Y ¿de donde ha de conseguir el pueblo ahora su verdadera articulación y cerrazón? De manera tal que, el hacer y el omitir de cada individuo, de cada grupo y de cada estrato sea entendido como trabajo. La palabra “trabajo” recibe a través del nuevo espíritu de la comunidad, por cierto, un sentido diferente y, en primer término, genuino. El “TRABAJADOR” no es, como lo quería el marxismo, el puro objeto de la explotación a través de la clase dominadora. El estrato del TRABAJADOR no es el de la clase de los desheredados, que ha de entrar en la lucha general de clases. El trabajo no es ni mercancía ni sirve únicamente para la producción de los bienes para otros. El trabajo tampoco es sólo la ocasión y el medio para ganarse un sueldo. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
Hablamos del “TRABAJADOR del puño” y del “TRABAJADOR del cerebro” y de su pertenencia mutua. Lo que no debe significar que: el creador espiritual ha sido degradado a un “puro” “TRABAJADOR”, pues éste último no es nada inferior. Sin embargo, tampoco ha de significar que al TRABAJADOR del puño se le hagan concesiones, ya que el sabio se llama al igual que él, “TRABAJADOR”; porque tal concesión no es en nada requerida por el así llamado mero TRABAJADOR. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
Mostrábamos en qué sentido la Revolución Nacionalsocialista crea una nueva realidad alemana. Y decíamos que, por él, se le devolvía a la universidad, recién, de nuevo, un suelo firme. ¿De qué manera? El carácter fundamental del nuevo movimiento político — espiritual, que atraviesa al pueblo, es el de una educación y una reeducación del pueblo para el pueblo a través del Estado. ¿No debiera brotar la tarea, de hecho, allí, en donde de lo que se trata es de la más profunda y amplia educación, para la escuela suprema? Por cierto — la escuela superior es el sitio de la educación científica. La ciencia es un modo destacado del saber. Y la ciencia experimenta entonces una renovación decisiva [entscheidende Erneuerung], si la esencia del saber es experimentada en general de un modo originario. Y este es el caso. Así como las palabras “trabajo” y “TRABAJADOR” han ganado un sonido y sentido nuevo, así las palabras “saber” y “ciencia” han de recibir también una significación diferente. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
Es un hecho que por entonces mucha mediocridad e incapacidad, mucho egoísmo y envidia campaban por sus respetos. Pero esto, considerando la situación general de nuestro pueblo, era, para mí, una razón más para intentar poner en juego las fuerzas más capaces y los objetivos esenciales. Ciertamente, habría sido más fácil quedarse al margen, mirar por encima del hombro a esa “gente impresentable” y alabar lo hasta ahora vigente, sin reparar en la situación histórica de Occidente. Un simple dato puede dar a entender cómo veía yo entonces la situación histórica. En 1930 había aparecido el artículo de Ernst Jünger sobre “La movilización total”, en el que se anunciaban los rasgos básicos de su libro El TRABAJADOR, aparecido en 1932. Estos escritos los había estudiado, con mi ayudante de entonces, Brock, en círculos reducidos y había intentado mostrar cómo en ellos se expresaba una comprensión esencial de la metafísica de Nietzsche, por cuanto en el horizonte de esta metafísica están vistas y previstas la historia y la actualidad de Occidente. Pensando a partir de estos escritos, y más esencialmente aún a partir de sus fundamentos, pensábamos lo que había de venir, es decir, tratábamos de afrontarlo debatiéndolo. En aquel entonces, muchos otros también habían leído estos escritos; pero, junto con otras muchas cosas de interés, que también se leían, se los dejó de lado y no se reparó en su trascendencia. En el invierno de 1939-1940 estudié otra vez, con un grupo de colegas, el libro de Jünger El TRABAJADOR y comprobé cuán extraños eran aún entonces estos pensamientos y cómo resultaban chocantes, hasta que fueron ratificados por “los hechos”. Lo que Ernst Jünger piensa con las ideas del dominio y la figura del TRABAJADOR y lo que ve a la luz de estas ideas es el dominio universal de la voluntad de poder en la historia, vista en su extensión planetaria. Todo se encuentra hoy en esta realidad, llámese comunismo, fascismo o democracia mundial. Heideggeriana: RepensandoReitorado
El hecho de que el hombre, como animal rationale — y esto quiere decir ahora el ser vivo que trabaja — tenga que vagar errante por el desierto de la desertización de la tierra podría ser un signo de que la Metafísica se manifiesta a partir del ser mismo, y de que la superación de la Metafísica tiene lugar en tanto que torsión del ser. Porque el trabajo [cfr. E. Jünger, “Der Arbeiter” (”El TRABAJADOR”) 1932] accede ahora al rango metafísico de la objetualización incondicionada de todo lo presente que despliega su esencia en la voluntad de voluntad. Heideggeriana: SuperarMetafisica
Al hombre de la Metafísica le está negada la verdad todavía oculta del ser. El animal TRABAJADOR está abandonado al vértigo de sus artefactos, para que de este modo se desgarre a sí mismo y se aniquile en la nulidad de la nada. Heideggeriana: SuperarMetafisica
Su obra El TRABAJADOR (1932) ha logrado la descripción del nihilismo europeo en su fase posterior a la primera guerra mundial. Se desarrolla a partir de su ensayo La movilización total (1930) El TRABAJADOR pertenece a la fase de “nihilismo activo” (Nietzsche). La acción de la obra consistió — y consiste aún en función modificada — en que hace visible el “total carácter de trabajo” de todo lo real desde la figura del TRABAJADOR. Así aparece el nihilismo, inicialmente sólo europeo, en su tendencia planetaria. Sin embargo, no hay ninguna descripción en sí, que fuera capaz de mostrar lo real en sí. Toda descripción se mueve, cuanto más agudamente procede, tanto más decididamente a su modo particular en un determinado círculo visual. Modo de ver y círculo visual — usted dice “óptica” — se entregan [390] al representar humano a partir de las experiencias fundamentales del ente en totalidad. Pero a ellas les precede ya una iluminación de lo que el ente “es” nunca realizable por los hombres. La experiencia fundamental, que soporta y atraviesa su representación y exposición, creció en las batallas de material de la primera guerra mundial. Pero el ente en totalidad se muestra a usted a la luz y a la sombra de la metafísica de la voluntad de poder, que Nietzsche interpreta bajo la forma de una teoría del valor. Heideggeriana: PreguntaSer
En el invierno de 1939 a 1940 comenté El TRABAJADOR en un pequeño círculo de docentes universitarios. Se asombraron de que un libro tan clarividente estuviera publicado desde hace años y que nadie todavía hubiera aprendido siquiera a atreverse a intentar el dejar moverse la mirada sobre el presente en la óptica de El TRABAJADOR, y de pensar planetariamente. Se sintió que, también en este caso, no bastaba la consideración histórica universal de la historia mundial. Se leyeron entonces afanosamente los Acantilados de mármol, pero, según me pareció, sin el horizonte suficientemente amplio, es decir, planetario. Pero tampoco se sorprendieron de que un intento de comentar El TRABAJADOR fuera vigilado y finalmente suprimido. Pues pertenece a la esencia e la voluntad de poder el no dejar aparecer en la realidad, en la que ella misma se hace presente, lo real de lo que se apodera. Heideggeriana: PreguntaSer
Permítame que reproduzca una anotación del intento de comentario mencionado. Se debe a que espero poder decir en esta carta algunas cosas más clara y libremente. La nota dice: “La obra de Ernst Jünger, El TRABAJADOR, tiene peso porque logra, de un modo distinto a Spengler, proporcionar lo que no fue capaz hasta ahora toda la literatura nietzscheana, a saber, una experiencia del ente y de cómo es, a la luz del proyecto nietzscheano del ente como voluntad de poder. Sin duda que con ello no se comprende en absoluto la metafísica de Nietzsche de modo pensante; y ni siquiera se indican los caminos hacia ello; por el contrario: en lugar de digna de preguntarse en sentido auténtico, se vuelve esa metafísica en comprensible de suyo y aparentemente superflua”. [391] Heideggeriana: PreguntaSer
Como ve usted, la pregunta crítica piensa en un sentido cuyo seguimiento sin duda no pertenece al círculo temático de las descripciones que lleva a cabo El TRABAJADOR. Mucho de lo que sus descripciones hicieron ver y por primera vez expresaron, lo ve y dice hoy cualquiera. Además, La pregunta por la técnica debe a las descripciones de El TRABAJADOR un estímulo duradero. Respecto a sus “descripciones” cabe anotar que no sólo pintan algo real ya conocido, sino que hacen accesible “una nueva realidad”, por lo que “se trata menos de nuevos pensamientos o de un nuevo sistema… (El TRABAJADOR, prólogo). Heideggeriana: PreguntaSer
Todavía hoy, — como no podía ser menos —, se recoge lo fecundo de su decir en la “descripción” bien entendida. Pero la óptica y el círculo visual que guían el describir no están determinados ya, o no lo están de modo adecuado, como antes. Pues usted no participa ya en aquella acción del nihilismo activo, que también en El TRABAJADOR es pensada en sentido nietzscheano en la dirección de una superación. Sin embargo, el no-tomar-parte no significa en absoluto: estar fuera del nihilismo, máxime si la esencia del nihilismo no es nihilista y si la historia de esta esencia es más vieja y sigue siendo más joven que las fases históricamente constatables de las diversas formas del nihilismo. Por ello no pertenece a su obra El TRABAJADOR y el subsiguiente, y todavía más sobresaliente ensayo Sobre el dolor (1934) a los actos retirados del movimiento nihilista. Al contrario: me parece que esas obras quedan, porque, en la medida en que hablan el lenguaje de nuestro siglo, puede prenderse de nuevo en ellas la discusión todavía no conseguida con la esencia del nihilismo. Heideggeriana: PreguntaSer
Mientras escribo esto, me acuerdo de nuestra conversación a finales de la pasada década. Yendo de paseo por un camino del bosque nos paramos en un sitio donde se desviaba un sendero del [392] bosque [Holzweg]. Entonces le animé a reeditar, y sin cambios, El TRABAJADOR. Usted siguió esta propuesta pero con reticencia por motivos que concernían menos al contenido del libro que al momento justo de su reaparición. Muestra conversación sobre El TRABAJADOR se interrumpió. Yo mismo tampoco estaba lo bastante concentrado como para poder explicitar de modo suficientemente claro los motivos de mi propuesta. Entretanto llegó a la sazón el tiempo de decir algo sobre ello. Heideggeriana: PreguntaSer
Por otro lado, su propio crear y aspirar busca encontrar una salida de la zona del nihilismo pleno, sin perder usted el plano de la perspectiva que abrió El TRABAJADOR desde la metafísica nietzscheana. Heideggeriana: PreguntaSer
Usted escribe (Sobre la línea, pág. 59): “La movilización total ha entrado en un estadio que supera en amenazas todavía al pasado. Sin duda el alemán ya no es su sujeto, y por ello crece el peligro de que se le comprenda como su objeto”. Aun ahora sigue usted viendo, y ciertamente con razón, la movilización total como un carácter distintivo [393] de lo real. Pero cuya realidad ya no está para usted determinada por la “voluntad de (subrayado por mí) la movilización total” (El TRABAJADOR, pág. 148), y ya no de modo que esta voluntad pueda valer como la única fuente de “donación de sentido” justificadora de todo. Por eso, usted escribe (Sobre la línea, pág. 50): “No hay ninguna duda de que nuestra existencia (es decir, según la pág. 52 “las personas, obras e instituciones”) se mueve en su totalidad sobre la línea crítica. Con ello se modifican peligros y seguridad”. En la zona de la línea el nihilismo se aproxima a la consumación. El total de la “existencia humana” sólo puede cruzar la línea si esta existencia sale de la zona del nihilismo pleno. Heideggeriana: PreguntaSer
Pero el intento de decir con usted en el diálogo epistolar algo de línea, topa con una dificultad especial, cuya razón consiste en que usted habla el mismo lenguaje en el “más allá” sobre la línea, es decir, en el espacio más acá y más allá de la línea. Parece que, en cierta manera, se ha abandonado ya la posición del nihilismo al cruzar la línea, pero ha quedado su lenguaje. Me refiero aquí al lenguaje no como simple medio de expresión, que se puede quitar y cambiar como un disfraz, sin que aquello que ha llegado a expresarse sea afectado por ello. En el lenguaje aparece lo primero de todo y se presenta aquello que nosotros, en el empleo de las palabras correctas, pronunciamos aparentemente sólo de manera adicional, y justo en expresiones de las que pensamos que podrían omitirse a discreción y ser sustituidas por otras. Me parece que el lenguaje revela en El TRABAJADOR sus rasgos principales al inicio de todo, en el subtítulo de la obra. Dice: “Dominio y forma”. Él caracteriza el esquema de la obra. Usted entiende “forma” [Gestalt] primero en el sentido de la Psicología de la forma de aquella época, como “un todo que comprende más que la suma de sus partes”. Podría considerarse en qué medida esa caracterización de la forma se sigue apoyando, por el “más” y “la suma”, en el pensar que suma y deja el carácter de forma en lo indeterminado. [395] Pero usted da a la forma un rango cúltico y la aparta con razón de la “mera idea”. Heideggeriana: PreguntaSer
Pero aquí se interpreta la “idea” modernamente en el sentido de perceptio, del representar por un sujeto. Por otra parte, sigue siendo también asequible para usted la forma sólo en un ver. Es aquel ver que se llama en los griegos, idein, palabra que Platón usa para un mirar, el cual no mira lo mutable perceptible sensiblemente, sino lo inmutable, el ser, la idea. También usted caracteriza la forma como “ser en reposo”. La forma no es ciertamente ninguna “idea” en sentido moderno, por tanto tampoco ninguna representación regulativa de la razón en sentido de Kant. El ser en reposo sigue siendo para el pensar griego puramente distinto (diferente) frente al ente mutable. Esta diferencia entre Ser y ente aparece entonces, mirando desde el ente hacia el Ser, como la trascendencia, es decir, como lo metafísico. Pero la diferenciación no es ninguna separación absoluta. Lo es tan poco que en el presentar (ser) lo pre-sente (ente) es pro-ducido, pero sin embargo, no causado, en el sentido de una causalidad eficiente. Lo pro-ducente es a veces pensado por Platón como lo acuñante taepow (véase Teeteto, 192a, 194b). También usted piensa la relación de la forma para con lo que “forma”, como la relación del cuño y la acuñación. En todo caso, usted entiende el acuñar de modo moderno, como un conferir “sentido” a lo sin-sentido. La forma es “fuente de donación de sentido” (El TRABAJADOR, pág. 148). Heideggeriana: PreguntaSer
La referencia histórica a la copertenencia entre forma, idea y Ser no quisiera confundir históricamente respecto a su obra, sino mostrar que sigue siendo natural de la metafísica. Conforme a ésta, todo ente, el cambiante y movido, móvil y movilizado, se representa desde un “Ser en reposo”, y esto también aun allí donde, como en Hegel y Nietzsche, el “Ser” (la realidad de lo real) es pensado como devenir puro y movilidad absoluta. La forma es “poder metafísico” (El TRABAJADOR, págs. 113, 124, 146). [396] Heideggeriana: PreguntaSer
En otro aspecto se diferencia, sin embargo, el representar metafísico en El TRABAJADOR del platónico e incluso del moderno, excepto del de Nietzsche. La fuente de sentido, el poder presente de antemano y que así acuña todo, es la forma en cuanto forma de una naturaleza humana: “La forma del TRABAJADOR”. La forma reposa en las estructuras esenciales de una naturaleza humana, que como sujeto subyace a todo ente. No la yoidad de un hombre aislado, lo subjetivo de la egoidad, sino la presencia preformada con carácter de forma de una estirpe (tipo) configura la subjetividad extrema, que aparece en la consumación de la metafísica moderna y por cuyo pensar es representada. Heideggeriana: PreguntaSer
En la forma del TRABAJADOR y su dominio ya no se mira a la subjetiva, y mucho menos entonces a la subjetidad subjetivista de la esencia humana. El ver metafísico de la forma del TRABAJADOR corresponde al proyecto de la forma esencial de Zaratustra dentro de la metafísica de la voluntad de poder. ¿Qué se esconde en ese aparecer de la subjetividad objetiva del subjectum (del Ser del ente), que es pensada como forma humana, y no como un hombre aislado? Hablar de la subjetidad (no subjetividad) de la esencia humana como el fundamento de la objetividad de todo subjectum (de todo presente) parece en todos los aspectos paradójico y artificial. Esta apariencia tiene su fundamento en que apenas hemos comenzado a preguntar por qué y de qué manera será necesario dentro de la metafísica moderna un pensar que Zaratustra representa como forma. La información dada a menudo de que el pensamiento de Nietzsche había caído fatalmente en la poesía, es ella misma sólo el abandono del preguntar pensante. A pesar de todo, ni siquiera necesitamos volver a pensar hasta la deducción trascendental kantiana de las categorías para ver que, al mirar la forma como la fuente de la donación de sentido, se trata de la legitimación del Ser del ente. Sería una explicación demasiado grosera si se dijera que [397] aquí, en un mundo secularizado, el hombre como creador del Ser del ente ocupa el lugar de Dios. Que, en efecto, la esencia humana está en juego, no admite duda. Pero la esencia (verbal) del hombre, “el ser-ahí [Dasein] en el hombre” (véase Kant y el problema de la metafísica; 1 ed., 1929, § 43) no es algo humano. Para que la idea de la esencia humana pueda alcanzar el rango de lo que fundamenta ya a todo presente como la presencia, que permite primero una “representación” en el ente, y así legitima a éste como el ente, tiene el hombre ante todo que ser representado en el sentido de un fundamento normativo. Pero, ¿normativo para qué? Para el asegurarse del ente en su ser. ¿En qué sentido aparece “Ser” cuando se trata del asegurarse del ente? En el sentido de lo en todas partes y en todo tiempo constatable, es decir, representable. Descartes, entendiendo así el Ser, encontró la subjetividad del subjectum en el ego cogito del hombre finito. El aparecer de la forma metafísica del hombre como fuente de donación de sentido es la consecuencia última de la posición de la esencia humana como subjectum normativo. Conforme a ello, se transforma la forma interna de la metafísica, que consiste en lo que puede denominarse como la trascendencia. Ésta es dentro de la metafísica por razones esenciales ambigua. Allí donde esa ambigüedad no se tiene en cuenta se extiende una confusión incurable, que puede valer como característica del representar metafísico todavía hoy usual. Heideggeriana: PreguntaSer
¿Para qué le aburro a usted con la referencia a las diferencias hoy demasiado liberalmente manejadas, es decir, apenas pensadas en su diversidad [398] y copertenencia? Para dejar desde aquí claro cómo lo meta-físico de la metafísica, la trascendencia, se transforma cuando en su ámbito diferencial aparece la forma de la esencia humana como fuente de dación de sentido. La trascendencia, entendida en sentido plural, se convierte en la correspondiente rescendencia y desaparece en ésta. El retroceso de esta índole a través de la forma acontece de manera que su presencia se represente, que esté de nuevo presente en lo acuñado de su acuñación. La presencia de la forma de el TRABAJADOR es el poder. La representación de la presencia en su dominio como una “nueva y especial voluntad de poder” (El TRABAJADOR, pág., 70). Heideggeriana: PreguntaSer
Usted ha experimentado y reconocido lo nuevo y especial en el “trabajo” como el carácter total de la realidad de lo real. Por ello es sacado el representar metafísico a la luz de la voluntad de poder más decididamente del ámbito biológico-antropológico, que confundió con demasiada intensidad el camino nietzscheano, lo que puede atestiguar un apunte como el que sigue: “¿Quiénes se mostrarán entonces como los más fuertes? (en el ascenso de la doctrina del eterno retorno de lo mismo)…, — hombres, que son conscientes de su poder y que representan con orgullo consciente la fuerza alcanzada del hombre” (Voluntad de poder, n. 55, final). “Dominio” es (El TRABAJADOR, pág. 192) “hoy sólo posible como representación de la forma de el TRABAJADOR, que plantea la exigencia de validez planetaria”. “Trabajo” en sentido supremo y que impera en toda la movilización es “representación de la forma de el TRABAJADOR” (o.c., pág. 202). “Pero el modo y manera cómo la forma de el TRABAJADOR comienza a penetrar el mundo es el carácter total del trabajo” (o.c., pág. 99). Casi idéntica sigue después (o.c., pág. 150) la proposición: “La técnica es el modo y manera en que la forma de el TRABAJADOR moviliza el mundo”. Heideggeriana: PreguntaSer
¿Qué determinación esencial de la técnica resulta de aquí? Ella es “el símbolo de la forma de el TRABAJADOR” (o.c. pág. 72). La técnica se funda, “como movilización del mundo por la forma de el TRABAJADOR” (o.c., pág. 154), manifiestamente en aquel giro de la trascendencia a la rescendencia de la forma de el TRABAJADOR, por el que su presencia se desarrolla en la representación de su poder. Por eso puede usted (o.c.) escribir: “la técnica es… como la destructora de toda fe en general, también el poder más decididamente anticristiano que ha aparecido hasta ahora”. Heideggeriana: PreguntaSer
Su obra El TRABAJADOR traza ya en su subtítulo “Dominio y forma” los rasgos fundamentales de aquélla nueva metafísica de la voluntad de poder que emerge en totalidad, en la medida en que ésta se presenta ahora por todas partes y plenamente como trabajo. Ya en la primera lectura de esa obra se me suscitaron las preguntas, que también hoy tengo aún que formular: ¿de dónde se determina la esencia del trabajo? ¿Resulta de la forma de el TRABAJADOR? ¿de qué es la forma precisamente la del TRABAJADOR, si no la domina la esencia del trabajo? ¿Recibe, según esto, esta forma su presencia peculiarmente humana de la esencia del trabajo? ¿De dónde resulta el sentido de trabajo y TRABAJADOR en el alto rango que usted otorga a la forma y su dominio? ¿Surge este sentido de que aquí es pensado el trabajo como una acuñación de la voluntad de poder? ¿Proviene esta peculiaridad incluso de la esencia de la técnica “como la movilización del mundo por la forma [400] de el TRABAJADOR”? ¿Y remite finalmente la esencia de la técnica así determinada a ámbitos todavía más originarios? Con demasiada facilidad pudiera señalarse que en sus exposiciones sobre la relación entre el carácter total de trabajo y la forma de el TRABAJADOR, un círculo grapa lo determinante (el trabajo) y lo determinado (el TRABAJADOR) en su relación mutua. En lugar de valorar esa referencia como prueba de un pensar ilógico, tomo el círculo como señal de que aquí queda por pensar el orbe de un todo, en un pensar sin duda, para el que no puede ser nunca la regla una “lógica” sujeta a la libertad de contradicción. Heideggeriana: PreguntaSer
Las preguntas suscitadas hace un momento alcanzan una problematicidad todavía más aguda, si las tomo como quise exponérselas hace poco a raíz de mi conferencia en Munich (La pregunta por la técnica). Si la técnica es la movilización del mundo por la forma de el TRABAJADOR, acontece por la presencia acuñadora de esa especial voluntad de poder particularmente humana. En la presencia y la representación se anuncia el rasgo fundamental de lo que se descubrió al pensar occidental como Ser. “Ser” quiere decir, desde lo griego temprano hasta lo postrero de nuestro siglo: presencia. Toda clase de presencia y presentación proviene del acontecimiento de la presencia. Pero la “voluntad de poder” es, como la efectividad de lo efectivo una manera del aparecer del “Ser” del ente. “Trabajo”, de donde recibe por su parte la forma de el TRABAJADOR el sentido, es idéntico con “Ser”. Aquí queda por pensar si y en qué medida la esencia del “Ser” es en sí la referencia para con la esencia humana (véase ¿Qué significa pensar?, pág. 73 y sig.) En esa referencia tuvo que fundarse entonces la relación entre el “trabajo” entendido metafísicamente y el “TRABAJADOR”. Me parece que las siguientes preguntas apenas pueden ya soslayarse: ¿Podemos pensar la forma de el TRABAJADOR como forma, podemos pensar la idea platónica como eidos todavía más originariamente en su origen esencial? Si no, ¿qué razones prohíben [401] esto y exigen en lugar de ello que aceptemos simplemente forma e idea como lo último para nosotros y como lo primero en sí? Si es así, ¿en qué camino puede moverse la pregunta por el origen esencial de la idea y de la forma? ¿Surge, para decirlo formalmente, la esencia de la forma en el ámbito de origen de lo que llamo el Ge-Stellt? [aquí, “in-formación”] ¿Pertenece, según esto, también el origen esencial de la idea al mismo ámbito del que provino la esencia de la forma próxima a ella? ¿O es el Ge-Stellt sólo una forma de un hacer humano? Si éste fuera el caso, entonces seguiría siendo la esencia del Ser y además el Ser del ente un hijo del representar humano. La época en la que el pensar europeo pensó así arroja aún las últimas sombras sobre nosotros. Heideggeriana: PreguntaSer
Estas preguntas por la forma y el Ge-Stellt quedan de momento como reflexiones singulares. No deben ser impuestas a nadie, sobre todo porque se mantienen todavía en lo preliminar. Tampoco las preguntas son aducidas en esta carta como aquellas que tendrían que haber sido planteadas en El TRABAJADOR. Exigir esto significaría desconocer el estilo de la obra. Lo que le incumbe es producir la interpretación de la realidad respecto a su carácter total de trabajo, de modo que la interpretación misma forme parte de este carácter y anuncie el carácter especial de trabajo de un autor en esta época. Por eso hay al final del libro en el “Sumario” (pág. 296, nota) las siguientes frases: “Todos esos conceptos (forma, tipo, construcción orgánica, total) están ahí, nota bene, para el comprender. No nos importan. Pueden sin más ser olvidados o dejados de lado, después de haber sido utilizados como magnitudes de trabajo para captar una realidad determinada, que está más allá y a pesar de todo concepto; el lector tiene que mirar a través de la descripción como por un sistema óptico”. Heideggeriana: PreguntaSer
Su escrito Sobre la línea habla del nihilismo como “poder fundamental” (pág. 22); plantea la pregunta por el “valor fundamental” futuro (pág. 51); nombra de nuevo la “forma”, “también la forma del TRABAJADOR” (pág. 65). Esta ya no es, si lo veo bien, la única forma, “en la que mora el sosiego” (Ibíd). Usted dice, más bien, (pág. 23) que el ámbito de poder del nihilismo es de una clase tal que allí “falta la aparición principesca del hombre”. ¿O es, quizá, la forma del TRABAJADOR aquélla “nueva” en la que todavía se oculta el aparecer principesco? También para el ámbito de la línea cruzada lo importante es “la seguridad”. También ahora sigue siendo el dolor la piedra de toque. Lo “metafísico” impera también en el nuevo ámbito. ¿Habla aquí la palabra fundamental “dolor” todavía desde la misma significación que delimita su tratado Sobre el dolor, en el que la posición de El TRABAJADOR se lleva hasta el extremo? ¿Mantiene también lo metafísico más allá de la línea el mismo sentido que en El TRABAJADOR, a saber, el de lo “conformable”? ¿O es que ahora ocupa el lugar de la representación de la forma de una esencia humana, como única forma anterior de legitimación de lo real, el “trascender” hacia una [404] “trascendencia” y excelencia de especie no-humana sino divina? ¿Se manifiesta lo teológico imperante en toda metafísica? (Sobre la línea, págs. 26, 31, 33). Cuando usted dice en su escrito El libro del reloj de arena (1954), pág. 106: “En el dolor se prueba la forma”, entonces usted se mantiene, por lo que veo, en la estructura fundamental de su pensar, pero deja que las palabras fundamentales “dolor” y “forma” hablen en un sentido cambiado, pero todavía no propiamente explicado. ¿O me equivoco? Sería aquí el lugar de entrar en su tratado Sobre el dolor y sacar a la luz la conexión interna entre “trabajo” y “dolor”. Esta conexión se muestra en relaciones metafísicas que se le aparecen a usted desde la posición metafísica de su obra El TRABAJADOR. Para poder dibujar más claramente las relaciones que sustentan la conexión entre “trabajo” y “dolor”, sería necesario nada menos que repensar el rasgo fundamental de la metafísica de Hegel, la unidad unitiva de la Fenomenología del Espíritu y de la Ciencia de la Lógica. El rasgo fundamental es la “absoluta negatividad” como “fuerza infinita” de la realidad, es decir, del “concepto existente”. En la misma (no la idéntica) copertenencia para con la negación de la negación manifiestan trabajo y dolor su más íntimo parentesco metafísico. Esa referencia basta ya para indicar qué explicaciones de largo alcance serían aquí exigibles para corresponder a la cosa. Incluso si alguien se atreviera a repensar de nuevo sobre la Lógica de Hegel las relaciones entre “trabajo”, como el rasgo fundamental del ente, y el “dolor”, entonces se hablaría primero de la palabra griega para dolor, o saber algos. Presumiblemente algos está emparentado con alego, que como intensivo de lego significa el congregar íntimo. Entonces el dolor sería lo congregante en lo más íntimo. El concepto hegeliano de “concepto” y su “esfuerzo” correctamente entendido dicen lo mismo en el suelo cambiado de la metafísica absoluta de la subjetividad. [405] Heideggeriana: PreguntaSer