instante

VIDE Augenblick

La plástica sería la corporeización de sitios, que en la apertura de un paraje que lo encierra, condiciona una liberación en su encuentro, permitiendo la presencia de las cosas en ese INSTANTE, y el habitar del hombre en medio de las cosas. Heideggeriana: ArteEspacio

Debemos seguir llamando “humanismo” a este “humanismo” que se declara en contra de todos los humanismos existentes hasta la fecha, pero que al mismo tiempo no se alza como portavoz de lo inhumano? ¿Y eso tal vez con el único propósito de aprovechar que se comparte el uso de tal rótulo para seguir nadando en compañía de las corrientes reinantes, que se encuentran ahogadas por el subjetivismo metafísico y sumidas en el olvido del ser? ¿O tal vez el pensar deba atreverse, por medio de una resistencia abierta contra el “humanismo”, a dar un empujón que logre que surjan por fin dudas sobre la humanitas del homo humanus y su fundamentación? De esta manera, y suponiendo que este INSTANTE de la historia universal no esté apremiando ya en esa dirección, podría despertar una reflexión que no sólo piense en el hombre, sino en la “naturaleza” del hombre, y no sólo en la naturaleza, sino, de modo más inicial todavía, en la dimensión en la que la esencia del hombre, determinada desde el ser mismo, encuentra su lugar. ¿No deberíamos tal vez seguir soportando durante algún tiempo, dejando que se acaben desgastando por sí mismos lentamente, los inevitables malentendidos a los que ha estado expuesto hasta ahora el camino del pensar en el elemento de ser y tiempo? Dichos malentendidos son consecuencia de la interpretación que aplica a posteriori de manera natural lo leído o tan sólo repetido a lo que ya cree saber antes de la lectura. Todos denotan la misma construcción y el mismo fundamento. Heideggeriana: CartaHumanismo

Pero con esta indicación, el pensar que remite a la verdad del ser en cuanto lo que hay que pensar no se ha decidido en absoluto por el teísmo. No puede ser teísta de la misma manera que no puede ser ateo. Pero no en razón de una actitud indiferente, sino por tomar en consideración los límites que se le plantean al pensar en cuanto tal pensar, concretamente los que le plantea eso que se le ofrece como lo que debe ser pensado, esto es, la verdad del ser. Desde el momento en que el pensar se restringe a su tarea, en este INSTANTE del actual destino del mundo se le señala al hombre la dirección que conduce hacia la dimensión inicial de su estancia histórica. En la medida en que dice de este modo la verdad del ser, el pensar se confía a aquello que es más esencial que todos los valores y todo ente. El pensar no supera la metafísica por el hecho de alzarse por encima de ella sobrepasándola y guardándola en algún lugar, sino por el hecho de volver a descender a la proximidad de lo más próximo. El descenso, sobre todo cuando el hombre se ha estrellado ascendiendo hacia la subjetividad, es más difícil y peligroso que el ascenso. El descenso conduce a la pobreza de la ex-sistencia del homo humanus. En la ex-sistencia se abandona el ámbito del homo animalis de la metafísica. El predominio de este ámbito es el fundamento indirecto y muy antiguo en el que toman su raíz la ceguera y la arbitrariedad de eso que se designa como biologismo, pero también de eso que se conoce bajo el título de pragmatismo. Pensar la verdad del ser significa también pensar la humanitas del homo humanus. Lo que hay que hacer es poner la humanitas al servicio de la verdad del ser, pero sin el humanismo en sentido metafísico. Heideggeriana: CartaHumanismo

¿Quién podría pasar por alto esta situación de precariedad? ¿No deberíamos preservar y asegurar los vínculos ya existentes aunque su manera de mantener todavía unido al ser humano sea muy pobre y sólo válido para el momento presente? Es verdad. Pero ¿esa necesidad descarga en algún caso al pensar de su responsabilidad de tener presente lo que, de entrada, queda por pensar y que, en cuanto ser, es antes que todo ente la garantía y la verdad? Acaso el pensar puede seguir sustrayéndose a pensar el ser después de que éste, tras haber permanecido oculto en el olvido durante mucho tiempo, se anuncie también manifiestamente en el actual INSTANTE del mundo a través de la conmoción de todo lo ente? Antes de tratar de determinar de modo más preciso la relación entre “la ontología” y “la ética” tenemos que preguntar qué son dichas “ontología” y “ética”. Habrá que meditar si lo que puede ser nombrado en ambos rótulos sigue siendo adecuado y está cerca de lo que le ha sido asignado al pensar, el cual, en cuanto pensar, tiene que pensar la verdad del ser antes que ninguna otra cosa. Heideggeriana: CartaHumanismo

El grupo de los visitantes forasteros se encuentra en un primer momento decepcionado y desconcertado cuando en su intromisión llena de curiosidad por el pensador reciben la primera impresión de su morada. Creen que deberían encontrar al pensador en una situación que, frente al modo habitual de vida del resto de la gente, tuviera la marca de lo extraordinario y lo raro y, por ende, emocionante. Con su visita al pensador esperan encontrar cosas que, al menos por un cierto tiempo, les proporcione materia para entretenidas charlas. Los forasteros que van a visitar al pensador tal vez esperan sorprenderlo precisamente en el INSTANTE en que, sumido en profundas reflexiones, piensa. Los visitantes quieren tener esa “vivencia”, no precisamente para ser tocados por el pensar, sino únicamente para poder decir que han visto y oído a uno del que, a su vez, se dice que es un pensador. Heideggeriana: CartaHumanismo

La primera ley del pensar es la conveniencia del decir del ser en cuanto destino de la verdad, y no las leyes de la lógica, que sólo se pueden convertir en reglas a partir de la ley del ser. Pero atender a lo que le conviene al decir que piensa no sólo supone que tengamos que meditar cada vez qué hay que decir del ser y cómo hay que decirlo. Igual de esencial será meditar si debe ser dicho lo por pensar, en qué medida debe ser dicho, en qué INSTANTE de la historia del ser, en qué diálogo con ella y desde qué exigencias. Estas tres cosas, ya mencionadas en una carta anterior, se determinan en su mutua pertenencia a partir de la ley de la conveniencia del pensar de la historia del ser: lo riguroso de la reflexión, el cuidado del decir, la parquedad de palabras. Heideggeriana: CartaHumanismo

Ni el reconocimiento del ente como cosa de hecho [Tat-Sache] más elemental (como voluntad de poder) lleva a Nietzsche a pensar el ser en cuanto tal, ni tampoco accede a este pensar por la vía de la interpretación del ser como un “valor necesario”, ni tampoco el pensamiento del “eterno retorno de lo mismo” se convierte en un impulso para pensar la eternidad como INSTANTE desde lo súbito del despejado presenciar, el retorno como modo del presenciar y ambos, de acuerdo con su proveniencia esencial, desde el “tiempo” inicial [an-fänglich]. [Es decir, tiempo apropiante [er-eignende] ; es decir, tiempo desde el acaecimiento apropiante, el despejamiento y el “espacio de tiempo” [Zeit-Raum].] Heideggeriana: NiilismoSer

El “sonido articulado” es. según Wilhelm von Humboldt. “el fundamento y la esencia de todo hablar… (Sobre la diversidad, párr. 10. p. 65). En el párr. 8. p. 41, Humboldt acuña aquellas frases que. por cierto, se citan con frecuencia pero que pocas veces son pensadas. o sea, pensadas desde la perspectiva única de cómo determinan el camino al habla de Humboldt. Las frases rezan: “El habla, entendida en su verdadera esencia, es algo continuamente y en cada INSTANTE transitorio. Incluso su conservación por la escritura es siempre una preservación incompleta, momificada pero necesaria y que pide, pues, siempre de nuevo que se intente hacer perceptible el discurso vivo. El habla misma no es una obra (Ergon), sino una actividad (Energeia). Su verdadera definición puede, por tanto, sólo ser genética. Es, en efecto, la labor del espíritu en su eterna repetición en vista de capacitar el sonido articulado para la expresión del pensamiento. En un sentido inmediato y riguroso; ésta es la definición del hecho, de hablar, cada vez, pero, en el sentido verdadero y esencial; sólo puede considerarse, en cierto modo, la totalidad y de este hablar como el habla.” Heideggeriana: CaminhoLinguagem

Los cinco títulos capitales citados — “nihilismo”, “transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento”, “voluntad de poder”, “eterno retorno de lo mismo”, “superhombre” — muestran la metafísica de Nietzsche en cada caso desde un respecto particular, el cual resulta, sin embargo, siempre determinante para el todo. Por eso, la metafísica de Nietzsche es comprendida si y sólo si lo nombrado en los cinco títulos capitales puede pensarse, es decir experimentarse esencialmente, en su copertenencia originaria, por el momento sólo señalada. Qué sea el “nihilismo” en el sentido de Nietzsche sólo puede saberse, por lo tanto, si comprendemos al mismo tiempo y en su conexión, qué es la “transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento”, qué es la “voluntad de poder”, qué es el “eterno retorno de lo mismo”, qué es el “superhombre”. Por eso, en sentido contrario, partiendo de una comprensión suficiente del nihilismo puede prepararse ya el saber acerca de la esencia de la trasvaloración, de la esencia de la voluntad de poder, de la esencia del eterno retorno de lo mismo, de la esencia del superhombre. Pero un saber tal es estar en el interior del INSTANTE que la historia del ser ha abierto para nuestra época. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Cuando hablamos aquí de “conceptos”, de “comprender” y de “pensar”, no se trata, sin embargo, de una delimitación meramente proposicional de lo que hay que representarse al nombrar los cinco títulos capitales aludidos. Comprender quiere decir aquí: sabiendo, experimentar lo nombrado en su esencia y reconocer así en qué INSTANTE “estamos” de la oculta historia de Occidente; reconocer si estamos erguidos en él, si nos estamos cayendo o si ya estamos tendidos, o bien si no presentimos nada de lo uno ni estamos afectados por lo otro sino que simplemente nos dejamos arrastrar por las imágenes engañosas del opinar cotidiano y del actuar corriente y no hacemos más que revolvernos en el descontento de la propia persona. El saber pensante, en cuanto presunta “doctrina meramente abstracta”, no tiene un comportamiento práctico sólo como consecuencia posterior. El saber pensante es en sí mismo una actitud [Haltung] que no es sostenida [gehalten] en el ser por ente alguno sino por el ser. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Que el “hombre de la calle” piense que hay un “motor Diesel” porque Diesel lo inventó, es lo normal. No todo el mundo necesita saber que todo ese sistema de invenciones no habría podido dar ni un solo paso si la filosofía, en el INSTANTE histórico en que penetró en el ámbito de su in-esencia, no hubiera pensado las categorías de esa naturaleza y no hubiera abierto así previamente el ámbito para la búsqueda y la experimentación de los inventores. Claro que quien sabe acerca de esta auténtica proveniencia de la máquina moderna, no está por ello en condiciones de construir mejores motores; pero quizás esté en condiciones, y quizás sea el único que lo esté, de preguntar qué es esta técnica maquinista dentro de la historia de la relación del hombre con el ser. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

En estos días, nosotros mismos somos testigos de una misteriosa ley de la historia por la que un día un pueblo no está ya a la altura de la metafísica que ha surgido de su propia historia, y esto precisamente en el INSTANTE en que esta metafísica se ha vuelto incondicionada. Ahora se muestra lo que Nietzsche ya reconoció metafísicamente, que la “economía maquinal” de la época moderna, el cálculo maquinístico de todo actuar y planificar exige, en su forma incondicionada, una humanidad nueva que vaya más allá del hombre que ha existido hasta el momento. No basta con poseer carros de combate, aviones y aparatos de comunicación; tampoco basta con disponer de hombres que puedan emplearlos; ni siquiera basta con que el hombre domine simplemente la técnica, como si ésta fuera algo en sí mismo indiferente, más allá de beneficios y perjuicios, de la construcción y la destrucción, aprovechable a placer por cualquiera para cualquier fin. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero ¿qué quiere decir entonces “final de la metafísica” ? Respuesta: el INSTANTE histórico en el que están agotadas las posibilidades esenciales de la metafísica. La última de estas posibilidades tiene que ser aquella forma de la metafísica en la que se invierte su esencia. Esta inversión es llevada a cabo no sólo efectivamente sino también a sabiendas, aunque de manera diferente en ambos casos, en la metafísica de Hegel y en la metafísica de Nietzsche. Este ejercicio a sabiendas de la inversión es, en el sentido de la subjetividad, la única inversión real que le es adecuada. El propio Hegel dice que pensar en el sentido de su sistema quiere decir hacer el intento de estar y caminar cabeza abajo. Y Nietzsche ya en época temprana designa a toda su filosofía como inversión del “platonismo”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La “ontología” se funda en la distinción de ser y ente. Se denomina a la “distinción” de un modo más adecuado con el nombre de “diferencia”, en el que se señala que ente y ser son de algún modo llevados-fuera-uno-de-otro, separados, y sin embargo referidos uno a otro, y esto desde sí mismos, no por razón de un posterior “acto” de “distinción”. La distinción como “diferencia” quiere decir que entre ser y ente existe un dirimir [Austrag]. De dónde y cómo se llega a ese dirimir, no está dicho; limitémonos ahora a nombrar la diferencia como ocasión e incitación para preguntar por ese dirimir. La distinción de ser y ente es entendida como fundamento de la posibilidad de la ontología. Pero no se introduce la “diferencia ontológica” para resolver con ella la cuestión de la ontología, sino para nombrar aquello que, en cuanto hasta ahora no cuestionado, es lo que en el fondo vuelve digna de cuestión a toda “ontología”, es decir, a la metafísica. La indicación de la diferencia ontológica nombra la base y el “fundamento” de toda ontología y por lo tanto de toda metafísica. El nombrar la diferencia ontológica quiere dar a entender que llega un INSTANTE histórico en el que existe la necesidad [Not] y se volverá necesario [notwendig] preguntar por la base y el fundamento de la “onto-logia”. Por eso en Ser y Tiempo se habla de “ontología fundamental”. No es preciso discutir aquí si con ella sólo se intenta ponerle a la metafísica como a un edificio que ya está en pie, un fundamento diferente, o si a partir de la meditación acerca de la “diferencia ontológica” resultan otras decisiones sobre la “metafísica”. La referencia a la diferencia ontológica sólo pretende señalar la conexión interna de nuestra actual meditación sobre el concepto originario de la metafísica con lo expuesto anteriormente. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El ser es lo más usual, lo que invocamos en todo comportamiento y desde cualquier actitud. En efecto, en todas partes nos mantenemos en el ente y nos comportamos respecto de él. Gastado por el uso, el ser es, sin embargo, al mismo tiempo, cada vez, en cada INSTANTE, impensado en su advenir. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El ser es lo más olvidado, tan desmesuradamente olvidado que incluso ese olvido queda absorbido por su propio torbellino. Todos corremos constantemente detrás del ente; apenas si alguien piensa nunca el ser. Cuando sucede, el vacío de lo que es lo más universal y comprensible lo absuelve del vínculo en el que por un INSTANTE había tenido la intención de entrar. Pero esto que es lo más olvidado es al mismo tiempo lo que más se interna en el recuerdo [das Erinnerndste], lo único que permite penetrarse de lo sido, lo presente y lo venidero y estar en su interior. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Qué es el tiempo de este ahora en el que miro el reloj? Por ejemplo, ahora, en el preciso INSTANTE en el que lo hago; ahora, cuando se apaga la luz. ¿Qué es el ahora? ¿Está el ahora a mi disposición? ¿Soy yo el ahora? ¿Es cualquier otra persona el ahora? De ser así, yo mismo y cualquier otra persona sería el tiempo. Y en nuestro ser juntamente con otros seríamos el tiempo — todos y ninguno. ¿Soy yo el ahora, o solamente aquel que afirma esto? ¿Con o sin reloj expreso? Ahora, al anochecer, al amanecer, esta noche, hoy: aquí topamos con un reloj con el que siempre ha operado la existencia humana, el reloj natural de la alternancia del día y de la noche. Heideggeriana: ConceitoTempo

La pregunta acerca de qué es el tiempo ha acabado por remitir nuestra investigación al ser-ahí, si por ser-ahí se entiende el ente en su ser que conocemos como vida humana; este ente en el respectivo INSTANTE de su ser, el ente que somos cada uno de nosotros mismos, el ente al que apuntamos en la afirmación fundamental: yo soy. La afirmación “yo soy” es la auténtica enunciación del ser que ostenta el carácter del ser-ahí del hombre. Este ente es en el respectivo INSTANTE como mío. Heideggeriana: ConceitoTempo

La anticipación aprehende el haber sido como una posibilidad propia de cada INSTANTE, como lo que es seguro ahora. El ser futuro, como posibilidad del ser-ahí en cuanto respectivo de cada uno, da tiempo, porque es el tiempo mismo. Así, puesto que el ser futuro es propiamente el tiempo, se pone de manifiesto que la pregunta por el “cuánto tiempo”, “cuánto durará” y “cuándo será” tiene que resultar inadecuada al tiempo. Sólo si digo: propiamente, el tiempo no tiene tiempo para calcular el tiempo, hago una afirmación apropiada. Heideggeriana: ConceitoTempo

El precursar asume el haber-pasado como posibilidad propia de cada INSTANTE, como lo ahora cierto. El ser-futuro, como posibilidad del Dasein en cuanto eventual, da tiempo, porque es el tiempo mismo. Así se hace visible a la vez que la pregunta por el cuánto del tiempo, el cuán largo y el cuándo, en tanto que la futuridad (Zukünftigkeit) es propiamente el tiempo, es una pregunta que tiene que permanecer inadecuada al tiempo. Sólo si digo que el tiempo no tiene propiamente tiempo para calcular el tiempo, [profiero], entonces, un enunciado adecuado. Heideggeriana: EL CONCEPTO DEL TIEMPO (1924)

Hablamos de coincidencia dándole distintos significados. Por ejemplo, a la vista de dos monedas de cinco marcos que se encuentran sobre la mesa, decimos: las dos son iguales, coinciden. Ambas coinciden en su aspecto único. Tienen ese elemento en común y, por eso, desde ese punto de vista son iguales. Pero también hablamos de coincidir cuando, por ejemplo, afirmamos sobre una de las dos monedas de cinco marcos: esta moneda es redonda. Aquí, el enunciado coincide con la cosa. Ahora la relación ya no es entre cosa y cosa, sino entre un enunciado y una cosa. ¿Pero en qué pueden coincidir la cosa y el enunciado si los elementos que se han puesto en relación son distintos en lo tocante a su aspecto? La moneda es de metal. El enunciado no es nada material. La moneda es redonda. El enunciado no tiene para nada la naturaleza de algo espacial. Con la moneda se puede comprar algo. El enunciado sobre ella nunca puede ser un medio de pago. Pero, a pesar de toda esta desigualdad entre ambos, en la medida en que el enunciado es verdadero coincide con la moneda. Y, de acuerdo con el concepto corriente de verdad, este modo de concordar tiene que ser una adecuación. Pero cómo puede adecuarse a la moneda algo tan completamente desigual como el enunciado? Tendría que convertirse en moneda y de este modo anularse a sí mismo por completo. Pero eso es algo que el enunciado no puede conseguir nunca. Si lo consiguiera, en ese mismo INSTANTE el enunciado ya no podría coincidir con la cosa en cuanto tal enunciado. En la adecuación el enunciado tiene que seguir siendo lo que es o incluso precisamente llegar a serlo. ¿En qué consiste su esencia, absolutamente distinta de cualquier cosa? ¿Cómo consigue el enunciado adecuarse a otro, a la cosa, permaneciendo y persistiendo precisamente en su esencia? Adecuación no significa aquí una igualación real y concreta entre cosas que son distintas. Antes bien, la esencia de la adecuación se determina de acuerdo con la naturaleza de la relación existente entre el enunciado y la cosa. Mientras tal “relación” siga estando indeterminada e infundamentada en su esencia, toda discusión sobre la posibilidad e imposibilidad, así como sobre la naturaleza y el grado de la adecuación, carece de sentido. El enunciado sobre la moneda “se” refiere a esta cosa en la medida en que la re-presenta y dice qué ocurre con lo re-presentado mismo desde el punto de vista que predomina en casa caso. Lo que el enunciado representador dice de la cosa representada lo dice tal como ella es. El “tal como” concierne al re-presentar y a lo re-presentado. Si dejamos a un lado todos los prejuicios “psicológicos” y “de teoría de la conciencia”, representar significa aquí el hacer que la cosa se presente frente a nosotros como objeto. Lo que está enfrente, en cuanto que está puesto así, tiene que atravesar un enfrenteabierto y al mismo tiempo detenerse en sí mismo como cosa y mostrarse como algo estable y permanente. Este aparecer de la cosa que se hace patente atravesando el enfrente tiene lugar dentro de un ámbito abierto cuya apertura no es creada por el representar, sino solamente ocupada y asumida por él como ámbito de referencia. La relación del enunciado representador con la cosa es la consumación de esa conexión que originariamente y siempre se pone en movimiento como un comportarse. Pero todo comportarse destaca por el hecho de que, estando en lo abierto, se atiene siempre a un elemento manifiesto en cuanto tal. Eso que sólo así y en sentido estricto es manifiesto, se experimenta tempranamente en el pensar occidental como “lo presente” y desde hace mucho tiempo recibe el nombre de “ente”. Heideggeriana: EssenciaVerdade

En el ser-aquí se le devuelve al hombre el fundamento esencial y durante mucho tiempo infundamentado gracias al cual el hombre puede ex-sistir. Aquí, “existencia” no significa existentia en el sentido del aparecer y del “Dasein” (estar ahí delante) de un ente. Pero “existencia” tampoco significa aquí, al modo “existencial”, el esfuerzo moral del hombre por su sí-mismo edificado sobre una constitución corporal y anímica. La ex-sistencia que tiene sus raíces en la verdad como libertad es la ex-posición en el desocultamiento de lo ente como tal. Todavía incomprendida, ni siquiera necesitada de una fundamentación esencial, la ex-istencia del hombre histórico comienza en ese INSTANTE en el que el primer pensador se pone al servicio del desocultamiento de lo ente preguntando qué sea lo ente. En esta pregunta es en donde por vez primera se experimenta el desocultamiento. Lo ente en su totalidad se desvela como physis, la “naturaleza”, que aquí todavía no alude a un ámbito especial de lo ente, sino a lo ente como tal en su totalidad, concretamente con el significado de un venir surgiendo y brotando a la presencia. La historia sólo comienza cuando lo ente es elevado y preservado expresamente en su desocultamiento y cuando esa preservación es concebida desde la perspectiva de la pregunta por lo ente como tal. El inicial desencubrimiento de lo ente en su totalidad, la pregunta por lo ente como tal y el inicio de la historia occidental son lo mismo y son simultáneos en un “tiempo” que, siendo él mismo inconmensurable, abre por vez primera lo abierto, es decir, la apertura, a cualquier medida. Heideggeriana: EssenciaVerdade

En el pensar del ser, la liberación del hombre para la ex-sistencia, que fundamenta la historia, toma la palabra, una palabra que no es primordialmente la “expresión” de una opinión, sino la articulación bien guardada de la verdad de lo ente en su totalidad. Cuántos tienen oídos para esta palabra es algo que no cuenta. Pero quiénes son los que saben oír es lo que decide la posición del hombre en la historia. Ahora bien, en el mismo INSTANTE del mundo en el que tiene lugar el inicio de la filosofía comienza también el marcado y abierto dominio del sentido común (la sofística). Heideggeriana: EssenciaVerdade

Pero, esos datos, circunstancias y contingencias, con los que contamos y hemos de contar, a cada INSTANTE, resultan ser lo inesencial de la historia. Y, no obstante, lo inesencial de la historia pertenece a su esencia como el valle a la montaña. De tal manera que, el tiempo como ámbito del cálculo temporal pertenece al tiempo en tanto que fuerza más interna del Dasein humano. Heideggeriana: FilosofiaAlema

El decir cuestionador de la filosofía se dirije hacia el Ser, hacia el hecho que el ente en principio sea y no, que no es. La filosofía surgió y ha surgido siempre de nuevo en el INSTANTE, donde ésto se hace patente en la quietud de un gran asombro: que el ente es, y un Ser se despliega. El Ser es aquello uno y mismo, en virtud del cual todo ente en cuanto que ente es aquello mismo, del cual lo que cuenta es precisamente ello mismo, de decirlo en su propia esencia — aquello, que no puede ser aclarado en comparación con otro, porque salvo él mismo no existe ninguna otra posibilidad de comparación, ni la más mínima, pues incluso la nada, en donde el Ser halla su límite, pertenece al Ser mismo. El Ser debe hacerse patente [offenbar werden] en cuanto que él mismo desde su fundamento más propio y ser recogido en la palabra y el saber, para que el hombre resguarde a todas las cosas en su esencia y supere su no — esencia. La filosofía es el decir que cuestiona desde el fundamento del Ser en cuanto que el Ser del fundamento de todas las cosas. Heideggeriana: EuropaFilosofia

¿Qué figura ha tomado en esta época la cuestión fundamental de la filosofía, la cuestión por el ser? Vemos sencillamente que: en el INSTANTE en donde debe ser dicho lo que sea el ente, viene ya al lenguaje la verdad del Ser, y con ello se vuelve cuestionable tambien la esencia de la verdad misma. Con la cuestión por el Ser se ha tragado ya de una forma más intima la cuestión por la verdad. Sin embargo, para concebir este nexo, debemos dejar de lado todas las representaciones y conceptos tardíos del Ser y de la verdad — en especial, todo aquello que la asi llamada “teoría del conocimiento”, esa problemática figura del siglo 19., se ha imaginado. Heideggeriana: EuropaFilosofia

Ocaso, mentado en sentido esencial, es el camino a la callada preparación de lo venidero, del INSTANTE y del sitio, en los que cae la decisión acerca del advenimiento y la falta de los dioses. Este ocaso es el primer comienzo de todos. Pero la in-esencia del ocaso va por su propio y otro camino y es ensacarse, ya no poder, cesar tras la apariencia de lo gigantesco y masivo y de la primacía de la organización ante lo que ella debe cumplir. Heideggeriana: EreignisFuturos

Las oposiciones más simples pero extremas erigirá este dios sobre su pueblo, como las vías sobre las cuales anda más allá de sí para hallar otra vez su esencia y apurar el INSTANTE de su historia. Heideggeriana: EreignisFuturos

Este estado de indigencia pertenece necesariamente al llamado imperioso del hacer señas. Solamente lo que suena en tal prestar oídos y dispone para la amplitud es capaz de preparar para la disputa de tierra y mundo, para la verdad del Ahí, y a través de éste el sitio del INSTANTE de la decisión y, así, de la disputa y con ello del albergar en el ente. Heideggeriana: EreignisDeus

Si no es querida la verdad del ser, si no es movido el preguntar a la voluntad de saber y experimentar, se sustrae todo espacio-tiempo al INSTANTE, al relampaguear del ser que proviene de la permanecia del acontecimiento — apropiador, simple y jamás calculable. Heideggeriana: EreignisDeus

Pero el INSTANTE pertenece aún sólo a las soledades más solitarias, a las que queda rehusado el asentimiento fundante que instaura una historia. Heideggeriana: EreignisDeus

El último dios posee su más singular singularidad y está fuera de aquella determinación calculadora que comunican los títulos “monoteísmo”, “pan-teísmo” y “a-teísmo”. El “monoteísmo” y todos los tipos del “teísmo” existen recién a partir de la “apologética” judeo-cristiana, que tiene a la metafísica como supuesto especulativo. Con la muerte de este dios caen todos los teísmos. La multiplicidad de los dioses no está sometida a ningún número, sino a la riqueza interna de los fundamentos y abismos en los lugares del INSTANTE del resplandecer y del ocultarse del hacer señales del último dios. Heideggeriana: EreignisDeus

La denegación compele al ser ahí hacia sí mismo en cuanto funda el sitio del primer paso fugaz del dios, de Aquel que se niega. Recién a partir de ese INSTANTE puede estimarse cómo el ser, en tanto ámbito del acontecimiento-apropiador, debe restituir el ente a aquel estado de necesidad que supera al ente, y en el cual tiene que consumarse el homenaje al dios. Heideggeriana: EreignisDeus

El último dios es el inicio de la historia más larga en su trayecto más corto. De larga preparación se precisa para el gran INSTANTE de su paso fugaz. Y, para preparar esto, pueblos y estados son demasiado pequeños, es decir ya demasiado sustraídos a cualquier crecimiento, sólo a merced de la maquinación. Heideggeriana: EreignisDeus

El ser, como lo más singular y menos frecuente, lo opuesto a la nada, habrá de retraerse de la masificación del ente; y toda historia, allí donde ella declina en su propia esencia, sólo estará al servicio de esta retirada del ser en su verdad más plena. Todo lo público, en cambio, se desplegará en sus éxitos y derrotas persiguiéndose vertiginosamente, de acuerdo a su manera peculiar, teniendo una vaga impresión de la nada de todo lo que sucede. Sólo entre esta masa y los auténticamente sacrificados se han de buscar y encontrar los pocos y sus alianzas, para poder vislumbrar que a ellos les sucede algo oculto, aquel paso fugaz, en oposición a todo arrastrar hacia lo veloz a cada “suceder”, para hacerlo al punto completamente manipulable y presto para ser consumido sin dejar resto. La inversión y confusión de las preguntas y de los ámbitos de las preguntas no será ya posible, porque la verdad del ser mismo, en la merma más aguda de su escisión, habrá llevado a la decisión las posibilidades esenciales. Este INSTANTE histórico no es ningún “estado ideal”, porque resulta siempre contrario a la esencia de la historia; antes bien, este INSTANTE es el acontecer apropiador de aquella vuelta, en la que la verdad del ser llega al ser de la verdad, puesto que el dios precisa del ser, y el hombre, como ser-ahí, debe haber fundado la pertenencia al ser. Entonces el ser es, por este INSTANTE, en cuanto el más íntimo intersticio igual a la nada; el dios supera al hombre y el hombre sobrepuja al dios, por así decir, inmediatamente, y por cierto ambos sólo en el acontecimiento-apropiador que es la verdad del ser mismo. Heideggeriana: EreignisDeus

Pero hasta este INSTANTE incalculable tendrá lugar una larga historia de recaídas y sumamente oscura. Este INSTANTE, además, tampoco podrá ser nunca algo tan ostensible como una “meta”. Los creadores deben prepararse a cada hora en el comportamiento del cuidado para la vigilia en el espacio-tiempo de ese paso fugaz. Y la concentración del pensamiento sobre este único punto, la verdad del ser, puede resultar sólo una senda sobre la cual lo imprevisible para el pensamiento es, no obstante, pensado; es decir, se inicia la metamorfosis de la relación entre el hombre y la verdad del ser. Heideggeriana: EreignisDeus

De acuerdo con ello, nuestra pregunta por el concepto nietzscheano de verdad se concreta en esta otra pregunta: ¿cómo determina Nietzsche el conocer? El hecho de que tengamos que preguntar de este modo señala que Nietzsche piensa de manera completamente moderna, a pesar de su gran aprecio por el primer pensamiento griego, por el pensamiento pre-platónico. Por eso, para evitar confusiones, respecto de la cuestión de la verdad hay que volver a insistir continuamente en lo siguiente: para el pensamiento moderno la esencia de la verdad se determina desde la esencia del conocimiento; para el pensamiento griego inicial — aunque sólo en un INSTANTE histórico y sólo en un primer ímpetu — la esencia del conocer se determina desde la esencia de la verdad. Heideggeriana: VontadePoder

¿Pero cómo llega el caos a ocupar el papel aludido de lo cognoscible en la determinación de la esencia del conocimiento? ¿Dónde la meditación sobre el conocimiento encuentra un motivo y un impulso para caracterizar aquello que sale al encuentro del conocer como caos, y además como “el caos” en sentido absoluto, no como un “caos” en algún sentido particular? ¿Es el concepto opuesto a “orden”? Atengámonos nuevamente a un ejemplo corriente: entramos en esta aula — supongamos que por primera vez — y comprobamos que en la pizarra hay escritas palabras griegas. En este conocimiento no nos encontramos de momento un caos, sino que vemos la pizarra y los caracteres; quizás no estemos ya todos en condiciones de comprobar que se trata de caracteres griegos, pero incluso entonces no estamos ante un caos, sino ante algo visiblemente escrito que no podemos leer. Se concederá que, ciertamente, el percibir y el enunciar se refieren a la pizarra que está aquí delante, constituida de tal o cual modo, y no a un caos. Esta concesión corresponde a la situación real, pero da ya por decidida la auténtica pregunta. “Esta pizarra”, ¿qué quiere decir esto? ¿No expresa el conocimiento ya realizado: la cosa como pizarra? Tenemos que haber reconocido ya esa cosa como una pizarra. ¿Qué pasa con este conocimiento? Los enunciados sobre la pizarra se basan todos ya en el reconocimiento de esta cosa como una pizarra. Para reconocer esta cosa como pizarra tenemos que haber fijado previamente lo que sale al encuentro como “cosa” y no, por ejemplo, como un proceso que pasa rápidamente. Lo que es tomado previamente y en general como cosa, eso que sale al encuentro, con lo que nos topamos y que, en lo que es y tal como es, nos golpea y nos concierne, tenemos que haberlo percibido ya en ese primer encuentro. Allí sale al encuentro algo negro, gris, blanco, castaño, duro, rugoso, sonoro (si se lo golpea), extenso, plano, móvil, o sea una multiplicidad de datos. ¿Pero se trata de datos, de algo que se da? ¿O es también algo recibido, recogido ya por la palabras negro, gris, duro, rugoso, extenso, plano? ¿No tenemos que retirar de lo que sale al encuentro la invasión que hemos hecho con la palabra con la que lo hemos fijado para tener así puramente lo que sale al encuentro, para dejar que salga al encuentro? Lo que sale al encuentro: ¿puede aún decirse algo de ello? ¿O comienza aquí el ámbito en que no hay más nada que decir, el ámbito de aquella renuncia donde ya no se puede o aún no se puede decidir acerca de si es, no es o es nada. ¿O tampoco respecto de esto que aquí sale al encuentro se ha renunciado aún a la palabra que lo nombra sino que, si bien no se lo denomina a él mismo, sí se lo designa según aquello por cuyo intermedio nos es aportado, por la vista, el oído, el olor, el gusto, el tacto y todo tipo de impresiones? A lo dado se lo denomina entonces multiplicidad de “sensaciones”. Kant llega a hablar de un “hervidero de sensaciones”, aludiendo así exactamente al caos, a la mezcla que, no sólo en el INSTANTE de la percepción de esta pizarra sino continuamente y en todo lugar, nos apremia — de modo aparentemente más exacto se suele decir que apremia a “nuestro cuerpo” —, nos tiene ocupados, nos afecta, nos baña y nos revuelve. En efecto, al mismo tiempo y junto con los datos de los así llamados sentidos externos, también apremian y revuelven, empujan y arrastran, cautivan y rechazan, desgarran y sostienen las “sensaciones” del sentido “interno”, a las que se fija — nuevamente de modo aparentemente exacto y correcto — como estados corporales. Heideggeriana: VontadePoder

De este modo, somete la calculabilidad de las cosas que se practica cotidianamente a un “si”, es decir a la condición más elevada de la invención e inventabilidad de las cosas. En la observación puesta entre paréntesis denomina a esta invención un “proceso que recorre toda impresión sensorial”. ¿Hasta qué punto es esto acertado? El ejemplo de la percepción del árbol mostró cómo la multiplicidad de impresiones cromáticas está referida a algo igual e idéntico. Pero ahora Nietzsche quiere decir que incluso cada impresión cromática singular, por ejemplo una sensación de rojo, ya ha pasado por una invención; en ello y para ello se supone que las sensaciones de rojo singulares son en cada caso necesariamente diferentes por la intensidad de la impresión, por su luminosidad según la cercanía a otras similares, por la variación de lo que nosotros hace un INSTANTE, al emplear la palabra rojo, ya hemos transformado inventivamente en algo igual, prescindiendo de diferencias y tonos más finos. Por el contrario, en determinados tipos de pintura el artista busca dentro de un color la mayor riqueza de diferencias, para que de él surja, no obstante, en la impresión global de la imagen del objeto, un rojo aparentemente simple, unívoco. Pero toda impresión sensorial recorre este proceso de invención hacia algo igual — rojo, verde, ácido, amargo, duro, rugoso — porque, en cuanto impresión, no se inserta sino en la región ya previamente imperante de la razón en esencia inventiva, de la razón que se dirige a lo igual e idéntico. Lo sensible nos acosa y asedia en cuanto seres vivientes racionales, en cuanto seres que — sin un propósito ejercido en cada caso de modo explícito — ya siempre nos hemos propuesto igualar, porque sólo lo igual ofrece la garantía de lo idéntico, y porque sólo lo idéntico asegura algo consistente, siendo el volver consistente el ejercicio del aseguramiento de la existencia consistente. De acuerdo con ello, las propias sensaciones, que constituyen el “hervidero” que embiste de modo inmediato, son ya una multiplicidad inventada. Las categorías de la razón son horizontes de la invención, invención que es la que concede a lo que sale al encuentro ese sitio libre desde el cual y basado sobre el cual puede aparecer como algo consistente, como ob-stante, como objeto [Gegenstand]. Heideggeriana: VontadePoder

(Mediodía; INSTANTE de la sombra más corta; fin del error más largo; punto más elevado de la humanidad; INCIPIT ZARATUSTRA).” (VIII, 82-83) Aquí nuevamente, lo decisivo, es decir la indicación positiva de lo que ahora, después de la caída de la distinción metafísica fundamental, es, está entre paréntesis. Heideggeriana: VontadePoder

“Voluntad de poder” dice qué es el ente en cuanto tal, es decir, en su constitución. “Eterno retorno de lo mismo” dice cómo es el ente de esa constitución en su totalidad. Con el “qué” está conjuntamente determinado el “cómo” del ser de todo ente. Este cómo fija de antemano que todo ente recibe en cada INSTANTE el carácter de su “que” (su “factualidad”) desde ese “cómo”. Puesto que el eterno retorno de lo mismo caracteriza al ente en su totalidad, es, conjuntamente con la voluntad de poder, un carácter fundamental del ser, a pesar de que “eterno retorno” nombre un “devenir”. Lo mismo que retorna tiene en cada caso una existencia consistente sólo relativa y es, por lo tanto, lo por esencia carente de existencia consistente. Pero su retorno significa llevar siempre de nuevo a la existencia consistente, es decir, volver consistente. El eterno retorno es el más consistente volver consistente de lo que carece de existencia consistente. Pero desde el comienzo de la metafísica occidental el ser se comprende en el sentido de la consistencia de la presencia, donde consistencia tiene el doble significado de fijeza y de permanencia. El concepto nietzscheano del eterno retorno de lo mismo enuncia esta misma esencia del ser. Nietzsche distingue, ciertamente, el ser, como lo consistente, firme, fijado e inmóvil, frente al devenir. Pero el ser pertenece sin embargo a la voluntad de poder, que tiene que asegurarse la existencia consistente a partir de algo consistente únicamente para poder superarse, es decir, devenir. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

En el comienzo de la metafísica se decide acerca de la esencia de la verdad como aletheia (desocultamiento y desocultación) de manera tal que en el futuro esa esencia retrocede, aunque sin desaparecer nunca, frente a la determinación, que tiene en aquélla su raíz, de la verdad como adecuación (omoiosis, adaequatio). La metafísica no atenta en ningún momento contra la esencia de la verdad imperante desde entonces como apertura adecuante del ente por medio del representar, pero deja sin embargo que el carácter de apertura y desocultación, incuestionado, se hunda en el olvido. Mas este olvido, tal como corresponde a su esencia, se olvida completamente a sí mismo desde el INSTANTE histórico en el que el representar se transforma en el autoasegurante remitir de todo lo representable, o sea, en certeza en la conciencia. Cualquier otra cosa en la que el representar pudiera aún fundarse como tal queda negada. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Cuando Hegel en la conclusión del mencionado discurso dice del “universum”, y esto es, para él, a la vez, del absoluto, que no tiene en sí fuerza alguna de resistencia, de afirmar su esencia cerrada, ante el ánimo explorador del conocimiento metafísico, surge entonces la pregunta de por qué le falta al absoluto esta fuerza de resistencia. La respuesta reza: porque el absoluto según su esencia no puede resistirse a la exploración, sino por el contrario se quiere manifestar. Esta voluntad de mostrarse es su esencia. El aparecer es la voluntad esencial del espíritu. Desde la mirada a esa voluntad esencial del absoluto está pronunciada aquella frase de Hegel. Esta determinación esencial del absoluto es entonces el supuesto del sistema-Enciclopedia. ¿Pero qué ocurre con este supuesto mismo? ¿Puede el sistema elevar la pretensión de ser absoluto cuando reposa en un supuesto, que él mismo no fundamenta y a saber absolutamente? Hegel ha desarrollado de hecho la fundamentación de esta esencia del absoluto y denunciado este desarrollo en la “Ciencia de la fenomenología del espíritu”. Si el absoluto quiere manifestarse, porque él mismo es voluntad de manifestación, entonces tiene que pertenecer a la esencia del absoluto el manifestarse, es decir, el aparecer. Esencia y aparecer son aquí idénticos. El absoluto es espíritu. El espíritu es lo que se sabe a sí mismo y en tal saber, saber de sí mismo que se quiere, como fundamento esencial de todo ente. El espíritu es el saber absoluto. Mas como a su esencia pertenece el aparecer, el saber absoluto tiene que presentarse (darstellen) como saber que aparece. Sólo así el saber absoluto concede a partir de sí al ánimo del conocimiento humano la posibilidad de estar abierto para este conocimiento y en general en lo conocido de este conocer. Viceversa el conocer humano tiene, en tanto sabe el absoluto, antes que todo llevar a ejecución (Ausführung) el presentarse del saber que aparece. Pero esta ejecución del presentarse del absoluto que aparece sólo puede ser ella misma absoluta, si debe adecuarse al absoluto. Por su parte la ciencia tiene que llevar este absoluto presentarse a absoluta ejecución. Si la “Fenomenología del espíritu” es esta ejecución, entonces la obra con este título ha osado una tarea metafísica como antes nunca necesitó ser planteada ni posteriormente nunca más podía serlo. Por ello esta “obra” es un INSTANTE único y en un particular sentido destacado de la historia de la metafísica. Y mentamos con la “obra” no la producción pensante del hombre Hegel, sino la “obra” como acaecimiento de una historia, en medio de la cual y para la cual se exige a toda realización (Vollbringen) humana una propia estabilidad y determinación (la instancia del ser-ahí). Heideggeriana: HegelFenomenologia

10. Los alemanes y la metafísica. Para los alemanes podría llegar el INSTANTE histórico en el que tuvieran que advertir lo que les espera como lo suyo propio. Esto propio sólo se deja apropiar en la confrontación esencial, que hace ser cuestionable a lo esencial. Hasta hoy la relación alemana con la metafísica del idealismo alemán permanece enredada en un “o — o”, cuyas razones históricas han de ser omitidas aquí. O rechazo ciego (= irrazonable) de la metafísica absoluta, o una igualmente ciega repetición y ello en la mala forma del disponer para las necesidades de la época. Heideggeriana: HegelFenomenologia

La metafísica se ha representado en sus preguntas y respuestas por el ente en cuanto tal, antes que al ente, al ser mismo. Ella habla necesariamente del ser, y por ello lo hace a cada INSTANTE. Pero la metafísica no da al ser la palabra [vi], porque no mienta al Ser en su verdad ni a la verdad como estado de no oculto, ni a éste en su esencia. La esencia de la verdad aparece siempre a la metafísica sólo en la ya tradicional imagen de la verdad del conocimiento y en el enunciado de ésta. Estado de no oculto, empero, puede ser más originario que verdad en el sentido de no oculto. (Unverborgenheit — Warheit). aletheia puede ser la palabra que nos dé una aún inexperimentada señal, en la impensada esencia del esse. Si así fuera, el pensamiento representativo de la metafísica no. podría alcanzar, en verdad, esta esencia de la verdad; aunque pudiera esforzarse historiográficamente por la filosofía pre-socrática; no se trata de ningún renacimiento del pensamiento pre-socrático, tal pretensión sería frívola y paradójica, sino de atender a la revelación de la esencia, aún no expresada, del estado de no oculto, en el que el Ser se ha anunciado. Entre tanto, a la metafísica, la verdad del ser sigue disimulada en su historia, desde Anaximandro hasta Nietzsche. Por qué no piensa en ella la metafísica? Depende la omisión de tal pensamiento sólo del modo del pensamiento metafísico? O pertenece al destino esencial de la metafísica el sustraerse de su propio fundamento, porque en el salir del estado de no oculto queda sobre todo lo esencial el estado de oculto, principalmente; y, sin duda, en favor del estado de no oculto que aparece al ente? La metafísica, no obstante, habla constantemente y en las formas más variadas del ser. Ella misma afirma y despierta la visión de que sea a través de ella preguntada y respondida la cuestión del ser. Sólo que la metafísica jamás responde a la pregunta por la verdad del ser; porque esta pregunta nunca la formula. No la formula, porque sólo piensa al ser en cuanto representa al ente como ente. Ella mienta al ente en el todo y habla del ser [vii]. Ella nombra al ser y mienta al ente como ente. La afirmación de la metafísica se mueve desde su comienzo hasta su consumación, por modo extraño, en una constante confusión del ente y el ser. Esta confusión es pensada, en verdad, como un resultado, no como un pecado. No puede tener su base, de ninguna manera, en un mero abandono del pensamiento o en una ligereza del decir. Esta constante confusión lleva al representar, al colmo de su nebulosidad cuando afirma que la metafísica pone la pregunta por el ser. Heideggeriana: MetafisicaFundamento

Usted escribe: “el INSTANTE en que se pasa la línea trae una nueva donación del Ser y con ello comienza a relampaguear lo que es real”. Heideggeriana: PreguntaSer

La frase es fácil de leer, pero difícil de pensar. Ante todo quisiera preguntar, si no es más bien a la inversa, que sólo la nueva donación del Ser trae el INSTANTE para el paso de la línea. La pregunta parece sólo invertir su frase. Pero el mero invertir es siempre un hacer capcioso. La solución que quisiera ofrecer sigue estando enredada en la pregunta que ha invertido. Su frase dice que lo “que es real”, por tanto lo real, es decir, el ente comienza a relampaguear, [407] porque el Ser nuevamente se dona. Por eso, preguntamos ahora más adecuadamente, si “el Ser” es algo por sí y si además y a menudo también se dona a los hombres. Presumiblemente es la donación misma, pero todavía de modo encubierto, aquello que nosotros bastante perpleja e indeterminadamente llamamos “el Ser”. ¿Pero no tiene lugar semejante donación también y de un modo extraño bajo el dominio del nihilismo, a saber, en el modo de que “el Ser” se aparta y se sustrae en la ausencia? Apartamiento y sustracción no son, sin embargo, nada. Imperan casi más apremiantemente sobre el hombre, de modo que le arrastran consigo, aspiran su esfuerzo y actuación y, finalmente, los absorben de tal modo en la vorágine extractora que el hombre puede opinar que tan sólo se encuentra consigo mismo. Pero, en verdad, su sí-mismo ya no es sino el desgaste de su ek-sistencia bajo el dominio de eso que usted caracteriza como el carácter total del trabajo. Heideggeriana: PreguntaSer

¿Depende del “Ser” — la palabra nombra ahora por un INSTANTE aquella mismidad problemática, en que la esencia del Ser y la esencia del hombre se copertenecen —, depende del “Ser” que en la correspondencia para con él nuestro decir fracase y sólo quede lo que de manera excesivamente precipitada se sospecha con la etiqueta “mística”? ¿O depende de nuestro decir que no lo hable todavía porque todavía no es capaz de adaptarse a una correspondencia para la esencia del “Ser”? ¿Se deja al capricho de los dicentes, qué lenguaje de palabras fundamentales hablan en el INSTANTE del cruce de la línea, es decir, en el traspasar de la línea crítica del nihilismo consumado? ¿Basta con que ese lenguaje sea entendido por todos, o imperan aquí otras leyes y medidas que son tan singulares como el INSTANTE histórico-mundial de la consumación planetaria del nihilismo y de la dis-cusión de su esencia? Éstas son preguntas que apenas comienzan nos parecen tan dignas de ser preguntadas que nos sentimos en ellas como en casa y no las dejamos ya más, incluso a riesgo de tener que abandonar hábitos arraigados de pensar en el sentido del representar metafísico y de atraerse el desprecio de toda sana razón. Heideggeriana: PreguntaSer

No nos hagamos ilusiones. Todos nosotros, incluso aquellos que, por así decirlo, son profesionales del pensar, todos somos, con mucha frecuencia, pobres de pensamiento (gedanken-arm); estamos todos con demasiada facilidad faltos de pensamiento (gedanken-los). La falta de pensamiento es un huésped inquietante que en el mundo de hoy entra y sale de todas partes. Porque hoy en día se toma noticia de todo por el camino más rápido y económico y se olvida en el mismo INSTANTE con la misma rapidez. Así, un acto público sigue a otro. Las celebraciones conmemorativas son cada vez más pobres de pensamiento. Celebración conmemorativa (Gedenkfeier) y falta de pensamiento (Gedankenlosigkeit) se encuentran y concuerdan perfectamente. Heideggeriana: Serenidade1955

¿Pero no oímos hablar del ser ser en el orden y la consecución históricos del proceso dialéctico que piensa Hegel? Ciertamente. Pero el ser también se deja ver aquí únicamente bajo la luz que brilló para el pensar de Hegel, lo que quiere decir que la forma en la que se da el ser se determina siempre ella misma a partir del modo en que éste se da luz a sí mismo. Pero este modo es un modo destinado, es siempre la marca de una época que sólo se nos manifiesta como tal si le damos la libertad de volver a su propio ser pasado. Sólo podemos llegar a la proximidad de lo destinado por medio de una súbita chispa de recuerdo que surge en un INSTANTE. Esto también vale para la experiencia que tenemos de la marca que lleva en cada ocasión la diferencia de ser y ente, a la que corresponde en cada caso una interpretación de lo ente como tal. Lo dicho también vale de modo particular para nuestro intento de salir del olvido de la diferencia como tal por medio del paso atrás, y de pensar en ésta como en la resolución entre la sobrevenida desencubridora y la llegada que se encubre a sí misma. Ciertamente, a un oído más atento se le revela que en nuestro discurso acerca de la resolución, ya dejamos que aquello que ha sido tomase la palabra, en la medida en que pensamos en un desencubrir y un encubrir, esto es, en una sobrevenida (trascendencia) y una llegada (presencia). Tal vez mediante esta explicación de que la diferencia de ser y ente se encuentra en la resolución en calidad de preámbulo de su esencia, salga a la luz algo permanente que atraviesa el destino del ser desde el principio hasta su consumación. Pero con todo, sigue siendo difícil decir cómo debe ser pensada esa permanencia, puesto que, ni es algo general que valga para cada caso, ni una ley que garantice la necesidad de un proceso en sentido dialéctico. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

A1 entender el pensar como lo distintivo del hombre, estamos recordando una mutua pertenencia que atañe al hombre y al ser. Al INSTANTE nos vemos asaltados por las preguntas, ¿qué significa ser?, ¿quién o qué es el hombre? Todos pueden ver fácilmente que sin una respuesta satisfactoria a estas preguntas, nos falta el suelo sobre el que pudiéramos construir algo firme acerca de la mutua pertenencia del hombre y el ser. Pero mientras preguntemos de este modo, quedaremos prisioneros en el intento de representar la dimensión mutua del hombre y el ser como una coordinación, y de integrar y explicar ésta, ya sea a partir del hombre o desde el ser. Con ello, los conceptos tradicionales de hombre y ser configuran las bases para la coordinación de ambos. Heideggeriana: PrincipioIdentidade

Sin duda alguna Hebel ha conferido por consiguiente a la “bella idea” de su calendario un brillo que constituye, más allá del INSTANTE presente, un encantamiento siempre nuevo para el espíritu y la sensibilidad de los hombres. ¿Cómo llegó a conseguirlo? Al llegar a ser Hebel lo que fue: el Amigo de la Casa. La expresión “Amigo de la Casa”, profunda a pesar de su simplicidad, es el nombre que define el rasgo fundamental de la vocación poética de Hebel. Heideggeriana: HebelAmigo

¿Qué debemos por consiguiente nosotros, nosotros también y por sobre todo particularmente nosotros, hombres de nuestros días, estimar digno de ser considerado por un INSTANTE como problema? Lo que es digno de ser considerado como un problema ha crecido entre tanto hasta lo inconmensurable, hasta lo impenetrable, y arrastra a nuestra época no sabemos hacia dónde. Heideggeriana: HebelAmigo

Sueño o prodigio de la lejanía — Al borde de mi país traía — Esperando a que la Norna antigua — En su fuente el nombre hallara — Después denso y fuerte lo pude asir — Ahora florece y por la región reluce… Prodigios y sueños por un lado, nombres para poder asirlos por el otro, ambos fundidos — así advenía la poesía. ¿Hacía esta poesía justicia a lo que es la tarea del poeta; fundar lo que permanece para que perdure y sea? Así y todo, a Stefan George le llega el INSTANTE en el que hacer poesía como hasta entonces se rompe, de pronto, y le recuerda las palabras de Hölderlin: Pero lo que perdura lo fundan los poetas. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

El habla se representa desde el hablar, entendido como fonación vocal. ¿Pero no alcanza esta representación algo que a cada INSTANTE puede ser verificado como lo esencial en cada lengua? Ciertamente. Así tampoco debe dejarse que se instale la opinión de que pretendemos menospreciar la fonación vocal, que es una manifestación corporal, como lo meramente sensorial del habla, en favor de lo que se denomina el sentido y el contenido significativo de lo hablado y que se honra como lo espiritual, el espíritu del habla. Se trata, más bien, de considerar si en los tradicionales modos de representación de esta estructura se conoce suficientemente el elemento físico del habla, su carácter escrito y fónico; si basta con asociar esta sonoridad solamente al cuerpo entendido en términos fisiológicos y de situarla dentro de los confines metafísicos de lo sensible. La fonación y los sonidos se dejan, sin duda, explicar fisiológicamente como producción de sonidos. Pero permanece abierto si con ello, lo que es propio de los sonidos y de los tonos en el hecho de hablar, está propiamente experimentado y mantenido en vista. Se remite, por lo demás, a la melodía y al ritmo en el habla y con ello al parentesco entre canto y habla. Si con ello no existiera el peligro de representar también la melodía y el ritmo desde el ámbito de la fisiología y de la física, es decir, representarlos en el más amplio sentido a partir de la técnica y del cálculo. Al proceder de este modo se logran sin duda resultados justos, pero presumiblemente nunca lo que es esencial. Es tanto propiedad del habla el hecho de sonar y resonar, vibrar y temblar, como para la palabra hablada del habla el hecho de tener un sentido. Pero todavía es muy torpe nuestra experiencia con este carácter de lo propio, porque en todas partes se entromete la explicación metafísico-técnica que nos impide considerar adecuadamente la cuestión. Sólo el simple hecho de que llamemos Mundarten a los distintos modos de hablar según los territorios, es algo que apenas ha sido pensado. Su diversidad no se fundamenta sólo y primeramente en las diversas formas de puesta en movimiento de las herramientas del habla. En el dialecto, el paisaje, y esto quiere decir la tierra, habla siempre de modo distinto. Pero la boca no es sólo una clase de órgano del cuerpo. entendido corno organismo, sino que cuerpo y boca pertenecen al fluir y al crecimiento de la tierra en cuyo seno nosotros, los mortales, florecemos y del que recibimos la autenticidad de nuestras raíces (Bodenständigkeit). Si perdernos la tierra perdemos también las raíces. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Para mejor penetrar estos versos con el pensamiento conviene reflexionar acerca de lo que Hölderlin dice en otra versión de este mismo fragmento que, por lo demás. exige una reflexión todavía más profunda:Larga y difícil es la palabra de este advenimiento, pero Blanco (luminoso) es el INSTANTE. Los servidores de los Celestiales son Conocedores de la tierra, su paso es hacia el abismo Juvenilmente más humano pero aquello en las profundidades es antiguo. (vid Hellingrath IV2. anexo p. 322) Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Pensemos, desde este lugar y por un INSTANTE, acerca de lo que pregunta Hölderlin en su elegía Pan y Vino (estrofa VI): ¿Por qué son silencio también ellos. los antiguos sagrados teatros? ¿Por qué, pues, no se alegra la consagrada danza? A la sede donde antaño los Dioses hacían su aparición le es retenida la palabra; la palabra tal como ya fue una vez palabra. ¿Cómo fue entonces? En el decir mismo tenía lugar la aproximación del Dios. El decir era en sí un dejar aparecer de aquello que entreveían los dicientes. pues ellos mismos habían sido contemplados con anterioridad por la mirada de eso entrevisto. Esta mirada conducía a los dicientes y a los oyentes a la in-finita intimidad de la contienda entre los hombres y los dioses. Mas, en esta contienda rige lo que se halla aún por encima de los dioses y los hombres; como dice Antígona: No fue. pues. Zeus quien me dio el mensaje (sino Otra cosa. aquella rectora usanza). No desde hoy ni desde ayer sino desde siempre y siempre. Asciende (Aufgehet) (ò nomos: la usanza rectora. Brauch) y nadie ha alzado la mirada hacia la sede desde donde accedió a la luz. Heideggeriana: Palavra1958

Con El Canto, con los últimos poemas reunidos bajo este título, el poeta se aleja definitivamente de su anterior círculo propio. ¿Adónde se aleja? A la renuncia que él ha aprendido. El aprendizaje fue una experiencia repentina que tuvo en aquel INSTANTE cuando el muy distinto reino de la palabra lo fulminó con su mirada y sacudió la seguridad propia de su anterior decir. Lo imprevisible, el pavor lo fulminó con su mirada: que solamente la palabra deja la cosa ser como cosa. Heideggeriana: Palavra1958

Si debemos, empero, caracterizar al tiempo desde el presente, entendemos éste como el ahora a diferencia del ahora-ya-no del pasado y del ahora-todavía-no del futuro. Pero el presente significa a la vez presencia o asistencia. Sin embargo, no estamos acostumbrados a determinar lo propio del tiempo desde la perspectiva del presente en semejante sentido. Mucho más es representado el tiempo — la unidad de presente, pasado y futuro desde el ahora. Ya dice Aristóteles que lo que es del tiempo, es decir, lo que está presente del tiempo, es el ahora de cada INSTANTE. Pasado y futuro son un me on tip: algo no ente, que no es desde luego una pura nada, sino más bien algo que está presente, pero al que algo falta, la cual falta es nombrada mediante el “ya no”-ahora y el “todavía no”-ahora. Visto así, el tiempo aparece como la secuencia de los ahora, cada uno de los cuales, apenas nombrado, se desvanece ya en lo recién pasado y es ya seguido por lo inmediatamente venidero. Kant dice del tiempo así representado: “Tiene sólo una dimensión” (Crítica de la razón pura, A31, B47). El tiempo conocido como secuencia en la sucesión de los ahora es el que se tiene en la mente cuando se mide y calcula el tiempo. El tiempo calculado está — así lo parece — a nuestro inmediato alcance, cuando echamos mano del reloj, el aparato que mide el tiempo, miramos la posición de las agujas y constatamos: “ahora son las 20 (horas) 50”. Al decir “ahora” tenemos en mente al tiempo. Pero en ninguna parte del reloj, que nos indica el tiempo, encontramos el tiempo, ni en la esfera ni en el aparato de relojería. Igual de escasamente encontramos al tiempo en los modernos cronómetros técnicos. Cabe afirmar: cuanto más técnico es el cronómetro, es decir, más exacto y expedito en el efecto de la medición, tanto menos aún nos da la ocasión de pensar a fondo lo propio del tiempo. Heideggeriana: TempoYSer

Pues bien, el decir en tanto que mostrar, podemos también representárnoslo y efectuarlo de modo que mostrar sólo signifique: producir signos, hacer señales, Zeichen geben. El signo se convierte entonces en aviso y noticia de algo que en sí mismo no se muestra. Un ruido que suena, una luz que se enciende un INSTANTE, no son, tomados en sí mismos, signo alguno. Sólo se los produce y emplea como signos cuando antes se ha convenido, es decir, se ha dicho qué es lo que han de significar. Pensemos en los signos del alfabeto Morse, que se limitan a punto y raya, cuyo número y disposición queda en correspondencia con los signos fónicos que utilizamos al hablar. El signo individual sólo puede constar en cada caso de una de dos formas, el punto o la raya. Tiene lugar, por tanto, una reducción de la secuencia de signos a una secuencia de decisiones si-no, para cuya obtención se emplean máquinas, cuyas secuencias de corriente y golpes de corriente reproducen el esquema de la previa asignación abstracta de signos suministrando los correspondientes mensajes. Pero para que sea posible tal tipo de transmisión de mensajes y noticias, cada signo tiene que venir unívocamente definido; e igualmente, cada una de sus combinaciones tiene que significar unívocamente un determinado enunciado. El único carácter del lenguaje, que permanece en este lenguaje reducido a información, es la forma abstracta de la escritura, que queda aquí retraducida a las fórmulas de un cálculo lógico. La univocidad de los signos y fórmulas, que en tal cálculo necesariamente se exige, asegura la posibilidad de una