vecindad del pensamiento

En cambio, para nosotros deberá quedar abierto de si somos capaces de entrar adecuadamente en esta experiencia poética con el habla. Existe el peligro de sobrecargar el poema, es decir, de atribuirle un exceso de pensamientos y que nos cerremos a ser alcanzados por su poesía. Más grande aún – aunque hoy en día se admite poco – es el peligro de que pensemos demasiado poco, y que rechacemos el pensamiento de que la verdadera experiencia con el habla sólo pueda ser una experiencia del pensamiento, además de que todo elevado canto poético de toda gran poesía vibra en el ámbito de un pensamiento. Pero si lo que ante todo importa es la experiencia del pensamiento con el habla, ¿para qué, entonces, esta indicación de una experiencia poética? Porque, a su vez, el pensamiento anda por caminos vecinos a la poesía. Por esto es bueno pensar en el vecino, en aquel que vive en la misma proximidad. Poesía y pensamiento se necesitan mutuamente en su vecindad, cada uno a su modo cuando se llega al límite. La región en la que la vecindad misma tiene su ámbito, esto la poesía y el pensamiento lo determinan de modos distintos, pero siempre de forma tal que se encuentra en el mismo ámbito. Puesto que estamos atrapados por un prejuicio secular donde el pensamiento es una cuestión de raciocinio, o sea, de cálculo en el sentido más amplio, se desconfía, ya de entrada, al hablar de una vecindad del pensamiento con la poesía. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

La experiencia de este poeta con la palabra desaparece en la oscuridad y así permanece ella misma velada. Dejémosla así: con todo, cuando pensamos de este modo la experiencia poética la dejamos ya en la vecindad del pensamiento. Sin embargo, no debemos creer que una experiencia pensante con el habla, en lugar de la experiencia poética, lleve antes a la claridad y que le sea lícito levantar los velos. De lo que es capaz aquí un pensamiento recibe su determinación del hecho de si oye y de cómo oye el decir confiador dentro del cual habla la esencia del habla en tanto que habla de la esencia. Pero, no es un mero recurso que el intento de preparar una posibilidad para una experiencia del pensamiento con el habla busque la vecindad de la poesía; al contrario, nace de la suposición que pensamiento y poesía pertenecen a una misma vecindad. Tal vez esta suposición corresponda a la presunción de que por ahora oímos sólo de manera difusa: la esencia del habla : el habla de la esencia. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Para que se nos desvele una posibilidad de hacer una experiencia pensante con el habla buscamos la vecindad donde habitan el pensamiento y la poesía. Curioso comienzo – de ambos tenemos tan poco conocimiento. Y pese a todo, los conocemos a ambos. Bajo la rúbrica de Poesía y Filosofía poseemos mucha información sobre la poesía y la filosofía. Pero en nuestro camino no buscamos ciegamente la vecindad de pensamiento y poesía; pues aún tenemos en el oído el poema La Palabra; tenemos así en vista una experiencia poética con el habla. Podemos resumirla con las debidas reservas en el decir de la renuncia: “Ninguna cosa sea donde falta la palabra”. Tan pronto hemos reparado que aquí se nombra la relación entre cosa y palabra y con ella la relación del habla con cualquier ente en tanto que tal, hemos invocado lo poético a pasar a la vecindad del pensamiento. Pero sin embargo, éste no encuentra nada extraño en ello. En realidad, la relación entre cosa y palabra es de las cuestiones primordiales que el pensamiento occidental ha suscitado, particularmente en la figura de la relación de ser y decir. Esta relación subyuga el pensamiento de manera tan pasmosa que se anuncia con una sola palabra. Esta dice: logos. Pronuncia simultáneamente el nombre para ser y decir. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

A muchos les puede parecer superfluo lo que aquí se ha pensado acerca del poema y puede considerarse inoportuno y forzado. Pero la cuestión de la que aquí se trata, en la vecindad de la experiencia poética con la palabra, es encontrar una posibilidad para una experiencia pensante con el habla. Esto quiere decir ahora y antes que nada: aprender a prestar atención a la vecindad misma en la que habitan la poesía y el pensamiento. Pero, cosa extraña – la vecindad misma permanece invisible. Lo mismo sucede en nuestras vidas cotidianas. Uno vive en ella y se hallaría perplejo si tuviera que decir en qué consiste la vecindad. Pero esta perplejidad sólo es un caso particular, y quizá destacado. de aquella antigua y vasta perplejidad en la que se halla siempre y en todas partes nuestro pensamiento y nuestro decir. ¿A qué perplejidad nos referimos? A ésta: no estamos en situación – o si lo estamos es sólo raras y escasas veces – de hacer la experiencia puramente, y en sus propios términos, de una relación que rige entre dos cosas, entre dos esencias. Nos representamos inmediatamente la relación a partir de lo que cada vez está en relación. Comprendemos poco de cómo, a través de qué y desde dónde se da esta relación y cómo es en tanto que tal. Así, es sin duda correcto representarse la vecindad como relación. Esta representación también es adecuada a la vecindad de poesía y pensamiento. Pero esta representación no nos indica nada sobre si es la poesía la que se instala en la vecindad del pensamiento o, por el contrario, el pensamiento el que se instala en la vecindad de la poesía, o bien si cada uno se ha ido a la vecindad del otro. La poesía se mueve en el elemento del decir, lo mismo que el pensamiento. Cuando reflexionamos acerca de la poesía, nos hallamos a la vez en el mismo elemento donde se mueve el pensamiento. Así y todo, no podemos decidir aquí de manera definitiva si la poesía es, en lo propio, una forma del pensamiento o si el pensamiento es, en lo propio, una forma de la poesía. Permanece oscuro para nosotros a través de qué se determina su verdadera relación y de qué origen procede propiamente lo que, bastante a la ligera, llamamos lo propio (das Eigentliche). Pero – cualquiera que sea el modo mediante el cual dejamos venir a nuestras mentes la poesía o el pensamiento – cada vez se nos ha acercado el uno y mismo elemento: el decir, tanto si le prestamos atención como si no. Heideggeriana: EssenciaLinguagem