo podrán seguir siendo los mismos durante un cierto tiempo, la obra que se está representando ya es otra. Que en ella los fines anteriores desaparezcan y que los valores anteriores se desvaloricen no es vivido ya como una mera aniquilación y lamentado como una carencia y una pérdida, sino que se lo saluda como una liberación, se lo impulsa como una conquista definitiva y se lo reconoce como un acabamiento. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Con la transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento al hombre se le formula, por lo tanto, la ilimitada exigencia de erigir de modo incondicionado, a partir de sí mismo, por medio de sí mismo y por encima de sí mismo, los “nuevos estandartes” bajo los cuales tiene que llevarse a cabo la institución de un nuevo orden del ente en su totalidad. Puesto que lo “suprasensible”, el “más allá” y el “cielo” han sido aniquilados, sólo queda la “tierra”. Por consiguiente, el nuevo orden tiene que ser: el dominio incondicionado del puro poder sobre el globo terrestre por medio del hombre; no por medio de un hombre cualquiera, y mucho menos por medio de la humanidad existente hasta el momento, que ha vivido bajo los valores hasta el momento válidos. ¿Por medio de qué hombre entonces? Con el nihilismo, es decir con la transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento en medio del ente en cuanto voluntad de poder y a la vista del eterno retorno de lo mismo, se vuelve necesaria una nueva posición de la esencia del hombre. Pero puesto que “Dios ha muerto” lo que ha de ser medida y centro para el hombre sólo puede ser el hombre mismo: el “tipo”, la “figura” de la humanidad que asuma la tarea de transvalorar todos los valores en dirección del poder único de la voluntad de poder y que esté dispuesta a emprender el dominio incondicionado sobre el globo terrestre. El nihilismo clásico, que, en cuanto transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento, experimenta el ente como voluntad de poder y sólo admite como única “meta” el eterno retorno de lo mismo, tiene que impulsar al propio hombre – es decir al hombre existente hasta el momento – “por sobre” sí mismo y tiene que crear como medida la figura del “superhombre”. Por eso se dice en Así habló Zaratustra, IV, “Del hombre superior”, 2: “¡Adelante! ¡Arriba! ¡Vosotros, hombres superiores! Sólo ahora parirá la montaña del futuro del hombre. Dios murió: ahora nosotros queremos – que viva el superhombre” (VI, 418). Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Ustedes entran y salen, aquí, a diario, por el edificio de la universidad. Ya han vivido el final del semestre y observado a los estudiantes en su diario vivir y su ajetreo. El trabajo de los estudiantes transcurre en forma sencilla. Oyen las lecciones de los profesores. En compañía de ellos trabajan determinadas preguntas y tareas para sus respectivos ramos, participando en ejercicios y seminarios. Estos últimos se ordenan en los que son para principiantes y los para alumnos avanzados. Lo que vale también para el trabajo práctico en los institutos de ciencias naturales y en las clínicas. El conjunto de la enseñanza sirve al objetivo principal que es entregar una preparación científica para las profesiones superiores y públicas de juez, de médico, de profesor de escuelas superiores, de párroco. Estas profesiones se han llamado superiores, pues su ejercicio está fundado en una cabal formación científica. Pero, ciencia significa: una forma superior de saber. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
El arraigo cada vez más exclusivo de la interpretación del mundo en la antropología, que se inicia a finales del siglo XVIII, encuentra su expresión en el hecho de que la posición fundamental del hombre frente a lo ente en su totalidad se determina como visión del mundo. Fue a partir de esta época cuando dicha palabra se introdujo en el uso lingüístico. En cuanto el mundo se convierte en imagen, la posición del hombre se comprende como visión del mundo. Cierto que el término ‘visión del mundo’ se presta fácilmente al malentendido de que se refiere a una mera contemplación pasiva del mundo. Por eso, ya desde el siglo XIX se ha insistido en que la visión del mundo significa también e incluso principalmente una visión de la vida. El hecho de que, de todas maneras, el término ‘visión del mundo’ se haya mantenido como nombre para la posición del hombre en medio de lo ente, es la prueba de lo decididamente que el mundo se ha convertido en imagen en cuanto el hombre ha llevado su vida como subjectum a la posición principal en el centro de toda relación. Esto significa que lo ente sólo vale como algo que es, en la medida en que se encuentra integrado en esta vida y puesto en relación con ella, es decir, desde el momento en que es vivido y se torna vivencia. Al igual que cualquier tipo de humanismo resultaba inadecuado para los griegos y que en la Edad Media era imposible una visión del mundo, del mismo modo también resulta absurda una visión católica del mundo. En la misma medida en que lo necesario y normal es que todo tenga que convertirse en vivencia para el hombre moderno, cuanto más ilimitadamente se apropia de la configuración de su esencia, del mismo modo, es absolutamente cierto que los griegos no sufrían vivencias cuando celebraban sus fiestas olímpicas. Heideggeriana: EIM
En este ocultamiento en el on está fundada la metafísica, aunque por otra parte dedica su representar al on he on. La pregunta que vuelve sobre este ocultamiento busca, por. lo tanto, vista desde la metafísica; el fundamento para la ontología. Por esto, este proceder se llama en “El Ser y el Tiempo” (p. 16, ed. española ) “ontología fundamental”. Sólo que el título se muestra, como siempre, como todo título en este caso, precario. Pensado desde la metafísica lo dice correctamente; aunque justamente por eso, conduce a errar; entonces vale para ganar el tránsito de la metafísica al pensamiento en la verdad del ser: En tanto este pensamiento se designe a sí mismo como ontología fundamental, se pone con esta designación a ocultar el propio camino. En el título “ontología fundamental” está la opinión de que el pensamiento que ensaya pensar la verdad del ser, y no como toda ontología la verdad del ente, sea como ontología fundamental una forma de ontología. Con todo esto el pensamiento en la verdad del ser como el retorno al fundamento de la metafísica ha abandonado ya con este primer paso el reino de toda la ontología. Frente a ello toda filosofía que se mueve en el mediato o inmediato representar de la “trascendencia” queda necesariamente como ontología en sentido esencial, sea que. consiga una fundamentación de la ontología, sea, que rechace la ontología . por la acusación del entumecimiento conceptual de la vivencia (Erlebnis = lo que se ha vivido). Heideggeriana: EWM
Johann-Peter Hebel es poeta bajo los rasgos del Amigo de la Casa. Es evidente que ya no podemos, actualmente, retornar al mundo vivido por Hebel hace un siglo y medio, ni a la rusticidad integral de esta época, como tampoco a su conocimiento limitado de la naturaleza. Heideggeriana: HebelAmigo
Entretanto, ponderaremos bastante el alcance de la ciencia cibernético-futurológica del hombre, recién, cuando consideremos sobre qué supuesto se halla ésta fundada. Este supuesto consiste en que el hombre es contemplado como el ente social. Sociedad, empero, significa: sociedad industrial. Ella es el sujeto al que permanece referido el mundo de los objetos. Se piensa, en verdad, que por su naturaleza social, la yoidad del hombre estaría superada. Pero, por esta naturaleza social el hombre no entrega en modo alguno su subjetividad. Más bien, la sociedad industrial es la yoidad, o sea, la subjetividad potenciada al grado extremo. En ella el hombre se establece exclusivamente sobre sí mismo y sobre las áreas del mundo por él vivido que ha dispuesto como instituciones. Pero la sociedad industrial sólo puede ser lo que ella es si se somete a la medida de la cibernética dominada por la ciencia y la técnica científica. La autoridad de la ciencia, empero, se apoya sobre el triunfo del método, el que por su parte ostenta su justificación en el efecto de la investigación por él controlada. A esta legitimación se la tiene por suficiente. La autoridad anónima de la ciudad vale como intocable. Heideggeriana: ArtePensar