Pensada desde la esencia del nihilismo, la superación de Nietzsche no es más que el acabamiento del nihilismo. En él se nos manifiesta de manera más clara que en cualquier otra posición fundamental de la metafísica la esencia plena del nihilismo. Lo propio (das Eigene) de ella es el permanecer fuera del ser mismo. Pero en la medida en que en la metafísica acontece este permanecer fuera, esto que es lo propio (Eigentliche) no es admitido como lo propio del nihilismo. Por el contrario, precisamente en el pensar de la metafísica se deja fuera (auslassen) el permanecer fuera en cuanto tal, de manera tal que la metafísica deja fuera también ese dejar fuera como acción propia suya. Por medio del dejar fuera, el permanecer fuera es entregado, de manera encubierta, a sí mismo. Lo propio del nihilismo, precisamente en cuanto acontece, no es lo propio. ¿En qué sentido? En cuanto metafísica el nihilismo acontece en la impropiedad de sí mismo. Pero esta impropiedad no es una falta de propiedad, sino su acabamiento, en la medida en que es el permanecer fuera del ser mismo y a éste le interesa que el quedar fuera siga siendo por completo lo que es. Lo propio del nihilismo es históricamente en la figura de lo impropio que lleva a cabo un dejar fuera del permanecer fuera, dejando fuera también a este dejar fuera y no dejándose ni pudiéndose involucrar, por pura afirmación del ente en cuanto tal, en nada que pudiera concernir al ser mismo. La plena esencia del nihilismo es la unidad originaria de lo que le es propio y lo que le es impropio. (Hablar de propio e impropio no es casual, sino que es pensado, a sabiendas y sin decirlo, desde el acaecer apropiarte (Ereignen), el apropiar (Eignen) y lo peculiarmente propio (Eigentümliches).) Heideggeriana: NiilismoSer
El nihilismo impropio es lo impropio en la esencia del nihilismo en la medida en que precisamente lleva a su acabamiento lo propio. En la unidad esencial del nihilismo esencia una diferencia. Lo impropio del nihilismo no cae fuera de su esencia. En ello se muestra: la inesencia pertenece a la esencia. Podría creerse que la relación de lo propio respecto de lo impropio indicada en el nihilismo es un caso especial de la relación universalmente válida entre esencia e inesencia, de manera tal que podría tomarse a aquella como un ejemplo de esta última. Pero la proposición: la inesencia pertenece a la esencia no es el enunciado formal y universal de una ontología acerca de la esencia que se represente metafísicamente como «esencialidad» y que aparezca de modo determinante como «idea». La proposición piensa en la palabra «esencia» (Wesen), comprendida de modo verbal (verbum), el ser mismo en el modo en que Él mismo, el ser, es. Pero Él es en el modo del permanecer fuera de sí mismo, el cual, en cuanto tal, encuentra albergue en un dejar fuera y queda así preservado. Este permanecer fuera mismo, sin embargo, en conformidad con el ocultamiento del desocultamiento del ser, esencia en lo sustraído. Por ello, el pensar que, en cuanto metafísico, se representa el ente en cuanto tal en el modo del permanecer fuera, es tan poco capaz de penetrar en el permanecer fuera como de experimentar el abandono del ente en cuanto tal por parte del ser mismo. Heideggeriana: NiilismoSer
Ahora, sobre todo si hemos pensado suficientemente la anterior elucidación del nihilismo, podríamos admitir que los fenómenos negativos aducidos no pertenecen inmediatamente a la esencia del nihilismo porque no llegan hasta ella. No obstante, insistiremos en que en la esencia del nihilismo tiene que imperar algo «negativo». De lo contrario, ¿cómo podría decir aún algo este nombre, cuya capacidad denominativa quisiéramos tomar en serio? La determinación precedente de la esencia del nihilismo ponía todo el peso en la diferencia entre lo propio y lo impropio dentro del nihilismo. El «in-» de lo impropio pone de manifiesto lo negativo. Heideggeriana: NiilismoSer
Ciertamente. Pero ¿qué quiere decir «lo negativo»? ¿No apelamos aquí a una representación sin duda corriente, pero sin embargo grosera? ¿Se cree acaso que lo impropio del nihilismo es lo que está mal o incluso lo malo, frente a lo propio que sería lo correcto y lo bueno? ¿O se considera al nihilismo propio como lo malo y como lo que está mal y al impropio, si no como lo bueno, por lo menos como lo que no es malo? Heideggeriana: NiilismoSer
Ambas opiniones, pasando por alto su precipitación, serían igualmente erróneas. Efectivamente, las dos juzgan lo propio y lo impropio en la esencia del nihilismo desde el exterior. Por otra parte, emplean para juzgar criterios respecto de los cuales aún habría que decidir si se pueden utilizar. En efecto, entretanto ya debería haber quedado claro que con la pregunta por la esencia que hemos planteado nos movemos en el ámbito del ser mismo, ámbito al que ya no podemos explicar y juzgar desde otro lado, suponiendo que el modo de pensar intentado resulte suficiente. Si el «in» emerge en la esencia del nihilismo, sólo se lo puede pensar desde la unidad de esa esencia. Ésta muestra una diferencia que el «in» hace resaltar. Pero aún permanece oculto si el «in» y el «no» tienen su esencia en la diferencia o si lo negativo del «in» sólo es aportado a la diferencia como consecuencia de una negación. Heideggeriana: NiilismoSer
Casi nadie querrá poner en discusión la necesidad de un esfuerzo tal, pero esta necesidad tiene que ser previamente experimentada. Esto comporta, sin embargo, que el hombre experimente este dejar fuera en cuanto tal, es decir, que experimente lo impropio en la esencia del nihilismo. ¿Pero cómo podría ocurrir esto sin ser previamente afectado por lo propio, por el permanecer fuera del ser en su desocultamiento? Heideggeriana: NiilismoSer
El ser que dirige de este modo su palabra, pero que se retiene en el quedar fuera, es la promesa (Versprechen) de si mismo. Pensar al encuentro del ser en su permanecer fuera quiere decir: penetrar en esa promesa, como la cual «es» el ser mismo. Es, sin embargo, en cuanto permanece fuera, es decir, en la medida en que de él mismo no hay nada. Esta historia, es decir la esencia del nihilismo, es el destino del ser mismo. En su esencia y pensado respecto de lo propio, el nihilismo es la promesa del ser en su desocultamiento, de manera tal que se oculta precisamente en cuanto tal promesa y; en el permanecer fuera, ocasiona al mismo tiempo que se lo deje fuera. Heideggeriana: NiilismoSer
¿En qué consiste la esencia del nihilismo si lo propio se piensa al mismo tiempo en referencia a lo impropio? Lo impropio en la esencia del nihilismo es la historia del permanecer fuera, es decir del ocultamiento de la promesa. Pero si el ser mismo se reserva a sí mismo en su permanecer fuera, la historia del dejar fuera el permanecer fuera es entonces precisamente el preservar de ese reservarse del ser mismo. Heideggeriana: NiilismoSer
Se dijo en un primer momento que en la metafísica el ser mismo permanece impensado. Entretanto se ha mostrado con mayor claridad qué es lo que acontece en y como tal permanecer impensado. Es la historia del ser mismo en su permanecer fuera. La metafísica pertenece a esta historia. Sólo desde su proveniencia de acuerdo con la historia del ser la metafísica se encamina en su esencia al pensar. Ella es lo impropio en la esencia del nihilismo y acontece desde la unidad esencial con lo propio que hay en él. Heideggeriana: NiilismoSer
¿Lo que Nietzsche experimenta y piensa, la historia de la desvalorización de los valores supremos, se mantiene por sí mismo? ¿No esencia en esa historia la esencia del nihilismo según la historia del ser? Que la metafísica de Nietzsche interprete el ser como un valor es el efectivo-eficaz (wirklich-wirksam) dejar fuera del permanecer fuera del ser mismo en su desocultamiento. Lo que llega al lenguaje en esa interpretación del ser como valor es lo impropio que acontece en la esencia del nihilismo, lo cual no se conoce a sí mismo y sin embargo sólo es desde la unidad esencial con lo propio del nihilismo. Si Nietzsche experimentó realmente una historia de la desvalorización de los valores supremos, lo así experimentado, junto con la experiencia misma, es el real dejar fuera del permanecer fuera del ser en su desocultamiento. Heideggeriana: NiilismoSer
El dejar fuera es como historia real y acontece como tal desde la unidad esencial de lo impropio en el nihilismo con lo propio en él. Esta historia no es nada que esté junto a la «esencia». Es ésta misma y sólo ésta. Heideggeriana: NiilismoSer
Ahora bien, la diferencia de lo impropio y lo propio que impera en la unidad esencial del nihilismo podría ciertamente divergir hasta llegar a que lo impropio se aparte de modo extremo de lo propio. Entonces, la unidad esencial del nihilismo, de conformidad con el sentido que le pertenece, tendría que ocultarse al extremo. Tendría que desaparecer como una nula nada dentro del desocultamiento del ente en cuanto tal, que vale en todas partes como el ser mismo. Tendría que parecer entonces como si del ser mismo, en el caso de que algún pensamiento pudiera aún llegar a ello, no hubiera en verdad nada. Heideggeriana: NiilismoSer
De esta manera, lo impropio dentro del nihilismo alcanza un predominio incondicionado, detrás del cual desaparece como inaccesible e impensable lo propio y, con él y con su referencia a lo impropio, la esencia misma del nihilismo. En esta época de la historia del ser se imponen las consecuencias del predominio de lo impropio del nihilismo, y sólo ellas, pero nunca como consecuencias, sino como el nihilismo mismo. Por eso éste sólo muestra rasgos destructivos. Éstos serán experimentados, favorecidos o combatidos a la luz de la metafísica. Heideggeriana: NiilismoSer
Nos arriesgamos aquí a algo extraño y quisiéramos describirlo del modo siguiente: Llevar el habla como habla al habla. Esto suena como una fórmula. Su finalidad es la de servirnos de hilo conductor en el camino al habla. La fórmula emplea tres veces la palabra «habla», diciendo algo distinto en cada caso a la vez que lo Mismo. Lo Mismo es aquello que mantiene junto desde la unidad, donde reside lo propio del habla, lo que la distinción mantiene separado. Inicialmente la fórmula remite a un entramado de relaciones en el que ya nos hallamos implicados. El propósito de un camino al habla está con un modo de hablar que quisiera, precisamente, poner en libre presencia el habla para poderla representar en tanto que habla y expresar lo representado, lo que, a la vez, atestigua que el habla misma nos ha entretejido con el hablar. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
La unidad de la esencia del habla buscada la llamaremos der Aufriss, el trazo abriente. Este nombre nos pide que veamos con más claridad lo propio de la esencia del habla. Riss, trazo, es la misma palabra que ritzen. (rajar. rayar). Con frecuencia conocemos el «trazo» sólo bajo su forma devaluada, por ejemplo, como rajadura en la pared. Pero, aún hoy , roturar u arar un campo significa en dialecto: trazar surcos. Abren el campo para que resguarde semilla y crecimiento. El trazo abriente es el conjunto de los trazos de aquel dibujo que atraviesa y estructura lo abierto y libre del habla. El trazo abriente es la marcación del despliegue del habla, la estructura de un mostrar en el seno del cual los hablantes y su hablar. lo hablado y lo inhablado en él. están vertebrados desde la palabra destinada (aus dem Zugesprochenen). Heideggeriana: CaminhoLinguagem
Pero ¿habla el habla misma? ¿Cómo puede lograr semejante propósito puesto que no está dotada de los órganos del habla? Y, sin embargo, el habla habla. Obedece y sigue, primeramente y en lo propio, a lo que es esencial en el hablar: el decir. El habla habla en cuanto que dice. esto es, muestra. Su decir brota del antiguamente hablado. pero hasta ahora aún inhablado. Decir (Sage) que atraviesa y permea el trazo abriente del despliegue del habla. El habla habla en cuanto que, como Mostración que llega a todos los ámbitos de lo presente. Deja, a partir de ellos, aparecer o des-aparecer presencia. Así que escuchamos el habla de tal modo que nos dejamos decir su Decir. Cualquiera que sea, por lo demás. el modo de nuestro escuchar, donde sea que escuchemos algo, el escuchar es el dejar-se-decir que ya contiene en sí toda percepción y toda representación. En el hablar en tanto que escucha del habla, re-decimos el Decir oído. Dejamos venir su voz sin sonido con lo que reclamamos el sonido que ya nos está reservado; lo llamamos estando tendidos hacia él. Ahora, tal vez, podría manifestarse más claramente un aspecto en el trazo abriente del despliegue del habla, permitiéndonos percibir cómo el habla en tanto que hablar alcanza su ser propio y habla así como habla. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
El camino al habla se despliega en el habla misma. El camino al habla en el sentido del hablar en tanto que sagen, decir, es el habla en tanto que Sage, Decir. Lo propio del habla se oculta, por tanto, en este camino que es el Decir, que, en tanto que este camino, deja alcanzar el habla a los que escuchan el Decir. Sólo podemos ser estos «escuchantes» (Hörende) la medida en que pertenecemos (gehören) al Decir. El dejar llegar (Gelangenlassen), el camino al hablar, proviene ya de un dejar pertenecer (Gehörenlassen) al Decir. Esta pertenencia cobija lo propiamente desplegante del camino al habla. ¿De qué modo, sin embargo, se despliega el Decir para ser capaz del dejar-pertenecer? Lo que se despliega en el Decir debería darse propiamente a conocer – si alguna vez se da a conocer – cuando atendamos con mayor empeño a lo que ha revelado la dilucidación. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
El advenimiento apropiador. en su percepción (Er-äugen) del despliegue de la esencia humana, apropia los mortales en cuanto que los pone en lo propio de lo que se le revela al hombre en el Decir, desde todas partes y hacia lo oculto (zusagt). La puesta en lo propio del hombre en tanto que «escuchante» del Decir, tiene su rasgo característico en esto que le libera a lo suyo propio. pero solamente para que. en tanto que hablante, o sea, diciente, pueda ir al encuentro y contestar al Decir desde lo que es lo suyo propio. Y esto es: el resonar de la palabra. El decir de los mortales que viene al encuentro es el responder. Toda la palabra hablada ya es siempre respuesta: contra-Decir, decir que viene al encuentro, decir «escuchante». La puesta en lo propio de los mortales en el Decir libera al ser humano a la usanza (Brauch) desde la cual el hombre está puesto en uso (gebraucht) para llevar el Decir insonoro a la resonancia del habla. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
El advenimiento apropiador en el «uso» de la puesta en lo propio, deja que el Decir alcance el hablar. El camino al habla pertenece al Decir, que viene determinado desde el advenimiento apropiador. En este camino, que pertenece al despliegue del habla, se oculta lo propio del habla. El camino es apropiante. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
La puesta-en-camino lleva el habla (el despliegue del habla) como habla (el Decir) al habla (a la palabra resonante). Hablar ahora del camino al habla no significa ya solamente, ni en primer lugar, la andanza de nuestro pensamiento que medita tras el habla. El camino al habla se ha transformado en camino. De nuestro obrar humano se ha desplazado al despliegue del habla apropiada. Con todo, la transformación del camino al habla nos parece solamente a nosotros y en consideración a nosotros, un desplazamiento que sólo ahora acaba de producirse. En verdad, el camino al habla ya tiene siempre su única sede en el despliegue del habla misma. Pero esto significa a la vez: el camino que teníamos presente hasta ahora no queda descartado, al contrario, sólo el camino auténtico, o sea, la puesta-en-camino apropiante en su puesta en uso, lo hace primeramente posible y necesario. Dado que el despliegue del habla como Decir mostrante descansa en el advenimiento apropiador que confía a los humanos en lo propio a la serenidad que hace posible una libre escucha, por eso la puesta-en-camino del Decir abre ella sola los senderos en los cuales meditamos tras el verdadero camino al habla. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
Así desenlazada a su libre espacio puede el habla ocuparse únicamente de sí misma. Esto suena como si se hablara de un solipsismo egoísta. Pero el habla no se centra sobre sí, en el sentido de una contemplación narcisista de sí misma que lo olvida todo. El despliegue del habla en tanto que Decir es el Mostrar apropiante que, justamente, desvía la mirada de sí para liberar, de este modo, lo que es mostrado a lo propio de su aparecer. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
Recordemos para terminar, como al comenzar, la frase de Novalis: «Precisamente esto, lo que el habla tiene de propio, a saber, que sólo se ocupa de sí misma, nadie lo sabe». Novalis entiende «lo propio» en el sentido de lo particular que caracteriza al habla. Por la experiencia del despliegue de la esencia del habla en tanto que Decir, cuyo mostrar reside en el advenimiento apropiador, lo propio llega a la proximidad del hacer propio y del apropiar. Lo propio obtiene de aquí su determinación original, aunque no sea éste el lugar para pensar tras ella. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
Lo propio del habla, determinado desde el advenimiento apropiador, se deja conocer todavía menos que lo particular del habla si por conocer entendemos el haber visto algo en la totalidad de su esencia, haberlo abarcado en la percepción. No podemos abarcar el despliegue del habla porque nosotros, que sólo podemos decir en cuanto que re-decimos el Decir, pertenecemos dentro del Decir. El carácter de monólogo del despliegue del habla tiene su trabazón en el trazo abriente del Decir, que no cubre ni puede cubrir el «monólogo» pensado por Novalis porque él representa el habla dialécticamente desde la subjetividad en el horizonte del idealismo absoluto. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
La segunda estrofa comienza invocando a «algunos» de los mortales. Si bien éstos pertenecen junto a los inmortales, a la tierra y el cielo, a la Cuaternidad del mundo, los dos primeros versos de la segunda estrofa no invocan propiamente al mundo. Más bien, casi como la primera estrofa sólo que en secuencia distinta, nombran a la vez las cosas: el portal, los oscuros senderos. Sólo los otros dos versos de la segunda estrofa llaman, en lo propio, al mundo. Repentinamente, nombran algo del todo distinto: Dorado florece el árbol de la gracia – De la savia fresca de la tierra. Heideggeriana: Linguagem1950
El verso invoca la Diferencia, pero no la piensa en lo propio ni denomina su esencia por este nombre. El verso invoca la separación del Entre, el Medio que reúne y en cuya intimidad el gesto de las cosas y el favor del mundo se atraviesan y mesuran mutuamente. Heideggeriana: Linguagem1950
La comparación de las tres posiciones metafísicas fundamentales de Protágoras, Descartes y Nietzsche nos ha preparado, por lo menos parcialmente, para responder a la pregunta que aún se mantiene en reserva: ¿qué es, en las posiciones metafísicas caracterizadas, lo mismo, lo que continuamente sustenta y sirve de guía? Evidentemente aquello que al comparar las tres posiciones fundamentales estaba en cada caso en la mirada como eso uno y mismo en dirección de lo cual preguntábamos para destacar cada vez lo propio. Eso Uno y Mismo ya lo hemos resaltado al nombrar los cuatro respectos que guiaban todas las comparaciones. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Una mera cosa es, por ejemplo, este bloque de granito, que es duro, pesado, extenso, macizo, informe, áspero, tiene un color y es parte mate y parte brillante. Todo lo que acabamos de enumerar podemos observarlo en la piedra. De esta manera conocemos sus características. Pero las características son lo propio de la piedra. Son sus propiedades. La cosa las tiene. ¿La cosa? ¿En qué pensamos ahora cuando mentamos la cosa? Parece evidente que la cosa no es sólo la reunión de las características ni una mera acumulación de propiedades que dan lugar al conjunto. La cosa, como todo el mundo cree saber, es aquello alrededor de lo que se han agrupado las propiedades. Entonces, se habla del núcleo de las cosas. Parece que los griegos llamaron a esto to hypokeimenon. Esa cualidad de las cosas que consiste en tener un núcleo era, para ellos, lo que en el fondo y siempre subyacía. Pero las características se llaman ta sumbebekota, es decir, aquello siempre ya ligado a lo que subyace en cada caso y que aparece con él. Heideggeriana: OOA1935
Con este señalamiento de las cuestiones no formuladas ni decididas que se ocultan en Nietzsche – y no sólo en él – detrás del título de «biologismo», no queda de ninguna manera disuelta, sin embargo, la apariencia de que, a pesar de todo, piensa firme y exclusivamente de modo biológico. Sólo ahora prestamos atención a esta apariencia, y esto es importante. Lo dicho nos vuelve comprensible, asimismo, por qué tantos escritores que de modo consciente o inconsciente extractan o copian las obras de Nietzsche, caen irremisiblemente en el biologismo. Se mueven en la superficie del pensar nietzscheano. Puesto que esta superficie ofrece una apariencia biológica, se toma a lo biológico por lo propio y único y además se lo corrige con la ayuda de los progresos que ha realizado entretanto la biología. Se diga sí o se diga no al «biologismo» de Nietzsche, en cualquier caso se permanece en la superficie de su pensar. La tendencia a actuar así encuentra su apoyo en el carácter que poseen las publicaciones de Nietzsche. Sus palabras y sus frases provocan, arrastran, penetran y excitan. Se cree que con sólo dejarse llevar por esta impresión ya se ha entendido a Nietzsche. Tenemos que desaprender en primer lugar este uso impropio sostenido por fórmulas corrientes como la de «biologismo».Tenemos que aprender a «leer». Heideggeriana: VontadePoder
En el lugar de la desaparecida autoridad de Dios y de la doctrina de la Iglesia, aparece la autoridad de la conciencia, asoma la autoridad de la razón. Contra ésta se alza el instinto social. La huida del mundo hacia lo suprasensible es sustituida por el progreso histórico. La meta de una eterna felicidad en el más allá se transforma en la de la dicha terrestre de la mayoría. El cuidado del culto de la religión se disuelve en favor del entusiasmo por la creación de una cultura o por la extensión de la civilización. Lo creador, antes lo propio del dios bíblico se convierte en distintivo del quehacer humano. Este crear se acaba mutando en negocio. Heideggeriana: NietzscheDeus
Así pues, el nihilismo sería en su esencia una historia que tiene lugar con el ser mismo. Entonces residiría en la esencia del ser mismo el hecho de que éste permaneciera impensado porque lo propio del ser es sustraerse. El ser mismo se sustrae en su verdad. Se oculta en ella y se cobija en ese refugio. Heideggeriana: NietzscheDeus
¿De dónde viene el hecho de que la Metafísica de Nietzsche haya llevado al menosprecio del pensar reclamándose de «la vida»? Viene de esto, de que no se vio que el aseguramiento de lo consistente por la planificación y la representación (por medio del poder), según la doctrina de Nietzsche es igualmente esencial para la vida que la «intensificación» y la elevación. A ésta se la ha tomado sólo por el lado de la ebriedad (psicológicamente) y, una vez más, no desde el punto de vista, decisivo, que ve que aquella elevación es también lo que le da al aseguramiento de las existencias el impulso propio y siempre nuevo y la justificación de la intensificación. De ahí que lo propio de la voluntad de poder sea el dominio incondicionado de la razón calculadora y no las brumas y la confusión de un turbio bucear en la vida. El culto torcido a Wagner ha rodeado al pensamiento de Nietzsche y a la exposición de este pensamiento de un halo de «artisticidad» que, después del proceso de mofa de la Filosofía (es decir, Hegel y Schelling), que tuvo lugar por obra de Schopenhauer y después de la exégesis superficial que éste hizo de Platón y de Kant, dio lugar a que los últimos decenios del siglo XIX estuvieran maduros para un entusiasmo al que lo superficial y nebuloso de la ausencia de historia acontecida, tomados ya en sí mismos, sirvieran como signo distintivo de lo verdadero. Heideggeriana: SM
La jarra es una cosa en cuanto recipiente. Es cierto que esto que acoge necesita de una producción. Pero la condición de ser producida por el alfarero no constituye en modo alguno lo propio de la jarra en cuanto jarra. La jarra no es un recipiente porque fue producida sino que tuvo que ser producida porque es este recipiente. Heideggeriana: COISA
Rige así en todos los procesos técnicos un sentido que reclama para sí el obrar y la abstención humanas (Tun und Lassen), un sentido no inventado ni hecho primeramente por el hombre. No sabemos qué significación atribuir al incremento inquietante del dominio de la técnica atómica. El sentido del mundo técnico se oculta. Ahora bien, si atendemos, continuamente y en lo propio, al hecho de que por todas partes nos alcanza un sentido oculto del mundo técnico, nos hallaremos al punto en el ámbito de lo que se nos oculta y que, además, se oculta en la medida en que viene precisamente a nuestro encuentro. Lo que así se muestra y al mismo tiempo se retira es el rasgo fundamental de lo que denominamos misterio. Denomino la actitud por la que nos mantenemos abiertos al sentido oculto del mundo técnico la apertura al misterio. Heideggeriana: Serenidade1955
Suponiendo que espere a nuestro encuentro la posibilidad de que la com-posición, esto es, la provocación alternante de hombre y ser en el cálculo de lo calculable, nos hable como el Ereignis que expropia al hombre y al ser para conducirlos a lo propio de ellos, habría entonces un camino libre en el que el hombre podría experimentar de modo originario lo ente, el todo del mundo técnico moderno, la naturaleza y la historia, y antes que todo su ser. Heideggeriana: PrincipioIdentidade
Hacer una experiencia con el habla quiere decir, por tanto: dejarnos abordar en lo propio por la interpelación del habla, entrando y sometiéndonos a ella. Si es verdad que el ser humano tiene por morada de su existencia la propia habla – independientemente de si lo sabe o no – entonces la experiencia que hagamos con el habla nos alcanzará en lo más interno de nuestra existencia. Nosotros, que hablamos el habla, podemos ser así transformados por tales experiencias, de un día para otro o en el transcurso del tiempo. Pero la experiencia que hagamos con el habla tal vez sea excesiva para nosotros contemporáneos, aun cuando sólo nos alcance hasta el punto de advertirnos de una vez de nuestra relación con el habla, de modo que en lo sucesivo podamos tener presente esta relación. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
El poeta ha salido de su propio «círculo» anterior sin por ello renunciar a la palabra; pues canta, y el canto permanece como plática. La renuncia del poeta no se refiere a la palabra, sino a la relación entre palabra y cosa, más exactamente: a lo propio y misterioso de esta relación que se revela precisamente como misterio en el momento en que el poeta quisiera nombrar la joya que tiene en la mano. El poeta no dice de qué clase es esta joya. Pero podemos recordar que en su antigua acepción «joya» (Kleinod) significa: pequeño y gracioso obsequio destinado al huésped, o también un obsequio como signo de favor particular que en adelante el receptor llevará siempre consigo. El obsequio pertenece a las relaciones de favor y hospitalidad. Notemos que, junto a este poema La Palabra, bajo el título general de la última parte El Canto, está aquel cuyo título es Canto del Mar y que comienza: Cuando en suave caída al horizonte – Se sumerge el rojo globo ardiente: Entonces un alto en la duna hago – Por si ver pudiera un huésped querido. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
A muchos les puede parecer superfluo lo que aquí se ha pensado acerca del poema y puede considerarse inoportuno y forzado. Pero la cuestión de la que aquí se trata, en la vecindad de la experiencia poética con la palabra, es encontrar una posibilidad para una experiencia pensante con el habla. Esto quiere decir ahora y antes que nada: aprender a prestar atención a la vecindad misma en la que habitan la poesía y el pensamiento. Pero, cosa extraña – la vecindad misma permanece invisible. Lo mismo sucede en nuestras vidas cotidianas. Uno vive en ella y se hallaría perplejo si tuviera que decir en qué consiste la vecindad. Pero esta perplejidad sólo es un caso particular, y quizá destacado. de aquella antigua y vasta perplejidad en la que se halla siempre y en todas partes nuestro pensamiento y nuestro decir. ¿A qué perplejidad nos referimos? A ésta: no estamos en situación – o si lo estamos es sólo raras y escasas veces – de hacer la experiencia puramente, y en sus propios términos, de una relación que rige entre dos cosas, entre dos esencias. Nos representamos inmediatamente la relación a partir de lo que cada vez está en relación. Comprendemos poco de cómo, a través de qué y desde dónde se da esta relación y cómo es en tanto que tal. Así, es sin duda correcto representarse la vecindad como relación. Esta representación también es adecuada a la vecindad de poesía y pensamiento. Pero esta representación no nos indica nada sobre si es la poesía la que se instala en la vecindad del pensamiento o, por el contrario, el pensamiento el que se instala en la vecindad de la poesía, o bien si cada uno se ha ido a la vecindad del otro. La poesía se mueve en el elemento del decir, lo mismo que el pensamiento. Cuando reflexionamos acerca de la poesía, nos hallamos a la vez en el mismo elemento donde se mueve el pensamiento. Así y todo, no podemos decidir aquí de manera definitiva si la poesía es, en lo propio, una forma del pensamiento o si el pensamiento es, en lo propio, una forma de la poesía. Permanece oscuro para nosotros a través de qué se determina su verdadera relación y de qué origen procede propiamente lo que, bastante a la ligera, llamamos lo propio (das Eigentliche). Pero – cualquiera que sea el modo mediante el cual dejamos venir a nuestras mentes la poesía o el pensamiento – cada vez se nos ha acercado el uno y mismo elemento: el decir, tanto si le prestamos atención como si no. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
Debemos abdicar de la opinión de que la vecindad entre poesía y pensamiento se agota en la turbia y vociferante amalgama de ambos modos del decir, donde cada uno se apropia de aspectos inciertos del otro. Aquí y allá puede, a veces, parecerlo. Pero en verdad, y en virtud de su esencia, a la poesía y al pensamiento los mantiene separados una delicada aunque, luminosa diferencia, cada uno sostenido en su propia oscuridad: dos paralelas, en griego, …., la una al lado de la otra; una frente a otra, trascendiendo, sobrepasándose cada uno a su modo. Poesía y pensamiento no están separados si por separación se entiende: relegado a no poder sostener relación alguna. Las paralelas se entrecruzan en el in-finito. Allí se entrecruzan en un cruce que no hacen ellas mismas. Por este cruce están primeramente cortadas, esto es, dibujadas al designio de su esencia vecinal. Este dibujo es el trazo (Riss). Traza abriendo de golpe la poesía y el pensamiento a su mutua proximidad. La vecindad entre poesía y pensamiento no es el resultado de un proceso por el que poesía y pensamiento vendrían – no se sabe de donde – primeramente a juntarse, originándose de este modo una proximidad; una vecindad. La proximidad que aproxima es el advenimiento apropiador (Ereignis) mismo, desde el cual poesía y pensamiento están remitidos a lo propio de su esencia. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
El habla se representa desde el hablar, entendido como fonación vocal. ¿Pero no alcanza esta representación algo que a cada instante puede ser verificado como lo esencial en cada lengua? Ciertamente. Así tampoco debe dejarse que se instale la opinión de que pretendemos menospreciar la fonación vocal, que es una manifestación corporal, como lo meramente sensorial del habla, en favor de lo que se denomina el sentido y el contenido significativo de lo hablado y que se honra como lo espiritual, el espíritu del habla. Se trata, más bien, de considerar si en los tradicionales modos de representación de esta estructura se conoce suficientemente el elemento físico del habla, su carácter escrito y fónico; si basta con asociar esta sonoridad solamente al cuerpo entendido en términos fisiológicos y de situarla dentro de los confines metafísicos de lo sensible. La fonación y los sonidos se dejan, sin duda, explicar fisiológicamente como producción de sonidos. Pero permanece abierto si con ello, lo que es propio de los sonidos y de los tonos en el hecho de hablar, está propiamente experimentado y mantenido en vista. Se remite, por lo demás, a la melodía y al ritmo en el habla y con ello al parentesco entre canto y habla. Si con ello no existiera el peligro de representar también la melodía y el ritmo desde el ámbito de la fisiología y de la física, es decir, representarlos en el más amplio sentido a partir de la técnica y del cálculo. Al proceder de este modo se logran sin duda resultados justos, pero presumiblemente nunca lo que es esencial. Es tanto propiedad del habla el hecho de sonar y resonar, vibrar y temblar, como para la palabra hablada del habla el hecho de tener un sentido. Pero todavía es muy torpe nuestra experiencia con este carácter de lo propio, porque en todas partes se entromete la explicación metafísico-técnica que nos impide considerar adecuadamente la cuestión. Sólo el simple hecho de que llamemos Mundarten** a los distintos modos de hablar según los territorios, es algo que apenas ha sido pensado. Su diversidad no se fundamenta sólo y primeramente en las diversas formas de puesta en movimiento de las herramientas del habla. En el dialecto, el paisaje, y esto quiere decir la tierra, habla siempre de modo distinto. Pero la boca no es sólo una clase de órgano del cuerpo. entendido corno organismo, sino que cuerpo y boca pertenecen al fluir y al crecimiento de la tierra en cuyo seno nosotros, los mortales, florecemos y del que recibimos la autenticidad de nuestras raíces (Bodenständigkeit). Si perdernos la tierra perdemos también las raíces. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
Con El Canto, con los últimos poemas reunidos bajo este título, el poeta se aleja definitivamente de su anterior círculo propio. ¿Adónde se aleja? A la renuncia que él ha aprendido. El aprendizaje fue una experiencia repentina que tuvo en aquel instante cuando el muy distinto reino de la palabra lo fulminó con su mirada y sacudió la seguridad propia de su anterior decir. Lo imprevisible, el pavor lo fulminó con su mirada: que solamente la palabra deja la cosa ser como cosa. Heideggeriana: Palavra1958
Si debemos, empero, caracterizar al tiempo desde el presente, entendemos éste como el ahora a diferencia del ahora-ya-no del pasado y del ahora-todavía-no del futuro. Pero el presente significa a la vez presencia o asistencia. Sin embargo, no estamos acostumbrados a determinar lo propio del tiempo desde la perspectiva del presente en semejante sentido. Mucho más es representado el tiempo – la unidad de presente, pasado y futuro desde el ahora. Ya dice Aristóteles que lo que es del tiempo, es decir, lo que está presente del tiempo, es el ahora de cada instante. Pasado y futuro son un me on tip: algo no ente, que no es desde luego una pura nada, sino más bien algo que está presente, pero al que algo falta, la cual falta es nombrada mediante el «ya no»-ahora y el «todavía no»-ahora. Visto así, el tiempo aparece como la secuencia de los ahora, cada uno de los cuales, apenas nombrado, se desvanece ya en lo recién pasado y es ya seguido por lo inmediatamente venidero. Kant dice del tiempo así representado: «Tiene sólo una dimensión» (Crítica de la razón pura, A31, B47). El tiempo conocido como secuencia en la sucesión de los ahora es el que se tiene en la mente cuando se mide y calcula el tiempo. El tiempo calculado está – así lo parece – a nuestro inmediato alcance, cuando echamos mano del reloj, el aparato que mide el tiempo, miramos la posición de las agujas y constatamos: «ahora son las 20 (horas) 50». Al decir «ahora» tenemos en mente al tiempo. Pero en ninguna parte del reloj, que nos indica el tiempo, encontramos el tiempo, ni en la esfera ni en el aparato de relojería. Igual de escasamente encontramos al tiempo en los modernos cronómetros técnicos. Cabe afirmar: cuanto más técnico es el cronómetro, es decir, más exacto y expedito en el efecto de la medición, tanto menos aún nos da la ocasión de pensar a fondo lo propio del tiempo. Heideggeriana: TempoYSer
Ahora parece como si al hacer referencia al hombre nos hubiéramos desviado del camino por el que queríamos seguir el rastro con el pensamiento a lo propio del ser. En cierto modo, así es. Sin embargo, estamos más cerca de lo que creemos de esa cosa, de ese asunto que se llama tiempo y que debe mostrarse propiamente desde el presente como presencia. Heideggeriana: TempoYSer
Antes de todo cálculo del tiempo y con independencia de él, lo propio del espacio-tiempo del tiempo auténtico reposa, empero, en el esclarecedor y recíproco ofrendar-se de futuro, pasado y presente. De acuerdo con esto es propio del tiempo auténtico y sólo de él lo que llamamos, dando fácilmente lugar a malinterpretado, dimensión, mensuración. Ésta reposa en el caracterizado ofrendar esclarecedor, en tanto que el porvenir aporta el pasado, este aquél, y la mutua relación de cambio de ambos el esclarecimiento de lo abierto. Pensado desde este triple ofrendar, se demuestra el tiempo propio como tridimensional. Dimensión – repitámoslo – es aquí pensada no sólo como ámbito de la posible medición, sino como el extenderse de un cabo a otro, como el ofrendar esclarecedor. Sólo éste permite representar y delimitar un ámbito de medida. Heideggeriana: TempoYSer
Pero ¿de dónde recibe entonces su determinación la unidad de las tres dimensiones del tiempo auténtico, esto es, de sus tres maneras, implicadas en mutuo juego, del ofrendar de cada propio estar presente? Acabamos de escuchar. Tanto en el advenir de lo todavía-no-presente como también en el haber sido de lo ya-no-presente y hasta en el presente mismo juega en cada caso una especie de atingencia y aportación, es decir, de estar presente. Este estar presente que así hay que pensar no lo podemos adjudicar a una de las tres dimensiones del tiempo, a saber, a la que tenemos más cerca, el presente. Mucho más bien descansa la unidad de las tres dimensiones del tiempo en el juego de cada una con cada una de las otras. Este juego se muestra como el auténtico ofrendar que juega en lo propio del tiempo, y por tanto algo así como la cuarta dimensión no sólo algo así como, sino desde la cosa-. Heideggeriana: TempoYSer
Nadie puede discutir la corrección de estas tesis sobre la técnica moderna. Pues cada uno de estos enunciados puede confirmarse recurriendo a hechos. Pero sí cabe preguntarse si tal corrección acierta con lo más propio de la técnica moderna, es decir, con aquello que la define y determina de antemano y de parte a parte. Lo propio de la técnica moderna, y no otra cosa es lo que andamos buscando, habrá de permitirnos reconocer en qué medida (es decir, si y cómo) guardan relación entre sí lo que esas cinco tesis enuncian. Heideggeriana: LTLT
Con la idea antropológica de la técnica viene puesto a la vez el otro momento. Lo llamamos el momento instrumental. La palabra latina instruere quiere decir: acomodar las cosas unas en otras y unas sobre otras, levantar, ordenar, disponer adecuadamente. El instrumentum es el aparato y utensilio, medio con que nos ayudamos y medio con que promovemos, medio en general. La técnica se considera algo que el hombre maneja, con lo que el hombre anda arriba y abajo, de lo que el hombre hace uso, con la intención de obtener algún provecho. La idea instrumental de técnica permite abarcar y enjuiciar de forma unitaria y de un modo convincente la historia de la técnica considerándola en el conjunto de su evolución. Y conforme a esto, desde la perspectiva de la idea antropológico-instrumental de la técnica se puede afirmar con un cierto derecho que entre el hacha de piedra y el producto más reciente de la técnica, el “telstar”, no se da en el fondo ninguna diferencia esencial. Ambos son instrumentos, medios fabricados para determinados fines. El que el hacha de piedra sea un utensilio primitivo y el “telstar” un aparato altamente complejo y sofisticado, significa, ciertamente, una considerable diferencia gradual, pero ello nada cambia en su carácter instrumental, es decir, en su carácter técnico. El primero, el hacha de piedra, sirve para cortar y para desbastar cuerpos menos duros que encontramos en la naturaleza. El segundo, el satélite televisivo, sirve como punto de conexión para un intercambio transatlántico directo de programas de televisión. Sin embargo, no faltará quién se apresure a decir que la considerable diferencia entre ambos instrumentos apenas permite ya seguir comparando ambos instrumentos entre sí, a no ser que nos contentemos con decir que ambos coinciden en su carácter instrumental, concebido éste en términos sumamente generales y vacíos. Pero con ello se está admitiendo que el carácter de lo instrumental no basta para determinar lo propio de la técnica moderna y de sus productos. No obstante lo cual, la idea antropológico-instrumental de técnica resulta tan fácil de entender y, por eso mismo, tan tenaz, que la innegable diversidad de ambos instrumentos se la explica apelando al formidable progreso de la técnica moderna. Pero la idea antropológico-instrumental de técnica no sólo resulta dominante porque sea la que empiece imponiéndosenos como obvia, sino también porque es correcta en su ámbito. Esa corrección se ve además reforzada y consolidada porque esa representación antropológica no sólo determina la interpretación de la técnica, sino que penetra también en todos los ámbitos como forma predominante de pensar. Tanto menos posible será, pues, objetar directamente algo contra la corrección de la idea antropológico-instrumental de la técnica. Y aunque ése fuese el caso (es decir, aunque directamente no fuese posible objetar mucho contra ella MJR), con ello no habríamos aclarado todavía nada en lo que respecta a nuestra pregunta por la técnica. Pues lo correcto no es aún lo verdadero, es decir, aquello que nos muestra y que guarda lo más propio de una cosa. Heideggeriana: LTLT
Por eso, reflexionamos ahora sobre la función y el carácter de la ciencia moderna de la naturaleza dentro de la técnica moderna intentando poner ante nuestra vista lo propio de la técnica moderna desde aquello que hoy es. El otro fenómeno que salta a la vista junto con el sobresaliente papel de la ciencia natural moderna, es el incontenible dominio de la técnica moderna. Presumiblemente, ambos fenómenos van juntos porque tienen el mismo origen. Heideggeriana: LTLT
Pero, ¿qué es entonces aquello en que la ciencia moderna de la naturaleza y la técnica moderna concuerdan siendo de esta forma lo mismo? ¿Qué es lo propio y genuino de ambas? Para traer y poner esto ante nuestra vista, al menos de forma aproximada, es menester reflexionar sobre lo nuevo de la ciencia moderna de la naturaleza. Ésta de forma más o menos consciente viene determinada por la siguiente pregunta que le sirve de hilo conductor: ¿cómo hay que proyectar de antemano la naturaleza como ámbito objetual (como ámbito de conocimiento MJR) para que los procesos naturales resulten de antemano susceptibles de cálculo? Esta pregunta encierra dos cosas: por un lado una decisión acerca del carácter de la realidad de la naturaleza. Max Planck, el fundador de la física cuántica, expresó esta decisión con una frase muy breve: “Es real lo que puede medirse”. Sólo lo que de antemano es susceptible de cálculo y medición, sólo lo que ya de entrada resulta abordable en términos de cálculo, puede considerarse ente. Además la pregunta rectora de la ciencia de la naturaleza incluye el principio del primado del método, es decir, del primado del procedimiento sobre aquello que en tal proceder contra la naturaleza, es decir, que en tal procedimiento, queda asegurado como un objeto susceptible de determinarse y someterse a comprobación. Un rasgo característico de este procedimiento es que en la física teórica el principio de no contradicción de los enunciados y la simetría de las ecuaciones se consideran de antemano determinantes. Mediante la proyección matemática de la naturaleza, que la física teórica efectúa, y mediante una inquisición experimental adecuada a esa proyección, la naturaleza es desafiada a responder, se le exige, por así decir, que dé razón de sí en determinados aspectos. A la naturaleza se la pone por así decir en la perspectiva de un haber de mostrarse en una objetualidad u objetividad susceptible de cálculo (Kant). Heideggeriana: LTLT
Nos acercamos más al misterio de aquello que en nuestro mundo determinado por la técnica hoy es en verdad, cuando simplemente reconocemos la exigencia y pretensión que en lo propio de la técnica moderna vienen dirigidas al hombre de provocar y desafiar a la naturaleza para que le suministre energía, en lugar de escurrir el bulto ante esa exigencia y pretensión mediante impotentes determinaciones de fines, tendentes sólo a la salvaguarda de nuestra humanitas. Heideggeriana: LTLT
Pues bien, cabría pensar que la interpretación técnica del lenguaje como medio de comunicación y de transmisión de información puede considerarse natural y obvia habida cuenta de que la técnica se entiende a sí misma como medio y de que, por tanto, tiene que representarse todo conforme a ese aspecto. Pero a la luz de lo que hemos logrado poner en claro hasta aquí acerca de lo propio de la técnica y del lenguaje, esta explicación se queda en la superficie. En vez de eso hemos de preguntarnos: ¿en qué medida en esta redefinición o reacuñación por la que el lenguaje queda convertido en pura información se expresa también, o se expresa señaladamente, lo propio de la técnica moderna, a saber, que esa técnica desafía y provoca al hombre a poner a punto y asegurar energía natural, es decir, lo pone a ello? ¿Y en qué medida es el propio lenguaje quien ofrece la superficie de ataque para, y la posibilidad de, esa reacuñación del lenguaje por la que éste queda convertido en lenguaje técnico, es decir, en información? Heideggeriana: LTLT
Para dar siquiera un bosquejo de respuesta a esta cuestión, son menester dos cosas: primero es preciso determinar suficientemente lo propio del lenguaje, es decir, aquello que el hablar del hombre propiamente es. Segundo, hay que delimitar con suficiente exactitud qué quiere decir información en sentido estrictamente técnico. Heideggeriana: LTLT
Aun cuando la interpretación que Wilhelm v. Humboldt hace del lenguaje como una visión del mundo aporta una fructífera idea, esa idea deja empero indeterminado qué es lo propio del lenguaje, qué es el hablar mismo. Por razones cuya discusión hemos de omitir aquí Wilhelm v. Humboldt se queda en una caracterización del lenguaje como expresión, es decir, como expresión de algo interior, esto es, de la mente o del ánimo, mediante algo externo (mediante la fonación y la escritura). Heideggeriana: LTLT
Con la incondicional dominación de la técnica moderna se acrecienta el poder (tanto en orden a pretensión como en orden a resultados) del lenguaje técnico enderezado a la mayor amplitud posible de la información. Y porque el lenguaje técnico discurre en sistemas formalizados de toma de contacto y producción de signos en el sentido indicado, el lenguaje técnico es el ataque más agudo y amenazador contra lo propio del lenguaje: contra el decir, mostrar y hacer aparecer lo presente y lo ausente, lo real en el sentido más lato. Heideggeriana: LTLT
Pero en cuanto que la relación del hombre, tanto con el ente que lo envuelve y sustenta, como también con el ente que él mismo es, descansa en el dejar aparecer, en el “decir” con fonación o sin ella, la agresión del lenguaje técnico a lo propio del lenguaje representa a la vez una amenaza para el ser más propio del hombre. Heideggeriana: LTLT
El proceso técnico en que tal conexión retroalimentativa consiste, proceso que viene caracterizado por el ciclo mediante el que la máquina se autorregula y se controla a sí misma, es algo que una máquina puede efectuar tan bien como (si no de forma técnicamente superior a) el sistema de avisos y señales que es el lenguaje humano. Por eso el último paso, si es que no es ya el primero, de todas las teorías técnicas del lenguaje es explicar “que el lenguaje no es una propiedad exclusivamente reservada al hombre, sino una propiedad que el hombre comparte en cierto grado con las máquinas por él desarrolladas” (Wiener, loc. cit., pág. 78). Tal afirmación sólo es posible bajo el presupuesto de que lo propio del lenguaje queda reducido al simple dar señal, a avisar, y de que, por tanto, lo propio del lenguaje experimenta aquí una atrofia. Heideggeriana: LTLT
La conferencia titulada «Tiempo y ser» pregunta primero por lo propio del ser, y luego por lo propio del tiempo. Con ello se muestra que ni el ser ni el tiempo son. De esta manera queda franco el tránsito al Se da. El Se da es primero dilucidado por referencia al dar, y luego por referencia al Se o Ello, que da. Este es interpretado como el acaecimiento propicio. Dicho sumariamente: Partiendo de Ser y Tiempo y pasando por lo propio de «Tiempo y ser», la conferencia arriba el Ser o Ello que da, y de éste al acaecimiento apropiador. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer
Mas no es así, aun cuando no puede negarse que esto aún no llegó a ser expresado con claridad en el propio Ser y tiempo. Ser y tiempo está mucho más en camino hacia ello, en vía de hallar, sobre la temporalidad del estar humano en la interpretación del ser como temporalidad, un concepto de tiempo, aquello propio del «tiempo» desde donde se dis-pensa el «ser» como estar presente. Mas con ello está dicho que lo que en la ontología fundamental es mentado como fundamental no tolera encima ninguna edificación. En lugar de esto, y una vez que fuese aclarado el sentido del ser, debiera ser reiterada, más originalmente y de una manera enteramente distinta, la entera analítica del ser humano. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer
Así en la conferencia «Sobre la identidad», si se la piensa desde su final, se dice lo que el acaecimiento apropiador apropia, esto es, trae a lo propio y mantiene en el acaecimiento apropiador: a saber, la copertenencia de ser y hombre. En esta copertenencia no son ya entonces los copertenecientes ser y hombre, sino – como apropiados-; los mortales en la cuaterna del mundo. De lo apropiado, de la cuaterna, hablan de otra manera en cada caso la conferencia «Hölderlins Erde und Himmel» (La tierra y el cielo de Hölderlin) (Hölderlin-Jahrbuch 1960, pp. 17 ss.) y la conferencia «La cosa». También pertenece a esto todo lo que se dijo del habla como dicción (De camino al habla (viii), 1959). Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer
De la finitud del ser se habló primero en el libro sobre Kant. La finitud, aludida durante el seminario, del acaecimiento apropiador, del ser, de la cuaterna, se diferencia empero de aquélla, por cuanto ya no es pensada desde la referencia a la infinitud, sino como finitud en sí misma: finitud, fin, límite, lo propio – estar oculto en lo propio-. En esta dirección – esto es, desde el acaecimiento apropiador mismo, desde el concepto de propiedad – es pensado el nuevo concepto de la finitud. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer
Ellas le deben su brillar según Platón a una luz. Se suele entender esta relación de las ideas hacia la luz como una metáfora. No obstante, sigue siendo cuestionable: ¿Qué sea, pues, en lo propio de la presencia, lo que en su determinación demanda y permite una transferencia con la luz? Por largo tiempo ha intranquilizado a pensadores, hasta qué punto determinaciones como igualdad, otredad (alteridad; N.d.tr.), mismidad, movimiento, que pertenecen a la presencia de lo presente, puedan todavía ser pensadas como ideas. ¿No se oculta aquí acaso una situación por completo distinta, que mediante la transposición moderna de la idea desde el aspecto de lo presente se torna del todo inaccesible para la perceptio, para una representación prefigurada desde un yo humano. Heideggeriana: AssuntoPensar
El Dasein es el claro para la presencia como tal y no lo es igualmente del todo, en la medida que el claro es recién el Dasein, es decir: como uno tal que lo custodia o resguarda. La analítica del Dasein no ha alcanzado aún lo propio del claro, ni por completo el ámbito al cual el claro por su parte pertenece. Heideggeriana: AssuntoPensar
Lo propio de su poema no lo ha inventado el poeta. Le ha sido asignado. Se acomoda a su determinación y sigue la vocación. Hölderlin la nombra en una variante del mismo canto. Heideggeriana: Poema1968
Tan pronto como Hölderlin tiene «lo suyo» está firmemente en la determinación que le corresponde, es el poeta de su poema. Preguntamos por la peculiaridad de éste. Ha ,de percibirse cuando nos metamos en las siguientes preguntas: ¿Qué es «lo suyo» para el poeta? ¿Qué es lo propio que le ha correspondido? ¿Hacia dónde le obliga a ir su necesidad? ¿De dónde viene esa necesidad? ¿De qué modo obliga? Heideggeriana: Poema1968
Al poeta le está asignado durar tenazmente en el decir de la palabra del advenimiento: «para que tenga su – haber». El acento no está puesto sólo en la palabra «lo suyo», «su haber», sino igual y aún más en el «haber», palabra que está destacada en el comienzo de la siguiente línea. Se trata de llevar a plenitud el auténtico haber de lo propio. Se trata de «mantener la carga». Se trata de prevalecer y durar en la necesidad del decir nombrador del advenimiento. Se trata de llevar «en silencio» ese nombrar. Heideggeriana: Poema1968
En la pura nominación, dejo ser lo que es a lo que está presente. Seguramente, la nominación implica al que nombra – pero lo propio de la nominación es, justamente, que el que nombra no interviene más que para desaparecer ante el ente. En tal caso, el ente es fenómeno puro. Heideggeriana: SeminarioThor1969
En la Ética a Nicómaco (X, 5-6) es para el hombre el modo más elevado de ser-en y para-la-obra; de hecho es la más elevada praxis humana. Lo propio de la theoria es, en efecto – precisa Jean Beaufret -, dividirse en tres pragmateiai, (ocupaciones). Heideggeriana: SeminarioThor1969
¿Dónde estamos exactamente? Es la cuestión de la teoría y la práctica la que nos ha conducido hasta aquí. Poner la naturaleza como calculable y dominable, al modo de Galileo, esta es la nueva teoría de la que lo propio es volver posible el método experimental. Heideggeriana: SeminarioThor1969