Puesto que todo individual y particular tiene siempre en su idea su presencia y su existencia consistente, es decir, el ser, la idea, en cuanto proporciona el “ser”, es, por su parte lo propiamente ente, ontos on. La casa individual, por el contrario, y del mismo modo todo ente particular, sólo deja que la idea aparezca en cada caso de tal o cual manera, o sea de modo limitado y menoscabado. Por eso Platón llama a las cosas que son, a las cosas particulares, lo me on no es simplemente nada sino, por el contrario, on, ente, pero en un modo en que propiamente no debería serlo, es aquello a lo que precisamente se le tiene que negar la caracterización plena como on, lo me on. Es siempre la idea y sólo ella lo que caracteriza al ente como un ente. Por eso, en todo lo presente la idea es lo que llega al aparecer en primer lugar y previamente. El ser, de acuerdo con su propia esencia, es lo proteron, lo a priori, lo anterior, aunque no en el orden de la captación por parte nuestra sino respecto de aquello que, viniendo hacia nosotros, se muestra a sí mismo en primer término, de aquello que, desde sí y viniendo hacia nosotros, presencia previamente en lo abierto. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
El a priori no es una cualidad del ser sino que es él mismo: lo precedente en su esencia, en la medida en que ésta tiene que comprenderse en dirección a la aletheia que le pertenece, y siempre y cuando tal esencia deba ser pensada desde sí misma. Pero ya en el comienzo, en Parménides y Heráclito, la aletheia es pensada desde el noein. Así se traslada el a priori a una distinción entre un antes y un después en el conocer, es decir, en el percibir. Asimismo, el ser es experimentado de cierto modo necesariamente como lo más ente, el ser es el ontos on, mientras que el “ente” se convierte en me on. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Pero en el pensar también tenemos que conservar esto otro: cómo el ser en cuanto voluntad de poder surge desde la determinación esencial de la idea y por lo tanto, lleva en sí la distinción de ser y ente, aunque de modo tal que la distinción, incuestionada como tal, forma la estructura básica de la metafísica. En la medida en que no banalicemos a la metafísica convirtiéndola en una opinión doctrinal, la experimentaremos como la estructura, “dispuesta” por el ser, de la distinción de ser y ente. Incluso allí donde el “ser” se ha volatilizado en la interpretación hasta convertirse en una abstracción vacía pero necesaria y aparece entonces en Nietzsche (VIII, 78) como “el último humo de la realidad que se evapora” (del ontos on platónico), incluso allí impera la distinción de ser y ente, no en los pensamientos del pensador sino en la esencia de la historia en la que él mismo, pensando, es y tiene que ser. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Ambas significaciones fundamentales están orientadas al tiempo. Existentia: aquello “existe” propiamente, ser en cuanto existentia se anuncia en aquello que es aei on, que es siempre y que nunca no es en ningún ahora, lo que es “en todo tiempo ahí”. Essentia significa el qué, la idea, aquello que determina de antemano a cada ente como ente y, que por eso, como ontos on, es primera y rectamente aei on. La referencia al tiempo no sólo se hace visible en este carácter de la duración constante, del aei, sino, aun más originariamente, aunque de manera más encubierta, en algo otro. Heideggeriana: TranscendenciaST
El ser es proteron no en cuanto proteron pros emas, no en el sentido de que fuese conocido por nosotros como tal antes que el ente. Más bien aprehendemos por de pronto siempre al ente, y las más de las veces se queda en eso, sin que aprehendamos al ser como tal. En el orden del ser-aprehendido el ser no es, por consiguiente, lo anterior, sino lo más tardío. Y sin embargo es un anterior physei (de ahí que haya ente en cuanto objeto), es, desde sí, anterior. Lo que esto quiera decir es, desde luego, oscuro y ambiguo; todo esto está ontológica o metontológicamente inexplicado y se comprende, por lo tanto, ónticamente. No obstante, ser no es un ente, a pesar de que se lo sitúe en el grado del ontos on. Lo anterior tampoco quiere decir un ser-presencial-anterior del ser como el de algo que en cierto modo es ente antes que otros entes. Lo anterior no pertenece, según eso, ni al orden del ser-aprehendido ni al orden del ser-presencial, no es ni lógica ni ónticamente anterior, no es ninguna de ambas cosas. ¡Y sin embargo! Heideggeriana: TranscendenciaST
Platón diferencia entre el ontos on y el me on, entre lo entitativamente ente (das seiendhaft Seiende) y lo “ente” que no debería ser ni llamarse así. El ontos on, el ente que tiene carácter de ser, lo que es propiamente, es decir conforme a la esencia del ser, es to eidos, el aspecto, aquello en lo que algo muestra su semblante, su idea, es decir lo que algo es, su qué-es. El me on también es y por lo tanto – pensado de modo griego – también se presenta, muestra un aspecto y un semblante, un eidos; pero el semblante está deformado, desfigurado, el aspecto y la vista están ensombrecidos y enturbiados; por ello el me on es to eàdvlon. Las cosas llamadas reales, las cosas palpables para el hombre – esta casa, aquel barco, aquel árbol, este cartel, etc. – son, pensadas de modo platónico, en todos los casos eàdvla, algo que ofrece un aspecto pero que sólo tiene el aspecto del aspecto en sentido propio: me onta, cosas que ciertamente son que en cierto modo presencian y tienen su semblante, pero cuyo aspecto está sin embargo menoscabado de tal o cual manera porque tiene que mostrarse en la impronta de una materia sensible. Pero en esta casa determinada, que tiene tal o cual tamaño, que ha sido construida con tal o cual material, se muestra no obstante la casidad, y el ser casa de esta casa consiste en el presenciar de la casidad. La casidad, lo que hace que una casa sea una casa, es lo propiamente ente en ella; lo verdaderamente ente es el eidos, la “idea”. Heideggeriana: VontadePoder
¿Hacia dónde va este mirar previo que abre, qué vista ofrece? Nietzsche responde en primer lugar de modo indirecto nombrando las perspectivas más allá de las cuales se ve: “las pequeñas perspectivas del bien y del mal”. Bien y mal son los títulos que corresponden a las distinciones fundamentales de la “moral”. A la moral Nietzsche la comprende de modo metafísico. El “bien” es el “ideal”, la idea y lo que está aún más allá de ella, lo propiamente ente, ontos on. El “mal” es el nombre metafísico de lo que no debe ser un ente, el me on. Pero en esto reside la distinción del mundo verdadero (en sí ente) y el mundo aparente. Esta distinción alude a perspectivas respecto de las cuales la justicia ve más allá. Justicia es ir con la visión más allá de esas pequeñas perspectivas hacia una gran perspectiva. El ver más allá de las perspectivas tenidas hasta el momento corresponde al carácter eliminador del modo de pensar constructivo como el cual ha sido determinada anteriormente la justicia. Pero el construir se aclara ahora con el carácter de mirar lejos en torno, de abrir una gran perspectiva. La justicia no “tiene” una perspectiva, ella es la perspectiva misma en cuanto la erige, la abre y la mantiene abierta. Heideggeriana: VontadePoder
¿En qué tiene su fundamento esta distinción y por lo tanto el no impugnado y cada vez más obvio predominio de lo allí distinguido a lo largo de toda la historia de la metafísica? El qué-es (to ti estin) y el que-es (to estin) se superponen en su diferenciación con la distinción que sustenta en todas partes la metafísica y que se consolida por vez primera y al mismo tiempo de modo definitivo – aunque con una capacidad de variar hasta volverse irreconocible en la distinción platónica del ontos on y el me on (cfr. Aristóteles, Met. Z 4, 1030a 17). El ontos on, lo entitativamente, es decir, lo “verdaderamente” ente en el sentido de la aletheia, es el “semblante”, el aspecto presente. En tal presencia (Anwesenheit) esencian (wesen) unidos al mismo tiempo qué es un ente y que es, a saber, en el presente (Gegenwart) del aspecto. El “mundo verdadero” es el mundo de antemano decidido en cuanto a su que-es. En la medida en que, sin embargo, en cuanto “verdadero” se distingue del aparente y éste muestra sólo turbiamente el qué-es y por consiguiente no “es” “verdaderamente”, aunque al mismo tiempo tampoco es nada sino que es un ente, precisamente en el me on aparece el que-es de modo más llamativo, ya que está despojado del puro semblante en el que se muestra el qué-es. Con y en la distinción entre el ontos on y el me on se separan to ti estin y to estin (el ti y el oti). El que-es se vuelve una característica del “éste” respectivo (tode ti) y del ekaton, que al mismo tiempo, sin embargo, hace aparecer en cada caso el qué-es (eidos) y sólo de ese modo determina un que del ser y con ello un ente como ente del caso. La idea se convierte ahora expresamente en eidos en el sentido de la morphe de una hyle, de manera tal que la entidad se traslada al sunolon, sin que se haya eliminado aquella distinción (acerca del sentido griego originario de morphe, fundamentalmente diferente de la distinción de forma y materia, cfr. Aristóteles, Phys. B l). Posteriormente, y especialmente gracias a la interpretación teológica de la concepción bíblica de creación, aparece en múltiples formas (existentia, essentia y el principium individuationis). Heideggeriana: EternoRetorno
En razón de esta unión del que-es con el qué-es (que ahora está dirigida en sentido contrario a la inclusión inicial del estin en el einai del ontos on como idea, la voluntad de poder y el eterno retorno de lo mismo, en cuanto determinaciones de ser, no sólo tienen que copertenecerse sino que tienen que decir lo mismo. El pensamiento del eterno retorno de lo mismo dice, en términos de la historia final de la metafísica, lo mismo que dice, llevando a su acabamiento la época moderna, la voluntad de poder en cuanto carácter fundamental de la entidad del ente. La voluntad de poder es el sobreelevarse a las posibilidades de devenir de un ordenar que se instaura a sí, sobreelevarse que en su núcleo más interno sigue siendo un volver consistente el devenir en cuanto tal y que, puesto que todo mero proseguir sin fin le resulta extraño y hostil, se contrapone a él. Heideggeriana: EternoRetorno
Nietzsche reserva las expresiones “lo verdadero” y “la verdad” para lo que Platón denomina lo “verdaderamente ente” (ontos on, alethos on), con lo que se alude al ser del ente, a la idea. Por eso, “lo verdadero” y “el ente”, “el ser” y “la verdad” significan para Nietzsche lo mismo. Pero puesto que piensa de modo moderno, la verdad no es sólo en general una determinación del conocer que representa sino que, conforme a la transformación del representar en remitir asegurador, consiste en poner lo constante. El tener la “verdad” es el tener-por-verdadero que re-presenta (La voluntad de poder, n. 507). Lo verdadero es lo fijado en el pensar representante y por lo tanto lo consistente. Pero éste, después de la transvaloración nihilista, no tiene más el carácter de lo suprasensible que está en sí allí delante. Lo consistente asegura la existencia consistente de lo viviente, en la medida en que éste necesita un entorno fijo a partir del cual conservarse. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Considerar en qué medida el qué-es en cuanto el ser (ideacomo ontos on) da más espacio al ente mismo, al on concebido nominalmente, que al on concebido verbalmente. La indecisión del ente y el ser en el on y la ambigüedad de éste. Heideggeriana: HistoriaSer
No obstante, hay libros que no son este libro y que son realmente libros. ¿Cuál es la pura esencia del libro? ¿En qué sentido puede decirse que el eidos es el ontos on? ¿En qué consiste la excesiva sobreabundancia (Übermass) en el caso de este libro? ¿En qué medida la idea platónica se corresponde exactamente con lo que los griegos llamaban presencia, ousia, Anwesenheit? Cambiar, alterarse, es ausentarse: abwesen. Sólo la idea es presencia pura, presencia nunca ausente; presentar-se-en-permanencia. Esto es lo que sobreabunda: la presencia entrando en presencia, die anwesende Anwesenheit – esto es el ontos on. Sobre esto Nietzsche ha tenido el sentimiento más vivo, particularmente en el texto De cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en fábula (Crepúsculo de los ídolos). Heideggeriana: SeminarioThor1969
La Destrucción apunta entonces a la puesta al descubierto del sentido inicial del ser. Este sentido inicial es la Anwesenheit – el ser-llegado-a-la-presencia. Sin saberlo, este sentido gobierna completamente la significación griega del ser. Cuando Platón determina la idea como ontos on, fija de manera determinante el ser del ente como presencia entrando en presencia (anwesende Anwesenheit). Heideggeriana: SeminarioThor1969