¿Quiénes son “nosotros”? Nosotros los hombres de hoy, los hombres de un hoy que hace tiempo que dura y que durará todavía mucho tiempo, en una duración para la que jamás ningún cómputo temporal de la historia podrá aportar medida alguna. En el mismo himno “Mnemosyne” se dice: “Largo es — el tiempo”; es decir, aquel en el que nosotros somos un signo sin interpretación. ¿No da bastante que pensar esto de que seamos un signo, y concretamente un signo sin interpretación? Quizás lo que Hölderlin dice en estas y en las siguientes palabras pertenece a aquello en lo que se nos muestra lo preocupante, al hecho de que todavía no pensemos. Pero el hecho de que todavía no pensemos, ¿descansa en el hecho de que seamos un signo sin interpretación y estemos sin dolor, o bien somos un signo sin interpretación y estamos sin dolor en la medida en que todavía no pensamos? Si fuera esto último, entonces el pensamiento sería aquello por medio de lo cual, y sólo por medio de lo cual, se les regalaría a los mortales el dolor y se le daría una interpretación al signo que los mortales son. Entonces un pensar así empezaría por trasladarnos a una interlocución con el poetizar del poeta, un poetizar cuyo decir, como ningún otro, busca su eco en el pensar. Si nos atrevemos a ir a buscar la palabra poética de Hölderlin y a llevarla a la región del pensar, entonces, sin duda alguna, debemos guardarnos de equiparar de un modo irreflexivo lo que Hölderlin dice poéticamente con aquello que nosotros nos disponemos a pensar. Lo dicho poetizando y lo dicho pensando no son nunca lo mismo. Pero lo uno y lo otro pueden, de distintas maneras, decir lo mismo. Pero esto sólo se consigue si se abre de un modo claro y decidido el abismo que hay entre poetizar y pensar. Esto ocurre siempre que el poetizar es alto y el pensar es profundo. También esto lo sabía Hölderlin. Tomamos su saber de las dos estrofas que llevan por título: Sócrates y Alcibíades — “¿Por qué, Sócrates santo, estás agasajando — a este muchacho siempre? ¿Nada más grande conoces? — ¿Por qué con amor, como a dioses, lo miran tus OJOS? La respuesta la da la segunda estrofa. “Quien pensó lo más profundo, éste ama lo más vivo; excelsa juventud comprende quien el mundo miró — y los sabios se inclinan a menudo, al fin, hacia lo bello.” Heideggeriana: QuePensar
La invocación llama a venir a una proximidad. Pero la invocación no arranca a lo que está siendo llamado a su lejanía en la que permanece retenido por el “hacia dónde” del llamado. La invocación invoca en sí y, por ello, llama hacia aquí, hacia la presencia y llama hacia allá, en la ausencia. La nieve que cae y la campana de la tarde que suena nos está siendo dicho aquí y ahora por el poema. Llegan a presencia de la invocación. Pero no toman su lugar en medio de lo que es aquí ahora presente en esta sala. ¿Cuál es más alta: la presencia que tenemos ante nuestros OJOS o la presencia invocada? Heideggeriana: Linguagem1950
Posteriormente, la palabra “nihilismo” entró en circulación gracias a Turgueniev para denominar la concepción según la cual sólo el ente accesible en la percepción sensible, es decir experimentado por uno mismo, es real y existente, y ninguna otra cosa. Con ello se niega todo lo que esté fundado en la tradición y la autoridad o en cualquier otro tipo de validez. Para esta visión del mundo, sin embargo, se utiliza generalmente la designación “positivismo”. La palabra “nihilismo” es empleada por Jean Paul en su Vorschule der Ästhetik, par. 1 y 2, para designar como nihilismo poético a la poesía romántica. A ello conviene confrontar el prólogo de Dostoievski a su discurso sobre Pushkin de 1880 (Sämtliche Werke, ed. por Moeller v. d. Bruck. sección 2a., t. XII, pág. 95). El pasaje en cuestión dice: “Por lo que respecta a mi discurso, en él quería desplegar simplemente los siguientes cuatro puntos relativos a la importancia de Pushkin para Rusia: 1) Que Pushkin, con su espíritu profundo, penetrante y altamente dotado, y partiendo de su corazón auténticamente ruso, ha sido el primero en descubrir y reconocer como lo que es ese fenómeno significativo y patológico de nuestra intelectualidad, de esa sociedad nuestra desarraigada que se cree muy por encima del pueblo. Lo ha reconocido y ha sido capaz de poner plásticamente ante nuestros OJOS el tipo de nuestro hombre ruso negativo: el hombre que no tiene sosiego y que no puede contentarse con nada de lo que existe, que no cree en su tierra natal ni en las fuerzas que surgen de ella, que en última instancia niega a Rusia y a sí mismo (o mejor dicho, a su clase social, a todo el estrato de la intelectualidad a la que él también pertenece y que se ha desprendido de la tierra de nuestro pueblo), que no quiere tener nada en común con sus compatriotas y que sufre sinceramente por todo esto. El Aleko y el Onegin de Pushkin han suscitado en nuestra literatura una serie de figuras similares.” Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Pero para que la historia de la metafísica tal como aún tiene que experimentarse se distinga de modo recto de la concepción de Nietzsche, previamente, sobre la base de lo dicho hasta ahora, tenemos que poner ante los OJOS en una forma clara la interpretación nietzscheana de la historia de la metafísica. Hasta ahora sólo sabemos lo siguiente: para Nietzsche las posiciones de valor tienen su fundamento y su necesidad en la voluntad de poder. Por lo tanto, según la opinión de Nietzsche, también una determinada voluntad de poder ha sido determinante para la primera instauración de los valores supremos válidos hasta el momento, es decir para el comienzo de la metafísica. La primera postulación de los valores supremos tiene su peculiaridad en que, según Nietzsche, los valores “fin”, “unidad”, “verdad” fueron “proyectados” de manera errónea “ en la esencia de las cosas”. ¿Cómo se llegó a esa proyección? En el sentido de la interpretación nietzscheana de la historia, esta pregunta reza así: ¿Qué forma de la voluntad de poder operaba aquí? Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Sólo que la puesta en cuestión de la subjetividad en el sentido de la yoidad de la conciencia pensante es compatible, sin embargo, en el pensamiento de Nietzsche, con la asunción incondicionada de la subjetividad en el sentido metafísico, por cierto no reconocido, del subiectum. Lo que subyace no es para Nietzsche el “yo” sino el “cuerpo”: “La creencia en el cuerpo es más fundamental que la creencia en el alma” (n. 41); y: “ El fenómeno del cuerpo es el fenómeno más rico, más claro, más aprehensible: hay que anteponerlo metódicamente, sin establecer nada sobre su significado último” (n. 489). Ésta es la posición fundamental de Descartes, en el supuesto de que tengamos aún OJOS para ver, es decir para pensar metafísicamente. El cuerpo tiene que anteponerse “metódicamente”. Lo que cuenta es el método. Ya sabemos lo que significa: lo que cuenta es el modo de proceder en la determinación de aquello a lo que se retrotrae todo lo fijable. Que hay que anteponer metódicamente el cuerpo quiere decir: tenemos que pensar de modo más claro, aprehensible y manejable que Descartes, pero total y exclusivamente en el mismo sentido que él. El método decide. El hecho de que Nietzsche ponga el cuerpo en el lugar del alma y la conciencia no implica ningún cambio respecto de la posición metafísica fundamental fijada por Descartes. Esta sólo adopta con Nietzsche una forma más basta y es llevada al límite o quizá al ámbito, de la absoluta carencia de sentido. Pero la carencia de sentido no es ya una objeción, en el supuesto de que sea de utilidad para la voluntad de poder. “Esencial: partir del cuerpo y utilizarlo como hilo conductor” (n. 532). Si juntamente con esto pensamos el pasaje ya citado de Más allá del bien y del mal en el que Nietzsche establecía como “realidad” única y determinante “nuestro mundo de los apetitos y pasiones”, reconoceremos con claridad suficiente cuán decididamente la metafísica de Nietzsche se despliega como acabamiento de la posición metafísica fundamental de Descartes, sólo que todo se traslada del ámbito del representar y de la conciencia (de la perceptio) al ámbito del appetitus, de las pulsiones, y se piensa de modo incondicionado desde la fisiología de la voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
“Sólo hay un ver perspectivista, sólo un “conocer” perspectivista; y cuanto más afectos dejemos llegar a la palabra respecto de una cosa, cuanto más OJOS, OJOS diferentes, sepamos implantarnos para la misma cosa, tanto más completo será nuestro “concepto” de esa cosa, nuestra “objetividad”.” Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Aquí habría que discutir la cuestión de cómo ningún instrumento de los sentidos, tomado por sí mismo, puede tener una preeminencia respecto de otro cuando se trata de la experiencia del ente. Habría que tener en cuenta que ninguna sensibilidad es capaz de percibir jamás el ente en cuanto ente. Hacia el final del libro sexto de su gran diálogo sobre la República, Platón intenta aclarar la relación del conocer con el ente conocido poniendo en correspondencia esta relación con el ver y lo visto. Dando por supuesto que el ojo esté equipado con la facultad de ver, y dando por supuesto que haya colores en las cosas, la facultad de ver no podrá ver y los colores no se tornarán visibles si no ha aparecido un tercer elemento que, por su esencia, está destinado a posibilitar a la vez el ver y la visibilidad. Este tercer elemento es to phos, la luz, la fuente de luz, el sol. Él brinda la luz en la que las cosas se vuelven visibles y los OJOS videntes. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
(5) Plantear cuestiones, poner a la vista cuestiones; cuestiones no son ocurrencias; las cuestiones tampoco son lo que hoy suele llamarse problemas, a los que Se echa mano a partir de lo que corre por ahí y de lo que Se ha leído y Se los acompaña del gesto de estarlos pensando muy profundamente. Las cuestiones, las preguntas, nacen de la discusión con las “cosas”. Y sólo hay cosas donde hay OJOS, [otra traducción:] las cosas sólo son ahí donde hay OJOS, [otra traducción:] las cosas sólo quedan ahí cuando hay OJOS. Heideggeriana: Hermeneutica1923
En este punto de vista — y siempre en una determinada perspectiva de to ente y de to posible — prácticamente se capta con los OJOS todo el universo, pero de tal modo que hasta cierto punto se quiebra en él, de acuerdo con el grado del impulsar de una mónada, es decir, de acuerdo con su posibilidad de unificarse a sí misma en su multiplicidad. De aquí se deduce claramente que en la mónada, en cuanto impulso que representa, reside un cierto co-representar de ella misma. Heideggeriana: CursoMarburgo
Nuestro preguntar por la nada debe traer ante nuestros OJOS la propia metafísica. El nombre “metafísica” proviene del griego metaphysike. Este curioso título fue interpretado más tarde como designación para el preguntar que sobresale, meta (trans), “más allá” de lo ente como tal. Heideggeriana: QueMetafisica
Este es mi mundo de trabajo visto con los OJOS mirones del huésped o del veraneante. Yo mismo nunca miro realmente el paisaje. Siento su transformación continua, de día y de noche, en el gran ir y venir de las estaciones. La pesadez de la montaña y la dureza de la roca primitiva, el contenido crecer de los abetos, la gala luminosa y sencilla de los prados florecientes, el murmullo del arroyo de la montaña en la vasta noche del otoño, la austera sencillez de los llanos totalmente recubiertos de nieve, todo esto se apiña y se agolpa y vibra allá arriba a través de la existencia diaria. Y, nuevamente, esto no ocurre en los instantes deseados de una sumersión gozosa o de una compenetración artificial, sino, solamente, cuando la propia existencia se encuentra en su trabajo. Sólo el trabajo abre el ámbito de la realidad de la montaña. La marcha del trabajo permanece hundida en el acontecer del paisaje. Heideggeriana: Provincia1933
Hace poco recibí la segunda llamada a la Universidad de Berlín. En una ocasión semejante me retiro de la ciudad a mi refugio. Escucho lo que dicen las montañas, los bosques y los cortijos. En esto vengo a donde mi viejo amigo, un campesino de 73 años. En los periódicos ha leído sobre el llamado a Berlín. ¿Qué irá a decir? Lentamente desliza la segura mirada de sus claros OJOS en los míos, mantiene los labios fuertemente apretados, me coloca su mano fielmente circunspecta sobre el hombro y sacude su cabeza en forma apenas perceptible. Esto quiere decir: ¡irrevocablemente no! Heideggeriana: Provincia1933
La filosofía no es, por lo tanto, tampoco, un saber que se pueda emplear inmediatamente, o un saber con el que se pueda contar para su provecho, en un abrir y cerrar de OJOS, tal como lo es el saber técnico, económico y artesanal. Heideggeriana: FilosofiaAlema
El lenguaje no es una facultad cualquiera entre otras, que el hombre tiene “también” junto con los OJOS, los oídos, el entendimiento y la voluntad — sino que la esencia originaria de su ser es lenguaje. No es que el hombre tenga el lenguaje — sino, a la inversa, el lenguaje “tiene” al hombre, es decir, éste “es” solamente como él es (a saber, expuesto en medio del ente ya manifiesto) por razón del lenguaje. Heideggeriana: FilosofiaAlema
Sólo que poetizar sobre el poeta ¿no es la señal de un narcisismo extraviado y a la vez la confesión de una carencia de plenitud del mundo? ¿Poetizar sobre el poeta no es un exceso desconcertante, algo tardío, un final? La respuesta es la siguiente: es indudable que el camino por el que logramos la respuesta es una salida. No podemos aquí como sería necesario, exhibir cada una de las poesías de Hölderlin en un recorrido completo. En vez de esto, sólo reflexionaremos en cinco palabras-guía del poeta sobre la poesía. El orden determinado de estos motivos y su conexión interna deben poner ante los OJOS la esencia esencial de la poesía. Heideggeriana: EssenciaPoesia
Nuestra manera de preguntar por la cosa se ha venido abajo, porque no estábamos preguntando por la obra, sino en parte por una cosa y en parte por un utensilio. Sólo que fue la estética la que desarrolló esta manera de preguntar y no nosotros. La manera en que ésta contempla de antemano la obra de arte está dominada por la interpretación tradicional de todo ente. Pero lo esencial no es el desmoronamiento de este planteamiento habitual. De lo que se trata es de empezar a abrir los OJOS y de ver que hay que pensar el ser de lo ente para que se aproximen más a nosotros el carácter de obra de la obra, el carácter de utensilio del utensilio y el carácter de cosa de la cosa. A este fin, primero tienen que caer las barreras de todo lo que se da por sobreentendido y se deben apartar los habituales conceptos aparentes. Esta es la razón por la que hemos tenido que dar un rodeo, rodeo que nos devuelve enseguida al camino capaz de llevarnos a una determinación del carácter de cosa de la obra. No hay por qué negar el carácter de cosa de la obra, pero puesto que forma parte del ser-obra de la obra, dicho carácter de cosa habrá de ser pensado a partir del carácter de obra. Si esto es así, el camino hacia la determinación de la realidad de cosa que tiene la obra no conducirá de la cosa a la obra, sino de la obra a la cosa. Heideggeriana: ObraArte
El proyecto poético de la verdad, que se establece en la obra como figura, tampoco se ve nunca consumado en el vacío y lo indeterminado. Lo que ocurre es que la verdad se ve arrojada en la obra a los futuros cuidadores, esto es, a una humanidad histórica. Ahora bien, lo arrojado no es nunca una desmesurada exigencia arbitraria. El proyecto verdaderamente poético es la apertura de aquello en lo que el Dasein ya ha sido arrojado como ser histórico. Aquello es la tierra y, para un pueblo histórico, su tierra, el fundamento que se cierra a sí mismo, sobre el que reposa con todo lo que ya es, pero que permanece oculto a sus propios OJOS. Pero es su mundo, el que reina a partir de la relación del Dasein con el desocultamiento del ser. Por eso, todo lo que le ha sido dado al ser humano debe ser extraído en el proyecto fuera del fundamento cerrado y establecido expresamente sobre él. Sólo así será fundado como fundamento que soporta. Heideggeriana: ObraArte
Pero la novedad de este proceso no reside en absoluto en el hecho de que ahora la posición del hombre en medio de lo ente sea sencillamente otra diferente respecto a la del hombre medieval o antiguo. Lo decisivo es que el hombre ocupa esta posición por sí mismo, en tanto que establecida por él mismo, y que la mantiene voluntariamente en tanto que ocupada por él y la asegura como terreno para un posible desarrollo de la humanidad. Sólo a partir de este momento puede decirse que existe algo similar a una posición del hombre. El hombre dispone por sí mismo el modo en que debe situarse respecto a lo ente como lo objetivo. Comienza ese modo de ser hombre que consiste en ocupar el ámbito de las capacidades humanas como espacio de medida y cumplimiento para el dominio de lo ente en su totalidad. La época que se determina a partir de este acontecimiento no sólo es nueva respecto a la precedente a los OJOS de una contemplación retrospectiva, sino que es ella la que se sitúa a sí misma y por sí misma como nueva. Ser nuevo es algo que forma parte del mundo convertido en imagen. Heideggeriana: ImagemMundo
Por medio de esta sombra, el mundo moderno se sitúa a sí mismo en un espacio que escapa a la representación y, de este modo, le presta a lo incalculable su propia determinabilidad y su carácter históricamente único. Pero esta sombra indica otra cosa cuyo conocimiento nos está vedado en la actualidad. El hombre no podrá llegar a saber qué es eso que está vedado ni podrá meditar sobre ello mientras se empeñe en seguir moviéndose dentro de la mera negación de su época. Esa huida a la tradición, entremezclada de humildad y prepotencia, no es capaz de nada por sí misma y se limita a ser una manera de cerrar los OJOS y cegarse frente al momento histórico. Heideggeriana: ImagemMundo
Qué especie de estimación de valor sea la verdad, lo señala Nietzsche de manera precisa con las palabras: “creo que esto y esto es así”. Esta estimación de valor tiene el carácter de una “creencia”. ¿Pero qué quiere decir “creer”? Creer significa: tener a esto y esto por algo que es de tal y cual modo. “Creer” no significa aceptar y dar asentimiento a algo que uno mismo no ha visto propiamente como algo que es o que no puede nunca aprehender como algo que es con sus propios OJOS, sino que quiere decir aquí: tomar algo, algo que le sale al encuentro al representar, como algo que es de tal o cual modo. Creer es tener por y más precisamente, tener en cada caso por algo que es. Por lo tanto, creer no significa aquí de ninguna manera asentir a una doctrina no comprensible, racionalmente inalcanzable, y que alguna autoridad anuncie como verdadera, así como tampoco significa confiar en profecías y anunciaciones. La verdad como estimación de valor, es decir como tener-por, es decir como tener por algo que es y es así, está en una conexión esencial con el ente en cuanto tal. Lo verdadero es lo tenido por algo que es, por algo que es de tal o cual modo, lo que se toma por ente. Lo verdadero es el ente. Heideggeriana: VontadePoder
Leamos ahora con OJOS más lúcidos la proposición con la que comienza el segundo párrafo, que comenta la sentencia principal: “En la formación de la razón, de la lógica, de las categorías, la necesidad ha sido determinante: la necesidad, no de “conocer”, sino de subsumir, de esquematizar, con el fin de entenderse, de calcular… Heideggeriana: VontadePoder
Dicho rápidamente: las categorías, el pensar en categorías y la articulación y regulación de este pensar, o sea la lógica, todo esto es algo que la vida se procura para conservarse. ¿Y se pretende que esta doctrina de la proveniencia del pensar y de las categorías no sea un biologismo? No pretendemos cerrar los OJOS al hecho de que Nietzsche piensa aquí palpablemente de modo biológico y así también habla sin ningún reparo. Y esto precisamente hacia el final del fragmento en el que trata de elevar todo a lo esencial, a aquello que proporciona el fundamento para la esencia de la vida y su despliegue. Heideggeriana: VontadePoder
Si Nietzsche no hubiera sido un pensador, si no se hubiera mantenido firme en el centro oculto del ente como un guardia solitario interrogando abiertamente con la mirada, si como un “eterno veraneante” se hubiera dedicado simplemente a recortar y componer de cien libros distintos una imagen y una construcción del mundo destinada a sus cultos e incultos contemporáneos, para quedarse él, a su vez, muy tranquilo con ella, o dentro de ella, y resolver “contradicciones”, entonces sí hubiera tenido que cerrar los OJOS ante los abismos a cuyos bordes lo llevaba el expuesto proyecto de mundo. Pero Nietzsche no cerró los OJOS, se dirigió directamente hacia lo que tenía que ver y recorrió hasta el extremo, en los dos últimos años de su pensar, ese camino que él mismo había abierto y que entonces se había vuelto inevitable. Heideggeriana: VontadePoder
En el eterno retorno de lo mismo, la esencia histórico-final de la última interpretación metafísica de la entidad como voluntad de poder es comprendida de manera tal que a la esencia de la verdad le queda rehusada toda posibilidad de convertirse en lo más digno de ser cuestionado y la carencia de sentido a la que con ello se le da el poder determina de modo incondicionado el horizonte de la época moderna y lleva a efecto su acabamiento. Pero éste no se muestra de ninguna manera a sí mismo, es decir a la conciencia historiográfico-técnica que lo impulsa y asegura, como la solidificación y el final propio de lo ya alcanzado, sino como liberación hacia un continuado alejarse de sí que conduce al acrecentamiento de todo en todo. Lo desmedido se ha velado en la figura del poder que se sobrepotencia a sí mismo como lo único consistente y, en tal encubrimiento, puede convertirse él mismo en medida. A partir de una medida de este tipo (de la desmesura del sobrepujar) se cortan las varas con las que cualquiera puede medir y apreciar con la mayor facilidad y realizar, también a los OJOS de cualquiera, algo que cause impresión, dando de este modo prueba de sí mismo. Esta prueba vale al mismo tiempo como verificación de las metas, las vías y los ámbitos de la eficacia que se ha instaurado. Cada cosa factible confirma cada artefacto, todo artefacto clama por la factibilidad, todo actuar y pensar se ha convertido en estatuir cosas factibles. En todas partes y continuamente la maquinación, encubriéndose ella misma en la apariencia de un orden que dirige con mesura, impulsa al ente a ocupar el rango único y hace olvidar el ser. Lo que propiamente sucede es el abandono del ente por parte del ser: que el ser entrega al ente a sí mismo y en ello se rehúsa. Heideggeriana: EternoRetorno
El pesimismo niega el mundo existente. Pero su negación es ambigua. Puede querer simplemente la declinación y la nada. Pero también puede rechazar lo existente y abrir así una vía para una nueva configuración del mundo. De este modo se despliega el pesimismo “como fuerza”. Éste tiene OJOS para ver lo que es. Ve lo peligroso y lo inseguro y busca las condiciones que prometen hacerse dueño de la situación histórica. El pesimismo proveniente de la fuerza está caracterizado por la capacidad “analítica”, con lo cual Nietzsche no entiende el agitado deshilachar y disolver la “situación historiográfica”, sino el separar y mostrar con frialdad, por el hecho de ya saber, los fundamentos por los que el ente es tal como es. El pesimismo que sólo ve la declinación proviene, en cambio, de la “debilidad”, busca en todas partes lo aciago, está al acecho de las posibilidades de fracaso y cree ver así el modo en que sucederá todo. Lo comprende todo y para cada situación es capaz de aportar una analogía del pasado. Su característica es, a diferencia de la “analítica”, el “historicismo” (La voluntad de poder, n. 10). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Hegel terminó de construir en su contenido el sistema-Enciclopedia en los años siguientes. Con respecto a la primera forma de 1817, la así llamada Enciclopedia de Heidelberg, la segunda edición de 1827 es esencialmente más voluminosa, y la tercera de 1830 está aún más ampliada. En la segunda edición recogió la alocución que dirigiera a sus oyentes el 22 de octubre de 1818 al inaugurarse su actividad docente en Berlín. La frase final de esta alocución caracteriza la postura fundamental del sistema-Enciclopedia y con ello de la metafísica hegeliana en general: “La esencia primero oculta y cerrada del universo no tiene fuerza alguna en sí que pudiera prestar resistencia al ánimo de conocimiento, tiene que abrirse a él y poner ante sus OJOS y dar a disfrutar su riqueza y profundidades”. Heideggeriana: HegelFenomenologia
“Represéntate ahora lo siguiente: Unos hombres se encuentran bajo tierra en un recinto cavernario. A lo largo de éste, y hacia la luz diurna, se extiende el acceso, al que confluye toda la caverna. En esta morada, atados por las muslos y la nuca, desde la infancia tienen los hombres su residencia. También permanecen por ello en el mismo sitio, pudiendo sólo mirar a lo que tienen enfrente de ellos. Mover la cabeza en torno no les es posible, puesto que están encadenados. Sin embargo, les ha sido otorgado un resplandor de luz, de un fuego que arde a sus espaldas, en la parte superior y a la distancia. Entre el fuego y los prisioneros (por lo tanto, a sus espaldas) discurre un camino, a lo largo del cual — imagínatelo así — hay un muro más bajo, construido al modo de esas vallas que los volatineros levantan frente al público, para mostrar por encima de ellos los prodigios. “Lo imagino, dijo Glaucón. “Según eso, figúrate ahora hombres que transportan toda clase de objetos a lo largo de ese pequeño muro, los que sobresalen un poco sobre éste; estatuas. imágenes de piedra y de madera, como también variedad de cosas hechas por el hombre. Como es de esperarse, de entre los cargadores que pasan unos van entretenidos entre sí, otros en silencio. “Insólita imagen propones, dijo, e insólitos prisioneros. Sin embargo son en todo iguales a nosotros los hombres, contesté yo. Pues, ¿qué crees tú? Tal especie de hombres, desde un principio, jamás han obtenido otra visión, sea de sí mismos, sea de los demás, que las sombras que sobre el muro de la caverna que tienen en frente arroja (constantemente) el resplandor del fuego. “Cómo puede ser de otro modo, dijo, si están compelidos a mantener inmóvil la cabeza todo el curso de sus vidas? “¿Qué ven, pues, ellos de las cosas que (a sus espaldas) son transportadas? ¿No es eso precisamente lo que ellos ven (es decir, las sombras)? “En efecto. “Ahora, si estuviesen en condiciones de comunicar y discutir detalladamente entre sí lo visto, ¿no crees que a lo que ellos ven allí tomarían por el ente? “Se verían obligados a ello. “¿Pero qué pasaría si esta prisión también tuviese un eco venido del muro que ellos tienen frontero (hacia el que miran exclusiva y constantemente) ? Tan pronto como uno de los que transitan a espaldas de los prisioneros (transportando cosas) se hiciese oír, ¿crees tú por cierto que ellos tomarían a lo que habla por algo distinto de esas sombras que pasan ante ellos? “Por nada distinto, ¡por Zeus!, dijo. “Absolutamente, contesté yo, los prisioneros tomarían entonces por lo desoculto no otra cosa que las sombras de los objetos. “Seria completamente necesario dijo. “Según eso, contesté yo, sigue ahora con tu mirada el proceso de cómo los cautivos llegan a ser liberados de las ligaduras y, en consecuencia, curados de la falta de discernimiento; y considera, además. de qué especie tendría que ser esta falta de discernimiento, si a los prisioneros les sucediese lo siguiente: tan pronto se desligase a uno y se le forzase, de súbito, a pararse, a volver la cabeza, a caminar y a mirar hacia la luz, (entonces) él haría (siempre) todo esto entre sufrimientos. y tampoco estaría en condiciones de mirar, a través de la constante reverberación, hacia aquellas cosas cuyas sombras anteriormente vio. (Si todo esto sucede con él), qué crees tú que diría él al que le revelase que (sólo) futilidades había visto antes, pero que ahora estaba un poco más cerca del ente y, en consecuencia, vuelto hacia el mayor ente, al que por lo tanto, miraba más rectamente? Y si (entonces) alguien todavía le mostrase cada una de las cosas que van pasando y le forzase, sobre demanda, a contestar qué cosa sea ello, ¿no crees tú que se hallaría sin saber absolutamente nada y, por añadidura, reputaría lo visto anteriormente (con sus propios OJOS) por más desoculto que lo que ahora (por intermedio de otro) le es mostrado? “Indudablemente, dijo. “Y si alguien todavía le precisase a mirar hacia el resplandor del fuego, ¿no le dolerían los OJOS, y no querría apartarse de allí y huir (de vuelta) hacia lo que está en sus posibilidades ver, decidiendo, por lo tanto, que esto (que sin más es visible para él) es, en efecto, más claro que lo que ahora le es mostrado? “Así es, dijo. “Pero si ahora, contesté yo, alguien (a este libre de ligaduras) con violencia lo arrancase de allí arrastrándolo por la escarpada y difícil abertura de la caverna y no le soltase hasta no haberlo traído a la luz del sol, ¿sentiría quien así es arrastrado dolor e indignación? ¿No sentiría los OJOS, llegado a la luz solar, llenos de resplandor, y no sería incapaz de ver siquiera algo de lo que ahora le es revelado como lo desoculto? “En modo alguno estaría en condiciones para ello, dijo; por lo menos no de pronto. “Evidentemente fuera menester, creo yo, un acostumbramiento, caso de que se tratase de aprehender en el ojo lo que está allí en lo alto (fuera de la caverna en la luz del sol). Y (en tal habituarse) podría, ante todo, muy fácilmente mirar hacia las sombras y después hacia la imagen de los hombres y de las demás cosas reflejadas en el agua, y luego captaría por la visión a éstas mismas (o sea, el ente en lugar de los evanescentes reflejos). Desde el ámbito de estas cosas podría contemplar lo que hay en la bóveda del cielo, y a éste mismo, y desde luego más fácilmente durante la noche, mientras mira hacia la luz de las estrellas y de la luna, (más fácilmente, claro está) que durante el día al sol y su brillo. “Sin duda alguna. “Pero al fin, creo yo, llegaría a estar en condiciones de mirar al sol mismo, no ya sólo a su reflejo en el agua o en donde surgiere, sino al sol mismo, tal cual él es por sí mismo en su propio lugar, y observarlo en su naturaleza. “Necesariamente así sucedería, dijo. “Y una vez que ha dejado detrás de sí todo esto, ya puede acerca de aquél (el sol) concluir que es él, precisamente el que produce tanto las estaciones del año como los años y el que dispone todo lo que hay en el circuito (ahora) contemplado (de la luz solar); sí que también él (el sol) es hasta la causa de aquel todo que ellos (los que permanecen allí abajo en la caverna) tienen, en cierta manera, ante sí. “Evidentemente, dijo, llegaría a eso (o sea al sol y a lo que está en su luz), una vez que hubiera salido de aquello (que sólo es reflejo y sombra). “¿Y qué, pues, pasa ahora? Si se acordase nuevamente de la primera morada y del “saber” que allí es regla y de los entonces encadenados con él, ¿no crees que a sí mismo se tendría por dichoso por el cambio (acontecido), compadeciendo a aquellos, por el contrario? “¡Sí, por cierto! “Pero si ahora (entre los hombres) del anterior lugar de residencia (esto es, en la caverna) se instituyen ciertos honores y premios para quien aprehendiese más nítidamente con la mirada lo transitorio (lo que sucede todos los días) y, además, conservase en la memoria, lo más de lo que habitualmente es transportado primero, luego después y, por último al mismo tiempo, y que (entonces) pudiese decir de antemano lo que fuese a ocurrir en el inmediato futuro, crees que el (salido de la caverna) desearía (todavía) estar entre aquellos (que están en la caverna) para (allí) rivalizar con quienes gozan de poder y consideración, o acaso no querrá adoptar para sí aquello que dice Homero: “servir, asalariado, a un extranjero labrador sin dote”, y no querrá, en general, soportarlo todo, antes que circunvagar entre aquellas opiniones (válidas para la caverna) y ser un hombre según aquella manera? “Yo creo, dijo, que dejaría le sobreviniese todo, antes que ser un hombre según aquella manera (propia de la caverna). “Y ahora, por consiguiente, considera esto, contesté yo: Si el que por tal modo a salido de la caverna, descendiese nuevamente a ella y se sentase en el mismo sitio, no se le llenarían los OJOS de tinieblas. en el lugar mismo donde él se sustrajese repentinamente al sol? “Sí, absolutamente, dijo. “Si de nuevo, entonces, se entregase, con los allí constantemente encadenados. a proponer y afirmar opiniones sobre las sombra. con los OJOS todavía debilitados, y antes de haberlos aclimatado de nuevo, la cual habituación no demandaría poco tiempo, ¿no sería al punto entregado al ridículo allí abajo, y no se le daría a entender que había ido allá arriba sólo para volver (a la caverna) con los OJOS estragados, de modo que no era de utilidad alguna emprender el camino ascendente? Y a quien pusiese manos a libralos de las ligaduras y conducirlos allá arriba, si ellos pudiesen disponer de él y matarlo, ¿no lo matarían realmente? “Seguramente que sí, dijo.” Heideggeriana: PlatoVerdade
¿Qué acontece en estos tránsitos? ¿Cómo son posibles estos acontecimientos? ¿De dónde toman éstos su necesidad? ¿Qué interesa en estos tránsitos? Los tránsitos de la caverna a la luz diurna y los de ésta a la caverna requieren un desacostumbramiento de los OJOS de la oscuridad a la claridad, y de la claridad a la oscuridad. En estos tránsitos siempre los OJOS se sienten perturbados y, ciertamente, por motivos opuesto: dittai kai apo dittoon gignontai epitaraxeis ommasin (518 a. 2) “Dobles perturbaciones les surgen a los OJOS, y esto por dobles motivos”. Heideggeriana: PlatoVerdade
Todavía podríamos intentar superar esa mala situación por la que el medio precisamente no media, examinando tal medio recurriendo a una distinción entre lo que transforma o deja sin transformar a la hora de captar o dejar pasar lo absoluto. Pero si eliminamos la transformación causada por el medio, esto es, si no utilizamos el medio, esto tampoco nos proporciona el resto de lo absoluto intransformado. En el fondo, el examen del medio no sabe lo que hace. Tiene que medir el conocimiento por el rasero de lo absoluto en lo tocante a su adecuación a éste. Tiene que reconocer a lo absoluto en tanto que absoluto, pues de lo contrario toda delimitación crítica caerá en el vacío. Además, aún suceden más cosas: que al examen le importa más la explicación del instrumento que el conocimiento de lo absoluto. Si de todas maneras lo que le importase al conocimiento fuera al menos aproximar a lo absoluto por medio del instrumento, este propósito tendría que caer en ridículo ante los OJOS de lo absoluto. ¿Para qué todo ese afán crítico en relación con el conocimiento, cuando éste, desde el principio, desea salir fuera del enredo de la relación inmediata de lo absoluto con el que conoce, sólo para sacar primero en limpio el asunto que corresponde a la crítica? El examen crítico del instrumento no hace caso de lo absoluto, lo que choca contra su mejor saber inmediato. Pero lo absoluto tampoco se burla del esfuerzo crítico, porque para eso tendría que compartir con él el presupuesto de que el conocimiento es un medio y de que él mismo, lo absoluto, se encuentra tan alejado del conocimiento que éste necesitaría tomarse primero el esfuerzo de atrapar a lo absoluto. Pero, de este modo, lo absoluto no sería lo absoluto. Heideggeriana: HegelExperiencia
El quinto párrafo introduce la meditación. La ciencia misma, desde el momento en que presenta al saber que se manifiesta, debe manifestarse por completo en el transcurso de esa presentación y por medio de ella. De ese modo, no entrará en cualquier sitio estrepitosamente. Su entrada en escena consiste en que, paso a paso, se demuestra a sí misma como aquello que es. ¿En qué escenario tiene lugar dicha demostración? ¿Dónde podría ser, sino ante los OJOS del representar natural? El representar sigue paso a paso al saber que se manifiesta a través de la multiplicidad de sus manifestaciones y con ello persigue cómo el saber que sólo se manifiesta va despojándose de estación en estación de la apariencia y al final se presenta como el saber verdadero. La presentación del saber que sólo se manifiesta reconduce al modo de representar natural a través del vestíbulo del saber y lo lleva hasta la puerta del saber absoluto. La presentación del saber que sólo se manifiesta es el camino de la conciencia natural hacia la ciencia. Como por ese camino la apariencia de lo no verdadero va desmoronándose más y más, se trata de un camino de purificación del alma en dirección al espíritu. La presentación del saber que sólo se manifiesta es un itinerarium mentis in Deum. Heideggeriana: HegelExperiencia
Esto es efectivamente lo que le sucede a la presentación del saber que se manifiesta cuando se la contempla con los OJOS del representar natural. Éste siempre permanece referido a lo que le parece tener ante sí en cada caso. Pero ¿puede una opinión relativa llegar a contemplar jamás el saber absoluto? No. Lo que se le representa a la conciencia natural bajo el nombre de saber que sólo se manifiesta y que debe ser lo primero en conducirla a lo verdadero, es una mera apariencia. Sin embargo, hasta la propia filosofía sigue opinando hasta el día de hoy que la Fenomenología del Espíritu es un itinerario, una descripción de viaje que conduce a la conciencia cotidiana hasta el conocimiento científico de la filosofía. Pero la Fenomenología del Espíritu no es en su esencia lo que parece desde esta perspectiva. Ahora bien, esta apariencia no engaña por casualidad. Acompaña a su esencia, lucha por situarse delante de ella y la oculta. Tomada en si misma, la apariencia confunde. El representar natural, que se ha deslizado aquí dentro de la filosofía, toma al saber que se manifiesta sólo como aquel saber que se manifiesta, pero detrás del cual se mantiene oculto un saber que no se manifiesta. Ahora bien, la presentación no es de ningún modo la presentación del saber que sólo se manifiesta a diferencia del saber verdadero hacia el que debería conducirnos la presentación. Por el contrario, la presentación probablemente sólo sea la presentación del saber que se manifiesta en su manifestarse. Ese “sólo” no quiere decir que la presentación no sea todavía ciencia, sino que no es la ciencia desde todos los puntos de vista. El manifestarse del saber que se manifiesta es la verdad de la ciencia. La presentación del saber que se manifiesta en su manifestarse es ella misma la ciencia. Desde el momento en que comienza, la presentación ya es la ciencia. Hegel dice: “…como esta presentación sólo tiene como objeto el saber que se manifiesta, no parece ser… la ciencia, sino que puede… ser entendida… Hegel no habla ni de un saber que sólo se manifiesta ni dice que la presentación sólo se desarrolle en dirección a la ciencia ni afirma que dicha presentación no pueda ser entendida más que como itinerarium, si es que queremos comprenderla en su esencia. Heideggeriana: HegelExperiencia
El “Yo escueto” es el nombre para la conducta arbitraria de la opinión vulgar dentro de la filosofía. Pero este nombre no nombra al yo aislado hacia sí mismo a diferencia de la comunidad en el nosotros. El “Yo escueto” es más bien precisamente el sujeto de esos muchos en su común opinar. El “Yo escueto” vive en el egoísmo del “se” , el cual se salva del temor al escepticismo que se consuma en el dogmatismo del opinar. El principio del dogmatismo es cerrar los OJOS ante la presentación del saber que se manifiesta y negarse a acompañar al progreso de la presentación. Por eso, el dogmatismo de las opiniones corrientes debe ser abandonado a sí mismo. Por medio de esta decisión la filosofía no rechaza a la conciencia natural. ¿Cómo iba a hacerlo, cuando la ciencia es la verdad de lo aún-no-verdadero y por lo tanto precisamente eso mismo, pero en su verdad? Lo primero que hace la filosofía es descubrir a la conciencia natural en su naturalidad y reconocerla. Por el contrario, la filosofía pasa perfectamente de largo junto a la conciencia natural cuando ésta se envanece con el título de filosofía a fin de borrar las fronteras de la filosofía y darle la espalda en cuanto reconocimiento del ser de lo ente. Pero, procediendo así, la filosofía sólo pasa de largo junto a eso que ya le había dado la espalda y se había alejado de ella, pero sin embargo sí se abre a la conciencia natural y sólo a ella para ser el camino en el que aparece la verdad de la conciencia. Heideggeriana: HegelExperiencia
Sólo cuando nos vemos obligados por el fragmento a esa inversión, como auténtico inicio de la presentación, puede comenzar la presentación de la experiencia de la conciencia. Comienza absolutamente con la absolutez de lo absoluto. Comienza con la más extrema violencia de la voluntad de la parusía. Comienza con la más extrema enajenación de lo absoluto en su manifestación. A fin de poder avanzar una mirada hacia esta manifestación, tenemos que aceptar lo que se manifiesta tal como se manifiesta y mantener lejos de ello nuestras opiniones y pensamientos acerca suya. Pero este dejar que ocurra y dejar marcharse es en realidad un hacer que extrae toda su seguridad y resistencia de la mera aportación de la inversión. Nuestra aportación consiste en salir escépticamente, o lo que es lo mismo, con los OJOS bien abiertos, al encuentro de la manifestación de la conciencia que se manifiesta, que ya ha venido a nosotros en la parusía, con el fin de estar en la marcha bajo cuya forma la experiencia es la fenomenología de lo absoluto. Heideggeriana: HegelExperiencia
En una obra anterior y también más conocida, en la segunda de las Consideraciones intempestivas, “De la utilidad y las desventajas de la historia para la vida” (1874), Nietzsche ya coloca en el lugar de la objetividad de las ciencias históricas a “la justicia” (parágrafo 6). De lo contrario, Nietzsche calla en lo relativo a la justicia. Es sólo en los decisivos años 1884-85, cuando se le presenta ante los OJOS la “voluntad de poder” como rasgo fundamental de lo ente, cuando escribe dos pensamientos sobre la justicia, aunque no llega a publicarlos. Heideggeriana: NietzscheDeus
¿Queremos seguir cerrando los OJOS a la verdad que hay que pensar en esta frase? Si es lo que queremos, esa extraña ceguera no será, desde luego, la que torne falsa dicha frase. Dios no va a ser un dios vivo porque sigamos obstinándonos en domeñar a lo efectivamente real sin tomar primero en serio su realidad efectiva y cuestionarla, sin pensar si el hombre ha alcanzado tanta madurez en la esencia a la que ha sido arrastrado sacándolo del ser como para hacerle frente a ese destino que surge de su esencia en vez de recurrir a toda suerte de medidas aparentes. Heideggeriana: NietzscheDeus
El caso, en sí mismo insignificante, del rectorado de 1933-1934 es un signo del estado metafísico esencial en que se encuentra la ciencia, que ya no puede ser dominada por intentos de renovación y que no puede ser detenida en su transformación esencial en pura técnica. No llegué a comprender esto hasta los años siguientes (cfr. “La fundación de la imagen moderna del mundo por la metafísica”). El rectorado fue un intento de ver en el “movimiento” llegado al poder, por encima de sus insuficiencias y tosquedades, lo que apuntaba más allá y que podía quizá llevar un día a una concentración en torno a la esencia histórica occidental de lo alemán. En manera alguna debe negarse que yo creía entonces en tales posibilidades y que para ello renuncié, en pos de una acción administrativa, a lo más propio del oficio del pensamiento. En manera alguna se debe quitar importancia a lo que mi propia insuficiencia en el cargo produjo. Sólo que desde esta perspectiva no se alcanza lo esencial, que fue lo que me llevó a aceptar el cargo. Los diversos juicios sobre este rectorado, hechos en el horizonte de un ejercicio académico normal, pueden, a su modo, ser correctos y tener razón, pero no afectan a lo esencial. Y hoy la posibilidad de abrir los ofuscados OJOS al horizonte de lo que es esencial es aún menor que entonces. Heideggeriana: RepensandoReitorado
Es, además, conocido que mis tres alumnos más capaces, que descollaron notablemente sobre el nivel medio de su generación filosófica, fueron largo tiempo postergados porque eran discípulos de Heidegger (Gadamer, G. Krüger, Brökker). Sólo fueron llamados a una cátedra cuando ya finalmente no se pudieron cerrar los OJOS a su cualificación y el escándalo era patente. Heideggeriana: RepensandoReitorado
Todas las distancias, en el tiempo y en el espacio, se encogen. A aquellos lugares para llegar a los cuales el hombre se pasaba semanas o meses viajando se llega ahora en avión en una noche. Aquello de lo que el hombre antes no se enteraba más que pasados unos años, o no se enteraba nunca, lo sabe ahora por la radio, todas las horas, en una abrir y cerrar de OJOS. El germinar y el crecimiento de las plantas, algo que permanecía oculto a lo largo de las estaciones, lo muestra ahora el cine a todo el mundo en un minuto. Los lugares lejanos de las más antiguas culturas, los muestra el cine como si estuvieran presentes ahora mismo en medio del tráfico urbano de nuestros días. El cine, además, da testimonio de lo que muestra haciéndonos ver al mismo tiempo los aparatos que lo captan y el hombre que se sirve de ellos en este trabajo. La cima de esta supresión de toda posibilidad de lejanía la alcanza la televisión, que pronto recorrerá y dominará el ensamblaje entero y el trasiego de las comunicaciones. Heideggeriana: Coisa1949
Según estas proposiciones, Zaratustra, el portavoz, es un “maestro”. A OJOS vista, enseña dos cosas: el eterno retorno de lo Igual y el ultrahombre. Sólo que, de buenas a primeras, no se ve si, y de qué modo, estas dos cosas que enseña se pertenecen mutuamente. Pero aun en el caso de que se aclarara esta conexión, seguiría siendo cuestionable si estamos oyendo al portavoz, si estamos aprendiendo de este maestro. Sin este oír y aprender no sabremos nunca bien quién es Zaratustra. Así que no basta con que nos limitemos a poner unas junto a otras proposiciones de las cuales sale lo que el portavoz y el maestro dice de sí mismo. Tenemos que prestar atención a cómo lo dice y además en qué ocasión y con qué intención. Las palabras decisivas: “Tú eres el maestro del eterno retorno”, no las dice Zaratustra desde sí mismo a sí mismo. Se las dicen sus animales. Se las nombra al principio mismo del prólogo de la obra y, de un modo más claro, al final (n. 10). Aquí se dice: “… cuando el sol estuvo en el mediodía, miró (Zaratustra) interrogativamente a lo alto; porque, por encima de él, oía la llamada clara y nítida de un pájaro. Y he aquí que un águila describía amplios círculos en el aire, y de ella colgaba una serpiente, no como una presa sino como una amiga: pues el águila la tenía enroscada en tomo a su cuello”. En este misterioso abrazo presentimos ya de qué forma, sin que se diga de un modo explícito, en los círculos que describe el águila y en el enroscamiento de la serpiente se enroscan círculo y anillo. Así resplandece el anillo, que se llama anulus aeternitatis: anillo sigilar y año de la eternidad. En el aspecto de los dos animales se muestra adónde ellos mismos pertenecen con su girar y su enroscarse. Porque no son ellos nunca los que empiezan haciendo círculo y anillo, sino que se ensamblan en él para, de este modo, tener su esencia. En el aspecto de los dos animales aparece Aquello que le concierne al Zaratustra que levanta su mirada interrogativa hacia lo alto. De ahí que el texto continúe: “Son mis animales”, dijo Zaratustra, y se alegró de todo corazón. — El más orgulloso de los animales que hay bajo el sol y el más inteligente de los animales que hay bajo el sol — los dos han salido de exploración. — Quieren averiguar si Zaratustra aún vive. ¿En verdad, aún vivo?” Heideggeriana: NietzscheZaratustra
Con ello, en el pensar de Nietzsche aparece algo que este mismo pensar ya no es capaz de pensar. Este quedarse detrás de lo pensado caracteriza lo creativo de un pensar. Además allí donde un pensar lleva a la Metafísica a su acabamiento, este pensar, en un sentido muy especial, señala hacia algo no pensado, y lo hace de un modo al mismo tiempo claro y confuso. Pero ¿dónde están los OJOS para ver esto? El pensar metafísico descansa en la diferencia entre aquello que verdaderamente es y aquello que, medido con esto, constituye lo que no es verdaderamente. Para la esencia de la Metafísica, sin embargo, lo decisivo no está en que la diferencia citada se presente como la contraposición entre lo suprasensible y lo sensible, sino que aquella diferencia, en el sentido de una grieta que se abre entre una cosa y otra, permanezca como lo primero y lo fundamental. Esta grieta sigue estando ahí aun en el caso de que la jerarquización platónica entre lo suprasensible y lo sensible sea experienciada al revés, y aun en el caso de que lo sensible sea objeto de una experiencia más esencial y más amplia, en el sentido que Nietzsche llamó con el nombre de Dionysos. Porque la sobre-abundancia a la que se dirige “la gran nostalgia” de Zaratustra es la inagotable consistencia del devenir, aquello como lo cual la voluntad de poder, en el eterno retorno de lo Mismo, se quiere a sí misma. Heideggeriana: NietzscheZaratustra
¿Quién negaría que esto es correcto? Está claro que se rige por aquello que se tiene ante los OJOS cuando se habla de la técnica. La definición instrumental de la técnica es incluso correcta de un modo tan inquietante, que además es aplicable a la técnica moderna, de la que normalmente se afirma, con una cierta razón, que, frente a la técnica artesanal de antes, es algo completamente distinto y por tanto nuevo. También la central energética, con sus turbinas y sus generadores, es un medio fabricado por hombres para un fin puesto por hombres. También el avión a reacción y la máquina de alta frecuencia son medios para fines. Por supuesto que una estación de radar es menos sencilla que una veleta. Por supuesto que la fabricación de una máquina de alta frecuencia necesita del juego combinado de distintos procesos de trabajo de la producción técnico-industrial. Por supuesto que una serrería, en un valle perdido de la Selva Negra, es un medio primitivo en comparación con una central hidroeléctrica del Rin. Heideggeriana: PreguntaTecnica
¿Dónde y cómo acontece el hacer salir lo oculto si éste no es un simple artefacto del hombre? No tenemos que buscar muy lejos. Lo único que hace falta es percatarse, sin prejuicios, de aquello que de siempre ha interpelado al hombre, y ello de un modo tan decidido, que, en cada caso, el hombre sólo puede ser hombre en cuanto que interpelado así. Dondequiera que el hombre abra sus OJOS y sus oídos, allí donde franquee su corazón o se entregue libremente a meditar y aspirar, a formar y obrar, a pedir y agradecer, se encontrará en todas partes con que se le ha llevado ya a lo desocultado. Y el estado de desocultamiento de eso desocultado ha acaecido ya de un modo propio al conjurar en cada caso ese desocultamiento al hombre a los modos del hacer salir lo oculto a él adecuados. Cuando el hombre, a su manera, dentro de los límites del estado de desocultamiento, hace salir lo presente, no hace más que corresponder a la exhortación del desocultamiento, incluso allí donde él contradice a esta exhortación. Así pues, cuando el hombre, investigando, contemplando, va al acecho de la Naturaleza como una zona de su representar, está ya bajo la apelación de un modo del hacer salir de lo oculto que lo provoca a abordar a la Naturaleza como un objeto de investigación, hasta que incluso el objeto desaparece en la no-objetualidad de las existencias. Heideggeriana: PreguntaTecnica
Según el significado habitual, la palabra Gestell mienta enseres, por ejemplo una estantería para libros. Gestell se le llama también a un esqueleto. Igual de espantoso es el uso de esta palabra que ahora se nos impone, por no decir nada de la arbitrariedad con la que de esta suerte se abusa de las palabras de la lengua adulta. ¿Se puede llevar aún más lejos esta ocurrencia peregrina? Seguro que no. Con todo, esta peregrina ocurrencia es una vieja usanza del pensar. Y además a ella se pliegan los pensadores precisamente allí donde hay que pensar lo más alto. Nosotros, los que hemos nacido después, no estamos en situación de medir qué significa que Platón se atreva a utilizar la palabra eidos para aquello que esencia en todas las cosas y en cada una de ellas. Pues eidos, en la lengua cotidiana significa el aspecto que ofrece una cosa visible a nuestros OJOS sensibles. Sin embargo, a esta palabra Platón le exige lo totalmente inhabitual, nombrar Aquello que precisamente no se convierte nunca en algo que el sentido de la vista pueda percibir. Pero ni así hemos terminado, ni mucho menos, con lo habitual. Porque idea no nombra solamente el aspecto no sensible de lo visible sensible. Aspecto, idea significa y es también lo que constituye la esencia de lo audible, tocable, sentible, de todo aquello que, de un modo u otro, es accesible. Frente a lo que Platón le exige a la lengua y al pensar en este caso y en otros, el uso que nos hemos atrevido a hacer ahora de la palabra Gestell para designar la esencia de la técnica moderna, es casi inofensivo. Con todo, el uso lingüístico exigido ahora sigue siendo algo excesivo, sujeto a malentendidos. Heideggeriana: PreguntaTecnica
El segundo recuerdo trae a mi memoria la gran casa abierta de un médico en los altos de la Selva Negra, donde una mañana de domingo, en un círculo de numerosos oyentes cruzamos con fuerza, pero con bella mesura, nuestros más afilados aceros. Estaba en discusión el concepto del “ser” y la etimología de este vocablo fundamental de la filosofía. La discusión puso de manifiesto lo muy versado que Ortega estaba en las Ciencias. También me puso de relieve una especie de positivismo que no me cumple juzgar, ya que conozco muy pocos escritos de Ortega y sólo en traducciones. La tarde de ese mismo día nos proporcionó a mi y a todos los presentes la impresión más recia y duradera de la magna personalidad de Ortega y Gasset. Habló de un tema que ni estaba previsto ni había sido formulado y que puede, sin embargo, cifrarse en el titulo “El hombre español y la muerte”. Cierto que lo que nos dijo le era familiar desde hacia largo tiempo, pero el cómo lo dijo nos desvela cuanto más avanzado estaba que sus oyentes en un campo que ahora ha tenido que traspasar. Cuando pienso en Ortega vuelve a mis OJOS su figura tal como la vi aquella tarde, hablando, callando, en sus ademanes, en su hidalguía, su soledad, su ingenuidad, su tristeza, su múltiple saber y su cautivante ironía. Heideggeriana: OrtegaEncontros
La mutua pertenencia de hombre y ser a modo de provocación alternante, nos muestra sorprendentemente cerca, que de la misma manera que el hombre es dado en propiedad a ser, el ser, por su parte, ha sido atribuido en propiedad al hombre. En la com-posición reina un extraño modo de dar o atribuir la propiedad. De lo que se trata es de experimentar sencillamente este juego de propiación en el que el hombre y el ser se transpropian recíprocamente, esto es, adentrarnos en aquello que nombramos Ereignis. La palabra Ereignis ha sido tomada de la lengua actual. Er-einen significa originariamente: asir con los OJOS, esto es divisar, llamar con la mirada, a-propiar. La palabra Ereignis, pensada a partir del asunto indicado, debe hablar ahora como palabra conductora al servicio del pensar. Pensada como palabra conductora, se deja traducir tan poco como la palabra conductora griega logos, o la china Tao. La palabra Ereignis ya no significa aquí lo que en otros lugares denominamos como algún tipo de acontecimiento, algo que sucede. La palabra se utiliza ahora como singulare tantum. Lo que nombra acontece sólo en la unidad, esto es, ni siquiera en un número, sino de modo único. Lo que experimentamos en la com-posición como constelación de ser y hombre, a través del moderno mundo técnico, es sólo el preludio de lo que se llama acontecimiento de transpropiación. Pero la com-posición no se queda necesariamente detenida en su preludio, pues en el acontecimiento de transpropiación habla la posibilidad de sobreponerse al mero dominio de la com-posición para llegar a un acontecer más originario. Tal modo de sobreponerse a la com-posición a partir del acontecimiento de transpropiación para llegar a esto último, traería consigo el retroceso eventual, esto es imposible de llevar a cabo sólo por el hombre, del mundo técnico desde su papel dominante a la servidumbre, dentro del ámbito gracias al cual el hombre llega más propiamente al acontecimiento de transpropiación. Heideggeriana: PrincipioIdentidade
La primera página del “Shatzkaestlein” comienza con las frases siguientes: “Esté sentado en su casa, en medio de los suyos y rodeado de sus montañas y árboles familiares, o se encuentre sentado en una taberna frente a un jarro de cerveza, el amigo lector se siente a sus anchas y no va a buscar más lejos. Pero ignora de dónde viene el sol cuando éste se levanta, a la aurora, en su apacible magnificencia. Ignora también de dónde se retira este astro, cuando el crepúsculo lo ve desaparecer en el horizonte, ignora dónde se oculta su luz durante la noche y por qué misterioso camino vuelve a encontrar las montañas de su salida. Cuando la luna se pasea en la noche, unas veces pálida y delgada, otras redonda y plena, el lector ignora también a qué se debe esto y si levanta los OJOS hacia un cielo constelado de estrellas cada una más bella, más radiante y más esplendorosa que la otra, se imagina que todas están allí para él, sin saber sin embargo exactamente lo que ellas quieren. Mi buen amigo, no es loable ver así cada día la misma cosa y no cuidarse jamás de lo que ella significa”. Heideggeriana: HebelAmigo
El pensar que despunta con Ser y tiempo es en consecuencia, por una parte, el despertar desde el olvido del ser — en donde despertar ha de ser entendido como un acordarse de algo que aún no fue pensado —, mas, como tal despertar, no es dicho pensar, por otra parte, ninguna cancelación del olvido del ser, sino el instalarse en él persistiendo en él. Así el despertar desde y para el olvido del ser es un abrir los OJOS, un desvelarse [Entwachen] en el acaecimiento propicio. Sólo en el pensar en el ser mismo, en el acaecimiento propicio, es experienciable como tal el olvido del ser. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer
Pero ¿de qué nos sirve comprobar todo esto, para el intento de poner ante los OJOS la tarea del pensare No nos ayudará nada, mientras nos demos por satisfechos con una simple explicación de la llamada. Se trata de preguntar qué es lo que queda por pensar en la llamada “a la cosa misma”. A1 hacerlo así, podemos darnos cuenta de que, precisamente allí, donde la Filosofía llevó a su “cosa” a saber absoluto y evidencia definitivamente válida, algo se esconde, que ya no puede ser “cosa” de la Filosofía el pensarlo. Heideggeriana: TarefaPensar
Por eso, dice Píndaro en la VII. Oda Olímpica, cantándole a la Isla de Rodas y a sus habitantes (v. 50 ss.):”La misma de los OJOS glaucos, empero, les concedió superar en todas las artes a los habitantes de la tierra, con manos mejor trabajadoras.” Heideggeriana: ArtePensar
SPIEGEL: También el artista carece de vínculos con la tradición. Podría perfectamente encontrarlos y decir: sí, así se pudo pintar hace seiscientos, trescientos o treinta años. Pero ahora él ya no puede pintar así. Aunque quisiera, no podría. Pues entonces el pintor más grande sería el genial falsificador Hans van Meegeren, que podía pintar “mejor” que los otros. Pero eso no puede ser. Así pues, el artista, el escritor, el poeta se encuentran en una situación similar a la del pensador. ¡Cuántas veces tenemos que decir: cierra los OJOS! HEIDEGGER: Si se toma como marco para la coordinación de arte, poesía y filosofía la “actividad cultural” entonces se tienen que poner al mismo nivel. Pero si se vuelve problemática no sólo la actividad, sino lo que se denomina “cultura”, entonces la reflexión sobre esa problematicidad cae dentro del cometido del pensamiento, cuya crítica situación apenas puede dejar de pensarse. Pero la máxima penuria del pensamiento estriba en que hoy, por lo que puedo apreciar, no habla aún ningún pensador que sea lo suficientemente “grande” como para llevar al pensamiento, inmediatamente y de forma plástica, ante su tema y ponerlo así en su camino. Para nosotros, los hombres de hoy, la magnitud de lo por pensar es demasiado grande. Quizá podamos esforzarnos en construir la pasarela, angosta y que no lleva muy lejos, de un tránsito. SPIEGEL: Profesor Heidegger, le damos gracias por esta conversación. Heideggeriana: DerSpiegel
El nombrar por sagrada obligación debe acontecer antes que empiece el verdadero advenimiento en la mañana del día de los dioses y llegue a su plenitud en el mediodía, cuando arde el fuego en el cielo. En ese tiempo aparece “El dios envuelto en acero”. Así dice Hölderlin en la estrofa final del Himno al Rhin (StA II, p. 148, v. 210 ss.). En el esbozo para una poesía posterior (StA II, p. 249, v. 6 ss.) habla del “acero de fuego del hogar con calor de vida”. (El acero produce chispas y queda así referido al fuego.) “El dios envuelto en acero” significa: el dios envuelto en el fuego del cielo, o en nubes. El fuego celeste que ciega los OJOS no es menos velador que la oscuridad de las nubes. Heideggeriana: Poema1968
En la historia de la metafísica, una serie de respuestas es dada a esta cuestión. Por ejemplo: energeia. Observamos aquí que la respuesta aristotélica a la pregunta “¿qué es el ente en cuanto ente?” es energeia y no hypokeimenon. En efecto, el hypokeimenon es la interpretación del ente, no del ser. Más concretamente, hypokeimenon es la entrada en presencia de una isla o de una montaña, y esta entrada en presencia salta a los OJOS cuando se está en Grecia. hypokeimenon es, efectivamente, el ente en su yacer, tal como se da a ver, es decir: lo que está ahí, bajo los OJOS, llegando a extenderse ahí desde sí mismo. Es así como está la montaña en la tierra y la isla en el mar. Heideggeriana: SeminarioThor1969
Jean Beaufret cita entonces la siguiente frase de Ensayos y Conferencias: “los fenómenos no aparecen más, pero se anuncian (melden sich)”. El sich melden, comenta Heidegger, debe ser comprendido en el sentido de que la teoría de la física contemporánea, por operatoria que sea, no puede sin embargo conducir a un sistema totalmente inventado, sino que siempre debe dar novedades de la naturaleza. Ellas están orientadas exclusivamente sobre la calculabilidad del objeto. Si hay descripción, ella no consiste en traer ante los OJOS el rostro de un objeto, sino que se limita a fijar algo de la naturaleza en una fórmula matemática que es una ley del movimiento. Heidegg