Si, como limitación, la finitud forma parte de la esencia del impulso, tiene que determinarse a partir del rasgo metafísico fundamental del impulso. Pero este rasgo fundamental es una unificación de tipo re-presentador, una unificación que pasa anticipadamente más allá. En este unificar representador reside una posesión anticipada de unidad hacia la que mira el impulso en cuanto impulso que representa y tiende a pasar más allá. En el impulso en cuanto appetitus representador reside algo parecido a un punto hacia el que se dirigen desde el principio la atención y la mirada; se trata de la propia unidad, a partir de la cual unifica el impulso. Este punto de mira, point de vue, punto de vista, es constitutivo del impulso. 4182 Heideggeriana: CursoMarburgo
En toda mónada reside potencialmente la totalidad del universo. Por lo tanto, la singularización que tiene efecto en el impulso es siempre esencialmente una singularización de un ente que pertenece monádicamente al mundo. Las mónadas no son piezas aisladas que sólo dan lugar al universo mediante su suma. Cada mónada, en cuanto impulso con un carácter definido, es siempre ella misma y a su modo el universo. El impulso es un impulso re-presentador, que representa siempre el mundo desde un punto de vista. Toda mónada es un pequeño mundo, un microcosmos. Este último término sigue sin captar lo esencial en la medida en que toda mónada es el universo porque, al impulsar, representa siempre en su unidad la totalidad del mundo, aunque no consiga captarla de forma total. Toda mónada es siempre, según su grado de vigilancia, una historia del mundo que presenta al mundo. Por eso, hasta cierto punto el universo se encuentra multiplicado tantas veces como mónadas haya, análogamente a como la misma ciudad es presentada de distinta manera de acuerdo con las situaciones siempre distintas de los distintos observadores singulares (Discours, § 9). 4200 Heideggeriana: CursoMarburgo