Gilbert (2008:17-18) – hermenêutica filosófica

La hermenéutica filosófica no tiene solamente un destino subjetivo e idealista. Por otra parte, sus tesis no tienen nada filosóficamente original. Quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur, decían los antiguos. Sin embargo, la filosofía ha intentado a menudo «recuperar» y «reducir» lo que está enjuego en los actos humanos y que no depende sólo de nuestra subjetividad. ¿Cómo oponerse a esta tendencia? El método reflexivo, común en Francia durante el siglo XX, pero ya presente en Aristóteles cuando intenta explicar la necesidad del principio de no-contradicción, se ha juzgado con frecuencia como encerrado en una subjetividad idealista. Sin embargo, tal método puede considerarse como fundador de la hermenéutica y condición de su correcta aplicación. De ello es testimonio el camino de Ricoeur, tal y como él mismo ha recordado con frecuencia; hacia los años sesenta del siglo pasado, tomó la dirección de la hermenéutica profundizando sus compromisos fenomenoló-gicos de los años cuarenta y cinco y cincuenta, pero sin abandonar nunca las perspectivas recibidas de la filosofía reflexiva durante sus años de formación.

Sin embargo, la hermenéutica de la que se trata ahora no está determinada por este objeto o aquel; no consiste en la descripción de situaciones antropológicas al modo de Sartre; tampoco pretende construir teorías metodológicas particulares, como por ejemplo un volumen de crítica histórica; ni siquiera se dedica a desarrollar el acontecer del pensamiento que se expone en un texto. Más bien, esta hermenéutica evidencia el movimiento de donación del ens al alma, el paso de aquello que es in se hacia un aliud en el que el ens aparece. Este proyecto es propiamente metafísico, más aún cuando, como se ha dicho, supera los límites de la razón. En efecto, es necesario (18) que saltemos por encima de nuestras capacidades racionales para que podamos seguir el camino de aquello que viene hacia nosotros a partir de sí mismo. Querer seguir ese camino parece anti-crítico e ingenuo, incluso si uno se acompaña de grandes nombres platónicos y plotinianos.

(GILBERT, Paul. Metafísica. La paciencia de ser. Salamanca: Sígueme, 2008)