platonismo

Mientras se piense el ser del ente como lo a priori, esta determinación misma impedirá pensar el ser en cuanto ser para, por medio de esto último, experimentar entonces quizá en qué medida el ser en cuanto ser entra en esta relación apriorística respecto del ente; o sea: si esta relación sólo es algo que le sobreviene y se añade al ser, o si el ser mismo es esa relación, y qué quiere decir entonces ser y qué relación. Que toda metafísica, incluso la inversión del platonismo, piensa el ser del ente como lo a priori, testimonia sólo que la metafísica en cuanto tal deja impensado el ser. 1088 Heideggeriana: NiilismoSer

Con la posición del “mundo verdadero” frente al mundo del devenir como un mundo sólo aparente, Nietzsche alude a la metafísica de Platón y detrás de ella, a toda la metafísica posterior, a la que Nietzsche entiende como “platonismo”. A éste lo comprende como una “doctrina de los dos mundos”: por encima de este mundo mutable y accesible a los sentidos está el mundo del más allá, suprasensible, inmutable. Éste es el mundo que permanece consistente, el mundo que “es” y por lo tanto el mundo verdadero; aquél, el mundo aparente. A esto corresponde la equiparación de “verdad” y “ser”. En la medida en que el cristianismo enseña que este mundo, como valle de lágrimas, sólo es un tránsito temporal hacia la bienaventuranza eterna del más allá, Nietzsche puede concebir al cristianismo en su conjunto como platonismo (doctrina de los dos mundos) para el pueblo. 2027 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Por moral Nietzsche entiende generalmente el sistema de aquellas estimaciones de valor en las que se pone como determinante y deseable un mundo suprasensible. Nietzsche comprende siempre la “moral” de modo “metafísico”, es decir, en atención a que en ella se decide sobre la totalidad del ente. En el platonismo esto sucede por medio de la escisión del ente en dos mundos, el mundo suprasensible de lo ideal, de lo debido, de lo en sí verdadero, y el mundo sensible al que le corresponde esforzarse entender y subordinarse a lo válido en sí que, en cuanto incondicionado, lo condiciona todo. Por eso Nietzsche puede decir (n. 400): “En la historia de la moral se expresa, pues, una voluntad de poder, por la cual unas veces los esclavos y oprimidos, otras los malogrados y los que sufren de sí mismos, otras los mediocres, intentan imponer los juicios de valor más favorables para ellos”. 2220 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Aquí Nietzsche sigue comprendiendo la moral de modo “metafísico”, en referencia al ente en su totalidad y a la posibilidad de la vida en general, y no de modo “ético”, en relación con el “modo de vivir”, pero no piensa ya en la “moral” que condiciona el platonismo. Así pues, incluso en el significado metafísico, hay “moral” y “moral” para Nietzsche. Por un lado, en el sentido más amplio, significa todo sistema de estimaciones y relaciones de valor; aquí se la entiende de manera tan amplia que incluso pueden llamarse “morales” las nuevas posiciones de valor, simplemente porque ponen las condiciones de la vida. Por otro, en cambio, y por lo general, moral designa para Nietzsche el sistema de aquellas estimaciones de valor que incluye en sí la postulación de valores supremos incondicionados en el sentido del platonismo y del cristianismo. La moral es la moral del “hombre bueno”, que vive de y en la oposición con el “mal”, y no “más allá del bien y del mal”. En la medida en que su metafísica está “más allá del bien y del mal” y en que previamente trata de constituir y de ocupar este lugar como posición fundamental, Nietzsche puede designarse a sí mismo como “inmoralista”. 2244 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero ¿qué quiere decir entonces “final de la metafísica” ? Respuesta: el instante histórico en el que están agotadas las posibilidades esenciales de la metafísica. La última de estas posibilidades tiene que ser aquella forma de la metafísica en la que se invierte su esencia. Esta inversión es llevada a cabo no sólo efectivamente sino también a sabiendas, aunque de manera diferente en ambos casos, en la metafísica de Hegel y en la metafísica de Nietzsche. Este ejercicio a sabiendas de la inversión es, en el sentido de la subjetividad, la única inversión real que le es adecuada. El propio Hegel dice que pensar en el sentido de su sistema quiere decir hacer el intento de estar y caminar cabeza abajo. Y Nietzsche ya en época temprana designa a toda su filosofía como inversión del “platonismo”. 2617 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

De acuerdo con su significado real, este título no mienta otra cosa que el saber del ser del ente, ser que se distingue por la aprioridad y que ha sido comprendido por Platón como idea. Con la interpretación platónica del ser como idea comienza, por lo tanto, la metafísica. Ésta marca, en lo sucesivo, la esencia de la filosofía occidental. Su historia es, desde Platón hasta Nietzsche, historia de la metafísica. Y puesto que la metafísica comienza con la interpretación del ser como “idea” y esta interpretación continúa siendo determinante, toda filosofía es, desde Platón, “idealismo”, en el sentido univoco de la palabra según el cual el ser se busca en la idea, en lo que tiene el carácter de idea y en lo ideal. Por lo tanto, visto desde el fundador de la metafísica, puede decirse: toda filosofía occidental es platonismo. metafísica, idealismo, platonismo, significan, en esencia, lo mismo. Siguen siendo determinantes incluso cuando se imponen contramovimientos e inversiones. En la historia de Occidente, Platón se convierte en el prototipo del filósofo. Nietzsche no sólo ha designado a su filosofía como inversión del platonismo. El pensamiento de Nietzsche era y es en todas partes un único y con frecuencia discrepante diálogo con Platón. 2697 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El indiscutible predominio del platonismo en la filosofía occidental se muestra por último en que incluso a la filosofía anterior a Platón, que según lo que hemos expuesto no era aún metafísica, es decir no era una metafísica desplegada, se la interpreta desde Platón y se la llama filosofía preplatónica. Incluso Nietzsche se mueve dentro de este horizonte visual cuando interpreta las doctrinas de los tempranos pensadores de Occidente. Sus manifestaciones sobre los filósofos preplatónicos como “personalidades” junto con su primera obra sobre El nacimiento de la tragedia han reforzado el prejuicio aún hoy corriente de que su pensamiento está determinado esencialmente por los griegos. El propio Nietzsche lo ha visto mucho más claro y se ha pronunciado sobre ello en uno de sus últimos escritos, en el Crepúsculo de los ídolos, en la sección “Lo que le debo a los antiguos”. Allí dice, en el n. 2: “A los griegos no les debo ninguna impresión de fuerza similar; y para declararlo francamente, no pueden ser para nosotros lo que son los romanos. De los griegos no se aprende.” (VIII, 167) 2699 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

En esa época, Nietzsche sabía claramente que la metafísica de la voluntad de poder sólo se conjuga con lo romano y con el Príncipe de Maquiavelo. Para el pensador de la voluntad de poder, de los griegos sólo es esencial Tucídides, el pensador de la historia que ha pensado la historia de la guerra del Peloponeso; por eso, en el pasaje citado, que contiene además las más duras palabras de Nietzsche contra Platón, dice: “Mi cura de todo platonismo ha sido siempre Tucídides”. 2703 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero Tucídides, el pensador de la historia, no era capaz, sin embargo, de superar el platonismo que impera en el fondo del pensamiento nietzscheano. Puesto que la filosofía de Nietzsche es metafísica y toda metafísica es platonismo, en el final de la metafísica el ser tiene que ser pensado como valor, es decir, computado como una condición meramente condicionada del ente. La interpretación metafísica del ser como valor está prefigurada por el comienzo de la metafísica. En efecto, Platón concibió el ser como idea; pero la más elevada de las ideas — y esto quiere decir, al mismo tiempo, la esencia de todas — es lo agathon, pensado en griego, aquello que vuelve apto, aquello que habilita y posibilita al ente para ser ente. Ser tiene el carácter de posibilitar, es condición de posibilidad. Ser es, para decirlo con Nietzsche, un valor. ¿O sea que Platón ha sido el primero en pensar en términos de valor? Esta opinión sería precipitada. La concepción platónica del agathon se diferencia tan esencialmente del concepto nietzscheano de valor como la concepción griega del hombre de la interpretación moderna de la esencia humana como sujeto. Pero la historia de la metafísica comienza su curso desde la interpretación platónica del ser como idea y agathon, para llegar a la interpretación del ser como voluntad de poder que pone valores y piensa todo como valor. Por eso aún hoy pensamos exclusivamente según “ideas” y “valores”. Por eso el nuevo orden de la metafísica no es sólo entendido sino realizado e instaurado como transvaloración de todos los valores. 2707 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Ahora bien, sabemos que Nietzsche comprende a los valores como condiciones de posibilidad de la voluntad de poder, es decir, del carácter fundamental del ente. Nietzsche piensa la entidad del ente esencialmente como condición, como aquello que posibilita, vuelve apto, es decir, como agathon. Piensa el ser de un modo completamente platónico y metafísico, incluso cuando invierte el platonismo, incluso como anti-metafísico. 2728 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Así parece haberse encontrado el hilo histórico (¿o sólo historiográfico?) a lo largo del cual puede comprobarse la proveniencia histórica del proyecto del ente como voluntad de poder. Hasta ahora hemos comprendido a la metafísica demasiado exclusivamente como platonismo y con ello hemos menospreciado la repercusión histórica no menos esencial de la metafísica de Aristóteles. Su concepto metafísico fundamental, la energeia, señala sin embargo de modo suficientemente “enérgico” en dirección de la voluntad de poder. Al poder le pertenece “energía”. Pero queda abierta la pregunta, sin embargo, de si la “energía” así entendida acierta siquiera en lo más mínimo con la esencia de la energeia de Aristóteles. Queda abierta la pregunta de si precisamente la referencia del propio Leibniz a la conexión entre vis y energeia no reinterpreta la esencia griega de la energeia en el sentido de la subjetividad moderna, después de que la energeia aristotélica ya experimentara su primera reinterpretación con la interpretación medieval como actus. Pero más esencial que la comprensión de estas reinterpretaciones y del “efecto” ejercido por el pensamiento aristotélico en la metafísica occidental, es lo siguiente: en la esencia de la energeia se mantiene aún originariamente unido lo que posteriormente se separó y entró en alternancia como objetividad y realidad efectiva, y se consolidó entre las determinaciones esenciales de la entidad en la metafísica moderna. La conexión histórico-esencial entre la energeia y la voluntad de poder es más oculta y más rica de lo que podría parecer por la correspondencia extrínseca entre “energía” (fuerza) y “poder”. Esto sólo puede señalarse aquí a grandes rasgos. 2782 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Con Leibniz todo ente se vuelve “de tipo subjetivo”, es decir, en sí mismo representante-apetente y por lo tanto eficaz [wirk-sam]. Directa e indirectamente (a través de Herder), la metafísica de Leibniz determinó el “humanismo” alemán (Goethe) y el idealismo (Schelling y Hegel). En la medida en que el idealismo se fundaba sobre todo en la subjetividad trascendental (Kant) y al mismo tiempo, pensaba de modo leibniziano, mediante una peculiar fusión y radicalización en dirección de lo incondicionado, se llegó a pensar aquí la entidad del ente a la vez como objetividad y como eficacia. La eficacia (realidad efectiva) es comprendida como voluntad que sabe (saber volitivo), es decir como “razón” y “espíritu”. La obra capital de Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, reúne, junto con una exégesis muy exterior y superficial del platonismo y de la filosofía kantiana, todas las direcciones fundamentales de la interpretación occidental del ente en su totalidad, desarraigándolas y llevándolas a un plano de comprensibilidad que se inclina hacia el emergente positivismo. La obra capital de Schopenhauer se convirtió para Nietzsche en la auténtica “fuente” para la forma y dirección de sus pensamientos. A pesar de ello, Nietzsche no tomó de los “libros” de Schopenhauer el proyecto del ente como “voluntad”. Schopenhauer sólo pudo “cautivar” al joven Nietzsche porque las experiencias fundamentales del pensador que se estaba despertando encontraron en esa metafísica sus primeros e insoslayables apoyos. 2784 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los bizantinos generalizaron este significado de hermeneuein, y, en esa generalización, hermeneuein corresponde a lo que nosotros llamamos “significar”; un término, o una concatenación de términos, quiere decir algo, significa algo, “tiene un significado” (de ahí lo del platonismo del significado). 2959 Heideggeriana: GA63

Lo que sí está claro es eso “por encima de lo histórico hacia lo objetivo” como un “fuera de lo meramente subjetivo, o un dejar de lado lo meramente subjetivo”. Esta filosofía, a la que podríamos calificar de “platonismo de los bárbaros” [viii], se sabe, pues, en una posición segura frente a la conciencia histórica y frente a lo histórico. El permanecer en ello, es decir, en la conciencia histórica y en lo histórico, es algo que esa filosofía, desde esa su posición, estigmatiza como historicismo. Tenemos, por tanto, que un exponente del venir interpretado el hoy (el exponente que representa la filosofía) se encuentra en una insuperable contraposición respecto al otro (la conciencia histórica). Esta tensión constituye el problema público en el venir interpretado el hoy: “Todos nosotros…”. 3223 Heideggeriana: GA63

La tendencia de la filosofía actual la hemos caracterizado como “platonismo de los bárbaros” o “platonismo de bárbaros”; bárbaro porque le falta propiamente el suelo del que se nutren las raíces de la filosofía de Platón. Para aquella forma de preguntar [la de Platón], para la forma en que se articula aquel enfoque y para la forma como se plantea la pretensión de conocimiento de ese enfoque [siempre el de Platón], se ha abandonado hace ya mucho tiempo la situación original y nunca podrá volverse a recuperar; motivos, pues, heterogéneos y además motivos no examinados en lo que se refiere a la procedencia u origen que tienen, han logrado encontrar cabida en la filosofía actual. En lo que respecta a lo que aquí nos ocupa, un pasaje característico de Platón sería: Platón, Politeia VI 511 b, c [x]. Lo decisivo acerca de cómo se enfoca el objeto de la filosofía puede verse en ese pasaje. 3234 Heideggeriana: GA63

“El mundo verdadero y el mundo aparente”: esta contraposición es reconducida a relaciones de valor. Nietzsche comprende aquí la verdad en el sentido de lo verdadero, del “mundo verdadero”, y la lleva a una contraposición. La fórmula que la expresa, “el mundo verdadero y el mundo aparente”, está puesta a su vez entre comillas, lo que indica que se está ante algo tradicional y generalmente conocido. La contraposición de la que Nietzsche expresa aquí una nueva determinación es la que se da entre lo que es propia y verdaderamente y lo que sólo de manera derivada e impropia puede ser llamado un ente. En esta contraposición de dos mundos — el “mundo verdadero” y el “mundo aparente” — reconocemos la distinción de dos reinos en el interior de lo que es en general de algún modo y que sólo tiene su límite frente a la nada total y vacía. Esta distinción es tan antigua como el pensar occidental acerca del ente. Se vuelve corriente en la medida en que la inicial concepción griega del ente se consolida como algo habitual y comprensible de suyo en el transcurso de la historia occidental que llega hasta nuestro días. En el lenguaje escolar se denomina a esta distinción del ente en total la “doctrina de los dos mundos”. No necesitamos aquí seguir con detalle esta doctrina y sus transformaciones históricas, que se confunden con los estadios principales de la metafísica occidental. Señalaremos, en cambio, los tres puntos siguientes: 1) Esta distinción entre el mundo verdadero y el mundo sensible es la estructura que sostiene, más aún, que previamente da el espacio para algo así como meta-física; pues un meta; (ta physika), un ir más-allá-de, de algo inmediatamente dado hacia algo otro, sólo es posible si éste y aquél son diferenciables, si el ente en su totalidad está atravesado por una distinción de acuerdo con la cual uno está separado del otro en el chorismos. 2) La filosofía de Platón le ha dado a esta “doctrina de los dos mundos” una formulación si se quiere “clásica” para todo el pensamiento occidental. 3) La posición de Nietzsche respecto de esta distinción se basa siempre en una determinada interpretación de esta doctrina del platonismo. 6047 Heideggeriana: VontadePoder

La distinción que hace la fe cristiana entre el carácter perecedero de lo terrenal y la eternidad del cielo o del infierno no es más que la forma que adquiere la distinción de la que hablamos, la distinción entre un mundo verdadero y un mundo sensible, bajo la influencia de una determinada creencia de redención y salvación. La crítica que hace Nietzsche del cristianismo tiene como presupuesto la interpretación de este último como una degeneración del platonismo; su crítica no consiste más que en esta interpretación. 6055 Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche piensa la doctrina platónica de las ideas de un modo excesivamente extrínseco y superficial, siguiendo a Schopenhauer y en conformidad con la tradición, cuando cree que tiene que distinguir su doctrina del “desarrollo de la razón” de la doctrina platónica de una “idea preexistente”. La interpretación nietzscheana de la razón también es platonismo, sólo que trasladado al pensamiento moderno. Esto quiere decir: también Nietzsche tiene que mantener el carácter inventivo de la razón, el carácter “preexistente”, es decir, preconfigurado y de antemano consistente de las determinaciones de ser, de los esquemas. Sólo que la determinación de la proveniencia de este carácter inventivo, prefigurador, es diferente en Platón y en Nietzsche. Para Nietzsche, este carácter de la razón está dado con el ejercicio de la vida, con la praxis (en este pasaje lo llama, de modo que puede conducir fácilmente a equívocos, “la utilidad”); pero a la vida la considera como algo que el hombre, basado sólo sobre sí mismo, tiene en su poder. También para Platón la esencia de la razón y de la idea surge de la “vida”, de la zoe, en cuanto imperar del ente en su totalidad; pero la vida humana sólo es una caída de la vida auténtica, eterna, una desfiguración de la misma. Si pensamos, sin embargo, en que para Nietzsche la vida humana es sólo un punto metafísico de la vida en el sentido de “mundo”, su doctrina de los esquemas se acerca tanto a la doctrina platónica de las ideas que no es más que una determinada inversión de esta última, es decir, que es en esencia idéntica a ella. 6276 Heideggeriana: VontadePoder

Durante cierto tiempo, Nietzsche tendió a considerar que su posición metafísica fundamental estaba decidida y asegurada con la contraposición jerárquica de verdad y arte. La verdad fija el caos y, gracias a esa fijación de lo que deviene, se mantiene en el mundo aparente; el arte, en cuanto transfiguración, abre posibilidades, libera lo que deviene en su devenir, y se mueve así en el mundo “verdadero”. De ese modo queda realizada la inversión del platonismo. Bajo el supuesto de la interpretación nietzscheana del platonismo en el sentido de distinción del “mundo verdadero y el mundo aparente”, puede decirse: el mundo verdadero es lo que deviene, el mundo aparente es lo fijo y consistente. El mundo verdadero y el mundo aparente han intercambiado sus lugares, sus rangos y su carácter. La inversión sólo es realizable sobre la base de esta distinción. 6467 Heideggeriana: VontadePoder

Finalmente, el ser entra en contraposición y en competencia con el devenir en cuanto éste reclama el lugar del ser. La contraposición entre ambos se despliega sobre el suelo no explícitamente considerado de lo “real efectivo”, la realidad de lo cual reivindica el ser porque es contraria a lo irreal y lo nulo, pero al mismo tiempo exige para sí el carácter de devenir, ya que no quisiera ser algo que está allí delante rígido y sin “vida”. Hegel da el primer paso para eliminar esta contraposición en favor del “devenir”, entendiendo a éste desde lo suprasensible, desde la idea absoluta, como su autoexposición. Nietzsche, que invierte el platonismo, traslada el devenir a lo “viviente” en cuanto caos “que vive corporalmente”. Este suprimir la contraposición de ser y devenir invirtiéndola constituye el auténtico acabamiento. En efecto, ahora ya no hay ninguna salida, ni en la división ni en una fusión más adecuada. Esto se muestra en que el “devenir” pretende haber asumido la preeminencia respecto del ser, mientras que la preponderancia del devenir no hace más que llevar a cabo la confirmación extrema del inconmovido poder del ser en el sentido del volver consistente del presenciar (aseguramiento); pues la interpretación del ente y de su entidad como devenir es el volver consistente del devenir en la presencia incondicionada. Para salvar su preponderancia, el devenir se entrega a la tutela del volver consistente del presenciar. En este volver consistente impera la inicial, aunque no reconocida ni fundada, verdad del ser, sólo que desviada a su inesencia, en la que se olvida a sí Misma. Este dar al devenir el poder del ser le quita a aquél la última posibilidad de preeminencia y a éste le devuelve su esencia inicial (el carácter de physis), pero llevada al acabamiento en su inesencia. Ahora, la entidad lo es todo y cubre todo a la vez: cambio y consistencia. Satisface de modo incondicionado las pretensiones del ente (de la “vida”). En tal satisfacer aparece como lo incuestionado y como el más amplio albergue. 6789 Heideggeriana: EternoRetorno

Al acabamiento de la metafísica, es decir al erigirse y consolidarse de la acabada carencia de sentido, no le queda, por lo tanto, más que la extrema entrega al final de la metafísica en la forma de la “transvaloración de todos los valores”. En efecto, el acabamiento nietzscheano de la metafísica es en primer lugar una inversión del platonismo (lo sensible se convierte en el mundo verdadero, lo suprasensible en el mundo aparente). Pero en la medida en que, al mismo tiempo, la “idea” platónica, en su forma moderna, se ha convertido en principio de la razón y éste en “valor”, la inversión del platonismo se convierte en “transvaloración de todos los valores”. En ella, el platonismo invertido se transforma en ciego endurecimiento y aplanamiento. Ahora sólo existe el plano único de la “vida” que se da a sí misma y por mor de sí misma el poder de sí misma. En la medida en que la metafísica comienza expresamente con la interpretación de la entidad como idea, alcanza en la “transvaloración de todos los valores” su final extremo. El plano único es aquello que queda después de la supresión del mundo “verdadero” y del mundo “aparente” y que aparece como lo mismo del eterno retorno y la voluntad de poder. 6805 Heideggeriana: EternoRetorno

El concepto platónico del bien no contiene, sin embargo, el pensamiento del valor. Las ideas de Platón no son valores; en efecto, el ser del ente no ha sido aún proyectado como voluntad de poder. No obstante, Nietzsche, desde su posición metafísica fundamental, puede interpretar la comprensión platónico del ente, las ideas y por lo tanto lo suprasensible, como valores. En esta interpretación, toda la filosofía desde Platón se convierte en metafísica de los valores. El ente en cuanto tal se comprende en su totalidad desde lo suprasensible y se reconoce a éste, al mismo tiempo, como lo verdaderamente ente, ya sea lo suprasensible en el sentido del Dios creador y redentor del cristianismo, la ley moral, o la autoridad de la razón, el progreso, la felicidad de la mayoría. En todos los casos, lo sensible que está allí delante se mide respecto de algo deseable, de un ideal. Toda metafísica es platonismo. El cristianismo y las formas de su secularización moderna son “platonismo para el pueblo” (VII, 5). Lo deseable lo piensa Nietzsche como “valores supremos”. Toda metafísica es un “sistema de estimaciones de valor o, como dice Nietzsche, una moral, “entendida como doctrina de las relaciones de dominio bajo las que se origina el fenómeno “vida”” (Más allá del bien y del mal, n. 19). 6941 Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La frase “Dios ha muerto” significa que el mundo suprasensible ha perdido su fuerza efectiva. No procura vida. La metafísica, esto es, para Nietzsche, la filosofía occidental comprendida como platonismo, ha llegado al final. Nietzsche comprende su propia filosofía como una reacción contra la metafísica, lo que para él quiere decir, contra el platonismo. 8755 Heideggeriana: NietzscheDeus

Hablar entonces de la superación de la Metafísica puede significar también esto: que “Metafísica” sigue siendo el nombre para el platonismo que para el mundo moderno se presenta en la interpretación que hacen Schopenhauer y Nietzsche. La inversión del platonismo, según la cual para Nietzsche lo sensible pasa a ser el mundo verdadero y lo no sensible el no verdadero, sigue estando aún del todo dentro de los límites de la Metafísica. Esta forma de superación de la Metafísica, que es a lo que Nietzsche apunta, y esto en el sentido del Positivismo del siglo XIX si bien en una forma nueva y superior, no es más que la definitiva caída en las redes de la Metafísica. Ciertamente parece que el “Meta”, la trascendencia a lo suprasensible, esté dejado de lado en favor de la persistencia de lo elemental de lo sensible, mientras que lo que ocurre simplemente es que el olvido del ser está llevado a su acabamiento y lo suprasensible queda liberado y puesto en acción como voluntad de poder. 9368 Heideggeriana: SM

Bajo formas distintas, el pensamiento de Platón permanece como norma, a lo largo y ancho de toda la Historia de la Filosofía. La metafísica es platonismo. Nietzsche caracteriza su filosofía como platonismo al revés. Con la inversión de la metafísica, realizada ya por Karl Marx, se alcanza la posibilidad límite de la Filosofa. Esta ha entrado en su estadio final. En la medida en que se intente todavía un pensamiento filosófico, sólo se llegará a una variedad de renacimientos epigonales. Entonces, y a pesar de todo, ¿no será el “final” de la Filosofía un “cesar” de su manera de pensar? Sería precipitado sacar esta conclusión. 13441 Heideggeriana: ENDPHILO